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Actividad físico recreativa, deporte y colonización en las comunidades de origen anglosajón de la franja central de Las Tunas, Cuba

 

Licenciado en Historia y Ciencias Sociales. Licenciado en Estudios Socioculturales

Máster en Ciencias de la Educación. Máster en Desarrollo Cultural Comunitario

Máster en Deportes de Combate y Doctor en Ciencias Históricas

Profesor Titular del Centro de Estudios de Deporte y Cultura (CENDECUL)

de la Universidad de Ciencias de la Cultura Física y el Deporte “Manuel Fajardo”

José Guillermo Montero Quesada

guillermonteroq@gmail.com

(Cuba)

 

 

 

 

Resumen

          El artículo trata sobre la influencia de la colonización anglosajona (inmigrantes norteamericanos, canadienses e ingleses) en la esfera del deporte y la actividad físico recreativa, en la franja central de Las Tunas, correspondiente a la parte nororiental de Cuba, durante el período de 1902 a 1935. Se trata la magnitud de este tipo de actividades como parte del proceso de cambio en dicho espacio. El estudio favorece la comprensión de la génesis, desarrollo y huellas del deporte en las comunidades y asentamientos fundados por estos inmigrantes en Las Tunas, que influyen en la conformación de la nación y la identidad cultural en estas localidades.

          Palabras clave: Historia del deporte. Actividad física. Recreación. Colonización anglosajona. Cultura. Identidad deportiva. Huellas del deporte.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 18, Nº 190, Marzo de 2014. http://www.efdeportes.com/

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Introducción

    Las historiografías cubana y norteamericana han tratado poco, y de modo generalizador, el proceso de colonización anglosajona de base agrícola ocurrido en Cuba, en las primeras cuatro décadas del siglo XX, en el ámbito regional, donde existe un vacío factual e interpretativo que imposibilita conocer y comprender la pluralidad de este hecho, en especial del hecho físico recreativo y deportivo.

    El término anglosajón, en el contexto de esta investigación, resume o acoge un conjunto de rasgos culturales comunes, diferentes u opuestos a lo cubano o hispánico, que tienen como elemento identitario más perceptible la utilización del idioma inglés. Bajo esta denominación se distingue a los inmigrantes procedentes de Estados Unidos de Norteamérica, el Canadá anglófono y del Reino Unido.

    A partir del siglo XXI se han desarrollado algunos estudios sobre las relaciones culturales entre Cuba y Estados Unidos, promovida por el Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello en conjunto con el Centro de Estudios Latinoamericanos David Rockefeller (Universidad de Harvard) de investigadores como: Rafael Hernández. “La condición americano-cubana” y de Alfredo Prieto González. “Huellas norteamericanas en la cultura cubana contemporánea”. En: Rafael Hernández. Mirar al Niágara. Huellas culturales entre Cuba y los Estados Unidos (2000), pero tratan la huella norteamericana en Cuba, desde una perspectiva generalizadora, con énfasis en las diatribas políticas de las relaciones Cuba-Estados Unidos y referido a algunas aristas sobre influencias culturales de aquella nación.

    La necesidad de conocer la magnitud de este hecho histórico, con énfasis en la actividad físico recreativa y deportiva en una subregión de Cuba, conllevó a la realización del estudio de su manifestación en la franja central de Las Tunas, donde se fundaron las comunidades anglosajonas de Omaja, Bartle y asentamientos de colonos en varias zonas de dicha franja. Esta franja se define como el espacio geográfico situado en la parte centro - oeste - oriental de Cuba, correspondiente a la parte meridional de la llanura centro de Las Tunas y una porción del extremo suroeste, de la llanura fluvial del Cauto, que influye y se transforma en el contexto donde se articula la dinámica económica, social y cultural, generada por la colonización anglosajona, que deviene en particularidades que la identifican en su devenir histórico.

    Los estudios primarios sobre estas localidades, que de alguna manera tratan la colonización anglosajona con algunas referencias a la influencia del deporte y actividad física recreativa, lo hacen de un modo fragmentado e impreciso. No tienen en cuenta el contexto agrícola ni la diversidad condicionada por el complejo de factores económicos, interregionales y etnorregionales que influyen en estas comunidades; y en ocasiones es ignorado o desvalorizado este tipo de influencia, motivado por cierto maniqueísmo ideopolítico que impide comprender la magnitud intercultural de este hecho.

