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El desarrollo de la tecnología y la informática: un desafío 

para la formación de profesores en estrategias de aprendizaje

 

Lic. en Psicología. Master en Atención integral al niño

Miembro de la Sociedad de Pedagogos de Cuba. Profesora Auxiliar

de la Universidad de la Habana y de la Facultad de Ciencias Médicas

(Cuba)

MSc. Maritza Rodríguez Álvarez

MSc. Natalia Mayo Hernández

Dr. Hilario Francisco de Armas Mayo

MSc. Arnaldo Domingo Herrera Ponce

nataliamayo@infomed.sld.cu

 

 

 

 

Resumen

          En el artículo se esboza una idea dirigida a la formación de profesores en estrategias de aprendizaje a tono con las necesidades actuales, de subvertir la práctica pedagógica hacia nuevas alternativas. Es ineludible dejar de concebir al hombre como un sistema de almacenamiento y de emisión de información y al aprendizaje como un proceso mecánico, como un resultado acabado y no adentrarse en un proceso dinámico de aprendizaje y con ello entender al grupo escolar no únicamente como objeto de enseñanza, sino como sujeto de aprendizaje. Los profesores deberán entender que su función no es la de simples transmisores de conocimientos sino actualizadores de habilidades intelectuales que propicien soluciones, que les permitan a los alumnos simplificar las informaciones de que disponen, de generar nuevas proposiciones, nuevos valores, sentimientos, etc. dentro del trabajo grupal. Se sugiere que a partir del desarrollo que ha alcanzado la humanidad hasta este siglo XXI, caracterizado por constantes transformaciones tecnológicas y de la informática que la praxis del docente deberá provocar los cambios necesarios en la formación del individuo de este tiempo, hombre que urge formar para corresponderse con esta época de cambios y transformaciones. Reflexiona acerca de la necesidad de dotar a nuestro quehacer pedagógico de otras alternativas que suplanten a las ya inoperantes formas tradicionales donde el docente como centro del proceso relegaba la actividad del sujeto que aprende a meras formas de trasmisión de conocimientos. Se imponen entonces, cambios en la labor pedagógica y de la aplicación de nuevas posiciones de trabajo didáctico en las que primen la actividad grupal como eje central y de técnicas participativas que propicien la independencia del estudiante y el dominio de las herramientas tecnológicas. Logrando entonces un individuo apto para asimilar los cambios y transformador de su propia realidad.

          Palabras claves: Estrategias. Aprendizaje. Actividad grupal. Técnicas participativas.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 19, Nº 196, Septiembre de 2014. http://www.efdeportes.com/

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Introducción

    Una de las tareas esenciales de los educadores universitarios en este nuevo milenio, es lograr una transformación de la Educación Superior que permita elevarla a nivel de su tiempo.

    La Educación en general y la universitaria en particular todavía acentúa fundamentalmente en el aspecto instructivo y sobre todo ha focalizado el trabajo hacia el suministro de información, cuando en realidad la función del profesor no es prioritariamente transmitir conocimientos sino organizar el proceso de enseñanza-aprendizaje, de modo tal que los estudiantes se apropien de los métodos para obtener independientemente el conocimiento, se ha enfatizado entonces en la necesidad de que el estudiante desarrolle habilidades de “aprender a aprender” y por ello precisa que se trabaje no solo con el objetivo como categoría rectora sino también con el método y hasta con los contenidos, pues de esas tres maneras pueden concretarse las intenciones educativas.

    La docencia universitaria no escapa a esta problemática, ya que aún la práctica general no es la de una docencia interactiva, por más que se declare en el discurso la aspiración de la activación de la enseñanza.

    El componente científico, que es algo más, que trabajo científico curricular y extracurricular ha sido descuidado de entre las funciones de la Universidad: enseñar, profesionalizar, culturizar e investigar, lo que según la Dra. María Rosa Alfonso se debe no solo al nivel teórico de los profesores sino a causas históricas que por haber trasladado acríticamente los modelos de la Universidad de Salamanca y Alcalá de Henares en un primer momento y posteriormente el modelo napoleónico, no dio cabida a la investigación científica entre sus funciones. (Alfonso, 1997)

Desarrollo

    Lo anterior sugiere la necesidad imperiosa de formar maestros y profesores en estrategias de aprendizaje que puedan desarrollar en los estudiantes las habilidades requeridas para aprende a aprender. Esta idea no es nueva. Ya en los años 60 se recomendaba por la propia UNESCO una enseñanza que permitiera al alumno a ser, aprender a hacer y aprender a aprender.

