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Significación social de la relación ciencia-educación antidoping 

para una cultura cívico-jurídica en el contexto de la Cultura Física

 

*Especialista, profesora asistente del departamento de Ciencias Sociales

que imparte la asignatura Problemas Sociales de la Ciencia y la Tecnología

**Profesora auxiliar, MSc. imparte la asignatura de Filosofía

y Sociedad del departamento de Ciencias Sociales

***Profesora asistente del departamento de Ciencias Sociales

Imparte la asignatura Filosofía y Sociedad

****Profesora auxiliar, MSc. del departamento de Ciencias Sociales

que imparte la asignatura de Economía Política

*****Profesora auxiliar, MSc., del departamento de Ciencias Sociales

que imparte la asignatura Problemas Sociales de la Ciencia y la Tecnología

******MSc. Profesor asistente del departamento de Teoría y Práctica

de los Juegos de la Facultad de Cultura Física de Santiago de Cuba

Universidad de Ciencias de la Cultura Física y el Deporte, Facultad de Granma

Dayris Zamora Castillo*

Ana Ofelia Rodríguez Elías**

Yudimila Seara de la Torre***

Alina del Rosario Lazo Gallardo****

Dagmara Ayala Torres*****

Hannier Barriga Márquez******

francisco@inder.cu

(Cuba)

 

 

 

 

Resumen

          El flagelo del dopaje es un fenómeno histórico social que ha cobrado auge, por diferentes cuestiones, en la época contemporánea. Para enfrentarlo se requiere de profesionales altamente preparados y capacitados para dar respuestas a estas exigencias. La educación antidoping se erige como una de las vías para frenar y humanizar el deporte, pues a través de ella se fomenta en los estudiantes, atletas y profesionales de la Cultura Física una cultura cívico-jurídica capaz de variar el comportamiento con respecto a esta problemática. Por lo que se define como problema CTS, ¿qué significación social tiene la relación ciencia-educación antidoping para lograr una cultura cívico-jurídica en el contexto de la Cultura Física? El objetivo de la investigación es reflexionar en torno a la significación social de la relación ciencia-educación antidoping para lograr una cultura cívico-jurídica en el contexto de la Cultura Física. Con ello se cumplirá el encargo social de la carrera de poner ante la sociedad a profesionales que satisfagan las exigencias de la misma.

          Palabras clave: Ciencia. Educación antidoping. Cultura cívico-jurídica. Cultura Física.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 19, Nº 196, Septiembre de 2014. http://www.efdeportes.com/

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Introducción

    El siglo XXI recibió de su antecesor la herencia de problemas aún sin resolver. En el ámbito deportivo, el tema del dopaje se hace recurrente no porque sea un tema nuevo, sino por el auge vertiginoso que alcanza en la actualidad.

    Castro Ruz (2005) expresó: “El deporte no es en nuestra concepción un instrumento más del mercado, un medio de vida de los jóvenes en vez del estudio y el trabajo, ni de lucro de promotores, agentes y toda la fauna de parásitos que se alimentan del esfuerzo del atleta; no es negocio turbio y caldo de cultivo de la droga y la utilización de sustancias ilícitas y dañinas para la salud del deportista. Nos hemos opuesto y nos seguimos oponiendo a esa concepción mercantilista del deporte…”.

    El dopaje en el deporte es un flagelo que afecta la práctica deportiva desde los Juegos Olímpicos de la Antigüedad. En los tiempos modernos, sin embargo, asume una escala epidémica que involucra no solo a atletas de alto rendimiento, sino también a deportistas en edad escolar que quieren ser las estrellas del mañana siendo una amenaza para la salud pública en general.