    De estas consideraciones de determinó el siguiente problema científico: ¿Cómo influye la colonización anglosajona en la actividad físico recreativa y deportiva en las localidades fundadas por inmigrantes norteamericanas, ingleses y canadienses en la franja central de Las Tunas, ocurrida en las cuatro primeras décadas del siglo XX?

    A partir del anterior problema de investigación se formula como objetivo: valorar la influencia del proceso de colonización anglosajona en la actividad físico recreativa y deportiva, expresadas en comunidades agrícolas de la franja central de Las Tunas en el período de 1902 a 1935, y las huellas dejadas por la misma.

    El análisis de la literatura, los datos preliminares respecto al objeto y campo de estudio, así como el problema y objetivo planteado permitieron formular la siguiente hipótesis: La colonización anglosajona expresada en comunidades agrícolas en la franja central de Las Tunas (1902-1935), es un hecho complejo de significativa magnitud que influye en el desarrollo de las actividades físico recreativas y deportivas, con sus matices peculiares, condicionado por los escenarios internacionales y los intereses de las clases hegemónicas de este territorio, y cuya huella aún es perceptible en el patrimonio e identidad deportiva y recreativa en la región.

    Para una mejor comprensión del proceso colonizador de principio del siglo XX en Cuba, se concibe en este estudio, como una nueva fase de la lógica secuencial del complejo de sistemas coloniales, articulado principalmente al subsistema neocolonial norteamericano, bajo la influencia de los disímiles contextos y nuevas circunstancias histórico-concretas, caracterizado por el influjo de la modernidad, en que los diversos portadores humanos reproducen, en una dimensión progresiva, el potencial de experiencias acumuladas, en la conquista de nuevos espacios regionales, subordinados a las potencias y clases hegemónicas que lo sustentan.

    La colonización agrícola, es entendida en este estudio, como uno de los mecanismos de dominio neocolonial impulsado por la política imperialista norteamericana, similar a los aplicados en procesos de expansión colonial por otros países y en diferentes períodos, consistente en el poblamiento comunitario rural de colonos asociados e individuales, compuesto, en este caso, por grupos étnicos de origen anglosajón promovidos por corporaciones empresariales, en condiciones de dependencia y subordinación a organismos foráneos, que adquieren tierras, al menos en teoría, a través de dispositivos estrictamente legales, que establecen un dominio económico agrícola y manufacturero de tipo semicapitalista y capitalista, mediante patrones más funcionales acorde con la modernidad, con sus respectivos imperativos culturales y relaciones interculturales que modifican o adaptan los espacios geográficos y la vida sociocultural en las zonas ocupadas.

    El proceso migratorio anglosajón ocurrido durante el período de 1907 a 1911 en la franja central de Las Tunas, condicionó el despegue de la colonización agrícola. En dicho proceso influyó el potencial de factores históricos, socioeconómicos, ecológicos y culturales; tanto internos como externos, que actuaron como complejo de motivaciones y de nuevas posibilidades, que adquirieron un sentido pragmático. Los individuos que la componían, eran portadores de disímiles conocimientos y hábitos relacionados con la actividad físico recreativa y deportiva; ellos, tuvieron una permanencia más o menos prolongada en tierra cubana.

    Las relaciones interétnicas y extraétnicas anglosajones, sustentadas en la pluralidad etnorregional de procedencia, signadas por la recepción diversa de la modernidad, y la influencia de un ámbito rural cubano atrasado con una herencia de rasgos identitarios seculares, se manifiesta en la interculturalidad en los espacios deportivos y recreativos, donde interactúan identidades de grupos foráneos y el etnos cubano, que condicionaron nuevas mutaciones expresadas a través de los componentes etnomusicológico, idiomático, y otros del complejo comunicológico, las relaciones sociodeportivas y recreativas que de modo general fortalecen la identidad deportiva y recreativa en los planos nacional, regional y local.

