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Introducción a la psicología de las masas en el deporte

Universidad de Málaga
(España)

Antonio Hernández Mendo, Angustias Estrella Colomo
Pilar Gálvez Cordero e Irene Ortega Alcántara
mendo@uma.es

http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 6 - N° 31 - Febrero de 2001

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1. Psicología social vs psicología colectiva

    A partir del siglo XIX, los fenómenos de masa se han convertido en algo cotidiano: manifestaciones políticas o sindicales, conciertos de rock, partidos de fútbol, los espectadores de una corrida de toros, las personas que esperan en una estación la llegada de varios trenes, los asistentes a un mitin político o a un rito religioso, la gente que anda o pasea por la calle, los que intervienen en un linchamiento, la muchedumbre que huye ante una catástrofe natural, la gente que espera la apertura de unos almacenes que empiezan las rebajas, auténticas masas cogiendo el metro en las grandes ciudades en la hora punta, coches saliendo casi a la vez al comienzo de un puente, etc.

    El doble proceso de la industrialización y la concentración urbana efectuada en las sociedades modernas, ha suscitado la aparición de masas mucho más nutridas y compactas que las de la Antigüedad. Este hecho explica el interés de los científicos sociales por el estudio de los fenómenos de masa.

    Las disciplinas que se ocupan del estudio de las masas son la psicología social y la sociología. En algunas obras de consulta, se remite al término psicología colectiva y en otras ocasiones, a psicología social. Por ello, se ha considerado conveniente comenzar por una revisión del objeto de ambas disciplinas y comprobar si la psicología colectiva es realmente una disciplina independiente y autónoma, o simplemente, es otra forma para denominar a la psicología social.

    El estudio de las masas comenzó a finales del siglo XIX. El origen de este estudio no fue la curiosidad intelectual, sino el miedo que infundían las masas. Este miedo fue consecuencia natural de los acontecimientos históricos, sociales, políticos y económicos de los dos siglos anteriores. Desde el siglo XVIII, se estaba produciendo un aumento demográfico, consecuencia de la revolución industrial. Grandes masas de personas se trasladaban desde el mundo rural hasta las grandes ciudades, donde podían encontrar empleo debido al gran número de mano de obra que necesitaba la industria. Las clases bajas comenzaban a entrar en la historia, cosa que no habían hecho antes. Sin embargo, estas clases bajas vivían en una situación muy precaria. Esta situación se refleja magistralmente en grandes obras literarias de la época como Germinal de Emile Zola, publicada en 1885 o en Los miserables de Víctor Hugo, publicada en 1863. De ahí que el período comprendido entre la Revolución Francesa en 1789 y la I Guerra Mundial de1914, se caracterizase por un gran número de huelgas y rebeliones en los principales países europeos, que alcanzaron su punto culminante en la Revolución Rusa de 1917.

    Fernández Christlieb (1994) añade también, como causa de la aparición de la psicología de las masas, la melancolía existente en el contexto anímico de la sociedad, como muestra esta cita de Le Bon (1895), padre de la psicología colectiva:

     “La época actual constituye uno de esos momentos críticos en que el pensamiento de los hombres está en vías de transformarse. Dos factores fundamentales constituyen la base de esta transformación. El primero es la destrucción de las creencias religiosas, políticas y sociales, de donde derivan los elementos de nuestra civilización. El segundo, la creación de condiciones de existencia y de pensamiento enteramente nuevas, a consecuencia de los modernos descubrimientos de la ciencia y de la industria.”

    El miedo que infunden las masas es la causa principal de la aparición de la psicología colectiva. Los primeros estudiosos de las masas pertenecen a los estratos más altos de la sociedad que veían en las masas una amenaza, por ser irracionales y peligrosas. Las masas constituyen una amenaza para la esfera pública de la sociedad, una esfera bien ordenada y reglamentada en lo que se refiere a su organización. Las masas no están interesadas en el cumplimiento de las normas puesto que siguen otra lógica extraña al racionalismo público, de manera que en última instancia las masas amenazan el control ejercido por la esfera pública.

    De ahí que los primeros estudios de psicología colectiva se hayan producido en Francia y en Italia, países que habían sufrido dos magnicidios (Sadi Carnot y el Rey Humberto) y motines anarquistas. Tampoco resulta extraño que los primeros interesados en las masas hayan sido criminólogos, como Sighele (La Foule Criminalle, 1892), perteneciente a la escuela criminológica italiana. Este autor había observado que las personas en los fenómenos de masas se comportan de un modo diferente a como lo harían aisladamente. Esto significa que las masas presentan fenómenos nuevos no explicables por el mero comportamiento individual y afirma que el estado moderno es la continuación de las hordas primitivas y salvajes: “la masa es un terreno donde el microbio del mal se desarrolla muy fácilmente, mientras que el microbio del bien muere casi siempre”.

