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El control de la disciplina en las clases
deportivas de la licenciatura en enfermería

 

Universidad de Ciencias Médicas

“Ernesto Guevara de la Serna”

(Cuba)

MSc. Abilio de Jesús Barreto García

MSc Jesús Costa Acosta

costa@af.upr.edu.cu

Epg. Raúl Ruiz Viladón

pinareno1955@princesa.pri.sld.cu

 

 

 

 

Resumen

          El trabajo titulado “el control de la disciplina en las clases deportivas de la licenciatura en enfermería” obedece a la necesidad del colectivo de asignaturas, de dar solución a una problemática social recurrente en cuanto al proceso de formación de valores del estudiante universitario. En determinados momentos del trabajo se utilizaron métodos empíricos y teóricos, pero fue la observación a clases, la herramienta fundamental que nos preemitió abordar el problema y darle solución. Fundamentamos nuestra propuesta de acciones en los trabajos de Tanner (1987) y Emmer (1987), citados por (Sabbatella, 2000) pudiéndose constatar un mejoramiento en la conducta disciplinada de estos alumnos en la asignatura educación física el cual incidió positivamente en la calidad de la clase.

          Palabras clave: Educación Física. Disciplina. Clase.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 17, Nº 175, Diciembre de 2012. http://www.efdeportes.com/

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Introducción

    La disciplina es tema de conversación y preocupación entre profesores noveles y con experiencia pertenecientes a cualquier centro educativo. Centramos nuestra atención en la disciplina y su control el la clase deportiva con la finalidad de tributar desde nuestra asignatura al fortalecimiento del trabajo metodológico del colectivo de enfermería desde una perspectiva más científica.

    Ester Baxter (1996) nos dice como “en ocasiones, se pueden dar casos de alumnos que manifiestan determinadas conductas indisciplinadas, lo que puede estar determinado por diferentes causas,…. y quizás podamos inferir que en estos alumnos no se ha logrado aún la formación de la cualidad de ser disciplinado”.

    Lo preocupante en el caso que nos ocupa, es la disciplina del grupo en la clase deportiva donde el horario, el medio ambiente y el deporte que se oferta, son mirados de soslayo frecuentemente, lo cual atenta contra la calidad del proceso docente educativo.

    En entrevistas realizadas a profesores deportivos, pudimos constatar la importancia que concede la mayoría al control de la disciplina como una prioridad educativa, argumentando que era un proceso difícil y complejo, sobre todo en estudiantes cuya motivación principal era la futura profesión y no las actividades deportivas.

    Observaciones efectuadas en el curso 2011-12 revelaron que el ambiente característico que reinaba en las clases prácticas de natación, no era tan deportivo, como pudiera serlo si se ofertaba un deporte en el cual los estudiantes tuviesen habilidades antecedentes, pues como es sabido la natación aunque gusta en el verano y a los que saben, no se imparte en grado anteriores, lo cual incide para el trabajo independiente para la ejercitación y consolidación de capacidades y habilidades.

    Tradicionalmente nuestros docentes en el terreno deportivo, frenan el protagonismo estudiantil, pues aunque es cierto que explican, demuestran, corrigen, evalúan, asigna tareas y observan el trabajo de los estudiantes, determinan lo que se hace, como se hace, y cuando se deben tomar las decisiones sobre las acciones, lo cual conlleva a una adaptación de los alumnos que se muestran pasivos con relación al planteamiento de propuestas y la toma de decisiones, y generalmente trabajan en forma individual (con pocas excepciones), ejecutando las tareas que se les ordenan, sin que la iniciativa aflore en los subgrupos, sobre todo en el momento evaluativo. No olvidemos que los valores se mediatizan a través del grupo y la disciplina no es una excepción.

    Las clases se caracterizan por el predominio de métodos tradicionales con un enfoque conductista, y una intención explícita subyace, para establecer el control del grupo en las diferentes partes de la misma, lo cual no siempre se logra.

Algunas regularidades detectadas en observaciones a clases deportivas

  • Alumnos que llegan tarde al primer turno y provocan cierto desorden.

