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Algunas particularidades biopsicomotrices 

que caracterizan a los niños en edad escolar

 

*Profesor de Teoría y Metodología del Entrenamiento Deportivo de la Universidad de Ciencias
de la Cultura Física y el Deporte “Manuel Fajardo”. La Habana

**Profesor Consultante. Universidad de Ciencias
de la Cultura Física y el Deporte “Manuel Fajardo”. La Habana
(Cuba)


Ph.D./Dr.C. Adalberto Collazo Macías*

collazo@inder.cu

Ph.D./Dr.C. Silvio Antonio González Catalá**

silviogonzalezcatala@hotmail.com


 

 

 

 

Resumen

          El ser humano en su camino desde la niñez hacia la adultez transita por una serie de cambios biológicos, psicológicos y motrices, los cuales están condicionados a factores endógenos y exógenos. Para los profesionales del deporte y la Educación Física es sumamente importante conocer dichas transformaciones, y en qué medida se dan y cuándo suelen aparecer, pues no suceden en cada sexo de la misma forma, ni aparecen a la misma edad, de ahí, que su conocimiento permite enfocar el proceso pedagógico del entrenamiento o de la Educación Física con un carácter científico superior.

          Palabras claves: Entrenamiento. Niños. Educación Física. Motricidad.

 

Abstract

          The human being in his road from the childhood toward the adulthood traffics for a series of biological, psychological and motor changes, which are conditioned to endogenous and exogenous factors. For the professionals of the sport and the Physical Education is extremely important to know this transformations, and in what measure they are given and when they usually appear, because they don't happen in each sex in the same way, neither they appear to the same age, of there that its knowledge allows to focus the pedagogic process of the training or of the Physical Education with a superior scientific character.

          Keywords: Training. Children. Physical Education. Motor quality.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 17, Nº 174, Noviembre de 2012. http://www.efdeportes.com/

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    Dr.C. Adalberto Collazo MacíasCuando se habla de niños como concepto, se debe tener presente lo que ofrece la psicología evolutiva al respecto, pues esta la clasifica como una fase concreta en la vida del hombre, que comprende el tiempo entre el nacimiento y el inicio de la madurez sexual.

    El término niño será utilizado para referirnos al escolar de la enseñanza primaria, precisamente los que transitan entre el primero y sexto grado, cuyas edades están entre los 6 y los 11 años, los cuales constituyen parte importante de la muestra que se estudiará en la presente investigación. No obstante a ello, no se pretende fijar el cambio a la adolescencia hacia los 12 años, pues sería un error fijar una fecha exacta, más bien se establece en aras de buscar una generalidad, acorde a las características estructurales del Sistema Nacional de Educación Cubano.

    Dentro de las principales características en la evolución de los niños desde los 6 hasta los 11 años se pueden mencionar que durante estas edades tienen lugar el primer cambio de la complexión; pronunciado crecimiento longitudinal, además de una desarmonía entre tronco y extremidades.

    La fase prepuberal se inicia alrededor de los 9-10 años en la niñas, mientras en los varones ocurre hacia los 10-11 años, también tienen lugar aquí el inicio de la formación de las características sexuales secundarias, así como la normalización de las proporciones corporales y la estabilización de la coordinación motriz.

    Los niños son muy dependientes de los adultos, están aún bajo las instrucciones de los padres, profesores, entrenadores, etc., ellos sienten un marcado interés por la conquista expansiva de su entorno y son muy pocos críticos.

    Dentro de los aspectos positivos de estas edades se encuentran sin lugar a dudas el alto grado de motivación que ellos demuestran sobre todo por aquellas actividades de carácter lúdico, pues los juegos constituyen junto al estudio las fuentes mayores de motivación de los mismos.

