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Implicaciones del zinc en el rendimiento deportivo

 

Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte

Máster Oficial en Nutrición Humana

Máster en Cineantropometría y Nutrición Deportiva

Raúl Domínguez Herrera

raul_dominguez_herrera@hotmail.com

(España)

 

 

 

 

Resumen

          El zinc, aunque se incluya dentro de los denominados elementos traza, es un nutriente esencial para responder positivamente al esfuerzo físico y mantener un correcto estado de salud. Esto se debe fundamentalmente a la amplísima variedad de funciones que desempeña, ya que, se encuentra distribuido, aunque en pequeñas cantidades, en prácticamente todos los órganos y tejidos corporales. De ahí que sus funciones sean diversas y abarquen desde la secreción de hormonal hasta una regulación del sistema inmunológico o una función antioxidante. Visto que una estado deficitario en zinc podría asociarse con una respuesta disminuida ante el esfuerzo y a una larga lista de efectos secundarios, es especialmente importante asegurarse que la ingesta de este oligoelemento en el deportista es adecuado, en especial en el caso de los deportistas vegetarianos o que tengan dietas con un muy alto aporte de hidratos de carbono, ya que, este tipo de dietas suele tener un contenido muy bajo en zinc. Una vez más, hay que darle la importancia que debiera tener una dieta equilibrada y que alcance todos los requerimientos, tanto en energía como en micronutrientes, para asegurar una optimización del rendimiento deportivo y del estado de salud de los deportistas.

          Palabras clave: Zinc. Rendimiento deportivo.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 17, Nº 175, Diciembre de 2012. http://www.efdeportes.com/

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Implicaciones del zinc en el rendimiento deportivo

    El zinc es un elemento necesario en la estructura o actividad de más de 300 enzimas (Luckasky, 2004). De hecho se encuentra en todos los órganos y tejidos, particularmente en músculos, huesos e hígado (Summerfield, 2002). Sus funciones, podemos imaginar que son muchas, si bien, podemos destacar la de un correcto funcionamiento del sistema inmunológico, la curación de heridas, secreción de hormonas, metabolismo energético, interviniendo en la LDL, en la eliminación de dióxido de carbono de las células y función antioxidante, formando parte de una importante enzima, como es la superóxido dimutasa (Summerfield, 2002; Bernardot, 2007; Williams, 2006).

    De este modo y, teniendo en cuenta que las reservas corporales de zinc son pequeñas, tendremos que reponerlas constantemente mediante la dieta (Moro, 2002), ya que, las deficiencias en cinc producen alteraciones en el crecimiento y en la maduración sexual en niños (Bernardot, 2007), en parte relacionado por bajos niveles de testosterona, así como alteraciones en el sistema inmunológico, disminución del apetito, lesiones en la piel y mala cicatrización de heridas (Summerfield, 2002). Además, Koury y col. (2004) encontraron una relación positiva entre el estado del zinc y la capacidad de responder de los mecanismos antioxidantes relacionados con el ejercicio intenso. Se sugiere que la deficiencia subclínica de zinc se asocia con una respuesta disminuida durante el esfuerzo (González, 2008).

    Las recomendaciones de zinc oscilan entre 8-11 mg/d (Guerra, 2009). Entre los deportistas, será un mineral al que prestaremos especial atención, y más en el caso de que éstos sean vegetarianos, ya que podría constituir un grupo susceptible al déficit (Blesa, Micó y Soriano, 2012), pues consumen una dieta rica en hidratos de carbono, que tienen un bajo contenido en zinc (Tabuchi y col., 1996). Además, si el ejercicio se realiza en ambientes calurosos deberemos de tener cuidado, sobre todo si el deportista no se ha aclimatado, pues en estas condiciones se pierden mayores cantidades de zinc (Campbell y Anderson, 1987).

