El fútbol mexicano al
final de una época

Hector Zavala
hezavala@shcp.gob.mx
(México)

Licenciado en Economía.
Ha publicado artículos en diarios y revistas nacionales.

http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 5 - N° 23 - Julio 2000

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"Porque los hombres somos, de hecho, siervos de nuestras creaciones."
Joseph Conrad

    La transición de un siglo a otro ha suscitado un reiterado intento de individuos y grupos sociales por hacer recuentos y balances; todo mundo quiere conocer si los avances de la humanidad fueron más significativos que los retrocesos y tratar de identificar la esencia del siglo que culmina. Algunos escritores y ensayistas emprenden esas reflexiones en muchas de las facetas de la vida cultural y del pensamiento humano, así como de los aspectos políticos y sociales.

    Luis Villoro1 menciona diversos aspectos que caracterizan a esta transición como un cambio de época y señala algunos elementos que permiten suponer la crisis de la modernidad, iniciada en el renacimiento y continuada en la Ilustración y los siglos siguientes hasta el actual. Dicha crisis afecta a las ideas de sujeto y razón, que caracterizan a la época moderna. Se cuestiona cada vez más, a la idea del progreso indefinido y la evolución tecnológica por la depredación ecológica que propiciaron; asimismo se ha testimoniado el derrumbe de la idea de transformar la sociedad mediante la planificación racional, que inhibe al ciudadano y lo sujeta a burocracias tecnocráticas.

    El autor señala que “el desencanto de la modernidad aparece en las sociedades desarrolladas, que lograron un nivel de industrialización, tecnificación y productividad gracias a ese proceso”. Respecto a países como el nuestro, precisa que “entran en la modernidad justamente cuando los otros empiezan a no creer en ella”; este desfase ofrece ventajas para renovar el concepto de la modernidad conforme a una nueva época y sin asumir los costos ya conocidos.

    En la cultura popular el balompié tiene una muy especial relevancia, por ello no es ajeno a ese fenómeno de búsqueda de certidumbre y de futuro. Es preciso analizar los cambios en la estructura del fútbol nacional, pero también a la luz de lo que sucede en nuestro entorno geográfico. Se debe tener presente que el fútbol es el deporte más popular en México. Es una pasión que lo mismo hace imaginar, que adquiere matices de dramatismo y a menudo de desencanto, sin olvidar que tiene un arraigo que rebasa al presente siglo, en el transcurso del cual también ha evolucionado.


Lo que el viento se llevó

    A México, al igual que muchos de los países que son intensamente futboleros como Alemania, España, Argentina, Brasil, el arribo del fútbol se dio en el transcurso de la segunda mitad del siglo XIX, coincidiendo con la gran expansión del comercio y las inversiones del Imperio Británico. Por otra parte, es muy curioso que Estados Unidos el antecedente más lejano de la práctica de algo semejante al fútbol se remonta a los inicios del siglo pasado, mucho antes que en los países del sur; algún estudioso lo señala como otro aspecto del excepcionalismo norteamericano2 . Empero, hacia finales de 1869 se llevó a cabo el que se ha considerado el primer juego intercolegial de fútbol entre la Universidad de Rutgers y la de Princeton, que albergaban a los estudiantes de elite más receptivos de las costumbres británicas. Cabe recordar que al otro lado del océano, por esa época, en la Gran Bretaña se definían las reglas para el fútbol y se diferenciaba del rugby.

    Lo excepcional consiste en que no obstante el arraigo de la práctica del balompié entre algunos grupos de norteamericanos, el fútbol no se difundió ni se desarrolló como práctica nacional, tal como sucedió en la mayor parte del mundo. Algunos autores3 han analizado las causas que llevaron a los universitarios norteamericanos de aquellos años a preferir el rugby, aún más a modificarlo, para hacerlo congruente con las preferencias de los jóvenes de ese tiempo y crear al fútbol americano. Así, este deporte nace como una intención más de crear un estilo de vida propio. En ello se agrega al béisbol y al basketbol.

    En norteamérica el fútbol asociación se circunscribió a algunas regiones y como práctica característica de algunas comunidades, por lo que algunos medios le atribuyeron una cierta identidad étnica. En realidad se abrió un gran paréntesis en el desarrollo del fútbol de ese país. Su organización persistió en el nivel de aficionados y en ligas regionales. En el transcurso del presente siglo se realizan varios intentos para crear una liga de primera división, pero sin mucho éxito. No es sino hasta los años noventa que se vuelve a crear una liga profesional. Como en las experiencias anteriores, los conjuntos se integran con un buen número de jugadores extranjeros, pero asimismo, ya se incorpora a un grupo creciente de jóvenes preparados en las canchas de las universidades de ese país.

    A diferencia de las experiencias mencionadas, la liga actual de fútbol en Estados Unidos se organizó integralmente para manejar todos los aspectos relacionados, incluidos los contratos con las televisoras y se establecieron mecanismos para favorecer el desarrollo a futuro de ese deporte. La generación de recursos humanos calificados para el fútbol recibirá el tratamiento que corresponde a su importancia; con ese fin se posibilitará el financiamiento de instalaciones para preparar a los jóvenes que consoliden la base de sustentación del fútbol en ese país. Al parecer los Estados Unidos han decidido ocupar un lugar entre las naciones que viven la pasión del fútbol, el deporte verdaderamente de alcance mundial.


