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La planificación del entrenamiento en los 

deportes colectivos: aplicación práctica al fútbol

 

Maestro: especialidad en Educación Física por la Universidad de Murcia

Graduado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte por la Universidad Pontificia

de Salamanca. Máster de Investigación en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte

por la Universidad de Murcia. Maestro de Educación Física

en el C.E.I.P. Micaela Sanz Verde de Archena, Murcia

Andrés Rosa Guillamón

andres.rosa@um.es

(España)

 

 

 

 

Resumen

          La contribución de la ciencia a los distintos procesos del entrenamiento deportivo es un tema con una vigencia extraordinaria. En el presente trabajo, se realiza una propuesta sobre la metodología de entrenamiento para los deportes colectivos, centrada especialmente en un deporte de gran influencia social como es el fútbol. Para ello, se describirán los principios biológicos y pedagógicos que fundamentan de forma teórica la planificación del entrenamiento, y que han surgido a través de la investigación científica en el ámbito de las ciencias de la actividad física y el deporte.

          Palabras clave: Planificación. Periodización. Carga de entrenamiento. Fútbol.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 18, Nº 187, Diciembre de 2013. http://www.efdeportes.com/

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1.     Introducción

    Reflexionar sobre el entrenamiento de la condición física es pensar en la capacidad del ser humano para adaptarse. Según afirman Grosser, Starischka, & Zimmermann (1988), en la práctica física, la adaptación biológica se realiza a través de la utilización de los denominados principios del entrenamiento. En este sentido, Zintl (1991) señala que los principios, fundamentos o máximas del entrenamiento son leyes de una validez muy genérica que se han de tener en cuenta para la estructura del proceso de entrenamiento. Estos fundamentos teóricos se basan mayoritariamente en fundamentos biológicos y psico-pedagógicos.

    Durante décadas, muchos entrenadores de deportes colectivos han considerado que el atletismo era la esencia en la mejora de la condición física, y que la forma de formar un atleta era la sublimación de una serie de aspectos tangibles, que se podían medir con una corrección increíble, y que precisamente eso era lo difícil del proceso de entrenamiento de este deporte. Este planteamiento resulta atractivo inicialmente, al igual que buscar aspectos científicos sobre los cuáles justificar elementos del entrenamiento, para conseguir esas pequeñas modificaciones en las conductas motrices en unos deportes cerrados como son los deportes individuales. Pero en una actividad socio-motriz como son los deportes colectivos estos planteamientos no son válidos o al menos son válidos en parte.

    Durante el S.XX han aparecido teorías en las que se planificaba el entrenamiento de igual forma para un atleta que para un jugador de fútbol. La observación ahora del ser humano no es como antes, una máquina, departamentos estancos cerrados que interactúan entre sí.

    En los deportes colectivos, se producen situaciones de interacción, en las que para resolverlas será necesaria la optimización de diversas estructuras integradas del individuo. La preparación de los deportes colectivos necesita de otros planteamientos, de tareas asociadas a acciones simuladoras de balón donde se ponen de manifiesto diferentes parámetros (coordinativo, socio-emotivo, afectivo o condicional). Si bien los principios del entrenamiento surgieron para dar una respuesta a los deportes de prestación en el presente trabajo se plantea una contextualización de estos fundamentos o máximas del entrenamiento al ámbito de preparación de los deportes colectivos.

2.     La planificación del entrenamiento en el deporte: principios del entrenamiento aplicados al fútbol

    Diversos autores, han planteado clasificaciones de los principios del entrenamiento basándose en diferentes criterios. Algunas clasificaciones aunque coinciden en lo esencial, presentan ciertas diferencias en su desarrollo.

    Según García Manso, Navarro y Caballero (1996a), los principios del entrenamiento pueden ser clasificados en dos apartados: principios biológicos y principios pedagógicos.

