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REBOTES DE IDENTIDAD...

La TV: de la nada a una recompensa millonaria

"... los mass-media son genealógicos y carecen de memoria, aunque ambas características deberían excluirse recíprocamente. Son genealógicos porque toda nueva invención produce imitaciones en cadena, produce una especie de lenguaje común. No tienen memoria porque, una vez producida la cadena de imitaciones, nadie puede recordar quien la empezó y se confunden fácilmente el fundador de la estirpe con el último de los nietos".
Umberto Eco, op. cit.
La amplia cobertura de la Liga Nacional que hoy se puede observar en la televisión, especialmente en el cable, fue un proceso de largas negociaciones y traspiés. En las primera ediciones, la única posibilidad de acceder a una cobertura nacional estaba mediada por la empresa VCC que, por su llegada a los circuitos de cable del interior del país, ponía al aire en forma diferida un juego de la Liga disputado en la Capital Federal. Por ese entonces, el dominio de Ferro y las exitosas participaciones de River Plate justificaban ampliamente la elección. En el interior el panorama era algo distinto. Las nacientes empresas locales de cable fueron el lugar justo para el comienzo de producciones propias y hasta algún intento de televisación en directo, que en esos primeros años apenas pudieron ser llevados a cabo por ciertos canales abiertos. En Córdoba, el éxito de Atenas llevó rápidamente inclusive a una televisación en directo por el Canal 10, lo que traería años más tarde uno de los mayores conflictos institucionales en la liga cuando la cesión de los derechos televisivos se unificó 11 .

Uno de los intentos más prometedores en Mar del Plata de poner en la pantalla al básquet de liga fue el que encaró Canal 8 en 1988 cuando su cúpula directiva pensó que era un buen negocio transmitir la campaña de un equipo que no bajaba de 3000 personas por presentación en la liga B. Ya en la máxima división Canal 8 transmitió el primer partido de Peñarol en la élite, en marzo de 1988. La sociedad duró apenas ese juego que culminó con una victoria agónica del local, Sport Club de Cañada de Gómez. El efímero paso de la Liga por la TV abierta jamás se repitió en Mar del Plata. Este paso en falso permitió que se estabilizara el programa "Básquet Visión", conducido entonces por Daniel Macchiarolli, hoy relator estable de LU6, y Rubén Muñoz, quien con los años se quedó con el programa y la productora. Pero más allá de estos entretelones domésticos, es sustancioso el tema de los derechos de televisación.

Como se explicó brevemente más arriba, la primera televisación formal de la Liga Nacional fue la desarrollada en la edición 91-92. En esa ocasión, los dirigentes de la Asociación de Clubes, que ya habían tomado el control de la organización de la liga marginando a la Confederación Argentina de Básquet, entendieron que era indispensable poner al básquet en la pantalla chica. Como no existían interesados en comprar los derechos, se decidió comprar el espacio, y fue el por entonces deficitario y nuevo América TV (obviamente era el más barato) el canal elegido. Esas emisiones ni siquiera llegaban al interior del país. Pero un año más tarde la señal codificada de Torneos y Competencias (llamada comercialmente Telered Imagen S. A.), previo pago de 250 mil dólares, la que llevó por primera vez para todo el país partidos en directo de la Liga Nacional un día por semana. A partir de ese momento se abrió una fuente de recursos nunca explorada que, sumada a las posibilidades que otorgaba la nueva estabilidad monetaria y la mayor afluencia de sponsors, permitió un despegue económico sin precedentes. Los contratos de los mejores jugadores comenzaron a superar los 100 mil dólares con bastante holgura y si bien resulta imposible estimar con exactitud cuál es el ingreso real de los jugadores, las máximas estrellas ya empezaron a tocar, y en algunos casos superar, el techo de los 200 mil dólares. Esa cifra, no sólo es elevada para el mercado local sino que equipara salarios de las mejores de Europa, con la excepción de Grecia (la mejor remunerada de todo el Viejo Continente), Italia y España, que por ahora están un poco lejos de las posibilidades argentinas


