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El proceso de la percepción y su especialización en la actividad deportiva

 

*Autor. Entrenador de Béisbol en la Dirección Municipal de Deportes de Boyeros, La Habana

Máster en Entrenamiento de Béisbol para el Alto Rendimiento. Doctorante de la Universidad

de Ciencias de la Cultura Física y el Deporte (UCCFD) “Manuel Fajardo”, La Habana

**Coautora. Profesora de Psicología y Metodología de la Investigación

en la Escuela Provincial de Educción Física (EPEF) “Manuel Fajardo”, La Habana

Máster en Metodología de la Investigación

Lic. Carlos Martín Álvarez*

carlosma@eiefd.co.cu

Lic. Xiomara Diéguez Hidalgo**

xiomara@inder.cu

(Cuba)

 

 

 

 

Resumen

          Toda conducta o acción del hombre, tanto individual como colectiva, se encuentra regulada por los fenómenos psíquicos, lo que hace comprender que cuando se conocen los aspectos fundamentales que la regulan, se puede contribuir en su desarrollo de forma satisfactoria. Dentro de los procesos psíquicos se encuentra el de la percepción. Si la actividad es deportiva, y sujeta a las exigencias del alto rendimiento, entonces las percepciones exigen de una especialización para darle cumplimiento a los diferentes retos de la actividad competitiva en la que cobra una gran importancia. Importancia que se pretende demostrar en el presente artículo.

          Palabras clave: Percepción. Percepciones especializadas. Actividad deportiva.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 17, Nº 172, Septiembre de 2012. http://www.efdeportes.com/

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Introducción

    La percepción del mundo circundante es tan importante para el hombre como su propia alimentación. A través de los procesos perceptivos, cuando los estímulos actúan sobre los receptores sensoriales repartidos por todo el cuerpo, el hombre puede adquirir el reflejo integral de los objetos y fenómenos reales del mundo exterior, analizarlos y formular respuestas motoras o verbales que le permitan una correcta organización y regulación de las actividades prácticas o mentales de la vida diaria así como archivar estas experiencia para usarla en un futuro cercano o lejano.

    Varios han sido los autores que han expresado sus criterios sobre el tema (Rodionov, Petrovski, Rudik, Leontiev) y que se pueden citar para corroborar lo antes expuesto. Así, Rudik (1990) considera a la percepción como “el reflejo que en la conciencia del hombre tienen los objetos y los fenómenos de la realidad cuando actúan directamente sobre los órganos de los sentidos”. (p.118). En este reflejo perceptual, todas las informaciones brindadas por los receptores en forma de sensaciones se integran formando una etapa cualitativamente superior y de mayor complejidad que la anterior, o sea, que las sensaciones.

La percepción y algunas de sus peculiaridades

    Percibir puede parecer un proceso psicológico sencillo si se piensa en cualquier acción que se realice en milésimas de segundo y se logra observar numerosos objetos de diferentes formas, tamaño, colores, movimientos, etc. A pesar de esto, el proceso perceptivo es complicado y depende de características muy importantes como la objetivación, la integración, constancia y comprensión entre otras.

    La percepción no se realiza de forma aislada con el órgano sobre el cual influye el estímulo (el oído, la vista, etc.) sino, de forma interrelacionada con varios de ellos. En este proceso intervienen las características personales del perceptor. Sus intereses, metas, sentimientos, ansias pueden influir en el resultado de lo percibido y de llegar así a la llamada apercepción que es “la dependencia de la percepción del contenido de la vida psíquica de la persona, de las características de la personalidad”. (Petrovski, 1990, p. 228)

    Por lo tanto, la percepción como proceso activo está en constante comparación entre lo que está percibiendo en ese momento el sujeto y la experiencia anterior que posee del objeto o fenómeno por lo que la percepción no depende solo del excitante sino que también depende del individuo perceptor, de su experiencia personal, de sus conocimientos. Al percibir se activan las huellas de las percepciones realizadas con anterioridad, por tal motivo, se puede plantear que un mismo objeto o fenómeno puede percibirse de disímiles maneras por diversas personas.

Clasificación de las percepciones

    Como ya se mencionó anteriormente, el proceso de la percepción se realiza cuando actúan varios analizadores entre sí. Es raro encontrar un tipo de percepción de forma pura, estas se interconectan y como resultado se obtienen tipos complejos de percepciones. Acerca del proceso perceptivo se evidencian numerosas definiciones, así el profesor Petrovski (1990), precisa que, según el analizador dominante las percepciones adquieren la denominación de visuales, auditivas, táctiles, olfativas y gustativas. (p. 233).

    “El espacio y el tiempo son las formas fundamentales de la materia. Todos los objetos existen en el espacio y en el tiempo” (Smirnov y col, 1961, p. 155). De acuerdo con estas formas de existencia de la materia, las percepciones se pueden clasificar en: percepción del espacio que incluye forma, tamaño, relieve y distancia. Percepción del tiempo que encierra duración, velocidad y continuidad. Por último, percepción del movimiento que contiene la variación de la posición de los objetos o del propio sujeto.

