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Intervención psicológica en fútbol base con niños de 4 a 7 años
Joaquim Palau Matas

http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 7 - N° 35 - Abril de 2001

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    Este será el paso previo para alcanzar el objetivo final de practicar el juego real, desde una perspectiva global. Sin embargo hay que analizar el juego desde otra perspectiva: la analítica, que aunque en un principio tenga un protagonismo menos destacado, ello no quiere decir que luego pase a ser una forma muy válida. Desde ésta, no sólo hay que tener en cuenta la parte lúdica, si no que además seria necesario estimular o potenciar la parte creativa, estimulando en el niño la iniciativa22, teniendo nuevamente en cuenta la importancia del adulto en el proceso, pues tal como Bettelheim escribió: "La iniciativa se desarrolla poco en los niños que se ven obligados a recurrir a otros para que les organicen su vida"23. Por ello, debe ser el niño quien vea la necesidad de introducir de forma gradual las normas y las formas de juego, de cara a conseguir que éste sea más interesante. Para facilitar el aprendizaje de la táctica y de la técnica también hay que modificar la forma de jugar, para lo cual una propuesta es la de empezar con el juego reducido (menos jugadores) e ir progresando hacia el juego real. Desde esta perspectiva analítica, el objetivo es conseguir trabajar en el juego real "con intención", donde la meta no es puramente el resultado, si no la consecución de objetivos puntuales que pueden plantearse en el ámbito individual.

    Siguiendo con esta misma perspectiva analítico-global, en tanto que una de las características distintiva de este deporte es el hecho que existe oposición de un adversario, oposición que dificulta la progresión hacia el objetivo del juego: el gol, es necesario plantear (en la misma progresión del aprendizaje) la introducción de tareas en las que inicialmente la oposición sea “controlada”, para pasar gradualmente a ser solo “dirigida” y por último se llegue a la oposición real. Esta progresión implicará que el grado de toma de decisiones del jugador sea mucho más elevado al final que no al principio, facilitando con ello el aprendizaje, motivando al jugador al no experimentar demasiado prematuramente la frustración que puede significar la pérdida de su "querida pelota", y favoreciendo al mismo tiempo su autoestima y autoconfianza. Dentro de la misma argumentación Bruner afirma que "el juego es una actividad para uno mismo y no para los demás y por eso es un medio excelente para poder explorar" y poder llegar al aprendizaje en el cual "somos nosotros quienes nos transformamos para adaptarnos mejor a la estructura de este mundo externo"24

    Considero necesario pues, efectuar cambios o un replanteamiento de la actual forma de entrenamiento y práctica deportiva, que esté enfocada a niños de edades comprendidas entre los 4 y los 9 años, para ello, tal y como escribió Françoise Dolto25, hay que empezar por dejar de lado dos perspectivas de abordaje de la infancia:

  • Como fenómeno maravilloso, provocando con ello una infantilización excesiva y un inmovilismo.

  • Como inversión, cuyo objetivo es el de preparar al niño para que pueda devolver la inversión que se ha hecho en él.

    Hay que tratar al niño como un existente que se está construyendo, evitando que el grado de competitividad sea tan alto que llegue a ahogar el carácter libre y espontáneo del niño26.


3. Planificación

    Tal y como se viene exponiendo, es importante para el niño obtener un conjunto de experiencias y vivencias personales, a través del juego. También lo es que se planifique de forma organizada el desarrollo de sus habilidades básicas y perceptivas. Sin la construcción de esta base: rica y amplia, le será muy difícil más adelante construir habilidades motoras más complejas.

    Por todo ello, si se quiere enfocar el desarrollo deportivo del niño hacia un deporte determinado, como es nuestro caso, debemos plantear, como mínimo, dos etapas

  1. Etapa de iniciación básica psicomotriz (pre-deportiva), en la que se trabajan las habilidades inespecíficas: básicas y perceptivas, mediante el uso de juegos con intencionalidad por parte del preparador, es decir, juegos que no tan sólo estén dirigidos a la práctica de les habilidades, si no que además tengan en cuenta otros aspectos del deporte, como pueden ser por ejemplo la adquisición del concepto equipo, compañero, defensa,... En esta etapa el tiempo no se debe tener demasiado en cuenta. “Perder el tiempo“ la mayoría de las veces va a significar ganarlo. Se deberá intentar central el aprendizaje más en una idea general del patrón motor que no en gestos técnicos específicos. Dentro de la línea seguida hasta ahora, en esta etapa, el aspecto lúdico debe ser la nota predominante y la norma, saber esperar y no intervenir.

