efdeportes.com
Presencia cultural africana en la oralidad del santiaguero

 

Licenciada en Filología en la Universidad de Oriente

Master en Estudios culturales cubanos y del Caribe

Doctora en Ciencias Lingüísticas

Profesora de español en la Universidad del Deporte de Santiago de Cuba

Dra. C. Alina Bestard Revilla

albestardr@scu.uccfd.cu

(Cuba)

 

 

 

 

Resumen

          La comunicación diaria es oral, pero sabemos menos sobre ella que sobre la escritura, que ha alcanzado mayor prestigio y por ello ha acaparado la atención de los estudiosos. Sin embargo, es la oralidad la que nutre diariamente nuestra vida social pues la mayoría de las actividades cotidianas se llevan a cabo a través de ella. La oralidad ha sido durante mucho tiempo el medio para trasmitir conocimientos y tradiciones. La cultura africana al traspolarse a las tierras de América sólo contó con la oralidad para sobrevivir en un medio cultural adverso. Es por ello que el presente trabajo tiene como modesto objetivo contribuir a preservar algunas de las voces de origen africano que forman parte del legado léxico empleado en el habla coloquial de Santiago de Cuba. Son palabras que se emplean en el trato cotidiano y que han sido compiladas como parte de un proyecto investigativo sobre el habla santiaguera auspiciado por la Universidad de Oriente.

          Palabras clave: Oralidad. Cultura africana. Transculturación.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 18, Nº 186, Noviembre de 2013. http://www.efdeportes.com/

1 / 1

Introducción

    La presencia cultural africana en las tierras de América, y particularmente, en el Caribe, es un factor importante en la conformación de estos pueblos desde el punto de vista demográfico, histórico, religioso y cultural.

    Al llegar las oleadas de negros africanos a nuestras costas se produjo un proceso de transculturación en el cual las lenguas de los blancos europeos interactuaron con la de los negros esclavos, dejando una huella que llega hasta la actualidad, la cual puede percibirse en las modalidades actuales de los idiomas europeos implicados en esta transculturación.

    En el caso particular del español, éste estuvo expuesto, al contacto con las lenguas africanas, cuyos aportes conforman uno de los elementos que le brindan a esta modalidad un matiz particular en el Caribe. De aquí se deduce que cualquier acercamiento a la caracterización del español hablado en el caribe deba tomar en cuenta este componente lingüístico.

    Como es sabido, la trata de esclavos africanos en el Caribe tuvo lugar en un período que va de 1517 al 1848 aproximadamente. Esta gran inmigración provenía de territorios sub-saharianos que al llegar a estas tierras se fusionaron y contribuyeron a la formación criolla de las nacionalidades hispanocaribeñas.

    La inmigración africana estaba compuesta por personas de diferentes etnias, con diferentes lenguas, cultura y religión, este fue un factor de importancia que determinó que ellos recurrieran al español para poder comunicarse entre sí.

    De esta forma el español hablado en América adquirió un numeroso grupo de vocablos africanos que designaban la cultura material y espiritual de los esclavos, a través de los cuales el africano trataba de mantener viva la memoria del grupo del cual había sido violentamente separado y los adaptó a la nueva realidad que encontró en América, así encontramos voces que son topónimos, fitónimos, de rituales religiosos , términos vinculados con las comidas, la música y el baile, los instrumentos musicales, plantas de uso medicinal y religioso, entre otros más. Dentro de estos términos podemos señalar: Songo, Cambute, Candonga, quimbombó, ñame, malanga, fufú, mabinga, conga, bocú, batá, bembé, bilongo, aché, bacalao, eganga, orisha, güemba , timba, moropo, beroco.

Desarrollo

    La mayoría de estos vocablos se han conservado en el léxico del español caribeño a través de los rituales religiosos ya que su carácter sagrado exigía que mantuvieran la mayor pureza con relación a las lenguas originales. Sin embargo, a través de la oralidad cotidiana también se ha podido conservar hasta nuestros días muchas de estas voces.

    La oralidad es un discurso lógico y coherente, expresa elementos socioculturales diferentes, que se vinculan a una matriz simbólica diferente, los cuales refuncionaliza de acuerdo con el ambiente histórico en que se da.

    Para poder comprender el texto oral son importantes tener en cuenta las categorías de contexto, intextualidad, comunidad social, del propio significado de lo que se dice porque ellas permiten alcanzar la cohesión y coherencia adecuadas de la contextualización, de la comprensión de lo que se escucha.

    En el texto oral se encuentran una serie de unidades lingüísticas vinculadas con un conjunto total de intención comunicativa producto de la actividad verbal humana que posee siempre un carácter social, un significado determinado, una intención comunicativa específica que forma parte de un texto íntegro mayor y que responde a dos reglas: las del sistema de la lengua y las del nivel textual.

    Todo discurso oral tiene claves de contextualización, que no son más que cualquier rasgo de forma lingüística que contribuye a la interpretación del texto.

    Estos elementos acerca de la oralidad que se han planteado resultan necesarios para comprender el proceso de mestizaje cultural que se produjo en América a la llegada de los africanos ya que ellos fueron desposeídos de toda su cultura material, sin embargo, a través de la memoria cultural oral que sobrevivió en ellos pudo conservarse ese caudal cognoscitivo colectivo que daba fe de los comportamientos sociales, culturales, religiosos, económicos y morales de estos individuos.

    El hombre negro utilizó los recursos de su memoria para poder contar y conservar su cultura mediante la oralidad, la cual cobró mucha fuerza y contra la que nada pudieron hacer los europeos.

