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Fundamentos teóricos-metodológicos del proceso físico-terapéutico
en relación con el tratamiento de las secuelas neurológicas
de tipo cortical en boxeadores

 

*Prof. Asistente. Licenciado en Cultura Física

Máster en Actividad Física en la Comunidad, Doctor en Ciencias de la Cultura Física

Profesor-investigador del Centro de Estudios de Actividad Física en la Comunidad y Calidad de Vida

de la Universidad de Ciencias de la Cultura Física y el Deporte de la Facultad de Granma.

**Prof. Titular. Licenciado en Cultura Física. Doctor en Ciencias Pedagógicas

Profesor de la Universidad de Ciencias de la Cultura Física y el Deporte

Fundador de la Escuela Cubana de Boxeo. Gloria del deporte cubano

Odonel Martínez Barzaga*

odonel@inder.cu

Alcides Sagarra Carón**

asagarra@inder.cu

(Cuba)

 

 

 

 

Resumen

          En este capítulo se realiza una caracterización epistemológica del proceso físico terapéutico (PFT) en el Boxeo, que permite fundamentar su relación con el tratamiento a las secuelas neurológicas de tipo cortical desde la (CFT), en el mismo se devela el camino que se requiere para llegar a definir el objeto y el campo de la investigación, sobre la base de los elementos que conforman a ambos procesos y sus principales tendencias. Se enfatiza en la importancia del enfoque científico, tecnológico y social de la atención médica y de estas secuelas en el contexto deportivo, como esencialidad del accionar físico terapéutico y el lugar que ocupan para la restauración neurológica, precisando en la relación directa que poseen estas con la preservación de la salud e integridad física del boxeador. También es pertinente antes de abordar los aspectos biomédicos, tratar desde aproximaciones teóricas la importancia de la protección del hombre en el contexto biopsicosocial, lo cual constituye uno de los principales aspectos de consecuencia positiva a lograr, en el problema abordado en este campo de la ciencia.

          Palabras clave: Proceso físico terapéutico. Entrenamiento deportivo. Control vegetativo.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires - Año 18 - Nº 182 - Julio de 2013. http://www.efdeportes.com/

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Caracterización epistemológica del proceso físico terapéutico en el Boxeo

    De esta forma, es imprescindible abordar las diferentes avenidas de sentido tomadas para la concreción del objeto y el campo, y el porqué de la determinación de estos y no de otros como líneas esenciales de su caracterización. Es necesario examinar en primera instancia, el o los macro procesos implicados para la solución del problema planteado, y así determinar el pedestal de sustentación teórico-metodológica que es el lugar desde la ciencia, en el que se declaran categorías y relaciones fundamentales para el alcance del objetivo y particularizar desde la cultura del investigador las posibilidades concretas de solución; en el que se considera además que su accionar (el del investigador) no logra en su totalidad, abarcar toda la magnitud del objeto en cuestión.

    Para ello, hacia el resultado de la restauración neurológica del boxeador, se parte del macro proceso atención terapéutica en el Boxeo; el que está constituido por atenciones especializadas desde los diferentes saberes, ciencias o disciplinas: una atención psicológica, una atención clínica (farmacológica) y una atención física, los cuales se expresan en el Programa de preparación del deportista en el Boxeo, de Sagarra y Domínguez (2009).

    Por su parte, la atención psicológica emplaza acciones que desde lo psíquico, influye en la conducta del boxeador como actor de expresiones personológicas que favorecen el resultado y en cierta medida, delimita hasta qué punto el contexto deportivo constituye un mediador de altos potenciales de desarrollo humano; sin embargo esta atención queda confinada a transformaciones eminentemente conductuales y sociológicas, donde el accionar de la psicología queda limitada ante la solución de un daño de tipo orgánico, como el que ocasionan los golpes al cerebro.

    Asimismo coincidiendo con Roig (2006), la atención clínica para altas complejidades biológicas como las enfermedades del sistema nervioso, se aplica a través de procedimientos mediados generalmente por sustancias farmacológicas, que requiere que el atleta (en este caso el boxeador) sea descontextualizado (suspendido del entrenamiento) para que la terapia medicamentosa tenga mucho mejor efecto; pero además por los efectos secundarios que puede ocasionar, lo cual constituye en esta disciplina una limitante para la continuidad satisfactoria del proceso de entrenamiento deportivo.