    Este período se caracteriza por un comportamiento de gestos fogosos, de gran dinamismo que libera ansias y necesidad de movimientos.”La expresión de esta motricidad desbordante es consecuencia de un marcado interés por la práctica deportiva”. (Sack, 1981 y Weineck, 1993). Por lo que durante estas edades se inscriben el mayor por ciento de niños a la práctica deportiva. Ellos poseen una gran capacidad para aprender y apropiarse de las nuevas habilidades motrices, sin embargo, no así la capacidad de fijar los gestos aprendidos, por lo que se recomienda repetir y ejercitar con frecuencia lo aprendido, con el objetivo de que no olviden con facilidad las acciones motrices aprendidas con anterioridad.

    Dentro de las principales particularidades biológicas que caracterizan al escolar primario están que dentro de los 6 y 11 años de edad se producen variaciones substanciales en todos los órganos y tejidos del cuerpo, formándose todas las curvaturas de la columna vertebral, cervical, pectoral y de la cintura.

    Aún durante esta etapa no ha concluido el proceso de osificación del esqueleto, de ahí la gran movilidad que poseen estos niños, todo esto obliga a la necesidad esencial de enseñar correctamente el cómo caminar, cómo correr, cómo sentarse adecuadamente, entre otras habilidades.

    La osificación de las falanges del metacarpo de las manos acaba hacia los 9-11 años y la de las muñecas hacia los 10-12 años aproximadamente. Los niños poseen un gran diámetro de las carótidas lo que le permite que su cerebro reciba suficiente sangre, condición ésta importante para su capacidad de trabajo. El peso de su cerebro aumenta de forma sensible después de los 7 años, específicamente las partes frontales, estas juegan un gran papel en las funciones superiores y más complejas de la actividad psíquica del hombre. Por consiguiente, el músculo cardíaco crece intensamente y se provee bien de sangre, por lo que es muy consistente.

    Con relación a la talla y al peso en esta etapa se puede decir que por lo general los niños crecen de 5 a 7 cm. por años, mientras tienen un incremento del peso de 2 a 2.5 Kg. por años.

    Desde el punto de vista psicológico, se puede decir que esta etapa (6-11 años) es rica en posibilidades ocultas de desarrollo, por lo que se considera importante ir captando y estimulando oportunamente las mismas, además se considera que las bases de muchas cualidades psíquicas de la personalidad se establecen y se cultivan durante estas edades.

    Este importante destacar “que cada período del desarrollo psíquico del niño se caracteriza por un tipo principal de actividad”. (Petrovski, 1978). Hoy se conoce que una de las principales actividades del niño durante esta etapa lo constituyen los juegos en sus diversas manifestaciones o tipo. No obstante, el estudio comienza a ganar espacio, llegando a convertirse en la actividad fundamental en estas edades.

    Mientras el niño se encuentra en la escuela, con placer, deseos, porque busca encontrar los conocimientos que necesita saber para aprender, comienzan a ocurrir diferentes cambios en su conducta, todo ello generado por el régimen escolar, las relaciones alumno- profesor, alumno- alumno, el horario establecido en las escuelas, la organización del proceso escolar, entre otras, se convierten en exigencias para el escolar, las mismas el niño las comprende como una necesidad social, además involucra a todos los demás niños, eso garantiza que el niño entienda dichos sucesos como un hecho inevitable en su formación.

    En los niños tiene lugar el desarrollo de la psiquis sobre todo por las influencias que ejercen sobre ellos las actividades docentes que realizan en las escuelas. En las mismas los niños comienzan a recibir gradualmente nuevas exigencias, el cumplimiento de las mismas presupone la aparición de nuevas cualidades psicológicas, las que sin dudas, empiezan a formar y desarrollar su psiquis.

    Los procesos cognoscitivos de estos escolares (6-11 años) también adquieren determinado desarrollo durante esta etapa.

    La percepción según Petrovski (1978), cuando los niños llegan a la escuela ya la tienen lo suficientemente desarrollada, pues en ellos se observa una alta agudeza de vista y oído y aunque conocen bien los diferentes formas y colores, dicha percepción sólo se limita a reconocer y decir la forma y el color, por lo que los mismos carecen de capacidad de análisis sistemático de las propiedades y cualidades de los objetos.