    Numerosas causas conllevan a la expansión de las prácticas dopantes en el ámbito deportivo: la creciente comercialización del deporte; el desarrollo vertiginoso de las ciencias químicas, farmacéuticas y biotecnológicas que aumentan la producción y disponibilidad de numerosas sustancias diseñadas, en un principio con objetivos terapéuticos, pero que también pueden ser usadas (o abusadas) para aumentar el rendimiento deportivo (agentes anabólicos “de diseño”, hormonas recombinantes, nuevos estimulantes, etc.); la exploración continua de nuevas estrategias y métodos para mejorar los resultados de los atletas; el desarrollo de un mercado ilícito y de redes de tráfico de sustancias dopantes estimulado por ingentes beneficios económicos en combinación con riesgos legales “aceptables” dado que en muchos países las legislaciones nacionales antidopajes son aún débiles y este fenómeno es interpretado como una responsabilidad de las autoridades deportivas solamente.

    En Cuba el dopaje en el deporte no es un problema alarmante. Sin embargo, la educación antidoping es la mejor manera de prevenir estos comportamientos; para impregnar en nuestros atletas, estudiantes, maestros, entrenadores, psicólogos, fisioterapeutas y todo el personal que se mueve en el ámbito deportivo, una cultura cívico-jurídica capaz de minimizar este flagelo.

    Es preciso señalar que para lograr la educación antidoping, es irremediablemente necesaria una educación cívica vinculada a la formación ciudadana. En este sentido Sáez Palmero (2001), plantea que “...la Educación Cívica tiene aún mucho por hacer, su encargo social y objetivos no han sido satisfechos”. Esto constituye una necesidad en la formación del profesional de la Cultura Física si se quiere lograr, como enuncia el Plan de Estudio D, un egresado de perfil amplio, con alta empleabilidad y competencias profesionales que permita enfrentar los problemas actuales del deporte mundial.

    La formación ciudadana requiere que el individuo se eduque para el ejercicio de la ciudadanía que se realiza sobre tres pilares básicos: la comprensión, la cooperación y el respeto y ello implica el conocimiento de la dialéctica existente entre deberes y derechos que es imprescindible comprender, lo que nos lleva a la necesidad de desarrollar una cultura de cívico-jurídica. Para ello la socialización, o sea, la influencia que logra la educación permite obtener numerosos dividendos.

    Se puede comprobar a través de la sistematización bibliográfica y la experiencia como profesora (de pre y post grado), de la autora que los esfuerzos que se realizan aún son insuficientes y por tanto, persiste:

  • Insuficiente cultura cívico-jurídica en el contexto deportivo sobre las instituciones, leyes, reglamentos, códigos que regulan la educación antidoping a nivel nacional e internacional.

  • Pobre tratamiento a la educación antidoping que genere una cultura cívico-jurídica en la formación del profesional.

  • Necesidad de un programa de educación antidoping relacionado con la cultura cívico-jurídica para darle salida desde las disciplinas del ejercicio de la profesión.

  • Insuficiente tratamiento a la educación antidoping desde lo curricular en la disciplina Sociología del Deporte y la asignatura Problemas Sociales de la Ciencia y la Tecnología.

  • Limitaciones en la proyección de las organizaciones estudiantiles, Federación Estudiantil Universitaria y Unión de Jóvenes Comunistas, para desarrollar acciones dirigidas a potenciar una cultura cívica-jurídica sobre la educación antidoping en la comunidad universitaria.

    Aspectos que conducen a plantear el siguiente problema CTS: ¿Qué significación social tiene la relación ciencia-educación antidoping para lograr una cultura cívico-jurídica en el contexto de la Cultura Física?

    En correspondencia con el problema planteado, se formula como objetivo CTS: Reflexionar en torno a la significación social de la relación ciencia-educación antidoping para lograr una cultura cívico-jurídica en el contexto de la Cultura Física.

Desarrollo

    La ciencia y la tecnología tienen un papel preponderante en la sociedad contemporánea, a su vez esta influye grandemente en el desarrollo científico tecnológico fomentando determinadas orientaciones y restringiendo o incluso prohibiendo otras.

    Se entiende por ciencia a aquella esfera de la actividad de la sociedad, cuyo objeto esencial es la adquisición de conocimientos acerca del mundo circundante, formada por cuatro componentes fundamentales:

  • El factor humano, representado por los científicos y por todo el personal que colabora con los fines de la actividad científica.

