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La educación en valores en la sociedad cubana

 

Licenciado en Cultura Física. Profesor Instructor de la Facultad

de Cultura Física “Manuel Fajardo” de Holguín. Subdirector de Superación

e investigación de la Filial Universitaria Municipal de Cultura Física de Banes

Lic. Ignacio Julián Suayero Morales

isuayerom@vru.uho.edu.cu

(Cuba)

 

 

 

 

Resumen

          La presente investigación parte de la determinación, a través de un estudio diagnóstico, de las insuficiencias que presentan los docentes en la educación de la Responsabilidad como valor de la personalidad, lo que limita el ejercer de manera eficiente su conducta y modo de actuación en el centro estudiantil y en el hogar. Como una vía de solución al problema detectado, se propone un sistema de tareas basado en la relación esencial entre el carácter integrador del desempeño y la diversidad de tareas que, a través de la Educación Física y el Deporte Participativo, posibilitan su mejoramiento. Este resultado se sustenta en las concepciones teóricas y metodológicas que establece el modelo educativo actual de la escuela cubana a partir de la implementación actualizada de las leyes de la Didáctica y la Pedagogía aplicadas a la Educación Técnica Profesional, sus principios y el paradigma histórico-cultural, así como en la concepción para la educación de valores a través de las tareas propias que caracterizan al proceso de formación del docente, teniendo en cuenta el servicio (objeto social) que va a prestar a la sociedad. El proceso de valoración de la experiencia en la aplicación del sistema de tareas, demostrará si con su aplicación se contribuye al mejoramiento del valor Responsabilidad en los docentes, en correspondencia con los objetivos trazados por el Estado y la sociedad para la educación cubana, por lo que podrá generalizarse al resto de los centros de este tipo, ya que posee como característica esencial cierto grado de flexibilidad y adaptabilidad al contexto escolar, laboral y hogareño, donde se desenvuelva el estudiante.

          Palabras clave: Educación. Valores. Cuba.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 18, Nº 184, Septiembre de 2013. http://www.efdeportes.com/

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Introducción

    En cualquier época o sistema, la sociedad para perpetuarse necesita cumplir y hacer cumplir ciertas reglas que la convierten en el resultado de un largo proceso de aprendizaje que comienza con los primeros pasos y balbuceos del niño en el hogar y no termina hasta su muerte. Muchos serán sus guías o ejemplos. Algunos pasarán rápido; otros perdurarán, pero ninguno lo hará como aquel maestro que supo inculcar en él el respeto a las leyes, a los conciudadanos, a la sociedad, sus instituciones y sus organizaciones.

    Cumplir con el principio de Luz y Caballero: “Educar puede cualquiera, instruir sólo quien sea un evangelio vivo”. Es el más grande anhelo de un educador y sólo se logra cuando se es capaz de trasmitir conocimientos, hábitos y habilidades que influyan positivamente en su conciencia y en la cultura general e integral que se quiere lograr en correspondencia con nuestra condición de forjadores de una nueva sociedad y con vistas a su preparación para el aprendizaje, el trabajo socialmente útil y la defensa del país.

    Las transformaciones revolucionarias ocurridas en Cuba a partir del triunfo de la Revolución desencadenaron un proceso de sustitución de los viejos valores, heredados del capitalismo, por otros derivados del carácter socialista de la nueva sociedad que se construye. Entre esos valores, es preciso destacar el colectivismo, el patriotismo, el internacionalismo, la solidaridad, el espíritu de sacrificio, de justicia, de modestia, así como una nueva actitud ante el trabajo y la posición de la mujer en la sociedad, por lo que es necesario fortalecer la formación de los nuevos valores en las nuevas generaciones a través de un sólido proceso de asimilación, en el que incidan, tanto lo cognitivo ( lo aprendido y lo conocido) como lo afectivo elevando la importancia de tan relevante tarea pedagógica encomendada a la escuela en la formación de una nueva generación caracterizada por los valores y las orientaciones de valores propios del socialismo en los niños y adolescentes dando prioridad, entre otras cosas, a la familia, a pesar de no existir un plan sistemático de acción educativa en ese sentido.

