efdeportes.com

El Barón Pierre de Coubertín, padre de los

Juegos Olímpicos de la era moderna

 

*Profesor Auxiliar

**Profesor Instructor

Instituto Superior de Ciencias Médicas de La Habana

ICBP "Victoria de Girón"

(Cuba)

MSc. Mario Ramírez Alfonso*

Lic. Gustavo Adolfo Oliveros Soriano**

Lic. Fausto Cabrera Martínez*

MSc. Jondrette Díaz Socorro*

Lic. Carlos Baños Prieto*

mayito@giron.sld.cu

 

 

 

 

Resumen

          El objetivo de este artículo es resaltar la magnitud e importancia de la vida y obra del Barón Pierre de Coubertin, considerado como el padre de los Juegos Olímpicos de la era moderna. También pretendemos hablar de los difíciles comienzos de movimiento olímpico y de los escollos que tuvo que enfrentar el Barón para poder revivir estos certámenes y para poder instaurarlos como una fiesta, los grandes obstáculos que tuvo que solventar. Hablar de su gran capacidad e inventiva, de las innovaciones realizadas por él para fomentar y desarrollar el movimiento olímpico. Resaltar como trabajó para reanudar y desarrollar hasta convertirse en el principal evento deportivo de la actualidad.

          Palabras claves: Pierre de Coubertin. Juegos Olímpicos.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 18, Nº 187, Diciembre de 2013. http://www.efdeportes.com/

1 / 1

Introducción

    Resulta muy difícil exponer en unas pocas cuartillas la vida y obra de Pierre Coubertin, sobre el cual se han escrito miles y miles de páginas además todos los años se amplia su obra, por lo que trataremos en una síntesis apretada los aspectos más significativos de su labor en beneficio de la educación y del movimiento olímpico internacional.

    Pierre Fredy, Barón de Coubertin nació el 1 de enero de 1863 en la residencia de su familia, ubicada en el veinte de la calle Oudinot en París. Hijo de Charles Fredy Barón de Coubertin (1822-1908) buen pintor y de María Marcela Giganlt de Crisenay, Baronesa Fredy de Coubertin (1823-1907) hija del Marques de Mirville descendiente del primer Duque de Normandía.

    Pierre fue un magnifico estudiante en la escuela “San Ignacio” de los jesuitas, ubicada en la calle Madrid de París. A insistencia de su padre se preparó para ingresar en la escuela militar de Saint-Cyr, pero no tenia vocación para la carrera de las armas y se inscribió en la escuela de ciencias políticas de la Sorbona de París, donde quedó profundamente impresionado por dos profesores: Albert Sorel y Anatole Leroy-Beanlien, pero a lo que más se dedicó fue a la Pedagogía, Filosofía y la Historia, esta ultima la consideraba de gran importancia por lo que así expreso: “La historia, sin ella nada es comparable y explicable”.

    El Barón de Coubertin no solo fue un gran historiador, pedagogo y filósofo. Conocía a fondo y era un gran amante del mundo griego, sentía una profunda admiración por esta cultura y por la concepción que tenían sobre la contribución de la gimnasia (como se llamaba entonces la Educación Física) a la formación integral de los estudiantes. Era un ferviente admirador de los Juegos Olímpicos Antiguos; y lo impresionaba mucho la organización y trascendencia de estos.

    Otras de las características a destacar en su vida y obra, fue su capacidad receptiva a todo lo que fuera beneficioso para el deporte y la cultura física.

Plaza Pierre de Coubertin en la ciudad de Buenos Aries

en la Avenida 9 de Julio, justo detrás de la embajada de Francia

    De la obra de Coubertin debemos aclarar que el objetivo fundamental de este era establecer un programa educativo donde se contemplara la educación física en la formación integral de los estudiantes, que hacia falta en las escuelas francesas. Para esto, a los veinte años viaja a Gran Bretaña en la primera etapa de sus investigaciones pedagógicas, regresando a Francia muy entusiasmado ya que en ese país se realizaba un programa muy amplio de educación física y deportes, principalmente en las escuelas, además de juegos que se celebraban en aquella época en distintos pueblos. Uno de los juegos fue el de Mucha Wenlock, al sur de Gales, donde participó y quedó muy asombrado, pero lo que más le llamo la atención en Gran Bretaña, fue la escuela de Rugby, donde quedó muy sensibilizado por la obra de Thomas Arnold, que lo influenció mucho en el campo pedagógico y deportivo.

