REBOTES DE IDENTIDAD. EL BASQUET EN LA CULTURA URBANA DEL INTERIOR
Gastón Gil (Mar del Plata, Argentina)
jmgil@mdp.edu.ar

Primera parte:
Básquet y ritual: la búsqueda de una identidad regional

El básquet: una locura provinciana

"...la televisión está en las vidrieras,
toda esta gente parada
que tiene grasa en la piel
no se entera ni que el mundo da vueltas".

Charly García, "Yo no quiero volverme tan loco".
A cualquier habitante de la ciudad de Buenos Aires la actividad periódica del básquet de Liga Nacional puede parecerle de escasa relevancia y sin ningún punto de comparación con el fútbol. Probablemente esta situación se esté revirtiendo en los últimos meses con el despertar que los medios de comunicación nacionales están teniendo con respecto al tratamiento periodístico que le otorgan al básquet. La importancia que el matutino deportivo Olé y el diario Clarín le están dando a esta actividad deportiva emergente constituye una muestra de la penetración que el básquet va logrando en la primera ciudad argentina, que parece ir reencontrándose en este temporada 96-97 con los éxitos deportivos de que dispuso en las primeras temporadas. La seriedad con que Boca Juniors ha tomado sus últimas participaciones puede ser uno de los motivos principales de este renacimiento.

Pero ya desde hace una década, para muchas ciudades del interior del país el básquet actúa como principal fuente de identificación colectiva, especialmente en aquellos lugares en los que sólo a través de un equipo en Liga Nacional es posible acceder a una adhesión deportiva de relevancia. Además del arraigo popular que despierta este certamen que congrega a los dieciséis mejores equipos de toda la Argentina, tanto en su división de élite como el Torneo Nacional de Ascenso (TNA), los medios de comunicación de cada ciudad le otorgan por lo general una cobertura que ni siquiera el fútbol consigue igualar 1 . También es casi una regla que todos los equipos de élite son seguidos en sus viajes al resto del país al menos por una radio de su ciudad, aún en poblaciones pequeñas de alrededor de 30 mil habitantes. Esas emisoras todavía consiguen apoyo comercial y una audiencia importante para solventar los nada baratos viajes por el interior del país, con Comodoro Rivadavia como punto más austral desde 1990 y Misiones como extremo norte en la temporada 95-96. Algunas ciudades más poderosas como Córdoba siempre disponen de un medio escrito que cubre en forma presencial los encuentros de Atenas como visitante. Mar del Plata, aunque de manera más discontinua por las políticas editoriales de sus medios gráficos 2 , también luce una presencia casi perfecta en los viajes por el interior de Quilmes y Peñarol.

Desde su mismo inicio, la Liga Nacional de Básquet acaparó la sorpresa de los distintos estamentos del deporte argentino. El incomparable apoyo del público en el interior del país, con pequeños pueblos (Cañada de Gómez, Firmat) representados por equipos poderosos presentó un cuadro de situación único en el deporte nacional. En su edición del 21 de mayo de 1985, El Gráfico se planteaba el despegue del básquet de liga en términos económicos: "¿se preguntó cuál es el presupuesto global de esos 52 clubes para esta primera temporada? Aquí tiene la cifra: dos millones de dólares". Este número 3424 de la principal revista deportiva de la Argentina le dedicaba la tapa y las primeras siete páginas a "La explosión del básquet". Una cobertura que jamás la Liga Nacional volvería a concitar en El Gráfico, pese al notable crecimiento que experimentó en todos estos años, sin duda el mayor despegue (deportivo y económico) de cualquier deporte en Argentina en la última década. El artículo, firmado por O.R.O. (Osvaldo Ricardo Orcasitas), culminaba la descripción del entusiasmo logrado en todo el país, con estas palabras: "explosión y renacimiento. El básquetbol argentino vuelve a vivir". Además, ese número de El Gráfico contenía un artículo firmado por el entrenador León Najnudel, dedicado a sustentar su propio mito como padre fundador de una Liga Nacional a la que por supuesto ayudó notablemente a crear, pero que no puede quedar como exclusiva acción suya 3 .

Desde los mismos inicios de la Liga Nacional hubo ciudades que vivieron al ritmo del desarrollo de las competencias ligueras. Si bien es posible diferenciar los casos que hablan de una fiebre por seguir un deporte nuevo más que de una situación estructural favorable para el básquet (San Luis y probablemente La Rioja, que está mostrando signos de agotamiento), todavía hoy es posible advertir cómo en localidades de variada importancia la presencia de una escuadra en la Liga Nacional de Básquet es uno de los eventos sociales de mayor relevancia y, sin duda, el de mayor convocatoria. Venado Tuerto, General Pico y Olavarría, por ejemplo, cambiarían muchísimo si la actividad basquetbolística desapareciera, de la misma manera que una situación similar le quitaría a ciudades como Córdoba y Mar del Plata la posibilidad de acceder a través de uno de sus equipos a una figuración importante en un deporte de conjunto4 .