    Todo ello presupone, que durante la sistematización de los ejercicios durante las clases de Educación Física, los niños tienen desarrollada la percepción para captar las imágenes que se ofrecen en las diversas demostraciones que el profesor realiza acerca de las técnicas deportivas y las habilidades a desarrollar.

    Sobre el desarrollo de la atención en estos escolares, Petrovski (1978), plantea que los niños que llegan a la escuela aún no tienen una atención encauzada. Ellos prestan su atención, en lo fundamental, a lo que les parece directamente interesante, a lo que se distingue por lo llamativo y poco común (atención involuntaria). No obstante continua agregando que durante esta etapa los niños aprenden gradualmente a dirigir y mantener de forma estable la atención sobre los objetos necesarios, y no simplemente en los atrayentes, donde ya a partir de los 7-8 años existen alumnos que ya tienen desarrollada una atención voluntaria.

    Dentro de la Educación Física como asignatura en la cual el escolar tiene la posibilidad diferenciada respecto a otras asignaturas de interactuar directamente con el medio, de manera totalmente distinta, se observa que el desarrollo de la atención tiene lugar gracias a la organización con que el profesor orienta las actividades, procedimientos que utiliza para cumplir con sus objetivos, con los principios de la enseñanza que emplea, la variabilidad y el uso de los medios idóneos y necesarios para lograr dichos objetivos, el lenguaje empleado teniendo en cuenta los intereses de los escolares, sexo, edad, etc., así como la preparación previa de los contenidos a ejercitar en medio de múltiples aspectos necesarios para garantizar una verdadera motivación e intereses por la actividad que se vaya a realizar, respetando siempre el ritmo de aprendizaje de cada alumno.

    Por otra parte, otro de los procesos cognoscitivos importante en los escolares entre los 6-11 años, es el de la memoria. En este sentido Petrovski (1978), plantea que “los niños desde que llegan a la escuela sienten la necesidad de retener literalmente los llamativos y emocionalmente impresionantes acontecimientos, descripciones, narraciones” etc.

    Es evidente que este proceso se comienza a desarrollar desde la misma llegada del niño a la escuela, las tareas asignadas para cumplir con cada una de las asignaturas que recibe, unido a todas las regulaciones que le impone el propio régimen escolar constituyen elementos que poco a poco favorecen su desarrollo.

    En la Educación Física la memoria como proceso cognoscitivo encuentra determinadas condiciones para su desarrollo, sobre todo la memoria motriz que alcanza su desarrollo a partir de las continuas ejercitaciones de los diferentes movimientos y las técnicas deportivas que constantemente repite durante las clases. Además en el aprendizaje de los juegos se hace necesario que cada niño memorice las diversas reglas que caracterizan a los mismos.

    Otro aspecto importante de los procesos cognoscitivos es el de la imaginación. Con respecto a ella, Petrovski (1978), señaló: “La actividad sistemática de estudio ayuda a desarrollar en los niños una capacidad psíquica tan importante como la imaginación.”

    En el caso de la Educación Física, observamos como la propia actividad física mediante juegos, mediante la práctica deportiva, asegura la posibilidad de que los niños desarrollen su imaginación, los juegos como medio se convierten en una importante herramienta en la cual el profesor logra crear las condiciones favorables para que los niños desarrollen en su más amplia magnitud la imaginación, sobre todo la imaginación creadora, dadas las variables soluciones que puede darle a las diversas situaciones que les imponen los mismos, sobre todo en las variaciones de las formas estándar de los ejercicios en situaciones cambiantes.

    Por último dentro de los procesos cognoscitivos, veremos el desarrollo del pensamiento, este se desarrolla como resultante de todos los demás procesos, el mismo lo vemos más amplio y profundo, pues no sólo es síntesis del reflejo del mundo externo en nuestra conciencia, sino que abarca además la forma de conducta del individuo ante las disímiles circunstancias y fenómenos que se nos presenta en la vida.

