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Cómo problematizar la Educación Física desde la
transición del concepto del cuerpo al de corporeidad

   
Profesor Departamento de Estudios Educativos
Universidad de Caldas - Manizales
 
 
Henry Portela Guarín
henrypor@uol.com.co
(Colombia)
 

 

 

 

 
    Uno de los grandes problemas de la educación es la manera como los maestros orientan sus procesos educativos desde su propia perspectiva, superponiendo su cuerpo cargado de poder, sobre el de sus discípulos, los cuales se convierten en sujetos pasivos del aprendizaje, con cuerpos llenos de temor, inseguridad y heteronomía.
    La educación física, no es ajena a ello, a pesar de ser la opción mas optima para el desarrollo multifacético del ser humano. El texto se desarrolla entre lamentos, reflexiones y perspectivas que posibiliten un abordaje más auténtico con relación a la educación del futuro a partir de la transición del concepto del cuerpo al de corporeidad.
 

 
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 8 - N° 48 - Mayo de 2002

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    Leer a Bernard (1985) es comprender las ambivalencias del cuerpo, su apología en la cultura, su transformación en las costumbres, su alienación en el trabajo en el deporte y su desmitificación hacia nuevas imágenes de cuerpos. Apreciación que tiene mucha relación con las distintas maneras como se concibe la Educación Física.

    Dichas ambivalencias como las posibilidades infinitas del cuerpo: su deterioro físico funcional, su deseo de goce, su fragilidad y temporalidad. De tal forma que toda reflexión sobre el cuerpo debe ser ética y metafísica quiérase o no. Todo enfoque del cuerpo implica una elección filosófica hasta teológica y viceversa; semejante perspectiva de análisis, oscila entre la condenación considerando el cuerpo cortina, obstáculo, limitación, prisión, tumba por un lado, y por el otro goce, exaltación, creación, fuente de belleza, espejos de relaciones sociales.

    Lo anterior hace relación a la perspectiva del propio fuera que reconoce en el hombre una dualidad fundamental de pulsaciones opuestas la pulsión de la vida y la pulsión de la muerte, lo que destaca Freud como la potencia e intensidad de la energía libididinal y al mismo tiempo reconocimiento del cuerpo como fuente primaria del sufrimiento.

    Maldonado (1997) lo plantea de la siguiente manera:

Existimos entre dos limites incognoscibles e enexperimentables: El nacimiento y la muerte - incognoscibles e enexperimentables en el sentido de que nadie experimenta su propio nacimiento ni tampoco su propia muerte. Experimentamos el nacimiento y la muerte, siempre como el nacimiento y la muerte de los otros.1

    Para Husserl, referenciado por Escobar (1997) el filosofar cartesiano adormeció cómodamente el pensamiento de la modernidad, desde el objetivismo fisicalista y el dualismo psicofisico porque toda la cosmovisión del hombre se dejó determinar por las ciencias positivas, lo que se convirtió en un alejamiento indiferente de los problemas que son decisivos para un auténtico humanismo.

    Pinzón y Suarez (1997) precisan el dualismo Naturaleza - Cultura, La Naturaleza como lo heredado, lo orgánico de naturaleza física y bioquímica, y La Cultura como lo aprendido, opuesto a lo biológico, considerada entidad de la conciencia, representación lenguaje - escritura; es decir importa lo viso - auditivo, el sentir es intrascendente ni se articula.

    Por lo planteado, no se puede mirar el cuerpo desde su determinación somática, propia de la física, la biología o la química, por el contrario desde toda una dimensión simbólica. Por eso para el desarrollo de una educación física que redimensione el ser humano, se requiere de una relación educativa que asuma la vida ontológicamente, entendiéndose como la capacidad de soñar, tener emociones, ser históricos, proyectados hacia el futuro desde múltiples posibilidades e incertidumbres.

    Para ello, hay que partir por reconocer, que existen hoy en día muchas miradas sobre el papel del cuerpo en la vida del hombre, desde el punto de vista médico, sicológico, sociológico, etnológico, lingüístico, psicomotriz, sin dejar a parte el lugar central que le está señalando el arte, la pintura, la escultura, el teatro, la danza, la literatura y actualmente la sofrología.

    Por eso se comprende que la transformación de las culturas en esta época se han dado iniciadas con un gran movimiento como fue el hipismo, movimiento que buscaba rehabilitar los valores corporales por medio del nudismo como medio de subvertir el orden institucional depravado por el dinero y la sed de riqueza, pero la sociedad capitalista supo desbaratar hábilmente esta maniobra transformándola en un nuevo objeto de consumo, de manera que la actual sociedad capitalista entonó el himno de alabanza al cuerpo para pervertir mejor los efectos corporales y también para metamorfosear el erotismo en pornografía.