    Los valores son determinaciones espirituales o formaciones espirituales internas que caracterizan la personalidad del individuo designando la significación positiva de las cosas, hechos, fenómenos, relaciones y objetos para un individuo, un grupo de individuos o clase social o la sociedad en su conjunto, acorde con el nivel de desarrollo alcanzado, la experiencia histórico-social e individual y el impacto de los factores de influencia educativa. Como orientadores y reguladores de la conducta humana, los valores constituyen un sistema pues guardan relación dinámica unos con otros y conforman una jerarquía entre ellos, que es decisiva en los momentos de elección moral.

    La educación de la personalidad en valores es un proceso que abarca un conjunto innumerable de aspectos y factores que la condicionan, intervienen, se manifiestan en su desarrollo y que se expresan, a través de sus diversas dimensiones( histórico-culturales, historia y tradiciones; contextuales (escuela, sociedad, familia), experiencia, trayectoria, conocimientos, afectos, sentimientos; la relación entre lo proyectivo y lo real), el carácter multifactorial, multifacético y complejo de la actividad humana. Por tanto, constituye un sistema de actividades que se realizan en la escuela, la familia y la sociedad en general, para cumplir la misión que le ha encargado el Estado y el Partido: la educación comunista y la formación integral y multifacético de las nuevas generaciones.

    La educación en valores en la escuela es también un proceso bilateral constituido por diversas fases y etapas e influenciado por un conjunto de leyes, donde los estudiantes, a la vez que aprenden los contenidos de las distintas asignaturas, desarrollan hábitos, habilidades y capacidades que le permiten expresar correctamente su pensamiento y desarrollan cualidades morales de su personalidad, convicciones que se corresponden con la ideología marxista-leninista.

    La educación de valores tiene gran importancia para el desarrollo de la personalidad socialista de los jóvenes, pues logran que estos asuman un participación correcta dentro de la construcción de una nueva sociedad y tienen en su base las tendencias orientadoras que le dan al sujeto el sentido de su vida y guían con estabilidad su actividad consciente así como las actitudes y valores que se forman y desarrollan hasta llegar a constituir su núcleo regulador controlador, el cual caracteriza a las personas adultas maduras como resultado de un proceso complejo de formación y tienen una doble significación como fuerza motriz de la conducta: por una parte, brindan una orientación para la toma de decisiones a nivel de toda la sociedad y, por otra parte, son una orientación para la toma de decisiones personales o individuales. Por tanto, la educación de valores debe ser el reflejo y la expresión de relaciones verdaderas que constituyan reguladores importantes de la vida del hombre.

    Para la educación de la personalidad en valores ético-morales en el Sistema Nacional de Educación en la actualidad, se consideran valores fundamentales la dignidad, el patriotismo, el humanismo, la solidaridad, la responsabilidad, la laboriosidad, la honradez, la honestidad y la justicia.

Concepciones acerca de la responsabilidad.

    La responsabilidad es el cargo u obligación moral que obliga a reparar y satisfacer un daño en cosa u asunto determinado; es el nivel de comprometimiento que manifiesta un individuo hacia una cosa, actividad o tarea determinada; es el cumplimiento del compromiso contraído ante sí mismo, la familia, el colectivo y la sociedad. Por tanto, ser responsable es cumplir conscientemente con los deberes del centro, el hogar y la sociedad, en particular con aquellos relacionados con el estudio conciente, la asistencia, la disciplina escolar, la guardia estudiantil, las actividades productivas y de servicios, así como con las tareas de la Revolución; es identificarse y cumplir las normas de comportamiento social y ciudadano; es asumir de forma independiente las tareas asignadas por la escuela, la familia, las organizaciones políticas, sociales y de masas y desarrollarlas con eficiencia y calidad.

    La formación de valores no puede prescindir del decisivo trabajo de las instituciones escolares, la comunidad y la familia como asunto complejo y multifactorial.

    Formar sentimientos y educar conductas es una tarea paciente, requerida de sistematicidad y muy vinculada al ejemplo personal de padres y maestros. Por tanto, si la escuela es vital, no menos vital es la familia, porque las discrepancias entre ambos pueden malograr los esfuerzos y producir individuos con dobleces en sus actuaciones.

