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La sistematización de tradiciones deportivas en el proceso formativo universitario de la Cultura Física desde una perspectiva socio humanista

 

Profesor Auxiliar. Licenciado en Educación en la especialidad de Marxismo Leninismo

Instituto Superior Pedagógico “José de la Luz y Caballero “de Holguín

Profesor principal de la asignatura Historia de Cuba

de la Facultad de Cultura Física de Holguín

Lic. Esteban Juan Pérez Hernández

juan@cultusfis.holg.inf.cu

(Cuba)

 

 

 

 

Resumen

          El presente artículo aborda los fundamentos teóricos para la aplicación de una metodología para la sistematización de tradiciones deportivas en el proceso formativo universitario de la Cultura Física, ofreciendo los referentes sobre la teoría de la sistematización y su concreción en la formación socio humanista del profesional.

          Palabras clave: Cultura Física. Tradiciones deportivas.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 17, Nº 177, Febrero de 2013. http://www.efdeportes.com/

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Introducción

    Las tradiciones deportivas son un conjunto de conductas, actitudes, normas morales o valores formados históricamente en la esfera deportiva, que rigen la actividad de este grupo humano relacionado con la misma, transmitido de generación y determinados por los intereses de clase de dicho grupo. (Pérez, Hernández, 2011).

Las tradiciones deportivas forman parte de la memoria histórica deportiva

    Las tradiciones deportivas no son sólo recuerdos del pasado heroico de nuestros deportistas, sino una gran riqueza espiritual y una fuerza inspiradora, que puede transformarse en voluntad, en heroísmo, en fuerza material, y que rigen las relaciones sociales y políticas en la esfera deportiva.

    Las tradiciones deportivas actúan y forman parte de la psicología social y están fuertemente vinculadas con la ideología de nuestros deportistas, de modo tal, que se interrelacionan e interactúan. La ideología enriquece a las tradiciones, por su parte, crean las condiciones más favorables para la comprensión, aceptación y difusión de la ideología. Ambas se encuentran en diferentes niveles de la conciencia social, pero se fusionan.

    Resulta imprescindible esclarecer que las normas de conducta o actitudes puestas de manifiesto en una o varias personas aisladas no constituyen aún una tradición del grupo o colectivo donde dichas personas conviven. Para que las normas de conducta o actitudes puedan ser catalogadas como tradición deben tomarse en cuenta al menos cuatro elementos o, llamémosle mejor, exigencias. (Suárez, Pérez, 2010).

    La primera de esas exigencias es que las actitudes, conductas o normas han de ser reconocidas y aceptadas por la mayoría Aquí estamos ante un primer reto del proceso educativo: convertir actitudes individuales y aisladas en patrimonio de un colectivo y hasta de un pueblo.

    La segunda exigencia a tener en cuenta es que las normas de conductas han de transmitirse de generación en generación, para asegurar sucesión, continuidad y para garantizar que nunca desaparecerán. Algo que puede suceder es que las tradiciones no transmitidas oportuna y adecuadamente comiencen a perderse paulatinamente, hasta su desaparición final. Es decir, cuando se corta la transmisión desaparece la tradición. Aquí estamos ante otro dilema de la educación.

    En tercer lugar, no basta solo con la transmisión. La generación receptora tiene que repetirla, enriquecerla y multiplicarla en correspondencia con las nuevas condiciones políticas, sociales, económicas. Estamos ante otro desafío de la educación.

    Por último, en cuarto lugar, una exigencia importante, es convertir las tradiciones en convicciones y éstas en fuerza material, esa decir, no basta conocerla y estar de acuerdo con ellas, es transformar el contenido de cada tradición en guía del pensamiento, en actividad práctica, en acciones concretas. Un gran problema que debe enfrentar la educación.

Desarrollo

Algunos enfoques sobre la teoría de la Sistematización de experiencias

    Arias (2012) plantea que la sistematización de experiencias nace a principios de la década de los 80 en un contexto de crisis socioeconómica en la mayoría de países de América Latina. Es una metodología iniciada por colectivos comprometidos con la Educación Popular, utilizada más adelante en el ámbito de los movimientos sociales latinoamericanos. Desde esta perspectiva fue catalogada como una especie de investigación participativa adecuada para el estudio y reflexión sobre la acción colectiva, en el cual el mismo proceso de investigación genera una indagación auto-reflexiva entre los participantes con el objetivo de incidir en la racionalidad de sus prácticas y comprenderlas en el contexto que éstas tienen lugar.

