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José Martí, un acercamiento a ‘La Edad de Oro’

 

*Licenciado en Cultura Física. Master en Longevidad Satisfactoria

Profesor Auxiliar de la Universidad de Ciencias Médicas de Granma

**Graduada de Educación Superior en Español Literatura. Licenciada en Educación

en la especialidad de Español y Literatura. Profesora Asistente de Español

***Licenciado en Educación, en la especialidad de Educación Física. Especialista

en entrenamiento deportivo Atletismo. Profesor Asistente de la Universidad

de Ciencias de la Cultura Física y el Deporte, Facultad de Granma

****Licenciado en Economía, en la especialidad de Educación Laboral. Master

en Dirección. Profesor Asistente de la Universidad de Ciencias Médicas de Granma

MSc. Lic. Dixan Alba Martínez*

Lic. Silvia Irene Marinas Ramírez**

Lic. Argelio Camilo Flores Zamora***

Lic. Niuvis Rivera Machado****

dixan7@yahoo.es

(Cuba)

 

 

 

 

Resumen

          La ponencia José Martí: un acercamiento a “La Edad de Oro”, es un breve análisis de algunas de las diferentes obras en prosa o verso que aparecieron publicadas en cada uno de los cuatro números de la revista infantil “La Edad de Oro”, a través de los cuales, el autor expresa en la rectitud e integridad de su pensamiento político, ético y cultural, nos enseña a propiciar un clima de compromiso y consagración en la educación de valores de los niños desde el propio universo infantil, de manera sincera, sencilla, y veraz, pero sin negarles el conocimiento de los avances de la ciencia y la técnica, así como de todo el desarrollo alcanzado por la humanidad hasta ese momento. El objetivo de este trabajo es demostrar una vez mas que el arte es arma de lucha, es vehiculo formador de sentimientos, de valores espirituales, de significación positiva y se forman en el proceso de interacción entre los hombre y el objeto de actividad, desde que los seres vienen al mundo y es esa temprana edad fundamental para su formación, pero el tratamiento por diferentes vías (lectura, declamación, representación, otros) a estas obras del universo infantil, coadyuvan a la preparación, transformación, y desarrollo de los seres humanos en cualquier edad.

          Palabras clave: José Martí. La Edad de Oro. Literatura.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 18, Nº 190, Marzo de 2014. http://www.efdeportes.com/

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Introducción

    El siglo XIX en sus primeros cincuenta años había sido definidor de diferentes corrientes políticas, originadas en la toma de conciencia, cada una de las cuales, definía una posición para Cuba.

    Como todos sabemos, José Martí y Pérez nació el 28 de enero de 1853, en la ciudad de la Habana, su hogar era muy humilde y para librar el sustento, tendría Martí siendo niño aun, que acompañar a su padre al interior de la isla y en algunas ocasiones incluso fuera del país para apenas subsistir en compañía de Mariano, Doña Leonor y sus siete hermanas.

    Junto al conocimiento que tomó en cuanto al rigor de la vida hizo naturalmente suyo el sabor en cuanto a las pésimas condiciones que existían en Cuba y que eran provocadas por la opresión económica, política y social a que la sometía la metrópoli española.

    La labor literaria de José Martí es extensísima y valiosa, está recogida en la colección Obras Completas, que abarca veintisiete tomos, que constituye el caudal más importante de la Literatura Cubana.

    En su obra se define la posición que Martí haría suya y que engrandecería con su vida y hasta su muerte, a ella entregaría más que sus cualidades, las virtudes de su genio y su condición de hombre, de esta forma estrecharía el extenso paralelismo entre su labor como revolucionario tenaz y sus excelsas condiciones de escritor.

