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Lesiones más comunes en el deporte esgrima

 

*Profesor/a Principal de Esgrima

EIEFD “Escuela Internacional de Educación Física y Deportes

**Entrenador de Esgrima Combinado Deportivo Príncipe, categoría escolar

(Cuba)

Lic. Grettel Polo Bugallo*

Esp. Adolfo Polo Jiménez**

Esp. Ramón Luis Hernández León*

grettelpb@eiefd.co.cu

 

 

 

 

Resumen

          Primeramente es importantísimo Educar al deportista en utilizar careta y guante Siempre que se haga trabajo con arma o brazo estático armado. Los accidentes no avisan. Los accidentes no avisan. En las clases libres (sin secuencia previsible) utilizar también chaqueta, equipo completo durante los asaltos de entrenamiento y mantenimiento regular del equipo eléctrico y de la instalación. El calentamiento y el estiramiento cumple funciones de paulatina irrigación muscular y estiramiento músculo-tendinoso que ayuda a prepararse para la acción deportiva y evitar lesiones (10-15 minutos). A la vez supone un periodo breve de concentración y visualización del asalto que se va a emprender. Es un componente imprescindible de la preparación deportiva. Secuencia tras la lesión una vez ocurrida, urge un diagnóstico precoz y acertado para iniciar el tratamiento adecuado. Seguido el tratamiento correcto, se emplearán técnicas rehabilitadoras, respetando los tiempos de recuperación. Es por ello que el objetivo de nuestra investigación es conocer las lesiones más frecuentes que se presentan en los esgrimistas.

          Palabras clave: Lesiones. Esgrima. Rehabilitación. Tratamiento.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 18, Nº 179, Abril de 2013. http://www.efdeportes.com/

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Introducción

    Ante una lesión concreta deben tenerse en cuenta muchos factores, como edad, tipo constitucional, nivel de entrenamiento, lesiones previas, enfermedades concomitantes y mecanismo de la lesión. Si bien la mayoría de las veces la lesión se puede atribuir a un hecho concreto o carga excesiva, en deportes como la esgrima, en los que los gestos se repiten muchas veces a lo largo del entrenamiento, la duración de la carga es un factor de suma importancia. Así, cargas pequeñas pero repetidas un número elevado de veces pueden ser causa de lesión, teniendo en cuenta que, a menor intensidad, se necesita un mayor número de repeticiones, y viceversa.

    Muchas lesiones consideradas “menores” (tendinitis, periostitis, mialgias, etcétera) son debidas a este mecanismo y, a menudo, son señales de alarma ante las que se han de adoptar medidas adecuadas; cuanto más se retrase la curación, más se complicará el cuadro.

    Estas lesiones “por abuso” son muy frecuentes en esgrima (epicondilitis, rodilla de saltador, etc.). Suelen adoptar un curso crónico que ruede llegar incluso a obligar al reposo absoluto. Para evitarlas, lo primero que se debe hacer es lo que se denomina “reposo activo”. Es decir, no cargar la zona lesionada más allá de sus límites fisiológicos, adecuando el entrenamiento de manera que la zona lesionada se adapte gradualmente.

    Si se consigue una musculatura fuerte y una coordinación correcta, el riesgo de lesiones disminuirá.

Desarrollo

    La esgrima no es un deporte especialmente propicio para las lesiones agudas, aunque, por supuesto, existen; sin embargo, los procesos subagudos o crónicos en tiradores de vida deportiva larga son frecuentes, especialmente cuando no se detectan ni se tratan a tiempo en frases tempranas.

Las lesiones específicas en esgrima

Lesiones del hombro

    El hombro se afecta de forma similar en las 3 armas, aunque quizá exista una mayor incidencia en sable por comprometer más esta articulación. La inmensa mayoría afecta al hombro del brazo armado, siendo la proporción entre procesos agudos (luxaciones, fracturas, etcétera) y crónicos favorable a estos últimos.