2.1.     Principios biológicos del entrenamiento

a.     Principio de la unidad funcional. Según este principio, el organismo percibe, analiza y ejecuta globalmente a nivel funcional. Por consiguiente, desde la perspectiva del fútbol, se considera al jugador como una unidad comportamental, es decir, como un sistema hipercomplejo de capacidades o estructuras interrelacionadas (condicionales, coordinativas, cognitivas, socio-afectivas, emotivo-volitivas y creativo-expresivas) (Seiru-lo, 1994).

    El jugador no deja de ser un ser humano que está en constante estado de evolución y adaptación, en donde se interrelacionan sentimientos, emociones, procesos de información, relaciones sociales, inteligencia y por lo tanto, su entrenamiento debe ser enfocado como “un todo organizado” (Teoría General de los Sistemas). Por consiguiente, es relativamente complicado que en un deporte de equipo en el que se trabaje solo una cualidad se pueda alcanzar el máximo rendimiento. Aunque, por otro lado se puede señalar que basando el entrenamiento en un solo aspecto, por ejemplo la velocidad, supone entrenar un grupo de capacidades y sistemas del jugador que confluyen en la mejora de esa cualidad. Este ajuste e interacción entre sistemas o estructuras, debe mantenerse en un desequilibrio constante para poder estar en predisposición de optimización. Para esto, las situaciones de entrenamiento no pueden ser analíticas, pero tampoco cerradas ni homogéneas y obligan a los entrenadores a construir otro tipo de situaciones de entrenamiento que son también específicas para los deportes como el fútbol.

b.     Principio de la multilateralidad. Este principio señala que para lograr altos resultados deportivos hay que construir una base a través de un trabajo polifacético y general para posteriormente, especializarse. Se puede considerar que el fútbol es un deporte que se adapta muy bien a este principio. Incluso en la especialización se siguen manifestando habilidades y destrezas básicas (correr, saltar, girarse, etc.) con un mayor grado de especialización (Habilidades y destrezas específicas). Se deben de asentar muy bien las habilidades y destrezas básicas, y las cualidades perceptivo-motrices ya que un déficit en ellas va a generar un estancamiento en la progresión del jugador hacia las etapas de especialización, impidiendo así su llegada al máximo rendimiento en condiciones óptimas. En el máximo rendimiento es necesario el dominio de todas las habilidades. Por ejemplo, cuando tenemos que correr hacia adelante y hacia atrás o desplazarnos lateralmente a ritmos rápidos o lentos, estamos poniendo en juego diversos fundamentos de base como, por ejemplo, habilidades y destrezas básicas como la carrera, la percepción espacial y temporal (perceptivo-motrices) o la interacción con compañeros/as y adversarios/as (socio-motrices), que han debido ser trabajadas en la educación física de base.

    En definitiva, el fútbol es en su esencia habilidades y destrezas básicas con el cuerpo (desplazamientos, saltos, giros) y con objetos (balón) que combinadas con cualidades condicionales y dotadas de un grado de especificidad (características del deporte y reglamento) le confieren su propia identidad.

c.     Principio de la especificidad. Esta premisa de entrenamiento plantea que la mejora del rendimiento deportivo es más elevada cuando se utiliza trabajo específico de la actividad elegida. Según Bompa (1983), no existe con los calendarios competitivos actuales, tiempo disponible para la utilización de medios de preparación general que no corresponden a las especificidades concretas del deporte en cuestión.

    Si se compara a un saltador de altura y a un futbolista, posiblemente ambos necesitarán gran velocidad, gran potencia del tren inferior que les permita una buena capacidad de salto, coordinación dinámica general, etc. Pero, el dominio técnico de sus diferentes especialidades ha de conseguirlo cada uno por medios diferentes y a través de ejercicios puramente específicos. Esta especificidad está referida a diversos aspectos. Álvarez del Villar (1983) señala que la aparición de fatiga es más precoz cuando se realiza un trabajo inespecífico. En el fútbol tanto el metabolismo aeróbico como el anaeróbico van a estar presentes. El futbolista tiene que correr una media de 10-12 km en la que se van a producir sprints, saltos, lucha por balones, etc. Sin embargo, un atleta de 100m solo va a poner en marcha el sistema anaeróbico aláctico. Otros aspectos que van a determinar la especificidad serán los grupos musculares más implicados, fundamentalmente el tren inferior, y con una serie de gestos técnicos como el “chut” a portería, el pase con el interior del pie, etc.