  • El factor social, compuesto por el conjunto de relaciones que, en el marco del trabajo, mantienen los científicos; manifestaciones de estas relaciones las constituyen las sociedades, los grupos y equipos de trabajo, los colegios invisibles, etc.

  • El factor cognitivo, que aún cuando incluye los procesos necesarios para generar los conocimientos teóricos, metodológicos, prácticos u otros se manifiesta por medios informales (conferencias, intercambios, etc.) o formales (revistas científicas, manuales, etc.) de la comunicación científica, que son los que esencialmente simbolizan a este componente.

  • El factor material, que comprende tanto los instrumentos, los equipos u otros elementos que constituyen herramientas que los científicos utilizan directamente en el proceso cognoscitivo como las instalaciones (laboratorios, edificios, etc.) en el marco de las cuales se desarrolla este tipo de actividad

    Para Núñez Jover (1999), la ciencia se analiza como un sistema de conocimientos que modifica nuestra visión del mundo real y enriquece nuestro imaginario y nuestra cultura; un proceso de investigación que permite obtener nuevos conocimientos, los que a su vez ofrecen posibilidades nuevas de manipulación de los fenómenos; es posible atender a sus impactos prácticos y productivos, caracterizándola como fuerza productiva que propicia la transformación del mundo y es fuente de riqueza; es una profesión debidamente institucionalizada portadora de su propia cultura y con funciones sociales bien identificadas.

    La tecnología, por su parte, constituye aquel sector de la actividad de la sociedad empeñada en la modificación del mundo circundante. Otros autores la definen como el conjunto de conocimientos científicos y empíricos, habilidades, experiencias y organización requeridos para producir, distribuir y utilizar bienes y servicios.

    Tanto la ciencia como la tecnología se han convertido en una fuerza productiva inmediata de la sociedad moderna, es decir, en un factor necesario del proceso de producción que ejerce una creciente influencia no sólo sobre los elementos materiales -y hasta espirituales- de las fuerzas laborales, sino que alcanza también a todas las esferas de la actividad humana.

    La utilización sistemática de los conocimientos científicos y de las nuevas formas materiales generadas en el sector tecnológico, se imponen como condición para el desarrollo social. Su utilización constituye una de las tendencias que con mayor fuerza caracteriza a la sociedad moderna y ejerce en ésta un empuje cada vez más creciente.

    La actividad deportiva no esquiva el desarrollo científico-técnico que se produce vertiginosamente en la sociedad actual. La aplicación de las diferentes ciencias al sistema de preparación del deportista, posibilita elevar el rendimiento atlético y optimizar sus posibilidades en el logro de nuevas metas y récords.

    El deporte es el mayor fenómeno sociocultural que comprende a miles de seguidores en el mundo entero. Coincido con Galván Rodríguez, I. (2009), cuando afirma que el tema del dopaje, antítesis de la filosofía Olímpica, acapara la atención y se torna central pues es uno de los grandes problemas que tiene el deporte en el mundo actual, ya que lejos de eliminarse a pesar de los controles, las sanciones establecidas y la tecnología que existe a su alrededor, es muy frecuente la detección de atletas dopados, pero más preocupante es, según opinión de estudiosos del tema, que hay formas de dopaje cada vez más sofisticadas que no pueden ser detectadas por los laboratorios y que son usadas por atletas convencidos de que el dopaje los llevará por un “corto” camino hacia la fama y las finanzas.

    Ante tal realidad, estamos convencidos que la batalla no se ganará solamente con la tecnología, pues esta no puede luchar contra la actitud enajenante de atletas, de médicos, entrenadores y directivos, sino que se debe, al menos, atenuar cuando se desarrolle un sistema educativo que involucre a estos y a la sociedad en su conjunto.

