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Metodología y medios de entrenamiento 

psicológico a utilizar en la preparación del deportista

 

Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte

Máster Oficial en Nutrición Humana

Máster en Cineantropometría y Nutrición Deportiva

Raúl Domínguez Herrera

raul_dominguez_herrera@hotmail.com

(España)

 

 

 

 

Resumen

          La Psicología del deporte tiene como objetivo la aplicación del conocimiento científico con objeto de optimizar el rendimiento deportivo por medio de la modificación de la conducta, estando justificada su aplicación en el ámbito deportivo, debido a que en la mayoría de estudios que utilizan el entrenamiento psicológico, suele observarse una mejora en el rendimiento deportivo. En el presente trabajo, expondremos una metodología a utilizar a la hora de implantar un programa de entrenamiento psicológico con deportistas individuales, teniendo en cuenta los principios generales de este tipo de programas y respetando las fases del mismo. De igual forma, expondremos cinco de los métodos más utilizados en psicología del deporte como son: la relajación muscular progresiva de Jacobson, la visualización o práctica imaginada, el auto-habla, el entrenamiento autógeno y el biofeddback.

          Palabras clave: Entrenamiento psicológico. Preparación psicológica. Deportista.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 17, Nº 171, Agosto de 2012. http://www.efdeportes.com

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Introducción

    Aunque, a día de hoy, existen atletas y entrenadores escépticos sobre la utilidad y la efectividad del entrenamiento psicológico en el deporte, estas opiniones contrastan con la de otros, como el tenista Jimmy Connors, que afirma que “el tenis profesional es mental en un 95%” (citado en Weinberg & Gould, 1996), o las declaraciones de Mark Spitz (vídeo “El deporte de vivir”) que asegura que “la diferencia entre ganar y perder depende en un 99% de la Psicología”.

    No obstante, lejos del campo artesanal, debemos de estudiar el deporte o la actividad física desde el punto de vista científico (Gutiérrez-Dávila y Oña, 2005), de este modo, el deporte ser convierte en el objeto de estudio de la ciencia, acercándonos a él desde distintas perspectivas científicas como la Física, la Química, la Biología, la Sociología o la Psicología. Dentro de éstas perspectivas científicas aparecerán las ciencias especiales, entre las que se encuentra el Comportamiento Motor que, a su vez, se dividirá en Desarrollo, Control y Aprendizaje Motor (Gutiérrez, Oña y Santamaría, 1988). A partir de todos estos principios generales, sin duda alguna, será posible la aplicación concreta de la Psicología del Deporte que tiene como objetivo la aplicación del conocimiento científico con objeto de optimizar el rendimiento deportivo, por medio de la modificación de la conducta (Martínez, 2010).

    Además, existe una serie de estudios que justifican de manera objetiva la importancia del entrenamiento psicológico:

  • Barbi y Hall (2009) relacionaron la utilización de un tipo de entrenamiento psicológico, como es la práctica imaginada, en deportistas con distinta performance. Encontraron que, a medida que aumentaba el nivel del deportista, mayor tiempo se le dedicaba al entrenamiento psicológico, realizando más entrenamiento psicológico los deportistas de nivel nacional, que los de nivel regional y estos a su vez que los de nivel provincial, no existiendo diferencias entre sexos. Además, en un segundo estudio (Cumming y Hall, 2002a) se pone de manifiesto que los atletas de élite, también, utilizan más la visualización en períodos de fuera de temporada. A esto, se le suma otro estudio, Cumming y Hall (2002b), que pone de manifiesto que los deportistas de mayor nivel, le dan una mayor importancia al entrenamiento psicológico, no existiendo tampoco diferencias significativas entre sexos ni entre deportistas del mismo nivel.

  • Calmels y Fournier (2001) evaluaron el entrenamiento psicológico en gimnastas femeninas de élite. Entre los resultados más importantes destaca el hecho de que un plan de entrenamiento psicológico, aumentase la confianza y reforzase el nivel de confianza de las gimnastas. Además, es curioso saber que, en períodos competitivos, se le atribuye una mayor importancia al entrenamiento psicológico.

