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Estrategias para la inclusión de niñas y niños con discapacidad

motriz a la clase de Educación Física en el nivel básico

 

*Doctor en Ciencias de la Educación

Universidad Estatal de Sonora

(México)

Omar Iván Gavotto Nogales*

ogavotto@gmail.com

Hugo Gavotto Nogales

hugogn@hotmail.com

Jonathan Delgado Olvera

jonyescuela@hotmail.com

 

 

 

 

Resumen

          La presente investigación tiene como objetivo fomentar la inclusión de los niños y niñas con discapacidad motora a la clase de educación física o en las actividades deportivas escolares. El trabajo responde a la modalidad ensayo científico al fundamentar sus principales aportes en fuentes con arbitraje académico. En él se invita a la reflexión a todos los profesionales de la educación física y el deporte, para que a través de su función educativa se favorezca la reducción de la desigualdad, y se propicien los medios necesarios para alcanzar una escuela inclusiva, así como crear escenarios que fomenten la autorrealización de las personas, bajo principios de solidaridad y fraternidad que posibiliten el mutuo reconocimiento como individuos de una misma sociedad. El profesor debe lograr la inclusión de todos los niños y niñas en sus clases tengan o no discapacidad, sin embargo, cuando un niño con discapacidad motora forma parte del grupo, el profesor debe seguir procesos de inclusión más cuidadosos para no afectar la integridad física y mental de ninguno de sus estudiantes. Resulta indispensable conocer las posibilidades motoras que presentan las personas con discapacidad, y partiendo del diagnóstico clínico es indispensable valorar las necesidades humanas y sociales, para favorecer entornos que permitan la habilitación de la persona a una vida más independiente. El profesor de educación física o entrenador deportivo, como promotor de la salud y la cultura de la actividad física, es el indicado para guiar, inspirar y modelar un estilo de vida saludable, generar hábitos y transformar vidas.

          Palabras clave: Discapacidad. Educación Física. Igualdad de oportunidades. Docencia.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires - Año 19 - Nº 192 - Mayo de 2014. http://www.efdeportes.com/

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Introducción

    Se estima que el ser humano moderno tuvo su origen en África entre 300.000 y 100.000 años y el ácido desoxirribonucleico (ADN) es la molécula responsable de la herencia biológica, que lleva codificada en su estructura química la información necesaria para asegurar la continuidad de de la especie humana (Arsuaga y Martínez, 1998). Sin embargo, no existe sobre la tierra un ser humano igual a otro, somos una especie única, con la capacidad de pensar, tomar decisiones y construir una cultura; por lo que hemos aprendido a convivir entre las diversas especies sin mayores problemas, pero no ha sido fácil comprender la diversidad humana. La diversidad humana hace casi imposible alcanzar la plenitud de la igualdad, pero es necesario reducir la desigualdad, y actualmente resulta imprescindible propiciar los medios necesarios para alcanzarla, así como crear escenarios que fomenten la autorrealización de las personas, bajo principios de solidaridad y fraternidad que posibiliten el mutuo reconocimiento como individuos de una misma sociedad (Secretaría Nacional de Planificación y Desarrollo, 2009). Pero en este mundo de diversidad y desigualdades, es un compromiso de toda comunidad vigilar los derechos humanos y alcanzar el mayor bienestar social y la mejor calidad de vida.

    Podemos entender por calidad de vida la percepción del bienestar físico, psicológico y social de una persona dentro de un contexto cultural específico. Es fundamental comprender que lo que ocurre en una dimensión humana, repercute de manera indirecta en las otras dimensiones, por ejemplo: un problema motor impactará enormemente en la salud mental de un individuo y de manera similar un problema mental afectará la salud física, ocasionando un desequilibrio en la salud general de la persona y en su integración productiva con la sociedad.

