El fútbol de la Argentina. Aproximaciones desde las ciencias sociales
(II). Entrevista a Eduardo Archetti

Julio David Frydenberg y Roberto Di Giano

http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 5 - N° 22 - Junio 2000

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    Julio: -En la medida en que hay una búsqueda aparece el desencanto. Es decir, buscás lo que no tenés, o lo que te dan en cuenta gotas. Entonces, aparece la desesperanza casi en la naturaleza del hinchismo, ese color trágico.

    Vos me podés decir que hay hinchas menos desencantados que otros: supongo que los de River son menos desencantados porque salieron muchas más veces campeones que los de Racing si uno lo mira exclusivamente desde el punto de vista de los números. Pero tal vez los de Racing tengan otra satisfacción. Probablemente el ir a la cancha y estar con el grupo con el que comparten la desesperanza, aunque se pierda, eso ya de por sí es una satisfacción.

    Roberto: -Precisamente con respecto a eso lo que a mí me asombró es que en varios partidos, durante los quince minutos del entretiempo, la hinchada de Racing gritara entusiastamente: "No me importa una mierda que el equipo gane o pierda". Ahora bien, las formas de percepción y evaluación tiene que cambiar el público como también cambian los periodistas y los jugadores. Es decir, que cuando Grillo dice "Bueno, pero la gente nos ovacionaba... la gente se iba contenta", y agrega: "pero después empezó a cambiar la cosa", más allá de lo mítico que puede haber en ésto, tienen que haber cambios reales.

    Sin ir más lejos, unos pibes de la hinchada de Racing, en la cancha de Huracán, se pararon en el paraavalanchas; ¿vos sabés que no miraban nada del partido? Racing jugaba muy mal, pero ellos decían "a gritar, a gritar, carajo". Y entonces uno de la tribuna le gritó: "eh! que estamos jugando como el culo... ¿por qué no te das vuelta y miras el partido?". Este tipo gritándole a la hinchada, resultaba ridículo. Y los que alentaban a cantar no miraban el partido por más que les dijeran "mirá lo que está haciendo Racing". ¡Era extraordinario!

    -Yo he seguido mucho la hinchada de San Lorenzo. La hinchada de San Lorenzo tiene esos tipos que no miran el partido. Pero tienen por función la de cantar y hacer cantar. Deciden qué canto se va a hacer en cada momento. Pero son una minoría. El resto de la gente ve el partido.

    También seguí a la hinchada de Platense algunos partidos y sucede lo mismo, tiene algunos que no ven -son los que hacen cantar- pero la mayoría ve. Yo creo que esta condición de hincha, en última instancia...

    Roberto: -¿Es un fenómeno relativamente nuevo, desde los años `60?

    -Según Amilcar Romero, si. No sé qué pasaba antes. Yo comencé a ver fútbol en Buenos Aires en el año 6l.


El hincha, el honor y la vergüenza

    Continuemos con el tema de la caracterización del hincha. Creo que en la condición del hincha hay algo que puede ser general, un estado general. Por ejemplo, tengo un estudiante mío que hizo un trabajo de campo -del cual tiene una tesis escrita- sobre Heart, el club escocés, de Edimburgo. Son de esos que prácticamente no ganaron nunca. Es una hinchada que viaja, toma trenes (viajaron a Europa cuando el Heart participó en la copa de la UEFA). Yo me acuerdo que lo que los hinchas dicen es que, en realidad, lo que está en juego es la lealtad. No hay estética. Si ganan, ganan, si pierden, pierden. Pero es como una especie de educación moral. Ellos dicen que así es como, a través de ese tipo de sociabilidad, la civilización pasaría por tener que demostrar lealtad a algo. Siempre, y en cualquier momento.

    Ahora, lo que es curioso, y el estudiante discute es ¿por qué el club? y ¿por qué no la mujer? por ejemplo. Es interesante! ¿Se puede ser infiel con la mujer? Si, se puede ser infiel, pero ¿por qué no al club?. Ah, no, porque el club es fundamental. ¿Por qué es fundamental? Al final llegás al problema de la identidad masculina, a la condición de hombre, que incluye el modelo de tener muchas mujeres, si se pudiera. O sea que finalmente todo termina en una elaboración sobre identidad masculina y él tiene un capítulo final donde realmente todo ésto es puesto en un discurso sobre el honor y la vergüenza. Cambiar de club es la vergüenza máxima que a un escocés se le puede ocurrir. Dejarían los amigos, no los podrían ver nunca más. Dicen: "Yo no podría volver al pub, nunca más si vuelvo y digo que me hice de otro club".

