efdeportes.com

Fundamentos socioantropológicos para el tratamiento de la 

obesidad en mujeres de la tercera edad desde una perspectiva 

recreativo terapéutica en el contexto venezolano

 

*Doctor en Ciencias Históricas y Profesor Titular del Centro de Estudios de Deporte y Cultura

Universidad de Ciencias de la Cultura Física y el Deporte, Cuba. Facultad de Las Tunas (Cuba)

**Licenciado en Educación Integral. Promotor Deportivo y Maestrante en Actividad Física

en la Comunidad. Estado Bolívar (Venezuela)

José Guillermo Montero Quesada*

guillermonteroq@gmail.com

Larry José Pérez Ojeda**

perezlarryjose@gmail.com

 

 

 

 

Resumen

          El artículo trata sobre fundamentos sociohistóricos y antropológicos para los estudios de la obesidad en mujeres de la tercera edad en el contexto venesolano, desde una perspectiva recreativo terapéutica. El estudio está motivado por la falta de cultura para enfrentar el padecimiento de obesidad en el escenario comunitario.

          Palabras clave: Adulto mayor. Envejecimiento. Obesidad. Actividad física terapéutica. Recreación. Imaginario del cuerpo.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 19, Nº 196, Septiembre de 2014. http://www.efdeportes.com/

1 / 1

Introducción

    La obesidad ha sido objeto de estudio desde diferentes perspectivas: clínicas, Psicológicas y socioeconómicas, entre otras (Jousilahti P, Tuomilehto J, Vartiainen E, Pekkanen J, Puska P. 1996) a partir de las cuales se dan a conocer las múltiples causas que la originan. Desde el punto de vista médico se asocia con agentes vinculados con la dieta, así como a los de orden genético, en el primer caso se plantea que es el resultado del consumo de una cantidad de calorías mayor que las que el cuerpo utiliza. En cuanto a los de carácter genético, las investigaciones más recientes consideran que aproximadamente un 33 por ciento del peso del cuerpo, está influenciado por este factor.

José Guillermo Montero Quesada y Larry José Pérez Ojeda

    Desde el punto de vista de las ciencias biomédicas y psicológicas, se conceptualiza al sobrepeso y a la obesidad como un hecho social susceptible de ser intervenido o transformado (Bañuelos, 1994: 119; Le Breton, 1994: 198). Al respecto, existen estudios de corte psicológico, antropológico y sociológico que enfatizan el estudio de los contextos o entornos culturales y sociales que propician estilos de vida que originan sobrepeso y obesidad (Parra Cabrera et al., 1999; Cabello y Zúñiga, 2007; Guzmán y Lugli, 2009; Bertran, 2010).

    Desde el ámbito económico, existen criterios sobre el impacto que causa el sobrepeso u obesidad para el rendimiento en la actividad laboral y la competitividad económica en las sociedades contemporáneas, de igual modo que las consecuencias eventuales que pueda ocasionar por problemas de salud en los trabajadores. Los factores socioeconómicos influyen notablemente en la obesidad, sobre todo en las mujeres, ello está motivado entre otras razones por el nivel de solvencia económica, es decir, las que pertenecen a grupos de la clase alta disponen de más tiempo y recursos para hacer dietas y ejercicios que les permiten adaptarse a estas exigencias sociales.

    Desde el ámbito sociocultural, son comunes algunas prácticas segregacionistas y discriminatorias en el plano de la intimidad y la vida cotidiana de las personas derivadas de la apariencia física de quienes muestran cierta incongruencia con los símbolos del cuerpo relacionados por ejemplo con la moda, el arte y la publicidad. (Guzmán y Lugli, 2009).

    Desde el punto de vista psicológico son más frecuentes los trastornos emocionales en las mujeres obesas que en los hombre, ello es una de las tantas reacciones motivadas por los prejuicios y la discriminación contra las personas en este estado.