    La Organización Mundial de la Salud (OMS) describe la salud mental como: “Un estado de bienestar en el cual el individuo se da cuenta de sus propias aptitudes, puede afrontar las presiones normales de la vida, puede trabajar productiva y fructíferamente y es capaz de hacer una contribución a su comunidad” (Organización Mundial de la Salud, 2001).

    Sin embargo, la depresión es uno de los trastornos mentales que se presenta con mayor frecuencia en la población moderna de manera general y en particular con las personas que sufren alguna discapacidad motora.

    La depresión se define como un grupo heterogéneo de trastornos afectivos cuyas características son un estado de ánimo melancólico, disminución del disfrute, apatía y pérdida de interés en el trabajo asociado a insomnio, anorexia e ideación suicida. La depresión constituye uno de los padecimientos más frecuentes de la población mundial y está asociada a una alta mortalidad. En contraste con la tristeza normal, la depresión tiene un mayor impacto en el desempeño social del individuo y en las actividades cotidianas como el trabajo o la recreación. El aprendizaje de un comportamiento de abandono y la asociación de la depresión con eventos adversos durante el curso de la vida pueden condicionar una cierta respuesta hacia los agentes de estrés continuo, donde el número de eventos negativos vividos se asocia con el desarrollo de la depresión (Kraaij y De Wilde, 2001, citados en Aguilar y Ávila, 2007). Es posible que un estado depresivo sea detonante para generar un círculo vicioso en el cual la persona no tenga deseo de participar en actividades física y su sedentarismo lo prive de poder disfrutar de experiencias lúdicas que le permitan sustituir sus pensamientos negativos por pensamientos más optimistas a la vida y aprender a valorar lo que está a su alrededor o los recursos que se tienen.

    Las personas con discapacidad motora presentan características físicas y funcionales muy diversas. Su discapacidad puede ser de origen congénito como la parálisis cerebral o la espina bífida, por traumatismos craneales, por enfermedades degenerativas como algunas distrofias musculares, y su prevalencias puede ser permanente o temporal (Soro, 1994). La mayoría de estas afecciones dificultan la movilidad funcional de una o varias partes del cuerpo que se clasifican en hemiplejia, paraplejia, diplejía, tetraplejía, entre otras, con diferentes grados que pueden producir espasticidad, atetosis y ataxia.

    Para los profesionales de la educación física y el deporte, resulta indispensable conocer las posibilidades motoras que presentan las personas con discapacidad, y partiendo del diagnóstico clínico es indispensable valorar las necesidades humanas y sociales, para favorecer entornos que permitan la habilitación de la persona a una vida más independiente y propiciar una mejor integración social. Valorando además las necesidades motoras a partir de lo que pueden hacer la persona con discapacidad. Sin embargo, a la escuela regular asisten niños y niñas que tienen disfunción muy leve hasta alteraciones motoras graves que les impiden realizar movimientos voluntarios (Soro, 1994).

    Científicamente ha sido comprobado que la actividad física regular tiene efectos beneficiosos en la salud de las personas. Diferentes estudios revelan que la práctica regular de actividad física produce beneficios físicos y psicológicos en sus practicantes (Pérez y Devís, 2003).

    Con base en lo antes expuesto resulta la pregunta ¿cómo lograr una clase de educación física inclusiva con presencia de niñas o niños con discapacidad motora?

    El objetivo de este trabajo es fomentar la inclusión de los niños y niñas con discapacidad motora a la clase de educación física o en las actividades deportivas escolares.

Contenido

    El profesor de educación física se enfrenta ante el reto de lograr la inclusión de todos los niños y niñas en sus clases tengan o no discapacidad, sin embargo, cuando un niño con discapacidad motora forma parte del grupo, el profesor debe seguir procesos de inclusión más cuidadosos para no afectar la integridad física y mental de ninguno de sus estudiantes. Esta situación, provoca una apremiante atención al no contar el profesor de educación física en el nivel básico con la capacitación suficiente y adecuada para atenderlos. Los profesores de primaria en diversos foros académicos han manifestado desesperación y angustia al tener que atender a estudiantes con discapacidad motora, solicitando la asistencia de educadores con formación especializada. Aunque algunas escuelas cuentan con el apoyo del equipo multiprofesional de la Unidad de Servicio de Apoyo a la Educación Regular (USAER) ha resultado insuficiente por el recurso humano tan limitado para atender a una población cada vez mayor de niños y niñas con necesidades educativas especiales (SEP, 2011a).

