La Nuestra. "El Hombre que está solo y espera" y la cultura futbolística de los argentinos
Marcelo Massarino
Lecturas: Educación Física y Deportes | http://www.efdeportes.com/
revista digital | Buenos Aires | Año 5 - Nº 18 - Febrero 2000

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     En Scalabrini Ortíz notamos una preocupación por los lazos fraternos entre la ciudad y sus habitantes que crecen y se alimentan unos a otros. En el medio, aparece el fútbol como el deporte que abrazan los criollos con un sentimiento popular que polariza su sensibilidad y es imán de sus emociones. El hombre que está solo y espera

     En ese contexto, Eduardo Archetti afirma que "del baldío y del potrero saldrán los jugadores de fútbol argentinos. No salen ni de los patios de los colegios primarios o secundarios, ni de los clubes, es decir de espacios controlados por maestros y directores técnicos. Es baldío, es como la pampa y el arrabal, un espacio de libertad. Los grandes jugadores serán, en consecuencia, productos puros de esa libertad que les permite improvisar y crear sin las normas o reglas impuestas por los expertos o pedagogos".16

     El periodista Julio César Pasquato, Juvenal, afirma que del estilo impuesto por el potrero la identidad futbolística nacional hay sólo un paso. El alimento básico para el futuro crack era el potrero, "pero esa nutrición es básica para conocer lo mas importante que tiene este juego: los secretos de esa pelota saltarina y casquivana, que sólo obedece a quien sabe domar sus piques y rebotes inesperados, a quien sabe amasarla sobre el colchón del empeine sutil o ponerla bajo a suela del botín dominante. Los pibes que tienen potrero se acostumbran a competir con los más grandotes, por edad y por físico, saben ganarles por vivos, escurridizos y veloces. Tienen lo más importante: mamaron desde chicos la esencia de este juego que obliga a luchar pero que, fundamentalmente, exige jugar".17

     El otro espacio lúdico era la calle empedrada, donde los chicos de la cuadra comenzaban a dibujar un lugar de pertenencia con el barrio, allí defenderían el honor barrial en los picados. El periodista y escritor Juan Sasturain describe el ámbito de la calle porteña y su importancia en el tallado del espíritu del juego: "Del potrero universal al pasillo dialectal, equidistante y contiguo de ambos ámbitos, se extiende la zona definitiva donde se cruzan lo natural y lo cultural, el lugar de paso cotidiano, la localización histórica de las grandes creaciones populares de nuestra cultura: la vereda, la calle que es su extensión natural, la esquina. El fútbol argentino se define en la vereda, donde se baila el tango primitivo, se juega la política de los partidos populares, se engendra la lengua viva que nos alimenta. En la vereda, con sus arcos naturales y sus posibilidades múltiples -un cabeza, un arco a arco, un mete gol entra, además del partido en sí de sábado a la tarde- no faltan las limitaciones del terreno que imponen la disciplina del dominio de pelota, la represión policial, la necesidad de resolver sobre la marcha ante la ausencia ocasional de uno que se va y la entrada de otro que se prende un rato para volver a partir. El fútbol argentino tiene potrero en la extracción social de los mejores, tiene zaguán y pasillo en el virtuosismo excesivo e improductivo del pisador que puede encontrar el arco como un lebrel, sin levantar la cabeza, pero tiene vereda y calle en lo que es definitivamente nuestro: la improvisación."18


El estilo argentino: la nuestra
     Hasta aquí se enumeraron las características individuales del jugador nacido al calor del potrero, la calle y la pelota de trapo: la gambeta, el toque preciso -rasante y al pie-, pisada y pique. Así los equipos criollos forjaron un estilo de juego que renegaba del juego largo, el shot potente y el choque físico de ascendencia inglesa, "un juego algo más brusco, pero viril, hermoso, pujante"19 , según Jorge Brown, quien fue capitán de Alumni.

