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¿Cómo seleccionar música adecuada para 

la práctica deportiva? Herramienta práctica

 

Prof. Lic. Educación Física

MioErgon Investigación, Capacitaciones y Entrenamientos

(Argentina)

Melina Belén Labrone

melinalabrone@hotmail.com

 

 

 

 

Resumen

          En la actualidad es cada vez más común ver a deportistas escuchando música en los momentos previos a dar su actuación deportiva o incluso durante parte de la entrada en calor. El objetivo de este trabajo fue brindar una herramienta práctica para la selección correcta de piezas musicales para lograr un efecto positivo en la práctica deportiva. Detalles a tener en cuenta son: cada atleta/jugador, debe conocerse y saber qué necesita en cada momento, decidir qué condición de música se necesita (sedante o estimulante), y en función a eso, se debe elegir un rango adecuado de lpm (menos de 80 lpm para efecto sedante, más de 120 lpm para efecto estimulante), buscar melodías y armonía que sean de su agrado, que les recuerden momentos agradables, fluidos, de gloria, etc., la letra debe ser positiva, buscar aquellas piezas musicales que los transporten a un escenario libre de preocupaciones.

          Palabras clave: Música. Práctica deportiva. Selección.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires - Año 19 - Nº 193 - Junio de 2014. http://www.efdeportes.com/

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Introducción

    Uno de los primeros trabajos que plantea la temática de la música y el ejercicio es el de MacDougal (1902, citado en Yanguas Leyes, 2006). El afirmó que el ritmo de la música, más específicamente el tempo, ayudaba en la ejecución del movimiento.

    Luego, Dillon (1952, citado en Yanguas Leyes, 2006) y Beisman (1967, citado en Yanguas Leyes, 2006) postulan que la música puede facilitar el aprendizaje de nuevas habilidades motoras. También Ferguson, Carbonneau y Chambliss (1994) estudiaron en karatecas el efecto de la música en la habilidad para realizar un kata

    Copeland y Franks (1991), mediante una ergometría en tapiz rodante estudiaron el comportamiento de las variables FC (Frecuencia Cardiaca), sensación de esfuerzo percibido, y el tiempo total hasta que los individuos se fatigaban en la realización de determinado ejercicio.

    A continuación, Szabo, Small y Leigh (1999), utilizaron a 24 varones y mujeres, y les hicieron hacer una serie de pruebas de esfuerzo en un cicloergómetro escuchando diferentes ritmos de música, evaluando la potencia de pedaleo.

    Pujol y Langenfeld (1999, citado en Yanguas Leyes, 2006), estudiaron la influencia en el rendimiento en un ejercicio supra máximo mediante el test de Wingate. Lo interesante de ente estudio, fue que cada participante pudo seleccionar su música, ya que, según Gfeller (1988), afirma que la música autoseleccionada puede ejercer un efecto más positivo sobre el rendimiento de una persona que una que no lo sea.

    Yamamoto et al. (2003), estudiaron a 6 varones, con un protocolo que consistió en hacerlos escuchar música con ritmo rápido y ritmo lento en 2 ocasiones diferentes durante 20 minutos antes de realizar el test de Wingate. En ambas situaciones la potencia media obtenida no fue significativamente distinta y en los 2 casos las concentraciones plasmáticas de catecolaminas y lactato fueron similares.

    Otro autor (Crust, 2004, citado en Karageorghis y Priest, 2012), quien estudió el efecto de la música en contracción isométrica. Para esto 27 estudiantes varones se sometieron a un test de fuerza. La música seleccionada tenía un ritmo de 120 lpm. Se formaron 3 grupos, los de la prueba A fueron expuestos a la música previamente a iniciar al ejercicio, los de la prueba B estuvieron expuestos a la música en el momento previo a iniciar el ejercicio y durante la primera mitad de éste, y los de la prueba C estuvieron expuestos durante todo el transcurso del test. El hecho de que el mejor rendimiento haya sido obtenido por el grupo que escuchó música durante todo el test es justificado en el sentido que la música sirve como un estímulo para enmascarar las sensaciones de fatiga y esfuerzo extenuante.

    Karageorghis, Drew y Terry (1996) también estudiaron la fuerza tras la audición de música de tipo “estimulante” (ritmo de 134 lpm), música “relajante” (90 lpm) y sin música en un total de 50 sujetos (25 varones y 25 mujeres). Los resultados obtenidos en el sexo masculino muestran unos valores de fuerza significativamente mayores tras escuchar música “estimulante” y con la música “relajante” se registraron valores inferiores a los obtenidos sin música (p < .001).