    La imagen corporal es un constructo teórico utilizado con amplitud por las ciencias biológicas y sociales. Schilder la definió como la imagen que forma nuestra mente de nuestro propio cuerpo, es decir, el modo en que el cuerpo se nos manifiesta. Es así que la imagen corporal es equivalente a la percepción que se hacen de sí mismo, que se va construyendo a partir de los modelos que van apareciendo ligados a la identidad, a los sentimientos y a las conductas de los individuos. Constantemente se presentan cambios en relación con el ideal del cuerpo, principalmente en las mujeres, de tal manera que las necesidades de salud, de rejuvenecer y provocar atracción sexual son una poderosa motivación contra la obesidad.

    La vía más efectiva para contrarrestar la obesidad es la realización de actividad física. En este sentido, el conocimiento sobre dichas prácticas y los beneficios que aportan los mismos a la salud, ocupan un amplio espacio en la literatura científica y en múltiples medios masivos de comunicación a nivel internacional, ello ha contribuido la toma de conciencia e incorporación de un número creciente de personas a este tipo de actividad. El sector menos favorecido son las personas de la tercera edad, especialmente las del sexo femenino.

    El adulto mayor se caracteriza por una notable reducción de la actividad física, reducción del repertorio motor, lentitud en los reflejos, descenso del tono muscular en reposo, entre otros factores que provocan descoordinación y torpeza psicomotriz, lo cual se convierte en causales del deterioro de la salud física y mental.

    Entendemos la Psicomotricidad en la tercera edad como un trabajo que parte de la toma de conciencia corporal, busca ampliar el registro de las sensaciones, de los movimientos, de las relaciones, mediante vivencias de bienestar corporal y emocional, que finalmente revierten en una ampliación de la identidad corporal y psíquica del sujeto (García, 2009: 31)

    En este sentido, pareciera fácil incorporar a las mujeres adultas mayores a este tipo de práctica, lo cierto es que existen múltiples dificultades que hacen difícil y complejo este proceso. Para comprender la dinámica del proceso de salud-enfermedad relacionado con la obesidad en la población adulta mayor es necesario analizar cómo se interrelacionan éstos con el escenario comunitario donde habitan y recurrir a la perspectiva bio-psico-sociohistórico-económico-cultural para no caer en reduccionismos. El tratar a las personas mayores como un grupo homogéneo es un error que puede derivar en el fracaso de cualquier tipo de intervención.

    Los proyectos comunitarios que se desarrollan en la República Bolivariana de Venezuela, dirigidos al mejoramiento de la calidad de vida de este sector de la población, responden a la voluntad política de un cambio que conduzca a su inclusión a la vida social, con mayores índices de salud. Pero el desconocimiento sobre su cuerpo, la falta de una cultura alimentaria y ausencia de hábito de la práctica de ejercicios físicos conduce en la actualidad a que miles de adultos mayores, en especial las mujeres se encuentren en estado de obesidad.

    En un estudio sobre el comportamiento de la mujer adulto mayor de la comunidad de Los Coquitos, municipio Heres del Estado Bolívar, se detecta que independientemente de la existencia de un programa orientado a la atención del adulto mayor, desde el punto de vista físico, existen ciertas percepciones sociales de la mujer obesa que desvirtúan las proyecciones de cambio. Se desconocen los requerimientos para una dieta balanceada, existe falta de motivación por la realización de ejercicios físicos y la incomprensión de sus beneficios a la salud, ausencia de espacios activos para la participación socializadora de la mujer adulta mayor en actividades físico recreativas, ausencia de estudios sobre las necesidades, gustos, preferencias, pobre participación en actividades sociales, un gran número de estas personas con problemas de salud, alto grado de ingestión de medicamento, la mayoría postradas en sus hogares.

    La población objeto de estudio presenta diversidad en los estratos sociales y en el grado de escolaridad, sus miembros tienen procederes sociales condicionados por la condición socioclasista, muestran imposibilidad para participar en la práctica de ejercicios físicos como vía para obtener los conocimientos pertinentes para enfrentar el padecimiento de obesidad y manifiestan pobre nivel de conocimientos sobre las ventajas de la realización de ejercicios físicos recreativos con carácter terapéutico.

