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Repensando la detección y selección de talentos deportivos

Rethinking the detection and selection of sport talents

 

Faculdade de Desporto da Universidade do Porto

(Portugal)

Jorge Vargas

Manuel Loureiro

Lorenzo Laporta

José Afonso

jafonsovolei@hotmail.com

 

 

 

 

Resumen

          La detección y selección de talentos ha generado una gran preocupación e inversión, especialmente a las federaciones deportivas, en su deseo por lograr el reconocimiento mundial. A pesar de eso, aún existe el afán en proponer un enfoque unidimensional (características antropométricas) en el rendimiento. En el voleibol, la altura y la composición corporal marcan la diferencia en los equipos de éxito, pero la presencia del equipo femenino japonés pone en duda esa pretensión.

          Palabras clave: Detección y selección de talentos. Modelos multi-dimensionales. Nuevos paradigmas.

 

Abstract

          Talent detection and selection has generated great concern and investment, especially among sports federations, in their desire for achieving world recognition. Notwithstanding, there still is a too much one-dimensional focus, namely on anthropometric features. In volleyball, height and body composition usually stand out, but the presence of the Japanese Women’s Volleyball Team among the elite makes us question such assumptions.

          Keywords: Talent detection and selection. Multi-dimensional models. New paradigms.

 

Recepción: 19/04/2015 - Aceptación: 27/05/2015

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires - Año 20 - Nº 205 - Junio de 2015. http://www.efdeportes.com/

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Introducción

    Una significativa parte de los modelos de identificación de talentos tienen como vértice al rendimiento y/o éxito deportivo como criterio indiscutible para estipular los criterios de selección, basándose prioritariamente con fines económicos, de tiempo e inversión. Esta idea se origina del supuesto que el éxito deportivo en el alto rendimiento es el resultado de una formación a largo plazo, empezando en las etapas tempranas de desarrollo del atleta. Este modelo es fuertemente defendido, a causa de diversos análisis descriptivos retrospectivos del perfil de historia práctica de atletas de élite en distintos deportes, en la cual se revela grandes volúmenes de práctica en su vida, antes de llegar a la cúspide (Ericson et al., 1993; MacNamara et al., 2014). Es ahí donde nace la hipótesis de la práctica deliberada y la “regla de éxito” de los 10 años necesarios para desarrollar toda habilidad y experiencia suficiente para cumplir con los objetivos del deporte de alto rendimiento; el nivel de logro de cada atleta va depender de la cantidad de horas de práctica deliberada a diferencia de sus competidores, asumiendo calidad en la misma (Ericsson, 2009; Hayman et al., 2013; Platz et al., 2014; Huttermann et al. 2014).

Los modelos de detección y selección de talento

    Desde entonces, la práctica deliberada ha generado un sin número de estudios, las cuales a su vez han segado al mundo deportivo con sus resultados, no por cuenta propia sino por la algarabía del mismo. El tiempo y la práctica fue confirmando que, si bien es de suma importancia, no lo es tanto, como se argumentó en su momento (Hambrick et al., 2014b; Pankhurst & Collins, 2013; Walker et al., 2010). Todo nace desde la duda por resolver la cuestión: ¿se nace o se hace “talentoso”?; desde esta perspectiva, si la “práctica deliberada” es suficiente para conseguir atletas de excelencia, ésta debería ayudar a disminuir la variabilidad interindividual de los mismos; o todo lo contrario, aumentarla si es que la excelencia tiene orígenes natos, cuestiones que apenas tuvieron poca significancia al momento de ser resueltas, dejando en “stand by” esta hipótesis y direccionando las miradas hacia otros factores que podrían influir en el rendimiento (Campitelli & Gobet, 2008; Hambrick et al., 2014b; Nikolaidis et al., 2014). La precisión para la detección temprana de jóvenes talentos está limitada por la influencia de grandes variaciones interindividuales de formación y madurez biológica sobre, su nivel de rendimiento en algunas pruebas, así como también características de ciertos deportes favorecen a ciertos sujetos y por veces, lograr grandes resultados en aquellas etapas, es deducir un éxito futuro casi siempre engañoso (Lidor et al., 2009; Nikolaidis et al., 2014; Detterman, 2014). Por lo tanto, limitaciones que sugieren tener cierto cuidado sobre estos programas de identificación de talentos, apoyado en la selección de talentos “errados” (Vaeyens et al., 2009; Cervera et al., 2012; Pankhurst, 2013; Lorenzo et al., 2014) y que convierten aún más complicado el deseo de diseñar un modelo completamente monolítico.