En busca de la consolidación

"INSTITUCIÓN: Sociedad anónima de fútbol radicada en Europa, desprovista generalmente de cancha de bochas, metegoles, equipo de patinaje artístico y fondo con parrillas, pero provista de inversiones en cadenas de televisión, empresas aéreas y compañías petroleras. Suele nutrirse de jugadores profesionales en Sudamérica, comprándoselos a la entidad que a su vez se los había comprado al clú".
Roberto Fontanarrosa y Tomás Sanz, Pequeño Diccionario Ilustrado del Fútbol Argentino.
Los sucesos actuales en la Liga Nacional de Básquet nos muestran que esta actividad, a pesar de la penetración y el desarrollo económico logrado, no ha conseguido un punto de consolidación en donde sus estructuras (dirigentes, jugadores, clubes, selección nacional, periodismo) se desenvuelvan sin los habituales inconvenientes de organización. Todavía, pese a la grandes cifras que se manejan y la importancia de ciertos equipos tradicionales es una incógnita a cada temporada saber si todos los clubes seguirán disputando el torneo. El caso más evidente es Estudiantes de Bahía Blanca, el único representante de la antigua "capital del básquetbol". Después de la etapa de oro del básquet bahiense, hubo tres equipos en la máxima categoría (Olimpo, Pacífico y Estudiantes) y algunos otros en las otras divisiones (Liniers, Villa Mitre, entre otros), pero con los años fue cada vez más difícil mantener tal representación. Ni siquiera los buenos resultados deportivos (Olimpo y Estudiantes llegaron a ser finalistas, Pacífico fue habitual semifinalista) posibilitaron que en una ciudad en donde el imaginario social asegura que "se respira básquet" quede un equipo con pretensiones de pelear en los primeros planos o, al menos, con la seguridad de que seguirá compitiendo.

El mecenazgo fue una de las formas predominantes en los comienzos de la Liga Nacional: personajes amantes del básquet que ponían dinero para solventar a sus equipos sin preocuparse demasiado por las formas de recuperarlo. El caso paradigmático fue el de Carlos Caterbetti, dueño del equipo de San Andrés, campeón de la transición e importante animador de las ediciones siguientes hasta que para el comienzo de la edición de 1990 dejó de poner ese dinero y nadie en ese club fue capaz de suplantarlo. Quizás se cansó de que su equipo no repitiera los éxitos del '84, probablemente los crecientes números de la Liga le impidieron seguir solventando la campaña del equipo de Villa Ballester. Pero lo concreto es que la vida y muerte del Club Deportivo San Andrés 12 marcó el principio y fin de una época, que por supuesto no lo tuvo como único protagonista. La familia Jaunarena se ocupó de poner el dinero para Gimnasia y Esgrima de Pergamino. Merced a una hábil política de contrataciones de jugadores nacionales y extranjeros y la explotación al máximo de la localía en un gimnasio de por sí difícil para jugar (y también para ganar), donde resultaban comunes los cortes de luz y de cables telefónicos, Gimnasia llegó a las semifinales en 1989. La retirada de los Jaunarena obligó a los nuevos dirigentes a realizar inversiones más modestas, lo que llevó progresivamente a una declinación de las posibilidades deportivas hasta que en la liga 94-95, pese a mantener la categoría agónicamente, resultó imposible para la ciudad seguir manteniendo un equipo en la Liga. De nada sirvió la gran tradición basquetbolística de una zona acostumbrada a sacar jugadores de jerarquía.

Pero este tipo de apoyos no siempre nacieron de personas aisladas, sino que en algunos casos hubo, detrás de la formación de equipos de básquet, intereses políticos. El primer caso de apoyo estatal sólido fue Independiente de Neuquén. Bajo la presidencia del que luego sería gobernador de la provincia por el Movimiento Popular Neuquino (MPN), Jorge Sobisch, el club consiguió el aval del Banco Provincial, además de un entusiasta apoyo popular que llevó a que el escenario de los juegos, "La Caldera Albirroja", fuera permanentemente remodelada para ubicar a más espectadores.