    La complejidad del tema requiere tratar el ciclo biológico, pues con la llegada de la edad madura, se operan cambios en el organismo humano, se presentan diferentes transformaciones en el sistema cardiovascular, respiratorio, metabólico, músculo esquelético, motriz, además de los factores de carácter social y cultural que en su conjunto conducen a que se reduzca la capacidad de esfuerzo, resistencia al estrés físico, reduciéndose así mismo su autonomía, calidad de vida, su habilidad y capacidades físicas.

Aspectos sociohistóricos de la obesidad

    La estatuilla humana más antigua del mundo que data de hace 25 mil años, la Venus de Willendorf, presentada como la mujer obesa que significaba la esperanza de supervivencia. Es común el criterio de que la obesidad es la primera enfermedad de la civilización. Con el tiempo, la figura de mujer obesa fue perdiendo valor sociocultural como ideal de belleza.

    La cuestión del peso y la obesidad en los cargos públicos importantes es objeto de cuestionamiento público.

    Las primeras inquietudes médicas por la obesidad, surgió en el siglo XX y hay testimonios de la perspicacia y capacidad de observación de los médicos primitivos, que advirtieron en sus escritos las consecuencias del exceso de peso. Un ejemplo de ello, es cuando refiere que en uno de los tratados de Hipócrates, se habla de la herencia y señala que “los hijos de los delgados son delgados y los hijos de los robustos son robustos”.

    Históricamente el cuerpo ha sido foco de tensión en la sociedad mundial, generalmente en los momentos en que aparecen las inquietudes relacionadas con las normas de identidad y la extensión del debate sobre el tema en niveles de comunicación pública y privadas. Las reacciones son múltiples y diversas, algunas sufren frente a la condición desfavorable de su apariencia corporal, otras se resignan o se alienan de la realidad.

El cuerpo y sus significados

    La noción de cuerpo predominante en los estudios de las ciencias biomédicas y en algunos trabajos de la psicología sobre este tema define al cuerpo como una entidad exterior o reificada (Le Breton, 1994: 197).

    En este estudio se concibe al cuerpo como una estructura de tipo psico-sociocultural, que es conceptualmente más adecuada para comprender. Desde lo psicológico, se relaciona con las interacciones simbólicas desencadenadas por los sentimientos y emociones condicionados por una condición física del cuerpo que se expresa en estados de ánimos; desde lo social, está vinculado con la identificación de sí mismo respecto al otro en el marco de las relaciones sociales; desde lo cultural, el conjunto de nexos que refleja del conjunto de rasgos de las identidades individuales y colectivas.

    Como parte de las representaciones simbólicas que surgen en la población obesa, el termino obesidad, debido a que es utilizado por la biomedicina como un estado corporal de enfermedad crónica no transmisible, también se emiten términos como gorda y otros calificativos que son receptados como mensajes irrespetuosos, ofensivos, descalificadores o despectivos, que son parte de la resistencia a la aceptación del status físico que se posee, Según el Dr. Rafael Álvarez la palabra gordo aparece en el castellano hacia el siglo XII, inicialmente como apodo; que encierra una intención insultante en el sentido de “torpe” o “tonto” y que al parecer proviene del latín gurdus que significa “pesado”, “obtuso”, “necio” o “bobo”. Hacia el siglo XIV, la palabra gordo se refiere a quien “tiene muchas carnes” o es “abultado y corpulento”. En el diccionario Enciclopédico Espasa Calpe se señala que gordo es “el que tiene muchas carnes”, “abultado”, “corpulento”; pingüe, craso y mantecoso” que “excede de la medida regular y corpulencia que debe tener” pero también es “tonto, torpe, poco avisado”, teniendo en cuenta la dimensión semántica de estos términos es que resulta conveniente utilizar el de “robusta” o “sobrepeso”., de este modo el efecto simbólico como resultado de la descodificación realizada por la persona obesa, no es transgresor a su estatus moral.