    En ese sentido, y como lo reflejan las reglamentaciones del Comité Olímpico Internacional (COI), el uso de psicofármacos es definitivamente cuestionable por cuanto limita el desempeño óptimo y provoca un estado poco favorable, que aunque ofrece una vía segura de solución, se limita a restablecer la salud desde lo clínico con un método que puede ser particularmente invasivo al organismo.

    Por tanto, en consideración a la posición y el enfoque que se ofrece para atender a estas secuelas, es descartable la solución de las inconsistencias teóricas en lo psicológico y lo clínico que permita el ciclo ininterrumpido de su preparación boxística, y desde el alcance disciplinar que compete al autor de la investigación. En este sentido queda un espacio solo para el accionar de las ciencias de la Cultura Física; en tal sentido se crean las condiciones adecuadas de discriminación especializada para concretar así lo físico terapéutico como objeto de estudio.

    En lo referido a la determinación del campo, se tiene en cuenta las especificidades de este proceso el cual es contentivo de subprocesos, que particularizan las áreas corticales a la que se dirige la atención a determinadas lesiones que todavía no constituyen enfermedades del SNC, pero son la base de estas.

    De igual forma, dentro del proceso físico terapéutico se dispone de acciones de carácter externas; es decir para lesiones del Soma (fácticas), como las contracturas, desgarros y traumatismos varios, en el que se aplican terapias físicas con medicamentos, masajes, termoterapias y ejercicios con implementos y sin ellos.

    Sin embargo, la problemática planteada a la ciencia, se centra en la necesidad de atender a las lesiones (secuelas) neurológicas, internas y no perceptibles al examen clínico externo; las que con el paso del tiempo se acumulan y afectan al boxeador colocándolo en condiciones fisiológicas desventajosas.

    Cabe plantear entonces, que el carácter solapado y sutil de estas secuelas limita en una manera considerable, la adopción de posiciones fisioterapéuticas correctas, que permita además la concreción de un tratamiento que lleve a parámetros normales el estado neurofisiológico de quien practica Boxeo.

    Por ende, aunque el campo constituye al igual que el objeto, una visión subjetiva y abstracta de una parte de la realidad, es importante en aras de la delimitación más estrecha de este, concretar la objetividad de las lesiones en correspondencia con las diferentes divisiones y sub-divisiones del sistema nervioso; donde subyace, la actividad de los sistemas periférico y central; y de este último las funciones espinales, subcorticales y corticales.

    En este sentido, al considerar las distintas divisiones ofrecidas por Gython y Holl (1999), y no encontrarse comprometimiento de las funciones espinales y subcorticales en el diagnóstico, quedan así desechadas como parte del campo en el que se influye; no así las corticales donde se enmarcan la actividad eléctrica y superior cognitiva del cerebro, en la cual se hallan estas secuelas, que son hipotéticamente solubles mediante el accionar protagónico de la disciplina CFT y las teorías sobre las cuales se sustenta.

    Lo anterior se expresa como la esencia de un macro-proceso contentivo de acciones que no solo modifican al individuo, sino también al sub-proceso; el cual constituye la parte a transformar de dicho objeto, que es posible con la aplicación de ejercicios físicos terapéuticos.

El ejercicio como base del proceso físico terapéutico

    El ejercicio físico terapéutico en la problemática que se aborda es el eje fundamental para lograr lo que se denomina “la restauración neurológica en el boxeador”, ya que este posee marcado protagonismo en la atención terapéutica en el Boxeo de manera general.

    Aunque lo relativo a la acción físico-terapéutica de los ejercicios, es un tema bastante abordado en numerosas investigaciones como las de Popov (1988), Sentmanat (2003), Macías (2009) y otras, no deja de generar polémicas contradicciones alrededor del tipo, la dosificación y la adaptación del ejercicio a aplicar según la enfermedad o alteración existente, como si las propuestas físico-terapéuticas emergentes se puedan distanciar mucho de lo que planteó Pilates1.

    En tal sentido, estas contradicciones han permitido una aproximación desde la ciencia en un intento por solventar lagunas que se imponen en la aparición de nuevas y complejas enfermedades, sobre todo las del sistema nervioso central; no obstante caben muy pocas dudas, de que los ejercicios físicos como lo plantease Popov (1988), ejerzan un efecto de acción directa y multilateral al organismo.

    En el surgimiento de los ejercicios físicos, las condiciones de vida material y laboral, poseen un importante papel desarrollador, por la repercusión que tiene en las acciones del hombre, este como parte de fenómenos complejos se vale de la ejercitación y dinamizan su vida de manera espontánea o de forma proyectada de acuerdo al objetivo que se persiga.

