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El Triatlón: Propuesta Práctica como alternativa en los
Juegos Deportivos Municipales de la Comunidad de Madrid. Parte I
Jose Manuel Hernández Soriano, Manuel Gómez López y Carlos Román Lorente

http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 8 - N° 50 - Julio de 2002

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Una correcta selección de talentos deportivos.

    Desde un punto de vista práctico, podemos hacer énfasis en las siguientes exigencias para un correcto desarrollo del entrenamiento:

  • Dejar un tiempo de recuperación suficiente después de un entrenamiento intenso, sobre todo si se ha trabajado el componente fuerza.

  • No realizar jamás alternancias bruscas de carga, sobre todo en un organismo sin haber sufrido una adaptación progresiva previa y reciente.

  • Descartar el entrenamiento con pesos y halteras en niños, y de una manera general eliminar el trabajo por encima de la cabeza durante la fase de crecimiento puberal, ya que podría producir efectos graves en la columna vertebral. El trabajo con el propio peso es suficiente para el desarrollo y la tonificación muscular a estas edades.

  • Evitar cargas estereotipadas, rechazando fundamentalmente el trabajo unilateral y asimétrico, pues se afectaría el valor funcional del sistema en su conjunto.

  • No trabajar con cargas estáticas de duración relativamente largas; las cargas alternas son favorables al cartílago articular hialino y al cartílago fibroso de los discos ligamentosos. Las cargas estáticas dañan la irrigación sanguínea, mientras que las dinámicas o activas la mejoran.


4. Factores a tener en cuenta en la preescripción del ejercicio físico en el niño

    Deben valorarse cuatro factores en la prescripción de ejercicio en un niño:

  1. Frecuencia: Deben realizarse entre 4 y 5 sesiones por semana para que un niño obtenga una respuesta fisiológica de entrenamiento. Pueden aceptarse tres sesiones si se aumentan los factores de intensidad y duración.

  2. Intensidad: Se refiere a los factores como velocidad y constancia en el gasto energético. La intensidad se controla a través de la frecuencia cardiaca pudiendo determinarse en niños niveles entre el 70 y 90 % de la frecuencia cardiaca máxima como ideales para el entrenamiento. En este rango entran en juego factores como la motivación, factores limitantes músculo-esqueléticos, morfotipo o enfermedades crónicas. Debe considerarse el hecho de que no se debe llevar a los niños a la frecuencia máxima de pulso durante los entrenamientos, así como el que aprendan ellos mismos a controlarse el pulso cardiaco, tomándolo cada 15 minutos en entrenamientos prolongados.

  3. Duración: El tiempo mínimo de trabajo para lograr un futuro efecto beneficioso sobre las cualidades físicas, puede ser de tan solo 12 a 15 minutos por sesión, aunque lo normal es necesitar entre 45 y 60 minutos de ejercicio aeróbico para conseguir un efecto de adaptación considerable. Para la mayoría de los jóvenes sin actividades de competición se recomienda una duración mayor, con intensidad entre ligera y moderada, obteniendo así un buen rendimiento con menos lesiones. Consideremos el producto P de (frecuencia x intensidad x duración). Si P permanece constante, a mayor frecuencia de ejercicio, menor tiempo a invertir en cada sesión y viceversa.

  4. Tipo de actividad: Existen como hemos visto dos tipos opuestos de ejercicios: aeróbicos y anaeróbicos. El primero es rítmico, repetitivo, utiliza grandes grupos musculares y estimula los sistemas de producción de energía dependientes de oxígeno, como la carrera, el ciclismo o la natación. El entrenamiento anaeróbico no actúa sobre el sistema cardiovascular y tiene escaso beneficio sobre el estado físico y la capacidad de trabajo. Está contraindicado en personas con hipertensión o cardiopatías congénitas, debido a su negativa influencia sobre el sistema cardiovascular en estos sujetos.