    Esta visita fue como una inyección que estimuló mucho a Coubertin regresando a Francia con muchas ideas, que trasmitiría y que llevó a la práctica con el objetivo de promover la actividad física en su país como elemento importante en la formación integral de los jóvenes. En 1887 responde a la campaña de los “higienistas” sobre el “agotamiento escolar”, proponiendo como remedio la organización del tiempo libre.

    Cuando Pierre llego a Francia fue el promotor del congreso para la preparación de los ejercicios físicos en la educación, dentro del marco de la Exposición Universal de París. En 1889 publicó un volumen sobre la educación Inglesa en Francia; en ese mismo año es elegido secretario de la asociación para la reforma escolar en Francia.

    En 1889, el ministro de instrucción pública Armond Fallieres envió a Pierre a Boston, Estados Unidos para participar en el congreso de educación física y realizar un análisis de los planes de estudios en las universidades y colegios de este país y Canadá. En ese mismo año publicó “Educación Atlética” que es un estudio filosófico del atletismo y su contribución al desarrollo físico y del carácter.

    El 25 de noviembre de 1892 Coubertin aprovechó el congreso de la unión de sociedades de Francia que reunía a muchos pedagogos y planteó la idea de renovar los Juegos Olímpicos a escala mundial. El era secretario de esa institución y fue escuchado con gran atención. Se acordó efectuar competencias a nivel internacional, para que fueran la semilla que abriera el camino; esto sirvió para encender la chispa de la llama olímpica y convocó a un congreso para “el estudio y la propagación de los principios del amateurismo”, pero en su mente y la de sus colaboradores cercanos estaba la de formar el Comité Olímpico. Fue tan acogida esta idea que se cambió el nombre del congreso y se le llamó “Congreso para restablecer los Juegos Olímpicos”. Poco a poco Pierre de Coubertin se va adentrando más en el mundo de la educación física y los deportes, por lo que en 1894 escribe sendos artículos el 15 y 23 de Junio, sobre el restablecimiento de los Juegos Olímpicos donde habló del olímpismo. Sobre este dijo: El Olimpismo es un sistema, es un estado mental. Él puede permear una amplia variedad de modo de expresión y ninguna razón o era puede reivindicar un monopolio de él.

    Debido a la tenaz y larga lucha del Barón de Coubertin por instaurar los primeros juegos olímpicos de la era moderna se celebró en 1894 del 16 al 24 de Junio en la Sorbona, París, el primer Congreso Olímpico Internacional, tomaron parte 79 delegados de 13 países con el visto bueno y notas de apoyo de otras 21 naciones. A pesar de esto Coubertin enfrentó innumerables escollos, ya que la gran mayoría veían sus ideas utópicas, irrealizables, no veían que el deporte era un medio de unión fraternal entre los pueblos, además de que permitiría demostrar lo que el hombre era capaz de realizar con su cuerpo la demostración de habilidades, velocidad, resistencia, fuerza, etc.

    Aquí se llego a varios acuerdos pero los 2 más importantes fueron:

  1. Creación del Comité Internacional Olímpico (CIO), hoy conocido como Comité Olímpico Internacional (COI).

  2. El Barón propuso que el griego Demetrius Vikelas fuera el presidente, ya que Grecia lo merecía por su historia y allí se realizarían los I Juegos Olímpicos de la era moderna.

    Otros acuerdos tomados fueron:

  • Periodicidad de los juegos cada 4 años.

  • Igualdad entre los diferentes deportes olímpicos.

  • Cambio de ciudad y país para cada justa, buscando la verdadera internacionalización.

