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El Judo como práctica de autodefensa en Educación Física:
una aproximación a sus contenidos básicos
Julián Espartero Casado y Carlos Gutiérrez García

http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 8 - N° 50 - Julio de 2002

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    Debido a la orientación actual del judo, predominantemente deportiva, el iniciado en esta disciplina no suele conocer todo el conjunto de técnicas reflejadas en el esquema 1. De tal modo, que su saber se centra en las técnicas de proyección, de inmovilización, de estrangulación y de luxación, en este último caso exclusivamente sobre la articulación del codo, mientras que apenas conoce las técnicas de luxación a otras articulaciones (tobillo, rodilla, cuello, muñeca, etc.) y mucho menos las técnicas de golpeo.


Esquema 2: fundamentos de las técnicas de judo

    Esta serie de técnicas que se han mencionado en último lugar, fueron apartadas en su momento de las competiciones, primordialmente, por la preocupación educativa de Kano, de la que derivaría su pretensión de configurar una práctica segura (Kano, 1997). No obstante, estas prevenciones que llevaron a excluir ciertos grupos de técnicas de la práctica del judo no es, en absoluto, extrapolable a una situación de defensa personal, en la cual lo que está en peligro es la propia integridad. Por tanto, el conocimiento y dominio de todo el conjunto de grupos de técnicas que comprende el judo será de gran utilidad en la defensa personal.

    Así, no debe olvidarse que el mismo se practica a una distancia corta, mientras las situaciones de posible agresión admiten muchas otras distancias, que requieren de la aplicación de técnicas diferentes a las “habituales” de judo. Además, los ataques que se pueden recibir no tienen porqué parecerse a los ataques que se reciben en judo, con lo cual quizá exijan otro tipo de respuestas. Esto no quiere decir que sea necesario conocer un gran número de técnicas -que quizá realmente no se ejecuten correctamente ni con la necesaria velocidad y precisión-; lo importante es dominar un repertorio lo suficientemente extenso como para poder defenderse ante diversos tipos de agresión eficazmente.

    Se debe, por tanto, reseñar la importancia de ubicar las clases de autodefensa para los alumnos, en una perspectiva realista, a partir del momento en que los mismos deberán de estar debidamente informados a cerca de la eficiencia de las técnicas que aprenden. Sólo así pueden tomar conciencia de que aprender a defenderse de forma efectiva en todas las situaciones, no puede ser algo que se aprenda en pocas lecciones. Lo contrario, puede conducir a que el profesor genere falsos sentimientos de seguridad entre sus alumnos, que, ocasionalmente, puedan colocarles en una situación de peligro (Theeboom, M. y De Knop, P., 1999).


III. 9. Los puntos vitales (KYUSHO)

    Villamón (1999b: 324) define el término kyusho como “Puntos vitales. Puntos sensibles del cuerpo. Atacados por presión, torsiones o golpes pueden producir síncopes e incluso la muerte. Actuando sobre ellos por medio de la acupuntura o el shiatsu, pueden servir de reanimación o curación”. Estos puntos vitales se localizan en zonas corporales del tipo de órganos de los sentidos, articulaciones, uniones músculo-tendinosas, centros nerviosos, zonas blandas, espacios interóseos, etc., que bien por su debilidad, bien por su elevada sensibilidad, son capaces de producir efectos del tipo de parálisis de diversos segmentos corporales, desvanecimiento, gran dolor, roturas óseas y ligamentosas, y, en casos extremos, la muerte.

    Los puntos vitales han de entenderse en estrecha relación con las técnicas de golpeo (atemi waza), ya que, efectivamente, es mediante atemis como se atacan. Un impacto que se reciba sobre esos puntos verá multiplicados sus efectos respecto al mismo impacto en otra zona diferente. Existen una gran cantidad de puntos vitales distribuidos a lo largo del organismo. Así, por ejemplo, Laserre (1961: 61-68) cita sesenta y dos, cuarenta y cuatro en la parte anterior y dieciocho en la posterior, junto con los efectos que produce la aplicación de un atemi sobre los mismos. Estas cifras se verían notablemente incrementadas si se acudiese a los conocimientos de otras artes marciales, así como del shiatsu y la acupuntura.


Esquema 3: puntos vitales y técnicas de golpeo sobre los mismos

    No obstante, al igual que se explicó en el apartado anterior, es el propio Laserre (1961: 60) el que señala “Vale más conocer de manera perfecta uno o dos puntos bien precisos sobre cada parte del cuerpo, para poder atacarlo de manera eficaz, que conocer multitud de puntos vagamente localizados”. Tanto más cuando “Es preciso saber no sólo el emplazamiento del punto exacto en cuestión, sino también la forma de atacarlo” (Ídem).