    La Educación Física como asignatura se convierte en un favorable medio para el desarrollo del pensamiento en los niños, las diversas tareas dentro de las clases que el profesor señala e indica, las disímiles situaciones que se presentan, los objetivos de lograr una meta y la competitividad que ellos encuentran a menudo de sus propios compañeritos de grupo, hacen que el niño sienta necesidad de desarrollar su pensamiento.

    Por otra parte, al referirse las características esenciales de carácter motriz que identifican a estas edades (6 a 11 años) se debe partir del análisis de cómo se comportan algunas de las capacidades físicas durante la edad escolar primaria.

    Comenzando con la capacidad de fuerza, hay que destacar que al hablar del desarrollo de la misma en estas edades, encontramos en la bibliografía consultada disímiles opiniones y criterios al respecto.

    Para comprender mejor la esencia de este conflicto, observemos que aconseja la Academia Americana de Pediatría (1983):

    Los niños en edad prepuberal no presentan aumentos significativos de la masa muscular por efecto del entrenamiento de la fuerza, motivado por el bajo nivel de los andrógenos circulantes en estas edades.

    Los máximos beneficios obtenidos por el entrenamiento con cargas se logran a partir de la etapa postpuberal, siendo mínimos los que se logran en la etapa prepuberal.

    El entrenamiento con cargas elevadas presenta un alto riesgo de lesión.

    Sobre estos aspectos anteriormente mencionados, J. M. García Manso y col. (1996), se refieren a que habitualmente se suele escuchar criterios tales como:

  • La fuerza es una capacidad física no entrenable antes de la pubertad.

  • El entrenamiento de la fuerza disminuye la movilidad articular.

  • El entrenamiento con cargas es la causa de la mayoría de la lesiones.

  • El entrenamiento de la fuerza afecta considerablemente el corazón del niño.

    Como es apreciable, son muchos los criterios que consideran inoportuno el trabajo de la fuerza antes de la pubertad, sin embargo, veremos que nos presenta la National Strengh and Conditioning Association (1985), con relación a los mencionados criterios:

    Los niños en edad prepuberal muestran ganancias de fuerza muscular con el entrenamiento de fuerza.

    Estas ganancias, siempre que se deban a un entrenamiento apropiado, eliminan los riesgos de lesión derivados de la práctica de determinadas modalidades deportivas.

    El entrenamiento de la fuerza produce beneficios psicológicos, como mejora de la propia imagen y aumento de la propia autoestima.

    Estudios realizados por Wescott (1979), Blanksby (1981), Pfeifer (1986), Sewal y Micheli (1986), Weltmann y col. (1986) y Blimkie (1989), entre otros, aseguran que el trabajo de la fuerza durante estas edades analizadas (antes de la pubertad) garantiza significativas modificaciones positivas en el organismo de los niños.

    García Manso y col. (1996), por su parte afirman que tanto en niñas como en niños la fuerza aumenta de forma progresiva con la edad, debido a dos factores fundamentales: la maduración del sujeto (sistema nervioso y endocrino); y al crecimiento del sujeto (aumento de la longitud de las estructuras óseas, aumento de la masa muscular).

    Continua agregando el citado colectivo que la fuerza se puede desarrollar en estas edades, siendo su desarrollo relativamente lento, excepto en los casos en que se estimule precozmente. Además señalan que durante estas edades se crece entre 5 a 7 cm. por años y se aumenta de peso hasta 2-2.5 Kg., hechos estos que posibilitan junto al crecimiento longitudinal de los huesos, el crecimiento longitudinal de los músculos, lo que asegura cierto incremento de la fuerza muscular en los niños.