    En cuanto a los efectos de este mineral, al administrarlo en dosis alta (135 mg/d) en un estudio se mejoró tanto la fuerza como la resistencia muscular (Krotkiewski, 1982). Con posterioridad, un estudio mejor diseñado (Brilla y Conte, 2000) administró una suplementación de 30 mg de zinc junto a 450 mg de magnesio o placebo, durante ocho semanas de competiciones principales en un equipo de fútbol americano. El resultado fue que en el grupo de la intervención se mejoró el perfil anabólico, aumentando las concentraciones plasmáticas de los dos minerales, así como de la testosterona, al tiempo que disminuyeron los niveles de cortisol, lo que hace suponer una mejor recuperación y mayor asimilación del entrenamiento por parte de estos jugadores, gracias al papel esencial del cinc en el metabolismo de los esteroides androgénicos, según los autores. Sin embargo, estos beneficios vistos anteriormente, no pudieron replicarse en un estudio realizado por Wilborn y col. (2004). En este segundo estudio, el período de la intervención fue el mismo (ocho semanas) y la suplementación la misma (30 mg de cinc y 450 mg de magnesio) en deportistas de fuerza altamente entrenados. El resultado de la intervención fue que no su obtuvo ninguna diferencia en el rendimiento, al menos, en ninguno de los parámetros estudiados: 1 RM, repeticiones hasta la fatiga al 80% de 1 RM y test de Wingate.

    Por tanto, ante la vista de los resultados, debemos de utilizar la suplementación con zinc solo en casos de deficiencia y, no obstante, esta tampoco es necesaria pues los niveles de zinc y el rendimiento, también, se podrían mejorar con una dieta variada y bien equilibrada (Micheletti y col., 2001).

    Además, aunque se trata de un elemento muy poco tóxico (Mataix, 2001), no recomendamos en ningún caso ingerir grandes dosis, como las llevadas a cabo en el estudio de Krotkiewski, pues suplementación con 100 mg/d puede producir una anemia por deficiencia de cobre, así como una disminución de la respuesta inmunológica y una disminución del nivel del colesterol HDL (Fosmire, 1990).

Referencias bibliográficas

  • Bernadot D. (2007). Nutrición deportiva avanzada: cómo ajustar la ingesta de alimentos y fluidos para conseguir un entrenamiento y rendimiento óptimos. Madrid: Tutor.

  • Blesa, J., Micó, L. y Soriano, J.M. (2012). Evaluación nutricional deportiva: necesidades energéticas y nutricionales en el deporte. Unidad didáctica 4 del Máster de Cineantropometría y Nutrición Deportiva. Valencia: Fundació Universitat Empresa: Universitat de Valencia.

  • Brilla, L.R. y Conte, V. (2000). Effects of a novel Zinc-Magnesium Formulation on Hormones and Strength. Journal of Exercise Physiology, 3, 27-35.

  • Campbell, W.W. y Anderson, R.A. (1987). Effects of aerobic exercise and training on the trace minerals chromium, zinc and copper. Sport Med, 4, 9-18.

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  • González, M. (2008). Implicaciones nutricionales en el ejercicio. En: Chicharro, J. y Fernández, A. (ed.). Fisiología del Ejercicio (pp. 347-379). Buenos Aires: Médica Panamericana.

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  • Krotkiewski, M., Gudmundsson, M., Backstrom, P y Mandrokas, K. (1982). Zinc and muscle strength and endurance. Acta Phsiologica Scandinavica, 116, 309-311.

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  • Tabuchi, R., Econ, M.H. y Ohara, I. (1996). Influence of zinc supplementation to diet at graed levels of proteins on taste sensitivity, morphological changes of tongue epithelia and serum zinc concentration in growing rats. Journal American College Nutrition, 15, 303-308.

  • Wilborn, C.D., Kerksick, C.M., Campbell, B.I., Taylor, L.W., Marcello, B.M., Rasmussen, C.J., Greenwood, M.C., Almada, A. y Kreider, R.B. (2004). Effects of zinc magnesium aspartate (ZMA) supplementation on training adaptations and markers of anabolism and catabolism. Journal of the International Society of Sports Nutrition, 1, 12-20.

  • Williams, M.H. (2006). Nutrición: para la salud, la condición física y el Deporte. Barcelona: Paidotribo.

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