    Por último, es preciso señalar que el entrenamiento integrado en el fútbol comporta una gran especificidad. A través de la técnica y la táctica se puede trabajar con exactitud los músculos y capacidades que el deportista solicita en el transcurso de las competiciones, fenómeno que facilita la modelación del entrenamiento (Antón, 1994).

d.     Principio de la sobrecarga. Este principio muestra que la magnitud de la carga aplicada en el entrenamiento debe ser tal que produzca el estrés al organismo sin llegar al agotamiento a fin de que produzca la respuesta positiva de éste. Los parámetros de la carga de entrenamiento harán referencia al volumen, intensidad y especificidad, y no sólo a las cualidades condicionales sino que harán referencia a aspectos técnicos, tácticos y estratégicos con tomas de decisiones de los futbolistas.

Para determinar el umbral óptimo de trabajo, se utilizarán test, pruebas o tareas para las diferentes cualidades físicas, psíquicas, técnicas, tácticas y de percepción subjetiva por parte del jugador.

e.     Principio de la supercompensación. También conocido como Ley de Weigert, esta premisa de entrenamiento plantea que la correcta alternancia entre esfuerzo y recuperación se debe aplicar en todos los periodos del entrenamiento: desde dentro de la propia sesión de entrenamiento, pasando por el microciclo, hasta el macrociclo. Siempre con el mismo objetivo: llegar en condiciones óptimas al partido del fin de semana.

    Un estado de sobreentrenamiento puede conducir al deportista a una lesión, a una enfermedad, y evidentemente a un menor rendimiento deportivo. Sin embargo, es complicado que una situación de sobreentrenamiento profundo tenga lugar en el fútbol, ya que no es un deporte que se caracterice por entrenar al límite de la capacidad humana. Lo más frecuente en el fútbol es que se produzcan lesiones músculo-tendinosas , dado que es un deporte con numerosas aceleraciones, frenazos, cambios de dirección y sentido, luchas, saltos, etc., que inciden y lesionan el tejido muscular. Para aplicar correctamente este principio dentro de la sesión se debe atender bien a las recuperaciones propuestas en cada método de entrenamiento, en especial en el trabajo de velocidad y fuerza.

    Para aplicar este principio dentro de un microciclo simple, Seirul-lo (1987), propone concentrar la carga el miércoles con doble sesión, ya que el futbolista se ha recuperado del partido y el próximo está lejos, obteniendo la supercompensación el fin de semana.

f.     Principio de la continuidad. El principio de continuidad muestra que si el entrenamiento se interrumpe durante un tiempo más o menos prolongado se pierden las adaptaciones obtenidas. Futbolistas bien entrenados en resistencia, luego de 9 días de interrupción total del entrenamiento, disminuían el 21% su VO2 máx. (Zintl, 1991). Las interrupciones en el proceso de entrenamiento provocan en primer lugar una disminución de las cualidades físicas, y luego de las destrezas técnicas y tácticas (González, 1985). A su vez, as adaptaciones en las cualidades de resistencia y fuerza-resistencia se pierden antes que la fuerza máxima, la fuerza rápida y la velocidad (García Manso, Navarro & Caballero (1996). En el entrenamiento del fútbol hay dos aspectos que dificultan la aplicación de este principio:

  • La convocatoria del partido: hay futbolistas que no juegan, otros juegan todo el partido y otros una parte. Así, muchos jugadores reciben semanalmente el mejor entrenamiento, el partido, mientras que otros se lo pierden. El problema radica en que las alineaciones y convocatorias suelen ser muy iguales y de repetirse estas situaciones durante varias semanas, los futbolistas que no juegan no cogen la forma física igual que los que juegan seguido. En los equipos profesionales, donde hay varios técnicos y entrenar es una obligación, el mismo día del partido se puede hacer un entrenamiento para los no convocados y/o al día siguiente un entrenamiento distinto para cada grupo de futbolistas según el tiempo que hayan jugado. Con esto, al menos, se minimiza la ausencia de competición que es lo que realmente pone en forma. Pero en los equipos no profesionales, donde se entrena menos días por semana un futbolista que no juegue el domingo, estará sin hacer nada 3 días seguidos, además de que el entrenamiento del viernes no será muy intenso. Esta situación repetida varias semanas va en contra del principio de la continuidad, que solo se puede resolver entrenando 1 día más que los que juegan, bien dentro de la disciplina de equipo (como los profesionales), o bien por su cuenta.

  • El microciclo de entrenamiento: en el fútbol esta estructura de la planificación viene marcada y condicionada por el partido del fin de semana, de esta forma es difícil realizar por ejemplo dos sesiones de fuerza o dos de resistencia en la misma semana puesto que necesitan un tiempo de recuperación entre ambas y deben estar lo suficientemente alejadas del partido. Así, normalmente se asigna un día al entrenamiento de cada cualidad, sin embargo las adaptaciones a un entrenamiento semanal por cualidad son mucho más lentas o insuficientes. Lo primero para solucionar esto sería aumentar la frecuencia semanal de entrenamientos, entrenando menos cantidad pero con más frecuencia. En caso de que esto no fuera posible es necesario que ese entrenamiento semanal de una cualidad no pierda continuidad aunque sea semanalmente, consiguiendo lo que algunos denominan micro-adaptaciones (Seiru-lo, 1987). También es conveniente para el entrenamiento de la condición física un número reducido de ejercicios y que estos se repitan, por ejemplo, para trabajar la fuerza explosivo elástica puedo utilizar cuestas, arrastres, escaleras etc. Hay que elegir uno de ellos y repetirlo durante un largo periodo de tiempo para que el organismo se adapte neuronalmente a la mecánica específica de ese ejercicio y una vez adaptado saque mayor provecho de su entrenamiento (Theodorescu, 1977), en lugar de una semana realizar cuestas, otra escaleras y la siguiente arrastres, ya que cambiaríamos constantemente de patrón motriz. En caso de lesión se debe evitar una interrupción total del entrenamiento, realizando alguna actividad alternativa como: ejercicios en el agua o trabajo de gimnasio.

    A continuación, presentamos una propuesta de microciclo de entrenamiento donde podemos observar el principio de entrenamiento en el fútbol.

Ejemplo de microciclo de mantenimiento con un solo partido de competición

Extraído de Seiru.lo. F. 1994. F.C. Barcelona en temporada 2005-2006

g.     Principio de la progresión. Este principio determina que solo la elevación gradual y progresiva de las cargas logra mejorar la capacidad de entrenamiento, y eleva, por tanto, el nivel de rendimiento de los deportistas. A nivel técnico, táctico y psicológico aumentaremos el grado de dificultad coordinativa y perceptiva; elevaremos las cargas creativas y emotivo-volitivas; y se progresará de las tareas asimiladas a las no asimiladas.

    En el caso de los deportes con un periodo de competición largo, la progresión de la carga debe ser más lenta y gradual que en los deportes con un periodo de competición más corto y agrupado, empezando incluso con una carga por debajo del umbral de estimulación cuando se esté ya en periodo competitivo. De esta forma, la mejora del rendimiento será menor y más lenta, pero el deportista no estará fatigado para jugar en condiciones óptimas el partido del fin de semana.

    Por esta razón, la utilización en una 1ª fase de un gran volumen concentrado de ejercicios de preparación especial condicional, para en una 2ª fase disminuir el volumen de carga y conseguir así un nivel superior de rendimiento, como propone Verkhosanski (1990), no tiene aplicación en el fútbol durante el periodo competitivo, ya que en la 1ª fase se provoca una alteración profunda y prolongada de la homeostasis del organismo, que se expresa en una reducción persistente de los índices funcionales. Si puede tener aplicación en el periodo de pretemporada, donde no importa que disminuya temporalmente el rendimiento. Además, una carga concentrada tiene una mayor duración al cesar el entrenamiento de las cualidades concentradas, por lo que si entrenamos la resistencia aeróbica y la fuerza máxima como cualidades físicas de base en la pretemporada de forma concentrada tendrán más influencia durante el periodo competitivo, donde su entrenamiento podría tener interferencias sobre el rendimiento.

