efdeportes.com  

La metodología observacional en el deporte: conceptos básicos
María Teresa Anguera Argilaga, Ángel Blanco Villaseñor, JoséLuis Losada López y Antonio Hernández Mendo

http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 5 - N° 24 - Agosto de 2000

3 / 7

4.2. Requisitos idóneos encaminados a facilitar la buena marcha del procedimiento, y que actúan como importante garantía para no incurrir en carencias o errores metodológicos que darían lugar indefectiblemente a registros falseados. Esencialmente son los siguientes:

  1. Mantenimiento de la constancia intersesional: Con el fin de garantizar el máximo de homogeneidad entre las diferentes sesiones de observación es imprescindible que se haya elaborado una relación de los requisitos mínimos que permiten caracterizar el perfil de las sesiones de observación que se ajustan al objetivo propuesto. Los criterios pueden ser variados, siempre que resulten adecuados (días, lugar, hora, sujetos presentes, tiempo de actividad desempeñada, ausencia de interrupciones externas, etc.).

  2. Mantenimiento de la constancia intrasesional: Evento inesperado o circunstancia sobrevenida en el transcurso de una sesión de observación, que ocasiona a su vez una ruptura del curso de la acción (actividad o línea argumental de la sesión). Se plantea en este caso si se puede aprovechar, contando con el principio de economía de esfuerzo, el registro correspondiente a la parte de la sesión previa, adoptándose como criterio convencional positivo el hecho de que en ella se cumpla la totalidad de las condiciones de constancia intersesional.

  3. Tratamiento de las disrupciones temporales: Evento inesperado o circunstancia sobrevenida en el transcurso de una sesión de observación que ocasiona una interrupción de la sesión de observación, sin que se rompa el curso de la acción. Desde la época clásica de la metodología observacional se ha ido reduciendo convencionalmente el período de interrupción máximo permitido para poder proceder a una estimación de parámetros correspondiente a este período de inobservabilidad. Conviene aclarar que la inobservabilidad puede producirse esencialmente por dos motivos: por hallarse momentáneamente el sujeto observado fuera del campo de observación, y por causas técnicas (palabras imperceptibles, mala orientación de una cámara, etc.).

  4. Especificación de las unidades de conducta: Unidad de conducta es la mínima información capaz de ser identificada, denominada, y que posee significado propio. Es en muchas ocasiones complejo delimitar el tamaño de las unidades; para abordarlo partimos de un continuum o dimensión molar-molecular que juega un papel de suma importancia, y que intersecciona con otras polaridades, como la de émico (categorías significantes y funcionales) - ético (registro y codificación de los datos) y hasta con la de cualitativo-cuantitativo. Aquí se plantea el problema clave de la transducción y/o plasmación de la corriente del comportamiento al registro (Condon & Ogston, 1967). En efecto, ¿podríamos siempre garantizar que si efectuáramos una descripción de una ocurrencia de conducta, o episodio, o escena, y la sistematizamos y codificamos convenientemente (Izquierdo, 1986) para guardarla y almacenarla como una de las muchas sesiones que implique su seguimiento, podría ser decodificada y de nuevo “pasada a la acción” sin pérdida relevante de información, o, lo que es aún más importante, sin distorsión? Es decir, ¿existiría biunivocidad entre el proceso estudiado, con su secuencia de episodios y hechos, y el correspondiente registro? ¿Ofrecería más garantías un registro especialmente molar, o uno especialmente molecular?

  5. Temporalización: Elaboración de un plan o agenda relativo a la sucesión de actividades a desarrollar a lo largo del proceso: Fase exploratoria, planteamiento del diseño del estudio y plan de muestreo observacional, elaboración del instrumento de observación, registro y simultánea comprobación del control de calidad del dato, desarrollo analítico del diseño, interpretación de resultados y elaboración del informe.

  6. Identificación de la sesión de observación: Aparte de datos identificativos de fecha y hora, se incluirá información relativa a los cuatro niveles del contexto:

    1. Entorno físico (superficie, iluminación, mobiliario, etc.).

    2. Actividad realizada o conductas que se ejecutan.

    3. Nivel social relativo al/a los sujeto/s observado/s (con indicación de sujetos presentes no observados, y de su constancia o variabilidad en las distintas sesiones).

    4. Información de carácter institucional u organizativo.

4.3. Reducción del sesgo. Son muy diversos los sesgos y dificultades que acechan al observador, pudiéndose solventar en su práctica totalidad con una planificación adecuada y un correcto adiestramiento de los observadores. Con el fin de sistematizarlos (Anguera, 1988a, 1990) se presentan en diversos apartados:

  1. Desequilibrio entre los elementos aditivos de la relación funcional. Si en el proceso observacional sólo actuara la percepción (visual, auditiva, u otras) se correría el riesgo de pretender que un medio técnico de registro pudiera sustituir al observador humano, con lo cual el registro estaría compuesto de señales vacías de contenido. Es preciso que los datos resultantes del mecanismo representacional (informaciones percibidas) sean interpretados adecuadamente, de forma que se confiera un determinado sentido a lo percibido.