    Los ejercicios físicos surgen por la influencia hacia el desarrollo multidireccional de las fuerzas físicas del hombre a fin de prepararlo para la vida y su subsistencia y más tarde por la necesidad de trasmitir la experiencia motora orientada.

    Para Pavlov (1987) “…los ejercicios físicos son movimientos intencionados y la base científica de la comprensión de la propia naturaleza…” ya que la peculiaridad que los distingue de otros movimientos está dado por su carácter consciente. Tales movimientos son inconcebibles sin un objetivo planeado y sujetos a la libre voluntad, que según Sechénov (1965) “…son dirigidos por la mente y la capacidad del esfuerzo.”

    Los ejercicios físicos poseen una amplia gama de efectos, estos no solo son empleados con un fin netamente rehabilitador, sino también con fines profilácticos y están determinados por la realización sistemática de una acción motora (ejercicios físicos) con prescripciones y dosificaciones científicas, los cuales se realizan en un tiempo planificado, para un descanso activo, en un desarrollo físico y psíquico individual.

    Las actividades físicas con fines terapéuticos, forman parte del amplio programa existente en las esferas de actuación del Instituto Nacional de Deportes Educación Física y Recreación (INDER)2; este presenta una estructura de dirección y de trabajo desde el nivel superior hasta la base, que se materializa a través de los recursos humanos que aplican los programas de salud en el país, con la finalidad de prestar la asistencia y atención fisioterapéutica a la población.

    En la práctica de la actividad física en todas sus modalidades, la realización de ejercicios físicos forma parte de la vida individual y social del hombre, por lo que esta no se separa de la intención con que se realiza, ya sea una intención terapéutica o la dirigida al bienestar físico.

    En este sentido Sechénov (1965) plantea en sus ideas que "La razón de la vida es la función orgánica; la maquinaria humana se desarrolla en base al movimiento, cada movimiento es una experiencia que supone una acción que aceptamos o rechazamos; sobre esa teoría se desarrolla el principio de que todo hombre invariablemente, trata de realizar aquello que más le satisfa­ce (ley del efecto)3; que todo hombre trata de realizar aquello que mejor realiza (ley de la madurez); que todo lo que realiza continuamente produce una mejor respuesta y promueve satisfacción (ley del ejercicio)."

    Los objetivos generales de todo programa de ejercicios físicos con fines terapéuticos están dirigidos al fomento, la divulgación, la planificación, la coordinación, la ejecución, el asesoramiento de la práctica física y la promoción de salud en todos los niveles sociales, de los que no está exenta la población deportiva, en el que las personas poseen como derecho la libre ejercitación; para ello en el caso de Cuba se facilita el acceso a una formación física y espiritual adecuadas.

    Haciendo un resumen de lo anterior, no se debe pasar por alto algunas consideraciones no menos relevantes que las tratadas en la parte inicial de este capítulo. Es casi imposible considerar un proceso de entrenamiento deportivo en el Boxeo o cualquier otro deporte, distanciado de las bondades que ofrece la actividad físico-terapéutica.

    De esta manera, queda claro que el acercamiento a elementos generales del proceso de preparación del deportista debe en todos los casos, realizarse bajo la conexión dialéctica de ambos procesos; en este sentido, se deben replantear ciertas concepciones no convencionales que distancian a lo físico terapéutico como un proceso lejano del entrenamiento; inclusive, en obras excepcionales como las de Harre (1988) o Forteza (1980), las actividades físico terapéuticas han sido consideradas con enfoque de “paliativo” y no como un proceso que va mucho más allá de crear condiciones físicas adecuadas al atleta.

    Por tanto, las cuestiones relacionadas con la optimización y efectividad del entrenamiento deben de partir del adecuado tratamiento de las condiciones traumáticas externas e internas, cuya solución debe darse en términos de diagnóstico clínico y atenciones físico-terapéuticas. En tal sentido, se impone la necesidad de aproximar el PFT en el contexto deportivo, en relación con los distintos cuerpos categoriales presentados en el tratamiento al problema, donde se expresa lo físico terapéutico como base fundamental del resultado deportivo.

El proceso físico terapéutico como parte del entrenamiento deportivo

    La relación de este proceso con el entrenamiento deportivo, parte de las concepciones esenciales de la tolerancia a la carga, y el concepto de “biologización”, por lo que la intolerancia al estrés del entrenamiento expresa una necesidad física que experimenta el cuerpo, en señales de alertas que se traducen a su vez en demandas de atención clínica o físico terapéutica.