    El conocimiento de estos puntos vitales es importante tanto para la propia protección -ya que son zonas que deben protegerse con especial cuidado ante cualquier agresión- como para llegar a atacarlas en caso de ser necesario. En todo caso, se debe recordar que la aplicación de determinados golpes en los kyusho puede tener consecuencias fatídicas, por lo cual se deberá valorar con especial cuidado su aplicación, ya que no todas las agresiones merecen para su solución medidas tan definitivas.


III. 10. Las caidas (UKEMI)

    El aprendizaje de las caídas tiene, para la persona que aprende defensa personal, el interés de que gracias a ellas puede evitar el lesionarse si en la agresión es proyectada contra el suelo. En este sentido, su función es similar a la que tienen las caídas características del judo.

    Así, y en su caso, la forma de ponerse en pie tras caer al suelo (al recibir un empujón, una proyección, haberse resbalado o tropezado, etc.) será, en las caídas hacia atrás y laterales, rodar primero sobre la espalda y después sobre un hombro, realizando un giro completo sobre el eje horizontal. Se finaliza en la posición arrodillada alta (kyoshi no kamae), y a continuación en la posición fundamental, mirando siempre hacia la dirección de la agresión. La caída de frente rodando (zenpo kaiten ukemi) se realizará de la misma manera que en el contexto general del judo.


IV. Conclusión

    Si bien puede admitirse la idea generalizada de que el judo pueda tener una naturaleza similar a la de otros deportes, también debe convenirse, como se ha tratado de mostrar, que la defensa personal enriquece la mera vertiente “deportiva” del mismo. Y ello, sencillamente, porque implica el someter a consideración otros valores y funciones de la práctica del judo.

    En el tipo de práctica que se propone, se proyectan otros objetivos que pueden ser perseguidos, evitando un enfoque único, en el que sólo sean enfatizados aspectos u objetivos de la defensa personal reducidos al aprendizaje de la mera lucha o defensa Estas actitudes, como bien señalan Brown y Johnson (2000: 257-258), "tienen múltiples consecuencias positivas, intencionales y no intencionales, debido a que el fin práctico de la auto-defensa es evitar o minimizar la violencia en lugar de permitirla. Por lo tanto, si el futuro desarrollo de la educación física es para abarcar más ampliamente la educación integral de la persona mediante el medio físico ... [cuerpo y movimiento] ..., como meta importante en la que los individuos son dotados de las capacidades necesarias para pensar y actuar por ellos mismos al mismo tiempo que se comportan con responsabilidad hacia otros durante toda la vida, entonces las prácticas de defensa personal constituyen un recurso cultural de valor".


Notas

  1. Entendiendo por tales, como definen Villamón, M. y Espartero, J. (1999): “La lucha en Oriente: el significado de «do»”. En Villamón, M. (Dir.), Introducción al judo. Hispano Europea. Barcelona, p. 68, el “conjunto de prácticas y artes de combate desarrollados en distintos países asiáticos no sólo por integrantes del estamento militar o guerrero sino también por diferentes miembros de otras clases sociales, subyaciendo a dichas prácticas un nexo común o peculiarizador, cual es la existencia de un fin o propósito tendente a un logro más espiritual que puramente práctico”.

  2. Así, yiannakis, L., “The Dynamic Nature of Kata: An Interview with Steven R. Cunningham”, http://members.aol.com/Cunningham/ju01002.htm [consulta 12-10-98], señala cómo “El viejo Kodokan solía diferenciar entre randori waza y goshin waza. El randori waza son técnicas apropiadas para el randori, y waza goshin no lo son. Ahora no se puede decir que el randori waza no podría ser también utilizado en la defensa personal. Esto significa simplemente que entre todas las técnicas, esas son las que podrían ser permitidas para utilizar en el randori. Por ejemplo Kote gaeshi, derribando con la torsión de muñecas, podría ser un buen ejemplo de waza goshin. La aplicación de esta técnica no es legal en randori. Pero ciertamente podríamos aplicar osoto gari en defensa personal”.

  3. “Planta, acción, figura, situación o modo en que está puesta una persona, animal o cosa... fig. Posición o actitud que alguien adopta respecto de algún asunto” (Real Academia Española (1992): Diccionario de la Lengua Española. Vigésima primera edición. Madrid, p. 1169).

  4. Dicho término refiere, según Fréderic, L. (1988): Diccionario Ilustrado de las Artes Marciales. Eyras. Madrid, p. 146, a “la posición de guardia”.

  5. Estas consideraciones pueden ser ilustradas por el proverbio japonés recogido por Barioli (1969: 125), “Atacad el vacío con la plenitud”.


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