efdeportes.com

El modo lúdico y otros ingredientes (para pensar una didáctica del jugar)
Víctor Pavía

http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 5 - N° 25 - Setiembre de 2000

2 / 2

    Ese “modo lúdico” particular, justo es decirlo, se construye sobre la base de permiso y confianza; y es inversamente proporcional a las presiones externas sobre el resultado y la magnitud de “lo que está en juego”.


Permiso y confianza

    Resulta difícil que alguien pueda, siempre y en toda circunstancia, jugar por nosotros; emocionarse por nosotros. Por lo tanto el hecho de jugar conlleva la obligación de jugar-se y esta la de “exponerse”. Y si bien abundan los estudios que analizan la patología del juego como conducta adictiva7, es posible pensar que otra enfermedad oculta es justo la contraria: la imposibilidad de poder jugar. La imposibilidad de poder jugar en el sentido que se ha descripto aquí, con el aprovechamiento pleno de un modo lúdico. Dos son las probables causas que alimentan este supuesto: una, el “peso” de una exagerada y el valor excesivo que se le otorga a ganar (entendido como apropiación del resultado); otra, los obstáculos al libre vuelo de la fantasía y la imaginación. La primera tiene relación con el sostenimiento de lo agonístico como modelo hegemónico (deportivización del juego)8. La segunda tiene relación con el eficientismo didáctico y una excesiva utilización del juego para la enseñanza de contenidos “reales”. Lo primero lesiona la confianza en la medida que aumenta la desconfianza en el otro. Lo segundo socava el permiso para fantasear libremente. Si se utiliza permanentemente juegos sobrecargados de una “encantadora cuota de competencia” (como gustaba decir a un profesor amigo) más temprano que tarde se descubrirá que se abandona la idea del jugar como “situación arbitraria” (Elkonnin, 78:271) para convertirlo en una situación exageradamente arbitrada, en la que los jugadores pierden autoridad y autonomía.9 Y si se invita a los alumnos a realizar un juego didáctico en el contenido a trabajar sea, por ejemplo, los límites geográficos de la Argentina, este juego debería contemplar la posibilidad de fantasear - por eso decimos que es un juego - que la Argentina limita al Norte con Polonia, al este con México, al sur con un EEUU y al oeste con Zaire, imaginando influencias, encuentros, intercambios culturales, etc.

    Preservar el carácter arbitrario, irracional y fantasioso del modo lúdico (por sobre lo arbitrado, racional y realista) no significa una huida evasora hacia un mundo “infantilizado”. Tal vez signifique justo lo contrario en el sentido de potenciar actitudes transgresoras e imaginativas y, junto con ellas, reconstruir partes vitales de una actitud lúdica convenientemente adulta independiente de la edad.10 Esa actitud lúdica, entendida como la disposición de entrar y salir y construir y desarmar situaciones dominadas por un modo lúdico de comunicación, se construye, reitero, sobre la base del permiso y la confianza. Confianza vinculada a la necesidad ontológica de seguridad (Giddens, 84:86 y ss.) y a la íntima sensación de que nada terrible puede suceder ya que se trata, precisamente, de un juego; confianza en el resto de los jugadores y confianza en el que organiza y conduce. Y permiso para fantasear, para emocionarse inaugurando una zona de “irrealidad bien real”. Y si bien el permiso y la confianza dependen de condiciones personales singulares, las formas de intervención que utilice el organizador de un juego (sus gestos, actitudes, estímulos, voces) contribuyen a instalar un clima en el que se pueden ver aumentados o disminuidos los niveles de permiso y confianza. Esto es muy importante si tenemos en cuenta en no en todo juego se los jugadores logran jugar. Analizar el cómo tanto o más que el para qué, vuelve a plantearse sobre el final como la principal preocupación para una didáctica del jugar.

Neuquén. Marzo de 1999.


Notas

  1. “El juego ampliamente entendido (dice Munné, 80:112) es la forma genérica de la diversión”, aunque conviene señalar que si bien todo juego debería conservar el carácter recreativo, no todas las actividades recreativas adquieren la forma de juegos. El concepto de recreación es un poco más amplio en tanto se usa para expresar el sentido particular que el sujeto le otorga a un sinnúmero de actividades diversas, con las que busca experimentar emociones a partir de un quiebre en sus obligaciones rutinarias. Esta conceptualización nos permite hablar de una no-recreación, que no es ausencia de actividad, sino presencia de mecanismos alienantes en las actividades recreativas que se realizan”. (Pavía, Apendino, Gerlero, 92:47 y ss) Desde esta perspectiva el juego bien puede ser en algunas circunstancias no-recreativo o, para nosotros, directamente no-juego.

  2. Este apartado fue elaborado gracias a la generosa colaboración de la profesora María Elena Aguilar de la Escuela Superior de Idiomas. Universidad Nacional del Comahue.

  3. Lewandowski: Diccionario de Lingüística. Esto equivale a decir que no es un problema exclusivo de la palabra juego, aunque son las dificultades con esta palabra lo que nos interesa comentar aquí.

  4. La construcción histórica de esos significados y sus condicionamientos “relacionales” ha sido ya magistralmente señalada por colegas como V. Bracht, V. Pedraz o G. Brown, desde una postura social crítica con ecos de Bourdieu; su lectura puede ser esclarecedora para aquellos que desee profundizar en un tema particular que no constituye el eje de este articulo ni de mi trabajo presente.