    El trabajo de Szmedra y Bacharach (1998), analiza parámetros bioquímicos como la concentración de lactato y catecolaminas. Utiliza a 10 varones. Cada uno de ellos realizó 2 pruebas de esfuerzo submáximas (70% VO2 máximo) en tapiz rodante de 15 minutos de duración, una sin música y la otra escuchando música clásica. Se observaron menores FC de esfuerzo y de recuperación, y una menor presión arterial sistólica durante las pruebas acompañadas de música. También fueron inferiores las concentraciones en sangre de lactato y de catecolaminas. Además la percepción subjetiva del esfuerzo, medido a través de la escala de Borg fue menor.

    Un autor que ha investigado mucho acerca de este tema es Karageorghis, este junto a otros investigadores, han publicado una serie de trabajos en donde estudiaron la relación entre la FC y el ritmo de la música, en ellos se muestra que a intensidades de ejercicio superiores, se prefiere música más rápida, pero, no se puede afirmar que la relación responda a una relación de tipo lineal, (Karageorghis, et al. 2011; Karageorghis, Jones y Low 2006; Karageorghis, Jones, y Stuart 2008; Priest, Karageorghis, y Sharp 2004).

    El trabajo de North y Hargreaves (1996) realizado con una variedad de grupos de edad, llegó a la conclusión de que la música con mejores cualidades motivacionales es la que selecciona la propia persona, guiados por alguien que tenga en cuenta el fin, ya sea estimular o sedar.

    Muchas son las investigaciones que trabajan con la música y su efecto en algún aspecto del rendimiento deportivo. Es por esto, que el objetivo de este artículo es brindar una herramienta práctica para el entrenador y el atleta, para que puedan aprovechar al máximo las cualidades positivas de la música.

¿Cuáles son las cualidades de la música?

    Existen 4 factores propios de la música que la convierten en un elemento fuertemente motivacional (Karageorghis et al. 2006), como ser: el ritmo, en especial el tempo (medido en latidos por minuto), la musicalidad (armonía y melodía), el impacto cultural de la misma en la sociedad en que está inmersa y la asociación extra musical que cada uno que la escucha, hace de la misma.

    Los factores internos a la composición musical son la respuesta del tempo y la musicalidad, mientras que el impacto cultural y los factores de la asociación son externos a la misma. Su investigación afirma que los factores internos son más importantes en la predicción de cómo una persona va a responder a una pieza musical que los factores externos, (Karageorghis et al. 2006).

    Karageorghis et al. (2006) postula algunos beneficios que tiene la música para los atletas: mejora el humor, controla el arousal, reduce el esfuerzo percibido, aumenta producción de trabajo, mejora la adquisición de habilidades, aumenta estados de ánimo positivos y reduce los negativos, disociación de dolor y fatiga, aumento del trabajo sincronizado. La música cuenta con la capacidad de capturar la atención y focalizarla, levantar el ánimo de quien la escucha, generar diversas emociones, evocar memorias, aumentar el trabajo, reducir las inhibiciones y estimular el movimiento rítmico (Karageorghis et al. 2006). Más específicamente según Terry y Karageorghis (2006), la música antes de la actividad puede: estimular o sedar, mejorar la concentración, mejorar la autoconfianza, si la música es autoseleccionada.

    Además de estas cualidades motivacionales, hay otros puntos que también actúan en los atletas, ellos son:

1.     Procesamiento atencional o disociación

    Karageorghis y Priest (2012), postulan que la música en el ejercicio de alta intensidad, no reduce el nivel de fatiga pero sí puede cambiar la percepción que el sujeto tiene de la misma y convertirla a ella en algo más positivo.

2.     La respuesta sincrónica al ritmo musical

    El ser humano tiene una predisposición innata a coordinar los movimientos con el ritmo musical, (MacDougall, 1902, citado en Leyes 2006). Por los tanto hacer actividad de tipo cíclica al mismo tempo que una pieza musical, hará que esta sea más agradable, mejorando el estado de ánimo y la predisposición a la actividad.

    Schneider, Askew, Abel, and Struder (2010) afirma que el cerebro es el principal regulador de la locomoción, el control neuro-vascular y la integración sensorial, eso explica la coincidencia del ritmo de la música con los procesos fisiológicos.