Breve reseña histórica de la educación en los valores en la sociedad cubana.

    Desde finales del siglo XVII e inicios del XIX, a tenor del gran torbellino revolucionario e independentista que se produjo en América a partir de heroicos caudillos y proezas sublimes y que desembocó en la independencia política de España, la enseñanza en el Seminario de San Carlos y San Ambrosio (1773) y en los centros privados cubanos se centró en el enseñar a pensar, determinando que el cubano, que se había gestado como entidad propia en el crisol de los siglos iniciales, fortaleciera y defendiera su identidad y su cultura dentro de los férreos limites de la política colonial.

    Este proceso se anticipa con José A. Caballero (1662-1735) pero alcanzó una gran estructuración con Félix Varela Morales (1688-1753), quien en un primer momento sentenció: “[…] el hombre será menos vicioso cuando sea menos ignorante. Se hará más rectamente apasionado cuando se haga más exacto pensador. […]”

    El cubano progresista se dio entonces a la tarea de desarrollar la ciencia y la conciencia como una forma de buscar la libertad de pensamiento, como una vía para lograr, en su momento, la anhelada independencia política, que junto a la abolición de la esclavitud, conformaban los ideales que se fueron fortaleciendo a lo largo del siglo XIX. Así fue apareciendo una teoría educativa propia a la que todas las esferas de la cultura contribuyeron, a su manera, al fortalecimiento y desarrollo de la cubana, a través de la cual, sin apartarse de lo más valioso del pensamiento filosófico educativo universal y apreciándose como razonamientos lógicos, se llegaba a los valores, y dentro de estos, la precaución, la benevolencia, la beneficencia, la conmiseración, la prudencia, la alegría, la justicia, la fortaleza, etc. De ahí que enseñar a pensar a los alumnos desde los primeros años, se convertía en la ley esencial de la educación que preconizaba.

    Por esas razones, Varela perfiló su sistema educativo- instructivo y centró su interés en la formación moral de la juventud. Para ellos escribió Cartas a Elpidio (1835-1836), especie de obra educativa no convencional dirigida a la juventud cubana donde se aprecian orientaciones para enfrentar su formación en valores.

    La labor educativa de José de la Luz y Caballero (1800-1862), resulta la expresión más alta en la primera mitad del siglo XIX, de una educación integral en la formación moral, otorgándole así gran peso a la labor educativa en la escuela. Luz y Caballero enfatizó en la necesidad de desarrollar cualidades positivas de la personalidad, tanto a través del proceso de instrucción como mediante otras actividades que la escuela programe. También recomendó, con gran acierto pedagógico, el método del “premio y el castigo”, así como el papel educativo que desempeña el ejemplo personal en la formación de las nuevas generaciones, destacando el valor que le concedía a la enseñanza en la formación de los valores patrios.

    La primera mitad del siglo XIX cierra con una teoría educativa avanzada, centrada en la formación de la moral.

    Hacia 1868 se desató la lucha por la independencia. Los valores formados se pusieron en evidencia de una manera palpable durante la Guerra de los Diez Años. Ejemplos imborrables de abnegación, valentía, amor a la Patria, se dan a lo largo de la contienda. El heroísmo de Carlos Manuel de Céspedes, Ignacio Agramante, Antonio y José Maceo y tantos otros cubanos, llenan páginas memorables de nuestra historia, en la que también las más nobles mujeres se pusieron a la altura de los más aguerridos hombres. Expresiones sublimes de patriotismo lo ofrecen igualmente Mariana Grajales, Lucia Iñiguez, Ana Quesada, Ana Betancourt, Canducha Figueredo, entre otras insignes patriotas que lo entregaron todo por la independencia. ¡Eso es patriotismo en su más alta expresión!

    En esta lucha, decenas de extranjeros unieron su destino a los cubanos en digno antecedente de lo que seria el sentimiento internacionalista que aparecerá en etapas posteriores. Máximo Gómez y Luis Marcano (dominicanos), Henry Reeve y Thomas Jordán (norteamericanos), Carlos Roloff (alemán), por sólo citar a algunos, unieron su sangre generosa y sus esfuerzos a los cubanos en su lucha por la independencia nacional.