    Con relación al trabajo de la fuerza, Weineck (1994), recomienda trabajar la fuerza en regímenes de trabajo neuromuscular dinámico, pues a causa de la débil capacidad anaeróbica lactácida existentes en estas edades los mismos no poseen la capacidad suficiente para realizar trabajo muscular estático, por lo que es preciso trabajar sobre todo la fuerza-velocidad (entiéndase por ello tanto la fuerza rápida como la explosiva). Además recomienda trabajar en los últimos años de esta etapa los músculos más importantes por medio de ejercicios con el propio peso corporal y por medio de pequeñas cargas adicionales (pelotas medicinales, anillas, sacos de arenas, etc.

    Por otra parte, García Manso y col. (1996), plantean que con el entrenamiento de la fuerza en estas edades se puede lograr los siguientes objetivos:

  • Lograr un desarrollo muscular armónico.

  • Conseguir una buena postura corporal.

  • Conseguir la adecuada adaptación muscular que nos permita eliminar riesgos de lesiones.

  • Crear las bases que permitan en el futuro acceder al alto rendimiento deportivo.

    Hemos apreciado ante los diversos criterios expuestos por los autores mencionados, que el entrenamiento de la fuerza durante estas edades 6-11 años, no llega a un consenso general pues como se observa existen diferentes criterios y opiniones al respecto, sin embargo, se puede considerar que el trabajo de la fuerza en estas edades puede ser beneficioso o perjudicial, todo ello depende del tipo de capacidad que se desee desarrollar, de cómo se combinen en la práctica, el volumen, la intensidad, la frecuencia y la recuperación y sobre todo de los medios que se utilicen para ello, por ejemplo tendría beneficios positivos si se trabaja con ejercicios con el propio peso corporal, abdominales, ejercicios de lanzamientos, ejercicios en aparatos (barras, paralelas, anillas, etc.), los cuales constituyen suficientes medios para crear durante esta etapa una base sólida para posteriores trabajo de fuerza, por el contrario puede ser perjudicial el trabajo de la fuerza en estas edades, producir graves lesiones, provocar serias atrofias musculares e incluso provocar trastornos hormonales sobre todo en las glándulas de crecimiento GH, entre otras, si en cambio se utilizan sobrecargas para desarrollar la fuerza, como es el caso de los ejercicios con pesas que incidan sobre la columna vertebral durante tiempo prolongados, por citar un ejemplo donde se manifiesta lo anterior, en los niños y niñas que practican desde edades tempranas la Gimnasia Artística, se observa en ellos una disminución acentuada de la talla, un engrosamiento muscular prematuro y una tardía aparición en las niñas de hasta varios años en la primera menarquía y poco crecimiento de sus mamas, todo ello como consecuencias de las altas cargas de fuerzas a las que diariamente se ven envueltas como parte del entrenamiento deportivo de alto rendimiento.

    Por otra parte no consideramos oportuno trabajar con pesas durante estas edades, ni mucho menos trabajar fuerza máxima como capacidad física.

    Para analizar el desarrollo de la resistencia durante estas edades, creemos necesario comenzar citando las siguientes palabras de Weineck (1994), cuando al referirse al desarrollo de la resistencia en niños expresó: “Los resultados de dos años de entrenamiento aplicados a niños de 3 a 5 años demuestran que ya desde estas edades se puede trabajar la resistencia general sin que ello produzca secuelas, ni trastornos que lamentar, siempre que no se ejerza ningún apremio externo.”

    Uno de los indicadores elementales para evaluar la capacidad de resistencia de un sujeto antes esfuerzos de baja intensidad y larga duración lo constituye sin dudas el VO2 máx., parámetro este que al mejorarlo, traerá como resultado mejor rendimiento ante este tipo de esfuerzo.