3.     La respuesta asincrónica

    Para explicar esta respuesta, Priest et al. (2004), estudiaron que el ritmo tiene un efecto estimulante independientemente de su sincronización con los movimientos. Por lo tanto, además de la activación de ciertas estructuras neuronales de manera periódica a fin de promover el movimiento rítmico, la música puede causar una estimulación general de aquellas partes del cerebro que gobiernan el arousal, como los sistemas activadores límbico y reticular.

4.     Respuesta emocional generada con la música

    Scherer y Zentner (2001, citado en Karageorghis y Priest 2012) afirman que hay tres formas de inducir emociones al escuchar música, ellas son: la memoria, la empatía y la evaluación.

    La ruta de la memoria se refiere a la capacidad de la música para actuar como un disparador, para que el recuerdo de un evento emotivo se despierte. La empatía alude a la capacidad del oyente para reconocer e identificarse con las emociones expresadas por el artista. El camino final es la evaluación en la que el oyente justamente evalúa el significado personal de las emociones comunicadas por el artista, en términos de las propias, haciendo la experiencia sumamente personal.

¿Cómo seleccionar las piezas musicales de forma adecuada?

    Karageorghis y Priest (2012), postulan que para lograr que una pieza de música inspire al oyente, debe contar con fuertes cualidades rítmicas que coincidan con la actividad y también un tiempo que se relacione con el ritmo cardíaco, si el ejercicio físico es cíclico. Si es acíclico, al ser tan versátil en cuanto a sus variaciones de FC, es ilógico intentar buscar una música que haga coincidir el tiempo con la FC. Pero, lo que sí es posible, es buscar que la melodía y la armonía de la música promuevan un estado de ánimo positivo, es decir, dinamicen a quien la escucha. Además las piezas musicales deberían provenir de estratos socio-culturales que el oyente conozca y cumplir con sus exigencias. Por último, lo ideal es que la música se asocie con la actividad física, con el contenido de las letras. Hay 2 consideraciones adicionales en la selección musical, según Karageorghis y Priest (2012):

  • Variedad en la música, esta debe tender a mantener el interés de los atletas en la actividad,

  • El volumen de la música no debe ser oscurecido por el ruido del entorno de ejercicio.

    Otro dato muy importante es que las piezas musicales con un tempo mayor a 120 lpm tienen un efecto estimulante y las que son menores a 80 lpm son de efecto sedante (Karageorghis y Priest, 2012).

Proceso de selección de la música – La herramienta, entrevista personalizada

    Para la selección de música adecuada se deben tener en cuenta los 4 factores motivacionales enunciados por Karageorghis et al. (2006), ritmo, musicalidad, evocación extramusical y contexto social.

    A partir de estos, se diseñó una entrevista, compuesta por una serie de preguntas que responden a cada cualidad. Al momento de realizar la entrevista es importante ir anotando las canciones que surgen del atleta, y si no surge nada, ir probando temas según lo que el haya manifestado la persona hasta el momento.

    Es recomendable que en el momento de realizar la entrevista, el atleta lleve música que tenga en su biblioteca, y que el entrevistador, tenga un buen surtido musical. Esto gracias a la tecnología e internet no es ningún problema.

    Es importante no seleccionar solo una pieza musical, si no, seleccionar una buena cantidad, para garantizar la variabilidad de la misma.

    Una vez seleccionadas las piezas se debe proceder a clasificar según sus latidos por minuto, en estimulantes o sedantes, y así saber cuál utilizar en que momento (Karageorghis y Priest 2012).

Modelo de entrevista

Tipo de práctica deportiva:

Edad:

Sexo:

¿La música se usara en la entrada en calor, durante la actividad o en la vuelta a la calma?

¿Tenes algún estilo musical que prefieras más que otro? ¿Siempre es el mismo, o cambia según tus ánimos?

¿Qué tipo de melodía te estimula a hacer actividad intensa?

¿Qué tipo de melodía hace que te serenes?

¿Qué tipo de música te hace olvidarte de tus preocupaciones?

¿Que música preferis, nacional, internacional, otra?

¿Preferís música con letra o sin letra?

¿Si es con letra, la escuchas con atención y puede modificar el cómo te sentís en ese momento y minutos después?

¿Qué música te transporta a acciones violentas, desagradables, indeseables, trabadas, negativas, etc.?

¿Y qué música te hace recordar acciones fluidas, agradables, coordinadas, positivas, etc.?

¿Qué canciones te hacen recordar momentos gloriosos?