    En cada cultura o país has existido distintas formas de percibir y relacionarse con el cuerpo; relacionado con el caudal simbólico referido al mismo que transcurre en un constante marco de conflictos. Por su parte, Andrea Rodó en su trabajo “El Cuerpo Ausente” sostiene que el cuerpo es una realidad a la vez social y subjetiva, es un producto social y un productor de sentido. En el caso de las mujeres, en especial las que no trabajan, su actividad cotidiana tiene sentido a través de su papel de dueña de casa, esposa y madre, esa vida rutinaria las lleva a tener una vida sedentaria.

    Aunque el discurso ético-universalista defienda la idea de colocar al género humano en condiciones de igualdad y equivalencia como poseedores de determinadas virtudes, la realidad es que existen diversos efectos derivados de la apariencia corporal femenina en relación con los cánones sociales en momentos del decursar histórico de la sociedad o en el transito generacional, donde aparecen la falta de autoestima en cuanto a la estética del cuerpo, que puede provocar un tipo de estado de alienación identitaria que se expresa en la aprehensión de atributos culturalmente estigmatizados relacionados con los distintos patrones de belleza que surgen y algunos sistemas normativos y morales que inciden en el estado de conformidad.

Percepciones de la obesidad

    Las percepciones sobre la obesidad han cambiado en correspondencia con las características diversas culturas, las condiciones de vida en los distintos momentos evolutivos de la humanidad conforme a los contextos territoriales y socioeconómicos que han condicionan hábitos, costumbres, creencias, signos y significados. En los textos religiosos se menciona a la gula como uno de los pecados capitales, razón por la cual hasta la obesidad parece ser un justo castigo.

    En el contexto venezolano muchas mujeres no perciben a la obesidad como enfermedad, argumentando que así son las venezolanas y que ello obedece a los hábitos alimenticios generalizados en la población como consecuencia de la tradición alimentaria, por otra parte, la cultura gastronómica está saturada de productos que provocan ese estado. Todo lo anterior, sin otorgarle la merecida importancia a una dieta equilibrada que aporte a nuestro organismo los requerimientos mínimos necesarios para tener salud.

    La alimentación es, sin lugar a dudas, un factor de riesgo, ya que el exceso en la dieta, en términos de energía, el desequilibrio en el aporte y en el tipo, tanto de grasas como de hidratos de carbono, así como la baja ingesta de fibra y de algunos micronutrimentos son decisivos en el aumento de este tipo de padecimientos.

    Es ampliamente conocido de las limitaciones físicas y sociales de las personas obesas y más cuando están envejecidas. El envejecimiento es entendido por la Organización Mundial de la Salud como: el proceso de optimización de las oportunidades de salud, participación y seguridad con el fin de mejorar la calidad de vida a medida que las personas envejecen” (OMS, 2002: 79). Es por ello la necesidad de establecer climas afectivos sociocomunitarios favorables, de nexos afectivos positivos y fuertes, la cultura del diálogo, de la tolerancia, de la comprensión mutua, la solidaridad, como componentes que forman parte de la salud en el adulto mayor. Favorecer la salud es permitir el acceso de todo ser humano a una construcción subjetiva personal marcada por independencia personal, adecuación de su autoestima, sentido existencial, autonomía, exaltación de compromisos y confianza en sí mismo.

    Promover una vejez sana, no es tan sólo asegurar la alimentación, servicios de salud, confort habitacional, e higiene, muy importante es también una vida útil, productiva e independiente, pero para ello es necesario tener en estado adecuado las capacidades motoras, y una persona obesa le resulta muy complejo, pues se ve precisada a enfrentar posturas que tienden a excluirlos de la sociedad. La vida en sociedad implica evitar la depresión, y el aislamiento propio en estas edades, cuyos achaques más frecuentes se deben al envejecimiento biológico, del mismo modo la falta de actividad física que les provoca niveles de obesidad.