         La ecuación funcional de la observación es O=P+I+Cp-S, siendo O: observación, P: percepción, I: interpretación, Cp: conocimiento previo, y S: sesgos. Comentamos brevemente cada uno de los elementos:

        a.1. La percepción, que constituye el elemento básico de la observación, obliga a prever una serie de sesgos de considerable frecuencia, por lo que se hace preciso fijar las coordenadas espacio-temporales que faciliten la focalización del sujeto observado, utilizar medios técnicos que contribuyan a una mayor fineza en el uso de nuestros medios sensoriales, favorecer una adecuada selectividad de la atención del observador mediante una precisa delimitación del objetivo, tratar de evitar la distorsión producida por la selectividad de la memoria cuando medie un cierto lapso de tiempo entre una ocurrencia de conducta y su correspondiente registro, y suprimir efectos de centración, asimilación, contraste, halo y anclaje.

        a.2. La interpretación puede inducir a riesgos de falta de contextualización al asignar el significado a lo percibido, así como de proyección de la personalidad del observador respecto a lo observado. Cualquier radicalismo en la fragmentación del flujo de conducta en unidades moleculares o molares extremas también daría lugar a problemas de interpretación, así como una persistente tendencia nivelante o agudizante ante una gradación de categorías ordenadas.

        a.3. El conocimiento previo ocasiona problemas por defecto y por exceso. Por defecto, cuando la falta de una necesaria información que ilustre sobre las características de la(s) conducta(s) o situación dificulta su correcto registro o su categorización. Y por exceso, cuando nos basamos en una corriente científica a la que nos adscribimos ciegamente, lo que conlleva una falta de espíritu crítico que distorsiona el registro.

  2. Sesgos que amenazan sistemáticamente la observación, y que figuran en su ecuación funcional con signo negativo:

         b.1. La reactividad consiste en la alteración de la naturaleza espontánea de las conductas de los sujetos observados que se ocasiona precisamente cuando se aperciben de que están siendo observados. Son muchos los intentos llevados a cabo para evaluar la magnitud del problema, y son muchos los factores que influyen: Grado de participación del observador, características de los sujetos observados, naturaleza de la respuesta observada, longitud de la sesión, sistema de registro, etc.

        b.2. La reactividad recíproca tiene lugar cuando el sesgo de reactividad afecta también al observador, que se ve influenciado al saber que el sujeto observado no actúa espontáneamente por sentirse protagonista de la situación de observación. Implica, por supuesto, la no utilización del registro.

        b.3. La autorreactividad es la influencia que ejerce el autorregistro sobre la ocurrencia de conducta, y es el único caso en que debe valorarse la reactividad como efecto positivo.

        b.4. La expectancia surge en el observador en forma de previsiones y/o anticipaciones de conductas aún no observadas, tanto en base a un “conocimiento previo excesivo”, como por el deseo de obtención de determinados resultados, y en lo cual influyen las características personales del observador, motivación, impresiones subjetivas, conocimiento de los efectos de una modalidad de intervención, aparición de los primeros resultados, etc.

  3. Vulneración de la no interferencia del observador, que es la principal característica definitoria de la metodología observacional. Puede manifestarse incluso en una “preparación de la situación”, en la denominada observación de contextos semi-naturales, o incluso artificiales, que se halla en el límite entre la observación como método científico, o como mera técnica de recogida de información al servicio de otra metodología (selectiva o experimental), y en donde el elemento determinante es la existencia de espontaneidad y naturalidad -que varía a lo largo de un continuum- en la conducta del sujeto observado.

  4. Fallos de procedimiento, que pueden ser de carácter diverso, y que se refieren a distintas fases del proceso de observación: Ángulo de mira incorrecto, fallos de omisión y de comisión, planificación incorrecta del muestreo observacional, fallos de funcionamiento de medios técnicos, mala definición de las categorías, falta de sincronización entre los observadores de un equipo, etc.


Elaboración de instrumentos de observación: los sistemas de categorías y los formatos de campo

    La extraordinaria diversidad de situaciones susceptibles de ser sistemáticamente observadas en el ámbito de programación e investigación en el deporte y la actividad física obliga a prescindir de instrumentos estándar y, por el contrario, dedicar el tiempo necesario a prepararlo “ad hoc” en cada una de las actuaciones profesionales. Existe, como instrumento básico de la metodología observacional, el sistema de categorías, al que se ha incorporado posteriormente el formato de campo. El sistema de categorías es de mayor rango por su imprescindible soporte teórico, y se caracteriza esencialmente por ser un sistema cerrado, de codificación única, y no autorregulable, mientras que los formatos de campo constituyen un instrumento especialmente adecuado en situaciones de elevada complejidad y de falta de consistencia teórica, y sus rasgos básicos son los de sistema abierto, apto para codificaciones múltiples y altamente autorregulable.

