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Motricidad y coordinación en niños con Síndrome de 

Down: procesos esenciales para su inclusión social

Motor skills and Coordination in children with Down Syndrome: Essential processes to their social inclusion

 

*Universidad Central del Ecuador. Docente Auxiliar Tiempo Completo

de la Carrera de Psicología Educativa y Orientación de la Facultad

de Filosofía, Letras y Ciencias de la Educación

**Universidad Central del Ecuador. Docente Titular Auxiliar

Tiempo Completo de la Facultad de Cultura Física

(Ecuador)

MSc. Yasmín Adriana Cevallos Mejía*

yacevallos@uce.edu.ec

MSc. Diego Fernando Pino Vinuesa**

dfpino@uce.edu.ec

MSc. Eduardo Arturo Aguirre Obando**

eaaguirre@uce.edu.ec

MSc. Ximena Patricia León Quinapallo**

xpleon@uce.edu.ec

MSc. Lilia del Rosario Lara Chalá**

lrlara@uce.edu.ec

 

 

 

 

Resumen

          En el presente artículo dando continuidad a la idea de poder contribuir al proceso de inclusión social de los niños con Síndrome de Down, desde una perspectiva más humana y desarrolladora, intentamos tener un acercamiento a dos procesos interrelacionados, esenciales para su inclusión: la Motricidad y la Coordinación, vistos estos desde la óptica de la intervención centrada en las potencialidades y oportunidades que ofrece la estimulación del repertorio físico-motriz y coordinativo que está presente en cada niño independiente a su condición. Por ello, se establece como objetivo de la investigación ofrecer orientaciones precisas que pueden ser valoradas por el profesional de la Cultura Física, para favorecer la inclusión social de los niños con Síndrome de Down. Basado en un estudio de búsqueda y aproximación lógica y científica sobre las teorías existente, se conforma un grupo de importantes orientaciones, que a nuestro juicio pueden ser consideradas como alternativas viables a ser valoradas por el profesional de la Cultura Física que labore con estos alumnos para favorecer su inclusión social. Destaca en este estudio las indicaciones relacionadas con la planificación y elementos a tener en cuenta en las cuatro etapas conducentes a estimular el desarrollo motriz-coordinativo en los niños con Síndrome de Down, con especial énfasis en sus potencialidades.

          Palabras clave: Motricidad, Coordinación, Síndrome de Down, Inclusión Social.

 

Abstract

          In this article giving continuity to the idea to be able to contribute to the process of social inclusion of children with Down syndrome, from a perspective more human and developer, we try to have an approach to two interrelated processes essential for inclusion: motor skills and coordination, seen from the perspective of intervention focused on the potential and opportunities offered by the stimulation of the physical-motor and coordination repertoire that is present in each independent child to his condition. Therefore, it is established as an research objective to provide precise guidelines that can be valued by Physical Culture professional, to favor the social inclusion of children with Down Syndrome. Based on a study of search and logical and scientific approach on existing theories, conforms a group of important guidelines, which, in our view, may be considered as viable alternatives to be evaluated by a professional of physical culture who work with these students to encourage their social inclusion. Highlights in this study the indications related to planning and elements to be considered in four stages leading to encourage motor development - coordinative in children with Down Syndrome, with special emphasis on their potential.

          Keywords: Coordination. Mobility. Social inclusion. Down Syndrome.

 

Recepción: 14/02/2017 - Aceptación: 18/06/2017

 

1ª Revisión: 28/05/2017 - 2ª Revisión: 15/06/2017

 

 
Lecturas: Educación Física y Deportes, Revista Digital. Buenos Aires - Año 22 - Nº 229 - Junio de 2017. http://www.efdeportes.com/

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Introducción

    El Síndrome de Down (SD), se identifica en 1886 por John Langdon Down, médico inglés, que dado sus aportes es reconocido a nivel mundial como el “padre del síndrome”. En 1959, el médico francés Jérôme Lejeune, lo define como una enfermedad cromosómica. Posteriormente con el avance científico-tecnológico se logra explicar que se trata esencialmente de un trastorno genético causado por la presencia de una copia extra del cromosoma 21 (o una parte del mismo), en vez de los dos habituales, por ello se denomina también trisomía del par 21.