    Fue José Martí, excepcional en cada una de las formas literarias que cultivó con su genio, provenientes del afán renovador que creció parejo a su condición de revolucionario, que en su época provocó la atención de todos y que logró luz sobre la necesidad de la lucha por la independencia

    Cuando Martí va a publicar la Edad de Oro en 1889, ya está tocando a su fin la época pre-monopolista de la sociedad capitalista. Para esta fecha, apenas se inician los primeros brotes de la fase de la concentración monopolista, que dará lugar a la fusión del capital bancario y el industrial y a la exportación de capitales, entre otros fenómenos. Comenzaba a surgir en el horizonte histórico, la última fase del desarrollo capitalista, el imperialismo. En este mismo período ya anida en el seno del proletariado, la aurora de una nueva sociedad sin explotadores ni explotados. Por supuesto que todos estos hechos económicos y sociales solo son válidos para algunos países europeos y los Estado Unidos, ya que todavía en la América Latina se planteaba la tarea de completar su pleno desarrollo capitalista, desembarazándose de arcaicas estructuras semi-feudales y pre-capitalistas que constituían una grave amenaza en su plena y total independencia.

    En el caso específico de Cuba, además de compartir estos mismos objetivos, se destaca en un primer plano, la tarea priorizada de librarse de su dependencia colonial de España.

    Es dentro de este marco histórico mundial que José Martí concibió su revista para los niños, “La Edad de Oro”.

Desarrollo

    Encontrándose José Martí en Tampa, en su labor unificadora para el Partido Revolucionario Cubano conoce al puertorriqueño Don Modesto Tirado (años más tarde se radica en Cuba y es ayudante de José Maceo, padre a su vez del historiador manzanillero Modesto Tirado), quien le enseña y regala un viejo libro especie de una revista, siendo precisamente una de las fuentes de inspiración que decidiera a Martí para darse a la tarea de escribir su revista para niños “La Edad de Oro”.

    Incluso las primeras letras de esta revista estuvieron a cargo en el trabajo de tipografía de Modesto Tirado.

    La revista apareció publicada entre julio y agosto de 1889, en Nueva York dedicada a todos los niños de Latinoamérica, “Por que los niños son los que saben querer, porque los niños son la esperanza del mundo”, expresa desde el prólogo del primer número, el autor.

    Esta revista muere prematuramente al cuarto número muy a pesar de su autor, y en carta a su entrañable amigo mejicano Manuel Mercado, el 26 de Noviembre de ese año, Martí explica las razones de que su revista muriera, que no fueron otras que el choque con las ideas e intereses del señor Da Costa Gómez que la financiaba. El editor quería que se hablara en la revista del temor a Dios y que esto estuviese presente en todos los artículos, historia y cuentos de las mismas, ello implicaba ya una cuestión dogmatismo religioso y de estrechos principios que Martí no podía aceptar. Martí prefirió renunciar a la revista antes que tener que claudicar de los altos principios enunciados desde su aparición, pues desde esas mismas páginas ya el había decidido “no decirles a los niños mas que la verdad para que no les salga la vida equivocada”.

    Por medio de La Edad de Oro Martí predicará a los niños su humanismo, su democratismo, su latinoamericanismo, y su sentido universal. La Edad de Oro es una expresión de las concepciones democrático revolucionarias de José Martí.

    Esta revista le permitió a Martí contribuir a la formación de una conciencia infantil en los niños cubanos y latinoamericanos, de criterios morales extraordinarios para su época y que hoy día conservan su vigencia revolucionaria.

    Fue una publicación de instrucción y recreo, que de entrada planteaba su propósito o finalidad mixta: educar y entretener, dualidad bien difícil de conciliar dentro del género infantil y hasta tal punto, que Martí sigue siendo un caso insólito de tan raro logro ecléctico en nuestro idioma, un arquetipo de la literatura infantil de habla española que no han tenido afortunados epígonos.

    Armando Hart lo ha sintetizado con absoluta nitidez. El problema consiste en que el ideario político de Martí reflejaba una necesidad objetiva de carácter histórico. Lo reflejaba tanto en sus predicciones antiimperialistas como en la defensa del programa democrático revolucionario, consiste además que dicha necesidad se ha mantenido latente en América Latina durante estos años.

    La vigencia revolucionaria de Martí es cada vez más fuerte en la medida en que la revolución democrática y antiimperialista en el continente se hace más actual y necesaria.