    Desde esa perspectiva educativa enfocamos nuestra reflexión en aras de lograr en el contexto de la Cultura Física una cultura cívico-jurídica que le permita comprender a los destinatarios las afectaciones causadas por el dopaje y las sanciones que se utilizan para reprimirlo, solo con un proceso arduo de socialización educativa, lograremos traspasar las fronteras del vértigo dinámico entre lo plausible y lo irreverente.

    El problema del dopaje se incrementa en los últimos tiempos debido a la unión de un conjunto de factores diversos entre los que se encuentran: el desarrollo actual de la farmacología, el perfeccionamiento de los métodos de síntesis o semisíntesis de drogas, el impetuoso avance de la bioquímica, la falta de escrúpulos o la ignorancia de algunos médicos, entrenadores y atletas, y además, el afán de lucro de los traficantes. Sin descartar nunca la presión que sienten los atletas por los patrocinadores, las compañías de marcas a quienes representan y los fanáticos en general.

    Asumimos la concepción de Rodríguez Varis (2012), “...la ciencia y la tecnología proporcionan y posibilitan un dominio creciente sobre las fuerzas de la naturaleza y la mentalidad de los hombres. Esta situación trae consigo resultados ambivalentes. Por un lado, aumenta la profundidad y calidad de las concepciones de la realidad; por ejemplo se desarrollan las ciencias aplicadas al deporte que favorecen el logro de mejores resultados deportivos, selección de talentos deportivos y perfeccionamiento del entrenamiento”.

    Por otra parte, los problemas son crecientes y complejos como por ejemplo el uso de sustancias y métodos prohibidos (doping) como vía para la obtención de mejores resultados y un alto rendimiento deportivo, lo cual constituye un grave problema desde el punto de vista biológico, social, deportivo y cultural.

    El máximo órgano deportivo global, el Comité Olímpico Internacional (COI), definió el dopaje como la administración o el uso de cualquier sustancia o producto ajeno al cuerpo o cualquier sustancia fisiológica, utilizadas en cantidades anormales con el propósito de obtener un incremento artificial y fraudulento de su capacidad de ejecución de una competencia.

    El desarrollo de la ciencia contribuyó al conocimiento de sustancias estimulantes que son utilizadas para incrementar la capacidad física de trabajo y mejorar los resultados deportivos, y a la vez dictaminó que estas tienen efectos negativos desde el punto de vista biológico, pues afectan el normal desarrollo del ser humano, incluyendo su desarrollo social al traer aparejado trastornos disímiles que constituyen un lastre para un adecuado comportamiento del hombre como ser social. Por esta razón comienza la lucha contra el dopaje, creándose en 1959 la Comisión contra el Dopaje por la Asociación Nacional de Educación Física en Francia, y se dedicó una atención especial a este aspecto en los congresos de medicina deportiva de París y Evián.

    En 1962, en Moscú, se dictó la Primera resolución del COI en contra del dopaje, pero sin que se tomaran medidas específicas para controlar el desarrollo de este. Un año después se redactó en Estrasburgo la primera definición completa del dopaje, la cual fue ampliada en noviembre de ese mismo año en Madrid y se elabora la primera lista de sustancias prohibidas. En 1964 se celebra el Primer Congreso Mundial de Doping durante los Juegos Olímpicos de Tokio.

    En 1967 se establece la Comisión Médica del COI, constituyendo un paso esencial para la lucha contra el dopaje en el deporte, y en 1968 se realizaron los primeros análisis de control en los Juegos Olímpicos de Grenoble.

    Desde que en 1988 el velocista canadiense de origen jamaicano Ben Johnson diera positivo por etanozolol, tras ganar la final de 100 metros planos en los Juegos Olímpicos de Seúl, el COI se dio a la tarea de cerrar el espacio a los tramposos. Once años después, el 10 de noviembre de 1999, se fundó la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) con el objetivo de fomentar, coordinar y supervisar a escala universal la lucha contra ese mal. Hoy es reconocida por más de 60 federaciones internacionales y 140 países manteniendo actualizadas constantemente las listas de las sustancias y métodos prohibidos anualmente.