  2. Etapa de iniciación deportiva específica. Se empieza con el trabajo de habilidades específicas sin intencionalidad, para pasar de forma progresiva a una mayor especialización.

    En cualquiera de las dos etapas de iniciación, la organización jerárquica (por importancia y por oportunidad temporal) de las programaciones, debe ser simple y al mismo tiempo lo más aproximada posible a la realidad. Insisto en el hecho que no se debe tener prisa, comenzar antes del período crítico no implica que se obtengan resultados mejores. Teniendo presente además que a edades inferiores a los 6-7 años, los niños no se concentran fácilmente, se distraen y les falta coordinación, con lo cual la tarea del aprendizaje necesita de grandes dosis de paciencia por parte de los preparadores. En definitiva, el ejercicio prematuro no hace que “maduren” antes.

    Gabriel Molnar escribe: “El mejor deportista no es aquel que ha adquirido mejores automatismos si no aquel que es capaz de romperlos en un momento dado y obtener éxito, para ello evidentemente, hace falta disponer de los recursos adecuados y esto es tarea de enseñanza y aprendizaje”27.

    Este proceso de enseñanza-aprendizaje es necesario que tenga como característica destacada la flexibilidad entendida como capacidad de dinámica de adaptación y adecuación, y no como plasticidad, la cual tiene unas connotaciones de inmovilismo.

    Por otro lado, hay que tener presente el hecho que en deporte se puede trabajar desde diferentes vertientes: tratado como deporte recreativo, donde lo más importante es disfrutar del juego; como competición, en que se tienen más en cuenta los resultados: respecto de los adversarios y/o con relación a la superación personal, y como medio educativo, en el cual se pretende conseguir un desarrollo armónico y potenciar al mismo tiempo los valores del sujeto. En nuestro caso, por el mero hecho de estar integrado dentro de una escuela de fútbol que se mueve en el ámbito institucionalizado, el punto de partida es el competitivo, pero incidiendo de forma muy especial en las otras dos visiones del deporte, dado que hoy por hoy la forma competitiva es o parece inevitable.

    Las estrategias básicas para llevar término estos propósitos se podrían resumir en:

  • Planificar tareas en las que el niño deba resolver problemas: situaciones de juego progresivas.

  • Facilitar al niño experiencias de descubrimiento, el cual puede ser guiado

  • Utilizar la practica globalizada antes que la específica, facilitando una aproximación al juego real.

  • Dar al niño información sobre el gesto, adecuada a la capacidad del niño de recibir esta información.

  • Ayudar sin dar respuestas, ofreciendo al niño la posibilidad de tomar decisiones que lo lleven a la resolución del problema.

  • No modificar las reglas de juego pero sí simplificarlas.


4. El juego

    Uno de los puntos más polémicos cuando se habla de la preparación y entrenamiento de niños es el de la competición. Nuestro enfoque, como anteriormente he dicho, es el de adoptar un compromiso entre el juego como elemento puramente lúdico y la competición como resultado. Para ello hay que desarrollar un concepto de juego que permita al niño vivir situaciones de competencia con otros niños pero cuyo objetivo principal no sea ganar, si no la superación personal.

    En tanto que el juego institucional no tiene en cuenta estos aspectos se deberían efectuar unas modificaciones en el sentido de adaptar la actividad al niño y no a la inversa, relativizando de entrada y de forma importante el resultado y poniendo el énfasis en los objetivos personales. De acuerdo con ello es el ejemplo citado por Bruner28 del pueblo Tangu de Nueva Guinea donde los niños juegan a un juego llamado Taketak cuyo objeto es la equivalencia, donde no hay ganadores ni perdedores siendo su objetivo empatar.

    El trabajo que se tiene que efectuar en el entrenamiento no tiene que ser específico, deben intervenir las áreas: física, técnica y táctica, las cuales por otro lado están tan interrelacionadas que difícilmente pueden trabajarse individualmente. Debe cuidarse sin embargo que ninguna de ellas tenga especial relevancia sobre las demás. En cualquier caso, la que menos peso deberá tener por cuestiones obvias será la física.

    Como la mayoría de los deportes que se juegan con un balón hay unos "principios operacionales"29 o conocimientos fundamentales que son la base de la acción. En el caso del fútbol serán:



    Desde esta perspectiva teórica, hay que plantear diversos objetivos generales sobre los que fundamentar la programación de las sesiones de entrenamiento:

  • Conseguir que los niños ocupen los espacios y se distribuyan en el terreno de juego de la forma más racional posible, a partir del conocimiento de sus límites, de forma que el conjunto del equipo se posicione en el campo sin que se obstaculicen los unos a los otros.