La vigorexia, cuyo nombre científico es dismorfia muscular, es una distorsión de la imagen corporal caracterizada por que las personas que la padecen se consideran siempre demasiado pequeñas o enclenques por lo que intentan aumentar continuamente el volumen de sus cuerpos y, más en concreto, de su masa muscular. La vigorexia suele acompañarse de la práctica compulsiva de ejercicio, dietas hiperprotéicas y el uso de determinados fármacos que faciliten el aumento de la masa muscular (esteroides anabolizantes, testosterona, hormona del crecimiento, etc.) (Pope et al., 1997)

    A decir de Bernard, la alienación del cuerpo en el trabajo en la medida en que el cuerpo ya no es sólo esfera del placer, sino que es un instrumento o herramienta de producción en busca de un mayor rendimiento, el cuerpo se condujo a transformarlo en una fuerza de rendimiento o más exactamente en máquina cibernética; esto logra que el cuerpo quede al servicio del rendimiento industrial o en última instancia al servicio de la sociedad capitalista.

    Por eso el deporte, entendido como competencia extrema, tampoco es ajeno a lo anterior, asistimos a la explotación a través del entrenamiento del cuerpo con miras a obtener un máximo rendimiento deportivo. La masificación de deporte juega el mismo papel ya que desde la ilusión de esparcimiento, se pretende un cuerpo "bello", armonioso, libre, sano: objeto que se manipula, se explota y en el que convergen múltiples intereses sociales, políticos y económicos de la actual civilización técnica.

    Se pregunta Schnaidler (2001) ¿Cual es el verdadero propósito que persigue el proceso de deportivización al interior de una institución fundamental en los procesos de reproducción ideológica de la sociedad capitalista?. Reitera como los espacios determinados para la práctica de la actividad física, los tiempos asignados y su periodicidad semanal, tomados originalmente de las secuencias pautadas por los principios del entrenamiento deportivo, se conjugan con los materiales seleccionados para estimular la práctica (pelotas, aros, sogas, colchonetas…). Si a esta descripción sumamos las valoraciones de las nociones de aptitud y actitud en relación con los parámetros del desarrollo motor, encontramos presencia clara de la actividad deportiva en la formación escolar.

Pero el cuerpo está también directamente inmerso en un campo político; las relaciones de poder operan sobre él una fuerza inmediata, lo cercan, lo marcan, lo someten al suplicio, lo fuerzan a unos trabajos, lo obligan a unas ceremonias, exigen de él unos signos. Este cerco político del cuerpo va unido de acuerdo con unas relaciones complejas y recíprocas, a la utilización económica del cuerpo, en una buena parte está imbuido de relaciones de poder y de dominación, como fuerza de producción; pero en cambio, su constitución como fuerza de trabajo solo es posible si se halla prendido en un sistema de sujeción (en el que la necesidad es también un instrumento político, cuidadosamente dispuesto, calculado y utilizado). El cuerpo solo se convierte en cuerpo útil cuando es a la vez cuerpo productivo y cuerpo sometido.2

    La civilización que antes se fundamentaba en el rechazo del cuerpo, actualmente honra el cuerpo, en todas partes se reivindica el derecho al cuerpo, el derecho al ejercicio físico, a cultivar el cuerpo, al bienestar físico, a desarrollar el cuerpo. En suma la civilización que hasta hace poco era de represión al cuerpo, parece transformarse en una civilización del cuerpo.


Reflejos de la cosificación del cuerpo en la educación física

    La Escuela como institución social ha sido considerada históricamente como la panacea que posibilita el "ascenso social", cada escalón genera un mirar por encima del otro. Es espacio y tiempo productora de sujetos con diferencias de conocimientos, en una cosmovisión que no da las mismas opciones de alcance tecnológico; desigualdad social acentuada por una excesiva carga ideológica y por una instrucción para el mercado laboral.

    A propósito, es evidente el sentido de una serie de determinaciones vividas en la escuela, en el colegio, en el hogar que precisan horarios, órdenes, movimientos, ubicación, jerarquía, roles de los cuerpos, descubriéndose así a la educación como institución que genera el problema de la estratificación del cuerpo (para Deleuzze un problema ético-político) puesto que se trata de una institución que decide sobre el cuerpo una serie de estratificaciones que lo organizan, jerarquizan y lo ponen a funcionar de acuerdo a intencionalidad institucionalizadas.

    Un cuerpo estratificado es un cuerpo con amarras que limitan e impiden movimientos y funciones libres, abiertas, plurales, es un cuerpo inmovilizado e impedido frente a posibilidades de expresión propia, original, resultado de una formación que no es más que una forma de poder con el nombre de Moral cuyo papel es el de colocar a cada órgano una función y un valor en una jerarquía ideada como criterio que rige el comportamiento, así como toda acción corporal o funcionamiento global del cuerpo.