    Durante las acciones de esgrima el hombro realiza pequeños movimientos de abducción y extensión, especialmente, sufriendo la musculatura una gran tracción para dotar de mayor potencia al brazo armado. Estos hechos favorecen la aparición de procesos inflamatorios crónicos.

    Las lesiones más frecuentes son:

A.     Periartritis: Síndrome doloroso por sobrecarga repetida del tendón de la porción larga del bíceps y del supraespinoso. Afecta solamente al brazo armado.

    Para prevenirlo se recomienda realizar siempre ejercicios calentamiento durante 7 u 8 minutos, que incluyan movimientos de rotación externa y abducción, comenzando por excursiones mínimas hasta llegar al máximo grado de movilidad.

    Cuando el proceso aparece requiere reposo entre 20 y 60 días, tratamiento médico antiinflamatorio, fisioterapia y posterior rehabilitación. Ocasionalmente pueden ser necesarias otras medidas terapéuticas.

B.     Tendinitis bicipital: Lesión muy frecuente según las estadísticas. Se debe al manejo del arma y al peso de la misma, al estar el brazo en ligera elevación anterior con el codo en flexión, así como a los rápidos movimientos a que se somete el hombro. Es una lesión típica por sobrecarga.

    Inicialmente se caracteriza por dolor y sensibilidad al palpar el surco bicipital y desplazarse el tendón al realizar movimientos de rotación exterior e interior del brazo.

    En principio se trata con frío y antiinflamatorios, pero si el dolor persiste es obligatorio el reposo y pueden ser necesarias otras medidas.

Lesiones del codo

    El codo se afecta con frecuencia en esgrima, comprometiéndose casi exclusivamente el brazo armado. Parece existir mayor incidencia en espada, por tratarse del arma más pesada y la que realiza incursiones más acentuadas para alcanzar el blanco.

    En estas lesiones la intervención del entrenador es decisiva, ya que mientras en otros deportes se puede variar el equipamiento (p. ej. la raqueta), no ocurre así en esgrima, y por ello la corrección del gesto es imprescindible. En fase aguda, el reposo deportivo es útil, no así en la fase crónica como medida aislada.

    Los entrenadores deben incluir programas específicos para reforzar los músculos del antebrazo con pesos pequeños (inferiores a 2 kg.) realizando contracciones musculares rápidas y repetidas. Además, se hará una observación y corrección individualizada de los problemas técnicos.

    Otros medios útiles en la prevención son la aplicación de frío local tras la ejecución de ejercicios de riesgo y el empleo de ortesis que reduzcan la tensión a nivel de la inserción muscular. Los movimientos más peligrosos son la extensión del codo y la pronosupinación del antebrazo con flexión dorsal de la muñeca.

Epicondilitis humeral

    Aparece en tiradores generalmente con muchos años de práctica deportiva. Consiste en una inflamación a nivel de la inserción de los músculos extensores de la muñeca y de los dedos y de los músculos supinadores del antebrazo. Sus causas, además de las anteriormente mencionadas, incluyen el peso de las armas y las vibraciones producidas por el choque de éstas, que se transmiten por el brazo armado. Así, aparece un proceso inflamatorio crónico que se manifiesta como dolor en la cara externa del codo y que puede irradiarse a brazo y antebrazo, debilidad de muñeca (a veces no pueden dar la mano), dolor a la presión en epicóndilo y al ejecutar la flexión dorsal de la muñeca contra resistencia, etcétera.

    Durante la fase aguda se debe aplicar frío y evitar los movimientos dolorosos. Se administrarán analgésicos antiinflamatorios y pueden ser de utilidad las infiltraciones locales. El calor podrá ser a aplicado al cabo de 3 ó 4 días y, tras la fase aguda, se realizarán ejercicios de movilidad, fuerza y resistencia específicos de antebrazo.

    En ocasiones, se recomienda el empleo de coderas de descarga. Además de esta lesión, pueden aparecer otros procesos, tales como epitrocleitis, lesiones a nivel de inserción distal del tríceps, etcétera.

