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Pasiones ordinarias
Christian Bromberger

http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 7 - N° 41 - Octubre de 2001

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    Después del periodo romántico la pasión ya no es más concebida como algo sufrido, como algo que deteriora la voluntad, sino por el contrario como su expresión, como la manifestación de la libertad creadora y una elección constructiva ratificada por la conciencia y que muestra una existencia auténtica. Lo vemos esto en Kierkeggard cuando dice que solo un interés apasionado puede llevar al sujeto a existir plenamente. El también escribió con anterioridad muy bellas cosas sobre esta relación entre el querer y la pasión.

    Este desplazamiento del sentido, desplazamiento de la valorización, hacia lo que hoy en día es el concepto en su uso corriente para designar experiencias sensibles, intereses intensos que marcan siempre el exceso, la posible derivación hacia la manía pero que frecuentemente son domesticados y socialmente autorizados. Es en este sentido que podemos hablar de pasiones ordinarias, que son compartidas masivamente, asumidas individualmente, aceptadas moralmente, vividas intensamente. Estas pasiones son percibidas como aspiraciones legítimas a la realización de sí y al re-encantamiento del mundo.

    Es evidente que estas pasiones son más o menos legítimas. Por ejemplo hace veinte años el rock and roll no era considerado como una pasión legítima. Hoy en día es considerado como una pasión perfectamente legítima. ¿Aquí (en Argentina) la pornografía es considerada una pasión ilegítima? Por lo que se está viendo en Francia, con el desarrollo de los videos ¿no se está transformando en una pasión ordinaria? Por supuesto existe una escala moral de las pasiones, desde el concurso de ortografía hasta el casino hay algo que se construye en el eje de la moral.


Retrato del apasionado ordinario

    Una vez hecha estas consideraciones terminológicas y conceptuales querría hacer un retrato del apasionado ordinario, tomando cinco o seis rasgos que son constantes en estos apasionados ordinarios.

    Hay algo que es claramente sorprendente: es la inversión en tiempo, en dinero y en equipamientos diversos.

    Con esta idea de que la pasión necesita un sacrificio y éste al mismo tiempo una estructura temporal en particular, por supuesto que el tiempo está ocupado antes durante y después de la actividad apasionante. Hay sobre estos rasgos un juego sobre el tiempo pero también un juego sobre el espacio. La pasión tiene siempre una voracidad espacial: el que hace bricolage tiene siempre un pequeño taller, el que gusta de los vinos tiene una bodega que siempre tiene que ser agrandada, los apasionados de la informática siempre están quejándose de que no tienen lugar para el material.

    El segundo rasgo, en una forma bastante rústica, es la metamorfosis de un objeto en un sujeto asociado, puede ser una moto, una botella de vino, un conjunto de archivos. Hay algo que es casi como una profesión amorosa, con una especie de mezcla, inexplicable e imposible de separar, del goce del sentimiento de espera insatisfactoria y de una felicidad efímera.

    La pasión supone siempre el dolor, ver a su equipo perder nos hace un duro revés. Mas allá de contar en un chiste esas penas. Abandonar el sello filatélico en manos de un tercero es siempre una ruptura. El apasionado aspira siempre a más, como el coleccionista a quien siempre le falta una pieza esencial. Existe siempre en estos apasionados una sensación de in-acabamiento de destino patético. Los poseedores de los barcos de velas nos cuentan que su barco es bueno pero siempre es muy pequeño, los jardineros están siempre satisfechos de sus creaciones pero siempre les falta una variedad de planta, los genealogistas están muy contentos de haber encontrado a sus ancestros pero siempre le faltan algunos.

    En tercer lugar en la pasión, es el placer del expertise y de la investigación, saber designar, argumentar. Los apasionados son incansables eruditos y clasificadores y uno de los sentimientos en esta práctica es el de transformar lo percibido en nombrado, de transformar las sensaciones en conocimientos, de transformar en palabras precisas lo que comúnmente no se designa sino aproximativamente: el sabor de un vino, el ruido del motor en los apasionados por la moto, el estilo de un guitarrista, la fuerza del viento por los apasionados de la vela, la ortografía de una palabra complicada.

    En esta búsqueda desenfrenada del control sobre el saber, la mayor parte de los apasionados consulta además de las revistas especializadas, a lo que ellos recurren siempre: un documento de referencia que llaman su Biblia. Hay en Francia una serie de obras de referencia para los apasionados; uno de los complementos obligados de la pasión es la colección de aquellos elementos que como las magdalenas, las medialunas en cruz, permiten revivir rápidamente un acontecimiento.

    Al mismo tiempo existen en estas pasiones contemporáneas, como les decía, en primer lugar una Biblia para los apasionados. En segundo lugar un representante destacado, por sus mayores conocimientos de la materia, un personaje que es considerado como el exégeta que constituye a la vez la parte cognitiva y sensible de la pasión, y que son maestros de la intensificación retórica. Es decir, de uno de los rasgos constantes de las pasiones.

    Cuarta característica de esta pequeñas descripción de las pasiones ordinarias: es el carácter dramático de las actividades a realizar. Toda aventura pasional está hecha de una sucesión de pruebas donde hay que vencer una serie de obstáculos, a través del mérito o de la trampa, donde la suerte a veces cumple una función que realza la emoción y que permite reactivar las sensaciones que son buscadas

    Se puede decir que estas pasiones son frecuentemente juegos serios, en el sentido que implican comprometerse en una historia incierta, por lo que la aventura pasional ofrece una imagen superlativa de los resortes e incertidumbres de la vida. Esta aventura adquiere, en nuestras sociedades, una dimensión competitiva, incluso en esas actividades dulces como la jardinería, cuyos adeptos no son habitados, generalmente, por el culto de la performance.

    La participación de los apasionados en círculos, redes, clubes, salones, etc. supone intercambios, connivencias, confrontaciones, en suma, un espacio comunitario donde ser reconocido. Y esto supone a su vez, con frecuencia, oposiciones y conflictos, sobre todo frente a quienes combaten la pasión sostenida, como por ejemplo los adversarios de la protección de los animales, de las medicinas dulces, o de mi equipo de fútbol favorito.

    En fin, dado que nos falta tiempo, quisiera dejar aquí el tema para retomarlo luego de las preguntas. Sólo quisiera reafirmar la importancia de estas pasiones ordinarias para nuestros contemporáneos: les dedicamos una cantidad de tiempo importante, restando ese tiempo tanto del que le dedicamos al trabajo como a la vida cotidiana y familiar. Esas pasiones constituyen nuestra identidad y nos ofrecen una consigna para constituir asociaciones, para fortalecer nuestra pertenencia asociativa. E incluso sería interesante reflexionar sobre su importancia para construir capital social a través de los lazos asociativos que suscita y, dada la importancia creciente de la asociación en torno a estas pasiones, cabría interrogarse también sobre si no constituyen una respuesta práctica, al menos en algunas sociedades como Francia, sobre el debilitamiento asociativo y su impacto sobre la democracia, en el sentido en que Robert Putnam vincula estos temas.


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