efdeportes.com

Condición física, ejercicio físico y enfermedades 

metabólicas: evolución conceptual y teórica

Physical condition, physical exercises and metabolic illnesses: conceptual and theoretical developments

 

*Profesor auxiliar. Master en ciencias en actividad física en la comunidad. Ingeniero bioquímico

Profesor de Bioquímica, Fisiología humana, Morfología funcional deportiva, Fundamentos biológicos

del ejercicio físico y Biomecánica. Filial universitaria municipal de Cultura Física de Banes

**Instructor. Master en ciencias en actividad física en la comunidad. Licenciado en cultura física

Profesor de Control médico en el deporte y Cultura física terapéutica

**Instructor. Master en ciencias en actividad física en la comunidad. Licenciado en Cultura Física

Profesor de Teoría y metodología del entrenamiento deportivo y de Biomecánica

Filial universitaria municipal de Cultura Física de Banes

MSc. Liduvino Oscar Quiñones Ruiz*

MSc. Jorge Expósito Ricardo**

MSc. Mauro Rodríguez González***

duby51@banes.hlg.sld.cu

(Cuba)

 

 

 

 

Resumen

          Ejercicio y nutrición han pasado a ser elementos claves en la terapia y prevención de una serie de alteraciones metabólicas que están caracterizando a la sociedad moderna sin distinción de edad, sexo o raza. Todo esto está indicando la necesidad de afinar los métodos tanto de medición como los de prescripción de ejercicio, haciendo que la planificación del programa permita: La ejecución fácil, repetitiva y libre de riesgo de lesión del ejercicio, la orientación hacia el objetivo general y hacia el objetivo especifico, y la observación fácil y objetiva del grado de efectividad del plan. Hoy el conocimiento en actividad física surge de la investigación científica y no de la experiencia de uno u otro. Preguntas y afirmaciones tales como: Los gordos están más propensos a enfermar y morir, ¿Que es importante, tener un buen estado físico o estar delgado?, el ejercicio sin producir una reducción del peso puede reducir los riesgos de enfermar o morir, ¿Cuánto, cómo y que ejercicios hacer?, El ejercicio: ¿Prevención o terapia? Encuentran en la actualidad respuestas interesantes y sugerentes en la literatura especializada. Las publicaciones de estos últimos años indican sin dudas, que si la intensidad del ejercicio está por debajo de umbral aeróbico del individuo, no será eficiente como mecanismo de prevención o tratamiento.

          Palabras clave: Actividad física. Ejercicio físico. Entrenamiento físico. Condición física. Enfermedades metabólicas.

 

Abstract

          Exercise and nutrition have gone by being key elements in the therapy and prevention that they are characterizing the modern society irrespective of age, sex or race in of a metabolic- alterations series. All this is suggesting tuning the methods so of measurement as them of prescription of exercise, doing that the planification of the program permit: the easy, repetitive and free risk execution of lesion of the exercise, the orientation toward the general objective and toward the specific objective, and the plan's easy and objective observation of the effectiveness grade. Today the active knowledge physical rise of the scientific investigation and no of either experience. Questions and affirmations such: The fat ones are more prone to make ill and dying, ¿that it is important, having a good physical condition or being thin?, the exercise without producing the weight's reduction can reduce to make ill or to die risks, ¿how much, how and what kind exercises making ?, the exercise: ¿prevention or therapy? They find at the present time interesting and suggestive answers in the literature specialized. These last year’s publications they indicate without misgivings, that if the exercise's intensity is underneath the individual's aerobic doorstep, he will not be efficient as spare mechanism or treatment.

          Keywords: Physical activity. Physical exercise. Physical training. Physical condition. Metabolic illnesses.

 

Recepción: 10/04/2014 - Aceptación: 30/08/2014.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 19, Nº 197, Octubre de 2014. http://www.efdeportes.com/

1 / 1

Introducción

    En el año 1979, la Organización Mundial de la Salud editó su primer libro titulado “Habitual Physical Activity and Health”, en el que hacía comprender a la comunidad científica la importancia de estimular al metabolismo energético de manera periódica, con el fin de contribuir al balance calórico, el que estaba siendo alterado por la disminución significativa del gasto calórico diario o de la actividad física cotidiana, a pesar de que la población estaba comiendo lo mismo que hacía algunas décadas, pero gastaba entonces una mayor cantidad de energía empleada en el movimiento y también en la forma de pasar el tiempo libre, la que hoy esta siendo tecnificada y requiere de menor gasto energético. .