    Es de vital importancia en el fútbol el principio de la progresión para el entrenamiento de la fuerza explosiva, ya que se ha comprobado las contracciones excéntricas se caracterizan por producir pequeñas lesiones en los tejidos musculares ocasionando respuestas inflamatorias, además de modificar las órdenes nerviosas que controlan el movimiento y dificultar la resíntesis de glucógeno (Sanchis-Alfonso, Rosello-Sastre, Monteagudo-Castro & Esquerdo, 1998). Esto no quiere decir que no se pueda realizar entrenamientos en los que intervengan contracciones excéntricas, puesto que en el propio juego del fútbol se dan continuamente (frenazos, saltos, cambios de dirección, golpeos, etc.) sino que se deben entrenar de forma muy progresiva y lenta (durante el periodo competitivo) para que no se produzca un gran daño muscular que interfiera en el rendimiento del partido. En deportistas bien entrenados los efectos negativos de las contracciones excéntricas están minimizados por lo que su gradual entrenamiento solo aportará mejoras (Sanchis-Alfonso, Rosello-Sastre, Monteagudo-Castro & Esquerdo, 1998). El efecto residual de las contracciones excéntricas (24-72 h), no aconseja su entrenamiento dentro de los 3 días anteriores al partido. Por tanto, es necesario considerar el largo periodo competitivo y la aplicación de cargas regulares a lo largo del mismo, ya que no se puede estar al 100% de forma toda la temporada.

    Por ejemplo, durante los tres periodos de entrenamiento de un macrociclo se puede observar como hay una progresión en la carga sobre una cualidad como la resistencia. En el periodo de preparación general se trabajará la resistencia de intensidad media (Fc=140-160 p.p.m) con un volumen creciente de trabajo continuo. En el periodo de preparación especial se producirá un incremento en la intensidad de la carga hasta los márgenes del umbral anaeróbico (165-180 p.p.m.). Y, en el periodo precompetitivo, se mantendrá la intensidad con una disminución del volumen.

    Otro ejemplo se puede verificar en las tareas especiales orientadas a la resistencia con toma de decisiones planteadas por Roca (2008). Durante la pretemporada, ya en los microciclos preparatorios (con mayor volumen y menos intensidad) y de transformación dirigida y especial (intensidad y volumen progresivos). En la fase de competiciones, se observa en los en microciclos tipo o de mantenimiento, y/o microciclos de competición con intensidad máxima.

h.     Principio de los retornos en disminución. La vida deportiva de un futbolista contempla todo el tiempo que el deportista está en contacto con el deporte de forma activa, o controlando sus consecuencias... La construcción de la carrera deportiva de un individuo está sujeta a procesos de maduración y desarrollo del individuo, y también de reducción, estancamiento o retroceso del rendimiento. Seiru-lo (1994), plantea unas edades válidas para una mayoría de individuos y aplicable al fútbol como deporte colectivo. El proyecto se divide en 3 etapas, con lapsos de 10-12 años, y que se subdividen en otras fases:

  • De iniciación a la práctica.

  • De obtención de alto rendimiento.

  • De funcionalidad decreciente.

    Este proceso es denominado desde los inicios hasta el fin de la carrera deportiva como Proyecto de Vida Deportiva por Seiru-lo (1994).

i.     Principio de la recuperación. La capacidad para recuperarse de un esfuerzo depende fundamentalmente del nivel de entrenamiento, de la preparación general del futbolista y de la dotación genética. El tiempo de recuperación después de una carga será mayor cuanto mayor haya sido la carga (Verkhoshanski, 1990) Además, la utilización de diversas medidas de recuperación pueden acelerar este proceso para poder así entrenar más y mejor: recuperación activa, estiramientos, masaje, sauna, baños, crioterapia, frío/calor, nutrición, etc.

