Los de abajo* no tienen cuerpo ni saben escribir:
Una reflexión en torno al divorcio entre
literatura y deporte en Chile.

Jorge Pesce Aguirre (Chile)
Periodista y Magister en Sociología por la Universidad Complutense de Madrid, España. Actualmente prepara su tesis de Licenciatura en Literatura por la Universidad de Chile. Profesor de Sociología del Deporte y la Educación Física en el Departamento de Educación Física, Deportes y Recreación de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación de Santiago de Chile.
jorgepesce@guby.com

Trabajo publicado en la Revista de Educación Física, del Departamento de Educación Física, Deportes y Recreación
de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación de Santiago de Chile, Diciembre de 1999.

     *("Los de Abajo" es el nombre de la "barra brava" del club de fútbol Universidad de Chile, uno de los más populares del país. Este grupo de jóvenes ha estado constantemente en el centro de la polémica por la violencia de sus actos y especial forma de demostrar su fanatismo. Una de las críticas más recurrentes que se les hace es que son unos inadaptados, marginales, drogadictos y borrachos y que no hacen ningún "aporte" al país. Obviamente que su mención en el título de este trabajo tiene una intención metafórica)

     Resumen
     En el presente trabajo se esboza un intento por auscultar las razones por las cuales en Chile la "cultura física" tiene tan poca trascendencia social y cultural. Para ello se toma un particular enfoque de las relaciones entre literatura y actividad física, teniendo en cuenta que la primera constituye un privilegiado campo de construcción de identidad nacional. Se delinean ciertos procesos de intercambio simbólico, movilidad social y política, además de las cristalizaciones institucionales que vehiculizaron nuevas formas de sociabilidad. Finalmente, se hipotetiza acerca de la influencia de las matrices de pensamiento europeas que llegaron al país, configurando en él un particular paisaje ideológico.
     Palabras clave: Educación Física. Deporte. Identidad nacional. Literatura.

Lecturas: Educación Física y Deportes | http://www.efdeportes.com/
revista digital | Buenos Aires | Año 5 - Nº 18 - Febrero 2000

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El juego es más viejo que la cultura.
"Homo Ludens". Johan Huizinga

Introducción
     Más de alguien puede preguntarse qué tiene que ver un escrito sobre literatura en una revista dedicada a los temas relativos a la Educación Física. El solo hecho de hacérsela revela las motivaciones profundas de este artículo. Es también sintomático el que quien escribe provenga de una disciplina de las llamadas Ciencias Sociales, en específico de la sociología.

     La pregunta que justifica lo que se expondrá, es la siguiente: ¿por qué el deporte o, en términos más generales, las prácticas físicas no tienen mayor presencia en la literatura chilena de este siglo?. O bien, ¿por qué los creadores chilenos no han tomado estas prácticas como tema para sus obras? Esta realidad contrasta, por ejemplo, con la Argentina en donde es abundante la bibliografía de creación literaria en donde los deportes (en especial el fútbol) ocupan un lugar de privilegio.1

     Sin embargo, estas interrogantes no surgen por un prurito diletante sino que por una cuestión que tiene que ver profundamente con la constitución de la identidad nacional. Y aquí aparece la primera constatación: la memoria colectiva chilena no tiene espacio para una "hagiografía deportiva" que coadyuve a ese proceso de construcción de identidad. Nuestros héroes deportivos nacionales son escasos, expresiones de la excepción que confirma la regla, perdidos en el maremágnum de la iconografía militar o intelectual.2

     Y un elemento cultural de primera importancia para construir dicha identidad nacional y anclarla en la memoria colectiva de un pueblo es su literatura. Esta es la encargada de generar referencias simbólicas en las que cristalizan vectores profundos del imaginario colectivo, construido a punta de cotidianeidades, saltos, vacíos, esperanzas y derrotas. Es por la literatura que podemos sentirnos parte de un "cuento" (o historia) común. Es por ella que tenemos una idea del "roto", el "huaso", "el pate' perro", "el campesino", "el siútico", "el medio pelo", etc., es decir toda esa galería de personajes que deambulan por nuestra memoria, viviendo aventuras y desventuras que los hacen de "carne y hueso" o, dicho de otra forma, "se corporizan".3


