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Las piruetas gráficas de Claude Serré: fantasía y humor negro para el cuerpo agredido

Universidad de Valladolid
Editor de Idioma y deporte.

Jesús Castañón Rodríguez
info@idiomaydeporte.com
(España)

Resumen:
    Este artículo analiza las técnicas empleadas por el humorista gráfico francés Claude Serré en su producción de tema deportivo. Describe sus recursos de lenguaje no verbal para provocar la sonrisa y mover a la reflexión. Comenta el juego intelectual de visión en rayos x, dinamismo explosivo de cuerpos y fantasía negra que aplica el autor al lenguaje gráfico siguiendo técnicas propias del lenguaje verbal: mezclas conceptuales, exageraciones, combinación de relaciones lógicas y absurdas, disparates, situaciones fantásticas... También incluye referencias a tramas donde aparecen aspectos deportivos generales y 19 disciplinas específicas, con especial interés por atletismo, halterofilia, fútbol y boxeo.
Palabras clave: Ciencias del deporte. Lenguaje y jerga. Humor y sátira. Tiras cómicas.

http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 5 - N° 24 - Agosto de 2000


     El humorismo ha sido considerado, tradicionalmente, una modalidad de comunicación de aristas amables, un medio para hacer reír y sentir alegremente o una vacuna racional contra las pasiones. Pero también, un juego intelectual para superar la hostilidad, el escepticismo y la desesperanza o una sonrisa de la desilusión.

     El caso del parisino Claude Serré supera todos los límites convencionales hasta convertir el humor gráfico en un deporte de la inteligencia, basado en asociaciones de ideas, que compite por llegar más lejos, más alto y más fuerte en la búsqueda de lo insólito.


Visión en rayos x y dinamismo explosivo de los cuerpos
    Este humorista gráfico francés ha contado con una variada producción en distintas publicaciones, entre las que destacan las revistas Planète, Plexus, Bizarre, Pardon, Hara-kiri y Pariscope.

     Su obra de tema deportivo está formada por tramas finamente elaboradas en las que ha dado continuidad a su caricatura de la muerte, ya practicada en otros títulos como Humor negro & hombres de blanco y El automóvil. Pero lleva hasta altas cotas de calidad sus piruetas conceptuales de visión en rayos x y de dinamismo explosivo de los cuerpos: reventones de músculos, vísceras desparramadas, esqueletos en acción, masas deformes, desarrollos imposibles de los huesos...

    Sus técnicas favoritas pasan por entremezclar combinaciones de dibujo fantástico de cuerpos agredidos, exageraciones del dolor, caricaturas de la muerte y la descontextualización de lenguajes gráficos (señales, iconos, rótulos...) hasta alcanzar resultados novedosos.

    Su producción gráfica abarca 2 aspectos generales y 19 disciplinas deportivas específicas, con un especial interés por atletismo, halterofilia, fútbol y boxeo.


Podios de fantasía y esqueletos en acción
    Entre los primeros cabe destacar la creación de podios fantásticos: atletas de sillónball (espectadores en zapatillas sentados en el sillón ante el televisor), fajos de billetes que imitan los tres escalones del podio y deportistas exhaustos que se mantienen en pie si han recibido una medalla, pero que se desploman en cuanto tienen que afrontar el peso de una copa.

    Para la visión de rayos x destaca el dibujo de situaciones insólitas: el esqueleto que desarrolla un bíceps óseo en el húmero y el esqueleto que toma posición, acoplado a unos tacos de salida, para una carrera de relevos.


Deportes específicos
    Las exageraciones, la combinación de relaciones lógicas y absurdas y la descontextualización de lenguajes gráficos son los principales mecanismos empleados para retratar el atletismo en diversas variantes: carreras, lanzamientos de jabalina, pértiga, disco y peso y saltos de altura y pértiga.

