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Particularidades de la inteligencia emocional 

relacionada con el enfado en el baloncesto

Special features of emotional intelligence related to anger in basketball

 

Profesor auxiliar. Licenciado en Educación Física

Profesor de Baloncesto y Teoría y Metodología de la Educación Física

en la Facultad de Cultura Física de la Universidad de Matanzas

Magíster en Ciencias y Juegos Deportivos

MSc. Osmani Evelio Mercadet Portillo

osmani.mercadet@umcc.cu

(Cuba)

 

 

 

 

Resumen

          Las emociones en el deporte se deben gestionar de tal manera que se pongan al servicio de los acontecimientos, evitando que provoquen una conducta desenfrenada. La inteligencia emocional engloba habilidades como autocontrol, autoconciencia, agilidad mental, la motivación y la confianza, que posibilitan que el entrenador tenga recursos de ayuda para identificar y educar las emociones de sus jugadores en consonancia con el proyecto común del equipo. El presente trabajo tiene como objetivo exponer una serie de particularidades de la inteligencia emocional relacionada con el enfado en el baloncesto, el cual puede emerger como una vivencia intensa de carácter negativo.

          Palabras clave: Emociones. Enfado. Baloncesto.

 

Abstract

          Emotions in sports must be negotiated in such a way that they can be put at the service of the events, avoiding in this way the appearance of an unrestrained behavior. Emotional intelligence encompasses abilities such as self control, self consciousness, mental agility, motivation and confidence, enabling the coach to have the necessary resources to help identify and educate the emotions of his players in a manner appropriate with the team's common project. The current work has the objective to expose a series of particulars of the emotional intelligence related with the anger in basketball that may emerge as an intense experience of negative character.

          Keywords: Emotions. Anger. Basketball.

 

Recepción: 17/02/2015 - Aceptación: 25/03/2015

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 20, Nº 203, Abril de 2015. http://www.efdeportes.com/

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Introducción

    Por lo general el proceso de formación del deportista y su participación en las competencias se caracterizan por actitudes positivas, de alegría y altas disposiciones dirigidas hacia el alcance de buenos rendimientos. En los entrenamientos diarios, en teoría, la identificación colectiva al equipo, las buenas relaciones interpersonales, el respeto y admiración por el entrenador, así como el cumplimiento consciente del reglamento de los eventos competitivos, exigidos por árbitros y jueces, se encuentran matizados por estados positivos de superación y mejora, en aras de un buen desempeño. Pero esta descripción idílica del mencionado proceso no se produce en muchos casos en la práctica cotidiana.

    En la vida diaria de cualquier hombre o mujer se presentan situaciones que provocan grandes disgustos, sentimientos negativos de impotencia ante las agresiones físicas, verbales o gestuales de que son objeto, momentos de ira, que pocas veces se pueden racionalizar acertadamente y controlar a su debido tiempo, para que las consecuencias de ese mal humor - que puede hacerse más intenso, en la medida en que más se piense en el asunto – puedan eliminarse y que prevalezca el sentido común y la armonía entre los sujetos involucrados en estas situaciones conflictivas.

    Si se tienen en cuenta las afirmaciones que Goleman describe en su libro mundialmente conocido Inteligencia emocional (1996), el enfado del ser humano irrumpe muy rápidamente su ser y afecta grandemente su conducta, pues es un estado psicológico que comprende a toda la personalidad y le impide al sujeto pensar con tranquilidad en la gravedad de la falta cometida por el otro, el analizar si de veras existen razones de peso para liberar tanta energía negativa y descargarla de una forma tan explosiva y en la mayoría de los casos, improcedente e inadecuada.

    Se plantea que el enfado aparece como un estado emocional extraordinariamente desorganizador de la conducta, porque los estímulos que han perturbado notablemente al sujeto llegan de forma directa y mucho más rápido a centros subcorticales, que de inmediato procesan la información y emiten una respuesta acorde con el grado de alteración que siente el sujeto, mucho antes de que los hemisferios cerebrales, encargados del análisis más racional del hecho en sí, hayan podido procesarlos y a su vez, emitir la respuesta más acertada en cada caso.