  • Gammage, Hall y Rodger (2000) encuentran que los deportistas que realizan una mayor práctica física, también realizan una mayor práctica psicológica, llegando al final de su artículo a la hipótesis de que el uso de determinados entrenamientos psicológicos, podrían crear adherencia a la práctica física.

  • Orlick y Parington, citados en Weinberg y Gould (1996), realizaron un estudio en el que ponen en práctica una serie de planes para afrontar las olimpiadas con el equipo olímpico canadiense, mediante el cual se consiguió superar las adversidades y los bajones de rendimiento, así como canalizar positivamente la ansiedad y el arousal ligados a la ejecución.

  • Un estudio realizado por Vealay, citado por Weinberg & Gould (1996), pone de manifiesto que en 9 de cada 12 estudios en los que se verificaba una intervención psicológica en el deporte mostraban una mejora de la ejecución.

    Podemos ver, como estos estudios ponen de manifiesto que los planes de intervención psicológica suelen acompañarse de un aumento del rendimiento y como, el aumento de éste se acompaña por un aumento en la utilización de las técnicas de entrenamiento psicológico. Además, podemos ver como esto puede deberse al aumento que produce el entrenamiento psicológico en el nivel de confianza y el autoestima (Calmels y Fournier, 2001) o gracias a una canalización positiva de la ansiedad y el arousal (Orlick y Parington, 1989).

    Además, en caso de comprobarse la hipótesis de Gammage y col. (2000), de que el entrenamiento psicológico aumenta la adherencia a la práctica deportiva, puede convertirse en un elemento muy importante para utilizar no solo con deportistas que tienen una orientación competitiva. Sino que, el entrenamiento psicológico podría convertirse en una herramienta muy útil para utilizar en deportes con otra orientación distinta a la de obtener el máximo rendimiento del deportista, propios de otros campos de la actividad física como son la actividad física y salud.

    Así, podríamos considerar que el componente psicológico dentro del trabajo con deportistas no debe cuestionarse, ya que, es precisamente en él donde radica el éxito y la calidad que diferencia un sistema de entrenamiento de otro, ya que a igualdad de capacidades físicas, el ganador será el que exhiba una mejores técnicas psicológicas (Weinberg & Gould, 1996). Por tanto, los especialistas de la Actividad Física y el Deporte deben aprender gran parte de estas destrezas psicológicas para poder potenciar el rendimiento de nuestros deportistas.

Planificación de un programa de entrenamiento psicológico

    Justificada la importancia de la preparación psicológica y, encuadrándola como parte de la preparación integral del deportista, junto con la preparación física, técnico-táctica, biológica y teórica (Matveev, 2001), debemos de realizar una planificación correcta de la misma a lo largo de la temporada, partiendo de dos aspectos fundamentales como serían (Garcés, Olmedilla y Jara, 2006):

  • Análisis de las demandas psicológicas que cada práctica deportiva conlleva.

  • Análisis de los recursos psicológicos del deportista y su potencial posibilidad de cambio y mejora.

    Asimismo, tendremos en cuenta una serie de principios generales como son (Cruz, 2001):

  • Las características del deportista, referidas a aspectos como la edad, el nivel competitivo, trayectoria deportiva, motivación, aspiraciones, presiones percibidas, recursos, apoyo familiar y social, etc.

  • Requisitos técnicos del deporte/prueba. Habrá que conocer tanto las condiciones físicas y psicológicas que se precisan para competir, como aspectos concretos, como pudiera ser la duración media de las competiciones, el entorno en el que se celebran…

  • Fases y objetivos específicos del entrenamiento. Los requisitos físicos y psicológicos no son los mismos a lo largo de la temporada, variando según se trate del inicio de la temporada o del período de puesta a punto para la competición.