    La OMS no estaba haciendo esfuerzos inútiles en esa época, muy por el contrario, se estaba anticipando a la difícil situación en que se encuentra hoy el 45% de la población y también al pronóstico que se espera en 20 años más, con niños obesos, diabéticos e hipercolesterolémicos, jóvenes sedentarios, adultos estresados y hombres y mujeres viviendo hasta los 85 años de edad.

    El objetivo de este artículo es resumir los conocimientos científicamente demostrados y actualizados sobre el tema, a partir de una amplia revisión bibliográfica.

Desarrollo

    Es interesante extraer un consenso sobre algunos términos adoptados por la literatura científica a fin de manejar un lenguaje común y entendible por profesionales de diversas áreas.

    La actividad física se puede definir como una acción que involucra la masa muscular y produce una consiguiente elevación en el metabolismo energético. En la utilización de la actividad física como un elemento promocional de salud, deben tomarse en cuenta ciertas consideraciones. En primer lugar, que los conocimientos actuales aportados por la fisiología del ejercicio requieren establecer una diferenciación entre actividad física, ejercicio y entrenamiento. La actividad física cotidiana o habitual usualmente no permite generar cambios o adaptaciones a nivel de células, órganos o sistemas corporales y mucho menos modificar la capacidad funcional de estos. (Saavedra, 2003)

    El ejercicio físico es aquella actividad que se practica de manera intencionada, como es la práctica de deportes que pueden o no estar dentro de umbrales con efectos positivos para la salud. La gran diferencia es que normalmente el sujeto debe estar a disposición de las reglas del juego, de las exigencias biomecánicas de la técnica y en muchos casos de las exigencias que su oponente le impone. (Saavedra, 2003)

    El entrenamiento físico es una actividad compuesta por ejercicios dosificados en volumen e intensidad tanto en la sesión de entrenamiento propiamente, como en la distribución de estas sesiones en la semana o mes. La determinación, adaptación y adecuación del plan es derivada de la medición de las capacidades funcionales del sujeto detectadas previo al inicio del entrenamiento lo que permite mejorar la capacidad funcional del individuo en cuestión. (Díaz y Saavedra, 2000)

Ejercicio, metabolismo y entrenabilidad

    Como resultado del entrenamiento físico se producen diversas adaptaciones metabólicas cuyo objetivo busca el aumento de la capacidad física de trabajo, ya sea aumentando la capacidad anaeróbica de producción de energía o bien elevando el potencial oxidativo del tejido muscular. Esto implica el mejoramiento de la capacidad de metabolizar grasas e hidratos de carbono de manera aeróbica. Los cambios antes citados, permiten incrementos importantes en la capacidad funcional y en las características estructurales de diversas células de nuestro organismo. Los cambios del tejido muscular, ya sean en el tamaño de sus fibras, la densidad capilar del músculo, el volumen o densidad mitocondrial, el número de transportadores de glucosa (GLUT 4), los niveles de transportadores de grasa, carnitina, etc. son posibles sólo con ejercicios de intensidad dosificada (Simoneau, 1995).

    La mejoría en la movilización de ácidos grasos libres y su capacidad de transporte es un mecanismo casi simultáneo con la secreción de catecolaminas. Sin embargo existen diferencias entre los seres humanos en otros pasos del metabolismo energético, ya que individuos semejantes, sometidos a un mismo régimen de entrenamiento, responden de manera muy diferente a este ya sea en la rapidez con que se experimentan los mecanismos de adaptación como la magnitud de estos cambios, siendo los individuos clasificados en “high responders and low responders”. Las diferencias interindividuales en la respuesta al entrenamiento están determinadas genéticamente, incluido el tipo de fibras musculares que determinado músculo entrenado posea (Bouchard, 1995).

    El entrenamiento físico sistemático, aumenta los transportadores de ácidos grasos en especial los referidos a las fibras del tipo I, al interior de la célula y también la densidad y actividad mitocondrial o enzimática oxidativa (Turcotte, 2000).