    Lo esencial de este mensaje martiano es que estaba dirigido principalmente a las capas populares de la población. Como justamente le señalaba Hart. Martí desarrolló un concepto nuevo, y cabe decir con propiedad: popular y universal en lo político “En su exquisita sensibilidad individual había depositado lo más progresista y avanzado del humanismo y del ideario de democrático revolucionario.”

    Este avanzado papel humanista de Martí lo formuló explícitamente en el primer número de la revista cuando subrayó “…con palabras claras y láminas finas les vamos a decir como está hecho el mundo, les vamos a contar todo lo que han hecho los hombres hasta ahora.”

    Para eso se publica la Edad de Oro, para que los niños americanos sepan como se vivía antes y como se vive hoy en América y en las demás tierras.

    El punto de partida de Martí es el hombre y el mundo en que vive, y la historia de la transformación del mundo por obra de los propios hombres. Inserta la historia de los pueblos latinoamericanos en la historia del mundo, su visión es americanista a la vez que universal.

    Otro propósito fundamental de Martí con esta revista, es respetar el interés de los niños por conocer los adelantos técnicos, materiales y artísticos que se estaban produciendo en esos momentos en el mundo: “Como se hacen tantas cosas de cristal y hierro y las máquinas de vapor y los puentes colgantes y la luz eléctrica.”

    Todo este múltiple y complejo proceso de transformación del mundo por el hombre Martí lo arraigaba profundamente en la savia vital del obrero creador y productivo: “Les hablaremos de todo lo que se hace en los talleres, donde suceden cosas más raras e interesantes que en los cuentos de magia y son magia de verdad, mas linda que la otra.”

    El corazón de Martí estuvo permanentemente ocupado por los sufrimientos y luchas de su patria y también por la mayor lucidez, como para sentar las bases de una moderna y revolucionaria literatura infantil inexistente hasta ese instante. No olvida sino subraya que: “A nuestros niños los deben de criar para hombres de su tiempo y hombres de América.”

    Desarrollando su concepción política cultural acerca de la literatura para niños proseguía “…les diremos lo que se sabe del cielo y de lo hondo del mar y de la tierra.”

    Con esto se proponía estimular en la mente infantil, una visión científica del mundo, y sin dejar por ello de tener en cuenta lo específico del mundo emocional de los niños “…y les contaremos cuentos de risas y novelas de niños para cuando hayan estudiado mucho, o jugado mucho y quieran descansar.”

    Martí concebía las actividades del entretenimiento, el aprendizaje, la instrucción y la socialización del niño, como actividades íntimamente interrelacionadas y constituyendo un solo proceso indivisible, conducente a la formación de una generación de jóvenes revolucionarios. Les otorgó su justo lugar al mundo del niño, reconociéndole su necesaria y relativa autonomía, respecto del mundo de los adultos ya que no desvinculó la capacidad del mundo infantil del resto del proceso histórico-social de la humanidad y de la sociedad.

    Martí al dirigirse a los niños evita por todos los medios tanto el tono retórico y presuntuoso del maestro convencional como el igualmente lamentable tono pueril cargado de ñoñería y la falsedad.

    Se coloca en el justo punto medio: trata a los niños con el mayor respeto, no les ofrece ni las pepillas, ni las sobras del banquete de la erudición.

    Otro aspecto de la concepción político cultural del fundador del Partido Revolucionario Cubano, que nos da el grado de profundidad alcanzado para la revista, su concepción acerca del papel de la mujer en la vida de la sociedad, sobre una cuestión tan esencial como esta Martí dejó escritas en La Edad de Oro orientaciones básicas y precisas: “Las niñas deben saber lo mismo que los niños para poder hablar con ellos como amigos cuando vayan creciendo, como que es una pena que el hombre tenga que salir de su casa a buscar con quien hablar, porque las mujeres de la casa no sepan contarles más que diversiones y de modas.”

    Recuerda la distinción de sexos en el universo infantil y conversa con los niños desde el prefacio, con la psicología del maestro diciéndoles a los niños. “Les diremos a las niñas más cosas, como para que las leyesen los colibríes, si supieran leer”, y luego les dice a los niños “… Pero nunca es un niño más bello que cuando trae en sus manecitas de hombre fuerte una flor para su amiga, o cuando lleva del brazo a su hermana, para que nadie se la ofenda.”