    También, aunque el programa de preparación lo adaptemos a la individualidad del deportista, deberíamos de seguir una estructura que tuviese tres partes bien diferenciadas (Weinberg y Gould, 1996):

Fase educativa

    Esta primera fase puede durar desde una hasta varias horas diarias a lo largo de un período determinado. En esta fase, explicaremos al deportista, la importancia de utilizar una preparación psicológica y el modo en que este tipo de destrezas afectará positivamente a su ejecución. Es muy interesante buscar ejemplos de deportistas famosos para reforzar la importancia del desarrollo de las destrezas psicológicas.

Fase adquisitiva

    Esta segunda fase se centrará en las técnicas y estrategias necesarias para el aprendizaje de diversas destrezas psicológicas, dedicándole tanto sesiones formales como informales. Nuestra labor será la de adaptar estrategias específicas a las necesidades y capacidades únicas de cada competidor. De este modo, si nos encontrásemos con un deportista que se preocupa demasiado de sus errores, utilizaríamos estrategias de base cognitiva que modificarán los modelos de pensamiento, mientras que si el deportista experimentase incrementos de tensión somática, utilizaríamos la relajación progresiva de Jacobson, por ejemplo.

Fase práctica

    Esta última fase contiene, a su vez, tres objetivos principales:

  • Automatizar las destrezas mediante sobreaprendizaje.

  • Enseñar a las personas a integrar sistemáticamente las destrezas psicológicas en sus ejecuciones.

  • Aplicar las destrezas aprendidas a la competición real.

    La utilización de un diario podría ser muy interesante, ya que, éste podría ayudar a determinar el progreso de una forma sistemática y a proporcionar feedback para los aspectos a mejorar.

La práctica de la Psicología en deportes individuales

    Los deportes individuales se caracterizan porque la atribución de éxito y fracaso aumenta la motivación del deportista a la hora de implicarse en el entrenamiento de destrezas psicológicas (Garcés et al., 2006). El fracasar o el tener éxito siempre va a recaer sobre el propio deportista, así que cualquier intervención que pueda aumentar la sensación de bienestar y de éxito es una fuente de motivación, así como la eliminación de cualquier conducta que pueda provocar o precipitar un fracaso deportivo.

    Otro factor relevante y motivador dentro del deporte individual es la relación directa que existe entre entrenamiento psicológico y resultados en la tarea. El deportista individual que entrena y aplica las destrezas psicológicas, puede comprobar los resultados de la modificación de su técnica, de su estrategia, el aumento en la capacidad de concentración, la reducción de la ansiedad, y relacionar el éxito en la tarea con el esfuerzo realizado en el entrenamiento psicológico (Garcés et al., 2006). Pero, lógicamente, si el deportista sigue un plan de entrenamiento de sus destrezas psicológicas y descuidase su entrenamiento físico y/o técnico, no será efectivo el entrenamiento psicológico en términos de rendimiento (Cruz, 2001).

    Por tanto, la preparación psicológica por sí sola no proporciona una mejora del rendimiento si las condiciones físicas y técnicas no están presentes. Una intervención adecuada puede desembocar en una mayor consistencia y control del rendimiento deportivo, lo cual es muy importante; pero no hay ninguna técnica psicológica que pueda convertir a un deportista sin condiciones o sin entrenamiento en un deportista de referencia.

    En cuanto a la forma de realizar el entrenamiento psicológico, si en grupo o individualmente, (se recomienda que éste se realice de manera individual, ya que, el trabajo en grupo no provoca una relación directa entre éxito en la tarea y entrenamiento en destrezas psicológicas, ya que, los resultados no dependen sólo de la intervención de un deportista, sino de todo el grupo (Garcés y col., 2006). Además, afrontándonos únicamente con el deportista en cuestión, el grado de individualización será mayor.

Ejemplo de programa psicológico con saltadores

    Es bueno, finalizar este apartado con un ejemplo que considera la variación de los requisitos psicológicos, a lo largo de la temporada, en saltadores de salto de longitud y de triple salto de la selección americana de atletismo (Cruz, 2001).