    En una forma esquemática podríamos decir que el metabolismo del tejido muscular y su posibilidad de incrementar su capacidad de producción de energía oxidativa está controlada o limitada por una serie de factores o variables que a su vez deben ser posibles de modificar:

  • La capacidad de elevar los niveles de catecolaminas circulantes producto de una mayor capacidad de secreción por parte de las suprarrenales.

  • La capacidad o posibilidad de modificar la sensibilidad de los receptores beta del adiposito.

  • La actividad de la lipasa hormono sensible reguladora de las señales intracelulares que permiten la liberación de los triglicéridos.

  • La capilarización del tejido muscular comprometido con la demanda de energía.

  • La cantidad de transportadores desde el plasma a la célula muscular.

  • La presencia de Malonyl CoA, inhibidor de carnitina.

  • La densidad mitocondrial.

  • La actividad enzimática mitocondrial.

  • La producción de citrato, inhibidor de fosfofructokinasa.

  • La actividad de citocromos, entre otros, como variables modificables y así limitantes o facilitadoras del metabolismo energético oxidativo (Jeukendrup, 1998).

    Por los motivos antes mencionados, el estímulo de la actividad física no debe hacerse con el fin único de aumentar el gasto energético, sino que debe producir las adaptaciones en cada una de las variables nombradas, para provocar el aumento de la capacidad funcional que permita al individuo modificar su calidad de vida y promover su completo nivel de salud. (Saavedra, 2003)

    El músculo esquelético es reconocido como el principal sitio de utilización de lípidos, pero poco se sabe respecto a las adaptaciones, cambios y modificaciones que esta capacidad puede experimentar cuando el músculo esta inactivo o cuando es sometido a entrenamiento intensivo. Sin embargo, sujetos físicamente entrenados poseen una alta capacidad de metabolización de lípidos a diferentes intensidades de esfuerzo, manteniendo un bajo cuociente respiratorio durante la actividad. Este fenómeno, consumo de lípidos en mayor proporción que de hidratos de carbono, esta acompañado en estos sujetos de ausencias de dislipidemias, Diabetes tipo 2, insulino resistencia y de obesidad. (Saavedra, 2002)

    Las evidencias científicas han permitido optimizar los efectos del ejercicio físico mediante una adecuación de sus métodos en términos de dosis, por lo que el ejercicio físico debe ser adecuado a las características de las capacidades funcionales y estructurales del sujeto en cuestión de ahí que los conceptos y variables relacionadas con condición física y ejercicio físico van adquiriendo una mayor complejidad y necesidad de precisión en el lenguaje. Estos dos conceptos, ejercicio físico adecuado y condición física van a poseer características que están determinadas por el establecimiento objetivo y preciso del diagnóstico de la capacidad funcional, cuya expresión actualmente se encuentra integrada por dos conceptos denominados internacionalmente: physical fitness y metabolic fitness. (Saavedra, 2003).

    La tolerancia al esfuerzo o la duración del esfuerzo o el tiempo que se puede llevar a cabo un determinado tipo de ejercicio como el caminar, esta supeditado a varios factores. En la medida que este se va haciendo mas intenso, se va reclutando un tipo de fibras musculares que poseen un potencial anaeróbico importante, son más glucolíticas, poseen menor número de capilares, menor cantidad o densidad mitocondrial y se especializan en el metabolismo de glucógeno más que en el de lípidos. Este metabolismo de glucógeno generalmente se lleva a cabo en el compartimiento citoplasmático extra mitocondrial, en ausencia de oxígeno, de ahí su nombre anaeróbico, y con el consiguiente "inconveniente" de producir ácido láctico. (Saavedra, 2002)

    Inconveniente, esta citado entre comillas, debido a que el sujeto entrenado físicamente, a mediano plazo posee dos mecanismos de adaptación a este metabolismo anaeróbico que traerá como resultante una aumento en la tolerancia al ejercicio físico: 1º El lactato originado puede ser reconvertido en la misma célula que lo produce en glucógeno nuevamente y ser reutilizado con mayor facilidad que el glucógeno de los depósitos intracelulares propiamente como tales. y 2º, El entrenamiento a estos niveles de intensidad y mayores al 100% de la máxima capacidad aeróbica, produce proteínas transportadoras de lactato. (Díaz y Saavedra, 2000).