    El principio de recuperación está plasmado claramente en el entrenamiento de los deportes colectivos con la existencia de una fase de transición al finalizar la temporada competitiva y que se utiliza como nexo de unión con la pretemporada siguiente. En la alta competición, existen jugadores que incluirán torneos de selecciones nacionales. Esto hace que la pretemporada tenga que articularse en base a grupos heterogéneos. Podemos hablar de dos subfases en el periodo de transición. Una primera, de 2-3 semanas con un descenso notable en la intensidad de la carga y, otra segunda, de 3-5 semanas consideradas como unas vacaciones y donde los jugadores pueden descansar y hacer otras actividades no relacionadas con el fútbol. También queda reflejado este principio por la existencia de unos días de descanso que coinciden con las vacaciones de Navidad. Esta fase es necesaria para evitar el sobreentrenamiento físico y relajar la mente. Comentar que durante los microciclos se planifica una fase recuperadora del partido anterior. Normalmente, se realiza una sesión de regeneración post-partido con un volumen e intensidad bajos para la recuperación metabólica y un día libre para la recuperación neuromuscular. Según la periodización táctica (Frade), la sesión de recuperación se plantea antes de la sesión competitiva para así optimizar los sistemas energéticos y neuromusculares durante el partido. Obviamente, durante la sesión de entrenamiento también se contemplan periodos de recuperación más o menos cortos en función del objetivo principal de la sesión.

    Por último, señalar que cada vez les cuesta más a los preparadores físicos planificar las sesiones de recuperación por la gran cantidad de partidos y competiciones que se disputan a los largo de la temporada. Para un mejor control de la dinámica de carga de los microciclos a lo largo de una temporada es interesante emplear modelos de hoja de registro adaptadas a las diversas variables que se van a trabajar.

j.     Principio de la individualidad. El principio de individualización refleja que el entrenamiento debe estar adaptado a las características propias y específicas de cada individuo. Este es uno de los principios más importantes pero de más difícil aplicación, en especial en los deportes colectivos. Es bien sabido que existen numerosos factores que afectan a la respuesta individual ante una misma carga de entrenamiento (García, Navarro & Valdivieso, 1996b): herencia, maduración, nutrición, descanso y sueño, nivel de condición, motivación, ambiente, salud y sexo. A estos factores individuales abría que añadir los diferentes requerimientos energéticos y técnico-tácticos de cada puesto específico en el fútbol.

    Es cierto que no se puede programar un entrenamiento totalmente individual para cada jugador, primero por la dificultad de realización y segundo porque sería incoherente en un deporte de cooperación-oposición. También es cierto que un entrenamiento igual para todos no sacará el máximo rendimiento a una plantilla. Una solución intermedia puede ser individualizar ciertos aspectos del entrenamiento para distintos grupos dentro del equipo:

  • Según nivel de condición física.

  • Según líneas o puestos específicos.

  • Según elementos técnico-tácticos a mejorar.

    La planificación deportiva puede ser planteada para estos deportes desde la perspectiva del deportista, y no desde el rendimiento de la especialidad. Dos factores determinan la personalización de la planificación: el talento deportivo y el concepto de proyecto de vida deportiva (Seiru.lo, 1998):

  • El talento deportivo. No hay duda de la posible predisposición genética de algunas personas para ciertas prácticas físicas, pero es necesario potenciarla para obtener el alto rendimiento con ella. Se han descrito suficientes argumentaciones para desestimar que solo con talento se rinde, pero también debe quedar claro que hay ciertos individuos en los deportes de equipo que, con muy poco talento, o con un talento solo limitado a ciertos aspectos del juego, han obtenido grandes éxitos como jugadores, al especializarse en una acción determinada del juego y ejecutarla utilizando ese talento unilateral y limitado de que disponían. Ello es otra razón más clara para personalizar la planificación, ofreciendo a estos sujetos soluciones personales que necesitan.