Desarrollo

    En las colonias de Bartle y Omaja, lo popular y tradicional norteamericano se manifiesta en las actividades de carácter deportiva y recreativa como parte de la conciencia y formación individual según el origen de cada uno de los subgrupos y familias. La integración de estos grupos étnicos anglosajones en comunidades, devienen necesidades e intereses socioculturales que confluyen de un modo espontáneo, organizados en actividades festivas propias de su cultura tradicional, pero con algunas adaptaciones al contexto económico y social de la región. El tiempo de existencia relativamente corto de estos asentamientos, como comunidad anglosajona, complejiza la determinación de los términos temporales exactos del inicio de este tipo de actividades.

    Según testimonios de los pocos descendientes del grupo étnico y de conocedores de su cultura, los inmigrantes anglosajones se distinguieron por las “costumbres del oeste”. La similitud de los canadienses a los norteamericanos es debido a la asimilación e intercambio que se inicia a mediados del siglo XIX con la llegada de inmigrantes estadounidenses al territorio de Canadá en busca de “fortuna”, asimismo influyó, en ambos grupos, la cultura de los países europeos, fundamentalmente Inglaterra, de los cuales procedían parte de los inmigrantes que se asentaron en estas comunidades.

    Como parte de las fiestas y celebraciones, la familia anglosajona organizaba actividades lúdicas, consistente en disímiles juegos populares como white to the shot (tiro al blanco con armas de fuego) y Knife throw (lance de cuchillos) que les infundían coraje a los jóvenes. Otros adecuados a todas las edades, son la bag-race (carreras de saco), las stilt rase (carreras en zancos), el Togand War (tiro de la cuerda o guerra de la soga), también el juego del huevo en la cuchara, el de la gallina ciega, así como el baile de las sillas, compartidos con niños y jóvenes cubanos. Para los adultos, se reservaban las competencias de velocidad, desarrolladas en Omaja, en las vagonetas utilizadas en las vías férreas, conocidas como cigüeñas. Propios de las comunidades rurales, se medían fuerzas y destrezas al picar un tronco con hacha o sierra de mano, en menos tiempo; la monta de toros y enlace de terneros, carreras de caballos, corridas de cinta y lidias de gallos, propios en el sur y oeste de EE.UU., estos últimos constituyen puntos de contactos con la identidad cubana. Estas prácticas estimulan la pasión por las apuestas.

    La percepción de los colonos anglosajones hacia las festividades de los cubanos en el área de estudio se clasifican en tres niveles: los que lo hicieron con interés cognoscitivo de lo exótico; los que se interesaron, de alguna forma, en compartir socioculturalmente con los cubanos; y otros que sentían cierta aversión hacia ese tipo de manifestaciones; estos últimos las consideraron como prácticas “vulgares” y “extravagantes”; calificadas peyorativamente, como “cosas de negros”, muestra del sentido discriminatorio hacia esa parte de la población cubana y antillana. Con esta postura de rechazo a estas costumbres y tradiciones cubanas defienden con determinada rigidez la moral burguesa de la época.

    La práctica deportiva es uno de los elementos culturales introducidos por los inmigrantes norteamericanos en la franja central de Las Tunas. A fines del siglo XIX se produce en Estados Unidos y Cuba lo que se ha denominado como la “fiebre beisbolera”, la cual se expresa en la creación de cientos de equipos en la Isla. Los colonos de Bartle y de Omaja iniciaron, entre ellos, la práctica de este deporte, en el tiempo de ocio, pues ya formaba parte de sus pertenencias culturales.

    De 1906 a 1911, arriban los primeros cubanos a estas comunidades, período en el cual, se produce una asimilación respecto a la práctica del baseball, condición que favoreció los primeros encuentros organizados a principios de la década de 1910. En una crónica aparecida en el periódico local Eco de Tunas, (marzo de 1911) se hace referencia a espectaculares encuentros beisboleros en el patio del Instituto Pinson de Bartle, entre norteamericanos y cubanos de esta comunidad. Por aquella época -según el historiador local Luis Galano Torres (2001)- el baseball en la Ciudad de Victoria de Las Tunas se practicaba por norteamericanos en la “Plaza Cristina” (actual Parque Maceo) a cuyos juegos fueron sumándose los cubanos. Por extensión y aprovechando las condiciones del transporte por ferrocarril, se inician los encuentros competitivos entre miembros de estos grupos étnicos y cubanos en estas comunidades

    Los juegos desarrollados por una novena norteamericana contra una cubana causaban sensación y mucho más cuando se producía una victoria de los segundos contra los primeros. Este tipo de encuentros marcó, de cierto modo, el límite de la aceptación y del rechazo a la presencia norteña. Las crónicas aparecidas en la prensa local Eco de Tunas, ensanchan el espacio público de lo que constituía un símbolo cultural del progreso y la modernidad.

