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Acerca de la popularización del deporte y de los nuevos deportes
Roberto Velázquez Buendía

http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 7 - N° 38 - Julio de 2001

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    Pero también es posible que nos encontremos ante una nueva forma de respuesta adaptativa de los sistemas socio-políticos y económicos, cuyo propósito es el de reajustar las formas de consecución de sus intereses a las nuevas necesidades y demandas de la sociedad actual. Una sociedad más culta y más informada, más desarrollada tecnológicamente, con más tiempo de ocio, más próspera  y, por tanto, con mayor capacidad de consumo , pero que, al mismo tiempo, se ha hecho más estresante, más individualista, más sedentaria y más interdependiente. Parece pues conveniente realizar algunas consideraciones acerca del significado que tienen, de las variantes que adoptan y de las funciones que ejercen las nuevas formas de entender y practicar la actividad físico-deportiva.

    Por una parte es difícilmente discutible que se ha producido un aumento en la conciencia de la población en relación con la importancia de cuidar la propia salud y con el papel que en este sentido puede jugar el deporte (García Ferrando, 1990:103 y ss.). Ahora bien, si tenemos en cuenta el hecho de que, según datos obtenidos por García Ferrando (1990:81), más de la mitad de las personas que practican deporte en nuestro país lo hacen sólo de vez en cuando o en vacaciones, y el resto una vez por semana o más, tal hecho ha de ser considerado con preocupación, desde el punto de vista de la salud, por los potenciales peligros existentes en una práctica irregular, intensa y espaciada.13

    Si bien puede afirmarse que la identificación entre salud corporal y deporte está muy vinculada a la imagen que ofrecen los propios deportistas y, posiblemente, al resultado de algunas campañas institucionales, también puede decirse que el conocimiento de que los efectos saludables de la práctica deportiva sólo tienen lugar cuando ésta se produce de forma regular y dosificada, y las conductas consecuentes con tal conocimiento, no parecen encontrarse muy extendidas entre las personas que practican deporte. En este sentido, se ha de señalar que muchas de las actividades que anteriormente se han expuesto, aun cuando se practiquen de forma distendida, recreativa y fuera de entornos competitivos, requieren disponer de una cierta condición física y de una preparación previa, debido a las propias características técnicas de la actividad y a sus requerimientos físicos («wind-surf», el «surf», el ala-delta, el «parapente», el «barranquismo»...). La información y formación sobre tales cuestiones no sólo no se proporciona muchas veces a los principiantes, sino que los riesgos derivados de la actividad son minimizados con cierta frecuencia por las diversas casas comerciales y empresas privadas dedicadas a la venta del material necesario y a la organización de la práctica de tales actividades.

    Por otro lado, pero desde esta misma perspectiva, conviene tener en cuenta que la difusión de las nuevas modalidades de práctica deportiva es debida, en gran parte, a campañas publicitarias motivadas por intereses comerciales que se vinculan más o menos directamente a la propia actividad, convirtiéndola en un reclamo para la venta de otro producto vacacional (hoteles, agencias, clubes de viaje...). Así, la imagen juvenil, activa, ociosa, saludable, moderna... que se transmite a través de la oferta de este tipo de deportes ejerce una poderosa atracción hacia el consumo, cuando, la mayor parte de las veces, tales deportes no se corresponden con las necesidades reales de los clientes, ni ofrecen posibilidades de práctica regular ni, en consecuencia, de mejora de la salud, lo que las desprovee de la mayor parte de sus potenciales efectos beneficiosos, convirtiéndolas en productos para su consumo esporádico. En este mismo sentido, también se ha de considerar la enorme gama de accesorios, aparatos, productos, prendas de vestir de todo tipo y colores, cintas de vídeo..., que se ofrecen en el mercado y que constituyen frecuentemente un aspecto inseparable de la puesta en escena de muchas de las nuevas actividades deportivas (y aún de bastantes de las tradicionales), cuya asociación a la práctica deportiva contribuye a caracterizarlos como productos de consumo propios de una actividad moderna, juvenil y distintiva.

    No es de extrañar, por tanto, que los nuevos deportes vengan a reproducir formas de discriminación similares en bastantes aspectos a las que tienen lugar en el marco de los deportes tradicionales. A este respecto cabe señalar, en primer lugar, el hecho de que la frecuencia y tipo de práctica deportiva varía sensiblemente en función de la edad y del nivel socioeconómico al que pertenezcan los individuos, según se puede deducir de los datos obtenidos por García Ferrando (1990: 76 y ss.) en su estudio sobre el tema, los cuales ponen en evidencia la influencia de tales factores, y de los que se derivan de ellos, como, por ejemplo, la educación y el entorno (disponibilidad de instalaciones deportivas). Si, en términos generales, se puede decir que la menor edad es un factor positivo para la practica del deporte, cuando se comparan ambos factores, edad y nivel socioeconómico, la relación se invierte.