    En lo relativo a los controles ejercidos sobre el cuerpo, es particularmente interesante la observación, a lo largo de la historia, de las estrategias de homogeneización y vigilancia sobre los cuerpos como una manera más de sostener las relaciones de dominación y gobernabilidad existentes.

    Dice Furlan (1996) que quienes aprenden esos saberes comunes son alumnos singulares, marcados por muy diversas culturas corporales, enfrentados a una selección de saberes sobre el cuerpo hecha por otros y que ellos no entienden, y, encima, evaluados por un cuerpo - poder de enseñar que ocupa el centro de la escena llamada "aprender".

    Lo que plantea como la tensión entre el deseo de aprender, que es el cuerpo - sujeto de una o un alumno, y el poder de enseñar (de otro) que disciplina ese deseo y lo construye como cuerpo - objeto o cuerpo - modelo, limitando muchas veces sus posibilidades de explorar sentidos, moverse, hablar, tocar, jugar. En otras palabras se plantea la dictadura de los saberes, poderes y controles por un lado sobre el deseo de aprender y ser reconocido por el otro.

    Todo ello se rememora cuando entramos a analizar la Educación Física escolar con sus practicas de marchas, formaciones, ejercicios gimnásticos globales; unidireccionalmente orientadas en función de un modelo (cuerpo - profesor) y grupos homogéneos de acción (cuerpos - alumnos).

    A propósito, Everett Reimer enfatiza en la poca relación existente entre aprendizaje extraescolar (contexto tradicional en que se mueve el ser humano) y el aprendizaje "vertido" en la escuela. Configuración que minimiza lo cotidiano, lo desvirtúa para la domesticación, emerge lo cuantitativo, cercena la creatividad y proclama la relación producto - consumo. Problemática que afronta la educación física, por la acrecentada desarticulación entre conocimiento común y conocimiento escolar, ahonda la brecha entre lo aprendido afuera y lo aprendido adentro, trasluce una lucha perenne entre la preteoría y la teoría. Allí es donde el cuerpo es cosa, es concebido desde el dualismo psico - físico.

    Bernstein, citado por Mockus (1994) habla de los códigos como la teoría de la reproducción cultural con incoherencias y aislamientos profundos entre los elaborados (inherentes al sistema escolar) y los restringidos (inmersos en la exoacademía). Significa que mientras el educador físico, no reconozca el sentir corporal de sus alumnos, con todo su bagaje cultural, difícilmente construirá un autentico texto en el aula

    Con respecto a la axiología que debe proclamarse, hay una concepción de gran sentido humano y social que plantea "los valores no son irracionales, se intuyen en un acto complejo de razón y corazón, de sensibilidad y sentimiento, de voluntad y afecto"3.

    El problema es que el sistema escolar desconoce este sentido valorativo, hace propio la maquinación y reproducción en serie de valores éticos, estéticos y morales, articulados a una ideología determinada, irrespetando el arraigo humano por sus ancestros por su propia subjetividad e intersubjetividad y desembocando en la deserción escolar por encima de la "mágica convocatoria" que debe tener la escuela.

    Si la escuela refleja Valores Dominantes, los niños terminan aceptándolos, de tal manera que heredan conformismo, poca motivación e insuficiente sentido de pertenencia a su "ethos cultural", es evidente como la institución escolar hereda la imperfección más o menos relativa del estado social; Durkheim plantea: "el hombre que la educación quiere realizar en nosotros, no es el hombre, tal como lo ha hecho la naturaleza, sino tal como la sociedad quiera que sea", una sociedad tecnocrática, idealizada, moldeada y con acentuado status social. Estaremos hablando del cuerpo "amaestrado".

    Por eso, se presenta al interior de la institución una primacía de jerarquías, un desarrollo de privilegios originados en el desconocimiento de los procesos de diferenciación individual del ser humano y por lo cual los niños ni se desarrollan, ni maduran, ni aprenden igual. La metáfora de la escuela y la carrera, demuestra como uno pierde y otro gana, uno sube el otro se queda, donde los corredores - estudiantes no interpretan, es el profesor - juez quien lo hace, de ninguna manera los corredores - estudiantes, ellos sólo cumplen el reglamento... cuerpos "robots"

    Otra inconsistencia del Sistema Escolar y que menciona Reimer es la actitud del maestro que exige obediencia, respeto y sumisión; interés y motivación no se desarrollan en un régimen en el cual el maestro es la autoridad que demanda pleitesía. Piaget llamó a este tipo de relación como Heterónoma, que si bien es necesaria entre los niños pequeños y los adultos debe convertirse poco a poco en Autónoma, en un espacio vital como la escuela.4


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