    No en balde años después diría en una carta a su niña predilecta María Mantilla, el propósito interior que le llevó a escribir La Edad de Oro, yo quise escribir así, para que los niños me entendiesen, y el lenguaje tuviera sentido y música y también porque… dicen los chinos, que solo es grande el hombre que nunca pierde su corazón de niño.” Es mas él da inicio con estas hermosas palabras: “Sin los niños no se puede vivir como no puede vivir la tierra sin luz.”

    Martí se había dedicado a la concepción y dedicación de esta revista infantil con un propósito esencialmente educativo formador del carácter moral-político de los niños latinoamericanos.

    La función de la publicación no se reducía meramente a una intención de entretener, y así lo dejó ver cuando escribió en esta empresa con mucha fe y como cosa seria y útil a la que la humanidad de la forma no quita cierta importancia de pensamiento.

    Si hojeásemos al azar las bellas páginas de esta revista, podríamos observar que Martí les proporcionó a los niños latinoamericanos, entre otras cosas, diversos y valiosos conocimientos de la historia de su propio continente, incluyendo la biografía de sus más destacados héroes.

    Martí promovía el interés del niño para adquirir información acerca de las maravillosas civilizaciones precolombinas.

    Les explica las costumbres de sus antepasados, los dioses a los que rendían culto, y les desentraña la inmensa riqueza que atesoraban sus mitos.

    La Edad de Oro inaugura una nueva fantasía que es como una nueva magia: la magia del mundo moderno, la que posibilita el desarrollo de la ciencia y la técnica de fines del siglo XIX en fin todo aquello que surge del proceso creado por el propio hombre al enfrentar la realidad que le ha tocado vivir. Es por ello que van a tocar muy de cerca la realidad “que se desprende de los talleres donde trabajan los hombres, los creadores de toda riqueza material de su tiempo”.

    Si bien Martí partía de una visión americanista, inserta esta en una visión universalista, y es por eso que inducía a los niños a seguirle en su instructivo viaje por los diversos continentes que existen en nuestro planeta: visitar con curiosa avidez al África caliente y lujuriosa, reconocer con creciente inquietud la china misteriosa con sus malvados emperadores y destacar antes sus inquietas imaginaciones, la bella y variante ciudad de París con su Exposición Mundial de 1889, donde se resumía hasta esos momentos el progreso alcanzado por la humanidad, en general y la sociedad burguesa en particular.

    Al introducir a los niños en el mundo social y cultural creado por la incesante actividad laboral y creativa de los hombres Martí como hombre sensible y humanista que era, no podía dejar de otorgarle, como lo hizo, a la belleza y al arte, la importancia que tiene en la cultura.

    Martí comprendía cabalmente el papel tan preponderante que juega el arte en la asimilación práctica del mundo real por la mente infantil, por eso llegó a decir de manera sumamente acertada que el modo mas corto de llegar al triunfo de la verdad y a ponerla a la vez de manera que perdure y centellee en las mentes y en los corazones, es utilizando el arte y la belleza.

    Martí aprovechó todo lo mejor que había creado la literatura universal para niños y lo publicó, traduciéndole a veces el mismo.

    Desarrolló también una literatura latinoamericana para niños incorporándola al acervo de la literatura universal. Escribió y publicó en La Edad de Oro cuentos y poemas de su propia creación. En este difícil y sutil terreno, nos señaló de manera magistral el camino correcto a seguir. Martí asimiló todo lo mejor creado por la humanidad en el campo de esta literatura, pero incorporó su visión americanista y político-revolucionaria, de la formación creadora y activa del niño.

    Esto queda ejemplificado en el cuento “Meñique”, escrito por Martí y que trata de un pequeñísimo protagonista que presenta un evidente parecido con el “Pulgarcito” del francés Perrault.