    La inmortal protesta escenificada por Antonio Maceo y un grupo de sus seguidores en Mangos de Baraguá el 15 de marzo de 1868 al no aceptar el ignominioso Pacto del Zanjón, fue una manifestación genuina de la intransigencia revolucionaria, valor que se ha venido gestando a lo largo de nuestra historia.

    En las dos últimas décadas del siglo XIX aparecieron dos corrientes que se oponían al educativo hispano-escolástico: el positivismo (Enrique José Varona, 1849-1933) y el ideal educativo humanista (José Julian Martí y Pérez, 1853-1895).Varona, fue un ilustre filósofo, sociólogo y educador camagüeyano que logró conformar una teoría educativa basada en los fundamentos filosóficos, sociológicos y psicológicos del positivismo de corte spenceriano. Se preocupó por la formación integral y plena del alumno, al considerar que la enseñanza debía contribuir a “[…] la formación de los hábitos morales, al desarrollo mejor del cuerpo humano, al desenvolvimiento de la inteligencia y a la expresión adecuada y racional de los sentimientos y emociones en cada niño, dándole a la parte moral la preferencia.”

    La búsqueda de un horizonte moral más amplio que el que permitía el positivismo, llevó a Manuel Valdés Rodríguez (1849-1914) a unir esta corriente con el neotomismo, corriente filosófica que basa los métodos educativos para la formación en valores en “la mirada fija, atenta y escudriñadora para conocer al niño”.

    La insigne educadora María Luisa Dolz y Arango (1854-1928), dedicó gran parte de su vida a la educación de la mujer, y concibió una teoría educativa de corte positivista en general pero permeada de otras orientaciones teóricas que le daban al proceso formativo una amplitud y dimensión mayor.

    José Martí y Pérez (1853-1895), escribió a lo largo su vida numerosos artículos sobre educación que demuestran la existencia de una concepción estable, clara y sólida acerca de la educación y la formación integral del hombre, fundamentada en la unidad dinámica que existe entre los conocimientos útiles, el desarrollo del pensamiento creador, la responsabilidad de actuar para transformar el medio natural y social que lo rodea y la formación en valores positivos de todo hombre virtuoso. Por lo tanto, el propósito de Martí estaba encaminado a poner en un primer plano del proceso de aprendizaje, el interés de elevar en el niño la cultura de sus emociones para enriquecer así el mundo interior del hombre y, a su vez, pudiera identificarse con los grandes problemas sociales y políticos a los cuales debía enfrentarse y abogaba por la necesidad de enseñar a pensar y a crear al alumno, ejercitando su mente constantemente y trabajando con independencia. También habló del papel director de la escuela y del derecho de esta a dirigir libremente, sin violentar la razón y las costumbres del maestro como guía en el aprendizaje; de la necesidad de desarrollar la cultura de diálogo en este proceso y de evaluación en la función educativa que esta contiene, que orienta las tendencias en la búsqueda de métodos para desarrollar valores.

    En las tres primeras décadas de la República (1902-1934) el reflujo de las ideas del siglo XIX continuó ejerciendo su influencia en el pensamiento educativo cubano. El énfasis se puso en defender la tradición más legítima en la formación del hombre por medio de una concepción cientificista de la cultura. A partir de los años 30 se produjo una reforma en las ideas educativas al introducirse los postulados de la Escuela Nueva. Los pedagogos cubanos, después de una aceptación acrítica del movimiento reformista, no estaban satisfechos con la formación de los valores que se desprendían de la filosofía esencial de la Escuela Activa (pragmática) e introdujeron las concepciones sobre axiología procedentes del neokantismo alemán (Escuela de Friburgo y de Baldén), lo que le imprimió a la teoría educativa una cierta originalidad al ajustarse a las necesidades del país.