"Sueño, con el pasado que añoro,/
el tiempo viejo que lloro / y que nunca volverá".

Alfredo Le Pera, "Cuesta abajo".

El abordaje teórico del básquet de Liga Nacional ofreció desde el comienzo una serie de dificultades metodológicas, concretamente la directa vinculación con el objeto de estudio 5 . Mi ingreso en el año 1991 al periodismo me permitió tomar un contacto privilegiado, y desde una mirada relativamente imparcial, de las significaciones que este deporte iba cobrando en la cultura urbana del interior del país. Mi llegada al diario El Atlántico en 1992 me dio la posibilidad de adquirir contacto directo con otras ciudades donde el básquet ofrecía lecturas similares a las de Mar del Plata. La gran ventaja, durante 1994, de acceder a todas las plazas en donde se jugaba Liga Nacional, por el seguimiento de las campañas de Quilmes y Peñarol para El Atlántico, me entregó el material etnográfico que de otra manera me hubiera sido imposible obtener. Además de todos los viajes realizados, complementan este material largas charlas y entrevistas en distintos ámbitos (bares, estadios, micros) con los directos protagonistas y otros personajes que rodean esta actividad (jugadores, entrenadores, dirigentes, hinchas, utileros, periodistas), tanto en mi función de periodista como en el rol de etnógrafo.

Pero el eslabón fundamental para que toda esa experiencia tomara la forma de una tesina de grado se ancla en mi ingreso en la Carrera de Ciencias de la Comunicación, que me ofreció a partir de 1994 los elementos teóricos para ir delineando la posibilidad de organizar un trabajo académico sobre esto que empezó siendo una pasión y después se convirtió en un medio de vida. Y el impulso más importante se refiere al contacto con los llamados Estudios Culturales y más precisamente aquellos trabajos que toman al fútbol desde su dimensión cultural e intentan leer las significaciones que una práctica deportiva de estas características implica.

Antes de continuar, se hace necesario realizar algunas aclaraciones metodológicas, referidas a mi pasado como periodista. Este comentario a apunta a resaltar que los años en los que trabajé para El Atlántico, su suplemento especializado Ahora Básquet, y para el diario Gran Mar, me obliga a prescindir en su mayor medida de los materiales aparecidos en esas publicaciones entre 1992 y 1995, independientemente de que los artículos estén firmados o no, o que a la distancia me sea difícil determinar cuál escribí y cual no. Esa es la razón por la que la casi totalidad de las notas citadas pertenecen a La Capital, además de que este diario sí tiene un archivo organizado, situación que no se da en El Atlántico y mucho menos en Gran Mar, un periódico que apenas tuvo seis meses de vida.


Hacia una justificación epistemológica

"Los Refutadores de leyendas definen al
fútbol como un juego en que veintidós sujetos
corren tras de una pelota. La frase, ya clásica,
no dice mucho sobre el fútbol, pero deschava
sin piedad a quien la formula. El mismo criterio
permite afirmar que las novelas de Flaubert son
una astuta combinación de papel y tinta. ¡Líbrenos
Dios de percibir el mundo con ese simple cinismo!"
Alejandro Dolina, en Crónicas del ángel gris.
Plantearse el problema de estudiar científicamente al deporte, y en este caso al básquet de Liga Nacional puede aparecer como una empresa imposible. A simple vista podrían surgir problemas relacionados con la necesidad de darle estatuto científico a algo que parecería adolecer de especificidad. Además, puede aparecernos la cuestión de cómo afrontar el estudio de un deporte desde una disciplina ajena a la Educación Física o la medicina. ¿Qué ciencia debemos usar para lograr un abordaje sólido? se preguntarían algunos ¿La antropología? ¿La lingüística? ¿La sociología? ¿Cuál si no es ninguna de ellas? Cualquiera de las nombradas, y alguna otra más, puede servirnos para tal efecto. Lo que se propone es un estudio transdisciplinario, y no la circunscripción a una perspectiva cerrada o a un ámbito exclusivo del saber. Se estudia un objeto socialmente significativo partiendo de un trabajo de campo etnográfico y de nociones teóricas como las de ritual, también heredada de la antropología.

Este trabajo incluye una investigación histórica del nacimiento y desarrollo de la Liga Nacional, además de interpretaciones provenientes de la sociología y especialmente de una semiótica que, a su vez, tampoco se caracteriza por cerrarse a la utilización de una disciplina exclusiva. Se sostiene, por lo tanto que "el pluralismo teórico y las concepciones metafísicas no son tan sólo importantes en metodología, sino que además forman parte esencial de la perspectiva humanista" (Feyerabend, 1984: 36). Es decir, todo lo contrario a un fijismo metodológico que nos impida trasladarnos entre fronteras disciplinarias y metodológicas.