  • Alumnos que no se prepararon adecuadamente y se molestan por la evaluación recibida.

  • Alumnos que se desconectan de la actividad, pues tiene una percepción abrumadora de la carga, al no saber respirar bien trabajan en condiciones anaeróbicas cuando pueden hacerlo aeróbicamente.

  • Profesores que no promueven el trabajo activo del alumno como centro del proceso educativo.

  • Profesores que manifiestan una actitud de molestia y desagrado, ante el bajo nivel técnico y teórico-metodológico de un grupo de y hacen uso inapropiado del feedback reprobatorio.

  • Poco control del grupo cuando se evalúa individualmente.

  • Incomodidad de profesores y alumnos, por las condiciones ambientales (cuando está nublado o hace frío).

    Algunas percepciones de los estudiantes con relación a la disciplina:

    "No es lo mismo la disciplina en el aula que en una piscina o en otro tipo de terreno deportivo.” 

    "La disciplina es fundamental, si queremos aprovechar el tiempo".

    "Si no hay una preparación adecuada por parte de nosotros, el profesor poco puede hacer, aunque seamos los más disciplinados del mundo."

    Sin lugar a dudas, nuestro verdadero problema científico se genera por la existencia de limitaciones en los docentes para controlar la disciplina del grupo, provocado por la falta de habilidades y adaptación de los estudiantes al trabajo en el medio acuático.

Desarrollo

La disciplina como un valor. Una aproximación conceptual

    Generalmente, concebimos la disciplina, como un conjunto de normas que regulan la convivencia en la escuela (extensivo a la clase) y que se refieren tanto al mantenimiento del orden colectivo como a la creación de hábitos de organización y respeto entre cada uno de los miembros que constituyen la comunidad educativa. Es un valor que conviene practicar, pues como señalaba Aristóteles “practicando las acciones justas llegamos a ser justos y practicando las acciones moderadas llegamos a ser moderados”.

    Carlos Cullen (1996) afirmó con acierto que “la escuela es el modelo mas elevado de la vida social, es el tiempo de la esperanza, la vigencia de lo público, la construcción de lo común, desde lo diferente”.

    De ahí que su misión sea:

  • Trasladar a las nuevas generaciones las tradiciones y valores recibidos y acumulados de generaciones anteriores.

  • Proporcionar a los alumnos los conocimientos y normas morales para una convivencia cívica basada en determinada ideología.

  • Contribuir a la formación profesional.

    La organización de cada actividad educativo-deportiva, debe estar diseñada para facilitar la acción disciplinada de todos, sin descartar la manifestación de otros valores como esfuerzo, constancia, orden, autoridad y urbanidad.

    Se considera la urbanidad como “el arte de hablar y de proceder con delicadeza, en el trato social” lo cual aflora entre personas educadas. Ciertamente la urbanidad no siempre está presente, pero, como genera otros valores morales, no es menos importante. Así lo defiende, el filósofo francés Comte-Sponville (1996): “porqué hablo de un valor (la urbanidad), porque, en lo que se refiere al individuo es el primero cronológicamente hablando”. Un profesor deportivo, no se concibe sin esta cualidad, tan apreciada socialmente.

    En sentido amplio, la disciplina se vincula a la convivencia, regulada por normas y reforzada por actitudes y hábitos de urbanidad que le dan un valor positivo. Sin disciplina no puede haber buena convivencia. La disciplina viene dada por una correcta y eficiente disposición ordenada de todas las actividades que tienen lugar, principalmente en las aulas, terrenos deportivos y otros espacios del recinto escolar. Lo cual no significa, que debamos limitarnos solamente a obtener formas de conducta deseables, mediante un control externo, pues siempre tendrán un carácter situacional.

    La disciplina es la capacidad de actuar ordenada y perseverantemente para conseguir un bien. En estos términos, la disciplina como valor moral, se convierte en una herramienta no consciente a través de la cual profesores y alumnos consiguen unos fines, que en el contexto educativo son los objetivos del mismo proceso de enseñanza aprendizaje.

