efdeportes.com

¿Hacia dónde dirigir la psicología del deporte? 

¿Es posible hablar de indicadores de rendimiento psicológico?

 

Licenciado en Psicología. Psicólogo de la Preselección Nacional de Boxeo de Cuba

Aspirante a investigador. Profesor Asistente de la Facultad

de Psicología de la Universidad de la Habana

Subdirección de Psicología. Instituto de Medicina Deportiva

Julio Arturo Ordoqui Baldriche

klency@psico.uh.cu

(Cuba)

 

 

 

 

Resumen

          El siguiente trabajo destaca la importancia y viabilidad de definir indicadores de rendimiento psicológico. El psicólogo del deporte debe extraer las demandas psíquicas específicas de la disciplina con que trabaja, y emplear procedimientos efectivos para su evaluación y posterior intervención. El control psicológico del entrenamiento deportivo en estrecha relación con el análisis del producto de la actividad, permiten al especialista obtener una visión integral del estado de predisposición psicológica para una competencia o entrenamiento. Cuanto más plausible y vinculado a los indicadores de rendimiento sea el análisis, mayor valor heurístico alcanzará. Por esta razón, en el artículo, se fundamenta la necesidad de definir correctamente el área de ejercicio del psicólogo del deporte y se expresan posibles procedimientos para hacerlo. Es cierto que los miembros del equipo multidisciplinario que realiza la preparación de los deportistas trascienden una opinión aislada, pues complementan sus posiciones con resultados alcanzados desde otra área del conocimiento. Sin embargo, para lograr esta sinergia, se precisa una definición clara del rendimiento en los diferentes ámbitos de la actividad del atleta. Cuando se tienen definidas las cualidades psicológicas más importantes que determinan el rendimiento en un deporte; y por otro lado, se cuenta con procedimientos que las evalúen y demuestren relación con índices del producto de la actividad; nos encontramos en condiciones de comprometernos con un rendimiento psicológico.

          Palabras clave: Demandas de la actividad. Rendimiento psicológico. Índices de la actividad.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 18, Nº 184, Septiembre de 2013. http://www.efdeportes.com/

1 / 1

Introducción

    El panorama de la psicología desde su surgimiento oficial en el laboratorio de Leipzig, bajo la mirada rectora de Wilhelm Wundt, hasta nuestros días, nos muestra un fuerte debate en el seno de la comunidad científica general y psicológica, en particular; en torno a los cimientos mismo de la fundación de una ciencia sobre la psiquis humana. Así, conocemos de las variadas reelaboraciones del objeto de estudio, y la efectividad de los métodos propuestos en el diagnóstico de aquello que se pretende evaluar. Una formación por escuelas de psicología ha presidido el desarrollo de la misma, lo cual a simple vista provoca una percepción de inmadurez científica. Sin embargo, algunos autores como Edna Heidbreder defienden dicho movimiento como un fenómeno esperado para una ciencia de tan reciente constitución. La misma autora, analizaba cómo la polisemia y multiplicidad de enfoques dentro de la psicología impedía apreciar los puntos de contacto que sí caracterizaban de manera general el abordaje que hicieron las diferentes escuelas del material psicológico (Heidbreder, 1971).

    ¿Qué nos encontramos hoy?... una psicología inserta en relaciones económicas, materiales y tecnológicas muy cambiantes. La población atlética mundial y nacional no se parece mucho a la de 15 años atrás. La misma cultura científica se transforma en este proceso para seguir dando soluciones a los problemas nuevos, y a los que con una presencia general han mutado sus sentidos y matices. El propio concepto de rendimiento deportivo ha adquirido connotaciones diferentes, y nuevos retos reclaman la participación de las ciencias aplicadas al deporte.