GEPU de San Luis constituyó el caso más serio de compromiso político en la corta historia de la Liga Nacional de Básquet. Quien cumplió un papel fundamental fue el senador Alberto Rodríguez Saa, hermano del gobernador de la provincia. El gobierno puntano decidió pagar con dineros de la gobernación los sueldos de los jugadores que en la temporada ´89 conseguirían el ascenso. El éxito de esa empresa llevaría a incrementar las inversiones del gobierno de San Luis hasta formar un equipo plagado de estrellas, que lograría el título en la edición 90-91. Posteriormente vendría un nuevo campeonato, un subcampeonato y finalmente la venta de la franquicia en 1994, acelerada por el escándalo en que se vio envuelta la provincia con el "secuestro" del gobernador. La plaza fue ocupada por Andino de La Rioja, luego de un turbia operación de "fusión" 13 entre GEPU y esta institución riojana.

Pero los mecenazgos no se han terminado en todas sus dimensiones. Si bien es casi imposible encontrar procesos similares en los equipos de hoy, todavía las participaciones de ciertos conjuntos se ven condicionadas por la pujanza de ciertos dirigentes, sin cuya participación difícilmente sus equipos podrían organizarse para seguir compitiendo en el máximo nivel. Uno de los casos más notorios es Oscar Rígano, amo y señor del básquet de Quilmes, quien cada tanto anuncia su retiro de la subcomisión de básquet y cada vez se encuentra más cerca de manejar todo el club.

En las I Jornadas Nacionales de Deporte y Ciencias Sociales, un ex entrenador de Liga Nacional, Justo Reynoso, preguntó acerca de las causas por las que los equipos de la provincia de Santa Fe no pudieron mantenerse en la misma proporción que en el inicio de la Liga. Obviamente no pude contestar esa duda desde un estudio profundo, sino desde la intuición. Mi primer respuesta fue que no podíamos realizar un generalización porque en apariencia los casos de deserción eran tan variados que impedían esa pretensión sistematizadora. Un posterior detenimiento en este proceso me demostró que mi primera intuición estaba bien encaminada. El análisis de las deserciones y las condiciones que la generaron difícilmente puedan encontrarse en muchos equipos.

Obviamente, la decadencia económica de la provincia de Santa Fe obró como una variable de peso, pero no podemos explicarlo monocausalmente. Hubo muchas situaciones en que estaban dadas las condiciones para que ciertos equipos dejen de participar pero siempre encontraron los recursos. El caso más evidente es Olimpia de Venado Tuerto en la temporada 95-96. Olimpia había sufrido la quiebra del Banco Integrado Departamental (BID) que venía solventando sus campañas, y de golpe se quedó sin ese sostén económico. Sus dirigentes armaron un equipo con menos pretensiones y lograron el título de la Liga Nacional y la Liga Sudamericana con una inversión mucho menor que en las tres últimas temporadas, lapso en el que sólo consiguieron un subcampeonato como mejor ubicación.

Luz y Fuerza de Misiones fue durante la Liga Nacional 95-96, donde era el flamante ascendido, el conjunto con mayor afluencia de público. La retirada de su máximo dirigente provocó que esta institución desertara de la competición repentinamente dejando una plaza que fue ocupada por Estudiantes de Olavarría, previo pago de 400 mil dólares por la franquicia.

Casi todos los participantes tienen sus hombres fuertes en el manejo del básquet de liga pero eso no implica una total dependencia en todas las instituciones. Hay algunos proyectos bastante sólidos como Atenas de Córdoba y en menor medida Peñarol, como así también instituciones poderosas como Boca Juniors, Ferro Carril Oeste y Obras Sanitarias que pueden perder dinero sin que por ello la estructura del club se resienta. Estos tres clubes capitalinos son de las instituciones más importantes de todo el país y su infraestructura y una decisión dirigencial les permiten una participación en un torneo que no les es rentable en la mayoría de los casos.

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Lecturas: Educación Física y Deportes. Año 2, Nº 5. Buenos Aires. Junio 1997