    Todo esto está indicando de la necesidad de afinar los métodos tanto de medición como los de prescripción de ejercicio, haciendo de la planificación del programa de ejercicio una serie de acciones musculares que permitan entre otras cosas los siguientes aspectos:

  • La ejecución fácil, repetitiva, posible y libre de riesgo de lesión del ejercicio.

  • La orientación hacia el objetivo general del ejercicio: aumento de la capacidad física de trabajo y hacia el objetivo especifico: corrección de la variable física o metabólica disminuida del paciente.

  • La observación fácil y objetiva del grado de efectividad del plan, que va a depender en un mayor porcentaje del grado de entrenabilidad del paciente, permitiendo así la constante optimización del ejercicio.

    La prevalencia de la obesidad ha sufrido un drástico incremento en los últimos decenios y, aunque se asocia con una miríada de enfermedades crónicas, incluidas la prediabetes y la Diabetes tipo 2, su efecto sobre la mortalidad aun no está del todo clara. El índice de masa corporal (IMC), en Kg/m2, el indicador de obesidad que mas se usa en las investigaciones, en realidad indica el sobrepeso para la estatura, pero no discrimina entre la masa grasa y la masa magra. (Saavedra 2004)

    Estudios longitudinales, en que se han seguido por mas de 10 años a más de 10.000 individuos en los Estados unidos y más de 12000 en Finlandia demuestran una serie de evidencias que dan que pensar sobre la pregunta: ¿Que es importante, tener un buen estado físico o estar delgado?

    Los “flacos” con malos hábitos alimenticios y mala condición física mueren y enferman mas que los gordos que hacen ejercicio y corrigen su alimentación aunque no bajen de peso. (Saavedra, 2004)

    Los hipertensos, los diabéticos tipo 2 y los pacientes con colesterol alto, independientemente si bajan de peso o no, pero sometiéndose a un plan de ejercicios y alimentación adecuada, corrigen sus alteraciones metabólicas en mejor forma que aquellos que con dietas restrictivas (hipocalóricas), con fármacos y sin ejercicio, y que han bajado de peso. (Saavedra, 2004)

    Ya en el año 1992 el Dr. Barnard del centro Pritikin de Santa Mónica en California publicó en el American Journal of Cardiology un estudio en que demuestra como un plan nutricional y otro de ejercicio llevados a cabo conjuntamente, pueden ser significativamente mas eficaces que la disminución de peso y que la ingesta de grasas puede ser mas dañina que la grasa que se encuentra en el cuerpo. En dicho estudio se recopilaron datos en más de 4500 hombres y mujeres, la mayoría de los cuáles fue catalogado de obesos, que fueron reclutados en el Centro durante tres semanas.

    El programa consistió en disminuir la ingesta de grasas, aumentar carbohidratos complejos y fibras. Todo esto acompañado con 45 minutos diarios de ejercicio a frecuencias cardiacas entre el 60 y 90% de la frecuencia cardiaca teórica máxima.

    En tres semanas redujeron el colesterol en un 23%, los triglicéridos en un 33%, la presión arterial en un 15% y más del 30% de los sujetos suspendieron la medicación antihipertensiva. Entre los hombres y mujeres con diabetes, el 39% de los que se inyectaban insulina dejaron la inyección y el 71% de los que tomaban hipoglicemiantes orales dejaron los medicamentos. El 75% de los diabéticos sin fármacos restablecieron los niveles normales de glucosa circulante. Ninguno de los logros del programa se correlacionaron con las bajas de peso que en algunos se experimentó y que no fueron mayores al 5% y solo en tres semanas. Este hallazgo sugiere fuertemente que la “normalización” del peso no es necesaria para la normalización de ciertas variables metabólicas.

