EL DEPORTE COMO POLITICA DE ESTADO...
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DEPORTE Y COMUNIDAD
Mientras que nos inclinamos, siguiendo el análisis de Angela Aisenstein (1994) por la tercera de las hipótesis, la intervención sobre el desarrollo del deporte comunitario aparece como un dato fuerte que marcará, no sólo un acceso masivo a las prácticas deportivas, sino también modificaciones sustantivas respecto al rol de Estado en el área. De hecho, estas intervenciones se complementaban con la acción de los clubes de la Unión de Estudiantes Secundarios 7 y la de las confederaciones de las ramas universitaria y técnica asociadas a ella (Senén González, 1996).

De allí la importancia de señalar al período 1945-1955 como una etapa innovadora en cuanto a la mediación estatal sobre el deporte, donde habría que incluir, además, las políticas de salud asociadas a ella, expresamente impulsadas por el Ministro de Salud, Dr. Ramón Carrillo 8.

De hecho se organizaron dos tipos de Torneos: los Campeonatos Infantiles "Evita", para la población de menores, y los Torneos Juveniles "Juan Perón", para cubrir la franja adolescente. Estas competiciones, que llegaban a toda la nación 9, abarcaban tanto deportes "tradicionales", como el fútbol, el atletismo, la pelota a paleta, el ajedrez, la natación, como deportes que recién comenzaban a desarrollarse en el país, como el básquet, que cobró un inusitado impulso a partir de obtener el primer galardón en el Mundial de 1950.

Por su parte, para enmarcar la intervención sobre el deporte de alto rendimiento, por primera vez se encargó esta tarea a dos organismos del Estado: en 1947 la Confederación Argentina de Deportes (CAD) se unificó con el Comité Olímpico Argentino (COA), organismos que fusionaron sus siglas en la nueva CADCOA. Bajo la dirección de Rodolfo Valenzuela, quien fue también presidente de la Suprema Corte de Justicia, la CADCOA fue la encargada de promocionar las actividades deportivas nacionales, tanto en el interior como en el exterior.

Además era el organismo que gestionaba el otorgamiento de subsidios para aquellos deportistas que competían representando al país. Sin embargo, a pesar de que esta intervención del Estado sobre el deporte aparece como uno de los rasgos distintivos del período 1945-1955, la Ley del Deporte no se sancionó sino hasta 1974 10.

Las políticas de intervención del peronismo sobre el deporte se iniciaron en el marco de un contexto económico que ciertamente favoreció la asignación de fondos estatales para la puesta en marcha de políticas sociales. La gestión estatal se complementó además con el apoyo a la actividad deportiva privada: son conocidos los créditos blandos otorgados a los clubes más importantes (entre los cuales se destaca Racing Club, llamado "Sportivo Cereijo" por sus vinculaciones con el gobierno 11, que pudo de este modo levantar su estadio en Avellaneda) así como el otorgamiento de premios y subsidios a los deportistas destacados.

Paralelamente a estas intervenciones, en el exterior la imagen deportiva argentina se consolidaba 12. El gobierno peronista no sólo facilitó los viajes de los deportistas al extranjero sino que además otorgó premios suplementarios a campeones de distintas especialidades. A pesar de que no todos los logros deportivos obtenidos pueden leerse como el resultado directo de la acción estatal, lo cierto es que marcaron una época de "fiesta" para el deporte argentino. El gobierno no desaprovechó esta oportunidad y acompañó los éxitos de los deportistas argentinos más destacados quienes de una o otra forma ayudaron a consolidar el imaginario deportivo nacional.

A todo ello contribuyeron algunos hechos aleatorios pero bienvenidos como por ejemplo las giras internacionales que el equipo de fútbol del Club San Lorenzo de Almagro realizó en 1946 y en 1947, año en que le ganó 6 a 1 al seleccionado español, lo que le valió ser consagrado por los europeos como uno de los mejores equipos de fútbol americanos (Archetti, 1990).