    Si bien, queremos recordar que el entrenamiento psicológico tiene entre sus objetivos, mejorar el rendimiento, lo cual es muy útil en el entrenamiento, ya que, siempre tenemos que intentar entrenar con la mayor calidad posible. De hecho, sabemos que un entrenamiento mediocre entrena para un deportista mediocre, mientras que un entrenamiento de calidad entrena para un deportista de calidad. Pues bien, el entrenamiento psicológico, para poder entrenar con calidad, puede ayudarnos sobre los siguientes aspectos:

  • Motivación.

  • Tolerancia a la fatiga.

  • Perseverancia.

  • Concentración.

    Por tanto, a medida que avanza la temporada, cambiará la orientación del entrenamiento y, también lo hará del entrenamiento psicológico, como cabe esperar. A continuación, expondremos los requisitos psicológicos necesarios para cada etapa de entrenamiento, en el programa anual de los saltadores de la selección americana de salto de longitud y triple salto:

  • Etapa de preparación general.

    • Motivación.

    • Resistencia a la fatiga/dolor.

    • Autoconfianza.

  • En la fase de la preparación específica los requisitos psicológicos son:

    • Buenas percepciones kinestésicas.

    • Autoconfianza.

    • Visualización del gesto.

    • Ritmo de movimiento.

    • Autocontrol emocional.

  • Primeras competiciones o pruebas locales. El objetivo es disminuir la ansiedad precompetitiva, enfocando la atención en lo que es útil y favorecer la respuesta automática.

Métodos de entrenamiento psicológico más utilizados en el deporte

    Los métodos de preparación psicológica son aquellas acciones o conjunto de acciones interrelacionadas mediante las cuales el entrenador o el psicólogo operan sobre los problemas psicológicos que caracterizan la actuación deportiva en el entrenamiento y la competición y cuya solución permite un rendimiento deportivo acorde con las potencialidades físico-técnico-tácticas del deportista (Valdés, 1996).

    A continuación, vamos a exponer cinco modalidades de métodos de entrenamiento psicológico, que pueden ser utilizados con éxito en los deportistas individuales como es el caso de la relajación muscular progresiva de Jacobson, la visualización, el auto-habla, el entrenamiento autógeno y el biofeedback.

Relajación muscular progresiva

    La técnica de la relajación progresiva de Edmund Jacobson constituye la piedra angular de muchos procedimientos modernos de relajación (Weinberg y Gould 1996). La fundamentación de la relajación progresiva de Jacobson, se basa en el descubrimiento de Jacobson de que tensando y relajando sistemáticamente varios grupos de músculos, y aprendiendo a atender y a discriminar las sensaciones resultantes de la tensión-relajación, una persona puede eliminar, casi por completo, las contracciones musculares y experimentar una sensación de relax profunda, con descenso de la tasa cardíaca y la presión sanguínea (Linares, 2006). Por tanto, se trata de una técnica que podríamos usar con deportistas que sufren estrés o ansiedad, y que pudieran ver la competición como algo amenazante, por ejemplo.

    Este método tiene una serie de supuestos básicos que son (Cautela y Groden, 1985):

  • Es una técnica fisiológica centrada en la relajación de la musculatura esquelético-motora. Definiéndose la tensión como la activación y contracción de las fibras musculares esqueléticas, mientras que la relajación sería un proceso opuesto de desactivación y alargamiento de las fibras musculares.

  • El programa del entrenamiento se basa en discriminar las señales de tensión de los diferentes músculos del cuerpo, a través de ejercicios sistemáticos de tensión-relajación.

  • La relajación muscular esquelético-motora conlleva, de manera automática, una relajación del sistema autonómico-vegetativo y del sistema nervioso central.

  • La relajación fisiológica produce efectos paralelos de relajación emocional y cognitiva.