5.1. Sistema de categorías. Se trata de una construcción del observador encaminada a disponer de una especie de receptáculos o moldes elaborados a partir de un componente empírico (realidad) y de un marco teórico, y a los que se asignarán las conductas registradas. No sólo debe estudiarse la individualidad de cada una de las categorías, sino que es fundamental además la estructura de conjunto que forma el sistema.

    El proceso es recurrente entre la realidad y el marco teórico. El punto de partida más recomendable es la elaboración del repertorio o lista de rasgos de conducta (realidad) de forma que cuente con presunción de exhaustividad, para lo cual se requerirán un buen número de sesiones de observación, y se fija alguna medida convencional consistente en el establecimiento de un número mínimo de sesiones (tres, cuatro, cinco, ...) sucesivas en las cuales no ocurra alguna nueva conducta distinta de las ya listadas. El paso siguiente consiste en proponer, a partir del marco conceptual, unos criterios que permitan realizar agrupaciones por afinidad entre los rasgos de conducta, y a las que se da una denominación provisional. A continuación, volviendo a la realidad, se efectúa el visionado de nuevas sesiones, a la vez que se trata de asignar las conductas que nos interesan de acuerdo con el objetivo a las agrupaciones provisionales realizadas. Éste es el momento en que, a la luz del marco teórico, se analiza y revisa si existe un adecuado grado de homogeneidad entre las conductas, procediéndose, según sea el caso, a desglosar alguna de las agrupaciones, o a modificar otras, etc., de forma que se preserve una diferenciación conceptual entre las categorías provisionales que se van fraguando, una posibilidad de asignación de todas las conductas de interés a alguna de tales categorías, y, además, que exista homogeneidad entre las conductas asignadas a estas categorías provisionales. Una vez realizadas estas modificaciones, de nuevo se procede a visionar nuevas sesiones, asignando las conductas a la nueva propuesta de categorías, y así se va repitiendo el proceso de forma iterativa hasta que el conjunto de las categorías configura un sistema exhaustivo dentro del área o situación observada y mutuamente excluyente en cada una de las dimensiones o niveles implicados.

    La exhaustividad se refiere a que cualquier comportamiento del ámbito considerado como objeto de estudio (que habrá sido seleccionado y muestreado del repertorio conductual del sujeto) puede asignarse a una de las categorías. Y la mutua exclusividad significa el no solapamiento de las categorías que componen un sistema, por lo que a cada comportamiento se le asignaría una y sólo una categoría. Sin embargo, y desde el punto de vista de los niveles que interesen, puede no ser posible -ni incluso conveniente en ocasiones-, ya que en muchas ocasiones interesa contemplar varios niveles de respuesta co-ocurrentes, por lo que se crearían categorías múltiples que abarquen todas las posibles combinaciones entre las iniciales.

    Las categorías tienen que definirse de forma que se contemplen todos sus matices, así como acompañarse de ejemplos y contraejemplos para que su especificación sea mayor.

    Dado que la elección de unas categorías u otras no es única en absoluto, sino que depende de quién las elabore, los sistemas de categorías relativos a una determinada situación o comportamientos serán equivalentes si durante el proceso de categorización se adoptan los mismos criterios, pero se trata de una equivalencia en su conjunto, no categoría por categoría, sino el conjunto formado por todos los núcleos categoriales.

    En consecuencia, tiene sentido la comparabilidad de dos o más sistemas de categorías, lo cual puede dar lugar a cuestiones interesantes (Anguera, 1996): Si el criterio taxonómico es el mismo, se podrían estudiar diferencias en la tipología de observadores independientes a los que simplemente se les hubiera pedido que elaboraran un sistema de categorías con determinado criterio. Pero si no existe criterio previamente fijado, y se categoriza una situación o conducta problema a partir de diversos criterios, registrándose simultáneamente con los respectivos sistemas de categorías, estamos planteando un diseño sincrónico, que tendrá un adecuado tratamiento a nivel de análisis de datos.

    El lento proceso de construcción de un sistema de categorías, que se va optimizando hasta que se adapta adecuadamente a la situación para la cual fue elaborado, puede dar lugar frecuentemente a la consideración de una falsa estabilidad, dado que su carácter de “instrumento acabado” es sólo relativo, puesto que, especialmente en estudios que se prolongan considerablemente a lo largo del tiempo, la propia evolución de las categorías estudiadas puede obligar a modificar el sistema, tanto si deben introducirse nuevas categorías, como si se trata de adecuar su definición.