Lesiones de muñeca y mano

    Las lesiones más frecuentes son los hematomas y pequeñas contusiones, aunque no es raro observar procesos crónicos a nivel de la mano armada, corno la tendinitis del extensor ulnar o la estiloiditis radial, secundarios a microtraumatismos repetidos. Las lesiones ligamentosas a este nivel pueden darse con relativa frecuencia.

    A nivel de los dedos son muy frecuentes las artritis traumáticas, como consecuencia del choque de las armas.

    En espada, la mano constituye un blanco habitual, produciéndose además los tocados con una cierta velocidad angular. La repetición continua de estos traumatismos sería, de no contar con una buena protección, causa de formas dolorosas.

    La empuñadura puede influir también en el tipo de lesión, así la anatómica es menos fatigante que la francesa que, sin embargo, permite movimientos más amplios.

    Los desgarros ligamentosos parecen ser más frecuentes en la mujer, por presentar una hiperlaxitud que los favorece. En estos casos son útiles los vendajes tipo “tape”. La inmovilización sólo se emplea en lesiones severas o en tenosinovitis agudas.

    Una lesión relativamente frecuente es la que afecta a la articulación metacarpoalángica del pulgar, y más concretamente, al ligamento del lado cubital. Se debe a una brusca inclinación radial del pulgar inducida por el puño del arma en una acción violenta. La lesión se manifiesta por dolor al mover la articulación y a la presión, derrame, hematoma e inestabilidad articular. Si la rotura es parcial, la movilización debe ser precoz, para evitar rigideces.

    Otras lesiones como fisuras y fracturas de los metacarpianos y falanges son menos frecuentes de lo que pudiera pensarse, siendo su causa los choques directos, y dándose más en el arma de sable.

Columna vertebral. Lumbalgias

    Los episodios de lumbalgia aguda suelen ser de causa muscular. Parece estar favorecidos por la sobrecarga funcional que supone la hiperextensión lumbar que aparece cuando el tirador recula (romper), especialmente si imprime movimientos de rotación al tronco.

    Un proceso que requiere especial atención es la llamada “escoliosis del esgrimista”. La esgrima es Un deporte asimétrico, pero durante su práctica se utilizan la casi totalidad de, los músculos, unos como efectores (hemicuerpo armado) y otros como compensadores (hemicuerpo no armado), lo que provoca un desarrollo diferente de cada hemicuerpo que puede exagerar la sensación de presencia de escoliosis. Los dos movimientos más típicos de la esgrima (fondo y guardia) hacen que la columna se desvíe en sentido contrario en cada uno de ellos, por lo que se compensarían si no fuese por la mayor permanencia en la posición de guardia.

    Cuando se practica esgrima en fases de crecimiento, puede aparecer una ligera escoliosis dorsal de concavidad dirigida hacia el brazo armado. También se ha observado que la impresión de deformidad es más evidente en zurdos.

    Ante una lumbalgia, debe consultarse al médico para que establezca el diagnóstico y tratamiento adecuados, pues no es infrecuente la detección de otras anomalías, tales como la espondilolisis, que requieren una atención especial.

    La lumbalgia, aguda obliga a guardar reposo, descansar en cama dura y la aplicación de calor como medidas iniciales, evitando los movimientos de flexión o rotación de la columna. Los relajantes musculares y antiinflamatorios son también útiles. Cuando las recidivas son frecuentes, el tratamiento es más complejo.

    El empleo de fajas y corsés sólo se recomienda en episodios agudos y durante períodos cortos, pues favorecen la aparición de atrofias musculares.

    La realización de ejercicios de compensación muscular y potenciación, junto con la natación y otras medidas higiénico - posturales, son útiles en la prevención de este proceso.

Cadera

    Las lesiones de cadera son poco usuales en esgrima, aunque en algunos casos se ha descrito la aparición de cierto grado de artrosis en tiradores veteranos, cuya causa podría encontrarse en la rotación externa mantenida del miembro inferior más adelantado, junto a los microtraumatismos repetidos sobre el cartílago, derivados del choque del pie contra el suelo al realizar el fondo. Este problema aparecería sólo tras largos años de práctica, por lo que su atribución a la práctica deportiva es dudosa.