    A esto hay que añadir, el surgimiento de la psicología y de las ciencias sociales durante la segunda mitad del siglo XIX. Dada la necesidad de analizar las nuevas estructuras y conductas interpersonales, va a surgir una nueva disciplina, la psicología social, pero precisamente como psicología de masas.

    Suele considerarse a Le Bon como el padre de la psicología colectiva. Le Bon escribió su obra pensando en las multitudes de la Revolución Francesa y las de la Tercera República Francesa y, al leer su obra se deduce que no las admiraba, como se ve en algunos fragmentos: “El hombre de la turba exhibe la violencia y la ferocidad de los seres primitivos.” “La multitud es siempre intelectualmente inferior al individuo aislado”. “El hombre que aparece en una multitud agitada es voluble, crédulo e intolerante”. Los seres primitivos eran para Le Bon las mujeres, los niños, los salvajes y las clases inferiores. Estas formas inferiores de vida, en opinión de Le Bon, manifestaron regularmente la emotividad y la irracionalidad antes que el hombre civilizado, a la hora de formar parte de una multitud. Además, la raza también puede ser un factor de irracionalidad:

     “Entre los caracteres especiales de las muchedumbres hay muchos... que se observan igualmente en los seres que pertenecen a formas inferiores de evolución, tales como la mujer, el salvaje y el niño... Las muchedumbres son femeninas, a veces; pero las más femeninas de todas, son las muchedumbres latinas".

    Le Bon llegó hasta el extremo de formular una teoría neurológica de la multitud y de las mentes primitivas a las que se parecía y creía que todos ellos operaban “bajo la influencia de la médula espinal”. Estos aspectos de la teoría de Le Bon han sido muy criticados por otros autores, Freud, por ejemplo, en su libro Psicología de las masas, escrita en 1921. Sin embargo, Le Bon fue uno de los pioneros en el estudio de las masas que supo establecer el problema fundamental de la conducta de las masas, problema en el que han coincidido muchos de los autores que le han seguido: ¿Por qué las personas, que forman parte de una multitud, se comportan como no se comportarían en circunstancias más comunes y corrientes? ¿Por qué la violencia, el egoísmo, la locura y la extravagancia, en general, aparecen en la multitud?

    Para Le Bon, desde el momento en que los hombres viven y actúan en grupos, es decir, constituyen una masa, surgen fuerzas y fenómenos que configuran un alma colectiva, que obedece a sus propias leyes y que no puede ser descrita a partir de las propiedades de los individuos que la componen. Esta masa psicológica forma un solo ser y está sometida a la ley de la unidad mental de las masas. No es la mera proximidad física la que determina la formación de una masa psicológica; sino la formación de un alma colectiva que provoca en el individuo la desaparición de su personalidad consciente y el predominio de su parte inconsciente. Además, a través de la sugestión y del contagio, consigue la orientación de los sentimientos y de las ideas en un mismo sentido, así como la tendencia a transformar de manera inmediata en actos las ideas sugeridas. El individuo dentro de una masa deja de ser él mismo, pierde su identidad, convirtiéndose en un autómata, cuya voluntad es incapaz de ejercer dominio alguno. Por el simple hecho de formar parte de una masa, afirmaba Le Bon que “el hombre desciende varios peldaños en la escala de la civilización”. Toda su inteligencia, su educación, sus conocimientos, quedan relegados y dominados por los instintos: feroz, violento, sin trabas, el individuo se aproxima a los seres primitivos y se convierte en una presa fácil de palabras e imágenes que le arrastran a comportamientos y sentimientos de auténtica barbarie.

    El efecto más relevante que presenta una masa psicológica sobre sus miembros es que, con independencia de los individuos que forman parte de ella y de las características que posean, por el mero hecho de haberse transformado en una masa se ven provistos de una especie de alma colectiva que les induce a sentir, pensar y comportarse de un modo totalmente diferente a como lo harían por separado cada uno de los individuos. Aunque Le Bon estaba convencido de que, intelectualmente, es siempre inferior a los individuos aislados, admitía que, al considerar los sentimientos y los actos, las masas podían ser mejores o peores que aquéllos, pues todo dependía de cómo se las sugestionara. También podían ser altruistas, entusiastas, heroicas, generosas, entregadas a nobles causas; su impulsividad, su potencial instintivo dependían del modo en que fueran dirigidas.