    Una escuela inclusiva es aquélla en la que todos los estudiantes se sienten incluidos y no sólo integrados, que educa en el respeto, reconocimiento y valor de la diversidad. Esta premisa implica que todas las alumnas y alumnos sean aceptados, reconocidos en su singularidad, valorados y con posibilidades de participar en la escuela de acuerdo a sus capacidades (FEVAS, s. f.). La educación inclusiva se caracteriza por impulsar una gestión escolar y pedagógica centrada en el aprendizaje, así como, por construir las condiciones para un ambiente educativo que desarrolle una sociedad más segura para todos (SEP, 2011b).

    De ante mano, poder convivir con un niño especial o con discapacidad es una gran oportunidad para volvernos más humanos, como razón suprema de nuestra existencia, deberíamos pensar que una persona con discapacidad es especial no por su problema de salud sino porque nos tiene a su lado, la perspectiva es distinta, el no es especial por su condición, se vuelve especial porque la relación que se presenta entre el docente el niño o niña se convierte especial, única e irrepetible como la vida humana.

    Otro principio es que todos somos diferentes, por lo que no deberíamos esperar igualdad física pero si igualdad humana, sería pertinente cuestionar quién es el discapacitado, el que tiene una deficiencia física o el que se siente superior al resto de su comunidad, posiblemente su discapacidad consiste en no poder observar en los demás su grandeza y su homocentrismo está su limitación.

    El profesor de educación física o entrenador deportivo, como promotor de la salud y la cultura de la actividad física, es el indicado para guiar, inspirar y modelar un estilo de vida saludable, generar hábitos y transformar vidas. Su función no sólo es educar, cumple un rol megestuoso, el cual es brindar esperanza a todos los seres humanos que desean superarse a sí mismos y no la vanidad de superar a los demás. En la educación física como en el deporte orientado a personas con discapacidad, no puede existir mayor placer que detener el tiempo por un momento, donde todos conviven por igual, con las actividades recreativas provocar nuevamente la creación, el gusto por vivir, un espacio donde no existen clases sociales, ni económicas, mucho menos generaciones, niveles o estatus. El profesor de educación física o deporte que logra esta experiencia, se ha convertido en un educador para la paz y la integración fraterna, donde su horizonte axiológico rebasa por mucho la consciencia individual.

    Otro principio dentro de la clase de educación física es posibilitar espacios o ambientes educativos donde los participantes logren estar en movimiento el mayor tiempo posible, combinando la actividad física saludable y la reflexión constante sobre el beneficio a obtener o los valores a promover.

    La propuesta central para poder atender a personas con discapacidad motriz o con necesidades educativas especiales es primeramente involucrar a los padres o familiares del niño o niña independientemente del grado de afectación, ya sea leve, moderado o severa, pero resultando indispensable la intervención de un asistente con formación adecuada para atender las necesidades individuales de las personas con grado severo. La atención o asistencia profesional estará en función del nivel de autonomía de la persona con discapacidad y su dependencia a medicamentos o tratamientos requeridos, en este caso el docente debe estar preparado para ofrecer también apoyo en caso de presentarse alguna situación de riesgo.

    Se propone además que el niño o niña con discapacidad reciba la tutoría de un compañero por día, previa sensibilización e instrucción de como acompañar o brindar apoyo, la rotación constante de compañeros favorece el intercambio de ideas y la madurez en la socialización al adaptarse a nuevos intereses, promoviéndose el respeto y la empatía al prójimo en ambos casos, tanto en el niño o niña discapacitado como el que no lo es.