    Así, las personas mayores de 40 años de nivel socioeconómico superior poseen una mayor tasa de actividad deportiva que la de los individuos mayores de 25 años de nivel socioeconómico inferior. En otras palabras, la frecuencia de práctica deportiva no depende tanto de la juventud como de lo favorables que sean las condiciones sociales que posean los individuos. Estas conclusiones son coherentes con las tesis expuestas por Bordieu (1993:75 y ss.), donde considera al tiempo libre, al capital económico y al capital cultural como los factores determinantes de la frecuencia y del tipo de deporte practicado.

    En relación con el grado de participación de la mujer en el deporte popularizado, no cabe duda de que en los últimos años éste ha aumentado de manera significativa (García Ferrando, 1990:77), y que ha contribuido a una mejora de la imagen social de la mujer en este terreno, lo que a su vez constituye un reflejo de los resultados en su lucha por la igualdad de oportunidades. No obstante cabe hacer algunas consideraciones en relación a las motivaciones masculinas y femeninas para la práctica de actividades físico-deportivas.

    Si bien, en nuestra opinión, desde la perspectiva del deporte de alta competición no parece que puedan establecerse diferencias sobre los motivos que inducen a hombres y mujeres a buscar el rendimiento, el éxito y las recompensas asociadas al mismo, desde el punto de vista de la práctica deportiva popularizada cabe establecer algunas diferencias significativas.

    En el caso de los deportes tradicionales, aún estando orientados como un deporte para todos, no puede excluirse a priori la existencia de personas cuya motivación para la práctica se fundamente, de manera importante, en el logro de resultados. En este sentido, la motivación por el logro está mucho más extendida entre los hombres que entre las mujeres, posiblemente como consecuencia de las influencias del «modelo masculino» de hacer deporte entre los primeros, y del rechazo que puede provocar tal modelo entre las segundas. En relación con los nuevos deportes en cambio, no parece que se den diferencias de motivación entre los géneros, pudiéndose decir que son practicados por personas de uno y otro sexo a quienes les agrada disfrutar con la práctica deportiva en la naturaleza, hecho que puede estar determinado por la falta de estereotipo previo, y por tanto, por la carencia de imágenes exclusivamente masculinas o femeninas asociadas a tales deportes (Buñuel Eras, 1992:55).

    Dicho esto, también se ha de señalar que en algunos estudios realizados en diferentes sociedades, parece haberse observado que, en términos generales y con independencia de sexos, entre la población interesada en el deporte de recreación y de tiempo libre existe un predominio de los motivos basados en la salud y el disfrute corporal (Marín, 1988; en García Ferrando, 1990:186). No obstante, como señala García Ferrando (1990:186), algunos autores consideran que el significado de estar en buena forma física es diferente desde el punto de vista masculino y femenino. Mientras que para los hombres la forma física iría unida sobre todo a la capacidad para la acción, en el caso de las mujeres la forma física aludiría al bienestar y disfrute corporal y a la apariencia física. Ello explicaría, al menos en parte, el gran éxito y difusión que han tenido diversos tipos de gimnasia para las mujeres (mantenimiento, «aerobics»...), cuyo objetivo inmediato es el de mejorar el estado físico y psíquico y el modelado del cuerpo, y cuya finalidad es la de contribuir a mejorar su calidad de vida y la de promover, mejorar o aumentar sus relaciones sociales, aspecto que constituye otra motivación importante para la práctica entre las mujeres (Buñuel Eras, 1987:106 y 1992:56,57).

    Además, según indica Buñuel Eras (1992:56 y ss.), basándose en el estudio realizado por ella misma, parece darse una relación entre el nivel socioeconómico de las mujeres y el predominio de uno u otro tipo de motivación hacia la práctica de actividades físicas. En el caso de las mujeres que trabajan fuera de casa y que poseen un nivel socioeconómico medio o alto, la gimnasia supone principalmente una forma de integración en «la modernidad», en términos de apariencia física (el «look»), rendimiento y prestigio. En relación con las amas de casa de nivel socio-económico medio o bajo, la gimnasia supone una forma de disponer de un tiempo y un espacio propio, de redescubrir su cuerpo y sus posibilidades bajo una nueva perspectiva de ocio y lúdica, estando sus motivaciones para la práctica vinculadas sobre todo a la forma física, a las relaciones sociales y a la salud. No obstante, sin pretender cuestionar la validez del estudio y de los resultados obtenidos por Buñuel Eras, desde nuestro punto de vista y conocimiento del campo, la mejora de la apariencia física también puede considerarse un importante motivo que lleva a las amas de casa a la práctica de actividades físicas.

    En cualquier caso, para esta misma autora (1992:57,58), aún considerando las posibles influencias que los continuos reclamos comerciales y publicitarios sobre el cuerpo hayan podido ejercer en diversos sectores más permeables a una ideología de la apariencia bastante extendida en la sociedad, las "gimnasias recreativas femeninas" han proporcionado a muchas mujeres una vía de salida de la privacidad del hogar, las han ayudado a sentirse más seguras y han facilitado que tengan más posibilidades de vida social. Asimismo, también pueden considerarse como un nuevo modelo de práctica deportiva menos basado en la competitividad y en la persecución del récord, y más preocupado por el desarrollo equilibrado de la persona.

