Liderazgo deportivo
Darío Mendelsohn (Argentina)
Lic. En Psicología especializado en Psicología del Deporte.
darmen@topmail.com.ar

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revista digital | Buenos Aires | Año 5 - Nº 18 - Febrero 2000

Ricardo Calabria

    El liderazgo y todo lo que ello implica es una de las habilidades más importantes de todo buen entrenador. Los intentos por comprender el liderazgo deben centrarse en él porque la gente se somete, mas que en el cómo una persona influye en otra. Schein (1970), decía que las personas se someten como consecuencia de un contrato psicológico; quiere decir que las personas hacen muchas cosas porque creen que deben hacerse, y que por aquello que realizan, deberán ser recompensados en forma de remuneración, regalos, o privilegios.

    En todo grupo humano, tiene que haber alguien que establezca las metas comunes, indique el camino y los métodos que deben seguirse; marque los roles correspondientes a cada uno de los integrantes del grupo, active emocionalmente a los deportistas para que cumplan con las metas prefijadas, y elimine los posibles problemas que puedan surgir. La figura que necesariamente debe llevar a cabo todas estas funciones, es el entrenador.

    Todos hemos aprendido a responder a la autoridad, mediante nuestras propias experiencias con nuestros padres, profesores, entrenadores, y otras figuras representativas; y en forma indirecta a través de los modelos ofrecidos por los medios de comunicación, libros, revistas, películas, música, etc. otros.


    Algunas definiciones de Liderazgo:

    "El liderazgo es un proceso por medio del cual un individuo influye en otros para que realicen lo que él quiere".

    "Es un proceso de influencia entre el líder y los seguidores, para conseguir objetivos grupales, organizativos o sociales". (Hollander, 1985)

    "El liderazgo es un proceso que se da en el grupo y en el que toman parte el líder, los seguidores y en el que también hay que tener en cuenta las características de la situación y las metas establecidas."

    "El rendimiento y la satisfacción de un deportista pueden ser incrementados o disminuidos por los efectos de la personalidad y de la conducta de liderazgo del entrenador" (Terry, 1984)

    El liderazgo proporcionado por el entrenador, es uno de los aspectos que puede contribuir a que el deportista supere las barreras psicológicas que le impiden conseguir un mejor rendimiento.

    No existen rasgos identificables de personalidad relativos a la categoría de liderazgo y a la eficacia del mismo en todas las situaciones; si bien es cierto que hay deportistas y/o entrenadores que estructuralmente tienen condiciones para ser líderes, también es importante lo situacionalmente específico de ese grupo, y en ese momento, para que dicho líder sea eficaz, ya que lo disposicional hace referencia a aquella conducta asociada a un entrenamiento dado, que puede variar de una situación a otra.

    Muchos entrenadores (en forma errónea) dicen: "...esta es la forma en que me entrenaron a mí, fue suficientemente buena para mí, así que será suficientemente buena para ellos..." (los deportistas).

    Esto quiere decir que muchos entrenadores de hoy (y deportistas de ayer) repiten formulas que pueden haber tenido resultado hace 15, 20 o 30 años atrás, y que hoy en general han quedado obsoletas.

    Por ejemplo en las décadas del 60, 70 y también los 80, muchos entrenadores de fútbol, se paraban frente a un grupo de jugadores, y proferían 4 insultos, 5 amenazas, o 6 gritos, y el grupo operaba (mas por temor que por respeto o admiración). Hoy, en el 2000, un entrenador deberá fundamentar su accionar, ya que seguramente habrá en el grupo mas de un integrante que le plantee su disconformidad, (si es que utiliza alguno de esos viejos métodos), que además de ser éticamente adecuado, es mucho más positivo que un deportista sienta respeto y/o admiración por su entrenador, que miedo, ya que el miedo genera dos posibles respuestas:

    Y en ambos casos son perjudiciales para la práctica deportiva.

    Así como la autoridad se confiere (un dirigente designa a un entrenador), el respeto se gana, y se lo obtiene con el quehacer diario, con el valor agregado de lograr que aquel deportista que siente admiración y/o respeto por su entrenador, seguramente en la escena de la competencia, podrá brindar un "plus" de entrega con respecto a otros deportistas que sienten temor o rechazo por su entrenador.

    Quisiera agregar aquí una experiencia de trabajo muy fructífera compartida por este autor con el entrenador Sr. Ricardo Calabria en el Club El Porvenir desde noviembre de 1996 hasta julio de 1998, si bien es cierto que los resultados obtenidos en dicha gestión (El Porvenir salió campeón y ascendió al Nacional B, dejando atrás una serie de rachas negativas históricas, y teniendo la valla menos vencida, la delantera más goleadora, pero también el equipo de mejor conducta), avalan por sí solos dicho trabajo, quiero compartir un recuerdo que tengo grabado en mi memoria.

    El Porvenir, por haber salido campeón del torneo apertura de Primera B en 1997 (y segundo en el torneo Clausura del mismo año), accedió a jugar dos finales con Deportivo Armenio, para determinar quién ascendía.

    La primera final se jugó en la cancha de Deportivo Armenio, y recuerdo claramente el ambiente de profundo respeto y admiración que había en el vestuario en el momento que Ricardo Calabria comenzaba su charla técnica, logrando concentrar no solo el interés de los once que serían titulares, sino también de los suplentes y de aquellos jugadores que perteneciendo al plantel, por distintas circunstancias no podían jugar, pero estaban ahí, escuchando, y colaborando con los once que saldrían a la cancha.

    Recuerdo claramente, el comentario que hicimos casi al mismo tiempo después de la charla técnica, Calabria y yo "hoy no perdemos".

    Ese "hoy no perdemos", no era solamente una expresión de deseos nuestra, sino que estaba basada en un trabajo que había llevado casi dos años, donde desde lo cotidiano se fueron marcando pautas de respeto y confianza, que terminaron redundando en una confianza, respeto y admiración del plantel hacia el entrenador. Ah!!, me olvidaba, ese partido El Porvenir lo ganó 4 a 0, y en la segunda final también ganó 2 a 0, estableciendo 6 goles de diferencia con el otro finalista, y si bien siempre creí (y sigo creyendo) que los partidos los ganan y los pierden los jugadores, mi experiencia de trabajo, me indica que en ese equipo, ese entrenador fue muy importante, por su capacidad de liderazgo, para llevar al equipo a obtener los mejores resultados de la historia de El Porvenir.


Foto: Marcos Brindicci, Diario Depotivo Olé, 17/12/97.


Bibliografía


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