    Autores como Forteza (1988) y Weineck (1978) plantean que “Hoy día, el entrenamiento deportivo ha sido invadido por una biologización en su metodología; no en balde se ha generalizado la definición de que el entrenamiento deportivo es en términos generales un proceso permanente de adaptación a la carga de trabajo…”; por tal motivo consideran que el punto de partida de cualquier estudio sobre la metodología del entrenamiento deportivo estará impuesto por el análisis de la denominada “Ley básica del entrenamiento”; aunque se reconoce lo polémico de tal argumento para quienes le confieren mayor importancia a otros aspectos de este proceso como lo es la parte técnica, táctica y el desarrollo de habilidades y capacidades.

    Por otra parte, Araujo y Barroto (1994) apuntan que el entrenamiento consiste en el sometimiento del atleta a un trabajo repetido que acaba por producir cambios morfofuncionales en sus sistemas de órganos que hacen su actividad deportiva más eficiente.

    Por tanto, esta invasión biológica a la que Forteza (1988) hace referencia está dada, entre otros elementos, por la relevancia que la actividad fisiológica del ejercicio toma ante las manifestaciones motrices de las habilidades y las capacidades, que en orden de jerarquía biológica, es priorizada la acción desde las estructuras del nivel más primario de la materia (celular) para asegurar las respuestas a las demandas de la actividad deportiva a niveles secundarios y macros-funcionales de esa materia.

    Referente al proceso de bioadaptación atlética se destacan varios estudios como los realizados por Harre (1988), Forteza-Ranzola (1989), Arnold-Mozo (2002) y Betancourt (2004); estos dirigen su atención a abordar el enfoque teórico partiendo de las bases de la Fisiología del ejercicio, lo cual ocupa un alto nivel de relevancia; tanto es así que en lo referido a la evolución histórica del proceso del entrenamiento deportivo, los citados investigadores insisten en el carácter biologicista del entrenamiento, que ha sido descuidado en muchas ocasiones por los especialistas (alta incidencia de desequilibrios morfofuncionales y lesiones) al priorizar otras dimensiones como la técnica y la táctica en aras de mejores resultados, sin considerar adecuadamente el papel decisivo de los procesos fisiológicos.

    En tal sentido, autores como Betancourt (2004) al enfatizar en los períodos de tránsito de este proceso (entrenamiento deportivo) y específicamente del período pre-científico, lo hace tratando algunas contribuciones importantes, que según dice, “merecen ser resaltadas”; estas contribuciones la encabeza la fisiología del deporte, como base teórica que sustenta la dinámica del proceso de entrenamiento y de las acciones físico-terapéuticas.

    Por otra parte, el establecimiento de las direcciones metodológicas que caracterizan la propuesta de la metodología, y como parte de los elementos que la conforman como contribución a la teoría y en relación con el cuerpo legal de este; es imprescindible sin desestimar los aportes de autores como Harre, Mozo y Weineck que hablan sobre las bases teóricas del entrenamiento; hacer énfasis en la relación entre los principios del entrenamiento deportivo, a los que hicieran referencia Forteza y Ranzola (1998), y los principios cardinales de la rehabilitación descritos por Moore (1980) en el que se considera lo planteado por Sentmanat (2003) en la adaptación de estos principios para la neurorrehabilitación específicamente, el cual contiene las esencialidades de un proceso de atención físico-terapéutica.

    La relación de estos grupos de principios es de carácter dialéctica, ya que se establece sobre identidades físico-motrices que buscan el desarrollo físico y espiritual y el cumplimiento de metas que hacen llegar al hombre a altos niveles del desarrollo humano. Tales principios contienen teóricamente elementos de correlación mutua, dados porque ambos grupos de principios son la manifestación física que el paciente (o en este caso el boxeador) realiza en una función orgánica y cohesionada, con propósitos predeterminados y homólogos; alcanzar estados biológicos, psíquicos y sociales cada vez más superiores.

    Estos principios están declarados de la siguiente forma:

  1. Encaminar el trabajo a logros superiores.

  2. Aplicar la carga en aumento progresivo.

  3. Debe conseguirse la continuidad del proceso.

  4. La carga debe ser aplicada con cambio ondulatorio.

  5. Tener presente el carácter cíclico del entrenamiento.

    Por otra parte, es importante señalar que tanto el entrenamiento como la rehabilitación cumplen con etapas de complejidades en su aplicación y su concepción, que guían y norma el adecuado desarrollo de los ejercicios físicos para que estos tengan efectos favorables sobre el ser humano.