    Hay que tener en cuenta que las ideas de Le Bon no eran originales. Le Bon tomó prestados la mayor parte de sus argumentos sin citar su origen, de autores alemanes que compartían el enfoque de la Psicología de los pueblos (Lazarus, Steinthal, Wundt), del pensamiento criminológico y psicosocial contemporáneo desarrollado en Italia (Cattaneo, Lombroso, Rossi, Sighele), de las tesis nacionalistas de otros pensadores franceses de su época (Gobineau, Renan, Tarde), e incluso de médicos como Pasteur y Koch (de ellos tomó la idea de contagio).

    De hecho, Sighele (1898) acusó públicamente a Le Bon de plagio:

     “Un sabio francés, Gustave Le Bon, que tiene la osadía de copiar sin citar las ideas de otro, cuando debería contentarse con sus ideas personales llenas de originalidad y equilibrio. [...] Le Bon, en el trabajo que hemos citado, repite casi todas las observaciones que yo he hecho sobre la psicofisiología de la masa sin indicar la fuente. Esto me satisface porque, cuando se toman las ideas de otros para apropiárselas, eso quiere decir que se las encuentra justas. No se toma más que lo que gusta."

    En resumen, la psicología de las masas representa el primer momento de una psicología colectiva a la que en general se le puede fechar su fundación a finales del siglo XIX. Según Giner (1979), la psicología de masas es importante por tres razones diferentes:

     “Primero, destaca como el primer esfuerzo por aplicar las herramientas y los conceptos de la ciencia social al escurridizo campo de la conducta colectiva; segundo, tuvo una influencia decisiva sobre las nociones y actitudes de una generación entera de filósofos sociales cuya obra alcanzó su estadio de madurez después de la I Guerra Mundial; tercero, algunos de esos científicos sociales o “psicólogos de las turbas”-como se vinieron en llamar- hallaron un vasto público de clase media, de modo que la perspectiva de la sociedad masa, entonces naciente, dejó de quedar restringida a un reducido número de personas.”

    A partir de estas dos teorías, se comenzó a investigar el tema del comportamiento colectivo, destacando en este ámbito Tarde (1903), Freud (1921), McDougall (1920) y Allport (1924). Sin embargo es un hecho que la conducta de las multitudes no ha constituido uno de los temas principales de la psicología social durante muchos años. Ovejero (1993) apunta tres causas de este desinterés en el estudio de los fenómenos de masas:

  1. La individualización de la psicología social y su consiguiente aislamiento de lo social.

  2. El predominio de los métodos empíricos y, sobre todo, experimentales en psicología social, lo que hizo sumamente difícil el estudio de lo colectivo, ya que las masas no se prestan bien a ese tipo de estudios.

  3. Las masas suelen estar compuestas por personas de clase baja, personas que nunca interesaron demasiado a los psicólogos.

    Brown (1954) señala como una de las causas del decaimiento en el estudio del comportamiento de las masas, que la psicología social se apartó de la discusión y se dirigió al empirismo experimental y además, señala en su libro algunos intentos realizados entre 1930 y 1950 de adaptar los métodos empíricos de la psicología al estudio de las masas.

  1. Meier, Mennenga y Stoltz (1941) trataron de estudiar qué clase de personas están dispuestas a participar en la acción de una masa. Se realizo un experimento con todo realismo, se informó de un secuestro a diversos estudiantes, diciéndoles que hacía un instante se acababan de recibir las noticias en la oficina de un periódico local. Los despachos periodísticos hablaban de que una masa de trescientas mil personas estaba asaltando la cárcel local. Cuando la agitación de los estudiantes llegó a su punto álgido, se les entregaron cuestionarios y se les pidió que indicasen cuál sería la clase de acción que estarían dispuestas a emprender. En estas circunstancias, sólo los estudiantes menos inteligentes dijeron estar dispuestos a participar en la masa. ¿Es verdad que cuando se forma una verdadera turba, sólo los menos inteligentes están dispuestos a formar parte de la misma? No se puede asegurar. Las masas reales no responden a falsas noticias periodísticas y no se detienen, cuando están más excitados, para llenar cuestionarios.