    La oralidad es parte consustancial de la identidad cultural de los pueblos africanos, tiene una gran riqueza y diversidad, ya que responde y abarca todas las esferas de la vida y es identificatoria de los rasgos característicos de los pueblos que la reproducen. La oralidad africana llega a nuestros días con la observación diaria, los refranes o proverbios, los cuentos y mitos, la participación en las ceremonias religiosas y rituales, los cantos, los versos, las décimas, las costumbres y la sabiduría popular cotidiana.

    En Cuba se conservan muchas muestras culturales de la presencia africana que se encuentran en las actividades humanas, en los conocimientos y creencias populares, en leyendas, refranes, en las recetas culinarias y el tocado femenino, en los remedios caseros, las canciones, en las modas por supuesto, en la lengua hablada.

    De la herencia lingüística dejada por la huella africana en los pueblos caribeños se conoce que en Cuba y Puerto Rico se han inventariado, cerca de 150 afronegrismos, con frecuencia variable en el uso de los hablantes. Esta cifra pudiera parecer pequeña, en comparación con la cantidad de negros africanos introducidos en estas tierras, sin embargo, la razón del poco peso de esta interferencia lingüística se debe a diversas causas como: la variedad de lenguas africanas de acuerdo con las etnias traídas y a que se mezclaban en las dotaciones, esclavos de los ingenios y haciendas, con el objetivo de evitar la comunicación lingüística entre sus miembros. (Miyares, 2003, p. 224)

    Sin embargo, el caudal léxico aportado por estas etnias (bantú, yoruba, efik, mandinga, yolofe) (Valdés,1987, p. 91-92), a pesar de no tener una representación cuantitativa considerable dentro de la modalidad del español hablado en el Caribe, sí tienen un uso frecuente y necesario en el habla estándar, popular y familiar de los pueblos caribeños. De ahí la importancia del estudio de estas voces con un enfoque sincrónico, valorándose el sentido o los sentidos diversos de las mismas en la región.

    Dentro del sistema nominal de tratamiento encontramos formas de origen africano cuyo empleo en el uso está determinado por el registro estilístico seleccionado por el hablante y que apunta al estrato social, al sexo o al matiz semántico (irónico, despectivo, neutro) en el que se usa. Así tenemos las formas siguientes.

Majá: persona haragana

Ocambo: anciano, persona vieja.

Asere, monina, nague o negue: amigo, socio. Su uso está restringido a determinados grupos sociales o al uso popular. También desde el punto de vista del género es más frecuente en el trato entre hombres.

Bembón, bembúo: persona con labio prominente. Se usa además en combinaciones fijas como: bemba e perro, bemba e tocino, bemba e trapo, bemba suelta, bemba dura, en estos casos denomina a personas habladoras o chismosas.

Ñame: tener el pie grande y también ser una persona torpe o de pocas entendederas, en este último caso el uso lo reporta como “ser un ñame con corbata”.

Quimbombó: persona que elude responsabilidades valiéndose de ardides.

Matungo,-a: persona fea, deslucida. En el uso, “está matunga, horrible

Tata: abuelo,-a

Chévere: persona dispuesta, con la que se puede contar.

Mayimbe: jefe.

Guaroso: confianzudo.

Cañengo,-a: viejo (despectivo)

Cúmbila: socio, amigo

Ecobio, ocobio: hermano, amigo

    Al caracterizar el uso de estas voces puede afirmarse que:

  • Es frecuente en el habla coloquial de Santiago de Cuba, sobre todo para las zonas urbanas del centro de la ciudad.

  • El sexo masculino es el que preferentemente las emplea en situaciones de habla donde haya amistad o un grado de conocimiento entre los hablantes. Sin embargo, también es empleada entre desconocidos cuando se trata de lograr un acercamiento con el interlocutor.

  • El nivel sociocultural del hablante no es determinante para su uso, aunque sí lo es el contexto social en el que se emplea y el grado de amistad entre los hablantes.

  • El grupo etario que hace un mayor uso de ellas es el comprendido entre los 18 a 30 años.

Conclusiones

    A lo largo del estudio realizado acerca de las formas nominales de tratamiento en el habla de Santiago de Cuba se ha comprobado la presencia de formas léxicas de raíz africana en el uso actual de la modalidad del español en Cuba. Si bien, como ya se ha señalado, estas formas no son cuantitativamente considerables, sí constituyen un elemento común y de uso frecuente en el habla cotidiana de muchos países de la zona caribeña y forman parte de su identidad cultural, de su oralidad, de su idiosincrasia, de su nexo indisoluble con la historia de los países africanos.

Bibliografía

  • Barnet, M (1983): La fuente viva, Ediciones Letras Cubanas, La Habana.

  • Bolívar, Aróstegui, N (1990): Los orishas en Cuba. Ediciones Unión. La Habana.

  • Cabrera, Lidia (1954): El monte. Ediciones C.R. La Habana.

  • Corominas, J (1982): Breve diccionario etimológico de la lengua castellana, Editorial Gredos, Madrid.

  • Guanche, Jesús (1983): Procesos etnoculturales de Cuba. Editorial Letras Cubanas. La Habana.

  • Miyares, E y otros (2003): “Africanismos en el Corpus Lexicográfico de un proyecto de diccionario escolar para el Caribe” en Actas de VII Taller Internacional de África en el Caribe “Ortiz-Lachatañeré”. Centro cultural africano “Fernando Ortiz”. Santiago de Cuba.

  • Ortiz, Fernando (1923): Catauro de cubanismos. Apuntes lexicográficos. La Habana.

  • Valdéz Bernal, S (1998): Lengua nacional e identidad cultural del cubano, Editorial Ciencias Sociales, La Habana.

Otros artículos sobre Estudios Sociales

  www.efdeportes.com/
Búsqueda personalizada

EFDeportes.com, Revista Digital · Año 18 · N° 186 | Buenos Aires, Noviembre de 2013
© 1997-2013 Derechos reservados