    Julio: -Cuando yo rastreo las fuentes, en las que hay muchas polémicas entre los clubes que a principios de siglo son pequeños -veinte socios más o menos-, ¿Sabés que lo que encuentro? Que está en juego el honor y la vergüenza; los jóvenes están aprendiendo cuáles son los límites éticos regidos por el honor y la vergüenza. Están probando: "Esto se puede, ésto no se puede". "Hasta acá si, hasta acá no".

    -Yo creo que ese es un discurso muy importante. Se acuerdan la tapa de El Gráfico luego del 5 a 0 contra Colombia. Con ese "VERGÜENZA" en negro, con la tapa negra. Esa noche yo salí después del partido, y nunca vi nada igual. Fue realmente catatónico. Realmente, no vi nada igual. Lo compensaron aplaudiendo a los colombianos y gritando "Maradona, Maradona". Después fuimos con un amigo por algunos barrios; no había nadie. Era como si la ciudad hubiera muerto. Percibí una gran depresión. La ciudad murió. O sea que el título era apropiado: "VERGÜENZA".

    Yo creo que ese 5 a 0 marca una etapa de máxima inseguridad del "fobal" nacional, y que es la que estamos viviendo ahora. ¿Cómo el equipo de Pasarella puede jugar como juega, con esa inseguridad profunda de no saber qué están haciendo? Es deprimente. Lo ves, y a los cinco minutos ya sabés que no hay esperanza.

    Roberto: -Es que después del "fracaso" de Basile, en los medios y en los aficionados hubo una demanda de mano fuerte.

    -Sí, Pasarella.

    Julio: -En realidad el requerimiento de una mano fuerte vino a raíz de la actuación de la selección en el mundial de EEUU y la efedrina de Maradona.

    -Pero ya venía del partido con Colombia. Fijate cómo actúa el imaginario. A mí no me cabe duda de que si nosotros juntamos once tipos y le jugamos a Australia, no sé si no le ganamos. Digamos que en Argentina, el miedo se instaló a partir de que jugamos mal con los colombianos. Se quedó, está instalado.

    Julio: -Lo que comentas del temor a los australianos se ha repetido muchas veces. ¿Te acordás del mundial del 82, del primer partido contra los belgas?. Menotti había armado un discurso sobre los belgas basado en mostrarlos como el cuco de Europa. Los jugadores entraron como si fuesen a jugar contra unos ingleses que inventaron el fútbol hace un año y perdimos l a 0 dando lástima, teniendo un plantel de estrellas.

    -No. Parece que lo que se repite es la cuestión de perder la noción del lugar que tenemos. El lugar que nos corresponde en el mundo, en el concierto de las naciones futbolísticas.

    Por supuesto que el lugar hay que ganarlo, pero lo tenés que estar recreando permanentemente. Nosotros llegamos al extremo de no saber si ellos son una máquina, si nos van a pasar por arriba.
Sucede que se han dado casos como el del mundial de Suecia, o el del mundial del `74, contra Holanda, que nos hizo un desastre.

    Roberto: -Tal vez todo ésto tenga que ver con nuestra identidad, o más bien con una identidad poco estructurada.

    -Algo que es cierto es el ese imaginario tradicional del fútbol argentino está en crisis desde hace mucho. Es decir, por un lado se sigue manteniendo, pero choca contra realidades como la que, por ejemplo, no producimos ya más dribbleadores. Ese imaginario no se puede reproducir sin dribbleadores.

    Julio: -Además de ser pocos, duran unos meses en primera porque se los llevan afuera.

    Roberto: -Pero yo, por ejemplo, después de tomar examen me quedé charlando con mis alumnos, con muchachos de l8 y l9 años, y ellos me decían lo mismo, ésto de que no había dribbleadores. Digamos, hay como una vuelta de tuerca en ésto. Parece haber consenso en que ya no se puede jugar más así.