    Se recomienda ir anotando las canciones que vayan surgiendo a medida que se realiza la entrevista.

    Otra herramienta para la clasificación de música es el Inventario de Clasificación musical de Brunel, ideado por Karageorghis y Terry (1997). En donde se debe clasificar el tema que se oyó indicando la magnitud en que cada una de las características a continuación enumeradas contribuye a las cualidades motivadoras.

Inventario de clasificación musical de Brunel

Referencias

  • Copeland B, Franks D. (1991) Effects of types and intensities of background music on treadmill endurance. J. Sports Med Phys Fitness. 3, 31-100.

  • Gfeller K. (1988). Musical components and styles preferred by young adults for aerobic fitness activities. J Music Ther, 25, 28-43.

  • Karageorghis C.I. y Priest D.L. (2012). Music in the exercise domain: a review and synthesis (Part II). International Review of Sport and Exercise Psychology. 5, 67-84.

  • Karageorghis C.I. y Priest D.L. (2012). Music in the exercise domain: a review and synthesis (Part I), International Review of Sport and Exercise Psychology. 5, 44-66.

  • Karageorghis, C.I., Drew, K.M. y Terry, P.C. (1996). Effects of pretest stimulative and sedative music on grip strength. Perceptual and Motor Skills, 83, 1347-1352.

  • Karageorghis, C.I., Jones, L. y Low, D.C. (2006). Relationship between exercise heart rate and music tempo preference. Research Quarterly for Exercise and Sport. 26, 240-250.

  • Karageorghis, C.I., Jones, L., y Stuart, D.P. (2008). Psychological effects of music tempi during exercise. International Journal of Sports Medicine. 29, 613-619.

  • Karageorghis, C.I., Jones, L., Priest, D.L., Akers, R.I., Clarke, A., Perry J. y Lim, H.B.T. (2011). Revisiting the exercise heart rate-music tempo preference relationship. Research Quarterly for Exercise and Sport, 82, 274-284.

  • Matvéiev, L. (2004). El proceso del entrenamiento deportivo. Buenos Aires: Stadium.

  • Michels, U. (1985). Atlas de música. Madrid: Alianza

  • North, A.C. y Hargreaves, D.J. (1996). Responses to music in aerobic exercise and yogic relaxation classes. British Journal of Psychology, 87, 535-547.

  • Priest, D. L., Karageorghis, C. I. y Sharp, N. C. C. (2004). The characteristics and effects of motivational music in exercise settings: The possible influence of gender, age, frequency of attendance, and time of attendance. Journal of Sports Medicine and Physical Fitness, 44, 77–86.

  • Schneider, Stefan, Askew, Christopher D., Abel, Thomas y Strüder, Heiko K. (2010). Exercise, music, and the brain: Is there a central pattern generator? Journal of Sports Sciences, 28, 1337 - 1343.

  • Szabo A, Small A, Leigh M. (1999). The effects of slow and fast-rhythm classical music on progressive cycling to voluntary physical exhaustion. J Sports Med Phys Fitness, 39, 220-225.

  • Szmedra L, Bacharach DW. (1998). Effect of music on perceived exertion, plasma lactate, norepinephrine and cardiovascular hemodynamics during treadmill running. Int J Sports Med., 19, 32-37.

  • Terry, P.C. y Karageorghis, C.I. (2006). Psychophysical effects of music in sport and exercise: An update on theory, research and application. In M. Katsikitis (Ed.), Psychology bridging the Tasman: Science, culture and practice – Proceedings of the 2006 Joint Conference of the Australian Psychological Society and the New Zealand Psychological Society (pp. 415-419). Melbourne, VIC: Australian Psychological Society.

  • Williams, J. M. (1991). Psicología aplicada al deporte. (3° edición). Madrid: Biblioteca Nueva.

  • Yamamoto, T., Ohkuwa, T., Itoh, H., Kitoh, M., Terasawa, J., Tsuda, T. y Sato, Y. (2003). Effects of pre-exercise listening to slow and fast rhythm music on supramaximal cycle performance and selected metabolic variables. Archives of Physiology and Biochemistry, 111, 211-214.

  • Yanguas Leyes J. (2006). Influencia de la música en el rendimiento deportivo. Apunts. Medicina de l'esport, 65, 155-165.

  • Karageorghis C.I. Terry P.C. (1997). The psychophysical effects of music in sport and exercise: a review. J Sport Behav 20, 54-69.

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