    La crisis estructural del sistema económico, político y social cubano al final de la década de los años 50 y sus consecuencias pedagógicas, hizo caer al pensamiento cubano en general, en una especie de existencialismo y en el fideísmo a manera de apoyo ante la impronta de la realidad y se fueron olvidando las tradiciones más legítimas. Sin embargo, educadores destacados asumieron la vanguardia de la educación y, a pesar del pesimismo oficial, lograron imbuir a los alumnos de optimismo, de amor por la Patria, del espíritu crítico necesario para conocer la realidad y la creatividad para transformar la sociedad. Esta fuerza educativa que venia de la tradición en la formación en valores se hizo carne y sangre en la Generación del 53, abriendo de nuevo el camino a la lucha armada al fundir el pensamiento martiano con las nuevas ideas del marxismo, lanzándose a ella y haciendo una Revolución.

    Desde los mismos inicios del proceso revolucionario se insistió en el papel de la educación “(…) para crear una ética, para crear una conciencia, para crear un sentido del deber, un sentido de la organización, de la disciplina, de la responsabilidad”, por lo que la formación patriótica, internacionalista, antiimperialista y los valores cívicos como necesidad priorizada del proceso revolucionario, constituyeron el centro del Proceso de Democratización de la Educación que ocurrió en Cuba desde principios de 1959 hasta 1975, tratando por todos los medios de hacer realidad los principios que proclama el artículo 26 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos:

    “Toda persona tiene derecho a la educación. La educación debe ser gratuita, al menos en lo concerniente a la instrucción elemental y fundamental. La instrucción elemental será obligatoria. La instrucción técnica y profesional habrá de ser generalizada, el acceso a los estudios superiores será igual para todos, en función de los méritos respectivos”.

    Lo que define áreas fundamentales de la educación como:

  • Educación para la salud, física y mental.

  • Educación moral, social y cívica.

  • Educación económica y vocacional, pre-profesional o de orientación y profesional.

  • Educación estética y para el recreo.

  • Educación científica y filosófica.

  • Educación del lenguaje (comunicación y expresión)

    Para ello:

  • Se desarrolló la Campaña de Alfabetización.

  • Se abrieron miles de aulas.

  • La formación emergente de docentes.

  • Materialización de un proceso de post alfabetización y elevación del nivel cultural de la población.

    El concepto de hombre nuevo concebido por el Che Guevara resultó un fuerte impulso a los objetivos de la educación. Los ejemplos de patriotismo e internacionalismo humanista dado por nuestro pueblo, son una prueba fehaciente de ello.

    El Plan de Perfeccionamiento Continuo que se establece en la década del 70, profundiza el cambio cualitativo de la política educacional al establecer nuevos programas de estudios, materiales didácticos y propiciar el cumplimiento de manera masiva del principio de la relación estudio-trabajo como rector del sistema en múltiples variantes.

    La aspiración de educación para todos es una realidad ya desde la década del 70 y del 80, con niveles de calidad demostrada en el aumento de la población profesional y la incorporación de los niños al proceso escolarizado que, unidos con elementos como una fuerte formación patriótica, ética y ciudadana, y el cumplimiento del principio de coeducación, van distinguiendo a la educación cubana del resto de los países de la región en el empeño de formar un ciudadano nuevo para un país en revolución.

    A fines de la década de los 80 principios de los 90, la desintegración del campo socialista de Europa del Este y la URSS, unido al apreciamiento del genocida bloqueo norteamericano sobre nuestro pueblo y a la contracción económica hasta casi el 35% por la suma de ambos, provocaron el agravamiento de las condiciones sociales e ideológicas de la vida del pueblo cubano y, con ello, surgieron males asociados a la desvalorización del trabajo y a la degradación de valores como la responsabilidad, la honestidad e incluso, la dignidad de personas que se metalizaron y adoptaron posiciones y actitudes negativas al incorporar a su forma de actuación los valores implícitos en los productos comerciales capitalistas.

    ¿Significó esto una crisis en los valores de nuestra sociedad?

    No, pues una crisis es el resultado de una lucha entre lo positivo establecido y lo negativo que trata de imponerse y, aunque surgieron (y existen aun en menor escala) fenómenos como el jineterismo, la drogadicción y el proxenetismo, siempre han prevalecido los valores sociales positivos que llevaron a la población a trabajar más para resistir y vencer las dificultades e identificarse con el proceso revolucionario, de tal forma que este sobrevivió y se fortaleció en tan dura prueba.