    Este primer congreso tuvo gran relevancia ya que sentó las bases del Movimiento Olímpico Internacional y unió a una serie de países que fueron pioneros de este movimiento, que ha crecido grandemente con el paso de los años. Lo más significativo de este congreso fue que se eligió Atenas como sede de los primeros juegos olímpicos, rindiéndose homenaje a Grecia, cuna de la realización de estos Juegos. Se acordó la realización cada cuatro años en ciudades diferentes, aunque en esto último la fuerte influencia de Coubertin determinó, ante la presión ejercida por los griegos que querían ser la sede permanente, la posición de el Barón permitió internacionalizar los certámenes y que distintas ciudades se vieran involucradas en la organización y celebración de esta magna justa, evitando que se regionalizaran. Ahora venía lo más difícil echar a andar el movimiento olímpico moderno.

    Dentro de otros aspectos relevantes tenemos los objetivos fundamentales del movimiento Olímpico Internacional creado por Coubertin:

  • Fomentar el desarrollo de las cualidades físicas y morales que constituyen el fundamento básico del deporte.

  • Educar a la juventud mediante el deporte con un espíritu de mejor comprensión reciproca y de amistad, contribuyendo así a la construcción de un mundo mejor y más pacifico.

  • Dar a conocer al mundo entero los principios olímpicos, suscitando de este modo la buena voluntad internacional.

  • Congregar a todos los atletas del mundo en ese gran festival cuatrienal del deporte que son los Juegos Olímpicos.

    Con estos objetivos Coubertin pretendía divulgar a todo el mundo lo necesario que era desarrollar las cualidades físicas en los jóvenes, así como la practica del deporte, que este llegara a los rincones más apartados del planeta, uniendo así a personas de diferentes países en una fiesta deportiva donde se plasmaran habilidades en diferentes deportes en un ambiente de solidaridad y amistad y existiendo una gran rivalidad deportiva.

    Coubertin, pequeño de tamaño pero inmenso de espíritu se convirtió en restaurador de los juegos, enfrentó a detractores, enemigos, envidiosos, inescrupulosos, nacionalistas, pero se mantuvo firme, nada ni nadie lo detendría.

    Acudió a organizaciones sociales, gobiernos, príncipes, duques, reyes y presidentes, hasta lograr su objetivo. Busco a personas que seguían sus planes entre ellos el padre dominico francés Henri Didon, que fue el autor de la frase que mueve el olímpismo Citius, Altius, Fortius, más rápido, más alto y más fuerte, que se acogió como lema olímpico en este primer congreso.

    Parecía que los juegos de la era moderna no comenzarían nunca. Coubertin tuvo que viajar a Atenas y asesorar al comité organizador para poder comenzar a tiempo la justa y vencer las innumerables dificultades que se presentaron.

    Vencidas las ultimas dificultades se fijó la inauguración de los primeros Juegos Olímpicos para el 6 de abril de 1896, fecha trascendental para la historia del deporte mundial donde se retomó la tradición antigua de efectuar los Juegos para contribuir al bienestar de la salud espiritual y física del hombre, así como al desarrollo de la paz mundial y la convivencia con mayor armonía entre los pueblos.

    La inauguración fue presidida por el rey Jorge I que pronunció las siguientes palabras: "Proclamo la apertura de los juegos de la primera Olimpiada de la era moderna". El Barón de Coubertin después que el rey declarara abiertos los I Juegos Olímpicos de la era moderna, planteó las palabras siguientes “mantengo la convicción de que los juegos deben servir al mundo como sirvieron a la Grecia Antigua para borrar las diferencias de razas, religión y política… que deben unir a los pueblos de los 5 continentes de igual forma que unió a Argivos y Mesenios; a Espartanos y Atenienses, unidos todos por el deporte; compitiendo todos por la grandeza de la humanidad…”.

    Tras un lapso de 1503 años renacían los Juegos Olímpicos.

    Los II juegos se efectuaron en 1900 en París ciudad natal del Barón y representaron una gran decepción para Coubertin, ya que hubo demasiados problemas organizativos, coincidieron con una feria internacional, que los relegó a un segundo plano y el Barón fue culpado por todo lo malo del evento.

    Los III juegos se realizaron en 1904 por primera vez en América y fue la ciudad de San Luis en los Estados Unidos la sede escogida, a pesar de los innumerables problemas, la idea de Coubertin seguía marchando.