    Según NDSS - National Down Syndrome Society (2012), este material genético adicional altera el curso del desarrollo del niño provocando la presentación de rasgos asociados con el síndrome. Dentro de estos se describen tanto los físicos, cognitivos, como los psicológicos, los cuales se pueden agrupar en bajo tono muscular, baja estatura, inclinación hacia arriba de los ojos, presencia de un solo pliegue profundo en el centro de la palma de la mano, lentitud motriz, dificultades en la motricidad, la coordinación, la orientación témporo-espacial, fallos sensoriales y perceptivos, tanto visuales, auditivos o táctiles, además de un determinado nivel de comprometimiento cognitivo, sin embargo, se enfatiza que cada persona con Síndrome de Down es un individuo único y puede poseer estas características en grados diferentes o no.

    Al respecto la literatura especializada señala que existen tres tipos de Síndrome de Down, los cuales se clasifican en: Trisomía Simple, entendido por la aparición de un cromosoma más en el par 21, o sea 3 cromosomas. Se da cuenta que estos ocupan el 95 % de los casos, mientras que el segundo tipo se denomina Translocación, en esta variante el cromosoma 21 extra, o una porción del mismo, se encuentra “pegado” a otro cromosoma y representa la otra causa más frecuente de aparición de material genético, alcanzando alrededor de un 3 %y el tercer tipo se denomina Mosaicismo, refiriéndose a una mutación que se produce tras la concepción, por lo que la trisomía solo está en aquella célula cuya estirpe procede de la primera célula mutada. Esta variante se encuentra en torno al 2 % de los casos. (Pellestor, 2004; Corretger, Serés, Casaldáliga & Trias, 2005).

    Un gran paso de avance en las investigaciones relacionadas con el Síndrome de Down, lo constituyen los aportes realizados en el año 2000, por parte de un equipo internacional de científicos que lograron identificar y catalogara cada uno de los aproximadamente 329 genes en el cromosoma 21.

    Es importante considerar que según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la incidencia estimada de Síndrome de Down es 1 de cada 1,100 nacimientos vivos en todo el mundo. Apuntándose que cada año de 3,000 a 5,000 niños nacen con ese trastorno cromosómico. (World Health Organization, 2017).

    En Ecuador se informa por la Misión Manuela Espejo (2012), la existencia de 7457 personas con Síndrome de Down, de las cuales 3597 (48,24%) son mujeres y 3860 (51,76%) hombres, siendo Manabí, Sucumbíos y Santo Domingo, las provincias con mayores casos con Síndrome de Down. La tasa de prevalencia en el país es de 0.06 por cada 100 habitantes y el mayor porcentaje de personas con el Síndrome de Down se encuentran en edades por debajo de los 25 años (CONADIS, 2014).

    Atendiendo a lo destacado y reflexionando sobre la necesidad de lograr un mejor proceso de inclusión social de estas personas, se requiere profundizar en varios aspectos de interés, siendo preciso valorar la interrelación que se da entre motricidad y coordinación, como procesos esenciales para su inclusión y desempeño social.

    En correspondencia con lo planteado y dada las características de la población ecuatoriana con presencia de Síndrome de Down, se requiere ahondar en este tema, precisamente para poder potenciar un nivel superior de su desarrollo motor y cognitivo, encontrando en la actividad física, deportiva y recreativa la vía para incentivar el progreso motriz- coordinativo en los niños con Síndrome de Down. Por ello, se establece como objetivo de la investigación ofrecer orientaciones precisas que pueden ser valoradas por el profesional de la Cultura Física, para favorecer la inclusión social de los niños con Síndrome de Down.

Motricidad y coordinación en el niño con Síndrome de Down

    Se parte de considerar que entre el desarrollo del área motora y el coordinativo existe una estrecha interrelación la cual se evalúa a través de dos dimensiones: el área psicomotora gruesa y el área psicomotora fina, en función de ello implican las habilidades motrices, las cuales se denominan:

    Profundizando en este concepto, Berruezo en (1995) define: “Se refiere al control fino, al proceso de refinamiento del control de la motricidad gruesa, indica que se desarrolla después de ésta y que es una destreza que resulta de la maduración del sistema neurológico”.