Rodilla

    La articulación de la rodilla es la más frecuentemente afectada por lesiones derivadas de la práctica esgrimística. En nuestra experiencia, más del 90 por 100 de las intervenciones realizadas a componentes de los equipos nacionales españoles ha sido a consecuencia de lesiones de rodilla.

    Estas lesiones, al igual que en otras áreas, pueden tener carácter agudo o crónico. Entre las primeras, son destacabas las lesiones meniscales a nivel interno y externo, las lesiones de los ligamentos colaterales y las lesiones de los ligamentos cruzados. Dichas lesiones ligamentosas son generalmente parciales y la inestabilidad franca de la articulación es rara; su sintomatología es típica y el tratamiento no difiere del de otros deportes. Otras lesiones agudas son muy poco frecuentes.

    Por lo que respecta a las lesiones crónicas, no es raro el hallazgo de condromalacia rotuliana de diverso grado, que requiere reposo prolongado, pautas específicas de musculación de cuádriceps e incluso cirugía.

    Las lesiones tendinosas son también frecuentes, especialmente a nivel del tendón rotuliano y tendón del cuádriceps en su inserción en polo proximal de la rótula. Suele tratarse de tendinitis o pequeñas roturas, sobre todo a nivel de la inserción ósea.

    Algunos procesos son habituales cuando cambia la intensidad del entrenamiento o el tipo de suelo, y pueden adoptar un curso crónico. Este es el caso de la “rodilla de saltador”, que se caracteriza por dolor en el polo inferior de la rótula, a nivel de la inserción el tendón rotuliano que aumenta durante el ejercicio al flexionar en carga la rodilla, quedando cierto grado de dolor y rigidez tras el mismo. El proceso suele responder bien al reposo deportivo, junto a los tratamientos convencionales; también es útil la colocación de bandas de descarga del tendón rotuliano. Si no se trata, puede producir cuadros recurrentes prolongados. Se ha detectado una incidencia especial de este proceso en deportistas en edad de crecimiento; también en esa fase se ha comprobado la existencia de algunos casos de enfermedad de Osgood-Schiatter o periostitis por tracción de la tuberosidad tibial.

    La patogenia de estas lesiones se basa en principios de tipo biomecánica y en la tracción no equilibrada que el cuádriceps ejerce sobre la rótula y el tendón rotuliano. Parece ser que, cuanto mayor es la talla, más frecuentes son las lesiones a nivel del aparato extensor de la rodilla.

    La extensión incompleta de los miembros inferiores, típica de la posición de guardia, las salidas sucesivas en carga al ejecutar movimientos como el fondo o la flecha y el alto número de veces que se repite el movimiento son determinantes para la lesión.

    Las lesiones agudas de meniscos y ligamentos son debidas a movimientos bruscos combinados (flexión, rotación, varo, valgo),

    La prevención de estos problemas pasa por múltiples factores coincidentes (técnica, suelos, intensidad de los entrenamientos, desarrollo muscular, tendinoso y ligamentoso adecuado, etcétera). Siempre que se sospeche lesión, debe consumarse con el médico, pues cada proceso tiene un tratamiento específico que debe instaurarse precozmente.

    El empleo de rodilleras especiales u otras ortesis puede ser de unidad, pero debe evitarse su uso prolongado salvo en casos excepcionales.

Lesiones del tobillo y del pie

    Se trata de lesiones muy frecuentes en esgrima. Antes de mencionarlas, hay que señalar que es muy importante corregir los desequilibrios estáticos de apoyo del pie con plantillas adecuadas cuando ello sea necesario. Además han de tenerse en cuenta tanto la calidad de las pistas como del calzado utilizado para la práctica deportiva.

A.     Esguinces de tobillo: Es ésta la lesión más frecuente, en la que se afectan, sobre todo, los ligamentos de la cara externa como consecuencia de la inversión (supinación) del pie.