     El espíritu de equipo entre los once jugadores de un colectivo debía conciliar con las características individualistas del futbolista argentino. El chico que se divertía gambeteando rivales sin largar la pelota, ante las exigencias de una competición de Liga, debía integrarse a un andamiaje que incluyera a sus compañeros. Al criollo le cuesta adaptarse a un sentido colectivo. "El porteño es el tipo de una sociedad individualista, formada por individuos yuxtapuestos, aglutinados por una sola veneración: la raza que están formando", decía Scalabrini Ortiz. La irresponsabilidad, "encerrado en si mismo, como en una cueva", hace que el porteño sufra cuando tiene que resignar en algún punto su libertad en función de un logro en conjunto.20

     Los elementos citados por Scalabrini Ortiz como la amistad, el trabajo, la responsabilidad y el instinto entran en juego en la conformación de la personalidad del arquetipo del porteño, el mismo porteño que es el jugador que nació en los potreros y las calles de Buenos Aires. Una química especial hará que, respetando la destreza individual del futbolista, se conforme una amalgama entre los integrantes del equipo. Hay una figura que Archetti utiliza al respecto que nos ayudará a comprender el fenómeno: "...Se dirá que los argentinos no 'juegan al fútbol' sino que 'tocan fútbol', ya que son como virtuosos que tocan el piano o el violín. Por ello, un gran equipo de fútbol será como una orquesta compuesta por grandes individualidades. Lo típico del fútbol argentino pasará a ser el toque de pelota, el toque corto y veloz".21

     Juvenal defiende la continuidad entre el potrero y el estilo criollo que fundó una escuela conocida como "la nuestra": "Los equipos que ganan, los que dejan una huella profunda en el alma del espectador y en la estadística, siguen siendo los que mejor manejan la pelota. Tocándola con precisión, con claro sentido de tiempo y distancia. Haciéndolo circular en sentido cambiante, tratando de sorprender a cada paso. Administrándola con fina técnica y exquisito buen gusto. Agregándole un toque de pimienta y picardía, mintiéndole constantemente al adversario. Toda esa nutrición futbolera que el jugador mamó desde pibe en el potrero."22


Consideraciones finales
     Raúl Scalabrini Ortíz indaga el espíritu porteño y traza las líneas del ser nacional, un ser colectivo que no es tangible pero existe en el arquetipo del porteño, en el hombre de Corrientes y Esmeralda. Ese hombre que también piensa la ciudad, la política y la sociedad. En consecuencia, los fenómenos populares como el tango y el fútbol no le resultan ajenos. Todo lo contrario. Son parte esencial de la vida del hombre común que palpita el pulso de la ciudad desde el barrio, los amigos, el bar, la tertulia... y el fútbol. Hay intelectuales que se preguntan cómo se moldea el arquetipo del hijo de la tierra, cuales son las características del criollo, cómo se construye una identidad argentina que emerge de las aguas del Río de la Plata, el mismo río que transitaron los barcos que trajeron a miles de inmigrantes. Ellos poseían una idiosincrasia. Pero sus hijos forjaron una identidad propia.

     En este trabajo pretendemos demostrar que la historia del fútbol argentino nos ofrece un lugar privilegiado para analizar cómo el espíritu de la tierra se ve en cada paso de la construcción de una forma de juego típicamente criolla: la nuestra.

Buenos Aires, noviembre de 1999


Notas

  1. Califa, Oche. "Raúl Scalabrini Ortíz. Hombre parado en Corrientes y Esmeralda". Diario Clarín, domingo 16 de octubre de 1988, pág. 16.

  2. Scalabrini Ortíz, Raúl. El Hombre que está solo y espera. Buenos Aires. Plus Ultra, 1991, pág. 88

  3. F.O.R.J.A fue fundada en 1935 por Raúl Scalabrini Ortiz, Arturo Jauretche y Homero Manzi, entre otros. Su consigna era: "Por el radicalismo a la soberanía popular. Por la soberanía popular a la soberanía nacional. Por la soberanía nacional a la emancipación del pueblo argentino".

  4. Archetti, Eduardo. Prólogo. En Deporte y Sociedad, compilado por Pablo Alabarces y otros, Buenos Aires, Eudeba, 1998, págs. 9 a 13.