    Sin embargo, Coté et al. (2007), no se desvían de esta conclusión de la “práctica deliberada” y van más allá de lo propuesto, exponiendo el “Modelo de Desarrollo Deportivo”, sobre la base de la práctica y el juego, dos actividades de aprendizaje fundamentales que contribuyen en el desarrollo de habilidades del deporte en los niños, adicionando que, definitivamente la práctica ayuda a la excelencia, pero debiendo presentar un cierto porcentaje de carácter lúdico en las actividades, que con el tiempo irán a reducirse de acuerdo al grado de aspiración, responsabilidad e independencia de los atletas. Libremente de uno u otro modelo, la detección de talentos cada día genera gran inversión e investigación no sólo por parte de las propias instituciones sino ajenas a esta, las grandes asignaciones financieras por algunos estados o sino la preocupación en mejorarla, algunas instituciones de menor impacto social, el interés en la literatura, entre otras tantas (Pankhurst, 2013).

    Por otro lado, a diferencia de una especialización temprana en el deporte, basada en la "práctica deliberada", caracterizada por altos niveles de esfuerzo físico/mental, que tiende a no ser recompensado de forma inmediata, surge de la hipótesis del “modelo de desarrollo deportivo”, otra ruta para el éxito deportivo, que es a través de la transferencia de talentos, o más conocida como diversificación temprana, que nos dice que, la participación en varios deportes, permite experimentar diferentes entornos, sea físico, cognitivo, afectivo y psicosocial, que más adelante, beneficiarán en el desarrollo de la disciplina electa; crear ambientes más lúdicos y divertidos en la práctica deportiva, camino que fortalecería en gran medida aspectos motivacionales para responder futuras exigencias en el deporte (William & Ford, 2008; Moesch et al., 2013; Hayman et al. 2014). Ambos caminos están bien justificados, por un lado la importancia de una especialización temprana, y por otro, de una diversificación temprana; es ahí donde nace la gran interrogante, ¿en qué momento de la vida deportiva del atleta, se deben presentar? Un conglomerado de estudios (Carlson, 1988; Barynina & Vaitsekhovskii, 1992; Lidor & Lavyan, 2002; Gullich, 2007; Hayman et al., 2014), concluyen que es conveniente en una serie de deportes, una diversificación temprana, relativamente prolongada durante las primeras etapas de la práctica deportiva, con un inicio tardío de especialización, en donde se impondrá una intensificación rigurosa al trabajo posterior, después de haberse llevado a cabo una buena etapa de formación. Importante volver a recordar, que existen algunos deportes, que hacen la excepción, como por ejemplo la gimnasia femenina y el patinaje artístico, donde la especialización va depender del grado de maduración de los atletas, que normalmente, el máximo rendimiento se da antes de esa etapa (Coté et al., 2009).