A comienzos del siglo XX…
     La hipótesis que se barajará en este trabajo es que este olvido del deporte como tema literario no es casual sino que responde a razones alta complejidad cultural. En primer lugar, debe señalarse el modo peculiar que adquirió la configuración de las elites chilenas de principio de siglo. En el caso de la literatura puede situarse como punto de arranque el decenio que va entre 1910-19204 . Es en este período cuando Chile vive uno de sus momentos de mayor cuestionamiento como nación. Y resulta sintomático que este ejercicio de introspección sea desencadenado por las celebraciones del primer centenario de la independencia. Este dato no es irrelevante puesto que operan en ese momento dos tensiones que obligan a preguntarse por la identidad nacional: la primera es que se inicia un nuevo siglo y, la segunda, se torna evidente que el modelo de sociedad vigente está agotado. Ese modelo que está pereciendo había sido el que había tenido el poder durante el siglo anterior y veía con temor como cambiaban los escenarios sociales y sus actores. Y la literatura había sido un instrumento privilegiado para mostrar dicho poder:

     "Durante el siglo pasado (escribe un crítico literario conservador) la alta literatura se daba en la clase alta, en la casta dirigente y brillante del país, en la famosa oligarquía. (…) Allí coincidían, por lo menos, dos meridianos: el social y el intelectual. Si añadimos el político y el económico, tendremos el cuadro completo de una sociedad homogénea, firme en sus posiciones y con poder sobre el país. Pero el novecientos nos muestra su ruptura. (…) Veinte años apenas contaba el siglo y ya nuestra revolución francesa se había consumado. Otros veinte años y asoma la revolución rusa" (Díaz Arrieta, H.; op. cit. p. 442)

     Es importante señalar que hacia fines del siglo XIX se había consolidado en América Latina la hegemonía económica, social y cultural de Inglaterra, por lo tanto el primer cuarto de nuestro siglo estuvo imbuido en dicha atmósfera heredada. Esto es especialmente notorio en la sociabilidad de la que hacían gala las clases dominantes, tomando como referencia la "alta cultura europea":

     "Una especial manifestación de esta "britanización", con mayor fuerza en algunos países sudamericanos como Argentina, Uruguay, Chile y Brasil, fue el desarrollo de nuevas formas de sociabilidad, en el último tercio del siglo XIX. La aparición del "club", de carácter oligárquico y espacio de discusión de negocios, de tratativas y acuerdos políticos, de fomalización de alianzas matrimoniales, etc., es una expresión de ello. La difusión de los "sports" como forma de juego y recreación es otra.
     En ese marco es posible entender lo afirmado por uno de los propulsores del deporte y el fútbol en Chile, José A. Alfonso (filántropo, jurista, ministro y dirigente deportivo), quien señalaba al comenzar este siglo que "…Nuestros juegos nacionales nada valen en comparación con los clásicos juegos ingleses, "foot-ball", "cricket", etc. Están estos últimos admirablemente dispuestos para que, mediante ellos, surjan lozanas en los jóvenes no solamente condiciones de virilidad física, sino también cualidades morales inapreciables."
(Santa Cruz; op. cit., p. 16)

     Por otra parte, y en el transcurso de no más de 20 años, la irrupción en el escenario nacional de la llamada "cuestión social" hace presente realidades que, hasta ese momento, no tenían mayor relevancia social, política ni cultural: la pobreza de los conventillos, la insalubridad, el hacinamiento, la promiscuidad, la falta de trabajo, de educación de aquellos sectores que habían quedado al margen de la prosperidad del salitre o el comercio. Al comienzo quienes levantan la voz son agentes salidos de las mismas clases dominantes, tales como Carlos Morla Lynch, pero pronto se pliegan a estas demandas nombres como los de Tancredo Pinochet, Nicolás Palacios, Luis Galdames, Alejandro Venegas, la mayoría de ellos salidos de una nueva clase media surgida al amparo de los liceos fiscales, racionalista, imbuida en un espíritu nuevo que recogen de matrices europeas.5