Las percepciones especializadas en el accionar deportivo

    Estas formas de percepción (espacio, tiempo y movimiento) al ser aplicadas en el ámbito deportivo adquieren un carácter de especialización que condicionan el éxito de la mayoría de las acciones deportivas. Estas percepciones se pueden encontrar en las literaturas especializadas como “sentidos especiales” los que varían en dependencia de las características de cada deporte. Entre las más comunes se encuentran el sentido del balón, sentido del agua, sentido de la distancia, sentido del implemento y sentido del tiempo. Según Cañizares (2008), estas percepciones “se desarrollan sobre la base de la experiencia acumulada, la ejercitación y sistematización de las acciones y la alta actividad de diferenciación de los analizadores que participan en el ejercicio”. (p. 13).

    Otros de los términos que se pueden encontrar en la literatura especializada en el deporte son las percepciones o sensaciones exteroceptivas, interoceptivas y propioceptivas. Las primeras, reflejan las propiedades de los objetos y fenómenos del medio exterior (visuales, auditivos, táctiles, olfativos y gustativos). Las segundas reflejan el estado de los órganos internos (sensaciones de hambre, sed, falta de oxígeno, etc.) y por último, las propioceptivas que reflejan los movimientos y la posición del cuerpo.

    En muchas ocasiones, se observa cómo jugadores de Fútbol, Balonmano o Baloncesto, logran realizar elementos técnicos o tácticos de forma impecable sin tener visión sobre el balón. Estos jugadores han desarrollado tanto la percepción del balón (o sentido del balón), por la precisión alcanzada en la diferenciación de las percepciones músculo-motoras y de la precisión de la percepción de las características de tiempo-espacio de los movimientos, que son capaces de determinar correctamente la fuerza y dirección que deben aplicarle al balón para realizar con éxito un autopase, un pase a un compañero o un tiro a cualquier distancia.

    En casi todos los deportes, el jugador tiene que estar en constante movimiento y con este, cambia de posición todo lo que se encuentra a su alrededor. Es por eso que además de las percepciones antes mencionadas, los deportistas tienen que desarrollar la percepción del espacio donde él realiza su accionar competitivo. Ellos deben conocer con gran exactitud la distancia a la que se encuentran sus compañeros de equipo, los contrarios, la meta, el aro, la portería, las dimensiones del terreno, entre otras. En esto juega un papel fundamental la visión, puesto que el hombre para orientarse en el espacio se basa principalmente en datos visuales. Para conseguir una visión más perfecta de las cosas el hombre vuelve la cabeza o los ojos constantemente hacia el objeto y, a consecuencia de esto, las sensaciones visuales se unen a las cinéticas y vestibulares motivadas por estos movimientos.

    A través del sentido visual, mediante el movimiento del ojo, el sujeto efectúa la percepción del espacio, es decir, la situación de los objetos en el espacio, su tamaño, contorno y relieve, lo mismo que su reposo y movimiento, este último sí tiene la posibilidad de seguir y tomar parte en los movimientos del objeto. También puede “palpar” los objetos y “medir” la distancia o tamaño de estos. Respecto a lo anterior Séchenov citado por Rubinstein (1982) planteó: “La visión espacial es, desde el principio de su evolución, una visión que va midiendo o ubicando”. (p. 287).

    Resulta interesante analizar que la capacidad de los músculos de los dos ojos hace que estos funcionen de forma simultánea, se adaptan a estos para lograr una visión más clara de los objetos ubicados a diferentes distancias tratando que las imágenes de ambos ojos coincidan y no se produzca una doble visión. Esta función se realiza mediante los importantes mecanismos de acomodación y convergencia.

    Luego, la acomodación es la variación de la capacidad de refracción del cristalino que se obtiene variando su curvatura. Es así como al mirar objetos situados cerca, ocurre una contracción muscular, como resultado de la cual se produce una disminución del grado de tensión del cristalino y su forma se hace más convexa. Función contraria realiza cuando los objetos se encuentran lejanos. Estos cambios en el cristalino están controlados por los músculos ciliares y son de gran importancia en la percepción de la distancia. En tal sentido Manzano (2007) refiere que “Los impulsos cinestésicos que emanan los músculos ciliares representan una fuente potencial de información sobre la distancia a la que se encuentran los objetos que enfoca el ojo. Puesto que los músculos ciliares se contraen para engrosar el cristalino, cuanto mayor sea el grado de contracción más cercano estará el objeto”. (p. 51). Por lo tanto, se infiere la necesidad de establecer tareas dirigidas al desarrollo de la musculatura de los ojos para facilitar la estimación de la distancia a la que se encuentran los objetos en el campo deportivo.