    En relación a lo abordado hasta aquí, las bases de estos los principios planteados por de Moore (1980) constituyen los puntos cardinales que sustentan al sistema de rehabilitación, los cuales son retomados por Sentmanat (2003), como aspectos que pueden relacionarse no de manera contemplativa sino dialécticamente.

    Estos son declarados como:

  1. Prevención de la deprivación sensorial.

  2. Promoción de la participación activa del paciente.

  3. Deben repetirse los ejercicios con variación y sin ella.

  4. Lograr el convencimiento de lo útil de la actividad.

  5. Lograr la motivación del paciente.

  6. Seguir la ley del desarrollo cérvico-céfalo –caudal.

  7. Tener en cuenta la integración de las funciones nerviosas.

  8. Tener en cuenta el proceso de facilitación e inhibición.

  9. Mostrar paciencia y atención sensible y afectuosa al paciente.

  10. Forzar el proceso.

    Este último principio (Forzar el proceso) no se tiene en cuenta en la investigación, al valorar que los ejercicios físicos-terapéuticos a realizar por los boxeadores son de carácter activos libres, por lo que se considera su aplicación en fases tempranas donde no se manifiestan enfermedades crónicas como tal, si no alteraciones que pueden ser el principio de estas enfermedades en el SNC; de ahí el carácter profiláctico de estos ejercicios.

    Además, en el vínculo de estos principios con los fines de la rehabilitación, es importante tener presente la teoría de la “neuroplasticidad” planteado por Young y Delwade (1992) referidas con anterioridad, en el que se plantean las respuestas adaptativas del sistema nervioso a las cuales también se hace referencia.

    Es importante declarar que las secuelas pueden ser tratadas por tres vías fisiológicas en el proceso de atención físico-terapéutica a boxeadores; estas pueden ser definidas como:

  1. El efecto global, directo y multilateral del ejercicio físico en el organismo.

  2. La ejercitación dinámica de la actividad nerviosa superior cognitiva.

  3. La estimulación autónoma (vegetativa) para el control nervioso de la actividad electrocortical del cerebro.

    Por estos efectos sistémicos, es que se admite que la acción de los ejercicios físicos que realizan los boxeadores como parte de su programa de preparación física general y especial, aunque no son con intencionalidad terapéuticos, su acción implica un efecto multilateral y sistémico ya que de manera indirecta controla de cierta forma la activación acelerada de enfermedades del SNC, en lo que el autor considera un tipo de “profilaxis ingenua”4.

    Esta hipótesis puede ser aceptada si se tiene en cuenta la observación realizada a dos grupos de boxeadores activos y retirados, en el estudio de Martínez, O (2008); los boxeadores activos bajo la influencia de la práctica físico-deportiva de manera constante y los retirados fuera del contexto de actividad física permanente, donde estos últimos presentan mayor prevalencia en cuanto a las secuelas de tipo cortical encontradas, apreciándose una exacerbación de estas manifestaciones en la fase de retiro del boxeador.

    Esto sugiere que el proceso físico terapéutico para la reducción de estas secuelas durante la vida activa de estos boxeadores, es sin dudas una acción normo-compensadora, pero en su carácter profiláctico se adelanta en el tiempo, al incidir de forma favorable para la solución y atenuación de este flagelo.

Generalidades de la memoria y la actividad electro-cortical del cerebro como procesos fisiológicos

    Según los disímiles enfoques abordados en la fisiología humana en las obras de Luria (1982), Roca y col. (2009), Gython y Holl (1999), entre otros, dentro de las disímiles funciones corticales superiores, se resalta en la memoria y se reconoce que cualquier problema abordado desde el campo de la cognición se hace más difícil al tratar estos engranajes biológicos complejos. Siendo así, es muy claro que se desconocen los mecanismos neurales exactos en los procesos psíquicos superiores que se han intentado explicar durante décadas, y sobre todo lo referente a la memoria; sin embargo algo se ha podido demostrar, y es que los recuerdos fisiológicamente están originados por variaciones de la trasmisión sináptica de una neurona a otra, que a su vez, permiten que se creen nuevas vías de conexiones neurales o “vías facilitadas” para la propagación efectiva de la información en relaciones con las llamadas huellas mnemónicas situadas en la corteza del cerebro.