    Pero Meñique no se disuelve totalmente en Pulgarcito. Hay diferencias, Martí tiene en cuenta otras circunstancias históricas concretas al redactar el cuento. Meñique y sus hermanos no persiguen las riquezas al responder al llamado que hace el rey, “ya que tomaron el camino de Palacio sin creer que iban a casarse con la princesa sino que encontrarían entre tanta gente trabajo.”

    Entre otras cosas encontramos reflejado en el cuento, “Meñique” ese peculiar sentimiento humanista y democrático que poseía Martí y que transcendía de los intereses de las clases burguesas criollas. De aquí porqué lo entendían más fácilmente los obreros y campesinos y lo miraban con odio y con temor las clases ricas cubanas”. Estos criterios democráticos, populares están presentes más de una vez, en la revista.

    El interesantísimo articulo titulado “Historia de la cuchara y el tenedor” relata paso a paso la construcción de estos utensilios, logrando de esta manera que los niños recorran el interior de una industria.

    Acorde con su concepción político-cultural, Martí trató en su revista infantil el problema del colonialismo. El tratamiento más amplio, lo encontramos en un trabajo titulado “Un paseo por la tierra de los anamitas”.

    Con un análisis donde se conjuga la penetración política con el enfoque didáctico, Martí muestra a los niños de forma sensible el sufrimiento del pueblo vietnamita por los colonialistas franceses.

    Toca todos los resortes que promuevan los sentimientos de anticolonialismo en los niños, y les refuerza al mismo tiempo, la necesidad de desarrollar el concepto y el sentimiento de la humanidad y la dignidad plena del hombre.

    Detengámonos brevemente en dos cuentos “Bebé y el señor Don Pomposo” y “Los zapaticos de rosas”, el primero en prosa y el segundo en verso, ambos auténticos logros, cada uno dentro de su estilo, saturados de implicaciones que transcienden el estrecho marco anecdótico de sus estructuras.

    En el primer cuento, Bebé es el protagonista y el autor nos lo presenta como un niño magnífico de cinco años, pero además añade: “No es un santo, ¡Oh no, le tuerce los ojos a su criada francesa cuando no le quiere dar mas dulces y se sentó una vez en visita con las piernas cruzadas, y rompió un día un jarrón muy hermoso, corriendo detrás de un gato.”

    También el señor don Pomposo, la contra figura, no aparece en bloque, sino que tiene algunas aristas. Ha sido cariñoso con Bebé, su sobrino rico, durante la visita que le ha hecho ese mismo día, pero en cambio, ni siquiera se fijó una sola vez en su primito Raúl, un niño pobre y huérfano que Bebé quiere mucho, le ha regalado un sable dorado que es muy costoso, como los que usan los generales los días de procesión que ha sacado de una gaveta que, cosa curiosa, olía a lo que huele el tocador de Luisa (la joven criada francesa).

    El día ha concluido y el niño tiene mucho en que pensar, pues todo el tiempo ha sido de incesante ajetreo con los preparativos del viaje a París con su mamá mujer muy rica y buena.

    Han ido a ver a los ciegos que leen con los dedos en un libro con letras muy altas, han ido a la calle de los periódicos a ver como los niños pobres que no tienen casas donde dormir, compran diarios para venderlos después y pagar su casa, han ido a un hotel elegante, con criados de casaca azul y pantalón amarillo a ver un señor muy flaco y muy estirado el tío de mamá, el señor don Pomposo.

    Por medio de esta narración Martí nos revela mucho más de lo que nos dice a través de la óptica ingenua del niño. Nos ofrece un cuadro costumbrista de la sociedad clasista burguesa de fines del siglo decimonónico, donde existen niños hambrientos que venden periódicos para pagar el humilde techo y niños ricos como el propio Bebé y ricachones vanidosos como el tío parásito don Pomposo que vive en un fastuoso hotel. Nos damos cuenta de la ostentosa riqueza de este tío, de su cortesía virtuosa, hipócrita e interesada, “y a mamá no la dejaba mover y le ponía un cojín detrás de la espalda, y le puso una banqueta en los pies y le hablaba como dicen que les hablan a las reinas” incluso se ríe de sus amoríos con la criadita francesa y de su fealdad integral. “¡Qué largo, qué largo el tío de mamá! ¡Como los palos del telégrafo!