    En 1906 funda la Asociación para la Reforma de la Enseñanza y publica a continuación, en tres tomos, un programa de educación integral titulado “La educación de los adolescentes en el siglo XX”.

    Roma iba a ser la sede para acoger los IV juegos, pero en una reunión en 1906 dijeron que no se podían hacer cargo de la organización del evento y entonces se eligió a Londres que se encargó de organizar los juegos en solo 20 meses, hazaña jamás lograda en la historia de estos certámenes. Los ingleses le demostraron al mundo su decisión de organizar los mejores Juegos Olímpicos hasta la fecha realizando una gran labor y con tan poco tiempo para la preparación modificaron y construyeron instalaciones deportivas con una calidad extraordinaria. En este evento se celebró una ceremonia religiosa en la catedral de San Pablo en la que el obispo de Pennsylvania pronunció la frase que hubo de convertirse en símbolo de los Juegos Olímpicos: “Lo importante de los Juegos Olímpicos no es ganar sino participar”.

    Por primera vez los atletas desfilaron detrás de las banderas de sus países.

    Londres 1908 significó el mejor acontecimiento deportivo hasta la fecha. Llevó a que estos juegos consiguieran el prestigio necesario de ahí en adelante, para seguir encumbrándose. Las ideas del Barón seguían solidificándose.

    La quinta edición olímpica se efectuó en Estocolmo 1912, Los suecos estaban en condiciones de organizar los juegos desde 1894, es por lo que estos fueron gratamente acogidos y considerados como la terminación de un proyecto largamente esperado.

    Pierre de Coubertin hizo dos importantes innovaciones: la incorporación del Pentatlón dentro del programa de competiciones olímpicas y el inicio de los concursos de arte relacionados con el olímpismo.

    Coubertin instauró los concursos de arte y obtuvo la medalla de oro con su trabajo Oda al deporte bajo el doble seudónimo de Georges Honhrad y M. Eschbach. En sus viajes Pierre no tomaba fotografías, sino que hacia dibujos a plumilla sobre un álbum; eran dibujos de gran calidad y que hoy en día tienen un valor incalculable. El se preocupó siempre por vincular el deporte y el arte.

    Este certamen se libera de la comercialización y de las ferias internacionales que lo afectaron en 1900, 1904 y 1908 por lo que no son pasados a un segundo plano. Las facilidades técnicas y organizativas que se vieron en Suecia alcanzaron un muy nivel superior en todos los terrenos a todo lo conocido y practicado anteriormente.

    En 1913 Coubertin diseñó el símbolo olímpico. El símbolo esta constituido por cinco anillos, cada uno de diferentes colores: azul, amarillo, negro, verde y rojo, todos entrelazados entre sí. Expresó el significado de los mismos: “esos cinco anillos representan los cinco continentes ganados para el olímpismo y en capacidad de aceptar las rivalidades fértiles”. La bandera fue idea del propio Barón Pierre de Coubertin en 1913 y la presentó en el Congreso celebrado con motivo de la 16ª sesión del Comité Olímpico Internacional en París, en 1914. Los seis colores, incluyendo el fondo blanco, representan los colores de las banderas de todos los países sin excepción.

Energía Olímpica. Escultura realizada por el artista Rogelio Polesello inaugurada en ocasión

de la 125ª sesión del Comité Olímpico Internacional, Buenos Aires, Septiembre de 2013

    Coubertin había decidido abandonar sus funciones al frente del COI por problemas personales antes de concluir su mandato en 1917, aunque sin alejarse del mundo olímpico, pero la guerra cambio sus planes y dijo “como abandonar el puente del navío durante la tempestad”.

    El 10 de abril de 1915 Coubertin y los miembros del COI, decidieron cambiar la sede de esa organización a la neutral ciudad Suiza de Lausana, donde fue acogido como hijo ilustre.

    La bandera olímpica ondeó por primera vez en unos Juegos Olímpicos en Amberes 1920, aunque antes había sido izada por primera ocasión el 18 de marzo de 1915 en la ciudad norteamericana de San Francisco en una competencia de pentatlón moderno. Esta bandera también presidio los Juegos Panafricanos en Alejandría, Egipto en 1916.