La actividad físico recreativa y su relación con la salud

    La actividad física no solo es como tradicionalmente se ha conocido, como "el movimiento del cuerpo", es realmente el movimiento humano intencional que como unidad existencial busca el objetivo de desarrollar su naturaleza y potencialidades no sólo físicas, sino psicológicas y sociales en un contexto histórico determinado.

    Ramos, A. (2001) señala “…la actividad física se puede entender como el movimiento del cuerpo humano que produce un gasto energético por encima del nivel metabólico de reposo”. Por su parte Fumero Dayana (2007) plantea que, “…la actividad física es una gama amplia de actividades cotidianas tales como, caminar en forma regular y rítmica, jardinería, tareas domésticas pesadas y bailes.

    Comprender la efectividad de este tipo de actividad es sumamente importante para la mujer obesa pues es la base para la toma de conciencia, cultivar la voluntad, el colectivismo, la disciplina y otros aspectos que contribuyen al mejoramiento del estilo de vida.

    El doctor en ciencias Bernardo Jeffers Duarte la considera como: “Movimiento de los planos musculares en los individuos condicionado por el proceso pedagógico de la Educación Corporal, en, y fuera de los subsistemas educativos, el cual deviene reacciones biológicas y sociales de adaptación, así como premisa y condición indispensable de una mejor calidad de vida” (Jeffers Duarte, 2004).

    Este autor al referirse a las actividades físicas hace alusión al proceso pedagógico que desencadena reacciones tanto desde el punto de vista biológico como social los cuales permiten una adaptación que a su vez se convierte en calidad de vida.

    Hay autores como Shephard que consideran que la actividad física recreativa puede prolongar la vida de 10 a 15 años, mientras otros plantean que la prolongación es de 1 a 2 años más. Lo que en todos convergen es que si prolonga más vida a los años, constituyendo un factor de plenitud, calidad de vida y alegría de vivir, condicionando el buen estado de salud, estético, fuerza vital y física y equilibrio físico-psíquico.

    Las actividades físicas recreativas enriquecen considerablemente la vida social y el desarrollo de las capacidades sociales. Está demostrado que tiene efectos positivos contra las depresiones, lo que favorece la autoestima y el desarrollo de algunas capacidades cognitivas. Regenera el gasto de fuerza mediante la recreación activa, compensa el déficit de movimiento, optimiza las funciones físicas fundamentales, es decir, en el desarrollo normal de la vida, aumenta el nivel de rendimiento físico, perfecciona las capacidades coordinativas y las habilidades físicas motoras, fomenta las relaciones sociales, amplia los niveles de comunicación y del campo del contacto social alegre en las experiencias colectivas.

    Las actividades físicas recreativas constituyen acciones de socialización que tienden a crear vínculos entre los participantes, produciéndose un proceso de identificación entre si y a la vez con el entorno, contribuyen también al mejor disfrute y conocimiento de la oferta recreativa y en consecuencia, aumentan el nivel de la satisfacción de las expectativas individuales y la integración social.

Concepción de adulto mayor

    La logicidad del trabajo impone el análisis del concepto Adulto Mayor, según Orosa Fraíz Teresa (2003) es el individuo que pertenece a la llamada tercera edad, a partir de los sesenta años, etapa de pos jubilación y que comúnmente se le identifica como adulto mayor o anciano. La mayoría de los autores consideran al anciano, a las personas que pasan de los ochenta años.

    En el desarrollo de la investigación se le denomina adulto mayor a los que cursan por el proceso del envejecimiento, que cronológicamente pueden ubicarse entre los cincuenta y cinco a sesenta y nueve años (la que se nombra edad media de la vida) y los setenta y nueve a ochenta años como el estado de ancianidad. A partir de los 80 años se llega a la vejez y por tanto llamamos viejos a los que la transitan. Los gerontólogos norteamericanos llaman a estas 2 etapas como la de los viejos-jóvenes y lo viejos-viejos.