    Es posible que, como señala García Ferrando (1990:186), debido al comportamiento femenino en el terreno de la actividad deportiva, en el futuro aparezcan nuevos campos de investigación orientados hacia el estudio de las normas y valores sociales que inciden, por profundas razones antropológicas, en la diferente forma de hacer deporte que tienen hombres y mujeres, y también hacia el estudio de los posibles cambios que puedan darse en la práctica deportiva como consecuencia de las influencias e innovaciones que están introduciendo las mujeres en la práctica del deporte recreativo y de tiempo libre.

    No obstante, también se ha de tener en cuenta que, como indica Hargreaves (1993:132), la oposición a los modelos masculinos tradicionales del deporte, orientados a la competición y al rendimiento, así como el deseo de otras formas deportivas en las que predomine el aspecto recreativo, lúdico y saludable no proviene sólo de las mujeres sino también de los hombres. En efecto, en palabras de esta misma autora, "... hay ejemplos de deportes mixtos que ponen su énfasis en la salud, el divertimiento y la cooperación, y restan importancia a la competición; deportes en los que las experiencias de hombres y mujeres coinciden y donde ambos géneros trabajan conjuntamente".

    La hegemonía del modelo masculino de práctica deportiva no sólo afecta a las mujeres, y la forma de práctica a que da lugar no sólo constituye un espacio que permite poner de manifiesto y desarrollar actitudes o valores moralmente aceptables tales como la capacidad de esfuerzo y superación personal, el deseo de mejora o el equilibrio personal.... También, en muchas de sus formas actuales, ha llegado a ser la expresión de una forma de vida que contribuye a legitimar y reproducir determinados valores predominantes que tienen que ver con la desigualdad y con la injusticia social y con los modos y estructuras políticas y económicas de la sociedad. Pero nuevamente en este caso hemos de señalar que muy posiblemente los nuevos deportes, surgidos como un planteamiento alternativo de la práctica deportiva que trata de dar respuesta a los problemas que genera dicha práctica en su forma tradicional, no sean sino una nueva forma de promover la legitimación y la reproducción de dichos valores y formas sociopolíticas y económicas, más ajustada a las características de las sociedades actuales.

    A lo largo de este trabajo y del anterior ya citado (Velázquez Buendía, 2001), se ha tratado de exponer una visión panorámica y pluridimensional de la importancia y magnitud del fenómeno sociocultural que constituye la realidad del deporte, o mejor dicho, las diferentes realidades que configuran el significado de tal expresión, a veces de manera contradictoria. También se han expuesto algunas cuestiones explicativas acerca de la forma en que el deporte moderno se ha construido y reconstruido desde sus orígenes como práctica sociocultural, así como acerca de algunos de sus significados y de las funciones sociales que ha ido cumpliendo. Asimismo se ha intentado hacer ver que tales significados y funciones operan de manera ambivalente, constituyéndose el deporte, por un lado, en un medio para legitimar y reproducir el orden y los valores sociales, políticos y económicos dominantes en cada periodo, y por otro, en un factor de cambio, de resistencia, de progreso y de bienestar individual y social. Se ha pretendido, en definitiva, presentar al deporte moderno, ya desde sus orígenes, como un complejo sub-sistema en interacción con otros sub-sistemas, que se extiende por toda la maraña de relaciones, interacciones, creencias, valores, estructuras, modos de producción, símbolos..., que componen el sistema social que caracteriza a las sociedades industriales modernas.

    Cabe señalar que se acepta comúnmente la idea de que el deporte, en cualquiera de sus formas, constituye un importante instrumento con un elevado potencial para contribuir a la transformación social, favoreciendo la consecución de mayores cotas de igualdad, justicia y bienestar personal y colectivo. No obstante, para que ello pueda ser así, es preciso que el acercamiento de los ciudadanos al mundo del deporte, como espectáculo y como práctica, incorpore un espíritu crítico y autónomo, a cuyo desarrollo deben contribuir los agentes sociales con capacidad de influencia en la población y con responsabilidades normativas y morales al respecto, entre los que la institución escolar tiene un relevante papel.

    La naturaleza, significado y funciones que cumple el deporte constituyen cuestiones que no pueden ser obviadas por las personas que de una u otra forma se encuentran vinculadas a la enseñanza deportiva con un propósito educativo. Por el contrario, tales personas han de tener presente que la iniciación deportiva en el ámbito escolar constituye una forma de socialización en conocimientos y saberes  intelectuales y motrices  , en valores y actitudes, que no puede reducirse a la mera enseñanza de los aspectos estructurales (técnica, táctica y reglamento) de diferentes modalidades deportivas. También han de tener en cuenta que la iniciación deportiva tampoco es una expresión que pueda entenderse de manera unívoca o estática, ni alude a un proceso neutro en relación con la formación de actitudes y valores entre los alumnos y las alumnas.


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