    Ser un profesional a la altura del milenio que vivimos implica el manejo de la información, de los conceptos propios de la profesión, pero sobre todo el manejo de las habilidades que permiten usar esa información para solucionar problemas, analizar, relacionar, generalizar, operaciones manuales, manipular objetos, movilizarse, etc. así también formar sentimientos, hacer valoraciones, nuevas formas de relacionarse con el medio social. Los profesores deberán concientizar que su función no es de simples trasmisores o actualizadores de conocimientos, sino de entrenadores de habilidades intelectuales.

    Las estrategias de aprendizaje son basamento del desarrollo de las habilidades intelectuales y de ahí su importancia que se concreten en su praxis.

    Es preciso efectuar un sostenido trabajo con relación a la función investigativa de la Universidad, pero entendiendo lo investigativo en un sentido amplio que se relaciona con la lógica de descubrimiento y problematización que debe caracterizar el proceso docente educativo en el tercero y cuarto nivel. Sería conveniente aclarar que cuando nos referimos a la Universidad, no excluimos el cuarto nivel que por derecho propio en ella coexiste con el tercer nivel.

    En el contexto de realizar la docencia universitaria en general y la del cuarto nivel en particular con la calidad requerida y teniendo en cuenta que la preparación del claustro no siempre es la más idónea en materia didáctica, resulta pertinente trabajar en esta dirección.

    Son ya varias las teorías o tendencias que se dirigen a la búsqueda de metodologías del proceso de enseñanza que cumplen lo anteriormente expuesto.

    Se ha destacado en ellas como verdaderas necesidades, comprender y asimilar que el hombre aprende en la propia actividad, haciendo, dialogando. Por tanto se puntualiza entre otras aspiraciones la relacionada con la de formar profesionales estratégicos que aprendan los contenidos de su especialidad de forma intencional, empleando estrategias de aprendizaje, que planifiquen, regulen y evalúen reflexivamente su actuación docente, que potencien en sus alumnos la búsqueda de estrategias de aprendizaje que los ayuden a aprender a aprender para toda la vida.

    No se puede aspirar a formar un pensamiento estratégico en los alumnos universitarios con profesores que no tengan este tipo de pensamiento, de ahí la necesidad de interactuar con la preparación teórica de los profesores.

    Una de las principales fallas reconocidas al trabajo de los docentes es la unilateralidad de su formación, pues muchas veces suelen aferrarse solo a su contenido disciplinar específico, pues un profesor convenientemente preparado necesita trascender los límites estrechos de su disciplina particular, aunque debe dominarla en profundidad.

    Al respecto reflexiona Carlos Tünnermann en su texto: “La Educación superior en los umbrales del siglo XXI”, que lo que necesita el nuevo siglo es un profesor “Multiplicador de conocimientos”, que sepa mucho de lo suyo y un poco de lo otro”, puesto que es la interdisciplinariedad y la transdisciplinariedad una de las esperanzas de la Educación Superior en el siglo XXI (Tünnermann, 1995)

    Como una dificultad muy definida en la enseñanza tradicional se evidencia la visión prefijada de los profesores sobre el currículum que responde más a un “mapa de carreteras” con itinerarios fijos por los que necesariamente debe pasarse para llegar a unas metas predeterminadas que a una “matriz de ideas” que debe ser explorada en unos períodos de tiempos delimitados.

    Esta metáfora de la carretera con itinerarios fijos expresa el currículo cerrado y rígido que ha actuado como práctica dominante en la docencia. El currículo cerrado se plasma en una programación generalmente rígida, que prefija objetivos, contenidos métodos y evaluación al modo de una carta descriptiva, con el propósito central de la acumulación de saberes.

    El currículo abierto en cambio concibe los programas como una orientación muy general aunque, por supuesto, aparecerán los mismos componentes: objetivos, contenidos, métodos y evaluación pero no expresados con un carácter normativo, sino a partir de las ideas centrales prefijadas en las intenciones educativas. El currículo abierto acepta la noción de que, independientemente de la planeación como momento preliminar a la ejecución didáctica, la verdadera acción solo puede desarrollarse en el acto único e irrepetible que constituyen las clases (Coll, 1993)

    Definitivamente se revela en algunos estudios, como el profesorado, se ha formado en una disciplina acotada y en la aplicación prescriptiva de unas fórmulas didácticas, no en el uso deliberado y curricularmente relevante de una metodología de enseñanza que favorezca la transferencia y aplicación reflexiva de procedimientos de aprendizaje.

    Las anteriores consideraciones nos permiten reflexionar sobre la importancia de los procesos meta-cognitivos, ya que siempre es necesario que el sujeto que aprende tenga conciencia del propio aprendizaje, de ahí la importancia que todas las teorías de la enseñanza le conceden a la habilidad de aprender a aprender, lo cual se sustenta en una profunda visión de educación permanente porque en su sentido amplio, educación significa aprender, aprender durante toda la vida (Tünnerman, 1997).