A nivel mundial, se conocen tres maneras para establecer la disciplina

  1. Las amenazas y coacciones con la nota; característica del maestro tradicional.

  2. La disciplina interna del grupo; se da alguna actividad en conjunto que requiere de cierto orden y se controla entre los mismos compañeros.

  3. Ejerciendo la autoridad moral, dentro y fuera de la clase.

    La autoridad en la enseñanza, hay que entenderla en su doble sentido:

  1. El maestro presenta autoridad en lo que enseña, en el conocimiento y las habilidades para transmitir la enseñanza.

  2. Capacidad para controlar, manejar y hacerse cargo de un grupo, siendo este un aspecto muy importante ya que su labor educativa se complica cuando carece de voluntad, para mantener la disciplina durante la clase.

    La autoridad formal, es aquella que se da por razones del puesto, el cual le concede el derecho de obediencia (reflexiva).

    La autoridad práctica, es cuando se tiene la capacidad para lograr que el alumno obedezca las órdenes y orientaciones, porque comprende que se beneficia de algún modo.

    Estos dos tipos de autoridad están relacionados, se puede tener un puesto que confiere autoridad y ser ineficiente en la acción de ejercerla y tener la capacidad de lograr ser obedecidos sin tener la autoridad formal o de respaldo.

Control del comportamiento y disciplina en el terreno deportivo

    Cuando un grupo de alumnos asiste a una clase práctica deportiva (Baloncesto, Voleibol, Atletismo, Gimnasia Básica, etc.) manifiestan cambios en la conducta, que se traduce principalmente en intranquilidad del movimiento: deseos de correr, saltar, gritar y jugar entre ellos. Este cambio de actitud no sucede en las clases de natación. El deseo de movimiento, la respuesta espontánea al fenómeno deportivo se ve refrenada y aparece en el grupo una quietud perturbadora para el docente. ¿Puede considerarse esta quietud indisciplina?

    Estudios realizados a nivel internacional nos revelan, que la aparición de una respuesta motriz, es una actividad no cortical que aparece de forma espontánea, cuando grupos de alumnos de diferentes edades salen del aula para el terreno deportivo. Esto no significa, que el movimiento desorganizado y sin un fin educativo, sea parte integrante de la clase deportiva.

    Cuantas veces hemos observado ante este cambio de actividad, un fenómeno inverso (alumnos que prefieren la quietud), lo cual consideramos una indisciplina por atentar contra el aprovechamiento docente en la clase deportiva.

    El conocimiento de estas actitudes, bastaría para fundamentar nuestro trabajo y redefinir nuestro concepto de indisciplina, considerando que la respuesta motriz espontánea y no ordenada que genera el fenómeno deportivo, se convierte en indisciplina, solo cuando no permita al profesor centrarse en los objetivos académicos a desarrollar, y pierda tiempo, organizando o controlando al grupo.

    Entre las causas más comunes que fundamentan la indisciplina en una clase, sobresalen la no motivación suficiente por parte del profesor y el nivel no adecuado de las actividades planteadas, según Tanner (1987) y Emmer (1987), citados por Sabbatella (2000). Siguiendo a estos autores, nos damos cuenta de como el control del comportamiento en el aula es diferente del control que lleva la clase deportiva, aun cuando ambas se relacionan con la planificación de las actividades y su desarrollo.

    Una clase bien organizada, preparada metodológicamente y adecuada al nivel del grupo ayuda a mantener la disciplina. De esta forma el control del comportamiento, gracias a una situación de orden, permite al docente conseguir los objetivos propuestos. "Las actividades desarrolladas por el profesor dirigidas a conseguir que el alumno esté ocupado en tareas académicas minimizan los comportamientos perturbadores en el grupo" (Sabbatella ,2000). Sin embargo cuando hay demasiado orden por falta de habilidades, los objetivos se cumplen solo parcialmente y el proceso docente educativo se frena en su propio escenario.

    Seria oportuno citar el modelo sobre control y planificación en el aula desarrollado por Emmer y col (1983).