    Según estos estudios desarrollados, la capacidad de memoria tiene relación con la connotación de experiencias negativas que son rechazadas por el cerebro, de ahí que la mayor parte de la memoria humana es “memoria negativa”; dada por la capacidad del cerebro en seleccionar la información relevante y necesaria con el establecimiento de rangos de prioridad; de no ser así, el cerebro queda inundado en segundos de un cúmulo de información que carece de relevancia para las funciones mnemónicas.

    Por otra parte, como lo refleja Trápaga y col. la memoria operativa o memoria de trabajo está formada por varios subsistemas, a saber: un sistema supervisor (el ejecutivo central) y dos almacenes secundarios especializados en información verbal (el lazo articulatorio) y visual o espacial (la agenda visoespacial).

    El ejecutivo central coordina los recursos del sistema y los distribuye por diferentes almacenes, denominados esclavos, según la función que se pretenda llevar a cabo. Se centra, por lo tanto, en tareas activas de control sobre los elementos pasivos del sistema; en este caso, los almacenes de información.

    El lazo articulatorio o bucle fonológico, por su parte, se encarga del almacenamiento pasivo y mantenimiento activo de información verbal hablada. El primer proceso hace que la información se pierda en un breve lapso de tiempo, mientras que el segundo (repetición) permite refrescar la información temporal. Además, este responde a la trasformación automática del lenguaje presentado de forma visual a su forma fonológica, por lo que, a efectos prácticos, procesa la totalidad de la información verbal.

    Esto se demuestra cuando se trata de recordar una lista de letras presentadas de forma visual o auditiva: en ambos casos, una lista de palabras de sonidos semejantes es más difícil de recordar que una en la que éstas no sean tan parecidas. Asimismo, la capacidad de almacenamiento del «lazo articulatorio» no es constante como se creía, sino que disminuye a medida que las palabras que deben recordarse son más largas.

    La agenda visoespacial es el almacén del sistema que trabaja con elementos de carácter visual o espacial. Como el anterior, su tarea consiste en guardar este tipo de información. La capacidad de almacenamiento de elementos en la agenda visoespacial se ve afectada (como en el lazo articulatorio) por la similitud de sus componentes, siempre y cuando no sea posible traducir los elementos a su código verbal (por ejemplo, porque el «lazo articulatorio» esté ocupado con otra tarea). Así, será más difícil recordar un pincel, un bolígrafo y un lápiz que un libro, un balón y un lápiz.

    Estos mecanismos selectivos de la memoria, constituyen esenciales pilares teóricos, que son en última instancia la vía para justificar el logro de resultados positivos en el tratamiento de esta importante función fisiológica, partiendo del enfoque integral del proceso rehabilitador y considerando así la conciencia como una de las manifestaciones de la memorización, clave en la necesidad de incorporarse a un proceso de vital importancia, como lo es la restauración neurológica en boxeadores.

    Por ende se asumen las clasificaciones de memoria según Gython y Holl (1999) atendiendo a su función fisiológica en el espacio y tiempo en el que perduran los recuerdos almacenados, lo cual es la clasificación más general.

    Entre ellas están:

  1. Memoria a corto plazo, que incluye recuerdos que duran segundos o lo sumo minutos; a menos que se transforme en memoria a plazo más largo.

  2. Memoria a largo plazo intermedia, que dura días o semanas; pero que termina por perderse.

  3. Memoria a largo plazo, que una vez almacenada puede recordarse durante años, incluso toda la vida.

    Considerando los aportes de Young & Dewale (1992), cabe plantear que la actividad física en este sentido, estimula los procesos metabólicos que construyen nuevas vesículas para la liberación de neurotransmisores y que guardan las bases bioquímicas funcionales en la propagación del impulso nervioso para el proceso de memorización.

    En este sentido cabe señalar, que el resultado integral de las funciones corticales superiores radica en una adecuada función del proceso de memorización, donde han existido varios aportes a esta vital actividad que identifica a la especie humana como una especie racional.

    Los aportes realizados por Paul Broca (1861) y Carl Wernike (1874), respectivamente, constituyen las propuestas más acertadas en establecer localizaciones de las mismas en la corteza del cerebro, que son validadas con los experimentos realizados en este campo de las neurociencias. La conjugación de una serie de patrones complejos como la inteligencia y el pensamiento se conectan con la memoria a través de una estrecha relación funcional con el resto de la ANS.

    De igual forma, los componentes de las funciones superiores de la corteza se recogen en gran medida en el resto de las funciones, las cuales son expresiones de lo que se conoce como los patrones conductuales y emocionales del hombre y que responden a los centros hipotalámicos para su control nervioso.