    La experiencia que se ha tenido al implementar este proceso de socialización a través de la actividad física, ya sea durante la clase de educación física o en los espacios de convivencia escolar, revelan la nobleza de los niños y niñas, manifestando una actitud solidaria en todo momento con los niños y niñas que padecen una discapacidad motora, sin embargo, no se tiene el mismo nivel de consideración con las personas con Síndrome de Down, y son en contadas ocasiones sujetos a bromas o engaños por sus mismos compañeros; eventos que no se deberían permitir con ellos o con ningún otro alumno.

Conclusiones

    Este ensayo ha sido escrito con el propósito de invitar a la reflexión a todos los profesionales de la educación física y el deporte, considerando que no tenemos oportunidad de escoger a nuestros alumnos, pero ellos, ya sea que tenga o no alguna discapacidad, sí podrán escoger quién será su ejemplo a seguir o su guía por el camino sinuoso de la vida. El presente trabajo es dedicado especialmente a los profesores Luis Alfonso Gavotto Nogales y Antonio Ortiz, compañeros de una misma generación que con trayectorias muy distintas han logrado una práctica educativa amorosa, respetuosa del prójimo y sensible al dolor de quienes desde su situación motora requieren más atención y paciencia. Sus obras posiblemente las conocen pocas personas, pero se conservan en el corazón de grandes seres humanos que lograron sostenerse en los hombros de estos dos grandes gigantes de la educación física y el deporte en el estado de Sonora.

    Recordemos que la discapacidad más grave es la que no permite observar en el prójimo lo que hemos hecho de nuestras vidas.

Referencias

  • Aguilar, S. y Ávila, J. (2007). La depresión: particularidades clínicas y consecuencias en el adulto mayor. Gaceta Médica de México. (2). pp.141-148.

  • Arsuaga, J. y Martinez, I. (1998). La especie elegida. Madrid: Editorial Temas de Hoy.

  • FEVAS (s. f.). Inclusión educativa: discapacidad intelectual y del desarrollo. España: Federación Vasca de asociaciones en favor de las personas con discapacidad intelectual. Recuperado de http://www.fevas.org/files/docs/Infantil_Cast.pdf

  • Organización Mundial de la Salud. (2001). Informe sobre salud mental en el mundo 2001. Francia: Organización Mundial de la salud.

  • Organización Panamericana de la Salud. (1998). Plan de acción de desarrollo y salud de adolescentes y jóvenes en las Américas, 1998-2001. Washington, D.C.: OPS/OMS.

  • Pérez, V. y Devís, J. (2003). La promoción de la actividad física relacionada con la salud. La perspectiva de proceso y de resultado. Revista Internacional de Medicina y Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, 3(10), 69-74.

  • Secretaría Nacional de Planificación y Desarrollo. (2009). Plan nacional para el buen vivir 2009-2013. Ecuador: Consejo Nacional de Planificación. Recuperado de http://www.paho.org/ecu/index.php?option=com_content&view=article&id=791&Itemid=317

  • SEP (2011a). Orientaciones para la intervención educativa de USAER. Recuperado de http://educacionespecial.sepdf.gob.mx/documentos/usaer_web.pdf

  • SEP (2011b). Estrategias de intervención para la atención a la diversidad en el marco para la Convivencia Escolar. Recuperado de http://educacionespecial.sepdf.gob.mx/documentos/marco-convivencia-escolar.pdf

  • Serrano, M. y Boix, S. (2012). Efectos del tipo y cantidad de actividad física en la salud psicológica percibida de profesoras. Revista Iberoamericana de Psicología del Ejercicio y el Deporte. 7 (1) pp. 149-161.

  • Soro-Camats, E. (1994). La escuela y los alumnos con discapacidad motriz.CL & E: Comunicación, lenguaje y educación, (22), 23-36.

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