  2. Frenc (1944) intentó comparar la conducta de grupos organizados y de grupos desorganizados en una situación provocadora de miedo. Los grupos desorganizados estaban constituidos por estudiantes de Harvard que no se conocían antes, y los grupos organizados estaban formados por individuos que pertenecían a equipos deportivos y a clubes de Harvard. El grupo experimental trabajó durante cerca de una hora esforzándose por resolver algunos problemas intelectuales y de destreza motora. Luego, el experimentador les entregó los cuestionarios y salió de la habitación. La cerradura de la puerta había sido manipulada de manera que se trabase automáticamente al cerrar la puerta. Sólo por fuera se podría abrir. Unos cuantos minutos después, un técnico puso a funcionar un aparato productor de humo, que unos cuantos segundos más tarde, comenzó a entrar por debajo de la puerta de la habitación experimental. Cuando ya había alcanzado considerable densidad se hizo sonar, en una parte alejada del edificio, una sirena de incendios. Las reacciones a todo este inventivo montaje fueron decepcionantemente tranquilas. En un grupo un hombre dijo: “Huelo a humo, ¿habrá un incendio?”, pero otro le respondió despreocupadamente: “Probablemente quieren estimar nuestras reacciones psicológicas”. En un segundo grupo, el primer hombre que advirtió el humo le pegó un empujón a la puerta, ésta cedió fácilmente y derribó el aparato productor de humo.

    Aunque las manipulaciones experimentales y las escalas de estimación no se adaptan fácilmente al estudio de la conducta colectiva no por eso es necesario renunciar a todo empirismo. Quedan otros métodos de análisis, como por ejemplo, la observación, el análisis de contenido, el análisis del discurso, etc.; llevados a cabo por distintos especialistas, el antropólogo, el clínico, el sociólogo o el psicólogo. El estudio de las masas ha de ser realizado de forma multidisciplinar.

    La psicología colectiva nace cuando se reconoce que los fenómenos colectivos pueden y deben ser objeto de la ciencia. Y empezó su andadura con unos rasgos que no la abandonaron hasta hoy, rasgos que resume Moscovici (1986) en:

  1. Las leyes psicológicas que rigen las masas no son las mismas que las que rigen a los individuos.

  2. Las multitudes son manifestaciones patológicas de la naturaleza humana

    Milgram y Toch en su libro Collective behavior. Crowds and social movements (1909) justifican la necesidad del estudio del comportamiento colectivo y de la conducta de las masas y aportan las siguientes causas:

  1. Por una cierta fidelidad a la tradición histórica. De hecho, los manuales de McDougall y Ross se ocupaban del tema. Es más, la propia psicología social, como ya hemos dicho, nació en Europa como psicología colectiva.

  2. El estudio de la conducta colectiva puede ampliar nuestra comprensión de la conducta humana y proporcionarnos nuevos datos que nos hagan entender mejor los límites y constricciones de la conducta humana.

  3. El estudio de estos temas también nos puede mostrar cómo las multitudes y los movimientos sociales reestructuran la sociedad, a veces rápidamente, de tal forma que en ocasiones pueden actuar como vehículos del cambio social.

  4. Sin embargo, apenas existe una faceta significativa de la conducta social que no reciba una expresión extrema en un episodio de la conducta colectiva. Podrá decirse que la conducta colectiva es la expresión exagerada de la conducta social, como ocurre en el caso de los linchamientos con respecto a los prejuicios.

  5. El estudio de la conducta colectiva ayuda a anclar la psicología social a un tipo de problemas importantes y nos previene contra el uso exclusivo en psicología social de técnicas muy concretas y precisas. De hecho, el estudio de las multitudes sirve como correctivo y contrapeso a la psicología social tradicional, que, excesivamente individualista y psicologista, ha dejado de interesarse por los fenómenos típicamente sociales.

  6. No existe en psicología social una tarea más demandada que explicar las bases de la estabilidad en el mundo social cotidiano. La psicología colectiva ayuda a entenderlo, pues puede cumplir la misma misión que la neurosis en la comprensión de la personalidad: como un punto de desviación a partir de la cual pueden explicarse la rutina y las funciones normales.

  7. Ninguna otra disciplina se ajusta mejor al tratamiento científico de la conducta colectiva que la psicología social. Únicamente la psicología social, con sus conceptos puente entre la psicología y la sociología define su campo de tal manera que coloca el estudio de la conducta colectiva en el centro de la disciplina.

    Se puede considerar que la psicología colectiva es uno de los principales pilares de la psicología social. Sin embargo, si se atiene a la definición de psicología social, rama de la psicología que estudia cómo el entorno social influye directa o indirectamente en la conducta y comportamiento de los individuos, se hace necesario, establecer una rama de esta disciplina que se encargue de la comprensión de la conducta de las personas dentro de grandes grupos y a la relación de dicha conducta con la base biológica y el entorno cultural. La psicología social se ocupa de investigar que el individuo es influido por los estímulos sociales, al estar o no en presencia de otros y que, en la práctica, todo lo que un individuo experimenta está condicionado en mayor o menor grado por sus contactos sociales. En cuanto al objeto de la psicología colectiva, Ovejero (1993) establece que habrá que distinguir cuatro campos:

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