El deporte entre dos procesos culturales
     En este punto es interesante deslindar dos fenómenos que, sólo en apariencia, perecieran responder a dinámicas distintas: el debate acerca del tipo de educación que era necesaria para modernizar al país y, por otro lado, la mediación estética, o literaria, que hicieron de ese período los escritores que comenzaban a hegemonizar la cultura chilena. En el pliegue de estos dos procesos quisiéramos insertar el deporte y su olvido en la literatura. Esto en la medida en que es en la "Educación" en donde se juegan los procesos de construcción de identidad de una nación y las posibilidades de afincar vectores profundos para el desarrollo material de la misma. Tal como afirma Brunner:

     "En el terreno educacional, las posiciones chocaban en torno a la orientación y los contenidos de la enseñanza: si incrementar la formación generalista y humanista, ligada hasta entonces al propósito civilizatorio de las elites tradicionales, o desarrollar las aptitudes productoras y especializadas del pueblo, dando a la educación un contenido útil" (Brunner, op. cit.; p. 33)

     Podemos afirmar que, en este contexto, el deporte, y en general la dimensión de la corporalidad, sólo tuvo un papel secundario en las preocupaciones de quienes se dedicaron a debatir estas cuestiones. Al contrario de los asuntos relativos al "espíritu", el cuerpo quedó reducido a un soporte sobre el cual debían optimizarse dos cuestiones muy caras al ethos burgués capitalista: la productividad y la rentabilidad. La literatura en cambio logró rápidamente el status de asignatura obligatoria en el sistema nacional de enseñanza. Por el contrario, a la Educación Física (por ende a la educación del cuerpo) se le asignaron tareas tales como "educar la moral, la higiene, la salud" de los sujetos, todas cuestiones muy funcionales a las variables antes consignadas de productividad y rentabilidad.

     Por otra parte, quienes se dedicaron a "literaturizar" nuestro país a principios de siglo, en su gran mayoría tomaron al deporte sólo como un medio (la mayoría de las veces metafórico) para mostrar la decadencia de un sistema que tanbaleaba bajo los embates de dos nuevos actores en el escenario social: la clase media y los sectores populares. Sin embargo, este ejercicio lo realizaron bajo la influencia de las matrices teóricas y estéticas del siglo XIX, sobre todo el naturalismo y el positivismo, este último con gran impacto por su endiosamiento de la "Razón". Es así como el cuerpo, y sus habilidades, no son otra cosa que una "cáscara decadente, que se descompone, envejece, limitada" al contrario del espíritu, o la razón humana, que es infinita, siempre imaginativa, que deja herencias culturales visibles y únicas, etc. Subercaseaux describe esta situación tomando una obra de la época:

     "Ventura Fraga en "¿Krack?" (1903), novela de crítica social, intenta representar la decadencia de la elite de comienzos de siglo. Muestra una sociedad quebrada, entregada con desenfreno al lujo, una juventud que en vez de aspirar al saber se dedica al juego, a las carreras y al sport. Aparecen fraudes y robos por doquier (…) ¿Krack?, el título de la novela (que tal vez es lo más rescatable de la misma), es la onomatopeya de una cáscara que se quiebra, de una envoltura social que se rompe". (Subercaseaux, op. cit. p. 26)

     Por otra parte, y en lo que se refiere a la situación de la Educación Física, resulta interesante que en 1902, al calor del Congreso General de Educación Pública, se hayan enfrentado dos concepciones acerca del cariz de la Educación Física en Chile. Por una parte, el profesor Francisco Jenschke que defendía la corriente alemana de F.L. Jahn y, por otro, don Joaquín Cabezas que postulaba la escuela sueca de Ling. Sin embargo, este debate estuvo siempre centrado en los parámetros que concebían al cuerpo como "disciplinable, normalizable y optimizable", es decir congruente con las necesidades de una sociedad que comenzaba a vivir las mismas tensiones que vivieron aquellas de donde provenían las teorías tan ardorosamente defendidas por los distinguidos maestros. (Fuentes y Bahamondes, op. cit. p. 17)

     Asimismo, los esfuerzos por insertar la Educación Física estructuralmente en el sistema nacional de educación hicieron que en 1927 se creara la Dirección General de Educación Física, la que tenía por finalidad:

     "(…) La organización científica en todo el país de la Educación Física y Moral en las diversas etapas de desarrollo del individuo" (Fuentes y Bahamondes, op. cit.; p. 27) (el subrayado es nuestro).