    Después de suspenderse por la Primera Guerra Mundial los VI juegos de 1916 que se realizarían en Berlín, la elección de Amberes 1920 para acoger los VII juegos, constituye una inyección de optimismo para el mundo del deporte. Con muy poco tiempo para la preparación, los belgas movilizaron todas sus energías y recursos para la organización de esta justa. Como es lógico existieron innumerables dificultades con las instalaciones deportivas y con los locales para el alojamiento de las delegaciones. Como vemos, Amberes triunfó por encima de todo, el deseo firme y profundo de la restauración de los juegos por encima de las condiciones del país sede para la organización de los mismos. Primó el deseo de restaurar las justas.

    En este evento aparece por primera vez el juramento de los atletas que es leído por Victor Boin, este juramento dice: "Juramos que nos presentamos en los Juegos Olímpicos como principales, leales, respetuosos de los reglamentos que lo rigen y deseosos de participar en ellos con espíritu caballeroso por el honor de nuestros países y la gloria del deporte".

    Estos juegos no tuvieron una gran magnitud ni buenas condiciones, pero representaron un aliento, una esperanza para la continuación y fortalecimiento del movimiento deportivo internacional. A pesar de las malas condiciones, primó el deseo de luchar y competir. Sirvieron para sacar experiencias de lo negativo y evitar que se repitieran en futuras justas.

    En 1924 París tuvo la oportunidad de reivindicarse con el padre de los Juegos Olímpicos de la era moderna. Los franceses estaban decididos a que estos Juegos representaran una nueva y elevada fase en las celebraciones olímpicas y borrar la mala imagen dejada en la anterior cita organizada por ellos. Gracias a este esfuerzo los Juegos fueron muy superiores a todos los efectuados anteriormente y borraron la desdichada organización del 1900.

    En esta justa fungió como presidente del comité olímpico internacional por última vez Coubertin. La realización de estos juegos constituyeron la realización de un sueño acariciado por mucho tiempo por el Barón ya que él puso el máximo esfuerzo para otorgarle nuevamente la sede de esta lid a París y esta vez no la decepcionó, su ciudad natal le abrió las puertas al movimiento olímpico y el Barón pudo borrar de su mente el fiasco de 1900 y estimularse por el éxito que representaron estos Juegos, tanto en el orden personal al ser su país y por el éxito que significó para el deporte mundial. Podemos concluir diciendo que estos Juegos representaron un gran éxito para el movimiento deportivo internacional, en esta justa se implantaron una gran cantidad de récord olímpicos y mundiales. Se evidenció que cada nueva edición superaba a la anterior en cuanto a organización, atención a los participantes, arbitraje, todo lo que hacia presagiar un porvenir cada vez más exitoso de los juegos.

    Coubertín fue presidente del Comité Olímpico Internacional desde 1896 a 1925. Anunció su retiro y renunció a presidir el COI en Praga el 28 de Mayo de 1925. Recibió todos los honores y nadie le negó sus meritos. Fue su presidente de honor desde entonces y el más fiel observador y consejero del olimpismo hasta su muerte.

    En el año 1925 es elegido presidente de la Unión Pedagógica Universal, elabora la Carta de la reforma pedagógica, y en ella aborda la necesidad de una vida más pura y de horizontes más amplios y plantea: “No estamos en este mundo para vivir nuestra vida, sino la de los otros. Las mayores alegrías, por otra parte, no son las que nosotros mismos gozamos, sino las que procuramos a los demás”.

    Los Juegos de Berlín 1936 fueron los últimos a los que asistió escribiendo en sus memorias olímpicas los principales hechos y acontecimientos que fueron sucediendo en cada uno de los Juegos, así como todo el trabajo que pasó para que no se fueran a la deriva los mismos, plasmando su ideal olímpico. Planteando las críticas y agresiones que tuvo que soportar y enfrentar para poder lograr sus objetivos.

    Hay que resaltar que Coubertin dedicó todos los momentos de su vida y también la totalidad de su saneada y considerable fortuna, al desarrollo y fortalecimiento del movimiento olímpico, lo que hizo que terminara por ello en una difícil situación económica al final de su vida. En los últimos años de su vida, por su mala situación económica, el ayuntamiento de Lausana le regaló un apartamento en el edificio frente al parque de Mon Repos en el centro de Lausana, donde posteriormente a su fallecimiento, ocurrido por un ataque al corazón el 2 de septiembre de 1937, paseando por un parque suizo, en su casa se instaló el museo olímpico con objetos, regalos y recuerdos suyos en uno de los salones.