    Consideremos un ejemplo de un sistema de categorías para el estudio de la acción motriz en el fútbol es el propuesto por Hernández Mendo, 1996.

PDPR: Posicionamiento Defensivo Organizado de Presión. El Posicionamiento Organizado de Presión es un asentamiento defensivo en el que al menos 4 jugadores ocupan las zonas ofensivas y ultraofensivas del espacio de juego que son las dos zonas más cercanas a la portería contraria.

PDIN: Posicionamiento Defensivo Organizado Intermedio. Este tipo de posicionamiento es un asentamiento defensivo en el que al menos ocho jugadores ocupan las dos zonas más próximas a su portería con un mínimo de dos jugadores en cada una de ellas.

PDCO: Posicionamiento Defensivo Organizado de Contención. Este tipo de posicionamiento es un asentamiento defensivo en el que al menos ocho jugadores del equipo sin posesión del balón se encuentran ocupando la zona.

DECI: Defensa Circunstancial. Este tipo de posicionamiento defensivo se produce cuando el equipo no poseedor del balón (defensor), dispone de menos de 8 jugadores situados entre éste y la portería, en el momento en que el equipo rival manifiesta una posesión del balón.

RDZU: Recuperación directa en zona ultraofensiva. El adueñarse de la posesión del balón se produce de forma directa (por anticipación por corte o carga o bien por un error del equipo contrario) en la zona ultraofensiva (o zona de finalización ofensiva) que es la más cercana a la portería contraria.

RDZO: Recuperación directa en zona ofensiva. El adueñarse de la posesión del balón se produce de forma directa (por anticipación por corte o carga o bien por un error del equipo contrario) en la zona ofensiva (o zona de canalización ofensiva) que es la zona del centro del campo.

RDZD: Recuperación directa en zona defensiva. El adueñarse de la posesión del balón se produce de forma directa (por anticipación por corte o carga o bien por un error del equipo contrario) en la zona defensiva (o zona de iniciación ofensiva) que es la zona más próxima a la portería propia del equipo observado.

RIZU: Recuperación indirecta en zona ultraofensiva. El adueñarse de la posesión del balón se produce de forma indirecta (como consecuencia de una incidencia reglamentaria) en la zona ultraofensiva (o zona de finalización ofensiva) que es la más cercana a la portería contraria.

RIZO: Recuperación indirecta en zona ofensiva. El adueñarse de la posesión del balón se produce de forma indirecta (como consecuencia de una decisión arbitral) en la zona ofensiva (o zona de canalización ofensiva) que es la zona del centro del campo.

RIZD: Recuperación indirecta en zona defensiva. El adueñarse de la posesión del balón se produce de forma indirecta (como consecuencia de una decisión arbitral) en la zona defensiva (o zona de iniciación ofensiva) que es la zona más próxima a la portería propia del equipo observado.

PDZU: Pérdida directa en zona ultraofensiva. La pérdida de la posesión del balón se produce de forma directa (por anticipación por corte o carga del equipo contrario o bien por un error del equipo observado) en la zona ultraofensiva (o zona de finalización ofensiva) que es la más cercana a la portería contraria.

PDZO: Pérdida directa en zona ofensiva. La pérdida de la posesión del balón se produce de forma directa (por anticipación por corte o carga del equipo adversario o bien por un error del equipo observado) en la zona ofensiva (o zona de canalización ofensiva) que es la zona del centro del campo.

PDZD: Pérdida directa en zona defensiva. La pérdida de la posesión del balón se produce de forma directa (por anticipación por corte o carga del equipo contrario o bien por un error del equipo observado) en la zona defensiva (o zona de iniciación ofensiva) que es la zona más próxima a la portería propia del equipo observado.

PIZU: Pérdida indirecta en zona ultraofensiva. La pérdida del dominio del balón se produce de forma indirecta (como consecuencia de una incidencia reglamentaria) en la zona ultraofensiva (o zona de finalización ofensiva) que es la más cercana a la portería contraria.

PIZO: Pérdida indirecta en zona ofensiva. La pérdida de la posesión del balón se produce de forma indirecta (como consecuencia de una decisión arbitral) en la zona ofensiva (o zona de canalización ofensiva) que es la zona del centro del campo.

PIZD: Pérdida indirecta en zona defensiva. La pérdida del dominio del balón se produce de forma indirecta (como consecuencia de una decisión arbitral) en la zona defensiva (o zona de iniciación ofensiva) que es la zona más próxima a la portería propia del equipo observado.

Lecturas: Educación Física y Deportes · http://www.efdeportes.com · Año 5 · Nº 24   sigue Ü