    En el caso de los varones la mejora de 6 hasta los 11 años, va desde un 49.3 hasta un 51.7 %, mientras en las niñas transcurre de 45.6 hasta 49.5 %. Al analizar cómo evoluciona este parámetro entre estas edades, es significativo destacar que durante la pubertad el incremento de este, es de 0.4-0.5 litros por minutos por años, etapa esta donde ocurre el mayor incremento de este aspecto, pues durante la adolescencia y la juventud los incrementos fluctúan alrededor de los 0.2 litros por minutos por años.

    Otro elemento importante a mencionar dentro de esta temática que se aborda es que múltiples son las investigaciones Mirwall y col. (1981), Tijvinski mencionado por Volkov y Filin (1989), que han demostrado que la velocidad de incremento del VO2 máx. tiene lugar en mayor proporción en aquellos niños sometidos a entrenamiento activos, que los no entrenados o inactivos.

    Por otra parte, Bar-Or (1983), encontró que con un entrenamiento de resistencia aerobia no aumentaba ni el número, ni el tamaño, ni el grado de funcionalidad de las mitocondrias en niños prepúberes, pero si se encontró una mejora de la actividad enzimática oxidativa, fundamentalmente la succinato deshidrogenasa, entre otras.

    Petrovski (1978), plantea que en el escolar menor el músculo cardíaco crece intensamente y se provee bien de sangre, por eso este es relativamente consistente, además gracias al diámetro de las carótidas el cerebro recibe suficiente sangre, condición esta importante para su capacidad de trabajo.

    Partiendo de los criterios que ofrecen autores tales como Grosser (1981), Weineck (1994), entre otros, afirman que la resistencia aerobia puede trabajarse desde los 8 años en adelante con muy buenos resultados.

    La rapidez como capacidad física también se encuentra influenciada por el desarrollo biológico y el crecimiento, aunque la misma tiene una dependencia importante del potencial genético del individuo.

    Autores como, Navarro (1994), García Manso y col. (1996), coinciden en que ya a partir de los 8 o 10 años se alcanzan valores similares a los de los adultos en capacidades tales como: la rapidez de reacción y la frecuencia de movimientos.

    Grosser (1992), con relación a lo anterior plantea que entre los 7 y 9 años se puede aumentar la rapidez de reacción y la frecuencial sin variación respecto al sexo y que entre 9 y 12 años aproximadamente se produce una fase sensible de la rapidez de reacción y de la velocidad frecuencial y en parte de la velocidad de movimientos.

    No obstante, por lo planteado por Grosser (1992), se puede decir que la rapidez encuentra su momento sensible primario ya desde los 8 años de edad.

    Por consiguiente, a la edad de 7-9 años se observa una nítida mejora de la rapidez de acción. (Köhler, 1977).

    Erwin Hahn (1988), considera que durante estas edades se producen incremento en el salto y en la capacidad de sprint, por lo que se debe continuar corriendo distancias cortas, ejercicios de rapidez de reacción en múltiples formas, pero no aconseja todavía entrenar la llamada resistencia a la velocidad o resistencia anaerobia.

    Según Markosjan y Wasjutina (1965), durante este período que abarca desde los 6 hasta los 11 años, se observa un mejoramiento considerable de la rapidez de reacción y acortamiento del período de latencia que la condiciona, este pasa de 0.5-0.6 segundos de 6-7 años a 0.25-0.4 hacia los diez años.

    “Durante este período, en el que existen las máximas posibilidades de incremento de la capacidad de rapidez, tanto los procesos nerviosos como el tamaño de las palancas ofrecen condiciones favorables para el aprendizaje de la velocidad. Es preciso entonces tener en cuenta el desarrollo general de los factores físicos que determinan el rendimiento y recurrir preferentemente a ejercicios que pongan en juego la velocidad.” (Weineck, 1994)

    Después de haber analizado y valorado los planteamientos anteriores, podemos arribar a la conclusión de que esta etapa que comprende la edad escolar primaria (6-11 años), tanto para las niñas como para los niños se convierten en una fase ideal para desarrollar la rapidez y sus distintas manifestaciones, sobre todo es recomendable utilizar como medios los juegos de carreras y arrancadas cortas, todas con carácter competitivo.