    Los caminos de la psicología deportiva demandan abiertamente el refinamiento de sus armas a la hora de insertarse en este concierto. La claridad en la definición del objeto científico, la creación de nuevos métodos e instrumentos, y la optimización de los que ya se utilizan deben ocupar un tiempo considerable de la labor de los especialistas. La propia complejidad de la subjetividad exige de los investigadores pericia y sensatez suficientes para no desdeñar cualesquiera de los métodos que puedan aportar un conocimiento acerca de los procesos psicológicos en la actividad deportiva. Refiriéndose a la asunción de enfoques cuantitativos en el estudio de la personalidad, González (2004), apunta “(…) a pesar del poder de seducción que ejerce, presenta vulnerabilidades y resulta inconveniente si se pretende adoptar de manera clásica, sin oportunas complementaciones cualitativas”. La complementación cualitativa referida, consta de una postura dialéctico-materialista sobre el origen y desarrollo de la personalidad, así como de aquellos procesos que esta nuclea y dinamiza de una manera única en cada sujeto. García opina: “Atendiendo al señalamiento de la complejidad se hace necesaria la utilización de un variado número de métodos que permitan tanto la generalización, como la explicación exhaustiva en el proceso de construcción del conocimiento, tanto en lo general, como en lo particular y lo singular”. ¿Existe una única manera de arribar al conocimiento científico sobre la personalidad de un deportista, y a partir del mismo, proponer acciones concretas en las dimensiones psicológica y pedagógica? ¿Cuántas aristas debe abarcar un estudio de este tipo para no confundir la motivación superior con expresiones concretas, y manifestaciones emocionales o conductuales muy puntuales de los atletas? Consideramos que una metodología cuali-cuanti es un principio general del que debemos partir; definiendo indicadores de procesos psicológicos esenciales en cada deporte.

    El deportista no se debe estudiar ajeno al contexto donde realiza su actividad. Incurriendo en estos errores, estaríamos violando principios capitales del enfoque de la psicología dialéctico-materialista. Escuchemos qué opina García Ucha, al respecto: “La personalidad es resultado de la interacción de las potencialidades psicológicas del sujeto con el medio, y el estudio de dicha interrelación nos permite develar el verdadero significado psicológico que tienen para el deportista las distintas condiciones que la actividad deportiva impone al participante y hace que se requiera el estudio del comportamiento del deportista en medio de esas condiciones.” El análisis del producto de la actividad resulta esencial en cada deporte, para descubrir las diminutas fisuras de la mencionada interrelación (personalidad-actividad), que determinan la adopción de procedimientos de intervención muy específicos. Es por esto que resulta muy valioso el empleo de instrumentos que evalúen procesos psicológicos, que se manifiestan de forma muy específica en cada deporte.

Desarrollo

    El material psicológico y el pedagógico se manifiestan concomitantemente durante el proceso de entrenamiento. Ambos constituyen un objeto independiente de estudio en el mismo sujeto: el atleta o deportista. Es precisamente su cercanía, y superposición en ocasiones, la que nos obliga a establecer límites claros entre uno y otro. El proceso de enseñanza impulsa el desarrollo, lo condiciona en la medida que ejerce un papel rector y organizador de la actividad. El entrenamiento deportivo, sobre la base de sus leyes y principios organiza un sistema de proporción de cargas de entrenamiento, que pasa ineludiblemente por un conocimiento médico-biológico y psicológico del sujeto que las recibe, y que adquirirá cualidades muy específicas en las diferentes etapas del desarrollo, y deporte del que se trate. En el entrenamiento deportivo, el material psicológico es una condición necesaria pero no suficiente para arribar al éxito; y una visión del material psicológico en sí mismo, o desvinculado de la actividad, resta profundidad a la comprensión que de ello derive.

    El reto fundamental de los psicólogos está en definir entonces, indicadores de rendimiento psicológico que muestren consistencia en su relación con las ejecuciones técnico-tácticas, o niveles de desarrollo alcanzados por el atleta.