    Por su parte, las bases fisiológicas del cerebro se establecen en gran medida, sobre la actividad de las células nerviosas en los denominados potenciales de acción, en la transmisión del impulso nervioso de neurona a neurona, para el desarrollo de los procesos excitatorios e inhibitorios, que garantizan la adecuada actividad de los componentes sistémicos centrales; sin los que el resto de funciones corticales superiores, como la memoria, el lenguaje, el aprendizaje, la conducta y el pensamiento, no pueden ocurrir.

    De ahí deviene la importancia de esta actividad que consiste esencialmente en el intercambio complejo de información de varios grupos neuronales, mediante su mecanismo básico; la sinapsis, la que está a su vez mediatizada por mecanismos funcionales, de sumación y facilitación.

    La sinapsis se produce en el período en que se registra actividad electro-química pre-sináptica y otra post-sináptica; si esta condición no está creada, no se concreta el fenómeno de sinapsis; en tal sentido este suceso fisiológico obedece a la “ley del todo o nada”5 el cual consiste en que el impulso nervioso se produce o no se produce; es decir no existen términos medios. Estas condicionantes a las que se hace referencia, pueden explicar por qué en los boxeadores estudiados en esta investigación, se declara en término “absoluto”, que presentan alteraciones de la actividad electrocortical (secuelas) o no la presentan.

    De igual forma, en dicha actividad sináptica, se liberan neurotransmisores ionizados con base química, cuya cancelación de carga provoca la activación de receptores específicos que, a su vez, generan otro tipo de respuestas químico-eléctricas, cada neurona se comunica, al menos, con otras mil neuronas y puede recibir, simultáneamente, hasta diez veces más conexiones de otras.

    Se estima además, que en el cerebro humano adulto hay por lo menos 1014 (a la catorce) conexiones sinápticas (aproximadamente, entre 100 y 500 billones), en niños alcanza los 1000 billones; este número disminuye con el paso de los años, estabilizándose en la edad adulta.

    Las sinapsis permiten a las neuronas del sistema nervioso central formar una red de circuitos neuronales, que son cruciales para los procesos biológicos que subyacen bajo la percepción y el pensamiento. También son el régimen fisiológico mediante el cual el sistema nervioso conecta y controla todos los sistemas del cuerpo.

    En tal sentido como lo plantearan Ramírez y Anillo (2007) se puede comprometer en una medida significativa el proceso de conexiones sinápticas, si se interfiere de alguna forma las vías de liberación y captación de neurotransmisores por la membrana post-sináptica o pre-sináptica; este fenómeno ocurre con frecuencia en el Boxeo como producto de la acción traumática de los golpes, provocando un tipo de lesión conocida como “lesión axonal”; donde el axón de la neurona queda imposibilitado de trasmitir el impulso nervioso, y por consiguiente la liberación adecuada de neurotransmisores, afectándose de esta forma la actividad neurocortical óptima.

    La modificación de los parámetros sinápticos como lo plantearan Junqué (1999) y Robert-Corsellis (2001) puede afectar el comportamiento de los circuitos neurales y la interacción entre los diferentes módulos que componen el sistema nervioso (modal); dichos cambios están englobados en un fenómeno conocido como neuroplasticidad.

    De esta forma la actividad cefálica, el sueño, las ondas cerebrales (actividad electrocortical) y la epilepsia, están controladas por una potente actividad del sistema nervioso autónomo o vegetativo como también se le conoce; donde prevalecen las dinámicas del equilibrio entre los procesos excitatorios e inhibitorios. Este sistema es integrado por dos subsistemas; el sistema parasimpático y el sistema simpático; el primero con una función mayormente inhibitoria, mientras que el segundo con una función mayormente excitatoria.

    Estas funciones pueden ser utilizadas de forma ideal para lograr el equilibrio entre la irritabilidad y el sufrimiento de la corteza del cerebro; la irritabilidad con ondas asincrónicas rápidas por encima del umbral de excitación y el sufrimiento cortical con ondas asincrónicas lentas por debajo del umbral de excitación; por lo tanto con una estimulación al sistema simpático se influye sobre las ondas cerebrales lentas que están por debajo del funcionamiento normal y con la estimulación al sistema parasimpático se influye sobre las ondas cerebrales rápidas que están por encima del umbral de excitación, con la finalidad de llevar ambas actividades eléctricas a estados normales (efecto parasimpático lítico).