    En realidad, este fenómeno aludido posee un gran protagonismo en el proceso de formación y perfeccionamiento del deportista. Son numerosas las acciones que se desarrollan en las sesiones diarias de entrenamiento, pero en especial durante y al culminar las competencias, que manifiestan la presencia en los implicados de intensas vivencias de carácter negativo, vinculadas con pobre desarrollo de la inteligencia emocional de los deportistas y concretadas en estados de enfado. Ellas pueden aparecer ante una conducta agresiva del contrario, que pasa inadvertida para otros, una decisión del árbitro que se considere impropia o injusta, críticas del entrenador en tono desmedido, delante de todos, lo cual produce sentimientos de vergüenza, desaliento o frustración; así mismo, los propios errores cometidos, que en ocasiones conllevan a no alcanzar la meta individual anhelada o afectan los resultados del equipo al cual se pertenece, pueden generar en el deportista vivencias de enfado muy intensas consigo mismo, pues comprende que fue su negligencia o error técnico - táctico, su lentitud de reacciones, etc., los elementos responsables de su deficiente desempeño personal, el cual afectó a los intereses del grupo al cual pertenece.

    Se destacan las posiciones interesantes y precisas de las causas objetivas y neurofisiológicas del enfado, así como sus manifestaciones y formas de control de autores como Tice, Borkovec, Zillmann y Damasio y el propio Goleman, entre otros, aunque es necesario señalar que estos trabajos fueron llevados a cabo en diferentes sectores poblacionales no deportistas.

    El autor ha seleccionado esta temática, por considerar que posee alta necesidad social, ya que no son pocos los equipos deportivos del territorio, de categorías escolares y juveniles, e inclusive de primera categoría, que cuando algunos de sus miembros se han dejado llevar por los sentimientos de enfado, han incurrido en acciones antideportivas de diversa índole (en ocasiones hasta observadas por millones de espectadores en juegos transmitidos por los medios de difusión nacional), que han conducido a disímiles medidas disciplinarias, o que han quedado impunes, todo lo cual debe ser prevenido de antemano con acciones concretas dirigidas a este fin.

Desarrollo

    El baloncesto como deporte de equipo de gran implantación social, ha sido fundamentalmente un juego con una codificación reglamentaria dinámica y actualizada - sus reglas son revisadas cada año olímpico – que comporta una actividad física continua e intensa, exigiéndose para su práctica, un buen nivel físico de base y un alto nivel competitivo al gusto de los tiempos actuales, proporcionando por ello emoción incertidumbre y espectáculo.

    El baloncesto, como todos los, juegos deportivos modernos, está perfectamente organizado e institucionalizado a través de la estructuras llamadas federaciones que rigen y controlan en cada país, estos entes están integrados en la FIB (Federation International of Basketball) integrada por más de 180 países inscritos y 220 millones de practicantes y que fue fundada en junio de 1932. El objeto principal de la FIB es divulgar y desarrollar la práctica del baloncesto en el mundo entero y regular las relaciones entre las diferentes naciones, así como, organizar los diferentes torneos internacionales y olímpicos del baloncesto de alto rendimiento.

    En la arena internacional el baloncesto es incluido en los Juegos Olímpicos de Berlín (1936) en la rama varonil y en la femenina en Montreal (1976), y en 1950 se celebra en Argentina el primer Campeonato del Mundo, así como, también se inserta paulatinamente en los diferentes Juegos Regionales. Además se crean asociaciones o ligas de alto nivel competitivo, como la NBA. (Asociación Nacional de Baloncesto, Estados Unidos), donde se juega el Baloncesto de más alto nivel en el mundo. En ese mismo país, se encuentran la NCAA (Baloncesto universitario de los EE.UU.) y la WNBA (Liga profesional de Baloncesto para mujeres). En Europa el papel protagónico lo llevan países como Serbia, Italia, Francia y España, resaltando en América, Brasil, República Dominicana, México y Argentina debiéndose resaltar el título olímpico en Atenas 2004 en la rama varonil de este último.

    El baloncesto es en suma, una actividad física exigente, competitiva y agresiva, sometida a reglamentaciones constrictivas y en su composición entran proporciones variables de juego y trabajo. El baloncesto actual está marcado por tratar de mantener un equilibrio entre defensa y ofensiva. En el aspecto defensivo se ha conseguido mayor eficacia, a través de una mentalización individual y colectiva, presentándose formas defensivas mixtas y variadas, apoyadas en recursos técnicos perfectamente coordinados, ya sea en cancha propia, tres cuartos de pista o en toda la cancha, son las defensas múltiples o alternativas que se oponen a las ataques sistematizados y planificados y cuyo objetivo final es obtener una presión máxima sobre el balón esté donde esté.