    El autor, Edmund Jacobson, denomino a esta técnica progresiva porque el procedimiento progresa desde un grupo de músculos al siguiente, hasta que todos los grupos musculares están completamente relajados. La relajación progresiva llevará, por tanto, a tensar y relajar músculos específicos, siendo el fin último el de aprender a relajarse completamente en poco tiempo. De este modo, después de aprender correctamente esta técnica, se puede utilizar una palabra convencida, como “relájate”, para accionar la relajación en unos pocos segundos. Esto por tanto, como podemos ir relacionando con nuestra temática, puede ser especialmente importante, especialmente en aquellos deportes individuales en los que hay cierto parón en su ejecución, como podrían ser los concursos de saltos y lanzamientos en atletismo, los saltos de trampolín o la recuperación entre repeticiones, en caso de estar utilizando dicha metodología en un entrenamiento.

Visualización o práctica imaginada

    La técnica de la visualización, también, se encuentra en ocasiones con otras denominaciones, como entrenamiento mental o práctica imaginada (Oña, Martínez, Moreno y Ruiz, 2007). Según dichos autores, este tipo de práctica es la más novedosa y paradójica en el aprendizaje del movimiento, ya que, implica aprender una habilidad motora sin moverse, sin ejecutarla directamente por el sistema neuromuscular.

    Para Weinberg y Gould (2006), la visualización se refiere al proceso que incluye la vuelta a la memoria de bloques de información almacenados y al moldeamiento de los mismos hasta formar imágenes significativas. Esas vivencias serán pues producto de nuestra memoria, experimentadas internamente mediante el recuerdo y la reconstrucción de eventos anteriores. Así, mediante la visualización, podremos imaginar o representar acontecimientos que todavía no han ocurrido.

    La visualización puede, y debe, implicar al máximo número de sentidos que sea posible. Incluso cuando nos referimos a ella como imágenes visuales, los sentidos olfatorio, táctil, auditvo y cinestésico son potencialmente importantes. La utilización de más de un sentido ayuda a crear imágenes más vivas, haciendo, por tanto, que la imagen sea más real (Weinberg y Gould, 1996).

    Según Weinberg y Gould (1996), además de la utilización de los sentidos, también será importante aprender a vincular los diversos estados de ánimo o emociones a las experiencias imaginadas, pudiendo la visualización a ayudarnos a controlar los mismos. Por todo ello, Oña col. (2007) indican que el término más oportuno para este tipo de práctica es el de práctica imaginada, objetivando que el término visualización no es el más oportuno.

    Los distintos usos que se pueden hacer de la visualización implican (Weinberg y Gould, 1996):

  • Mejora de la concentración. Podemos hacer que nuestro deportista se imagine en situaciones en las que pierde la concentración e imaginar, a continuación, que no pierde la calma y que centrará su atención en su próxima acción deportiva.

  • Creación de confianza. Representar mentalmente una buena actuación hace que uno se sienta capaz dice actuar bien bajo circunstancias adversas.

  • Control de las respuestas emocionales. Mediante la visualización podemos hacer que nuestro deportista se imagine en situaciones que le han provocado problemas en el pasado y que se represente afrontando esos eventos de forma positiva.

  • Entrenamiento de destrezas deportivas. Mediante la visualización será posible entrenar destrezas para perfeccionarlas o localizar puntos débiles con precisión y visualizar su corrección. Así antes de enseñar a nuestros deportistas una nueva destreza, podemos pedirles que la visualicen, prestando especial atención en las palabras clave que les demos.

  • Entrenamiento de la estrategia. La visualización podría utilizarse, también, para entrenar las estrategias individuales de nuestro deportista. Así, un atleta, previamente a la carrera, podrá visualizarse en las múltiples situaciones que pueden darse en la misma (rápida, táctica, más codazos de la cuenta…).

  • Afrontamiento del dolor y las lesiones. La visualización, en estos casos, puede ayudar a recuperar el área dañada y evitar que las destrezas se echen a perder.