    Hacer frente a estas aspiraciones formativas supone conseguir que los docentes tomen conciencia del impacto que tienen los sistemas de enseñanza que utilizan, sobre la forma en que sus alumnos aprenden y adquieren una rica preparación en mayor correspondencia con las exigencias contemporáneas de la educación.

    Todas esas estrategias meta-cognitivas, tan necesarias para el perfeccionamiento del proceso formativo, serían inoperantes si no se trabajaran en un proceso que atienda con relieve las emociones, los sentimientos y los valores de los participantes, pues es reconocido en teoría que un buen proceso docente educativo a cualquier nivel, pregrado o superación debe atender la necesaria unidad cognitivo afectivo.

    Ha existido superación en Pedagogía desde el ciclo básico: cursos, entrenamientos, pero la realidad indica que no ha sido suficiente, pues en la práctica subsisten dificultades sobre todo para concretar los modelos alternativos al de la docencia tradicional.

    Las causas de estas deficiencias pueden ser de la más variada índole: del propio diseño curricular de la superación, del nivel de acceso a la bibliografía, de la fortaleza de los modelos didácticos más tradicionales entre otras. A nuestro modo de ver la superación mediante curso, desde una comunicación verticalista ha probado sostenidamente su ineficacia, pues tras asistir a cursos los profesores no son más diestros, ni más comunicativos, ni establecen relaciones más empáticas con sus alumnos en un clima cognitivo afectivo.

    La mayoría de las veces en el proceso docente educativo se utiliza una metodología tradicional, la cual ya no se corresponde con las exigencias sociales para la formación de profesionales, y en general en la formación de la personalidad del hombre de este tiempo, tiempo de comunicación informática y desarrollo tecnológico.

    Esta metodología, supone la transferencia de información del emisor-maestro a los receptores-alumnos, para que estos introyecten determinados contenidos valiosos para su formación. Este modelo tradicional toma como base la transmisión unidireccional del contenido. El aspecto central de este proceso lo constituye el maestro-emisor y los contenidos que trasmite, los alumnos tienen un papel pasivo y marginal.

    Conlleva además un modelo de comunicación expositivo o vertical y autoritario, por lo que se hace indispensable transitar en otra dirección del Proceso docente Educativo que logre resultados en los educandos, acorde a las nuevas tecnologías y a las demandas de la sociedad actual.

    En la docencia uno de los problemas es el empleo de modelo de comunicación vertical, estilo de dirección autocrático, este modelo se ha reproducido continuamente, materializado hasta en los propios cursos de superación de Pedagogía, que reproducen aquellos estilos que intentan criticar. Es necesario subvertir tal estado de cosas. Es por eso que se precisa provocar cambios, desde una concepción de superación y una implementación didáctica que plasme lo participativo como construcción conjunta del conocimiento, búsqueda colectiva de soluciones y respeto a la individualidad de las personas. Estas ideas se encuentran suficientemente establecidas en teoría como una necesidad impostergable, pero no se han logrado materializar convenientemente.

Conclusiones

    Se hace necesario plasmar vías concretas de participación y más aún una concepción de construcción de conocimientos, de habilidades, emociones y sentimientos que patenticen la idea teórica de que el proceso de enseñanza aprendizaje es una unidad cognitivo afectivo. (González Rey, 1989)

    Hay múltiples causas que explican la situación problemática de la pervivencia de la docencia tradicional, la propia superación profesional tipifica estos modos de actuación. De ahí que resulte interesante reflexionar sobre la necesidad del cambio, no en el discurso sino en el accionar del profesor.

    En cualquier universidad este trabajo es impostergable debiéndose continuar interactuando con la preparación metodológica y con el marco referencial de los docentes para garantizar la excelencia del claustro que también demanda la Universidad del Deporte Cubano.

    En este constante perfeccionamiento del proceso, la puesta en práctica de una verdadera metodología activa, debe propiciar en los educandos habilidades o niveles de desarrollo de habilidades superiores. Si se necesita que los estudiantes, vivencien mejores procesos formativos, ello resultaría imposible si no se interactúa convenientemente con la preparación teórica de los profesores

    Para lograr esta aspiración en la formación de los profesionales a la Universidad le urge hacer cambios que propicien esta “formación” que se impone y ha de marchar al ritmo acelerado del desarrollo, es por ello que cobra gran importancia entrenar a los estudiantes en esta forma de trabajo en el aula donde los métodos participativos y el trabajo grupal estén presentes coadyuvando al hombre activo y cuestionador de sus circunstancias que la sociedad demanda.

Bibliografía

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