    Señala Frank & Esbensen (2014) que “el control de las destrezas motoras finas en el niño es un proceso de desarrollo y se toma como un acontecimiento importante para evaluar su edad de desarrollo. Es por ello que las destrezas de la motricidad fina se desarrollan a través del tiempo, de la experiencia y del conocimiento y requieren inteligencia normal (de manera tal que se pueda planear y ejecutar una tarea), fuerza muscular, coordinación y sensibilidad normal”.

    Cada vez se tiene una mayor conciencia de que las habilidades motoras de un niño influyen sobre todos los aspectos de su desarrollo (Leonard & Hill, 2014; Lobo, Harbourne, Dusing & Westcott, 2013).

    “La coordinación al formar parte intrínseca de la habilidad motora, esta debe dirigirse a enseñar al niño en cómo utilizar su conducta motora para explorar los objetos, las personas, y los acontecimientos en situaciones sociales, porque éstos son procesos por los que transcurren el aprendizaje y la participación”. (Lobo, Harbourne, Dusing & Westcott, 2013).

    Se comparte con los anteriores autores en que, si tenemos en cuenta que la acción motriz se relaciona esencialmente con la coordinación de los músculos grandes y pequeños del cuerpo, entenderíamos su importancia y relación entre ambos procesos, debido a que estos proporcionan una forma de expresar destrezas en otras áreas.

    Las ideas anteriores nos hacen pensar que en los niños con Síndrome de Down, ambos procesos son esenciales ya que constituyen la base no sólo de su desarrollo cognoscitivo y del lenguaje, sino también del logro de habilidades fundamentales para su posible inclusión. Tengamos presente que un niño con habilidades motrices y coordinativas logradas o compensadas siempre será un niño con mejor desempeño y por tanto más apto para su inclusión social.

    Los niños con Síndrome de Down presentan problemas en el desarrollo tanto de la motricidad como de la coordinación, debido a las innumerables alteraciones que trae consigo este síndrome. Es por esto que ambos procesos se realizan de manera más lenta en lo que a consecución de los diferentes objetivos se refiere, reflejándose en respuestas más demoradas en el propio proceso de desarrollo, lo que conlleva al desfasaje de estos niños en comparación con otros que no presentan este trastorno y por consiguiente la necesidad de diversos apoyos y niveles de ayuda.

    En este orden Riquelme & Manzanal (2006), Contreras (2012), Andoya (2016), han destacado que el aspecto motor del niño con Síndrome de Down, se caracteriza en sentido general por un retraso en la consecución de los puntos de desarrollo de la motricidad gruesa, que aparecen durante el primer año de vida en niños sin patología, como son la adquisición de la bipedestación, sedestación, gateo, alcance, volteo y marcha. Se comparte en que aparecen, además, alteraciones en la motricidad fina, control motor visual, velocidad, fuerza muscular y equilibrio, tanto estático como dinámico, todo como producto de la presencia de la alteración cromosómica.

    Ello fue también remarcado por Santos & Bajo (2011), al señalar que “en cuanto a la motricidad gruesa, las adquisiciones de los niños con Síndrome de Down son un poco más lentas”, expresan además que este desarrollo está relacionado con el grado del tono muscular y la fuerza que tenga, así como a que a mayor fuerza mejor tono muscular y por lo tanto mayor rapidez en la adquisición de las habilidades motoras. Respecto a la motricidad fina explican que presentan dificultades en las tareas de coordinación visoperceptiva.

    Según lo planteado se coincide en que, tanto las habilidades gruesas como finas se desarrollan en estos niños de forma progresiva, pero a un paso desigual, no continuado, caracterizándose por progresos acelerados y en otras ocasiones por retrasos, que no deben interpretarse como falta de avance en el proceso sino como comportamientos normales que contribuyen decisivamente en el propio desarrollo del niño.

