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Pierre de Coubertin: olimpismo moderno y movimiento olímpico

 

Diplomado en Magisterio de Educación Física

Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte

(España)

Roberto López Estévez

lopez_roberto2004@yahoo.es

 

 

 

 

Resumen

          El presente trabajo viene a desarrollar una contextualización de los momentos, lugares y circunstancias que rodearon al origen del Olimpismo Moderno y al Movimiento Olímpico, centrando la atención en la figura del barón Pierre de Coubertain y sus vicisitudes.

          Palabras clave: Olimpismo. Movimiento Olímpico. Pierre de Coubertin. Juegos Olímpicos.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires - Año 17 - Nº 170 - Julio de 2012. http://www.efdeportes.com/

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1.     Antecedentes históricos

    El Olimpismo se gesta como una filosofía de la vida, y como tal tiene su origen en los filósofos del mundo griego en la Edad Antigua; así, Pitágoras de Samos expone una explicación eminentemente olímpica, a modo de parábola, cuando afirma que:

    La vida de los hombres le parecía semejante a una aglomeración de gentes como las que se reunía en la convocatoria de los mayores juegos y con la renombrada asistencia de toda Grecia. Pues allí los unos acudían, con sus cuerpos bien entrenados, para conquistar la gloria y el honor de la corona, otros se congregaban para vender y comprar con afán y ánimo de lucro, y había también otra clase de individuos, y éstos eran los más ingeniosos, que no iban en pos del aplauso ni de la ganancia, sino que se presentaban allí para mirar y observar vigilantemente lo que allí se hacía y cómo…. (Durántez, 2005, pp.11-12)

    La cultura y la sociedad de la Grecia antigua y clásica, aparecieron unidas con ocasión de la celebración de los festivales con carácter religioso para rendir culto a Zeus.

    Estas congregaciones místicas son conocidas bajo el nombre de panegyris o “reunión festiva de todo el pueblo” (Martínez, 2008, p. 36). A pesar que existieron actividades en diferentes polis griegas, el foco principal de concurrencia se localizaba en Olimpia cada cuatro años.

    El ritual religioso era el reclamo fundamental y el desencadenante de la puesta en marcha de todas las actividades que se celebraban, entre las que se incluían “reuniones festivas con toda clase de atracciones secundarias tales como comer, beber, conversar, cantar y bailar en común” (Sinn, 2001, p. 41).

    Entre los diferentes actos de homenaje a la divinidad de Zeus, disponemos de datos históricos a través de la fuente primaria aportada por Pausanias que nos dirigen hacia la existencia de unas competiciones físicas denominadas como agones atléticos. Estas actividades surgen con un profundo contenido religioso al igual que el resto, movilizando a diferentes sectores de la población, donde acuden “los más destacados atletas del momento, los filósofos, los poetas, los escultores y los historiadores” (Durántez, 2008, p. 567).

    La celebración de los agones en Olimpia fue la fuente de inspiración del barón Pierre de Coubertin para acuñar el término “olímpico” a los Juegos Olímpicos modernos celebrados en Atenas en 1896. Por otra, parte la palabra “juegos” no debemos atribuírselo a los griegos, sino a los romanos a través del vocablo “ludi”; pero esta concepción de juego por parte de la cultura romana dista enormemente de los agones griegos y de los Juegos Olímpicos modernos.

    Como antesala a la aparición del Movimiento Olímpico y el Olimpismo, cabe citar una serie de aspectos que preceden a la idea central del barón Pierre de Coubertin.

    El rescate de los valores e ideales de las festividades de Olimpia, no es un hecho aislado ni adjudicado en exclusiva a Coubertin; sino que ya hubo manifestaciones anteriormente.

    Vitoria (2003) sitúa en la Edad Media algunas tentativas acerca del hecho olímpico, de manera que nos aporta en su investigación la práctica de juegos y festivales moriscos por los árabes en Purchena en el año 1569, como puesta en marcha de sus propias actividades con carácter olímpico.

    De esta manera, no disponemos de datos históricos hasta principios del siglo XIX, cuando tras la Revolución Francesa se celebraron varios certámenes deportivos que incluían representaciones artísticas y culturales; así, el literato Panayotis Sutsos (1806-1868) proponía en uno de sus escritos la refundación de los antiguos festivales de Olimpia.

    A raíz de esta idea, Evángelos Zappas (1800-1865) desarrolló en Atenas, en el año 1859, una serie de juegos con carácter eminentemente griego. Debido a diferentes razones políticas y sociales, no se volvieron a retomar hasta 1870, incumpliendo la cronología cuadrienal que impone la olimpiada y presagiando una debacle al respecto, ya que en 1875 el organizador del evento, Filipos Ioanu, fracasa de forma estrepitosa (Aguilera, Pastor y Villena, 2007).