    Linares (2006) nos habla que hay dos tipos de visualización, considerando que ésta se puede utilizar desde una perspectiva interna o externa. La perspectiva interna, sería la representación mental de la ejecución de una destreza vista desde una posición ventajosa, como si tuviéramos una cámara en la cabeza. Por el contrario, mediante la visualización externa, la persona se imagina desde la perspectiva de un observador externo, como si se viera en una película.

Auto-habla

    Según Weinberg y Gould (1996), siempre que una persona piensa sobre algo, está hablando consigo mismo. Este auto-habla puede adoptar varias formas, aunque nosotros la clasificaremos en auto-habla positiva y negativa.

    El auto-habla positiva es una baza que potencia la autoestima, la motivación, la atención y el rendimiento, ya que, ayuda a que la persona se centre en el presente y evita que la mente divague (Weinberg y Gould, 1996). Este auto-habla positiva, a su vez, podemos clasificarla, según tenga:

  • Componente motivacional. Frases características de este tipo de auto-habla, podrían ser del tipo “puedo hacerlo” o “solo aguante un poco más”.

  • Componente instruccional. Son típicas las expresiones del tipo: “no pierdas de vista la bola” o “dobla las rodillas”.

    El auto-habla negativa, por el contrario, es auto-degradante y crítica, por lo que, dificulta el logro de objetivos, ya que, es un proceso contraproducente e inductor de la ansiedad (Weinberg y Gould, 1996). Por tanto, expresiones como “fue un golpe estúpido” o “estoy fatal”, lejos de crear emociones y positivas y mejorar el rendimiento, lo que hacen producir ansiedad y alimentar las dudas sobre uno mismo.

    En cuanto al funcionamiento del auto-habla, hay que decir que el auto-habla desempeña un papel clave en las reacciones ante las situaciones, afectando a las emociones y a las acciones futuras. Por tanto, no será los eventos en sí mismos los que provocan depresión, enfado, ansiedad, desesperación ni frustración, sino que será la forma de interpretarlos lo que determinará el tipo de respuesta (Weinberg y Gould, 1996).

    El auto-habla será una técnica crucial para la concentración. Linares (2006), nos da algunas formas de utilizar palabras contenidas para ayudar al rendimiento:

  • Adquisición de destrezas. Cuando nos disponemos a enseñar nuevas destrezas a nuestros deportistas, utilizaremos el auto-habla en forma de palabras convenidas para concentrar y fijar la atención en la nueva destreza que vamos a enseñar.

  • Eliminación de hábitos negativos. Cuando se suprime un hábito negativo, habrá que decidir cuál es la mejor señal de auto-instrucción para hacer que la nueva respuesta sea automática. Así, cuanto mayor sea el cambio, mayor necesidad habrá de auto-instrucción. Pongamos como ejemplo un golfista que no ha de levantar la cabeza del suelo en ningún momento de la ejecución de su golpe, para ello, deberá de utilizar una palabra convenida, como pudiera ser permanecer o bola, para no olvidarlo

  • Iniciación de la acción. El auto-habla puede tener un carácter motivador, por lo que los sprinters, podrían aumentar su velocidad con palabras como “rápido” o “veloz”.

  • Mantenimiento del esfuerzo. Esto se podría explicar mediante una base fisiológica (Willmore & Costill, 2004), ya que, el sistema nervioso central ocasiona fatiga percibida, antes de que se produzca la fatiga fisiológica, como mecanismo de protección. Por tanto, un auto-habla positiva y motivadora, cuando aparecen este tipo de situación, utilizando expresiones del tipo “no te quedas atrás” o “aguanta”, puede ayudar a sostener un esfuerzo cuando el cuerpo se encuentra en situaciones de fatiga.

Entrenamiento autógeno

    El entrenamiento autógeno se desarrolló en Alemania en la década de 1930 por Johannes Schultz. Se trata de una técnica de autohipnosis con la que se procura centrar la atención en las impresiones que estamos tratando de provocar (Weinberg y Gould, 1996), siendo importante que la sensación se produzca sin interferencia alguna.