Limitaciones de esto paradigma

    Parece ser que la práctica y los resultados de esa selección de talentos, se han convertido en sus más grandes enemigos, presentándose otras restricciones, que hacen dudar de la misma (Pankhurst & Collins, 2014) y es que, en el caso de algunos deportes, los atletas de élite mayormente se iniciaron a una edad más joven o más tardía del común denominador; así como también que, el éxito deportivo puede ocurrir en un número menor de años de práctica deliberada (Hambrick et al., 2014a). Como también que, existe un gran número de atletas que a pesar de tener una práctica continua y deliberada, no consiguieron progresar (Hambrick et al., 2014b). Con efecto, la filosofía tradicional de selección de talentos presenta grandes límites. Por un lado, el corte radical de los grupos ha producido un número alto de triunfadores no esperados y un límite bajo de corte, una inversión en vano de “talentos” sin éxito (Bottoni et al., 2011, Buekers et al., 2014). Es por este motivo que la selección de talentos se ha convertido en tema del día a día de las federaciones, no sólo porque permite manejar mejor los recursos disponibles en el reclutamiento y desarrollo del mismo, con la finalidad de diseñar y/o rediseñar una mejor estrategia para lograr alcanzar el máximo rendimiento en los deportes, sino por el cuidado que se debería tener al momento de “calificar” (Bottoni et al., 2011, Buekers et al., 2014). A pesar que los diferentes estudios sobre detección de talentos han dado por concluido incontables veces que el futuro atleta de éxito se origina de una combinación casi perfecta de un grupo variado de competencias, sobretodo resaltando que el proceso de detección de talentos centrado en competencias intrínsecas, debe ser de carácter multidimensional (Barreiros et al., 2013; Buekers et al. 2014), demostrado en innumerables estudios que ponen en tela de juicio el uso de pruebas físicas y nivel de habilidad (Lidor et al. 2009; Anshel & Lidor, 2012); aun así, existe el afán por priorizar cada una de estas variables, o peor aún, proponer un enfoque unidimensional en el rendimiento de los atletas; el problema puede radicar en, que esos mismos estudios concluyen además que, las características físicas (altura) y fisiológicas, se relacionan significativamente con el rendimiento (Bojikian & Bohme, 2008; Malousaris et al., 2008; Mohamed et al., 2009; Ayan et al., 2012; Aoudi et al., 2012).

El caso del voleibol

    Con efecto, en el voleibol, como en otros deportes (e.g., baloncesto), la acción de la altura en el juego es sumamente importante para superar la dimensiones del campo — en este caso, altura de la red — necesaria para llevar acabo situaciones ofensivas de juego (Aouadi et al., 2012). Esta acción es beneficiada por la estatura y/o capacidad de salto de los atletas (Sheppard & Borgeaud, 2008; Sheppard et al., 2011). Existe una relación significativa entre la clasificación final en los eventos con los fundamentos del remate y el bloqueo, en alcance (Sterkowiez-Przybycien et al., 2014) y eficacia (Voigt & Vetter, 2003; Palao et al., 2004; Marcelino et al., 2008; Asterios et al., 2009; Drykos et al., 2009). Desde ahí, la altura se convirtió en requisito primordial para la selección de talentos en todos los equipos, de todas las categorías, porque daba un incremento positivo del rendimiento, justificada en que los mejores resultados, con igualdad de condiciones de entrenamiento, eran de aquellos mejor dotados, cortando posibilidades a atletas de baja estatura (Bojikian & Bohme, 2008; Zadraznik & Dervisevic, 2011; Carvajal, 2013; Aoudi et al., 2012).

    Es de aquí donde comenzamos a cuestionarnos que, a pesar que la altura y el tamaño corporal fueron consideradas las únicas diferencias innatas de importancia en los deportes (Ericsson et al., 2007), y por qué no asegurar en el voleibol especialmente, después de revisar los diferentes estudios que muestran la considerable “ventaja” que ella brinda a las atletas, algo curioso se presencia en la alta competición femenina y es ver siempre bien ubicada al equipo japonés, siendo el equipo con menor estatura en prácticamente todas las competiciones, tanto en las diversas categorías, dejando de lado el “requisito primordial” para muchos cazatalentos. Muestra de ello, tenemos los datos del más reciente World Grand Prix 2014 (conforme Tabla 1).

Tabla 1. Promedio de altura de los equipos.

World Grand Prix 2014

    Además, que a pesar de la evolución del voleibol internacional, se mantuvo entre los mejores, muestra de ello, presencia en los Ránkings Actuales (conforme Tabla 2).

 

Tabla 2. Clasificación Mundial

Todos los dados fueron recogidos del site de la FIVB (www.fivb.org)

Conclusión

    En resumen, las características antropométricas predominan en los modelos de detección y selección de talentos deportivos. Más allá que la altura sea una característica importante en el voleibol actual, es necesario averiguar alternativas a los modelos de detección de talentos tradicionales, que se encuentran centrados en la misma, a pesar que se ha comprobado que sólo representa un porcentaje limitadamente significativo por otras variables. Concretamente, existe la necesidad de debatiré la superioridad de los sistemas basados en los factores antropométricos.

Bibliografía

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