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Apostando a la cohesión social vía la educación nacional

   
Sociólogo, UBA
(Argentina)
 
 
Roberto Di Giano
robaied@hotmail.com

 

 

 

 

 
El médico psiquiatra José María Ramos Mejía, que distaba de sostener la mirada gris del funcionario y había aprendido a tocar la cuerda de la emoción, pensaba que la música nacional sería una colaboradora eficiente de la enseñanza patriótica. De allí que bajo su conducción se aboliera el sistema modal y se implementen melodías de tipo pentatónico tal como las utilizadas por los pueblos del noroeste argentino, privilegiándose de esa manera el sonido melancólico de el triste, el yaraví y las vidalitas. Una cuestión que da cuenta de la reivindicación de identidades que se llevaría a cabo en aquella época, tratando de alimentar así nuestro bagaje cultural de elementos diferentes a los impuestos por Europa.
 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 19, Nº 196, Septiembre de 2014. http://www.efdeportes.com/

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Cuando el ideal de la sociedad es la ganancia o posesión material (…) el objeto
especial de su condena es el ladrón -no el ladrón rico, pues el que ya posee es por
eso mismo respetable, sino el ladrón pobre-.
Edward Carpenter

    A tono con una propuesta energizadora que pasaba más por la reflexión crítica que por un alborozo estéril, la historia patria a principios del siglo pasado debía impartirse con lecciones sencillas sobre los símbolos patrios: la bandera, el escudo y el himno. Complementando la misma con imágenes variadas seleccionadas con criterios estéticos: láminas conteniendo los colores nacionales, bonitos paisajes del territorio argentino, obras de pintura y escultura, retratos de la fauna y flora nacional y americana.

    La belleza, como un gran cielo abierto, podía despertar aquellos impulsos vitales que servirían para expandir el lazo social en país fragmentado. Sin lugar a dudas, en este contexto de emprendimientos patrióticos adquiría suma importancia la manera en que eran presentados los hechos.

    Asimismo, el médico psiquiatra José María Ramos Mejía, que distaba de sostener la mirada gris del funcionario y había aprendido a tocar la cuerda de la emoción, pensaba que la música nacional sería una colaboradora eficiente de la enseñanza patriótica. De allí que bajo su conducción se aboliera el sistema modal y se implementen melodías de tipo pentatónico tal como las utilizadas por los pueblos del noroeste argentino, privilegiándose de esa manera el sonido melancólico de el triste, el yaraví y las vidalitas. Una cuestión que da cuenta de la reivindicación de identidades que se llevaría a cabo en aquella época, tratando de alimentar así nuestro bagaje cultural de elementos diferentes a los impuestos por Europa.

José María Ramos Mejía
Foto: www.me.gov.ar

    Varias de las ideas expuestas por José María Ramos Mejía en sus últimos libros y siendo titular del Consejo Nacional de Educación con el fin de que las futuras generaciones percibieran la Argentina de otro modo, se verán cristalizadas en el largo plazo. Plantear el tema de la integración social revisando algunos de los lineamientos de la formación de la nacionalidad que había trazado la historia oficial, resultó una tarea valiente y creativa que preanunciaría la posterior llegada del revisionismo rosista.

    En tal sentido, el improvisado sociólogo que tejió una nueva manera de vernos como pueblo, dejó una huella profunda y nítida para que pudiera seguir afirmándose un rumbo diferente en el futuro.

    Lo concreto es que la designación de Ramos Mejía en 1908 como presidente del Consejo Nacional de Educación, cuyo recorrido no estuvo exento de ambigüedades, fue un hecho significativo en el marco de la política educativa.

    En dicho ámbito se nuclearon actores que, en determinados casos, presentaban puntos de vista antagónicos en cuanto a la forma de construir una identidad nacional. Estuvieron presentes aquellos que pretendían a toda costa dejar atrás la fuerte heterogeneidad cultural, llegando incluso a alentar prácticas discriminatorias, hasta los que consideraban que las colectividades extranjeras cargaban con una biografía y una rica historia que había que respetar.

    Asimismo, las coincidencias resultaban amplias en cuanto a la gran tarea de combatir el analfabetismo e integrar a los niños a la vida nacional vía la escuela.

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