  5. Di Giano, Roberto. "El fútbol como objeto de estudio de la sociología". Revista El Ojo Furioso. Otoño 1999. Año VII nro. 7, Buenos Aires, pág. 73. La cita pertenece al siguiente párrafo: "La riqueza interpretativa en este marco deberá alcanzarse rechazando, en principio, esa postura mecanicista que toma al fútbol como un mero reflejo social, pues esta manifestación cultural de carácter masivo tiene su propia especificidad que hay que tener muy en cuenta para no caer en argumentaciones simplistas. Y a partir de la aceptación de esta autonomía del ámbito futbolístico (que es ciertamente muy frágil por estar cruzado este deporte, en nuestro país, por pesados intereses políticos y económicos) podrá reconocerse que se ponen en juego en el fútbol muchos elementos que permiten leer algunos aspectos de la sociedad argentina y sacar conclusiones sobre ella."

  6. Scalabrini Ortíz, Raúl. Op. cit.

  7. Archetti, Eduardo. "Estilo y virtudes masculinas en El Grafico: la creación del imaginario del fútbol argentino", Desarrollo Económico, volumen 35, nro. 139, Buenos Aires, IDES, octubre-diciembre, 1995.

  8. Marial, José. "El fútbol". En Literatura de la Pelota, compilado por Roberto Santoro, Buenos Aires, Papeles de Buenos Aires, 1971, págs. 218-222.

  9. Lorenzo, Eduardo. "Borocotó". "Tres cosas nuestras: el fútbol, el tango y el alma criolla". En Homenaje al Fútbol Argentino. Revista La Maga, Buenos Aires, enero/febrero 1994, pág. 19.

  10. Archetti, Eduardo. Op. cit.

  11. Pérez Peña. "Presencia del porteño. El signo del fútbol". En Literatura de la Pelota, compilado por Roberto Santoro, Buenos Aires, Papeles de Buenos Aires, 1971, págs. 242-245.

  12. Homero Guglielmini. "Una visión del fútbol". En Literatura de la Pelota, compilado por Roberto Santoro, Buenos Aires, Papeles de Buenos Aires, 1971, págs. 218-222.

  13. Scalabrini Ortíz, Raúl. Op. cit.

  14. Frydenberg, Julio D. "Espacio urbano y práctica del fútbol, Buenos Aires 1900-1915". En Ponencias presentadas en el 1er. Encuentro: Deporte y Sociedad, Buenos Aires, Area Interdisciplinaria de Estudios del Deporte-Universidad de Buenos Aires, octubre 1999, págs. 45-76.

  15. Frydenberg, Julio D. Op. cit.

  16. 16 Archetti, Eduardo. Op. cit.

  17. Pasquato, Julio César. Juvenal. Fútbol en el alma. El jugador, la pelota y la cancha, Buenos Aires, Biblioteca El Grafico, Editorial Atlántida, 1997.

  18. Sasturain, Juan. "Patear en la Argentina: potrero, vereda y pasillo". En Homenaje al fútbol argentino, Revista La Maga, Buenos Aires, enero-febrero 1994, págs. 20-21.

  19. Brown, Jorge. "En 1921, Jorge Brown hablaba de fútbol antiguo y moderno". En Homenaje al fútbol argentino, Revista La Maga, Buenos Aires, enero-febrero 1994, pág. 6.

  20. Al respecto, el escritor Ernesto Sábato incluye en su libro "Sobre héroes y tumbas" el siguiente párrafo: "... Y al final, pibe, se diga lo que se diga, lo que se persigue en el fóbal es el escore. Y te advierto que yo soy de los que piensan que un juego espectacular es algo que enllena el corazón y que la hinchada agradece, qué joder. Pero el mundo es así y a la final todo es cuestión de goles. Y pa demostrarte lo que eran esas dos modalidades de juego te voy a contar una anécdota ilustrativa. Una tarde, al intervalo, la Chancha le decía a Lalín: crúzamela viejo, que entro y hago gol. Empieza el segundo jastain. Lalín se la cruza, en efeto, y el negro a agarra, entra y hace gol, tal como se lo había dicho. Volvió Seoane con los brazos abiertos, corriendo hacia Lalín, gritándole: viste, Lalín, viste, y Lalín contestó sí pero yo no me divierto. Ahí tenés, si se quiere, todo el problema del fóbal criollo."

  21. 21 Archetti, Eduardo. Op. cit.

  22. 22 Pasquato, Julio César. Juvenal. Op. cit.


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