    El sistema simpático se localiza con mayor distribución anátomo-fisiológica de los cordones espinales en la región del tórax (el tronco) desde D1-L2; así mismo el sistema parasimpático se localiza con mayor distribución anátomo-fisiológica de los cordones espinales en la región cervical (cuello) y sacra (espalda baja) C1-C5 y S1-S5; por lo tanto los movimientos del cuerpo en estas zonas activan estos sistemas; de modo que los movimientos del cuello, pelvis y las piernas estimularían al sistema parasimpático contribuyendo así al efecto inhibitorio del SNC en mayor medida; de igual forma, los movimientos de hombros, brazos y tronco, activan al sistema simpático contribuyendo así al efecto excitatorio del SNC en mayor medida(efecto simpático mimético); estas bases teóricas constituyen la fundamentación para la adaptación de ejercicios físicos terapéuticos en secuelas electrocorticales.

    En relación a lo planteado, el control nervioso para estas funciones, puede ser potenciado desde la actividad físico-terapéutica, en el que se tiene en cuenta las propiedades de adaptabilidad del cerebro desarrolladas por los diversos mecanismos plásticos declarados en la obra del colectivo de autores (2006) del ISCF, y la distribución anátomo-fisiológica del SNC; donde se consideran las condiciones fisiológicas anormales; que posibilita un oportuno empleo de la herramienta de potenciación físico-terapéutica, como lo es el caso de la metodología.

    Como parte de esta interacción entre los componentes de las ciencias de la medicina del deporte, la fisiología, las neurociencias y otras, se utiliza la restauración neurológica; la cual es catapultada con las propiedades complejas y especiales a la vez, del diseño biológico adaptable del cerebro a través de la disciplina Cultura Física Terapéutica, aunque ello implique que se prescinda de la acción clínico-farmacológica, por considerarse innecesaria en estos casos, los cuales no pueden catalogarse como individuos enfermos.

Conclusión

    El acercamiento a los elementos teóricos referente a las secuelas neurológicas en el Boxeo expresan que estas constituyen una problemática abordada por disímiles investigaciones donde existen aportes y concepciones teóricas de relevante importancia en el tratamiento al problema referido, sin embargo, se manifiesta el insuficiente tratamiento de este fenómeno desde el proceso de entrenamiento deportivo en el Boxeo, en la que se ofrezcan propuestas científico-metodológicas y/o acciones físico-terapéuticas concretas para la solución del problema en el campo de las secuelas neurológicas en el boxeador.

Notas

  1. El alemán Joseph Hubertus Pilates, ideó un método físico terapéutico basándose en su conocimiento de distintas especialidades como gimnasia, traumatología y yoga, uniendo el dinamismo y la fuerza muscular con el control mental, la respiración y la relajación.

  2. El Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (INDER), es un organismo que se encarga de la gestión deportiva, la educación física y la recreación en Cuba, se funda el 23 de febrero de 1961, amparado en la Ley 936, la sede de la dirección se encuentra ubicada en el Coliseo de la Ciudad Deportiva en la Ciudad de La Habana.

  3. La Ley del Efecto, formulada por Edward Thorndike (1906), es una ley sobre el comportamiento de corte conductista. Según esta ley, las respuestas que sean seguidas (contigüidad) de consecuencias reforzantes serán asociadas al estímulo y tendrán mayor probabilidad de ocurrencia cuando el estímulo vuelva a aparecer. Por el contrario, si la respuesta al estímulo va seguida de una consecuencia aversiva, la asociación será más débil, con lo que la probabilidad de ocurrencia será menor. En esta ley se basan muchas de las teorías formuladas por B.F. Skinner, principalmente con las teorías del reforzamiento tanto positivo como negativo en la psicología conductista

  4. “Profilaxis ingenua” es un término utilizado por el autor de la tesis, tomado como referencia de las investigaciones realizadas por el doctor en ciencias pedagógicas Rolando Zamora Castro, en el que hace referencia al “Desentrenamiento ingenuo”, término referido en consultas realizadas para el desarrollo y perfeccionamiento de la presente tesis.

  5. La Ley del todo o nada, es un mecanismo electro-químico que ocurre en los potenciales de acción de las membranas celulares, cuyas condiciones fisiológicas para que ocurra la transmisión del impulso nervioso están sujetas a la descarga iónica necesaria para la propagación de este impulso si y solo sí, sobrepasa el umbral de excitación necesario que condiciona las puertas de voltajes para el adecuado transporte de Sodio y Potasio.

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