     Así, los corredores son presentados como un icono dentro de una señal de peligro para el tráfico junto a un estadio de atletismo; los velocistas hacen estallar sus cuerpos en el muro situado al final de la pista; y los corredores aristócratas compiten en las carreras transportados en una silla de manos por sus mayordomos. Los lanzadores de jabalina se presentan como autosuficientes para solventar dolores de muelas al atar la pieza dental a un extremo de la jabalina; los lanzadores de peso afrontan la ejecución de lanzamientos de guisantes de lata y de cargados pesos o disputan un singular encuentro de tenis con el que pasar al otro lado de la red todos los pesos posibles; los lanzadores de disco mandan lejísimos los excrementos de animales. Los saltadores de pértiga encuentran en su carrera de impulso el letrero "atención vigile su marcha" o chocan contra el techo de su casa dejando un reguero de sangre hasta desplomarse sobre la colchoneta. Y los saltadores de altura superan el listón con la ayuda de una explosión producida junto a la zona de batida.

     El baloncesto sirve de cancha para las exageraciones y el dibujo fantástico, con partidos en los que el árbitro obliga a los equipos a jugar con gamuzas en los pies para no rayar el suelo de parquet, con jugadores miopes que lanzan tiros libres a una canasta dotada de un gran embudo para no fallar y con jugadores eficaces que introducen medio cuerpo en el aro para no errar en los mates.

     El boxeo es uno de los ámbitos favoritos para la visión descarnada y explosiva de los cuerpos agredidos, con boxeadores que intercambian golpes entre reventones de cabezas y torsos y cuadriláteros convertidos en una casquería de vísceras y sangre que penden de las cuerdas que lo delimitan. Pero también tiene su lado insólito con el púgil que llega al vestuario tras un combate y ve en la puerta el letrero "entre sin golpear" o con aquel segundo que cuida a su pupilo medio grogui en el rincón y le abofetea para que reaccione.

     Las situaciones inesperadas impregnan el ciclismo, gracias al engarce imposible, al estilo de dos anillos, de las ruedas traseras de las bicicletas de dos ciclistas.

     La visión desgarrada también aparece en el culturismo con el retrato de deportistas a los que se les arruga y deforma la cara, al hacer figuras con sus enormes masas de músculos, y a los que se les revienta la masa muscular al marcar el bíceps. Además pueden ser ámbito amable con la situación fantástica por la que al marcar el bíceps, les sale un cerebro en el lugar correspondiente al músculo.

     Tiene su continuidad la visión de cuerpos agredidos en la esgrima gracias al retrato de un espadista que corta en dos en su cabeza con el filo de la espada al presentar el arma.

     Un tono más optimista aparece en el esquí de fondo, donde su practicante es retratado con sus esquís y bastones en combinación con una asociación inesperada: una escafandra y un buzo como resto de la vestimenta.

     El esquí acuático da lugar a situaciones de fantasía en el choque de un practicante de este deporte contra un árbol, surgido en mitad del lago.

     Para el fútbol, Claude Serre recurre a la combinación de relaciones lógicas y absurdas, a exageraciones y a situaciones de fantasía. Recrea a los hombres prehistóricos jugando al fútbol con una piedra y en la que un dolmen hace de meta y destaca al espectador de fútbol televisado repantigado en el sillón orejero, con un vaso de bebida en la mano y los pies estirados sobre una almohadilla en la que reposan sus zapatillas de andar por casa con tacos de aluminio (al estilo de las botas de los futbolistas). Y sobre todo, retrata los miedos del guardameta: el pánico a la entrada de un balón gigante que le aplaste contra la red de la portería; el terror que le hace atrincherarse a ras de suelo y levantar una bandera blanca de rendición; la desolación al saltar al campo con un equipo de jugadores amanerados; la agresión a su cara con un lanzamiento de balón que le revienta en la cabeza.