    Lo que actualmente, debido a las evidencias científicas obtenidas de protocolos con más de 10 mil individuos y seguidos por más de 10 años, se está poniendo en duda es que, sin descartar el hecho de que el exceso de grasa corporal es causa de enfermedad y muerte prematura, no es la causa directa. Mucho más es causa de enfermedad y muerte prematura, la mala condición física o capacidad física del ser humano. (Saavedra, 2004)

    Las evidencias, ya difundidas hace algunos años en revistas científicas serias y de prestigio, han señalado que las personas enferman y mueren más en la medida en que su capacidad física, denominada internacionalmente “cardiorespiratory fitness”, es inferior o mala. (Saavedra, 2004)

    Ni las alteraciones metabólicas, ni el cigarro, ni el peso corporal son tan buenos indicadores de las posibilidades de enfermar o morir como las del nivel del cardiorespiratory fitness. (Saavedra, 2004)

    Los médicos conocen los beneficios de la prevención de la obesidad y creen que la pérdida de peso va a obrar en provecho de muchos de sus pacientes y, aunque el deseo sincero de todos los profesionales de la salud es poder ayudar a los obesos, los hipertensos y los diabéticos a bajar de peso y mantenerse así, la dificultad que supone mantenerlo está más que demostrada. La incapacidad de ayudar a los pacientes a evitar el aumento de peso o ayudarles a mantener el peso después de haber bajado, suele ser frustrante para los profesionales de la medicina. Un nuevo mensaje de aliento se les puede dar a los pacientes que luchan con el problema del peso: la obesidad no parece aumentar el riesgo de muerte en los individuos que gozan de buen estado físico. Pensando en los beneficios para la salud a largo plazo, los profesionales de la salud deben animar a sus pacientes a que se concentren en mejorar el estado físico, aumentando la actividad física, en lugar de enfocarse en el viejo mensaje de “Usted tiene que bajar de peso”, el cual rara vez arroja resultados exitosos.

Conclusiones

  • Algunas medidas no farmacológicas con el objeto de superar riesgos cardiovasculares y diabetes, entre las que se encuentran el no fumar, disminuir peso por medio de una dieta restrictiva en grasas, baja en sodio y rica en fibras, han sido propuestas por la medicina curativa tradicional, sin embargo bastante queda por hacer en relación a considerar los efectos que el ejercicio físico o entrenamiento programado ofrece a la población en términos de protección de adecuados niveles de salud y en términos de prevención de alteraciones metabólicas y cardiovasculares.

  • El efecto del ejercicio físico programado y adecuado junto con contribuir al equilibrio energético o calórico puede simultáneamente provocar adaptaciones a nivel intracelular, tanto a nivel del tejido óseo como muscular, muy importantes, que inciden en variables significativas para la salud, tales como la elevación de los niveles de HDL, la sensibilidad a la insulina y la movilización de lípidos.

  • Estas variables, observadas en individuos entrenados, sumadas a las modificaciones del consumo máximo de oxigeno, a la estabilidad en los valores de presión arterial, a la disminución de triglicéridos plasmáticos y a la del cuociente respiratorio, van a contribuir a la calidad de vida del ser humano de manera significativa, permitiendo a cada uno metabolizar grasas en diversas actividades de la vida diaria en mayor cantidad que lo que hace u ocurre hoy en la gran mayoría de la población de los países occidentales.

  • Con los conocimientos científicos actuales, la prescripción del ejercicio físico programado bajo parámetros fisiológicos adecuados a las capacidades funcionales de cada paciente, debe ser una práctica médica mas popularizada en el ambiente médico clínico de nuestra medicina curativa tradicional.

  • Cada día, la tendencia es aceptar que el sobrepeso y la obesidad no mórbida son un problema de índole o de carácter de cierta forma estético y biomecánico mas que de salud, ya que recuperando y aumentando la capacidad metabólica del músculo, de manera algo independiente de la composición corporal, del índice de masa corporal, de la grasa intraabdominal y total o del peso corporal, se pueden prevenir y corregir alteraciones metabólicas y disminuir considerablemente el riesgo cardiovascular.

Referencias bibliográficas

  • Bergman B. et al (1999). Evaluation of exercise and training on muscle lipid metabolism. Am J. Physiol. 276:E106-E117.

  • Blair S et al (1995). Changes in physical fitness and all-cause mortality. JAMA 273: 1093-1098.

  • Bouchard C. (1996). Can obesity be prevented? Nutrition Reviews 54 (4) part II: S125-S130.

  • Bouchard C. Depres J. (1995) Genetic and nongenetic determinants of regional fat distribution. Endocrine Rev, 14: 72-93.

  • Bouchard C. (1995). Individual differences in the response to regular exercise. Int. J. of Obesity.; 19 Suppl 4:S5-8.

  • Carmichael HE, Swinburn BA, Wilson MR. (1998) Lower fat intakes a predictor of initial and sustained weight loss in obese subjects consuming an otherwise ad libitum diet. J Am Diet Assoc 98: 35-39.