    Solamente este personaje puede ofrecer su fortuna material, puesto que carece de calidad humana, sin embargo cuando regala algo lo hace a quien tiene tanto o más que él, nunca el obsequio deviene acto generoso. Y así con asombrosa eficiencia, unas veces usando el estilo indirecto del narrador y otras monólogos directo o ingenuos del niño, nos revela cosas esenciales por medio de aquellos detalles hasta llevarnos por último a un clímax dramático en el que Bebé por su carácter expresivo piensa para sí: “¡Oh que sable tan feo, tan feo! ¡Oh que tío tan malo!” y aun más, toma una decisión que es una verdadera catarsis: “Qué hace, que hace Bebé, ¡va riéndose el pícaro! Hasta que llega a la almohada de Raúl y le pone el sable dorado en la almohada.”

    El segundo “Los Zapaticos de Rosas”, es un cuento en verso (más tarde haría lo mismo con el cuento en flor “La niña de Guatemala”) el resultado estilístico es insuperable donde lo lírico del tema, bien distinto al resto de los cuentos martianos en prosa que son, obviamente, basados en peripecias de índole más doméstica.

    De ese modo, escogiendo la forma poemática esta deviene filtro purificador de aquellos elementos que hubiera podido darle una fachada cursi al color de rosas y al tema bastante movido, por cierto. Martí dedica este cuento, escrito en 36 redondillas, plenas de ritmo y plasticidad, a su niña del alma María Mantilla. Con este comienzo nos da la pista del carácter anecdótico y personal de la historia narrada. Es probable que algo semejante al cuento de Pilar su mamá lo hubiese vivido el autor y su niña querida en alguna playa neoyorquina, como Caney Island.

    Los versos octosílabos de este cuento-poema deben haber sido escrito en un tirón, a jugar por la soltura, eslabonamiento y espontaneidad que tienen y por los múltiples apremios y ocupaciones de la vida diaria que sabemos llenaban por completo la existencia de Martí.

    Por otra parte conocemos la facilidad que poseía para versificar y en general para escribir cualquier cosa. Martí era un grafómano impenitente.

    Estos versos son de gran acierto por su sencillez debido a la selección y síntesis de elementos, por su elegancia tan singular que en pintura equivaldría a los más airosos cuadros del impresionista Renoir.

    Cada verso lleva implícito una pincelada de color y una nota musical con los que va destacando el paisaje impresionista de la playa dieciochesca, finisecular, nada deportiva y los tipos personajes que en ella se dan cita, a la que se acude más a exponerse al sol y al mar en un sentido terapéutico, que a recrearse y mostrar las galas veraniegas, están expresadas plásticamente con ligeros toques descriptivos.

    Sin embargo los personajes más que dados, están sugeridos siempre por medio de algún objeto, característica o por un gesto.

    Esta técnica objetal nos va dando desde el candor y alegría de la heroína Pilar con su balde color violeta y su aro color de fuego, toda la gama caracterológica del resto de los seres que intervienen en el cuento.

    Pronto nos encontramos con las bellas y opulentas damas burguesas, “sentadas con los señores / las señoras, como flores,/ debajo de sus sombrillas; con el aya de la francesa Florinda que lleva espejuelos” y enseguida nos la imaginamos con un libro en la mano, no perdiéndole pie ni pisada a la pequeña; Alberto, el militar “que salió en la procesión/ con tricornio y con bastón/ echando un bote a la mar” y con Magdalena, contra figura de Pilar, con tantas cintas y lazos/ a la muñeca sin brazos/ enterrándola en la arena” imagen antipática de la niña rica, malcriada que por contraste, nos va a destacar aun más el hermoso gesto de Pilar.

    Los aciertos de Martí en esta joya poética son mucho más de los que a simple vista notamos. La estructura es como la de cualquier cuento tradicional, con su exposición, nudo y desenlace típico, solo que la narración que no se decae un solo instante, está hecha en versos octosílabos que aligeran y le dan un ritmo que nunca lograrían en prosa.