    Otro elemento significativo que favorece la sistematización de experiencias en las últimas décadas es la oposición epistemológica que en el quehacer de las Ciencias Sociales se ha producido al positivismo, privilegiando una serie de enfoques que valorizan las prácticas sociales factibles a ser leídas y comprendidas, entendidas las experiencias como espacios de interacción, comunicación y relación, reconociendo la importancia de relacionar el diálogo y el contexto y de utilizar la perspectiva de los actores que los vivencian. Desde estos enfoques la sistematización puede ser entendida como una labor interpretativa, en la que se develan los juegos de sentido y las dinámicas que permiten reconstruir las relaciones entre los actores, dando cuenta de los saberes y juicios hasta el momento invisibilizados. Al recuperar y reflexionar la experiencia, el sujeto se reconoce en el mismo acto de comprenderla y explicarla.

    En general en América Latina los enfoques en los que se ha desarrollado la sistematización tienen en común el entender las prácticas como fuente de conocimiento en una interrelación dialéctica con la teoría.

    La formación de un profesional de la Cultura Física, comprometido con las tradiciones patrióticas de la revolución, constituye una de las misiones sustantivas de la Universidad de la Ciencias del Deporte y la Cultura Física en nuestro país.

    La educación tiene la función principal de garantizar la transmisión y asimilación de las experiencias de una generación a otra (Addine Fernández, 2004), por lo que se requiere de la sistematización de esas experiencias.

    Esta función en la educación de los estudiantes universitarios de Cultura Física, requiere de un proceso de sistematización de las tradiciones deportivas acumuladas por nuestro deporte amateurs, que aunque constituyen un paradigma para la formación de valores, por su enfoque cotidiano no se han convertido en un sistema de conocimiento a incorporar en su proceso formativo.

    Desde la perspectiva de la Educación Popular la sistematización es entendida como un proceso en espiral, en el cual se van dando de manera simultánea, pero con énfasis distintos: la construcción del objeto, la reconstrucción histórica, el análisis y la interpretación, la formación, la participación y la socialización de resultados; pero hay que estar atentos sobre las decisiones que implica cada momento de la sistematización y marcar los énfasis que sean necesarios a lo largo del proceso. (CEP Alforja, 2002)

    “La sistematización es aquella interpretación crítica de experiencias que, a partir de su ordenamiento y reconstrucción, descubre o explicita la lógica del proceso vivido, los factores que han intervenido en dicho proceso, cómo se han relacionado entre sí, y porque lo han hecho de ese modo.” (Jara, 1998)

    La sistematización es también entendida como "proceso permanente y acumulativo de creación de conocimientos a partir de nuestra experiencia de intervención en una realidad social". (Barnechea, 1992)

    "La sistematización, como actividad de producción de conocimientos sobre la práctica, tiene a ésta como su referente principal, ya que es su sustento y, a la vez, lo que le da sentido y orientación. Sin práctica no hay sistematiza­ción posible, y ésta tiene como finalidad principal volver a la práctica para reorientarla desde lo que ella misma enseña". (Barnechea, 1992)

    Las anteriores definiciones, contienen afirmaciones básicas que permiten entender la sistematización como proceso en el que se va pasando de la ordenación y reconstrucción de un proceso vivido a la interpretación crítica y a la producción de un nuevo conocimiento, que debe ser validado por los actores de la experiencia.

    Desde su definición, el proceso de formación está en el centro de la educación. Este proceso de formación no se puede identificar solo con la iniciación de las convicciones, ideales, valores, conocimientos entre otros, sino que en él se dan tres importantes niveles:

  • el proceso de preparación para que el estudiante conforme recursos que le permitan incorporar valores, actitudes, ideales, convicciones, conocimientos y modos de actuación,

  • un nivel de consolidación de estos valores, actitudes, ideales y demás aspectos y

  • un tercer nivel que le permita proyectarlos (desarrollo) y aportar nuevos elementos a ese proceso de formación (transformación).

    De ahí, que lo formativo es lo más general, pero ello incluye la formación inicial, la consolidación y el desarrollo de la personalidad de los estudiantes que los pone en condiciones de asumir una actitud transformadora.

    Los deportistas cubanos, en su desarrollo histórico, han creado siempre tradiciones de diversa índole que les han valido para ir forjando su cultura, su unidad, la psicología de este grupo social, y para ir transmitiendo de generación en generación ciertas particularidades, ciertas costumbres que le son propias, que hacen sentir a las nuevas generaciones una estrecha relación y estado de compromiso con lo mejor de las generaciones que le antecedieran, a la vez que se convierten en depositarias de su legado histórico social. Esto compromete a cada nueva generación a conservar, transmitir y enriquecer las tradiciones de sus antecesores en correspondencia con el momento histórico concreto que le toca vivir.