El modelo propone tres fases o aspectos a tener en cuenta

Fase 1.     Preparación del entorno físico, planificación de las actividades, identificación por parte del profesor de sus expectativas con respecto al comportamiento de los alumnos.

    Consideramos que el entorno físico donde se desarrollen las actividades prácticas es fundamental y de vital importancia. Un aula deportiva debe estar acondicionada para realizar las actividades con comodidad, pero el hecho de que sea un local abierto, no implica necesariamente distracción, aun cuando el paso de un local a otro tuviera alguna influencia negativa en el grupo que se somete indirectamente a un proceso de ambientación al nuevo lugar de trabajo.

    La planificación de las actividades y la adecuación de las mismas al nivel del grupo-clase parece ser un requisito fundamental para establecer la disciplina, aun cuando los intereses de algunos entren en conflicto con la motivación profesional.

    Debemos distinguir los problemas de disciplina surgidos por el fenómeno docente-deportivo en sí mismo y los problemas surgidos por una falta de adecuación de las actividades que afectará al descontrol general de la clase como grupo.

    Un tercer aspecto muy importante es que el profesor sea capaz de reconocer y analizar cuales son sus expectativas con respecto al comportamiento de su grupo en relación con la asignatura. No debe esperarse el mismo comportamiento de un grupo motivado y con habilidades para el baloncesto, que otro que no reúna estos requisitos y reciba natación. De ahí las diferencias que se observan en otras carreras cuyo motivo de clase sean deportes como voleibol, fútbol e incluso el desarrollo de capacidades físicas.

    En este punto, puede resultar útil la propuesta de Tanner (1980) basada en el modelo psicoevolutivo de Piaget (1932) y Kholberg (1970) para planificar normas disciplinarias a desarrollar en el aula. Tanner expone las competencias o capacidades disciplinarias propias de cada etapa (básica operacional, constructiva o de las operaciones concretas y creativa o de las operaciones formales) y brinda ejemplos de posibles funciones del maestro que pueden ayudar al alumno en el desarrollo de estas competencias disciplinarias.

    El conocimiento del desarrollo psicoevolutivo puede ayudar al maestro no sólo a planificar normas disciplinarias en su clase, sino a reconocer y analizar sus expectativas con respecto a la conducta del grupo en cuestión. Consideramos que lo más importante es enfatizar los aspectos positivos de la disciplina, qué se debe hacer y cómo, y no los aspectos negativos, e incentivar al alumno a utilizar sus habilidades para obtener fines constructivos es la meta común de las tres etapas disciplinarias por él planteadas.

Fase 2.     El profesor comunica a sus alumnos desde el primer encuentro, las expectativas de comportamiento durante las actividades académicas a desarrollar, establece normas de conducta y trabajo y las rutinas que se desarrollarán a lo largo del semestre.

    Es importante comunicar las expectativas de comportamiento que se espera de ellos; y explicar la importancia que tiene el mantenimiento del orden en el aprendizaje de destrezas deportivas, así como fomentar conductas ordenadas que permitan introducir a los alumnos en un clima relajado y propicio para el estudio y trabajo independiente.

    Este tipo de planificación requiere de características específicas en el profesor, entre ellas, que sea lo suficientemente flexible para adaptar su planificación a la evolución de la clase. La atención y motivación del alumno son procesos claves para poder mantener el control de la clase. Si el profesor logra captar la atención de los alumnos dará lugar a que se potencie el desarrollo de actitudes responsables y de autocontrol, facilitándose así el control del comportamiento y la disciplina.

    Es por esta causa que las estrategias utilizadas por el profesor para impartir sus clases, los recursos tecnológicos, la variedad de actividades, el tamaño del grupo, los contactos oculares que mantenga con los alumnos, el tono e inflexión de la voz y la comunicación afectiva, son aspectos importantes para mantener la atención de los alumnos y evitar problemas en el control del comportamiento (juegos en el agua o demasiada lentitud cuando se nada).

Fase 3.     Mantenimiento del orden deseado y el incremento progresivo en la participación de las actividades de aprendizaje. Esta fase se desarrolla en cada clase en función de las relaciones que el profesor establezca con el grupo.