    Debemos partir obviamente del perfil de exigencias psicológicas que cada actividad deportiva impone a sus practicantes. Veamos una definición de deportes de combate: “(…) las acciones se realizan con gran rapidez y dinamismo, en períodos de tiempo y espacio delimitados, en su mayor parte, por las reglas de competencia, con movimientos muy precisos y ajustados a las situaciones competitivas, determinados estos por la capacidad coordinativa del esfuerzo, en función de las acciones que realice el contrario.” (Sánchez Acosta, 2005). Nótese que la definición anterior, hace referencia a capacidades físicas, condicionales y coordinativas, a cualidades del movimiento técnico, y de manera implícita, a un desempeño táctico importante. Numerosos son los procesos psicológicos que deberán desplegarse ante este grupo de exigencias. El psicólogo deportivo deberá conocer en profundidad las características personales y medioambientales de los boxeadores, muy particularmente, el estudio de la motivación por su carácter autorregulador. Habremos de estudiar los procesos psicofisiológicos vinculados al boxeo, su respuesta emocional en las competencias, y los estados psicológicos actuales que presiden a los atletas. Metodológicamente, algunos de estos procesos pueden ser estudiados en condiciones de laboratorio, y en la actividad de entrenamiento; siendo el estudio en el terreno quien ofrece mayor fiabilidad a los resultados, por abordar el material psicológico en sus formas específicas de manifestación y operación, durante el curso de las acciones.

    ¿Son todos los procesos psicológicos igualmente reveladores del impacto que las cargas de entrenamiento están teniendo sobre un boxeador? ¿Cuáles sí y cuáles no?... Una vez que dichos procesos estén identificados ¿qué indicadores utilizar para asegurar que se está midiendo dicho proceso y no otro? ¿Puede un psicólogo predecir?

    La psicología del deporte se distingue de otros espacios de aplicación de la ciencia, fundamentalmente, por una herramienta denominada control psicológico del entrenamiento deportivo. Su empleo sistemático, mediante procedimientos sencillos y de fácil aplicación, permite a un especialista dar cuenta de las modificaciones que a partir de la aplicación de las cargas de entrenamiento se producen en el orden psicológico. Sus estudios complementan a los controles pedagógicos y médicos del entrenamiento. Desde el mismo momento en que un psicólogo personaliza una batería de pruebas para el control psicológico, ya está implícitamente declarando que sus resultados pueden ser utilizados como criterio de rendimiento psicológico. Cuando se recoge un número alto de datos de un sujeto de la actividad de manera longitudinal, y esos datos han sido recogidos en forma correcta metodológicamente; es posible establecer “correlatos” psicológicos para los contenidos de preparación correspondientes a cada etapa de la planificación del entrenamiento. Ello permite al psicólogo, llegada la etapa de obtención de la forma deportiva, determinar si algunos síntomas de la predisposición psíquica para las competencias alcanzan niveles óptimos.

    En el caso del boxeo, las escalas autovalorativas que develan procesos volitivos que subyacen a la ejecución, percepciones muy especializadas de tiempo, distancia, del movimiento propio, de los esfuerzos; el desarrollo del pensamiento táctico y de la velocidad de reacción; todos son exigencias determinantes para el éxito. Cuéntese con procedimientos de entrenamiento táctico perceptual, con ejercicios para el mejoramiento de la discriminación de estímulos complejos y la velocidad de respuesta ante los mismos.

    En el libro Escuela Cubana de boxeo. Confesiones de Alcides Sagarra de Marcos Alfonso, el autor recoge las siguientes impresiones de este destacado pedagogo acerca de las pruebas que él sugiere utilizar para medir algunos de los procesos psicológicos más importantes: “estabilidad motora y capacidad de movimientos rápidos mediante el tapping-test (…) para el estado de las reacciones se emplea la medición del tiempo de la reacción simple y de la compleja con un reacciómetro en condiciones de laboratorio (…) sentido del tiempo en 10 segundos (…) percepción del esfuerzo mediante la dinamometría” (Alfonso, 2006, pp. 89 y 90).

    Por otra parte, algunas pruebas de terreno realizadas durante la actividad del entrenamiento, en el caso del boxeo, permiten conocer si está operando correctamente un proceso tan importante como es el de auto valoración de cualidades de rendimiento.

    Siendo la resistencia especial la cualidad física predominante en el éxito de un boxeador: resistencia a la fuerza y resistencia a la velocidad, combinando aspectos aeróbicos y anaeróbicos (perceptible en un alto ritmo de golpeo), nos interesa conocer cómo refleja en su mente un boxeador el estado de desarrollo que ha alcanzado en esa cualidad. Veamos un ejemplo.

    Mediante la investigación y labor de preparación psicológica de un boxeador del equipo nacional, se ha identificado que este presenta desorganización en su desempeño táctico sobre el ring. Lamentablemente, su baja auto criticidad sobre este aspecto de su rendimiento lo conducía frecuentemente a incurrir en los mismos errores, y a desobedecer las indicaciones que su entrenador le brindaba en la esquina durante los combates.