    Con excepción de la carrera, la mayoría de los niños carece, hasta los cinco años, de la habilidad necesaria para entrenar cualquier deporte.

    La agilidad y velocidad son factores considerados primariamente determinados por factores genéticos, por lo tanto no podemos hablar tanto de su entrenabilidad como de su desarrollo, y esto puede y debe hacerse lo antes posible, insistiendo en aspectos más técnicos que puramente físicos.

    La fuerza y la potencia se relacionan íntimamente con el tamaño corporal, el morfotipo y la masa muscular, aumentando por tanto con el crecimiento y el desarrollo, a lo que hay que añadir un entrenamiento racional con carga, respetando la etapa puberal, propicia la aparición de lesiones óseas y tendinosas. La resistencia cardiorespiratoria está influenciada de forma escasa por el entrenamiento antes de la pubertad. El prepuber sano se encuentra aparentemente cercano a su máxima eficacia a pesar de cualquier entrenamiento fisiológico. Con el inicio de la pubertad y sus cambios derivados, parece, sin embargo, que disminuye a menos que se mantenga activamente la condición física. Esto sugiere la necesidad de considerar la madurez física como guía para un acondicionamiento infantil seguro, utilizando los estadios de madurez en la preescripción de ejercicio durante la pubertad.

    Si el entrenamiento va dirigido hacia una mejora de las cualidades físicas generales o hacia un estado de bienestar físico y mental, basta seguir las premisas enunciadas, pero si pretendemos orientar al niño hacia la competición o el rendimiento deportivo, deberemos seguir otras premisas, dado que estamos obligados hacia la especialización precoz y por lo tanto a una correcta planificación de la identificación, detección y selección del talento deportivo.

    Hay un aspecto ligado al entrenamiento, así como a la preparación física y de gran importancia en los niños: la técnica dentro del entrenamiento.

    Es evidente que se necesita coordinar la técnica, la táctica y la condición física. Para cada nivel del rendimiento deportivo todas ellas tienen una estrecha relación entre sí, sin embargo su coordinación óptima es muy difícil y en la mayoría de los casos se conduce a una sobre valoración de la condición física.

    Generalmente se pueden formular las siguientes normas:

  • Un aumento o disminución de la condición física cambia la técnica de forma cuantitativa y cualitativa, lo que implica que la técnica se tiene que adaptar inmediatamente si se ha mejorado la condición física. Por ejemplo, un fuerte desarrollo de la fuerza en una parte del cuerpo puede convertir la estructura global del movimiento en una estructura arrítmica.

  • Todos los ejercicios específicos de un deporte para la condición física tienen que concordar con las condiciones biomecánicas, anatómicas y funcionales (formas de adaptación).

  • Cuanto antes se dominen las acciones técnico-coordinativas, más económicamente puede entrenarse la condición física, de coordinación, tácticas y volitivas) se condicionan mutuamente respecto a la carga (adaptación) y regeneración (recuperación).

    Para un entrenamiento organizado de varios años, la técnica y la condición física se coordinan según los niveles de entrenamiento deportivo relacionados con los periodos de edad idóneos que nos muestra la siguiente tabla (modificada de Grosser y Neummaier, 1986) :

Tabla 1. Niveles de entrenamiento deportivo relacionados con los periodos de edad idóneos (Grosser y Neummaier, 1986)

  • Primer nivel de entrenamiento (periodos de entrenamiento de 2 a 3 años) o entrenamiento de los fundamentos, se necesita como base una formación polivalente de la condición física general y de las habilidades, incluyendo el aprendizaje de las “técnicas básicas” de cada deporte.

  • Segundo nivel o entrenamiento “constructivo”(periodos de entrenamiento de 2 a 4 años), la elaboración técnica ha de ser lo más importante, ya que el entrenamiento de la condición física está en íntima relación con el deporte en sí, es decir, los movimientos de los ejercicios de condición física tienen que coincidir con las características cinemáticas y dinámicas de la técnica. Así pues, cuanto antes se domine la técnica, antes se puede entrenar la condición física.