    Una motivación adecuada para participar de las actividades lúdicas, aun cuando no se tengan suficientes habilidades, favorece la participación de los alumnos y por ende, el control del comportamiento.

    El profesor deportivo tiene en sus manos un elemento magnífico para contribuir a satisfacer la necesidad de expresión que todo ser humano posee. Serán las estrategias didácticas y metodológicas de la enseñanza del deporte en cuestión. El propio ejercicio, su forma de ejecución, conlleva a una autodisciplina y a un control del movimiento para conseguir la acción.

    En nuestra opinión, la aparición de conductas de autocontrol en el sujeto y adaptación a las situaciones con cierto nivel de estrés para algunos son aspectos totalmente relacionados con las metodologías utilizadas y con el tipo de vínculo que el profesor establezca para el desarrollo del clima socio emocional.

    El clima socioemocional que se genera en el terreno deportivo, es un aspecto dinámico que hace referencia al tono emocional resultante de las interacciones que se producen entre los miembros del grupo, así como a sus aspectos socio organizativos (Beltrán, 1987).

    Si adecuamos el modelo a nuestra actividad, y logramos operacionalizarlo, el profesor deportivo impartirá sus clases con mayor calidad, sin necesidad de estar centrado en el control del grupo para mantener la disciplina. Quizás, la utilización apropiada del feedback (aprobatorio), pudiera ser un requisito para lograr el clima socioemocional que requiere la docencia deportiva, en este tipo de actividad, pues como afirmó Ibarz (1996) “todos poseemos un instinto básico que nos dice cuando algo nos conviene o nos perjudica, y todos poseemos también la capacidad de ver mas allá - de ver el fondo - que se esconde tras las manifestaciones superficiales”.

Conclusiones

    El control de la disciplina en las clases de educación física de la carrera de enfermería de los estudiantes de primer año que reciben natación, nos permitió elevar la calidad de la docencia en función de los modos de actuación del futuro profesional

    El control de la disciplina en las clases deportivas es un medio, el fin es la acción disciplinada, dentro y fuera del terreno las canchas. Este control será eficaz, para minimizar los comportamientos perturbadores, en la misma medida que el se incremente el protagonismo del alumno durante la ejecución de las tareas docentes.

    El trabajo metodológico realizado en esta dirección, sirvió de punto de partida para fortalecer en los alumnos, valores y cualidades de durable significación, que trasciendan más allá del entorno deportivo.

Recomendaciones

    Aplicar el próximo curso acciones disciplinadas basadas en el modelo propuesto por Emmer y col. (1983), en las clases de educación física con enfermería, pero ofertando baloncesto en vez de natación.

Bibliografía

  • Beltrán y col. (1987): Psicología de la Educación. UNED. Madrid.

  • Gutiérrez, M. (1995): Valores sociales y deporte. Gymnos.

  • Gutiérrez, M. (1996): ¿Por qué no utilizar la actividad física y el deporte como transmisor de valores sociales y personales? Rev. Española de Educación Física y Deportes. Vol. 3. Nº 1. pp. 40-42.

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  • Fernández Enguita (1995): La escuela a examen. Ed. Pirámide. Madrid

  • Gimeno Sacristán, J. y Pérez Gómez, A. (1992): Comprender y transformar la enseñanza. Ed. Morata. Madrid

  • González, M.E. (1974): Didáctica de la Música. Ed. Kapeluz, Buenos Aires.

  • Plaza del Río, F. (1996): La disciplina escolar o el arte de la convivencia. Ed. Aljibe, Málaga.

  • Rivas Flores, J. (1993): "El aula como microsociedad", en: García León, M.A. y otros (eds.): Sociología de la Educación. Ed. Barcanova. Barcelona.

  • Seirulo, F. (1995): Valores educativos del deporte. en La iniciación deportiva y el deporte escolar. INDE. Barcelona.

  • Snyders, G. (1987): La alegría en la escuela. Paidotribo. Barcelona.

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