  • Díaz, E. Saavedra, C. Kain, J. (2000) Fitness, condición física, ejercicio y obesidad. Revista Chilena de Nutrición. Septiembre.

  • Essig D. (1996) Contractile activity-induced mitocondrial biogenesis in skeletal muscle. Exerc. Sport. Sc. Rev. 24:289-319.

  • Epstein LH (1995). Exercise in the treatment of childhood obesity. Int J Obes Int J Obes 1995; 19 (supp 7):S117-121.

  • Ewbank PP, Darga L, Lucas C. (1995). Physical activity as a predictor of weight maintenance in previously obese subjects. Obesity Research 3:257-263.

  • Garrow JS. (1995). Exercise in the treatment of obesity: a marginal contribution. Int Obes 19: (supp 4): S126-S129.

  • Jeukendrup A., Sari WHM. (1997). Fatty acid oxidation is directly regulated by carbohydrate metabolism during exercise. Am. J. Physiol. 273:E268.

  • Kelley DE. (1995). The regulation of glucose uptake oxidation during exercise. Int J Obes; 19 (supp 4):441-S44.

  • Lean M. (1998). Clinical handbook of weight management. Mailin D. Ltd., London,

  • Mayer-Davis EJ et al (1998). Intensity and amount of physical activity in relation to insulin sensibility: the Insulin Resistance and Atherosclerosis Study (IRAS). JAMA 279:669-674.

  • Martin W (1996). Effects of acute and chronic exercise on fat metabolism. Exerc. Sport, Sci. Rev. 24:203-231.

  • Rasmussen B. Wolfe R. (1999). Regulation of fatty acid oxidation in skeletal muscle Rev Nutr 19:463-484.

  • Ravussin E. Jensen D. Relationship between skeletal muscle lipoprotein lipasa activity and 24 hour macronutrient oxidation. J. clin Invest. 92:441-445.

  • Rippe J. (1998). The role of physical activity in the prevention and management of obesity. JADA; 98(10) Supp 2:S31-S39.

  • Saavedra C. (2000). Efectos del ejercicio físico de alta y baja intensidad sobre la composición corporal. Congreso de Osteología y Metabolismo Mineral Óseo. Santiago. Resúmenes del Congreso.

  • Saavedra C. (2003). Entrenamiento físico: un tema de salud. Santiago, Chile.

  • Saavedra C. y Diaz E. (2001). Libro de resúmenes congreso Pediatría. Santiago, Chile.

  • Saavedra C. (2002). Metabolismo de lípidos: inactividad y ejercicio físico. Santiago, Chile.

  • Saavedra C. (2004): Obesidad y sobrepeso: mitos y realidades. Santiago, Chile.

  • Saris W.H.M. (1999). Fit Fat and Fat-free. Int J Obes 22:suppl 2.

  • Segal K. (1995). Exercise and thermogenesis in obesity. Int J obes; 19 (supp 4): S80-87.

  • Simoneau J. (1995). Adaptation of human skeletal muscle to exercise training. Int. J. Obesity. 19 Suppl.4 S9-13.

  • Staron, R. Hagerman, MT. (1998). Lipid depletion and repletion in skeletal muscle following a marathon. J. Neuro. Sci. 94:29-40.

  • Tremblay A., Doucet E. (1999). Influence of physical activity on energy balance and body fatness. Proc Nutr Soc; 58,99-105.

  • Tremblay A, Doucet E, Imbeault P. (1999). Physical activity and weight maintenance. Int J Obes 23 (Supp 3): S50-S54

  • Turcotte, L. (2000). Muscle Fatty Acid uptake during exercise: Possible mechanisms. Exerc. Sport Sci. Rev.; 28, 1: 4-9.

  • Williams RS. Neufer PD. (1996). Regulation of gene expression in skeletal muscle by contractile activity. Handbook of Physiology, section 12: exercise regulation integration of multiple systems. Oxford University Press. 1125-50.

Otros artículos sobre Actividad Física y Salud

  www.efdeportes.com/
Búsqueda personalizada

EFDeportes.com, Revista Digital · Año 19 · N° 197 | Buenos Aires, Octubre de 2014
© 1997-2014 Derechos reservados