    De todas formas está claro que si en una de las dos facetas se pudiera avanzar más, es en la defensa, ya que las puntuaciones de los partidos son aun demasiado elevadas, a pesar de la igualdad.

    La distribución de las funciones entre los distintos jugadores, es una de las principales condiciones en la organización de sus acciones. El baloncesto moderno aumenta la exigencia a los jugadores, independientemente de la función que estos realizan, o sea, requieren el dominio del arsenal de los medios y las formas de llevar el juego, tanto para las acciones defensivas como ofensivas.

    En la actualidad, existe una tendencia bien marcada a clasificar a los jugadores según sus responsabilidades, enumerados del uno al cinco, donde el jugador número uno es considerado el defensa organizador, además se le conoce en la literatura como base o piloto. El jugador número dos sería el defensa atacador, se le puede denominar también escolta; el jugador número tres sería el delantero, ala o alero, el jugador cuatro ala - pívot y el cinco sería el pívot, terminología más usada en la actualidad.

    En el aspecto individual, el baloncesto está determinado por las especiales condiciones biométricas y las enormes exigencias físicas que deben tener sus practicantes. Además de requerirse jugadores de gran altura con largas palancas, un peso considerable para las luchas cada vez más frecuente que se producen en el juego actual, con unas condiciones físicas basadas en la velocidad, flexibilidad, fuerza explosiva en mayor medida y resistencia, y con una gran agresividad, se solicita que estos desde el punto de vista técnico sean jugadores polivalentes, es decir, que domine todas las facetas del juego, pero que a la vez sean especialistas en algún aspecto del mismo, donde deben mostrarse insuperables.

    Desde el punto de vista psicológico es muy importante motivar al jugador tratando que disfrute con su experiencia el entrenamiento y en la competición. Este recurso servirá para provocar en el jugador el deseo de aprender y mejorar por lo que para mantener este deseo de progresar, es imprescindible disfrutar con el baloncesto, por lo que la motivación se convierte en una cualidad trascendental para poder llegar.

    En este deporte se destaca la inteligencia y la concentración. La primera se puede desarrollar con tareas en las que los jugadores puedan tomar decisiones ante una situación problemática, desarrollándola a través de la táctica y la concentración, también se puede entrenar a través de la atención de un comportamiento en situación real y de otras estrategias. Esta cualidad es muy importante tanto para aprender como para competir.

    La confianza del jugador se puede potenciar a través de intervenciones positivas del entrenador, así como del trato y el clima que se genere en el grupo. Los errores forman parte del proceso de enseñanza aprendizaje, por lo que hay que asumirlos y progresivamente ir reduciéndolos a través de estrategias adecuadas en función del nivel y edad de los jugadores.

    También destaca el equilibrio mental necesario para que el jugador consiga el salto definitivo. La fortaleza mental del jugador es una cualidad fundamental para su éxito, la cual conlleva a plasmar en el juego la creatividad y la capacidad para resolver situaciones. El baloncesto es un fenómeno de gran impacto social por lo que desencadena entre sus participantes un enorme torrente emocional. Es generador de vivencias que exigen altas dosis de acometividad lo que incide como actividad de alta descarga emocional cuya expresión en ocasiones es el impulso agresivo. Este impulso emocional induce a la superación y búsqueda del éxito, pero en otros muchos casos bloquea, inhibe y paraliza y lleva a sensaciones de fracaso, baja autoestima y actitudes negativas.

    Esta disciplina deportiva al ser una actividad socializadora, puede aportar, valores positivos mediante el uso de una apropiada pedagogía, que conlleve a su vez a la adecuada regulación y autorregulación emocional. Por lo que el equilibrio emocional juega un papel fundamental en el proceso educativo y por tanto se debería trabajar desde edades tempranas en estrecha correlación con los preceptos de la inteligencia emocional.