    La década del 90 comienza con profundos cambios a nivel mundial en todos los órdenes, los que se reflejan en la educación y en sus niveles de calidad, a través de las transformaciones y modificaciones que tienen lugar en las concepciones educativas y en los medios y recursos para llevarlo a cabo, incluyendo los que se derivan de su propia instrumentación práctica, con el objetivo de cambiar el estilo de dirección en todas las estructuras del Ministerio, y el papel de los centros docentes dentro del sistema, sustentado en el principio de la optimización del proceso docente educativo. Por ejemplo:

  • Se concibe el Entrenamiento Metodológico Conjunto como método y estilo de trabajo que pretende propiciar el diálogo entre los diferentes niveles de dirección para brindar alternativas de solución a los problemas educativos que se han identificado.

  • Selección de los Centros de Referencia, instituciones escolares que dentro de un espacio geográfico (municipio) se destacan por tener las condiciones profesionales necesarias para desarrollo experiencias.

  • Creación de los Departamentos Docentes (curso escolar 1992-1993), los que aglutinaban una serie de asignaturas afines por el área de las ciencias que abarcan.

  • Determinación de asignaturas priorizadas: Historia, Matemáticas, Lengua Materna, Computación, entre otras.

  • Protagonismo pioneril y estudiantil en las actividades escolares y extraescolares.

  • Determinación de los Objetivos y Contenidos Formativos Generales para los distintos niveles educacionales teniendo en cuenta las características y condiciones actuales de la sociedad cubana.

    Con todo esto se logra que la escuela sea la protagonista del cambio educativo en la medida que se convierta en el laboratorio donde se aplique y genere ciencia, se perfeccione la estructura y el funcionamiento del sistema y el desarrollo profesional del docente y los mecanismos y estructuras de la comunidad en el propósito común de formar las nuevas generaciones y facilitando una mejor dirección estratégica del proceso de enseñanza- aprendizaje, al tener más preciso el nivel deseado y a partir de ello poder determinar los problemas educativos que son necesarios solucionar en el centro escolar, los claustrillos y los grupos escolares para contribuir al logro de la política educacional.

    Esta concepción requiere de un nuevo estilo del trabajo metodológico en la escuela que se base en la aplicación del método investigativo, contribuyendo al logro del enfoque formativo integral que se debe poner en practica en la escuela desde la concepción interdisciplinaria, ya que se convoca a todas las asignaturas y a todos los espacios curriculares que den solución a los problemas educativos, los que son comunes para todos en la medida que todos tienen un papel protagónico en su solución.

    A finales de 1999 y a raíz del inicio de la Batalla por el regreso del niño Elián González a la Patria, se genera en Cuba un proceso que se denominó Batalla de Ideas que potenció el desarrollo de diversos programas encaminados a transformar la realidad existente en el país como resultado del llamado “Período Especial”, resultado directo de la influencia de la crisis y posterior derrumbe del campo socialista europeo en nuestra economía y desarrollo social. Estos Programas, fraguados y desarrollados al calor de un gran espíritu de resistir y vencer, transformaron completamente la concepción contemporánea de la Pedagogía Cubana, perfeccionando sus métodos, medios y procedimientos, haciendo más amplios y profundos sus objetivos y revolucionando la formación en valores de las nuevas generaciones en pos de alcanzar una cultura general e integral y un verdadero hombre nuevo con cualidades en su personalidad acorde a las necesidades e intereses de nuestra sociedad socialista.

    Entre estos Programas, que constituyeron la Tercera Revolución Educacional en Cuba, se encuentran:

  • La creación de los Cursos de Superación Integral para Jóvenes como forma de empleo.

  • La municipalización de la enseñanza superior.

  • La introducción en la educación de los últimos adelantos científico-técnicos y de las nuevas tecnologías de la informática y la computación.

  • La potencialización de la creación de los softwares educativos a través de instituciones nacionales como la UCI y las UPI.

  • La reducción de la cantidad de alumnos-aula según las necesidades de la enseñanza, lo que le permite al maestro el trabajo particularizado y objetivo en la atención a los alumnos según sus diferencias individuales.