    En cuanto al desarrollo de la movilidad en esta etapa se torna bastante favorable, porque los niños poseen buena elasticidad de los tendones y ligamentos, así como músculos muy flexibles, todo ello unido a la condición de que el sistema óseo de los mismos aún no se ha solidificado.

    Sin embargo, en la literatura especializada aparecen algunas contradicciones, por ejemplo, según Fomin y Filin (1975), la capacidad de flexión de la columna vertebral, y de las articulaciones coxofemorales y escapular crece, llegando al punto máximo de su movilidad la columna vertebral hacia los 8–9 años. Por el contrario, Meinel (1976), plantea que es observable una reducción de la capacidad de separación de las piernas en las articulaciones coxofemoral y de la movilidad de la articulación escapular.

    Por otra parte, muchos coinciden que hasta los 10 años la movilidad general mantiene buenos niveles, por lo cual se deberá entrenar la misma para mantenerla.

    Nuestros estudios permiten precisar que la movilidad de los hombros, tanto en las hembras como en los varones alcanzan los mejores resultados alrededor de los 7 años, en la columna vertebral, en ambos sexos, se obtuvieron los mejores resultados hacia los 11 años, mientras en la movilidad coxofemoral se determinó el mejor rendimiento en ambos sexos, entre los 8-9 años.

    Por consiguiente, se aprecian diversos criterios respecto al momento preciso en el cual los niños obtienen un mejor nivel de la movilidad en las diferentes articulaciones estudiadas, nuestra consideración es concreta, los resultados se han obtenidos en disímiles latitudes y en épocas muy diferentes.

    No obstante, existe el criterio generalizado que esta etapa entre los 6 y los 11 años, es considerada un momento bueno para mantener el desarrollo de la movilidad que aún no se ha perdido del todo.

    Por último, con relación al desarrollo de las capacidades coordinativas durante estas edades Meinel (1976), plantea que durante este período se mejora enormemente la capacidad de aprendizaje motor, gracias a un mejoramiento de la capacidad de control, de regulación y combinación motriz.

    Martín (1982), señala que entre los 6 y los 11 años tiene lugar las mejores fases para el desarrollo de las capacidades coordinativas tales como: Capacidad de aprendizaje motor y la de diferenciación y control entre los (10-12 años), la de reacción óptica y acústica a los (8-10 años), la capacidad de ritmo a los (9-11 años) y la de equilibrio a los (10-12 años).

    Por otra parte, con relación al desarrollo de las capacidades coordinativas también Kiphard (1970), señala que como resultado de la madurez cerebral en el área cortical motriz durante la segunda edad escolar (9-12 años), tiene lugar la cooperación entre motricidad automática (bulbo raquídeo, tronco cerebral) y la voluntaria (córtex cerebral).

    Finalmente sobre el desarrollo de las capacidades coordinativas durante esta etapa 6-11 años, se puede afirmar que partiendo de los múltiples criterios de investigaciones al respecto, estas edades están consideradas de forma unánime como el período óptimo por excelencia para desarrollar cada una de las capacidades que la integran: las generales o básicas (regulación del movimiento y adaptación y cambio motriz), las especiales (ritmo, anticipación, diferenciación, acoplamiento, equilibrio y precisión) y las complejas( agilidad y ritmo de aprendizaje motor).

Conclusiones

    El conocimiento de las particularidades biopsicomotrices en estas edades permite a los profesionales de la cultura física en general que se desempeñan laboralmente en estas edades, organizar pedagógicamente y de forma adecuada y con carácter científico el proceso de desarrollo físico que normalmente tiene lugar durante la niñez.

    Los niños y niñas están condicionados desde el punto de vista biológico, psicológico y motriz para realizar actividades físicas y deportivas sin perjuicios para su estado de salud en general, mas bien, constituyen actividades de carácter imprescindible para su desarrollo físico y mental.

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