    En su testamento, dejó establecido que su cuerpo fuera enterrado en Suiza, nación que le dio cobijo, comprensión y abrigo a él y a su obra, y que su corazón fuera llevado al mítico santuario de Olimpia, el motor de su ilusionado y fecundo quehacer olímpico. Allí reposa depositado en una estela de mármol desde el mes de marzo de 1938.

    Como dijimos al principio en tan pocas cuartillas es difícil recoger la vida de un hombre multifacético y con una obra de tanta dimensión y de tanta envergadura. Coubertin dejo un gran legado al hombre contemporáneo y todos los amantes del deporte estaremos eternamente agradecidos por su encomiable e intensa labor en la restauración y consolidación de los Juegos Olímpicos de la era moderna.

    Algunas de sus frases.

  • Lo importante en la vida no es el triunfo sino la lucha. Lo esencial no es haber vencido, sino haber luchado bien (1908).

  • La vida es simple porque la lucha es simple. El buen luchador retrocede pero no abandona. Se doblega pero no renuncia. Si lo imposible se levanta ante él, lo sortea y va más lejos. Si le falta el aliento, descansa y espera. Si es puesto fuera de combate, anima a sus hermanos con palabras y su presencia. Y hasta cuando todo parece derrumbarse ante él, la desesperación nunca le afectará.

  • La vida es solidaria, porque la lucha es solidaria. De mi victoria dependen otras victorias, cuyos tiempos y circunstancias no conoceré nunca, y mi derrota provoca otras, cuyas consecuencias van a perderse en el abismo de las responsabilidades ocultas. El hombre que estaba delante de mí, alcanzó al atardecer, el lugar desde donde yo partí esta mañana, y el que viene detrás de mí, se beneficiará de los peligros que aparto y de las trampas que señalo.

  • La vida es bella porque la lucha es bella: no la lucha sangrienta, fruto de la tiranía y de las malas pasiones, las que fomentan la ignorancia y la rutina, sino la santa lucha de las almas, en busca de la verdad, la luz y la justicia (1902).

    Presidió durante 29 años el Comité Olímpico Internacional, con gran dedicación y capacidad. Hizo que el deporte se convirtiera en una fuente para darle sentido a la vida, una vía de superación personal, de estimulo, un lugar donde se compitiera en un ambiente de camaradería, donde se reunieran los jóvenes de todo el mundo en aras de probar sus fuerzas, compitiendo por defender a su país.

    Entre sus muchas cualidades estaban la de tener un especial sentido diplomático, vasta cultura y voluntad de acero, el trabajaba intensamente hasta lograr lo que se proponía. Coubertin era aplicado en los estudios, despierto, intuitivo y de comportamiento solitario, practicaba deportes individuales como remo, ciclismo, atletismo, hasta el final de sus días se le veía paseando en bicicleta por Lausana.

Busto de Pierre de Coubertin, creador de los Juegos Olímpicos Modernos

    Entre sus aportes están el haber sido el creador del Movimiento Olímpico Internacional, de los Juegos Olímpicos de la era Moderna, creador de las bases, principios y objetivos de Comité Olímpico Internacional, que sirvieron de fundamentos para elaborar la Carta Olímpica, fue un abanderado en la redacción de los reglamentos olímpicos y desde un principio de los aspectos científicos vinculados al deporte, hay que resaltar que desempeñó un gran papel con el fin de agrandar por todo el mundo el movimiento Olímpico y que perdurarán los Juegos Olímpicos Modernos para su sucesiva celebración cada 4 años. Fue el introductor de la filatelia y la numismática en los juegos, de las ceremonias de apertura y clausura, además de la premiación, así como adaptó el lema y los símbolos olímpicos, siempre muy preocupado por el carácter pedagógico de los deportes.