La naturaleza de la inteligencia emocional

    Daniel Goleman (1996) asume que las características de la llamada inteligencia emocional son: la capacidad de motivarnos a nosotros mismos, de perseverar en el empeño a pesar de las posibles frustraciones, de controlar los impulsos, de diferir las gratificaciones, de regular nuestros propios estados de ánimo, de evitar que la angustia interfiera con nuestras facultades racionales y la capacidad de confiar en los demás. El grado de dominio que alcance una persona sobre estas habilidades resulta decisivo para determinar el motivo por el cual ciertos individuos prosperan en la vida mientras que otros, con un nivel intelectual similar, acaban en un callejón sin salida.

    A su vez que enfatiza que el papel preponderante que ejercen las emociones dentro del funcionamiento psicológico de una persona cuando ésta se ve enfrentada a momentos difíciles y tareas importantes: los peligros, las pérdidas dolorosas, la persistencia hacia una meta a pesar de los fracasos, el enfrentar riesgos, los conflictos con un compañero en el trabajo. En todas estas situaciones hay una involucración emocional que puede resultar en una acción que culmine de modo exitoso o bien interferir negativamente en el desempeño final. Cada emoción ofrece una disposición definida a la acción, de manera que el repertorio emocional de la persona y su forma de operar influirá decisivamente en el éxito o fracaso que obtenga en las tareas que emprenda.

El enfado

    Según Tice, citada por Goleman (1996) el enfado parece ser el estado de ánimo más persistente y difícil de controlar. De hecho, el enfado es la más seductora de las emociones negativas porque el monólogo interno que lo alienta proporciona argumentos convincentes parta justificar el hecho de poder descargarlo sobre alguien.

    Formas de calmarlo:

    Según Borkovec:

    Según Zillmann, psicólogo de la Universidad de Alabama, el detonante universal del enfado es la sensación de hallarse amenazado (no solo amenaza física, sino también a cualquier amenaza simbólica para nuestra autoestima o amor propio, como por ejemplo, sentirse tratado injustamente, sentirse insultado, menospreciado, frustrado en la consecución de un determinado objetivo, etc.), percepciones todas ellas que actúan como detonante de una respuesta límbica que tiene el efecto doble sobre el cerebro.

    Por una parte, libera la secreción de catecolaminas que cumplen con la función de generar un acceso puntual y rápido de la energía para “emprender una acción decidida, tal como la lucha o la huída”. Esta descarga de energía límbica perdura varios minutos, durante los cuales nuestro cuerpo, en función de la magnitud que nuestro cerebro emocional asigne a la amenaza, se dispone para el combate o para la huída.

    Mientras tanto, otra oleada energética activada por la amígdala, perdura más tiempo que la descarga catecolamínica y se desplaza a través de la rama adrenocortical del sistema nervioso, aportando así el tono general adecuado para la respuesta. Esto puede durar horas o días, manteniendo al cerebro emocional predispuesto a la excitación. Esto explica que la mayoría de las personas parecen más predispuestas a enfadarse una vez que ya han sido provocadas o se hallan ligeramente excitadas.

    En este caso, la persona se siente incapaz de perdonar y se cierra a todo razonamiento. El elevado nivel de excitación, alimenta una ilusión de poder e invulnerabilidad, ya que, a falta de toda guía cognitiva adecuada, la persona se retrotrae a la más primitiva de las respuestas.

    Según este autor, la catarsis (descargar verbalmente la ira), en contra del criterio popular, no ayuda a controlarlo, sino a alargar el mal humor, lo que se ve apoyado por Tice.

Las emociones y el deporte

    El deporte posee un don específico que lo distingue del resto de las instituciones sociales. En torno a esta cuestión autores como John Loy, Barry Mc Pearsons y Geral Kenvon (citado por Osmani Iglesias Rodríguez, 2000) plantean que desde los años ‘60 y ‘70 viene dándole un gran impulso a la misma sobre todo por considerar que el deporte constituye ante todo un fenómeno de tipo social. No solo porque esta protagonizado por los seres humanos, sino también por sus emociones, lo cual incide intensamente en su gran impacto social

    Desde la perspectiva de las emociones, la competición deportiva desencadena entre los participantes un enorme torrente emocional. Y son generadoras de vivencias que demandan altas dosis de agresividad permitida, por entenderse como actividad de descarga emocional, cuya expresión es el impulso agresivo.

    Este impulso emocional induce a muchas personas a la superación y búsqueda del éxito, pero en otros muchos casos bloquea, inhibe y paraliza y lleva a sensaciones de fracaso, baja autoestima y actitudes negativas.