Otro inconveniente que podría surgir es el tema de la validación empírica de un trabajo que en su mayor parte recurre a la interpretación antropológica y sociológica y a la lectura de materiales textuales para acceder a cómo se construyen las identidades en base al seguimiento de un equipo de básquet. Para una mirada empirista o cerrada sobre una disciplina en particular no aparecerían datos confirmables por la experiencia. Y aquí debemos destruir el cuestionamiento desde su misma gestación, porque asegurar que "el hecho científico se conquista, se construye, comprueba, implica rechazar al mismo tiempo el empirismo que reduce el acto científico a una comprobación y el convencionalismo que sólo le opone los preámbulos de la construcción" (Bourdieu, 1975: 25). Es decir, los propios elementos teóricos nos brindan la posibilidad de construir el objeto, la metodología y, por consiguiente, los instrumentos de validación, sin por ello proponer una actividad tautológica. Nada de eso, se trata de emplear correctamente las distintas miradas teóricas que nos marcarán la línea de trabajo. A un intento de censurar las teorías que no se correspondan con el ideal positivista de las ciencias, se propone una vigilancia epistemológica. Por lo tanto, "la intención de dotar al investigador de los medios para que él mismo supervise su trabajo científico, se opone a los llamados al orden de los censores cuyo negativismo perentorio sólo suscita el horror al error y el recurso resignado a una tecnología investida con la función de exorcismo" (ídem: 14).

Los hechos de nuestra investigación son aquellos así considerados por la teoría. La utilización de la semiótica trabaja principalmente sobre una evidencia constituida por textos que encontramos en cada partido y en cada manifestación discursiva de las hinchadas de cualquier equipo deportivo. Porque debemos tener en cuenta que "la ciencia no conoce «hechos desnudos» en absoluto, sino que los «hechos» que registra nuestro conocimiento están ya interpretados de alguna forma y son, por tanto, esencialmente teóricos" (Feyerabend, 1985: 3). Lo que se pretende lograr es "restituir su fuerza heurística a los conceptos y operaciones más completamente «neutralizados» por el ritual de la exposición canónica" (Bourdieu, 1975: 15).

Está claro que la propuesta epistemológica es predominantemente cualitativa y que se basa, en gran parte, en la interpretación. Así es que "lo que en realidad encara el etnógrafo (salvo cuando está entregado a la más automática de las rutinas que es la recolección de datos) es una multiplicidad de estructuras conceptuales complejas, muchas de las cuales están superpuestas o entrelazadas entre sí, estructuras que son al mismo tiempo extrañas, irregulares, no explícitas, y a las cuales el etnógrafo debe ingeniarse de alguna manera, para captarlas primero y para explicarlas después" (Geertz, 1987). Entonces, conjeturamos sentidos a partir de las construcciones que las propias personas hacen de sí mismos y de los demás: interpretamos interpretaciones.

En concreto, nos abocamos a la búsqueda de rigores específicos, es decir, un criterio de rigurosidad adecuado a lo que estamos estudiando, desprendido de las teorías utilizadas. Por eso es que se toma a Feyerabend (1984) cuando afirma que las teorías no deben atarse necesariamente a buscar un acuerdo ciego con los hechos y con las implicaciones cualitativas. La propuesta consiste en un "todo vale", pero no en una acepción negativa, que lleve a mezclar cualquier disciplina para satisfacer una presunta propuesta democrática acerca de las ciencias sociales. Un "todo vale" que acabe con los criterios fijistas y las imposiciones del statu quo académico que intenta perpetuar en el ámbito de la ciencia una dominación política e ideológica.

Podemos ser amplios y pluralistas, podemos renegar de la imposición de someternos a los designios de la descripción de los hechos de la experiencia, sin por ello alejarnos de un criterio de cientificidad razonable, que nos dé la posibilidad de explicar nuestra "realidad" y que nos sea útil para comprender fenómenos de tamaña importancia como aquellos que se refieren a la construcción de identidades en las sociedades posindustriales.

Una de las cuestiones esenciales en este tipo de estudios es fundamentar la importancia de estudiar un tema de este tipo, ya que el deporte como objeto de estudio tiende a ser menospreciado, en especial por aquellos que sólo consideran su aspecto lúdico o quienes lo califican, especialmente al fútbol, como el "opio de los pueblos". Por lo tanto, en lo que sigue se intentará demostrar la trascendencia que la práctica del básquet de Liga Nacional ha alcanzado en la cultura urbana del interior, y que desde esta temporada 96-97, parece ir atrapando a una Capital Federal que hasta hace apenas unos meses parecía indiferente al éxito deportivo y económico generado en todo el resto del territorio nacional.

[Indice]
[sigue]

Lecturas: Educación Física y Deportes. Año 2, Nº 5. Buenos Aires. Junio 1997