    Por su parte la acomodación generalmente va unida a la convergencia, o sea, al giro que realizan los ojos, uno hacia el otro, para lograr la colocación de los ejes oculares en el objeto fijado. De modo que, un estado determinado de acomodación provoca un grado determinado de ajuste de los ejes oculares y viceversa, a una u otra ubicación de los ejes oculares corresponde un grado determinado de acomodación.

    Otras de las percepciones que adoptan carácter de especializadas en el deporte es la percepción del tiempo. Al hacer referencia a este tipo de percepción hay que reconocer que es realizada por una serie de analizadores, reunidos en un sistema que actúa como un todo único. La base de esta percepción es la sucesión rítmica de la excitación e inhibición, la amortiguación del proceso de excitación y de la inhibición en el sistema nervioso central, en los grandes hemisferios cerebrales, y está determinada por “el reflejo objetivo de la duración, de la velocidad y de la continuidad de los fenómenos reales”. (Smirnov y col, 1961, p. 165). Al reflejar la realidad objetiva, la percepción del tiempo posibilita al individuo orientarse en el medio circundante. Este tipo de percepción se realiza fundamentalmente con la participación de los analizadores cinéticos y acústicos.

    Una de las características peculiares del tiempo es su irreversibilidad, se puede volver a un lugar del espacio del cual se haya partido pero no se puede hacer lo mismo con el tiempo que ya haya pasado. El tiempo tiene existencia objetiva, este transcurre independientemente del sujeto que percibe y no siempre coincide con el tiempo real, esta apreciación depende de factores como la actitud e interés hacia la actividad que se realiza. Los períodos de tiempo ocupados por acontecimientos interesantes o importantes tienden a pasar rápido, todo lo contrario cuando los acontecimientos son poco interesantes, el tiempo parece que pasara con lentitud. “Es así que el tiempo tiende a sobrevalorarse cuando la actividad es monótona y exige un gran esfuerzo, la tarea no despierta en la persona ningún interés o carece de importancia, la situación provoca tristeza, aburrimiento o angustia. Por el contrario, cuando el sujeto se encuentra enfrascado en una actividad variada, no agotadora, importante e interesante, o en una situación que hace sentir placer, alegría y felicidad, el tiempo tiende a subvalorarse”. (Rubinstein, 1982, p. 33)

    Tanto en los deportes cíclicos como en los acíclicos se pueden encontrar muchos ejemplos de la ejecución de este tipo de percepción. En los deportes cíclicos, la percepción del tiempo puede manifestarse en la arrancada del atletismo, la natación o el ciclismo. Y en los acíclicos pueden encontrarse en la distribución del tiempo que tiene que realizar el jugador de baloncesto o balonmano antes de tirar al aro o a la portería antes que se le agote el tiempo reglamentario para ejecutar esa acción. También en la mayoría de los deportes se puede observar cómo los deportistas distribuyen con exactitud el tiempo al correr, al saltar, al lanzar y así obtener éxito en sus acciones.

Conclusiones

    El proceso perceptivo es de vital importancia para el desenvolvimiento del hombre con el medio que le rodea. Este proceso al ser llevado al accionar deportivo y tomar el carácter de percepciones especializadas adquieren una gran importancia pues aunque no determinan en su totalidad en el éxito de las acciones deportivas si contribuyen a condicionar las mismas.

Bibliografía

  • Buceta, J. M. (1998). Psicología del Entrenamiento Deportivo. Madrid, Editora Dykinson.

  • Cañizares, M. (2008). La psicología en la actividad física. Su aplicación en la educación física, el deporte, la recreación y la rehabilitación. Ciudad de la Habana, Editorial Deportes.

  • Cratty, B. J. (1986). La Psicología y la actividad física. Barcelona, Editorial Paidós.

  • Forgus, R. (1979). Percepción. Proceso básico en el desarrollo cognoscitivo. México, Editorial Trillas.

  • Gorbunov, G. D. (1988). Psicopedagogía del deporte. Moscú, Editorial VIPO.

  • Luria, A. (1981). Sensación y percepción. Barcelona, Editorial Fontaella.

  • Manzano, M. (2007). Introducción a la percepción. La Habana. Editorial Félix Varela.

  • Petrovski, A. (1990). Psicología general. Ciudad de la Habana, Editorial Pueblo y Educación.

  • Rubinstein, J. L. (1982). Principios de Psicología General. Ciudad de la Habana, Editorial Pueblo y Educación.

  • Rudik, P. A. y col. (2006). Psicología. La Habana, Editorial Pueblo y Educación. 2ª edición.

  • Sáinz de la Torre, N. (2003). La llave del éxito. Preparación psicológica para el triunfo deportivo. Puebla, Editorial Siena BUAP.

  • Sánchez Acosta, M. E. González García, M. (2004). Psicología General y del Desarrollo. Ciudad de la Habana, Editorial Deportes.

  • Smirnov, A. A. y col. (1961). Psicología. La Habana, Ediciones Pedagógicas.

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