  • La masificación de grados científicos.

  • El empleo de diagnósticos individuales y colectivos como fuente de conocimiento previo de los maestros sobre las características de sus alumnos, entre los que se incluyen determinadas habilidades y talentos, el carácter y el temperamento del estudiante así como las condiciones en el hogar.

    La formación en valores debe continuar siendo el centro de la preocupación educativa del país pues no han cesado las circunstancias que la crearon, sino que sólo han variado de forma y, de acuerdo con las nuevas exigencias en la formación del hombre, el acto educativo es en sí eminentemente creador y formador de valores, de conocimientos, de hábitos, de habilidades, de capacidades y de cualidades morales positivas de la personalidad.

    El papel formativo de la educación cubana está dirigido a cumplir la afirmación martiana de que “[…] preparar a un pueblo para defenderse, y para vivir con honor, es el mejor modo de defenderlo.”

La educación en valores a través de la Educación Física, el deporte y la recreación sana

    Teniendo en cuenta que la Educación Física y el Deporte Participativo en la escuela garantizan un pleno desarrollo físico y mental de los alumnos, logrando un robustecimiento de su salud y contribuyendo a la recreación sana y al empleo adecuado de su tiempo libre:

  • Se adecuarán las actividades al modelo (tipo) de la escuela, al fin y a los objetivos de ese nivel así como a las características generales y particulares de los estudiantes que la transitan.

  • Se definirán los deportes que se pueden practicar sistemáticamente, a partir del levantamiento de las instalaciones deportivas del entorno y los recursos de la escuela.

  • Se diagnosticarán cada uno de los estudiantes para lograr la incorporación del 100 % de la matrícula de la escuela a diferentes deportes y transformar su conducta y modo de actuación.

  • Se organizará la atención y el desarrollo del Ajedrez en todos los grupos concibiendo un proceso de incorporación masiva para que todos aprendan a jugarlo.

  • Se potenciará el desarrollo y la práctica de los juegos tradicionales durante los momentos de receso activo y el resto de actividades extraescolares.

  • Se planificarán y desarrollarán semanalmente actividades y festivales deportivos por grupos, grados e interescuelas, fundamentalmente los sábados y domingos.

  • Se atenderá con prioridad la calidad del desarrollo del deporte participativo, controlando la participación y la calidad con que este se realiza.

  • Se fortalecerá el movimiento de monitores así como el trabajo de los Círculos de Interés y Sociedades Científicas, donde se reflejen la actividad deportiva nacional e internacional y figuras destacadas del deporte.

  • Se promocionará la cultura física en la escuela, participando de forma activa en el diseño de la organización escolar y en los procesos de llegada, recreos, despedidas, actividades políticas y deportivas.

Conclusión

    La educación de la responsabilidad como valor de la personalidad permite ejercer de manera eficiente la conducta y modo de actuación de cada persona en el centro estudiantil, laboral y en el hogar por su relación esencial entre el carácter integrador del desempeño y la diversidad de tareas que posibilitan su mejoramiento en la escuela cubana contemporánea, a través de las tareas propias que caracterizan al proceso de formación del docente, teniendo en cuenta el servicio (actividad físico deportiva) que va a prestar a la sociedad.

    Por tanto, su aplicación contribuye al mejoramiento del valor Responsabilidad en correspondencia con los objetivos trazados por el Estado y la sociedad para la educación cubana, por lo que podrá generalizarse al resto de los centros de este tipo, ya que posee como característica esencial cierto grado de flexibilidad y adaptabilidad al contexto escolar, laboral y hogareño, donde se desenvuelva el estudiante.

Recomendación a los docentes

    Implementar el sistema de tareas propuesto para promover la educación de la Responsabilidad como valor de la personalidad en y desde la asignatura (disciplina) que imparte, como método ideal para encontrar y proponer alternativas viables de solución a los problemas docentes, de su profesión y de la vida cotidiana, a los que se enfrenta el estudiante en su interacción social, teniendo en cuenta que su experiencia personal y los cambios que van ocurriendo en los participantes, le harán adoptar nuevas y mejores decisiones.

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