    Suelen ser de grado I o II y, por lo tanto, no quirúrgicos. En el grado I la inmovilización es corta y se suele realizar con vendaje tipo “taping” o similar. En el grado II el reposo es más prolongado (un mes, aproximadamente) y puede requerir yeso. El grado III suele precisar de intervención quirúrgica.

    Las primeras medidas a adoptar son la aplicación de frío, reposo y elevación del miembro durante 48 horas, debiendo consultar al médico.

    Tras la inmovilización es imprescindible la rehabilitación para prevenir la inestabilidad articular. El “taping” bien acoplado y la gimnasia propioceptiva son fundamentales, así como la aplicación de frío tras los entrenamientos.

    Existen diversos tipos de tobilleras estabilizadoras y botas reforzadas que pueden ser utilizadas en determinados casos.

B.     Talalgia: Es el dolor persistente a nivel del talón. Afecta al pie adelantado y su causa es la repetición del fondo en el cual el pie (calcáneo) choca contra el suelo con el peso del cuerpo.

    En la prevención del proceso es muy importante evitar los suelos duros, aconsejándose el empleo de calzado con suela espesa y elástica en el talón. También pueden utilizarse teloneras especiales, de caucho o silicona, que absorban el choque.

C.     Tendinitis: La más frecuente es la del tendón de Aquiles, aunque no puede considerarse habitual. El cuadro se caracteriza por dolor local que aumenta con el movimiento, tumefacción y crepitación a la palpación. Es más propia de sujetos desentrenados que inician un entrenamiento intenso, o de sujetos entrenados que cambian de suelo, calzado o técnica. El proceso puede cronificarse, lo que dificulta su tratamiento. Un estiramiento y calentamiento adecuado y material correcto previenen la lesión.

    Una vez instaurado el proceso, el reposo, las teloneras de descarga (aproximadamente 1 cm.), antiinflamatorios y fisioterapia son los medios utilizados, junto a un programa específico de ejercicios. Las infiltraciones están contraindicadas. Las roturas parciales o totales son rarísimas, pero ensombrecen notablemente el pronóstico cuando aparecen.

D.     Plantalgia: El proceso más frecuente es la fascitis plantar. Suele aparecer a consecuencia de despegues enérgicos, giros rápidos o pronación excesiva del tobillo. La lesión puede también afectar la inserción de la fascia con inflamación a ese nivel.

    La clínica viene dada por dolor al cargar el pie, andar de puntillas o sobre los talones, rigidez era matutina, dolor a la presión, etcétera. Para prevenirla, el calzado no debe ser ni demasiado rígido ni demasiado blando; se harán ejercicios de flexibilidad, aplicación de frío, etcétera. Además del tratamiento médico, se emplean vendajes de descarga tipo “tape"cuando la tensión es excesiva, se recomienda aumentar la altura del arco plantar con plantillas.

E.     Contusiones traumáticas: Son más habituales en la espada, por constituir el pie parte del blanco válido.

F.     Otras lesiones del pie: Incluyen formas dolorosas en las cabezas de los metatarsianos por sobrecarga funcional o defectos de apoyo, fracturas de “estrés”, sesamoiditis, síndrome del tibial anterior, neuroma de Morton, etcétera. La inflamación y los derrames hemáticos de las bolsas qué almohadillan el pie también son frecuentes.

    El esgrimista debe evitar la aparición de callosidades y recortar correctamente las uñas problemas, que, aunque simples, pueden producir ocasionalmente molestias desagradables.

Otras lesiones frecuentes en esgrima

A.     Calambres musculares: Son muy frecuentes, En su aparición intervienen muchos factores (temperatura, sudoración, estrés e, incluso, el grado de concentración).

    Su prevención se basa en un buen entrenamiento general, calentamiento correcto e hidratación adecuada Cuando se presenta, debe pararse y obligar al tirador a contraer el músculo o músculos que realicen la acción contraria al músculo afectado, El movimiento no debe ser forzado y es bueno el masaje en la zona. A veces se catalogan como calambres lesiones musculares más importantes, Ante cualquier duda, se mantendrá en reposo con frío y se consultará al médico, pues otras medidas, como el masaje o el calor, están contraindicadas en el momento inicial de las roturas musculares.