    Al proponernos sistematizar experiencias, en nuestro caso se trataba de experiencias deportivas significativas1 casi siempre se comienza relatándola en su conjunto para luego centrarse en un tema o eje que de cuenta de aquello que se busca conocer. Se recomienda que nos hagamos preguntas tales como:

  • Para qué vamos a sistematizar? (Objetivo)

  • Qué vamos a sistematizar? (Objeto)

  • Qué aspectos privilegiamos? (Eje)

  • ¿Cómo realizaremos la sistematización? (cuestiones metodológicas).

    La formulación de preguntas pueden expresar con claridad qué queremos conocer con relación al tema y a la dimensión de la experiencia que hemos elegido.

    Casi todos los autores recomiendan la utilidad de un diseño de sistematización donde deben estar explicitados la justificación, los objetivos, el marco teórico de referencia, la metodología, el cronograma de actividades, el espacio y el tiempo a utilizar y hasta posibles hipótesis de trabajo. Hay quienes recomiendan la utilización de una guía que sirva de presentación de lo que se pretende emprender. Este sería el primer momento de la sistematización que O. Jara denomina el punto de partida.2

    Debemos contar con categorías que nos permitan ordenar la práctica tales como:

  • Contextualización de la experiencia

  • Los actores de la experiencia

  • Antecedentes y origen

  • Enfoques orientadores de la experiencia

  • Estrategias metodológica

  • Desarrollo de la experiencia

  • Resultados de la experiencia

  • Estrategias de difusión y alianzas

  • Procesos de formación, evaluación y sistematización

  • Prospectiva

    La contextualización de la experiencia significa que hagamos referencia a los factores económicos, sociales, culturales implicados en la vida cotidiana de los sujetos y no sólo se refiere a aquellos elementos más cercanos que dependen de los que protagonizan la experiencia sino es necesario considerar elementos externos que influyen directamente sobre sus vidas.

    Los aspectos metodológicos responden a una serie de preguntas como:

  • ¿Qué tipo de datos se recopilaran?

  • ¿Cómo se documentará y organizará la información?

  • ¿Qué métodos y herramientas de trabajo de utilizarán?

  • ¿Cómo se organizará la información recopilada?

    La sistematización de tradiciones deportivas requiere de un marco teórico de referencia, que sustenta todo el proceso desde los objetivos que nos proponemos, la fundamentación que hacemos, el sentido que damos a nuestras reflexiones.

    La literatura consultada da cuenta de una serie de requerimientos que como apunta (Crespo, 1987) deben cumplir los grupos encargados de la sistematización:

  1. Ir registrando la experiencia y recopilando información a medida que esta se desarrolla.

  2. Elaborar el “marco de análisis” que sirva para la reflexión e interpretación de la información.

  3. Diseño de los procedimientos.

  4. Crear espacios y fijar momentos para la reflexión

  5. Implementar actividades de capacitación en aspectos que requiera la sistematización.

    Un segundo momento estará dedicado a la recuperación del proceso. Se trata de reconstruir el proceso, ordenar lo que sucedió teniendo en cuenta el contexto de la experiencia. Serían válidas preguntas como:

  • ¿qué se hizo…cómo…por qué…, para quién…con qué objetivos…?

  • ¿cuál fue la influencia del contexto?

  • ¿Cómo se relacionaron los sujetos involucrados?

  • ¿Qué procesos se fueron generando en la práctica, cómo y por qué?

  • ¿qué contradicciones y cómo se solucionaron?

  • ¿qué factores influyeron positivamente, dinamizaron el proceso y cuáles los obstáculos?

  • ¿Qué momentos educativos tuvo el proceso y cómo se generaron? (Garcés e Inciarte, 1991)

    Para este momento el grupo que sistematiza aplica los métodos e instrumentos que mejor le faciliten la recogida de la información. Puede apoyarse en las cronologías históricas, en la construcción del perfil histórico, en el mapeo participativo para representar gráficamente el espacio e identificar las potencialidades. Puede conformar el diagrama de la organización para profundizar en el conocimiento de las diversas relaciones que se han establecido a nivel local y regional desde lo que ellos mismos perciben. Suelen construirse calendario de actividades a partir de las actividades más comunes que se realizan en un tiempo determinado, lo que permite ordenar las actividades que ocupan a los actores, jerarquizarlas, clasificarlas. También son útiles las líneas del tiempo que facilita ubicar las distintas etapas, la intervención de los sujetos, y las continuidades y rupturas entre un período y otro.3

    Este momento se acompañara de métodos cuantitativos y cualitativos que puedan servir mejor a la recogida de la información, así como se recomienda recopilar suficiente material gráfico que faciliten entender mejor el propósito de la sistematización.