    A la par del baseball, pero en menores dimensiones comienzan a practicarse otros deportes. En Omaja se fomentan áreas deportivas, aunque predominaba el Fútbol Rugby o fútbol norteamericano. Este deporte, según el historiador local de Omaja Enues Montes, se convirtió en uno de los espectáculos deportivos, de mayor notoriedad en la comunidad, practicado especialmente por la juventud estadounidense durante la temporada de verano. Esta práctica fue aprendida en colegios norteamericanos y transmitida a niños y jóvenes cubanos y de otros grupos étnicos que se sienten atraídos al frecuentar estos partidos.

    Durante algún tiempo fue común el uso de palabras que proceden de este deporte como: backs (jugadores), center (centro), lef guard (guarda izquierdo), right guard (guarda derecho), tackle (defensa), entre otros. Todo parece indicar que esta práctica decae en la misma medida del éxodo poblacional norteamericano como resultado de la crisis económica mundial. Durante algún tiempo, la naturaleza agresiva de esta práctica es objeto de diversión por parte de los pobladores.

    En la década del 30, el norteamericano Charles Milligan, construye un área para jugar tenis o wingfield, en la ciudad de Victoria de Las Tunas. Hasta la década del 50 es notable la afición cubana por este deporte. Desde el punto de vista etnolingüístico la población comienza a utilizar términos como: games (juegos), sets (mangas) y net (red). Ser tenista se convierte en un elemento de distinción social y socioclasista, así como en representación elitista portadora de sentimientos de exclusión y de poder, que influye en que la ciudad se fuera convirtiendo en un centro jerarquizante de la actividad deportiva; al mismo tiempo, contribuye a la cohesión e identificación de la clase media citadina.

    El Whiff whaff o ping-pong, de amplia popularidad en Inglaterra y en Estados Unidos hacia 1900; comienza a practicarse por los jóvenes de estas comunidades, utilizando las mesas de comedor y material improvisado. Algunos colonos de Inglaterra y antillanos de habla inglesa jugaban el críquet, deporte que gozaba de cierta aceptación por la población cubana. Derivados de este último, se incorporan términos como wicket y bails. Estas prácticas influyen en las relaciones interétnicas y contribuyen a la conservación de sus identidades.

    Las prácticas deportivas introducidas por los colonos anglosajones permiten superar los modos de vida sociales de la población cubana y demás miembros de estas comunidades; contribuye a activar sus sentimientos, pensamientos, actitudes, emociones, imaginario social y opiniones; fomenta la concepción superiorista en el orden personal y regional en el marco del desarrollo de estas actividades sin que esta actitud rebasara la posibilidad de conflictos y amplía la diversidad cultural y creativa de la población.

    Condicionado por la rivalidad que distingue la actividad deportiva, las diferencias étnico culturales y el espíritu competitivo, surgen sentimientos etnorregionalistas; no obstante, a través de los encuentros beisboleros se reafirman atributos culturales compartidos y propicia la cohesión del etnos nación cubano y de la población anglosajona, También se acentúa la terminología y semántica inglesa ya difundida en otros territorios de la Isla, e investigada por otros autores.

    Dentro de los términos y semántica inglesa, se destacan: pitcher, short stop, hit, oulfield, outfielder, fair, fly, catcher, home plate, infield, fielders, double play y triple play. Con el decursar del tiempo, estos elementos etnolingüísticos son aceptados en su expresión españolizada, ejemplo: pichear, quechear, ponchar y batear. Sobre este respecto tratan los autores: Louis A. Pérez Jr. Ser cubano. Identidad, nacionalidad y cultura, 2006, (p. 380) y Carlos E. Reig Romero. Para una historia de los deportes en Cuba (1800-1899), 2007, (p. 31).