    Esta técnica no impide al autor usar acertadamente la descripción y el diálogo indistintamente. Cuando describe, pinta y lo hace con intención, como a pinceladas sueltas y cuando introduce al diálogo lo usa con verosimilitud. Pone tanto en labios de la madre como de la hija las frases que mas se avienen con las edades sicología y ambientación respectivas. Son si más ni menos que los diálogos que cualquier madre podría tener con una hija como Pilar en circunstancia similares, por ejemplo:

    Pilar corre a su mamá:

-¡Mamá, yo voy a ser buena:

Déjame ir sola a la arena:

Allá, tu me ves, allá!

-Esta niña caprichosa

No hay tarde que no me enojes:

Anda, pero no te mojes

Los zapaticos de rosa.

    También las imágenes son siempre muy claras, hay verdadera transparencia, aun cuando refiere conceptos subjetivos que pueden ofrecer corrientemente algunas dificultades al niño, como es el caso de la magistral sencillez con que Martí describe algo tan inaccesible, fugaz e irreversible como el tiempo en los dos versos finales de la siguiente cuarteta.

Se fue la niña a jugar,

La espuma blanca bajó

Y pasó el tiempo, y pasó

Un águila por el mar

    Excelente imagen del tiempo en todo lo que tiene de ligereza. El autor ha utilizado para ello un animal de sobra conocida por cualquier niño, el águila real, el más veloz de todos. La imagen no podría ser más obvia ni más espléndida. Martí nos ofrece aquí una doble lección de alto vuelo: por la feliz imagen del águila y por las alas poéticas que demuestra una vez más tener bien desplegadas.

    También a través de tres versos que aluden a la marea en su perpetuo ascenso y descenso diario con su respectiva espuma, nos muestra al igual que una instantánea fotográfica, tres momentos bien delimitados en el tiempo y el espacio de ese singular día de playa de Pilar “le llega a los pies la espuma…” “la espuma blanca bajó…” “ me llega al cuerpo la espuma” cada uno de esos instante fílmicamente trazados nos van a ir entregando como una danza de las horas, el tránsito del tiempo y los diversos estados de ánimo de la niña y su mamá, que son en sí mismo como pequeños clímax que van a dar el mayor y luego el desenlace final inesperado, que no está explícito, sino sugerido poéticamente, al igual que la moraleja tácita que no molesta ni irrita porque se transmite a través de una experiencia conmovedora que impresionará al niño lector. Este detalle es muy importante. Justamente parece que la eficacia de esta historia se debe a la proyección que permite realizar el niño inmerso en la lectura. ¿Quién que fue niño o niña no se sintió alguna vez como Bebé o Pilar, ante un insufrible tío o ante otra niña enferma?

    Por último hay un aspecto esencial que Martí nunca se olvida de introducir de forma indirecta en todos sus cuentos: al aspecto ideológico. Sin caer en el panfleto que es lo más fácil, frecuente y demagógico, Martí destaca siempre los contrastes de la injusta desigualdad social del medio en que se mueven sus personajes, denuncia poniendo en evidencia esas fachadas clasistas por medio de imágenes o situaciones en las que está siempre presente el gran respeto por la inteligencia y la sensibilidad de los niños. “los niños saben más de lo que parece”. Sugiere y contrapone hechos, y así, llega a conmover al pequeño lector. No olvida que el pensamiento camina más aprisa pero el corazón llega más lejos, de ese modo hasta en este cuento rosa nos introduce su doctrina en versos como estos.

Pero está con estos modos

Tan serios, muy triste el mar:

¡Lo alegre es allá, al doblar,

En la barranca de todos!

    La confección, redacción y publicación de una revista infantil por José Martí, sin dejar de llevar cabalmente las necesidades y los intereses específicamente infantiles, cumplió también una importante función político-cultural.

    Precisamente, la presencia de ese contenido político-cultural con su consecuente formación de valores e ideales morales, políticos y estético-cultural, hizo posible que se llevara a cabo una función de entretenimiento, que el mismo tiempo coadyuvaba a la formación sana e integral del niño. Un divorcio entre el entretenimiento y las tareas educativas político-culturales impide la correcta formación de los valores y la aparición de tendencias sociales deformantes.