B.     Contracturas: También son frecuentes, A menudo obligan a guardar reposo deportivo. Suelen aparecer tras sobrecargas de trabajo, especialmente al final de temporada.

    Cuando sea necesario el reposo, éste no debe ser excesivo (10 días como máximo), pudiendo recurrir también a relajantes musculares, masaje y medidas fisioterapéuticas. La vuelta a la actividad no debe ser brusca, por el riesgo de recidivas.

C.     Hematomas: Muy frecuentes, pueden ser causados por el impacto del arma o por choques cuerpo a cuerpo.

    En florete y espada suelen ser puntiformes, mientras que en sable pueden ser lineales, dadas las características del tocado.

    En mujeres pueden darse a nivel de la mama, por el choque de la cúpula protectora, o a nivel le la prolongación auxiliar, generalmente no bien protegida.

    Su prevención pasa por el uso de protecciones algunas obligatorias, como en el caso de las mujeres, y otras opcionales, que pueden variar según el arma (espinillera, coquillas, etcétera). Se tratan con frío y pomadas de heparina, no siendo necesario habitualmente otro tratamiento.

D.     Lesiones músculo-tendinosas: Pueden deberse a un traumatismo (choque o elongación excesiva) o por sobrecarga debida a la acumulación de microtraumas sucesivos. En este último caso suelen adoptar un curso crónico.

    Dependiendo de la edad pueden afectarse determinadas zonas. Así, en niños y adolescentes son frecuentes las lesiones a nivel de unión músculo-tendinosa, mientras que en los adultos desentrenados que inician una actividad intensa, puede afectarse el tendón.

    Las lesiones graves son infrecuentes en esgrima. La lesión muscular es frecuente a nivel del muslo de la pierna adelantada, debido a los bruscos movimientos del fondo (como a nivel de los músculos de la pantorrilla).

    Clínicamente es muy característico que el tirador note un dolor agudo localizado (sensación de punzada o de <<haber recibido una pedrada>>), que obliga a parar. Ocasionalmente puede sentirse un chasquido, a veces audible. La exploración puede ser anodina y confusa, sobre todo pasado cierto tiempo desde la lesión. Al cabo le los días pueden aparecer hematomas o derrames a distancia.

    Las interrupciones parciales o totales de la continuidad muscular requieren reposo que, dependiendo del grado, oscila de 20 a 40 días. En ocasiones es necesaria la reparación quirúrgica. Las recidivas son graves y el pronóstico empeora con la edad.

    Como primera medida, se debe parar la actividad, enfriar la zona, vendar, elevar la parte afectada y utilizar bastones o cabestrillos de descarga. Siempre se debe consultar al médico.

    Las medidas preventivas incluyen una buena preparación física, evitar la fatiga muscular, calentamiento adecuado, estiramiento antes y después del ejercicio, buena hidratación, etcétera.

E.     Lesiones por rotura del arma: Son lesiones específicas, pero no frecuentes, y excepcionalmente graves. Su aparición se debe, casi exclusivamente, al empleo de equipamiento deteriorado (hojas muy usadas y poco flexibles que se parten) o cuando el tirador no está protegido adecuadamente. No es infrecuente que un exceso de confianza lleve a prescindir de parte del equipamiento durante los entrenamientos, lo que aumenta el riesgo.

    En esgrima se ponen en función la práctica totalidad de los músculos del organismo, soportando algunos de ellos (p. ej. los miembros inferiores) una carga intensa. Por este motivo, y con independencia del arma utilizada, todo tirador debe recibir masaje general periódicamente, dependiendo su frecuencia del ritmo de entrenamiento. El masaje durará de 20 a 50 minutos por término medio.