  5. En sus estudios sobre el estado del arte de la producción latinoamericana, Rolando Zamora ha tenido la gentileza de ubicar nuestra producción en esa categoría (Zamora, 96:222)

  6. El “modo lúdico” define un fenómeno diferente al de paideia y ludus de Caillois; estas, al decir del autor, son “maneras de jugar” (Caillos, 58:76) que definen el “carácter” de un juego; el carácter predominante o distintivo es, para nosotros, un modo del modo.

  7. El juego patológico puede ser definido como “un fracaso crónico y progresivo en resistir los impulsos a jugar, y una conducta de juego que compromete, rompe o lesiona los objetivos personales, familiares o vocacionales. (Lesieur, 93:391) Prevalencia, características y tratamiento de los jugadores... En Psicología Conductual Vol. 1 N° 3 1993. Siglo XXI de España. Madrid. Pág. 391)

  8. Excesiva estructuración del espacio y del tiempo, imposibilidades reales de negociar la regla, sostenimiento de la idea “seria” de vencedores y vencidos, acumulación “seria” de los resultados apropiados, etc.)

  9. Ver Pavía y otros: Hándbol en una escuela de El Bolsón.

  10. Por un lado, el concepto de infantilización del juego nos remite a los trabajos críticos a cerca de la pedagogización de la niñez. Por el otro, pensar que el juego es sólo cosa de niños nos remite a uno de los errores más comunes de los adultos que se colocan al margen de la posibilidad de ensayar de vez en cuando un modo lúdico de comunicación.


Bigliografía

  • Borges, J. L (1936): Reflexiones a cerca del sentido de las palabras. En revista Por Nuestro Idioma. Año1 N° 4. Abr/Mar. 1936.También citada en Diario Pagina/12. Suplemento Radar Libros. 22/8/99

  • Bracht, V (1992): Educación Física y Aprendizaje Social. 1° edición en español. Córdoba. Editorial Vélez Sarsfield. 1996

  • Brown, G (1987): Qué tal si jugamos, nuevas experiencias de juegos cooperativos en educación popular. 3° edición. Caracas. Guarura Ediciones y Paz Presente.

  • Caillois, R (1958): Teoría de los Juegos. 1° edición en castellano. Barcelona. Seix Barral. 1958. Einsiedler, W (1991): Alegría del Juego, Seriedad del Juego, Juego y aprendizaje. En Autores varios: Homo Ludens, el hombre que juega N° 1. Compilación del Instituto para la Investigación y la Pedagogía del Juego". Salzburgo. Austria. Edición en castellano: Sede Sudamericana. Bs.As. 1996 Elias - Dunning (1986): Deporte y Ocio en el Proceso de Civilización. 1° edición en español. México. Fondo de Cultura Económica. 1992. Dickerson (1993): Aproximaciones alternativas a las mediciones de la prevalencia del juego patológico. En Psicología Conductual Vol. 1 N° 3. Madrid. Siglo XXI. 1993.

  • Elkonin, D (1978): Psicología del Juego. 1° edición en castellano. Madrid. Visor. 1980

  • Giddens, A (1984): La Constitución de la Sociedad. 1° ed. en español. Bs. As. Amorrortu. 1995. Huizinga, J (1938): Los límites del juego y de lo serio en la cultura. Universidad de Leyde. Conferencia. También citada por Caillois en Teorías de los Juegos.

  • Leiff - Brunelle (1972): La Verdadera Naturaleza del Juego. 1° edición en español. Bs. As. Kapeluz.

  • Lesieur (1993): Prevalencia, características y tratamiento de los jugadores... En Psicología Conductual Vol. 1 N° 3 1993. Siglo XXI de España. Madrid. 1993.

  • Max Neef, M (1993): Desarrollo a Escala Humana. Montevideo. Nordan - Comunidad.

  • Munné, F. (1980): Psicosociología del Tiempo Libre. México. Trillas

  • Pavía-Gerlero-Apendino (1992): Adolescencia, Grupo y Tiempo Libre. Humánitas. Bs.As. Pavía-Russo-Santanera-Trpin (1994): Poder jugar... aspectos de una negociación cotidiana. En Juegos que Vienen de Antes. Humánitas. Bs.As. 1994

  • Sutton Smith (1991): Crítica de las Teorías del Juego. En Autores varios: Homo Ludens, el hombre que juega N° 1. Compilación del Instituto para la Investigación y la Pedagogía del Juego". Salzburgo. Austria. Edición en castellano: Sede Sudamericana. Bs.As. 1996 Vygotski, L (1978): El Desarrollo de los Procesos Psicológicos Superiores. 1° edición en español. Barcelona. Crítica (Grupo Grijalbo). 1991

  • Zamora, R (1996): Marco Conceptual del Tiempo Libre. Guías de trabajo preparadas para el seminario homónimo. Maestría en Teorías y Políticas de la Recreación. Universidad Nacional del Comahue. Neuquén. Argentina. Inédito.


| Inicio |

Otros artículos sobre Juego

  www.efdeportes.com/
http://www.efdeportes.com/ · FreeFind
   

revista digital · Año 5 · N° 25 | Buenos Aires, setiembre de 2000  
© 1997-2000 Derechos reservados