     Si se presta atención a las expresiones "organización científica" y "moral", quedará claro que lo "físico" es sólo un medio científicamente organizado para trabajar una dimensión que de físico no tiene nada: la Moral.


La literatura como campo de construcción de identidad nacional. Dos actores importantes y olvidados
     Tal era la atmósfera en la que los escritores bosquejaban todo tipo de miradas estéticas a su entorno. Instalada absolutamente la hegemonía del espíritu, sólo quedaba la descripción casi anecdótica de ese envoltorio corrompible y degenerable que es el cuerpo. El esfuerzo desplegado por estos autores no es menor en la medida que su trabajo de registro es un componente importante en la construcción de identidad de un país.

     En el caso de otras latitudes, por ejemplo Argentina, tal proceso se llevó a cabo por la acción de dos actores que, en el caso de Chile, tuvieron escasa o casi nula relevancia: los emigrantes y los sectores populares. Los procesos de apropiación cultural6 que desarrollaron éstos tuvieron en la corporalidad un soporte de primera importancia. En el caso de las prácticas físicas, el pueblo criollo pronto desplazó en su ejercicio a los sectores financieros y comerciales que las habían traído de Europa. Esto es especialmente gráfico en el caso del fútbol. Por otra parte, y en lo que se refiere a la danza, este mismo pueblo, junto con los emigrantes populares, "tradujeron" expresiones cultas a un formato que pronto llegó a ser una seña de identidad nacional: el tango. Así, decir tango y fútbol es decir Argentina (o Uruguay).7

     Tal no es el caso de Chile. Aquí la emigración tuvo un carácter elitista, sobre todo en lo que se refiere a los sabios, científicos y profesores que fueron traídos para desarrollar la educación. En lo que cabe a la emigración del sur, ésta fue más bien focalizada y su influencia tuvo más bien carácter regional o local y reducido impacto nacional. Por otra parte, los sectores populares sólo irrumpieron mediante movilizaciones que, la mayoría de las veces, fueron violentamente reprimidas. Así, no hubo mayor influencia o procesos de apropiación por parte de estos actores, dejando en manos de la emergente clase media la representación social de sus intereses. Y en éstas representaciones no tuvo cabida la corporalidad en sí misma.


Algunas consideraciones proyectivas
     Es pues la ausencia del Deporte, entendido éste como una de las prácticas físicas culturalmente más relevantes, un tema ausente en la configuración del imaginario histórico-cultural de Chile. Por supuesto que la responsable de esto no es única y exclusivamente la literatura, sino más bien ésta no hizo más que reflejar una situación de raíces mucho más profundas. De esta manera es posible entender, además, la precaria "cultura física" de Chile. Nunca hemos tenido tiempo (¿ni ganas?) de trascender la "aristocracia del espíritu". Ese estado particular que ha permitido que a nuestro país se le considere "tierra de poetas y escritores" y no "tierra de campeones".

     La perspectiva que hemos adoptado, relacionando el debate sobre el modelo de educación para nuestro país y los modos específicos que adoptó la creación literaria, ambos a principios de siglo, nos permite también concluir algunas cuestiones que tiene que ver con la mencionada construcción de identidad y el papel que le cabe en ésta al deporte o las prácticas físicas. Surgen entonces algunas cuestiones que podrían dar pistas para entender la precaria cultura física de nuestro país.

     La primera de ellas es que la poca importancia dada al deporte como expresión cultural quizás tenga sus raíces en la débil inserción que ha tenido siempre la Educación Física en nuestro sistema nacional de enseñanza (véase Fuentes y Bahamondes, op. cit.). La fundamentación legitimadora para su inclusión en éste siempre estuvo signada por un profundo sesgo, dado por los referentes teóricos que trajeron a nuestro país quienes impulsaron su inserción en nuestra educación. Es sabido que no hay "ciencia neutra", por lo tanto dichas teorías traídas a Chile habían surgido en contextos históricos bien determinados. Sólo así es posible entender, por ejemplo, el marcado tinte militarista que tenían éstas, puesto que su origen se anclaba en las preocupaciones de un escenario europeo en el que se estaban consolidando Estados nacionales de nuevo cuño: industriales, postimperialistas, nuevo rol de los ejércitos nacionales, etc.8


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