    ¿Qué le es posible hacer al psicólogo ante esta situación muy común?

    Tras la investigación correspondiente, descubrimos la presencia de un factor H de baja puntuación, encontrado en el 16 PF de Catell, que se manifiesta de manera estable y que tiene un importante componente hereditario según el autor. Dicha alteración guarda relación con un funcionamiento predominante del sistema simpático, activando reacciones emocionales propias de situaciones amenazantes, o de emergencia (Hardman, y otros, 1973, citado en González, 2004). Las conductas que de él derivan se caracterizan por un fuerte potencial excitatorio, tienden a ser intensas y desorganizadas; algo altamente nocivo para el desempeño en el boxeo.

    Luego de emplear otras pruebas que confirmaran nuestra hipótesis, desarrollamos un plan de intervención psicológica dirigido al entrenamiento y control de la excitación mediante gimnasias respiratorias, y mediante el empleo de la Terapia Activa de Rolf Frester.

    ¿Qué cambios observamos? En la medida en que el atleta fue cumpliendo el entrenamiento mental con la sistematicidad adecuada (algo que pocos deportistas logran), no solo fue mejorando su desempeño táctico, sino que también sus juicios autovalorativos acerca de sus ejecuciones parciales se tornaron cada vez más objetivos, más acertados, tendiendo a una más adecuada autovaloración. Así, durante una sesión de entrenamiento libre con guantes (sparring), frente a un contrario que particularmente le resultaba difícil a este atleta; los valores medios de autovaloración de acciones orientadas por su entrenador, distaban muy poco de la evaluación que a través del método de criterio de expertos, obtuvimos como referencia objetiva para compararlos. El índice de error autovalorativo era menor, pues sus juicios eran mucho más acertados, y era eso precisamente, y no el resultado de golpes recibidos o en contra, lo que empleamos como indicador de rendimiento psicológico. No es necesario fundamentar el valor que una adecuada autovaloración concede a un atleta en el control y reajuste dinámicos de sus acciones competitivas. Hemos encontrado hallazgos similares a los de González (1997), cuando plantea que dicha auto valoración parcial de rendimientos tiende a afinarse en la medida en que los contenidos de carga se tornan más específicos en cada deporte, en que el atleta se acerca a la fase de adquisición de la forma deportiva.

Conclusiones

    Cuando se tienen definidas las cualidades psicológicas más importantes que determinan el rendimiento de un atleta en su deporte; y por otro lado, se cuenta con procedimientos que las evalúen y demuestren relación con índices del producto de la actividad; nos encontramos en condiciones de comprometernos con un rendimiento psicológico. Por lo tanto, considero que sí se puede hablar de rendimiento psicológico, y es muy útil que así sea.

    Debemos aclarar que cualquier procedimiento o hipótesis que nos tracemos sobre el desempeño de los atletas, deberá contrastarse con indicadores de la actividad, como pueden ser los golpes propinados y recibidos; la relación entre golpes lanzados y golpes efectivos (porcentaje de efectividad), tiempo de desempeño mayor en una distancia que en otra, etc. Son estos los indicadores específicos que tendrá que optimizar el atleta para acceder a resultados superiores, mediante una aplicación adecuada de las cargas, respetando los principios de la ciclicidad, ondulatorio de las cargas, de la continuidad, aumento progresivo de las cargas y el concerniente a la relación entre la preparación general y especial (Matveev; citado por Morales Águila).

    En el deporte existe el axioma de que el resultado competitivo es multifactorial, o multicausal; y estamos de acuerdo con él, pero invitamos a que cada una de las dimensiones implicadas en el proceso de preparación del deportista, defina con mayor claridad el material sobre el que opera y construya indicadores más operativos, que nos permitan hacer ciencia con el máximo de certidumbre posible.

Bibliografía

Otros artículos sobre Psicología del Deporte

  www.efdeportes.com/
Búsqueda personalizada

EFDeportes.com, Revista Digital · Año 18 · N° 184 | Buenos Aires, Septiembre de 2013
© 1997-2013 Derechos reservados