Un factor importante a tener en cuenta en este análisis es que durante la primera posguerra no hubo diáspora de jugadores argentinos a Europa, lo que facilitó consolidar el rendimiento futbolístico en el país y, por lo tanto, alimentar el mito de la excelencia futbolística rioplatense.

La imagen de calidad que acompaña a nuestro fútbol, se afianza además cuando, en 1953, en la revancha de un partido que nuestro país perdiera dos años atrás en Wembley, el seleccionado argentino le gana al combinado de Gran Bretaña por 3 a 1 13.

Y si algunos de estos hechos provienen de una planificación política, otros pueden leerse como el producto (mítico o real) del crecimiento argentino en la época de la sustitución de importaciones que incidían indirectamente en las iniciativas privadas.

EL FUTBOL: UN TEMA APARTE
El caso del fútbol como práctica deportiva (y también indirectamente en relación al pivot hacia su espectacularización contemporánea) es especial: la consolidación que experimenta nuestro fútbol a raíz de la permanencia en el país de los jugadores durante la posguerra dura poco. Los carriles por los que venía circulando dicho deporte en nuestro país, se enfrentaron en este período con algunos obstáculos que imposibilitan hablar de una fase serena. Y si el período a investigar dista mucho de ser una etapa pacífica en el ámbito del fútbol es justamente porque se trata del momento en que la profesionalización termina de consolidarse luego de una etapa que culmina con la huelga de 1948.

Esta huelga es el último índice de la tensión al interior del fútbol acerca del debate entre deporte amateur y deporte profesional.

La entidad sindical que nucleaba a los jugadores de fútbol (Futbolistas Argentinos Agremiados, FAA) fue creada en 1944, 13 años después de la primera huelga protagonizada por futbolistas, luego de la cual se profesionalizan los jugadores. Tras una serie de negociaciones entre jugadores y dirigentes, en julio de 1948 la primera fecha del Campeonato de Primera División fue suspendida por huelga, lo que provocó que ese año el campeonato nacional debiera jugarse con las divisiones inferiores 14. Las tensiones se prolongaron durante casi un año: mientras que los dirigentes apostaban a un retorno del amateurismo en el fútbol, los jugadores consiguieron, poco antes de iniciarse el Campeonato de 1949, el reconocimiento oficial de la entidad sindical (FAA) y la garantía del pago de sus haberes, junto a otros beneficios laborales entre los cuales estaba la libre contratación (Scher, A. y Palomino, H., 1988) 15.

Este conflicto -finalmente saldado a favor de los jugadores 16- es considerado por algunos analistas del caso como uno de los factores que incidieron en la diáspora de jugadores que a partir de ese momento se iba a generar en nuestro país, reforzada por la recuperación económica de los países europeos luego de la posguerra, así como de la reputación de excelencia ganada por el fútbol rioplatense en aquellos años 17.

Y si la Argentina no envió su seleccionado a los Mundiales de Fútbol de 1950 y de 1954, estas ausencias deben verse en su doble condición indiciaria: como carencia de jugadores, por las dificultades para armar un seleccionado y como decisión política, por temor a un fracaso estrepitoso.

Lo paradójico del caso del fútbol y que aporta un verdadero centro de atención a los efectos de este estudio, es que en este período aumenta considerablemente el número de espectadores directos: "El quinquenio 1946-1950 arrojó un promedio de 12.755 entradas vendidas por partido, en tanto que el de 1951-1955 registró uno de 12.685. Si se toman valores anuales, 1954, con 15.056 espectadores por encuentro, estableció la marca tope de un decenio en el que el promedio de asistencia jamás se redujo a menos de 10.000 asistentes" (Scher, A. y Palomino, H., 1988: 79).

BIBLIOGRAFIA

El material gráfico de este artículo pertenece al Documental Interactivo "Eva Perón y su Epoca", (N. del E.).
Lecturas: Educación Física y Deportes. Año 2, Nº 4. Buenos Aires. Abril 1997
http://www.efdeportes.com