    Una atención especial requieren los miembros inferiores. Abductores, cuádriceps, gemelos, sóleo y tendones (sobre todo rotuliano y de Aquiles) necesitan un masaje detenido. En gemelos, y sóleo se realizarán amasamientos circulares con las yemas de todos los dedos. En cara anterior del muslo, se emplean todo tipo de amasamientos. Gemelo y tendón de Aquiles se manipularán también con el tirador en decúbito supino y rodilla flexionada. Los glúteos deben recibir masaje profundo y la región lumbar se trata con todo tipo de frotaciones y movilizaciones pasivas. También deben realizarse movilizaciones pasivas a nivel de tobillo.

    En el tronco se debe prestar especial atención a la musculatura del hemicuerpo armado.

    En el brazo se debe dar masaje uniforme para centrarse más posteriormente en tríceps, flexores de muñeca y dedos y deltoides.

    El tratamiento inmediato en el escenario de la lesión tenemos:

  1. Exploración: Si existen dudas, se llevará al tirador a un lugar tranquilo, fuera de la pista. Se descubrirá totalmente la zona afectada y se escuchará la historia de la lesión. Se examinará la zona afectada para descartar heridas, hemorragias, fracturas, etcétera. Hacer una valoración funcional (¿puede realizar con normalidad los movimientos?, ¿duele al cargar?). Examinar las zonas próximas a la lesión.

    • Si existe inflamación, dolor o alteración de la movilidad, continuar los pasos siguientes.

  2. Aplicación de frío (crioterapia): Una vez descartada patología urgente, en toda lesión de partes blandas se aplica frío con el fin de aliviar el dolor, disminuir la inflamación y cortar la hemorragia. El tiempo de aplicación oscila entre 20 y 30 minutos, y durante las 3 a 6 primeras horas tras la lesión debe mantenerse cada media hora. Nunca debe aplicarse el frío directamente sobre la piel.

  3. Vendaje compresivo: Colabora a evitar la hemorragia y alivia el dolor. Puede sustituirse posteriormente.

  4. Elevación de la zona afectada y reposo: Se suele mantener un período de 24 a 48 horas.

  5. Consultar al medico: Aunque la lesión en este caso sea menor. Especialmente si el dolor es agudo o los síntomas persisten. En cualquier caso, no se debe cargar la zona afectada hasta que no exista un diagnóstico claro.

    El calor, corno medida inicial, está contraindicado, especialmente si existe duda diagnostica, Se debe esperar, al menos, 48 horas. Lo mismo puede decirse del masaje.

Conclusiones

    Las medidas preventivas de carácter general tenemos:

  • Mantener el equipo en perfectas condiciones, tanto para entrenamiento como para competición.

  • Erradicar vicios o errores técnicos.

  • Mantener unos niveles de atención y concentración adecuados durante la práctica deportiva.

  • Realiza un calentamiento adecuado antes de la actividad deportiva. Incluir estiramientos antes y después de la misma.

  • No aumentar de manera brusca el volumen o la intensidad del entrenamiento. Evitar antes de las pruebas ejercicios a los que el tirador no está acostumbrado.

  • Respetar y garantizar tiempos de descanso y recuperación suficientes.

  • Procurar una alimentación e hidratación adecuadas.

  • Mantenerse alerta ante los primeros síntomas de lesión. El diagnóstico tratamiento precoz evitan la interrupción de la actividad en un elevado número de lesiones.

    Las lesiones por sobrecarga adoptan un curso característico y pueden evitarse si se detectan en un primer momento. Sus fases evolutivas son:

  1. Molestia que desaparece al calentar.

  2. Molestia que desaparece al calentar, pero reaparece al cesar la actividad.

  3. Molesta que empeora con la actividad.

  4. Molestia constante.

    Las dos últimas fases dificultan o impiden el entrenamiento y/o competición, por lo que nunca debe llegarse a ellas.

    Se debe consultar siempre ante los primeros síntomas.

  • No se debe realizar una actividad deportiva íntegra hasta la total recuperación de una lesión.

  • La vuelta al deporte tras una lesión debe ser siempre gradual. Nunca se iniciará con una competición.

    Estas normas, en principio, pueden resultar obvias, pero muchas lesiones crónicas o de difícil manejo tienen su origen en la no observación dejas mismas.

Bibliografía

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