Que verde era mi valle

    En el ámbito nacional la historia futbolera es larga y llena de vicisitudes. Subsiste una gran interrogante: ¿realmente dónde estamos? Ha transcurrido ya un siglo de fútbol en nuestro país. Los testimonios en sepia de las hazañas realizadas por los pioneros de los equipos como el España, Asturias, Atlante, Necaxa, América, enriquecen el anecdotario y dan cuerpo a la historia del fútbol de nuestro país. La llegada del profesionalismo en los cuarenta y la incorporación de equipos como el Veracruz, León, Irapuato, Monterrey y especialmente los de Jalisco como el Guadalajara, el Atlas y el Oro, le dieron a la competición un verdadero carácter nacional.

    En las primeras décadas del siglo la rivalidad entre los equipos identificados con la colonia española y los de esencia más popular, alimentó la épica de las canchas y constituyó al fútbol en un elemento más del imaginario de lo esencialmente mexicano. Posteriormente, en los cincuenta, la confrontación futbolística fue entre los equipos de la capital y los de provincia, especialmente los de Jalisco, Para entonces ya empezaba a sobresalir el Guadalajara, que llegaba al umbral de la mitología futbolera nacional. Ese conjunto con un fútbol de toque elegante y eficaz, habría de recrear las hazañas de aquél equipo de los Once Hermanos, que décadas atrás, integrado con varios jugadores jalisciences y con la camiseta del Necaxa, desplegara la esencia del fútbol de carácter nacional en aquellos viejos estadios de madera.

    El fútbol mexicano ha cambiado al paso de los años. La organización indecisa del amateurismo evolucionó hasta la actual corporativización; pasando por el periodo del mecenazgo, caracterizado por una estabilidad financiera y organizativa endeble en los equipos. Las tácticas de juego también muestran cambios sustantivos, ya que de un enfoque esencialmente ofensivo, en la actualidad se cuida mucho el aspecto defensivo, aunque con una pretensión de hacer un fútbol más multifuncional. La vinculación de la televisión y las telecomunicaciones al fútbol marcó uno de los aspectos de cambio más relevantes para convertirlo en espectáculo de masas y posibilitar su aparición en el ámbito mundial. Asimismo, el espectáculo futbolístico aumentó su importancia económica.

    El cambio en el fútbol nacional se acompaña de un constante renacer de las alegrías e ilusiones, pero también de intensas decepciones, en el sentir de sus aficionados. Después de un siglo de victorias y derrotas en nuestro fútbol, para que alcance el nivel de potencia mundial hay todavía asignaturas pendientes. Los resultados cuantitativos de los equipos más destacados, en el periodo 1924-1996, reflejan una paradójica modernización con menor eficiencia de nuestro fútbol4 . De un máximo de 84.8% de eficiencia promedio en el periodo 1924-1930, nuestro fútbol organizado se ubica en un promedio de 68.3% de eficiencia en el primer lustro de la presente década.

    Las razones de esa menor eficiencia en nuestro balompié se encuentran en la estructura misma de la organización y en los esquemas tácticos que han desarrollado los entrenadores. Especialmente importante ha sido la inexistencia, en los equipos mexicanos, de la organización que les posibilite la formación de recursos humanos, en la cantidad y dotados de la calidad que requiere un fútbol que debe salir a competir a canchas internacionales en todos los niveles. Ello además, encarece a los jugadores de calidad y estimula la importación de equiperos extranjeros para ocupar puestos importantes en los equipos.

     La estructura de los torneos mexicanos, adoptada desde los setenta, divididos en grupos y con una fase de calificación y otra liguilla final, propicia la práctica de un fútbol mediocre, así como la irregularidad en los equipos. Por si fuera poco, en épocas recientes se ha dificultado aún más la posibilidad de planear el desarrollo futuro del fútbol, debido a la injerencia de intereses comerciales muy poderosos, los cuales no necesariamente coinciden con los del deporte.


¿El ómnibus perdido?

    En este fin de siglo, en el que las sociedades han quedado unidas por las comunicaciones y la perspectiva de todas las actividades se confronta con el ámbito internacional, el fútbol no podía ser menos. Los cambios en las bases económicas y de organización del fútbol mexicano y en el mundial, obligan a los interesados, dirigentes, medios y aficionados, a reflexionar con amplitud de criterio para vislumbrar las perspectivas del fútbol mexicano para convertirse en un protagonista en el ámbito mundial. Un siglo de historia otorga la oportunidad de conocer las debilidades estructurales por resolver con cara hacia el futuro, así como las posibilidades.

    En nuestro mismo ámbito geográfico y por ello muy relevante, Estados Unidos se embarca en la búsqueda del tiempo perdido. Ese país emprende un proyecto futbolístico propio con la mirada puesta en un futuro cercano, podrá aprovechar los avances técnicos y seleccionar los que convenga adoptar; paradójicamente, el desfase en el tiempo y en el desarrollo, le permiten asimismo, percibir los defectos de organización o de concepción técnica que han afectado al crecimiento del fútbol en muchos países como el nuestro.

Lecturas: Educación Física y Deportes · http://www.efdeportes.com · Año 5 · Nº 23   sigue Ü