    Teoría de la desvinculación: "Esta teoría afirma que las personas van haciéndose cargo del declive de sus habilidades a medida que envejecen y en ese mismo grado se van desvinculando distanciando del mundanal ruido. La desvinculación empieza con una reducción de actividades que tienen que ver con la competitividad y con la productividad y tiene claro sentido adaptativo realista que por lo demás, es aceptado y practicado, a su vez también por parte de la sociedad que va acomodando sus demandas, expectativas y encargos al progresivo deterioro que produce el envejecimiento."

    Esto se evidencia en la sociedad en aquellos adultos que al llegar la jubilación se aíslan del mundo laboral y toman el descanso pasivo del hogar asumiendo responsabilidades cotidianas, restando valor e importancia a la práctica de ejercicios físicos como una forma más de mantener su condición física y lograr el desenvolvimiento social con otras personas que pasaran a ser parte de su nuevo entorno.

    Teoría de la actividad: Así tenemos que este modelo sociológico afirma que solo el individuo activo puede ser feliz y satisfecho. La persona ha de ser productiva, útil en el servicio material en el contexto donde se encuentre. De lo contrario, la desgracia, el descontento, la sensación de inutilidad se centrará en él.

    Desde esta óptica la actividad puede ocupar una función o una alternativa para que el individuo siga autorrealizándose, pero de hecho, es importante que continúe realizando actividades variadas sin tener en cuenta las diferencias por años vividos.

    En esta dirección las actividades grupales son vitales, permiten una vida social activa a través del ejercicio físico, actividades manuales, artísticas y recreativas, por tanto evitan la soledad y la falta de adaptación al proceso de envejecimiento, marginación, depresión e inactividad, pues en las actividades físicas y fuera de ellas no solo se recrean sino que también se fomentan los valores de la personalidad.

    El autor de esta investigación asume la definición dada por Diccionario de las Ciencias del Deporte (2002) y plantea que: La condición física es necesaria para realizar nuestras actividades cotidianas o físicas, desde el punto de vista higiénico, proporciona bienestar al hombre en la prevención de enfermedades, ayuda a mantener su salud mental, corporal y social, sin olvidar el desarrollo de las capacidades que posee el sujeto como energía para realizar la actividad física.

Características psicológica y biológica del adulto mayor

    En el área cognitiva puede aparecer una disminución de la actividad intelectual y de la memoria (olvido de rutinas, reiteraciones de historias, etc.) y un deterioro de la agudeza perceptual. En el área motivacional puede producirse un menoscabo del interés por el mundo externo acerca de lo novedoso, reduciéndose el número de interés, donde en ocasiones no les gusta nada y se muestran gruñones y regañones quejándose constantemente. Aparece una tendencia a mostrar un elevado interés por las vivencias del pasado y por la revaloración de ese pasado.

    En sentido general, es justo apuntar que los rasgos de la personalidad del adulto mayor se caracterizan por una tendencia disminuida de la autoestima, las capacidades físicas, mentales, estéticas y de rol social. A pesar de lo anteriormente planteado en esta etapa se producen neoformaciones importantes relacionadas con la experiencia y la sabiduría. Y que algunos autores denominan autotranscendencia.

Aspectos teóricos sobre el tratamiento físico terapéutico para disminuir la obesidad en la mujer de la tercera edad

    En la adultez como en otras etapas de la vida aparecen crisis, como una especie de detenimiento, freno, reducción de lo que se ha logrado anteriormente. Reproducen vivencias de nuevas representaciones que provocan contradicciones, conflictos que llevan posteriormente al salto. En esta edad se distinguen los “problemas de identidad”, donde se experimenta la insatisfacción consigo mismo, manifestada en la autovaloración, la insensibilidad, y el sentirse fuera de lugar entre otras expresiones.

    Como escribió W. Humen (citado por A. Pérez, 2003: 92) "Los adultos son por lo regular más individuales que la juventud". Son más cerrados en sí mismo, muchos de ellos justifican su negativa de participar en la recreación Física como medio de desacreditarse o con la insuficiencia de su capacidad física. Esto constituye el motivo principal de no participar en las actividades recreativo físicas.