    Los espectáculos deportivos se reproducen en los barrios de estas comunidades, adaptados a las condiciones y gustos de los practicantes que llegan a ocupar un lugar preferente en el mundo lúdico infantil y juvenil de los cubanos, como las variantes del juego de pelota, a saber: “las cuatro esquinas”, “el caminado”, “dos bases”, entre otros, que se popularizan y llegan hasta la actualidad como tradiciones.

    A la par de la introducción del baseball aparecen las primeras crónicas en el periódico local El Eco de Tunas; de este modo, inicia el género periodístico deportivo en la localidad y la entrada de este hecho sociocultural en un medio de comunicación de masa. Ello influye en la extensión de la espectacularidad y carácter aglutinador de estos eventos, expresado en la participación simbólica en disímiles espacios sociales donde cubanos y anglosajones intercambian opiniones, brotan también las simpatías y pasiones deportivas. De este modo, surgen nuevos significados y conocimientos sobre técnicas y procedimientos que modifican la reglamentación de los juegos. Por su parte, la industria manufacturera de la madera comienza a producir bates en serie para satisfacer la demanda de este artículo en el mercado.

    Con las manifestaciones deportivas en la región, se amplía la cosmovisión de empleo del tiempo libre y muchos individuos transforman la naturaleza del cuerpo humano en un hecho cultural; es decir, se resalta la concepción filosófica cultural del mundo occidental, consistente en identificar estas prácticas como signo de virilidad, expresada en atributos y destrezas como el valor, la fuerza, rapidez y otras cualidades. Los cubanos asimilan estos atributos culturales, también afianzan pertenencias relacionadas con el pensamiento patriótico, actitudes, emociones, imaginario social y opiniones que revelan el antagonismo frente a la concepción elitista en el orden etnosocial y etnorregional. De este modo, se fortalece el nacionalismo cubano en la zona, en cuanto a la defensa y legitimación de lo propio.

    Asociado a las costumbres y tradiciones alimentarias se amplió, en las comunidades anglosajonas, la práctica de la caza y la pesca, aprovechando las condiciones que ofrece el espacio geográfico. El uso de armas de fuego para esta función constituyó una manifestación casi exclusiva de la población anglosajona, debido al costo y prerrogativas para poseer estos medios, también al rigor en el cuido y adiestramiento de los perros de presa. Se manifestó la representatividad de algunos cubanos en la actividad cinegética, en la que participaron de forma cooperada, con los anglosajones. La carga simbólica y de recreación significa un hecho cultural, expresado en los participantes durante y después de la actividad, mediante el intercambio socializador y actos ceremoniales; por su parte, la pesca, tradición de los cubanos es imitada por inmigrantes anglosajones en las nuevas condiciones geográficas y ecológicas.

    Hacia la década del 30, como consecuencia de la crisis económica se detiene el progreso de la población anglosajona en la franja central de Las Tunas, con síntomas notables de estancamiento de la base económico de la colonización y de las instituciones culturales creadas sobre la base de la misma, que se expresó en el agotamiento de las potencialidades de reproducción social y cultural. Declina la composición anglosajona en los equipos de baseball y el fútbol rugby, este último deja de practicarse por los cubanos, debido a las consecuencias de los bloqueos brutales que lo caracteriza.

Huellas anglosajonas de la actividad físico recreativa y deportiva en la franja central de Las Tunas

    La influencia de la actividad físico recreativa y deportiva anglosajona en Cuba después del triunfo de la Revolución en 1959 ha sido poco estudiada, menos aún en las antiguas comunidades de norteamericanos, canadienses e ingleses. Casi cuatro décadas de su presencia física e influjo sociocultural directo en la franja central de Las Tunas, dejó inevitablemente huellas en la población cubana.

    Las actuales fiestas de rodeo en la región, corridas de cinta o carreras de caballos, también las lidias de gallos, aunque son de herencia hispánica, adquieren mayor dinamismo a partir de la presencia norteamericana en las comunidades agrícolas. Estas actividades relacionadas con el ámbito rural, también con la manufactura de la madera, prolongadas hasta la actualidad, han influido en la división social del trabajo y en la vocación de una parte considerable de la población de estas comunidades.