    Este método permite lograr estados de relax y concentración sin que se precise, necesariamente, la colaboración de otra persona, teniendo como objetivo una relajación interna conseguida mediante ejercicios previamente formulados.

    El entrenamiento autógeno está formado por seis ejercicios en un orden preestablecido, en los que es requisito haber superado el primer ejercicio antes de superar al segundo, de este modo no se puede pasar de ejercicio hasta que no se haya superado el anterior (Serra, 2009). Es por ello, que se aconseje a los deportistas que se inician en este tipo de entrenamiento, que lo practiquen durante tres veces al día, para, de este modo, tardar en torno a dos semanas de entrenamiento para superar cada ejercicio del entrenamiento autógeno (Linares, 2006). Por tanto, podemos establecer que para dominar esta técnica de entrenamiento psicológico, el deportista tardará en torno a 12 semanas o, lo que es lo mismo, tres meses. Este largo período de aprendizaje es lo que ha motivado que este método no se aplique mucho en Norteamérica (Weinberg y Gould, 1996).

Biofeedback

    El biofeedback es una técnica que permite al deportista ver la activación de su cuerpo, para controlar los pensamientos estresantes y llegar al nivel de activación adecuado que el deportista necesita en la competición (vídeo El Deporte de vivir). En general, incluye un dispositivo de control electrónico que puede detectar y amplificar respuestas internas que normalmente no nos son conocidas. Estos instrumentos electrónicos proporcionan feedback auditivo o visual de respuestas fisiológicas como la actividad muscular, la temperatura de la piel o el ritmo cardíaco (Weinberg y Gould, 1996).

    Weinberg y Gould (1996) ponen el ejemplo de un tenista que utiliza esta técnica durante un partido. Pues bien, en el momento en el que los electrodos percibiesen un exceso de tensión, el biofeedback emitirá un ruido, de modo que nuestro deportista intentará relajar la musculatura implicada, utilizando cualquier metodología de relajación, con idea de “tranquilizar” a la máquina.

    De este modo, una vez que el deportista haya aprendido a modificar y reducir la tensión muscular de sus hombros y cuello, necesita ser capaz de transferir este conocimiento a la pista. De este modo, se entremezclarán sesiones con biofeedback y sesiones sin él, en los entrenamientos. Gradualmente, la duración de este tipo de sesiones irá disminuyendo y el deportista dependerá menos de la señal del biofeedback mientras mantiene la consciencia de los cambios fisiológicos. Con la suficiente práctica, Weinberg y Gould (1996), aseguran que el deportista puede aprender a identificar el comienzo de la tensión muscular y controlarla.

    Por tanto, podemos ver como el biofeedback puede ser una técnica muy eficaz para aumentar nuestro conocimiento de los niveles de tensión, sirviéndonos como un mecanismo muy útil para afrontar la ansiedad precompetitiva, por ejemplo, ya que, no debemos de olvidar que el objetivo de esta técnica es el de llegar al nivel adecuado de activación para alcanzar un rendimiento pleno.

Referencias bibliográficas

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  • Martínez, M. (2010). Apuntes de la asignatura de Análisis Comportamental del Rendimiento Deportivo. 1881137 de la Licenciatura en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte. Granada: UGR.

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  • Oña, A., Martínez, M., Moreno, F. y Ruiz, L. M. (2007). Control y aprendizaje motor. Madrid: Síntesis.

  • Serra, E. (2009). Apuntes de la asignatura de Actividad Física para Adultos y Mayores. 18811C7. de la Licenciatura en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte. Granada: UGR.

  • Valdés, H. M. (1996). La preparación psicológica del deportista: mente y rendimiento humano. Barcelona: INDE Publicaciones.

  • Vídeo “El Deporte de vivir”.

  • Weinberg, R. & Gould, D. (2007). Fundamentos de Psicología del Deporte y del Ejercicio Físico. Madrid: Editorial Médica Panamericana S.A.

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