    Mientras unos luchan por erradicar el doping, otros tantos apuestan por descubrir nuevas sustancias y métodos dopantes. Su uso se debe, en gran medida, a la presión que ejerce la sociedad sobre el deportista cuando le exige una superación continua de su rendimiento deportivo.

    Asumimos la postura de Gutiérrez Alonso (2009), cuando señala que “El deporte de Alto Rendimiento en los últimos años está asociado a la búsqueda de los súper atletas capaces de superar todo tipo de récords y marcas. Súmele a ello, que los grandes emporios económicos fijan como estrategia de mercado y de publicidad empresarial, contactar atletas y deportistas consumados, quienes amparados como los héroes de la modernidad en razón de su potencia y resistencia física, promocionan productos y amplían sus ingresos económicos por el aumento de las ventas”.

    Algunos ejemplos de situaciones que ilustran el auge del dopaje en los últimos años y el uso de la tecnología.

    A inicios del 2012 dos nuevas noticias sobre dopaje azotaron a la Unión Ciclística Internacional (UCI). La primera fue que la Agencia Francesa de Lucha contra el dopaje denunció un nuevo sistema que oculta los casos positivos, al combinar una serie de productos en dosis y fechas determinadas. Este procedimiento oculta el positivo de los deportistas porque toman productos mediante un protocolo cuidadosamente estudiado. Así, en el momento del control, los análisis salen negativos. Con este nuevo hecho ahora es cuestionable hasta qué punto son confiables los exámenes antidopaje realizado en los últimos tiempos por la UCI, siendo evidente que el uso del pasaporte biológico, con el fin de medir los patrones médicos de los ciclistas, no está dando resultados.

    La otra noticia fue referente a que el Tribunal de Arbitraje Deportivo dio su veredicto sobre el positivo por clembuterol del ciclista español Alberto Contador durante el Tour de Francia de 2010. El mejor ciclista de la última década recibió como castigo dos años de suspensión, perdiéndose el próximo Tour y los Juegos Olímpicos de Londres.

    En los meses finales del 2012 otra nueva buena estremeció al mundo del deporte. El ciclista estadounidense Lance Armstrong fue despojado de sus siete títulos del Tour de Francia y sancionado de por vida después de que la UCI ratificó la sanción impuesta por la Agencia Antidopaje Estadounidense. Armstrong, quien es considerado uno de los mejores ciclistas de todos los tiempos y es un ídolo para muchos por haber dominado el deporte tras recuperarse de un cáncer, estuvo implicado en el programa de dopaje más sofisticado, profesionalizado y exitoso que haya visto el deporte. En una de las entrevistas comentó.... no estoy preocupado, hubo una época en que todos estábamos dopados.

    ¿Será esta la entrada al salón de la infamia? Concordamos con Gómez (2013), cuando plantea que una característica significativa de los miembros del Salón de la Infamia es su incapacidad para reconocer el error. Toman esteroides, los capturan y, luego, tras cumplir el castigo, vuelven a caer en el mismo hueco. Así le sucedió a Johnson y también al jamaicano Steve Mullings quien dio positivo en 2004 y 2011, por lo que la Federación Internacional de Asociaciones de Atletismo (IAAF), lo sancionó de por vida.

    El mismo autor precisa que a mediados de la primera década del siglo XXI comenzó el dominio jamaicano de la velocidad. Liderados por el fenómeno Usain Bolt, los caribeños ganaron 28 medallas entre los Juegos Olímpicos de Atenas, Beijing y Londres. En todas partes del mundo se alababa la fuerza de los corredores y su técnica. Durante casi diez años nadie dudó sobre la limpieza de sus triunfos; pero esa imagen acaba de sufrir varios golpes consecutivos.

    La primera en afiliarse fue Verónica Campbell-Brown, multicampeona olímpica en Atenas y Beijing y titular mundial de los 200 metros, en la cita de Daegu, 2011. En un examen rutinario, tomado el 4 de mayo, aparecieron restos de un diurético prohibido por la Agencia Mundial Antidopaje, y a que, mediante su uso, los atletas enmascaran el empleo de sustancias dopantes. Sin embargo, no fue condenada pues se demostró que la dosis no fue consumida dolosamente.