  • Tercer nivel o entrenamiento de “rendimiento” (periodos de entrenamiento de 2 a 3 años),en que técnica, táctica y condición física tienen el mismo nivel. En los deportes de resistencia, la resistencia aeróbica y anaeróbica vienen en primer lugar.

  • Cuarto nivel, “alto rendimiento”, tiene preferencia, según el deporte, la condición física o la técnica, estando esta etapa normalmente fuera del rango de edad que nos ocupa.


5. La hipótesis de las fases sensibles

    Los periodos críticos y las fases sensibles provienen de la embriología. Ésta hipótesis ha sido trasladada al entorno de la motricidad humana en relación con los procesos de maduración del individuo y sus diferentes respuestas ante diversos estímulos de entrenamiento. Se considera que es más fácil influir sobre funciones y capacidades que están madurando que sobre aquellas que están maduradas.

    Las fases sensibles: son periodos en los que en el organismo se observa una especial sensibilidad, así como una rápida y abundante reacción ante ciertos estímulos de entrenamiento.

    Los periodos críticos: son periodos delimitados dentro de las fases sensibles durante las cuales se deben aplicar estímulos si aún se quieren obtener efectos del desarrollo deseados y no restringir las máximas posibilidades de progreso de los individuos.

    Es decir, durante el desarrollo biológico el organismo se muestra más sensible a la mejora de ciertas cualidades físicas y habilidades de manera que un mismo estímulo puede apenas producir el desarrollo de una cualidad en un momento determinado, mientras que en otro momento puede producir mejoras considerables.

    Un buen conocimiento de estas fases sensibles nos permitirá hacer una buena orientación del entrenamiento y aprovechar al máximo el tiempo de entrenamiento.

    Si dejamos pasar los periodos críticos de una cualidad física, podemos haber condenado al fracaso a un posible deportista de élite. Puede que esta persona luego no llegue a serlo por factores genéticos o por propia voluntad, pero pienso que debemos aprovechar estas fases sensibles, condición importante para alcanzar un alto rendimiento y, más adelante será el individuo quien decida si quiere o puede dedicarse al alto rendimiento, pero ya no será por culpa del entrenador que no supo aplicar en su momento unos estímulos de entrenamiento con una orientación adecuada.

    Las cualidades físicas y las habilidades tienen periodos en los que se muestran especialmente sensibles a la mejora en función de la maduración de los sistemas funcionales del organismo en referencia siempre, por tanto, a la edad biológica.

    A modo de recuerdo, y de forma general, podríamos decir que los niños y las niñas apenas se diferencian hasta llegar a la pubertad. Las niñas llegan a la pubertad antes, entre los 10-11 años y hasta los 14-16 años, mientras que los niños suelen llegar a la pubertad alrededor de los 12-13 años hasta los 16-18 años. Éste constituye un momento esencial que marca dos etapas bien diferenciadas en el desarrollo de las personas. Así, antes de la pubertad, el sistema nervioso central no ha madurado, de manera que debemos prestar especial atención al aprendizaje de habilidades y destrezas, primero de aquellas que son sencillas y, posteriormente, al aprendizaje de otras más complejas. También deben trabajarse aquellas cualidades que tienen un gran componente de coordinación tales como la velocidad o el componente de coordinación inter e intramuscular implícitos en la fuerza. La resistencia aeróbica puede trabajarse desde los 6-7 años, contando esta cualidad con un largo periodo para poder desarrollarse, mientras que la resistencia anaeróbica láctica no deberá trabajarse hasta después de la pubertad. La amplitud de movimiento es una cualidad física que es involutiva y que debe trabajarse desde edades tempranas, pero con especial atención en la pubertad, ya que es una edad en la que se producen grandes cambios.


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