    Atendiendo a que el equilibrio emocional es fundamental y necesario en el proceso educativo de las personas, la enseñanza que permita el desarrollo de las competencias emocionales y sociales debería introducirse desde temprana edad en el Deporte Escolar.

    La estabilidad y equilibrio emocional forma la base psicológica de un jugador de primer nivel. Cada deporte requiere un tipo de respuesta emocional diferente que varía en los distintos momentos del encuentro, y además cada jugador tiene un estilo o temperamento emocional específico, con lo que se configura un rango muy variado de posibilidades. El público participa e interviene en estos apasionamientos colectivos. Por lo que podemos afirmar que a paridad de técnico-táctica, quien gobierna sus emociones, gobierna el partido.

    La emoción en principio es una reacción al ambiente y está al servicio de la supervivencia, por ejemplo: el miedo prepara al organismo para huir o atacar, pero en el ser humano el miedo puede entorpecer la respuesta apropiada y bloquear o inhibir la mejor conducta. En el animal salvaje las reacciones son prácticamente similares para todos los miembros de la especie y están determinadas por la mejor conducta e instinto alcanzado a lo largo de la evolución de la especie.

    Lo notable en algunos estados emocionales es que pueden ser contraproducentes ya que pueden trabajar en contra del fin propuesto. Entre las emociones de este tipo encontramos a la angustia, la ansiedad, el nerviosismo, a la ira, el enojo y la exaltación. Entre las inhibitorias tenemos la intimidación, la impotencia, el desasosiego, el desaliento, la rendición, la anulación y la depresión. Las reacciones negativas tienden al exceso o a la inadecuada descarga de la tensión, mientras que las inhibitorias tienden a la falta de respuesta. Por lo tanto ambas son inapropiadas y perjudiciales. Cada jugador debería poder identificar su tendencia emocional negativa o su vulnerabilidad afectiva, para luego poder descubrir las raíces infantiles de estos sentimientos y permitir su ulterior procesamiento.

    La emoción es una descarga involuntaria o instintiva frente a los estímulos de la realidad. Sin embargo en el ser humano no es únicamente la realidad lo que define la respuesta emocional, sino la relación del sujeto con su historia infantil determinando una forma subjetiva de reacción que ahora depende de su memoria inconsciente y de su realidad psíquica. Cada persona tiene una forma particular de abordar los conflictos y tensiones que enfrenta. Se configura una especie de automatismo de descarga, un imperativo de reacción, que es conveniente identificar para poder crear nuevas alternativas de reacción. Por ejemplo hay personas que se enojan cuando se les contradice y levantan el tono de voz o se ponen sutilmente agresivas. No dialogan ni razonan y tienden a discutir. Hay deportistas que se descontrolan cuando las cosas no le salen y empeoran o agravan su situación. Por lo que es un desafió para el sujeto la creación de nuevas estrategias de reacción emocional para enfrentar la adversidad y la frustración. Entrando a jugar su función la inteligencia emocional, pues la misma va hacer la encargada de que las emociones trabajen con el fin de ayudar a guiar el comportamiento y a pensar de manera que mejoren los resultados.

Las emociones en el baloncesto

    El entrenador superior de baloncesto de Andalucía España, Eduardo Burgos, en su artículo titulado: “La influencia de la gestión de las emociones en el rendimiento deportivo de un equipo de baloncesto” nos da las siguientes consideraciones al respecto.

    El rendimiento deportivo de un equipo de Baloncesto depende de muchos factores, pero sería casi imposible valorarlo adecuadamente sin tener en cuenta lo psicológico y emocional. El control y la gestión de las emociones corresponde al entrenador, la gestión del factor humano bajo sus órdenes y la dirección del grupo suele ser lo que más valoran los jugadores.

    En un equipo de baloncesto hay dos realidades independientes pero al mismo tiempo deben trabajarse unidas; por un lado está la psicología individual de cada componente del mismo y por otra parte la psicología del grupo que forman, por lo que el entrenador debe saber buscar una línea común de actuación que las unifique en la búsqueda de los mismos objetivos.

    El entrenador competente posee una buena inteligencia emocional, sabe sumar a sus capacidades individuales, las demandas de su equipo y las del entorno en que trabaja entrenamientos y competición.

    Interés, compromiso, satisfacción, felicidad, son valores que están íntimamente ligados a una buena gestión de las emociones por parte del entrenador.