    En junio se celebró el Campeonato Nacional de Jamaica, clasificatorio para el Mundial de Moscú. Allí corrieron todas las estrellas de la nación caribeña y se hicieron, como era de esperarse, excelentes tiempos; pero los exámenes antidoping revelaron un hecho muy preocupante: cinco corredores dieron positivo en el control. Probablemente muchos temieron que, en el listado, apareciera el nombre de Bolt; pero, para suerte de la credibilidad del atletismo, el “Relámpago” volvió a demostrar que no necesita esteroides. Hasta ahora permanece impune.

    Entre los implicados resaltaron dos famosos corredores: Asafa Powell, quien ostenta el cuarto tiempo más rápido de la historia, en los 100 metros, con 9,72 segundos y Sherone Simpson, multimedallista olímpica. Ambos consumieron el mismo estimulante prohibido: oxilofrine, por lo que quedaron fuera del Mundial de Moscú.

    El último miembro en ingresar al Salón de la Infamia fue Tyson Gay. Después de su cirugía de cadera, en 2011, regresó en una magnífica forma en 2013 y fue considerado el principal rival de Bolt en la cita moscovita. El estadounidense tenía en su poder el mejor tiempo del año, al recorrer los 100 metros en 9,75 segundos,

    Lamentablemente la tendencia predominante es que la producción de sustancias prohibidas antecede, lógicamente, a los métodos de control, en la medida que surgen nuevas sustancias y métodos se requiere de la creación de los mecanismos científicos-tecnológicos para detectarlas. La existencia de un dopaje genético esquiva sin tregua las pruebas existentes para su localización. Gran problema para la ciencia que se reparte entre combatirlo y la búsqueda de soluciones para su descubrimiento. Ese tipo de dopaje es un misterio aún para los estudiosos del tema.

    La responsabilidad y la ética de los científicos, en estos casos, es no poco cuestionada. La dualidad que enfrenta la ciencia hoy constituye el mayor problema para su solución, donde el mayor reto, a nuestro parecer, es concientizar a través de de la socialización y la educación, a atletas, entrenadores, médicos, técnicos del deporte, estudiantes, profesores y todo personal relacionado con esta esfera, sobre el código de ética deportiva, la necesidad de continuar cada vez con más fuerza la lucha antidoping para lograr una cultura cívico-jurídica con respecto al tema.

La Educación Superior cubana en la lucha contra el dopaje

    La educación antidoping es el proceso formativo por el cual una persona desarrolla sus capacidades, actitudes y valores para enfrentarse positivamente a ese flagelo, y donde se utilizan medios, métodos y condiciones que permiten influir sobre el crecimiento moral de las personas. Esa es la tarea de nuestras universidades lograr el nivel de conciencia y la reflexión profunda de las consecuencias negativas del dopaje en el deporte para alcanzar la cultura cívico-jurídica que el contexto de la Cultura Física necesita.

    La cultura cívico-jurídica promueve un conjunto acciones, de valores y actitudes que favorecen la interiorización y el cumplimiento de las reglas de convivencia, las reglas deportivas y fortalecen el sentido de pertenencia en el contexto de la Cultura Física con respecto al tema del dopaje.

    Le corresponde, sobre todo, a la Universidad de Ciencias de la Cultura Física y el Deporte contribuir a la lucha contra el dopaje, ya que en sus aulas estudian atletas, entrenadores, profesores y estudiantes que en el futuro tendrán la función de preparar a los deportistas con convicciones revolucionarias, respetando las reglas propias de su deporte y el principio de juego limpio.

    Dentro del programa de estudios de nuestra carrera las asignaturas de Bioquímica, Fisiología, Problemas Sociales de la Ciencia y la Tecnología e Historia de la Cultura Física, abordan el tema del dopaje pero todavía es insuficiente.