    La gran obra del Barón fue la de internacionalizar el deporte mediante métodos pedagógicos que asumían la fraternidad, la solidaridad, la camaradería, la igualdad de razas, credos religiosos y clases sociales. Todo esto representaba una tarea muy difícil ya que muchos creían que esto era imposible e irrealizable. Advirtió también que el deporte podía proporcionar salud y virilidad a sus cuerpos, así como nobles ideales a sus almas.
Uno de sus rasgos distintivos era su capacidad de pasar inmediatamente de la concepción a la realización. Para él el Olímpismo era inseparable de la Cultura, por lo que abogó por la educación de la inteligencia al mismo tiempo que la del cuerpo.

    Así fue este hombre generoso, de voluntad inquebrantable y concepciones revolucionarias, este enemigo de toda idea preconcebida, este pedagogo genial consagrado en cuerpo y alma a la juventud.

    Todo ello le ganó un lugar no sólo en la historia del deporte sino en la del mundo entero que ha ido abrazando su causa al extremo de convertir a la actividad en la de mayor convocatoria en la sociedad moderna. Pierre de Coubertin fue profético al sostener “si Alemania redescubrió Olimpia, ¿por qué Francia no podría encargarse de restablecer su espíritu?” Así lo hizo y los resultados están a la vista. Por eso, siempre será interesante escudriñar en la historia del restaurador del olímpismo y asumir su ejemplo como fundamento de toda gestión deportiva. Es también, una tarea para todos los involucrados en su desarrollo y en su cada vez más amplio futuro.

Bibliografía

  • Acosta, J. Juegos Olímpicos Antiguos y Modernos; Comparación Histórica, La Habana. 1965.

  • Castañón Rodríguez, Jesús-Rodríguez Arango, María Ángeles, Creación literaria española sobre deporte moderno, Valladolid, 1997.

  • Coote, J. El Libro de las Olimpiadas; Historia de las olimpiadas a través de los tiempos. Barcelona. 1975.

  • Coubertin, Pierre de, "La idea olímpica", en Espíritu olímpico, Barcelona, Plaza & Janés, 1992.

  • Durantez, Conrado, Pierre de Coubertin, el humanista olímpico, Lausana, Museo Olímpico de Lausana-Comité Olímpico Internacional, 1994.

  • Durantez, C. Los Juegos Olímpicos Antiguos. Madrid. 1975.

  • Durantez, C. Olimpia y los Juegos Olímpicos Antiguos. Madrid. 1975.

  • Durantez, C. Las Olimpiadas Griegas. Madrid. 1977.

  • Durry, Jean. “'Hohrod y Eschbach", un enigma finalmente resuelto", Revista Olímpica, XXXI-32, Lausana, 2000.

  • Faula, J. Las Olimpiadas. Barcelona. 1968.

  • "Foro 'El COI y su política cultural", Revista Olímpica, XXXI-32, Lausana, 2000.

  • HE, Zhenliang. "La necesidad de una educación intercultural". Revista Olímpica, XXXI-32, Lausana, 2000.

  • Kieran, J. Historia de los Juegos Olímpicos del 776 a.n.e a 1964. México.1967.

  • Martínez Magdalena, Ángel. Los pioneros españoles del olimpismo moderno, Principado de Asturias, Consejería de Educación, Cultura, Deportes y Juventud, 1992.

  • Mc Aloon, John. "La cultura de las culturas: definición y panorama de conjunto", Revista Olímpica, XXXI-32, Lausana, 2000.

  • Ortega, V. J. Desde Atenas, Las Olimpiadas. La Habana. 1988.

  • Samaranch, Juan Antonio. "Cultura y educación", Revista Olímpica, XXXI-32, Lausana, 2000.

  • Yagüe, Francisco. Historia de las Olimpiadas, Barcelona, Plaza & Janés-Cambio16, 1992.

  • Yagüe, Francisco-Sevillano, Felipe-Arroyo, Gregorio. Historia de los Juegos Olímpicos, Madrid, Diario 16, 1992.

Otros artículos sobre Olimpismo

  www.efdeportes.com/
Búsqueda personalizada

EFDeportes.com, Revista Digital · Año 18 · N° 187 | Buenos Aires, Diciembre de 2013
© 1997-2013 Derechos reservados