    Las emociones cuentan y se deben analizar y gestionar. Los entrenadores deben aprender a controlar sus emociones y la de sus jugadores. Los entrenadores de baloncesto no sólo tienen la misión de dirigir al equipo en entrenamientos y partidos, deben ejercer un liderazgo a través del convencimiento, sabiendo influir adecuadamente en cada situación y elegir las mejores opciones, pero tratando de seducir, de conquistar al jugador, de ganárselo poco a poco en cada instante y en cada día, sembrando y dejando una “huella” en cada jugador en forma de emociones positivas que son las que nos encaminarán al éxito.

    Para conseguir un buen rendimiento debemos buscar el equilibrio personal, sin equilibrio no se puede rendir al máximo y para conseguirlo debemos poner atención a todas las cosas de nuestra vida y buscar la estabilidad emocional adecuada (un deportista que tiene una preocupación a nivel personal o familiar casi sin darse cuenta la traslada a la cancha e indudablemente su rendimiento varía de forma negativa).

    El deportista debe tomar las riendas de su vida, olvidándose de excusas, de justificaciones, de razones vanas, hay que querer hacer cosas y abstraerse de pensamientos negativos para pode competir con total plenitud.

    Gestionar las emociones se convierte en aspecto clave en la alta competición, el entrenador debe ser el gestor de esas emociones, actuar como un coaching deportivo y su misión fundamental va a ser desarrollar el talento de sus jugadores.

    La diferencia entre el éxito y el fracaso en el deporte no radica en el desarrollo de las capacidades físicas, técnicas, tácticas sino en la capacidad emocional para reconocer y regularizar las emociones.

    Esta capacidad ayudará a reconocer las emociones y a regularizarlas, a nivel individual, a identificarlas en los jugadores, entre los compañeros, de los rivales, etc.

    El directivo tiene que saber que quiere y hacia dónde va y fijar adecuadamente los objetivos, el entrenador tiene que acompañar al jugador (apoyándolo, impulsándolo, animándolo, retándolo, provocándolo, soportándolo, etc.), es decir gestionando sus emociones.

El manejo de la regulación de las emociones

    Esta habilidad es probablemente la más difícil de conseguir de todas. Se trata de conseguir integrar eficazmente las emociones en el pensamiento y en nuestras conductas para conseguir mejor rendimiento en la cancha.

    Gestionar las emociones es tener en cuenta la información que proporcionan y canalizar adecuadamente los sentimientos en función del estado de ánimo en que nos encontremos.

    Se debe tener cuidado en pensar que gestionar es suprimir o reprimir las emociones. A veces hay que pasar malos momentos y aprender de ellos para un mejor desarrollo como jugadores o entrenadores.

    Las emociones son también fuente de motivación e inspiración. Son puro movimiento y llevan a la acción. El enfado se puede aprovechar para que de energía al llevar a cabo una acción positiva. Con todo lo dicho, parece claro que tenemos que ser conscientes de ellas y aceptarlas. Sin embargo, tenemos que aprender de ellas y las tenemos que incorporar en nuestro pensamiento, integrarlas en nuestras conductas sin magnificarlas ni ocultarlas.

    El jugador se comporta en el campo guiándose de sus pensamientos conceptos y conocimiento del juego y sus sentimientos emociones y estados de ánimo. Por lo que se mejorará en el proceso de toma de decisiones integrando ambos adecuadamente.

    Al controlar mejor la ansiedad permitirá adecuar mejor los impulsos, lo cual ayudará directa y proporcionalmente a evitar decisiones inadecuadas, a tener las cosas más claras y aminorar las indecisiones, en definitiva a no bajar el rendimiento tanto de entrenadores como de jugadores.

    Un jugador enfadado es muy preocupante para su equipo, ya que no solo juega en inferioridad durante su enfado, sino que además corre el riesgo de ser sancionado por su comportamiento y perjudicar de esta forma mucho más a su equipo. El control emocional en esta situación límite marca la diferencia entre el jugador implicado y el que no está. Si el jugador no controla su respuesta, las consciencias son irreparables y si es al final del partido puede hasta costar el propio partido.