  • El proyecto de vida deportiva. Es imprescindible que todo deportista sea orientado en su vida deportiva por un proyecto que permita evitar errores, muy frecuentes cuando se precipitan los acontecimientos deportivos y no se respetan temporalmente los grandes criterios madurativos que en él se contemplan.

2.2.     Principios pedagógicos del entrenamiento

a.     Principio de la participación activa y consciente en el entrenamiento deportivo. Los jugadores muchas veces quieren saber lo que van a desarrollar en el proceso de entrenamiento para así, mentalizar su cuerpo. Se trata de informar a los jugadores sobre cómo, porqué y para qué hacen cada tarea. El deportista de esta manera se compromete conscientemente en la realización del entrenamiento. No es desacertada la colaboración del propio deportista en la elaboración de algunos contenidos de trabajo. El jugador es el sujeto de entrenamiento. Para desarrollar su potencial no solo se debe fomentar el desarrollo de las capacidades condicionantes y coordinativas, sino que también hay que fomentar un proceso de reflexión. El entrenador debe informar al deportista de los objetivos del entrenamiento, lo que se logrará con los mismos y cuál será el efecto previsible. Así, cuando el jugador de balonmano realice un entrenamiento para la mejora de la fuerza en el tren inferior a través del trabajo de pesas ("sentadilla"), sabrá que ese sufrimiento es intrínseco al tipo de sesión planificada, y tendrá unos efectos específicos en su rendimiento que a la larga serán beneficiosos en las situaciones de juego. El entrenador debe hacer participar al deportista en la preparación, estructuración y evaluación del entrenamiento, tomando ambos algunas decisiones conjuntamente. De esta forma, se conseguirá educar al jugador a la hora analizar y planificar su propio rendimiento. Otra circunstancia importante es que a la hora de la selección de objetivos deportivos, la fórmula más indicada es por consenso entre el entrenador y el deportista. Así, el futbolista asumirá las responsabilidades del entrenamiento como algo propio (y no impuesto únicamente por el entrenador).

    El fútbol como deporte se asienta sobre una importante, necesaria e imprescindible base condicional. Pero como deporte colectivo y por su idiosincrasia característica, también concede una parte relevante de acción a la psicología, al pensamiento, a la reflexión y en definitiva, al dominio de habilidades intelectivas inherentes a este juego. El juego del fútbol supone una constante interpretación de situaciones y consecuente toma de decisiones. La dificultad radica, en que esas decisiones deben ajustarse a un plan estratégico diseñado para todo el colectivo, además de actuar en adecuada coordinación con el resto de componentes del mismo. Tomar decisiones e interactuar en un espacio abierto, y en un deporte donde siempre hay algo más que un resultado en juego, además de saber manejar las situaciones tanto internas como externas, condicionan sobremanera la correcta participación de los jugadores. El fútbol implica velocidad, celeridad, capacidad de anticipación, es decir, no hay tiempo para intervenir, sino solo para ejecutar. Respetar las características y capacidades de los jugadores es de vital importancia en un deporte donde prima la creatividad, desde las posibilidades que brinda el pensamiento divergente, más que el entrenamiento del automatismo y la respuesta cerrada.

b.     Principio de la transferencia del entrenamiento. Este principio muestra que los procesos de transferencia son en la teoría científica muy problemáticos y además, todas las llamadas habilidades y capacidades biomotoras generales tienen, en el mejor de los casos, un más largo camino de transferencia, si lo hubiera, que las específicas. Este tiempo de transformación largo no existe en los deportes de largo periodo de competición como el fútbol, por lo que pueden ser desechadas de la práctica del entrenamiento en estos deportes.