    Los estudios precedentes han demostrado que su desarrollo motor guarda mayor relación con su edad mental, lo que significa que pudieran compararse con niños más pequeños (Fidler, Hepburn & Rogers, 2006; Fidler, Hepburn, Mankin & Rogers, 2005). Precisamente por su retardo psicomotriz con frecuencia el desarrollo motor de los niños con Síndrome de Down, va retrasado en comparación con su edad cronológica (Pereira, Basso, Rodrigues, Da Silva & Tudella, 2013; Frank& Esbensen, 2015).

    En relación a ello, Barrios(2011),indica que: “El desarrollo y el trabajo psicomotor de un niño Síndrome de Down, suele alcanzar los distintos hitos del desarrollo psicomotriz de forma más tardía que los niños sin discapacidad. Esto se debe a la hipotonía que existe en la gran mayoría de los casos, provocando una menor capacidad para reconocimientos cenestésicos, táctiles, visuales “.

    Lo que ocurre es que generalmente al tener un nivel de comprometimiento cognitivo, seguido de un desarrollo motor lento, se presenta en ellos una marcha descoordinada con presencia de torpeza motriz generalizada y habilidades manuales muy limitadas en los primeros años.

    Dado lo anterior y teniendo en cuenta sus características físicas como son: la hipotonía, la laxitud ligamentosa y la disminución de la fuerza, en los primeros momentos de la vida se ven imposibilitados de hacer lo que cualquier otro niño sin este tipo de trastorno puede y desea realizar, dentro de estas habilidades se encuentran gatear, sentarse, caminar, explorar su entorno e interactuar con las personas que los rodean. Para poder lograrlo, tienen que desarrollar su coordinación con especial interés en su motricidad gruesa y posteriormente la motricidad fina.

    Como se ha podido apreciar, en este escenario, el factor coordinación cumple un rol fundamental, ya que de este depende la capacidad del niño para fortalecer tanto su motricidad fina como gruesa, poder ser capaz de ubicarse dentro de su espacio y en el mundo que lo rodea, tomar decisiones, así como de orientar sus movimientos, y escoger sus prioridades de acción, ampliando el número de actividades a realizar y como tal reduciendo significativamente sus limitaciones.

    En este sentido se entiende que un adecuado desarrollo coordinativo contribuirá a que los niños con Síndrome de Down, sean más independientes, sociables y puedan comprender cómo funciona su cuerpo. Siguiendo lo descrito y consonancia con los aportes de Contreras, López & Maqueira (2011), se deriva queconforme los niños con Síndrome de Down, van aprendiendo a descubrir y modificar su entorno, desarrollan su autoestima, lo cual constituyen un eslabón esencial en su proceso de inclusión social.

    Por supuesto convenimosen que para lograr una adecuada motricidad y coordinación en los niños con Síndrome de Down, lo primordial se basa en trabajar a partir de edades tempranas que permita obtener en edades más avanzadas, una mejora de estos indicadores, lo cual le será de mucha utilidad en las diferentes actividades de su vida diaria.Muy significativo resulta aquí atender la psicomotricidad del niño, de manera que pueda lograr a pesar de sus limitaciones y características, adquirir la sedestación, la prensión y la marcha, mediante la estimulación física, motriz y coordinativa, permitiendo su inclusión social en el menor tiempo posible.

    Garzón (2015) cita a Miedzinski (2010) y señala que: “El problema del desarrollo psicomotor de los niños con Síndrome de Down, depende directamente de la psicomotricidad, ya que esto repercute en el conocimiento del espacio, desencadenando alteraciones de coordinación, organización práctica, torpeza, alteraciones en el control postural y equilibrio. Resulta obvio, la importancia que para cualquier niño tiene el descubrimiento y desenvolvimiento espacio-temporal y la exploración motriz; de ahí la necesidad de una adecuada educación psicomotriz”.