    Como parte de las fiestas y celebraciones de los anglosajones, se conservan en una parte de la población algunas actividades lúdicas populares como, Knife throw (lance de cuchillos). En Omaja, constituye un acto de afirmación cultural la reedición, cada año, de las competencias de velocidad en cigüeñas, tal como lo hacían los anglosajones, se mantiene, aunque no tan frecuente la competencia de picar troncos con hacha o sierra de mano.

    Si en otros sitios de la Isla el baseball, es una extensión de los propios cubanos, en la región es introducido directamente por los norteamericanos, mediante los cuales se incorporan los ya mencionados signos lingüísticos de procedencia inglesa pertenecientes a este deporte y sus variantes fonéticas españolas. Otros deportes de origen anglosajón, introducidos por sus portadores a principios del siglo XX como el Whiff whaff, y el críquet han permanecido en el tiempo, adaptados a las condiciones y gustos de los practicantes, desde el punto de vista etnolingüístico conservándose, de este último, términos como wickets y bails.

    Adaptados a las condiciones y gustos de los practicantes, los espectáculos deportivos se reproducen en los barrios de estas comunidades, llegando a ocupar un lugar preferente en el mundo lúdico infantil y juvenil de los cubanos; al igual que en otras partes del territorio nacional, las variantes del juego de pelota, convertidas en tradición beisbolera y fraseologismos extrapolados a diversas situaciones de la cotidianidad e incorporados al lenguaje popular. De las variantes del juego de pelota se distinguen: “las cuatro esquinas”, “el caminado” y “dos bases”. También, la amplia y diversa creatividad de la población reflejada en el lenguaje deportivo autóctono, extendidos en toda la isla a través de fraseologismos como: “estar en tres y dos”, “coger fuera de base”, “irse en blanco” y “esconder la bola”.

    Las actividades deportivas expresan el nivel de desarrollo sociocultural alcanzado por esta región y el progreso económico y tecnológico, que se manifiesta con la producción de bates y raquetas en serie, por parte de la industria manufacturera de la madera, para satisfacer hasta la actualidad, la demanda de estos artículos en el mercado local.

    Parte del patrimonio documental, que evidencia la presencia colonizadora anglosajona en estas comunidades, se atesora en archivos históricos locales y otros se exhiben en museos. Desde este, se construye el patrimonio bibliográfico y se socializa la memoria histórica. Dicha memoria, cargada de la subjetividad que la caracteriza, forman parte del imaginario que se entrelaza con la realidad de aquel pasado histórico.

Conclusiones

    De modo general, el conocimiento sobre la participación y vínculos de inmigrantes anglosajones con el etnos nación cubano en el hecho físico recreativo y deportivo, en la franja central de Las Tunas, ayuda a explicar y comprender las conexiones con las actuales generaciones, desde nuevas interpretaciones y significados.

    Con estas manifestaciones deportivas y recreativas en la zona de estudio, la naturaleza del cuerpo humano de muchos individuos se transforma en un hecho cultural, contribuye al fortalecimiento de la identidad deportiva y recreativa de los cubanos y de los grupos étnicos anglosajones participantes; reduce la distancia cultural entre ellos; constituye un medio desalienador de la clase baja de la sociedad y de cohesión de sus sentimientos patrióticos; representa un espacio para la educación cívica con el que se afianza el sentimiento asociativo y los valores comunes.

    Las huellas culturales norteamericanas, canadienses e inglesas en estas comunidades, se sustentan en factores históricos que, inevitablemente, se reproducen más allá de las tensiones y los códigos reduccionistas sobre el proceso de conformación de la nación y la identidad nacional. Ellas se reafirman mediante la participación conjunta del etnos nación cubano y anglosajones en los espacios físico recreativo y deportivos. En dichos espacios se revelaron las diferencias y la asimilación expresada en principios y sentimientos de atracción, identificados por los vínculos genealógicos de la cultura anglosajona y la cubana, que durante mucho tiempo han estado “separadas” por el antagonismo político.

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