  • Trabajar el concepto equipo a partir de la identificación y la diferenciación del campo propio y del campo contrario (línea divisoria del terreno de juego), y de los compañeros respecto de los adversarios.

  • Trabajar el concepto ataque y defensa, su comprensión, ejecución e interiorización. El rol de atacante consistiría en colaborar para conseguir el objetivo final del juego: el gol. El de defensor consiste en evitar que el equipo contrario haga gol.

    Estos objetivos se plantean en función de un objetivo final, a largo plazo, consistente en que los niños lleguen a tomar parte en partidos de futbol-5 según unas determinadas reglas muy simples:

  • Jugar utilizando exclusivamente los pies y la cabeza para desplazar la pelota.

  • No utilizar las manos, excepto en los fueras de banda y en las intervenciones que haga el portero.

  • Utilizar un espacio delimitado por líneas u otro tipo de obstáculos físicos para jugar.

  • Aplicar de forma general los conceptos: ataque/defensa y equipo propio/equipo contrario.

    Además de las generales y en tanto que tres de las acciones más importantes de este deporte son golpear, parar y desplazarse con o sin el balón, se plantean como objetivos a medio plazo, susceptibles de ser variados por el entrenador a fin de facilitar la tarea al jugador y al mismo tiempo motivarlo con una mayor variedad de ejercicios:

  • Control del balón sin desplazamiento.

  • Control y manejo de la pelota siguiendo diferentes trayectorias: en línea recta y sin obstáculos; en línea recta, con giro y sin obstáculos; en línea recta con obstáculos fijos, en línea recta, con giro y esquivando dos obstáculos fijos en zigzag, línea recta y dos obstáculos móviles, en curva y con obstáculos móviles, en línea recta con oposición de un contrario

    Para conseguir el desarrollo del equilibrio y la coordinación, y de acuerdo con el principio de transferencia entre tareas y su creciente dificultad, inicialmente se deben plantear unos objetivos a corto plazo:

  • Correr hacia delante, hacia atrás, lateralmente, de puntillas, en zigzag

  • Cambiar de dirección, saltar a la pata coja, saltar y girar en el aire sobre el eje longitudinal

  • Manejar, conducir y golpear la pelota con el pie

  • Lanzar objetos con precisión

  • Cooperar con un compañero

    Que se tiene que hacer como mínimo:

  • Dominar el desplazamiento a pie de todas las formas posibles

  • Saltar con una o dos piernas, en altura y en longitud

  • Giros sobre los diferentes ejes corporales

  • Pasar y recepcionar pelotas tanto en movimiento como estáticas

  • Manejo, golpeo y conducción de balones

  • Lanzar cosas de poco peso, pero con precisión

  • Cooperar con el compañero y oponerse al adversario

  • Escalar

  • Correr a ritmo lento durante 10 minutos

  • Correr en velocidad un máximo de 40 metros.

    Sin olvidar el marco teórico sobre el que se sustenta esta exposición, se han tenido en cuenta dos principios básicos: diversión y no-competición, en el sentido institucional del término. Para justificar éste último nada más clarificador y apropiado que el comentario de Tomas Merton: “… Lo que estoy diciendo es esto: el resultado de la puntuación no es lo que importa. La vida no tiene que ser considerada como un juego en el que se puntúa y alguien gana. Si estás demasiado obsesionado con el éxito, te olvidarás de vivir. Si sólo has aprendido a triunfar es probable que hayas malgastado tu vida”30


5. Modificaciones del juego

    Además de la planificación de las intervenciones con los niños, también hay que destacar las variaciones que pueden darse con la simple modificación del juego y sus circunstancias ambientales.

    En la mayoría de los juegos deportivos colectivos se dan diversas constantes: un balón, un terreno de juego delimitado, los goles o punto conseguidos, las reglas de juego, los compañeros y los adversarios. La manipulación de alguna de estas constantes nos servirá como forma gradual de aproximarnos al juego que pretendemos trabajar, en nuestro caso el fútbol. Así tenemos que en el caso de la reglamentación, su simple aplicación, de forma más o menos estricta implicará una mayor o menor limitación de la motricidad del niño31. Basta entonces con manipular la aplicación de la reglamentación para ir dirigiendo al niño a una especialización motriz cada vez más grande o lo que es lo mismo más adaptada al juego que está desarrollando. Estas modificaciones también se pueden producir en el balón, el terreno de juego, el sistema de puntuación, el número de compañeros y adversarios.


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