    Este valioso legado político cultural para la formación infantil se conjuga de manera armoniosa con sus geniales anticipaciones antimperialista y con su avanzado programa democrático revolucionario.

    Martí fue un genial precursor de nuestro mundo contemporáneo latinoamericano y mucho más. Fue quizás el primero en dar cuenta en todo nuestro mundo de ascendencia latina, de que si bien los niños son los futuros ciudadanos, los futuros hombres, también estos no son otra cosa que ex-niños y en la medida que les forjamos una correcta e integral educación, podremos concebir la gran ilusión que Martí se forjara “… los niños son la esperanza del mundo”.

Conclusiones

    En sentido general puede decirse que la labor literaria de José Martí es el fiel reflejo de su vida y que por tanto recoge principalmente sus ideas sociales políticas y económicas, la importancia que para el tenía el hecho de que Cuba y luego América toda conquistara su libertad.

    Su estilo y exposición responden a los ideales que trazó para Cuba, siendo estos destinados a hacer comprender a los humildes el valor de la causa revolucionaria, hacerles entender la necesidad de despertar ante la despreocupación de su suerte sometida al régimen colonial, de formarse y educarse adecuadamente para obtener su libertad, la palabra escrita tendría sin dudas que ser comprendida y estimada, a ella dedicó todo su español.

    Pero lo más importante es que los cimientos sobre los cuales se construyó la actual Revolución Socialista de Cuba, le dio a él la paternidad de la obra, en la voz de Fidel en el Moncada, y además que todas las conquistas, la educación junto con el trabajo, la del internacionalismo proletariado están comprendidas en su prédica.

    No es por casualidad, que nos introduce con acierto indiscutible un verdadero código moral y estético de vigencia plena en tiempos como estos en América “Nuestra América lucha por salir de todas las tareas del subdesarrollo y se hace cada vez más necesaria la descolonización cultural y la búsqueda de sus propias raíces y de su propio lenguaje y finalmente de la realización del hombre nuevo americano.

    Nadie había hablado de ese modo a los niños de Latinoamérica, nadie dio más alto ejemplo antes ni después que Martí.

    Solamente un genial anticipador, como lo fue José Martí con la enorme intuición que tuvo siempre de la condición humana en todas sus facetas, podía hacernos un legado semejante de su obra “La Edad de Oro” gran clásico infantil de nuestra lengua.

Bibliografía

  • Elizagaray, O.M. En torno de la literatura infantil. Premio UNEAC de ensayo 1974. Edición, julio 1975.

  • Lecciones de Literatura Cubana. Tomo II. Editorial Pueblo y Educación, mayo 1978.

  • Martí, J. La Edad de Oro. Editorial Gente Nueva. La Habana. Abril 1983.

  • Martí, J. Obras completas. Tomos 18 y 20. Editorial Ciencias Sociales, La Habana, septiembre 1975 y agosto 1976.

  • Sellera, C. Revista Bohemia, sección arte y literatura. La Edad de Oro un mundo sugerente para los niños. pp. 10-12.

Citas

  • Obras completas, tomo 18 Pág. 302.

  • Obras completas, tomo 18 Pág. 301.

  • Obras completas, tomo 18 Pág. 301.

  • Obras completas, tomo 18 Pág. 301.

  • Obras completas, tomo 18 Pág. 302-303.

  • Obras completas, tomo 20 Pág. 147.

  • Obras completas, tomo 18 Pág. 302.

  • Obras completas, tomo 18 Pág. 302.

  • Obras completas, tomo 18 Pág. 303.

  • Obras completas, tomo 18 Pág. 303.

  • Obras completas, tomo 18 Pág. 301.

  • Obras completas, tomo 20 Pág. 21.

  • Obras completas, tomo 18 Pág. 301.

  • Obras completas, tomo 20 Pág. 146.

  • Obras completas, tomo 18 Pág. 303.

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