    La mujer adulta ejerce influencia sobre la realidad externa y sobre sí misma es posible que sea esta la etapa de mayor logro en el control de la autorregulación, existe de esta manera una estabilidad relativa en la capacidad de percibir correctamente al mundo y así misma (propicia armonía en ambas direcciones), en la elaboración de nuevas motivaciones, el desarrollo vivencial en las relaciones interpersonales, y la persistencia para el logro de los objetivos propuestos entre otros aspectos.

    En el orden de la motricidad, el primer decenio de la adultez se caracteriza sobre todo por el afianzamiento, diferenciación y cultivo del nivel de desarrollo alcanzado. En los primeros años de la adultez alcanzan ya su máximo esplendor las capacidades de rapidez y agilidad entre los 25 y 39 años, la fuerza y la resistencia después de los 40 expresan una tendencia a la paulatina disminución de estas capacidades.

    En el caso de la mujer, la distribución del tejido muscular y conjuntivo, caracterizan su capacidad de rendimiento. La forma de andar muestra una escala amplia de variaciones interindividuales, expresadas en la ligereza, la elasticidad y fluidez rítmica y redondez de los movimientos.

    La combinación entre el paso del tiempo y el sedentarismo, perjudican físicamente más a la mujer que al hombre. La mujer a muy temprana edad pierde tejido muscular y gana adiposo, producto de sus hábitos sedentarios de vida, aunque este fenómeno no se observa en las mujeres entrenadas.

    Es común que las mujeres participa menos en la actividad físico recreativa. Una de las razones es que no ha sido enseñada ni educada para ello, como resultado de los esquemas sexistas de la educación, las responsabilidades hogareñas dejan ciertamente poco margen de tiempo y de voluntad a la mujer para otras acciones que no aparezcan en su programa cotidiano de actividades primordiales.

    Las actividades físico recreativas con carácter terapéutico, constituyen herramientas para la rehabilitación, sea éste físico, social y/o mental o como un complemento, en cuanto a alternativas de utilización de tiempo libre ampliado, del que disponen las mujeres sometidas a dicho proceso. Considerando el carácter integral del individuo, el cual como totalidad integrada por sus esferas físicas, social y mental es quien se recrea, la aplicación de la recreación en el proceso terapéutico estará signada no sólo por su contribución a la rehabilitación de la esfera afectada por la patología originaria, sino que prevendrá y solucionará posibles enfermedades accesorias en otras esferas.

    La recreación terapéutica es el compendio de actividades de carácter físico y recreativo que se desarrolla en el tiempo libre de las personas con o sin padecimientos curables, como medio profiláctico y de compensación, para su salud física y mental, así como para facilitar un desarrollo armónico como ser social, en aras de mejorar su calidad de vida.

Conclusiones

    Las actividades físico recreativas con carácter terapéutico dirigidas a las adultas mayores que padecen de obesidad debe constituir una respuesta a las necesidades que demandan los miembros de esta población, ello influye no solo en la compostura física de estas mujeres sino en las distintas formaciones sicológicas, sociales y culturales presentes en los individuos, al mismo tiempo que en la formación del estilo de vida de la población adulta mayor de la sociedad venezolana.

    Los efectos que produce la constitución simbólica del cuerpo con sobrepeso en la experiencia subjetiva despiertan un interés sociológico para comprender cómo se gestan a este nivel procesos sociales relacionados con el comportamiento de las mujeres obesas.

    La formación de una cultura del tratamiento terapéutico, como modo peculiar de educar e instruir en conocimientos a los recursos humanos que intervienen debe convertirse en condición esencial para la autotrasformación, expresado en una conducta de aceptación por parte de las mujeres obesas.

Bibliografía

Otros artículos sobre Tercera Edad

  www.efdeportes.com/
Búsqueda personalizada

EFDeportes.com, Revista Digital · Año 19 · N° 196 | Buenos Aires, Septiembre de 2014
© 1997-2014 Derechos reservados