    Con la información obtenida se reconstruye y recupera la experiencia vivida a través de lo que pudiéramos denominar una descripción espesa.

    Un tercer momento estaría dedicado al análisis del proceso cuyo objetivo sería el descubrir su lógica interna y comprender sus relaciones. Es preciso interrogar la experiencia para entender cuál ha sido su decursar. Si bien la reconstrucción histórica es importante, constituye sólo el punto de partida para interrogar a la experiencia y entender por qué pasó, en qué etapas, qué contradicciones se generaron y cómo la experiencia las enfrentó, cómo se pasó de un momento o etapa a otra, qué es lo que explica las continuidades y discontinuidades para poder entender lo sucedido.

    En esta etapa se trabaja con los conceptos fundamentales en torno al eje o a las temáticas seleccionadas para la sistematización, se formulan las preguntas relacionadas con los objetivos y los aspectos anteriormente señalados e incluso pueden formularse hipótesis de trabajo. Las preguntas deben estar orientadas a responder el por qué pasaron las cosas de ese modo, cómo podemos explicar lo sucedido y las relaciones que se dan en torno a lo que ha producido la experiencia. Las hipótesis llamadas por (Martinic, 1998) hipótesis de acción deben imbricar tres variables: el problema sobre el que se quiere incidir, los objetivos que se espera lograr y la manera como se espera que esto que esto suceda.

    Un cuarto momento constituirá la interpretación crítica de la experiencia. Se considera como la fase, momento o etapa más compleja y significativa de todo el proceso de sistematización, pues además de comprender la experiencia en sus causas e impactos, en su lógica interna, arroja un nuevo conocimiento que luego el equipo que sistematiza deberá devolver a sus actores.

    No se trata de una mera explicación de lo sucedido, sino de una comprensión profunda de cómo se pusieron en juego los diferentes componentes y factores presentes en la experiencia, para poder enfrentarla a una visión más transformadora. Ello conjugará la reflexión, el análisis, la síntesis, relaciones, tensiones, contradicciones, significaciones, contribuciones, carencias, relaciones contexto-propósitos etc.,

    Según (jara, 1998) la interpretación no se puede reducir solo a la particularidad de lo que hicimos directamente, sino que deberá relacionar nuestra práctica concreta con el contexto, los desafíos vigentes, las otras fuerzas en juego, etc., para entonces, pretender comprender más profundamente los aspectos relevantes de nuestra experiencia.

    Si se considera la sistematización como un proceso los momentos anteriores se Irán dando de manera simultanea, es decir la reconstrucción histórica, el análisis y la interpretación, la capacitación, la participación y la socialización de los resultados aunque con diferentes énfasis según el objetivo de cada momento.

    Las conclusiones como un quinto momento y tiene como objetivo expresar los aprendizajes sobre el proceso, nuestras ideas, intencionalidades y afirmaciones en el orden teórico-práctico y metodológico (métodos, políticas, nuevos planteamientos) y las propuestas e inquietudes que se hayan derivado del proceso de sistematización.

    Comunicar lo aprendido constituye el sexto momento en la sistematización de la experiencia. Ello implica elaborar un material de devolución de la sistematización de la experiencia a todos los actores involucrados

Conclusiones.

    No hay transferencia, transmisión unilateral de conocimientos. El conocimiento siempre supone un proceso activo en la que se relaciona el conocimiento existente con nuevas informaciones, para producir un nuevo conocimiento. La producción de conocimientos realmente nuevos supone desarrollar nuestra capacidad creativa de pensar y no sólo de repetir lo que nos dicen. La sistematización de experiencias, en la medida que tiene por objeto de conocimiento a la propia experiencia, es un factor importantísimo para producir nuevos conocimientos

    La metodología para la sistematización de tradiciones deportivas es una vía para la conversión de las tradiciones deportivas en un sistema de conocimientos que favorece el proceso formativo universitario de la Cultura Física desde una perspectiva socio humanista

Notas

  1. Entendiendo que una experiencia significativa debe contener elementos innovadores –de impacto social- ante los problemas económicos-sociales planteados por su contexto más inmediato contribuyendo a mejorar la calidad de vida de los miembros de su comunidad.

  2. Ver Jara, O. “Para sistematizar Experiencias” San José, Aforra, 1994.

  3. Una información más amplia sobre estos instrumentos puede obtenerse en Ardón, Mario: Taller de sistematización de experiencias, ANAFAE, septiembre, 2001.

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