Emociones que favorecen un estado positivo en el baloncesto, según Eduardo Burgos (2011)

Cohesión interna de grupo

    Los componentes de un equipo de baloncesto trabajan juntos en la búsqueda de un objetivo común, la cohesión del grupo es un sentimiento que crece y se desarrolla internamente a lo larga de la temporada, cuando la cohesión es fuerte el grupo trabaja junto y unido, se suele decir con frecuencia "el equipo es una piña" y eso se nota mucho en especial en los momentos de dificultad, cuando se consigue un buen "feeling" entre los jugadores y el cuerpo técnico, la complicidad y la ilusión son las señas de identidad del equipo.

Clima favorable en la convivencia.

    Para que haya buena comunicación entre todos los miembros de un equipo el entrenador debe favorecer un buen clima en la convivencia del grupo. Eso hará que la comunicación fluya en todas las direcciones, que no solo sea el entrenador el que hable y los jugadores escuchen.

    Cuando el jugador se atreve a exponer su opinión sin miedo ni recelos, cuando el entrenador lo escucha aunque al final decida lo que crea mejor para su equipo, cuando haya libertad para exponer los pensamientos con respeto hacia compañeros, técnicos, colaboradores, etc., la información y comunicación fluirá adecuadamente y se evitará los típicos “silencios” que no aportan nada bueno para el equipo.

Ilusión y motivación

    De forma popular se dice que una persona está motivada cuando emprende algo con ilusión, superando el esfuerzo que deba realizar para obtenerlo.

    Sólo desde la ilusión y la complicidad del grupo los equipos crecen como equipo. Cuando un equipo comparte esa ilusión las motivaciones individuales se alinean con las colectivas y surgen motivaciones especiales que van mucho más allá que ganar o perder partidos.

    La motivación es la fuerza impulsora de la conducta; lo que determina en buena medida y casi siempre el éxito o fracaso, en el sentido de que se utilice en mayor medida las reales capacidades. La motivación es, pues, esencial en toda actividad humana y, por supuesto, en el entrenamiento y en los partidos de baloncesto.

Estado ideal de ejecución

    El estado ideal de ejecución se conoce como “flow” o “fluir”, el deportista suele identificarlo como un estado de “confianza”, es como “jugar de memoria” tanto a nivel individual como colectivo. 

    Este estado emocional consiste en conseguir un equilibrio emocional y sensación de control, dándose autoconfianza individual y colectiva y consiguiendo una activación nerviosa idónea, que deriva en una gran ilusión y energía para afrontar los partidos con el rival y se afronta la competición como un reto o desafío.

Emociones que nos alejan de un rendimiento óptimo

    Los equipos de baloncesto rompen su cohesión y acaban descomponiéndose cuando aparecen las emociones negativas, primero suelen ser un efecto a nivel individual y luego se trasladan a lo colectivo.

    Entre las emociones negativas que conviene erradicar de un vestuario cuanto antes están, el egoísmo, el enfado, el desánimo, la ansiedad, el stress.

Conclusiones

    Todo lo que piensa o se hace es debido, en el fondo, a un impulso emocional. Las emociones están detrás, por tanto, de todo lo que se concibe. Siglos atrás algunos filósofos lo intuyeron, pero hace apenas un par de décadas que la ciencia lo ha confirmado. Cada año la investigación científica aporta nuevos datos que están permitiendo entender mejor cómo funciona el cerebro cuando estamos aprendiendo, cuando estamos experimentando una o varias emociones, y cuando estamos tomando decisiones. La ciencia está ofreciendo nuevas herramientas, como el concepto de inteligencia emocional, que están siendo aplicadas con distinto grado de éxito en campos aplicados como la educación y el deporte. En esta última esfera es de gran envergadura prestarle la atención requerida a las emociones porque las mismas pueden llegar a dominar a entrenadores y jugadores, lo cual puede incidir negativamente tanto individual como colectivamente, por lo que debemos aprender a controlarlas especialmente con el enfado y lograr un equilibrio emocional que nos permita afrontar los partidos con energía positiva y la mente clara y concentrada en las acciones y situaciones de juego. Cada jugador debería poder identificar su tendencia emocional ya sea negativa o afectiva ya que una trae inadecuada descarga de la tensión y la otra puede tender a la falta de respuesta, por lo que ambas si no se controlan pueden en un contexto determinado ser inapropiadas o perjudiciales al no dar la respuesta o reacción idónea que lleve determinada situación.

Bibliografía

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