    Además, este principio hace referencia que, por ejemplo, la metodología del entrenamiento de fuerza para un halterófilo, de nada nos vale para entrenar la fuerza del fútbol, pues en este deporte no se mide el rendimiento por el total de kilos levantados en dos tiempos o en el total olímpico. Pero los principios de la halterofilia son válidos para todo el entrenamiento de fuerza para cualquier especialidad deportiva, son por lo tanto la base sobre la que debemos construir la metodología específica en el fútbol que requieran fuerza. Lo mismo sucede con la velocidad y demás métodos que permiten desarrollar esta categoría de capacidades.

c.     Principio de la periodización. Para realizar la periodización del entrenamiento en fútbol partimos del calendario de competición, que se conoce ya antes de hacer el proyecto de entrenamiento. El proyecto de entrenamiento debe adecuar sus estrategias y objetivos a dicho calendario, para lo cual hay que hacer estimaciones y supuestos, no sólo sobre el calendario, sino también sobre la forma de confeccionar y utilizar la propia plantilla de jugadores, la elección de los sistemas de juego por utilizar, la tecnología disponible, la funcionalidad del equipo de entrenamiento..., con todo ello organizado en fases, se puede iniciar la planificación que por supuesto se verá influida por la competición, pero la mayor influencia debe ser la de satisfacer las necesidades de optimización de los jugadores, frente a las exigencias del rendimiento competitivo durante la larga temporada competitiva. Por tanto, en la planificación del fútbol se puede observar un entrenamiento periodizado en tres grandes fases: la pretemporada, la temporada y la transición hasta la siguiente temporada. Se trata de un largo periodo de competición y, a veces, con varias competiciones a disputar (Copa del Rey, Liga, Competiciones Europeas, etc.), empezando incluso en pretemporada con alguna posible eliminatoria de competición europea o Copa del Rey. Pueden darse situaciones de descontrol en la carga, monotonía en el entrenamiento, descontrol en la forma deportiva, pérdida colectiva del estado de forma o posibles baches de resultados del equipo que pueden resolverse con un entrenamiento estructurado, planificado en macrociclos, microciclos con una dinámica de cargas fundamentada en criterios organizativos: temporales, intratemáticos e intertemáticos.

d.     Principio de la accesiblidad. Seiru.lo (1994) señala que la metodología de entrenamiento debe ajustarse a lo que la persona es capaz de hacer; a las categorías que sabe procesar; con dependencia o independencia del campo en su toma de decisiones; la predicción o acomodación a los acontecimientos y demás elementos que configuran su personalidad competitiva. En definitiva, el proyecto de entrenamiento deportivo debe estar ajustado a las posibilidades del jugador, a lo que el jugador es capaz de hacer en los entrenamientos y competiciones y no desde el rendimiento de la especialidad o desde el proyecto de entrenamiento planteado por un determinado entrenador. Es el sistema el que debe partir de las posibilidades del jugador y no el jugador el que debe acomodarse a él porque el proyecto de entrenamiento puede requerir de unas condiciones que el jugador no es capaz de desarrollar.

Bibliografía

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  • García Manso, J. M., Navarro Valdivielso, M. & Ruíz Caballero, J. A. (1996a). Pruebas para la valoración de la capacidad motriz en el deporte: evaluación de la condición física. Madrid: Gymnos.

  • García, J. M., Navarro, M. & Ruiz, J.A. (1996b). Bases teóricas del entrenamiento deportivo: Principios y Aplicaciones. Madrid: Gymnos.

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  • Roca, A (2008). El proceso de entrenamiento en el fútbol. Metodología de trabajo de un equipo profesional. MC SPORTS: Barcelona.

  • Sanchís-Alfonso V, Rosello-Sastre E, Monteagudo-Castro e, Esquerdo J. (1998). Quantitative analysis of nerve changes in the lateral retinaculum in patients with isolated symptomatic patellofemoral malalignment. Am J Sports Med, 26, 703-709.

  • Seiru-lo, F. (1987). Opción de planificación en los deportes de largo periodo competitivo. Revista de Entrenamiento Deportivo, 1 (3), 3-62.

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  • Verkhosanski, L. (1990). Entrenamiento deportivo. Planificación y programación. Martínez Roca: Barcelona.

  • Zintl, F. (1991). Entrenamiento de la resistencia. Barcelona: Martínez Roca.

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