    -¿Ya no se puede jugar "la nuestra"? En vez de producir nuevos "viejos cracks" hay que adaptar el estilo a la "realidad" existente. O sea el pragmatismo bilardista. En cambio en el caso de los uruguayos, si bien no logran armar grandes equipos, sus jugadores uruguayos son vistos en Europa como futbolistas que siempre te garantizan garra, gran pasión, coraje y disciplina. Aparece la modestia uruguaya. Grandes jugadores y modestos. El argentino ya esta marcado como el príncipe; es el aristócrata odiado por todos a causa de su arrogancia. El uruguayo da el tipo del pibe bueno, modesto en su estilo de jugar. O sea el problema de hoy parece ser algo que caracteriza a todos los argentinos, que es la soberbia.

    Yo tengo amigos míos en Noruega y para ellos el mejor jugador de fútbol que hay es Redondo porque lo ven con esa elegancia que tiene, pisando la pelota, levantando la cabeza, siendo grande, alto y rubio.

    Roberto: -Siguiendo con la temática del estilo. ¿Por qué se pierde un tipo de jugador como Juan José López o Madurga? Creo que tiene que ver con éste imaginario que cree que es bueno el que corre, entonces si un jugador técnico no corre es un vago. Siendo que en realidad él maneja todo sin correr, la aparente importancia de correr destruye a estos tipos.

    Julio: -Más que destruye, diría que los selecciona. No los deja progresar en la línea de la alta competencia. No es que no haya, sino que jamás van a llegar alto porque la selección la hace el técnico, y el técnico busca otra cosa. El otro día yo escuché a Humberto Grondona -el ayudante de campo de Miguel Angel López, hijo de Julio Grondona- y que curiosamente está en Independiente, donde se supone que los hinchas tenemos "paladar negro". Bueno, Humberto Grondona (a quien según leí, lo llaman "bilardito") dijo en una entrevista que "ya nadie pide jugadores que no corran... el jugador, por esencia, hoy es el que corre. El que pierde la pelota y mira de espaldas, no puede jugar en mi equipo". Esto en realidad se lo estaba diciendo a Garnero. El tiene esa concepción y es el que selecciona los jugadores que llegan a primera.

    Roberto: -Yo creo que eso hace que el jugador, a partir de ese imaginario cambiante, juegue de tal manera.

    -Bueno, en el fútbol profesional hay una cuestión de demanda y oferta: el jugador ofrece lo que le va a demandar el técnico.
Pero, por otro lado, se van a dar cuenta de que no va a haber más Europa para esos tipos. `¿Qué le vendemos nosotros? Y como no hay más material vendible, hay que empezar desde las divisiones inferiores a enseñarles técnica, hay que enseñarle técnica de nuevo. Ahora se están desesperando. En la década del 30 y gran parte del 40 Europa sólo compra insiders. Yo tengo una larga lista. Es impresionante, sólo se llevan la creatividad. Y después esos tipos juegan de centro delanteros. Por ejemplo, Maschio termina jugando de centro delantero. En realidad juegan de cualquier cosa, (Angelillo que juega en la selección nacional, juega como insider en la italiana) porque eran tipos de una técnica excepcional. Pensá en la técnica que tenía Di Stéfano además corría, tenía de todo.

    Retomando el tema del imaginario en crisis y las prácticas del juego, un partido que creo significó el momento de cambio fue el partido Argentina vs Brasil que vi en el último campeonato de América. Yo no vi ninguna selección argentina pegando más que ésta pegó en el primer tiempo contra los brasileños. Se vio a Astrada pegarle a Juninho estando afuera de la cancha. Se veía el instinto "asesino" que Pasarella les había inculcado. La "ideología" es que "los grones se achican; si utilizamos la técnica charrúa, los grones se achican". Me llamaron la atención las declaraciones que hizo Amaral después del partido, cuando explicó que desde que entró Simeone, se paso repitiéndole todo el partido algo así como: "¡negro hijo de puta, andá, volvé a la favela donde naciste!", "te voy a romper la pierna, te voy a mandar al hospital...". Y Amaral, entonces, hizo unas declaraciones bárbaras. Dijo: "si él supiera de dónde vengo... y todavía estoy vivo".


La foto es de revista Tres Puntos, Buenos Aires



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