     La gimnasia combina relaciones absurdas y lógicas gracias a dibujos de fantasía: las increíbles evoluciones de un gimnasta en barras paralelas que tras hacer numerosas figuras, las barras forman una equis y sus brazos un torbellino de giros; y el potro con arcos que toma vida y convierte al gimnasta en un improvisado vaquero que imita los gestos de un rodeo.

     Las situaciones de fantasía son los mecanismos habituales para provocar la sonrisa en halterofilia: el hombre pequeño que no llega con los pies al suelo una vez que coge las pesas para proceder a levantarlas; el atleta que se hunde con las pesas antes de hacer la arrancada; el levantador que hace equilibrios con las pesas en la cuerda floja de un circo; el atleta que se eleva hacia el cielo con las pesas como un globo, como si no existiera la fuerza de la gravedad; el hombre que se ahoga y levanta los brazos en la dársena de un puerto de mar, al que lanzan dos pesas; el ganador de una competición que es manteado por sus colegas, con pesas y todo, con gran euforia; y el deportista que en plena forma acude a comprar material a una tienda y hace bajar al dependiente, un hombre mayor y débil, gran parte de las existencias.

     La lucha libre da lugar a exageraciones: un árbitro que presenta a los dos combatientes de una pugna de lucha libre en la que el ganador no se proclama con gesto recio sino con gesto amanerado; el luchador mal aseado que derrota al contrario por desmayo ante su falta de higiene y que hace sufrir al árbitro cuando le tiene que levantar el brazo para proclamarle campeón del combate; y los luchadores que, en la ejecución de sus llaves, acaban hechos un amasijo deforme de músculos ante la mirada atónita del árbitro.

     La exageración del dolor y la desesperación también están presentes en el montañismo, con una situación imposible donde un alpinista que, tras escalar con esfuerzo la cumbre y ver en la cima la bandera de otro país que ha llegado antes, aprovecha el cordino de escalar para ahorcarse colgado del cielo.

     La natación combina asociaciones inesperadas entre el deporte y la religión: Jesucristo corre por una calle de la piscina en una competición de natación (a partir de una modificación de discurso repetido sobre su capacidad para andar sobre las aguas) o realiza una pirueta en el salto de trampolín en la que introduce sus manos en los huecos dejados por los clavos en sus pies crucificados.

     La combinación de relaciones lógicas y absurdas genera una gran trama de patinaje sobre hielo: el aparatoso resbalón de un patinador que acaba de pasar con la afilada cuchilla del patín sobre una cáscara de plátano.

     Las situaciones de fantasía invaden el rugby con una melée tumultuosa donde, ante el asombro del árbitro, en vez de salir el balón, surgen varias prendas de ropa íntima femenina.

     El tenis acoge mezclas de relaciones lógicas y absurdas gracias a un mayordomo que hace un servicio: saca el tenis con postura engolada, porta una bandeja para servir la pelota y se ayuda con una servilleta en el antebrazo para hacerlo con elegancia.

     Este tipo de mecanismo es todavía más exagerado en el tenis de mesa, en una excepcional trama donde dos deportistas, con sendos matamoscas a modo de raquetas, intentan deshacerse de una mosca en una mesa de pimpón imitando los gestos técnicos de este deporte.

     Finalmente, el tiro con arco se convierte en un ámbito para la agresión de los cuerpos, con una mujer que, tras tensar el arco, lanza su seno reventado en vez de una flecha y con un hombre que al acceder a la pista de competición le cae encima la flecha que marca la zona de acceso a la misma.


Epílogo
    En resumen, Claude Serré ha aunado los lenguajes universales del deporte y del dibujo con un carácter polideportivo que centra su interés en los deportes olímpicos. Su gran aportación no está en atender al lado amable o insólito de los lances técnicos de cada disciplina. Reside en llevar al mundo de la sonrisa podios insólitos, aplicables a la competición de la vida, y una nueva visión de fantasía negra que recrea cuerpos agredidos -sobre todo, en boxeo, culturismo y esgrima- o es capaz de retratar disparatadamente los miedos.


Referencias bibliográficas


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