    Lo explicado nos permite asumir que la presencia del Síndrome de Down, además de derivar serias dificultades cognitivas y psicomotrices, las cuales pueden ir desde un nivel leve, moderado, severo hasta llegar a un nivel profundo en su comprometimiento y desempeño, nos hace comprender que en estos niños al afectarse los aspectos motores, siendo los más característicos la marcada hipotonía muscular, laxitud de ligamentos, torpeza motora gruesa y fina, lentitud en las realizaciones motrices, dificultades en la coordinación óculo-manual y dinámica, y dificultades de equilibrio, requieren de mayores niveles de ayuda y de la interacción de varias áreas y especialidades para poder estimular el resto de sus analizadores y compensar sus déficit.

    En esta búsqueda de soluciones por lograr la compensación de las limitaciones existentes en el niño con Síndrome de Down y estimular todo su desarrollo, ocupa un lugar significativo la actividad física deportiva adaptada, ya que mediante su accionar se ofrece al niño diferentes niveles de ayuda que le permitirán compensar sus limitaciones y convertir estas en oportunidades.

    Existen beneficios de la práctica de las actividades físicas deportivas y recreativas en los niños con necesidades educativas especiales como vía para estimular su progreso e inclusión (Barrios, 2012; Tejero, Vaíllo & Rivas, 2012; Contreras, 2012; Andoya, 2016; (Maqueira, Sailema, Espinosa, Bayas & Gilbert, 2017).

    Valoramos que para lograr un buen desempeño físico, motriz y coordinativo que contribuya a potenciar el desarrollo en general del niño con Síndrome de Down se requiere tener en cuenta varios aspectos, además de organizar el proceso de intervención de manera gradual.

Orientaciones para estimular el desarrollo físico-motriz y coordinativo del niño con Síndrome de Down

    En relación a lo analizado se considera que para organizar el proceso de intervención desde la perspectiva de la actividad física deportiva y recreativa adaptada, que dé respuesta a la diversidad existente en los niños con Síndrome de Down, se debe tener en cuenta varios aspectos, dentro de estos la edad, el nivel de desempeño físico-motriz y coordinativo del niño, potencialidades existentes tanto biológicas como en el medio familiar y social, así como la presencia o no de otras patologías, entre otras cuestiones.

    Es importante no solo incidir sobre su desarrollo físico centrando este solamente en las habilidades que le permitan sentarse, caminar, saltar, correr; es necesario además unido a esto, atender sus aspectos emocionales-volitivos y su bienestar en general.

    De ahí que cada tarea o actividad a realizar debe encaminarse no solo al logro de objetivos concretos sino también ser agradable y aceptada por el niño. Se trata de intervenir a partir de su conducta, basándonos en las adaptaciones necesarias para lograr mejores resultados.

    Este proceso de intervención debe ser paulatino y progresivo, indicándose desde edades tempranas, considerando sus etapas evolutivas, sus gustos y motivaciones, así como las adaptaciones necesarias que dan paso al vencimiento de objetivos motrices y coordinativos y también al logro de un mejor desarrollo cognitivo y social, el cual será reevaluado de manera sistemática al finalizar cada etapa.

    Es por ello que debe planificarse su desarrollo en cuatro etapas, como se lo describe a continuación y se lo puede observar en el Gráfico 1:

    Etapa de Diagnóstico Integral de Oportunidades: El proceso de intervención debe concentrarse en el diagnóstico integral del caso o los casos a valorar. Es importante destacar que en este proceso de valoración y diagnóstico integral como su nombre lo expresa, se debe evaluar la mayor cantidad de áreas posibles, siendo muy necesario el estudio anannésico del caso, la valoración socio- familiar, así como los niveles de comprometimiento existentes tanto en el orden físico, psicológico como social y lo más importante aún, la valoración sobre las potencialidades, es decir, este proceso de diagnóstico debe centrarse más en las oportunidades y potencialidades que poseen los niños, que en sus limitaciones.

    Etapa de Iniciación Motriz-Coordinativa: Aquí resulta importante tener en cuenta tres aspectos esenciales:

    Es fundamental en esta etapa trabajar sobre la iniciación motriz-coordinativa ya que permitirá enseñar al niño desde lo más simple hasta lo más complejo en cuanto a motricidad y coordinación se refiere, en dependencia de sus potencialidades pero siempre buscando la estimulación de todas las áreas, tanto la cognitiva, la psicológica y la social.