    En nuestra Facultad se imparte la asignatura optativa Derecho y Deporte, para los alumnos de 4º año de la carrera Licenciatura en Cultura Física, donde se le da tratamiento a los delitos deportivos, que incluye a la figura del dopaje sancionado ya penalmente por muchas legislaciones foráneas.

    La existencia de sustancias dopantes en el deporte constituye una consecuencia del desarrollo de la ciencia y la tecnología, problema que se incrementa en los últimos años a nivel mundial, por el afán de lucro de los traficantes y el desarrollo acelerado del neoliberalismo y la globalización en el deporte.

    La lucha contra el dopaje tiene que continuar, la salvación o destrucción del deporte, como fenómeno sociocultural, está en manos de su creador. Nos corresponde a todos contribuir por una sola causa justa: la integridad del ser humano y el deporte.

    Nuestro país no encabeza las listas de atletas dopados pero si es cierto que la realidad internacional, impone una prevención en cuanto al tema. Las nuevas políticas impuestas a nuestros deportistas en correspondencia con la actualización del modelo económico cubano sustentan lo antes expuesto. La apertura a contratarse en ligas de otras latitudes obliga a acrecentar la labor educativa que implica ejecutarla, inexorablemente, como la concibió Martí, un camino hacia la formación humana del devenir individual y social, lo que le imprime una connotación filosófica a su proyecto educativo donde se desarrolla la cultura del ser humano, que tiene a la dignidad en la cima del comportamiento humano.

    Esta necesidad está planteada en el encargo social del Sistema Nacional de Educación, cuando se expresa que: “La finalidad esencial de la educación, es la formación de convicciones personales y hábitos de conductas, y el logro de personalidades integralmente desarrolladas que piensen y actúen creadoramente, aptas para construir la nueva sociedad”.

    No obstante, soy del criterio que el remedio del problema está en la humanización entera del deporte a escala universal y en la remota posibilidad de que la industria deportiva deje de funcionar como un negocio que deja ya, extraordinarios dividendos.

    De esta forma la sociedad del siglo XXI enfrenta el reto de concebir una educación que permita evitar los conflictos o solucionarlos de manera pacífica y fomentar el conocimiento de los demás.

    La perspectiva educativa está en fomentar una cultura cívico-jurídica que le permita comprender a los destinatarios las afectaciones causadas por el dopaje y las sanciones que se utilizan para reprimirlo, sin dejar atrás el comportamiento ético moral y cívico, a través de un proceso arduo de socialización educativa para traspasar las fronteras del vértigo dinámico entre lo plausible y lo irreverente.

Significación social de la educación antidoping

  1. Crear una conciencia cívico-jurídica con respecto al dopaje.

  2. Respetar los valores olímpicos.

  3. Prevenir y minimizar el dopaje.

  4. Salvar la integridad del deporte.

  5. Humanizar el deporte.

  6. Formar hábitos, actitudes y valores para enfrentar positivamente el flagelo del dopaje.

  7. Crear una cultura cívico-jurídica.

  8. Comportamiento

Conclusiones

  1. La educación es un ámbito institucional que, en virtud del conocimiento que produce, asimila, transmite y distribuye, crea las condiciones favorables para hacer efectivo el ejercicio de los derechos ciudadanos, el desarrollo moral y las buenas prácticas.

  2. La socialización y la educación antidoping, fomentada por la Universidades en Cuba y en especial por la de Cultura Física, es la única vía para lograr una cultura cívica-jurídica que permita la minimización del dopaje en el deporte.

  3. La credibilidad y estabilidad del deporte como fenómeno sociocultural dependen de una adecuada concientización cívico jurídica de sus actores para salvaguardar los valores humanos que la actividad física demanda.

  4. Corresponde desempeñar a la Educación antidoping un papel preponderante en la formación no sólo de valores jurídicos, políticos y éticos que posibiliten dar continuidad histórica al proyecto cubano; sino fomentar hábitos y habilidades en la práctica de deportes, teniendo como resultado un ciudadano “que tenga tanta fuerza en la mente como en el brazo”.

Bibliografía

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