    Esto implicaría dividir la intervención en dos momentos:

    Primer Momento: Desarrollo de la Motricidad Gruesa, aquí se busca estimular todo lo tocante a la motricidad gruesa como base para dar paso al desarrollo de la motricidad fina. En este momento es primordial el apoyo en las potencialidades del niño, incentivando las acciones que incidan en el desarrollo del control cefálico, el control del tronco que permita obtener el dominio de la sedestación, que ayude en la bipedestación y la posterior marcha, mediante ejercicios que mejoren el control de su cuerpo y sobre todo al desarrollo de sus músculos que son esenciales para que no tengan problemas de pies, columna, entre otras cosas y puedan tener un futuro lo más normal y saludable posible, así como las actividades relacionadas con el ambiente socio-familiar.

    Somos del criterio y se concuerda los estudios realizados por Down Syndrome Education International (2015) en lo concerniente a Moderna investigación educativa en el Síndrome de Down (III Parte) sobre el tema en relación a: Importa la intensidad de las intervenciones — ¿pero cuánto?, que es necesario explicar que en función del nivel de desempeño, que se vaya alcanzando las actividades prevista para este momento deberán tener un mayor o menor nivel de repetición, intensidad y adecuaciones.

    Segundo Momento: Desarrollo de la Motricidad Fina, este momento es vital en el proceso de iniciación motriz- coordinativo, ya que de él dependerá el nivel de perfeccionamiento de los movimientos y habilidades, los cuales son potenciadores del resto de los elementos que intervienen en el proceso de interacción y desenvolvimiento del niño. Especialmente aquí se busca el logro de habilidades más finas de las acciones motrices y coordinativas, actividades conjuntade lo perceptivo con las extremidades, más con los brazos y manos que con las piernas, implicando, además, un cierto grado de precisión en la ejecución de la conducta, que le permitan al niño pasar a un nivel superior de desempeño.

    Etapa de Perfeccionamiento Motriz-Coordinativo. El objetivo se centra en perfeccionar las habilidades y logros alcanzados para lo cual será conveniente el apoyo en actividades lúdicas, con el empleo de medios y tareas adecuadas a sus niveles de desempeño. Principalmente se deben realizar actividades conducentes a estimular la mayor implicación de todos los planos musculares, con énfasis en aquellos que permitan perfeccionar tanto la motricidad gruesa como fina y el desarrollo psicomotriz y cognitivo en general. El instrumento básico será la utilización de la actividad física mediante el juego. Deberán preverse diferentes tipos de juegos, como juegos tradicionales y multiculturales que forman parte de la cultura de la sociedad, juegos competitivos y cooperativos para desarrollar el espíritu de superación y el trabajo en grupo, juegos educativos para desarrollar diferentes funciones mentales como la comunicación, la atención y la memoria entre otras y juegos con las nuevas tecnologías que metódicamente utilizados ayudan en la consecución de elementos útiles en la práctica deportiva y terapéutica, como pueden ser la concentración, la destreza en la repetición de movimientos, así como la continuidad y prioridad de ejecución de los mismos.

    Etapa de Evaluación del Desempeño Motriz-Coordinativo. En esta se busca evaluar los resultados finales alcanzados, básicamente centrados en los aspectos cualitativos y en la repercusión que estos tienen para su desempeño motriz - coordinativo y por consiguiente en su proceso de inclusión social. Se trata de un proceso de evaluación continuo, dinámico y reflexivo, que permita una vez evaluado el desempeño alcanzado por el niño conocer si sus aptitudes se corresponden con el cumplimiento adecuado de los objetivos a alcanzar en cuanto al desarrollo motriz-coordinativo o requerirá de la reevaluación del proceso de intervención seguido, dicho proceso será fundamentado en las potencialidades y oportunidades a partir de las características individuales y de los niveles de competencias alcanzadas por el niño con Síndrome de Down.

Gráfico 1. Planificación de las Etapas del Proceso de Intervención Físico-Motriz-Coordinativo

Elaborado por los Autores

Conclusiones

    Como parte de este trabajo se asume que:

Bibliografía

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