    Al respecto, Mandell (1984) afirma:

    Varios países de Europa trataron de establecer formas y programas racionales de gimnasia y educación física, pero ni el deporte de corte moderno y de élite no entraban en la planificación burocrática propia de los estados modernos con importantes intereses en las grandes exposiciones universales. (p. 209)

    Llegado este momento, las prácticas físico-deportivas del momento atraen a ciertos sectores de los países industrializados, sin llegar a converger en un punto de encuentro común, que adopte una manifestación regular planificada y sistematizada.

2.     Pierre de Frédy, Barón de Coubertin (1863-1937)

2.1.     Contexto histórico-social y personal

    Pierre de Frédy, barón de Coubertin recibe una educación católica en el seno de una familia aristócrata. Como intelectual francés de su época decide asumir la idea de promover la cultura y la política de su nación (Mandell, 1984).

    Los acontecimientos políticos y sociales que preceden a la instauración de los Juegos Olímpicos modernos vienen marcados por la derrota de Francia contra Prusia; ello supuso una eclosión de los países industrializados gracias a la Segunda Revolución Industrial, disparándose la economía y la productividad en relación a los países menos desarrollados.

    Coubertin, como descendiente de la nobleza y aristocracia francesa, está preocupado por el estado actual de su país; provocando en él una reacción a tal situación y buscando en el modelo anglosajón la salida a dicha intransigencia.

    Según Mandell (1984) “Coubertin envidiaba la riqueza, el Imperio y los logros políticos exentos de convulsiones sociales alcanzados por los ingleses.” (p. 210)

    En 1883 Coubertin viaja a Inglaterra, comenzando a gestarse en él una serie de inquietudes e intereses sobre la Educación Física en el campo académico y educativo, conociendo de cerca la labor educativa del, en ese momento, fallecido hace más de cuarenta años, Thomas Arnold (1795-1842). Conoce y analiza su obra a través de los escritos de Hippolyte Taine y Thomas Hughes, mostrando un especial interés por la utilización del deporte como recurso educativo (Solar, 2003).

    Cabe pensar que éste es un momento clave, ya que el deporte y su praxis va a suponer para él una vivencia multidimensional llena de preguntas e interrogantes a los que más adelante comenzará a tener respuestas que le generarán a la larga más y más cuestiones fundamentales, que irán reforzando su ideal: el Olimpismo.

    Al respecto, Durántez (2005) afirma: “El deporte es la correa transmisora del olimpismo” (p.12).

    De esta forma, podemos constatar la relevancia y la repercusión que va a adquirir el deporte en la escala de valores personal del barón Pierre de Coubertin y en su pericia profesional.

2.2.     El deporte como modelo de educación

    Pierre de Coubertin, sentía una profunda necesidad y preocupación de cambiar la concepción educativa de la pedagogía de la Educación Física en Francia; por ello, se trasladó a Inglaterra para establecer los pilares fundamentales de su método educativo.

    Esta insurgencia nace como una forma de crear una vertiente educativa corporal y física, y que no quedara relegada simplemente al ámbito intelectual.

    Surge por tanto una demanda social, generándose una necesidad que debe ser cubierta en un determinado momento; Coubertin se recrea en “la dimensión espiritual de los festivales de la antigua Olimpia, en la caballerosidad de las justas medievales, el sistema pedagógico inglés y el método implantado por Arnold” (Durántez, 2001, p. 15), pero trata de promover e impulsar el Olimpismo y los Juegos Olímpicos modernos “sobre bases y en condiciones conformes a las necesidades de la vida moderna” (Martínez, 2005, p. 248).

    Las manifestaciones socio-culturales que se producen en esta sociedad finisecular a través de reuniones, exposiciones, asociaciones, congresos,…comienza a producir una serie de relaciones humanas que se preocupan por el conocimiento, el saber y la divulgación científica y humanista.

    En base a estas afirmaciones, destacar que estas relaciones personales se producen en una determinada esfera social, en la que su forma de vida no necesitaba de un entorno laboral específico, sino que estaba soportada por un alto nivel socioeconómico propio de las clases sociales poderosas del momento.

    Toda esta atmósfera responde a una escala de valores sociales basados en la producción, el rendimiento, la medición, la selección y la efectividad propia de la sociedad industrializada que está germinando. Todas estas características son trasladadas al ámbito escolar, laboral, deportivo, médico o corporal.

    Por tanto, Coubertin y su planteamiento humanista del deporte olímpico intenta reaccionar al orden establecido y dotarle de un sentido y un valor basado “en el esfuerzo físico intenso, organizado y sistematizado, eficiente y heroico, con un fin noble, en pos del perfeccionamiento humano” (Martínez, 2005, p. 259).

    Coubertin (1918) define el deporte como “culto habitual y voluntario del ejercicio muscular intensivo, apoyado en el deseo de progreso y pudiendo llegar hasta el riesgo”.

    Según esta idea, el deporte no es considerado como un juego, sino que tiene valores asignados al entrenamiento y al desarrollo de las capacidades volitivas (formación del carácter) y psicofísicas.

    Además, alude al potencial educativo y transformador del deporte para el individuo y la sociedad, atribuyéndolo como una pedagogía exclusiva del varón. En este sentido, podemos advertir una unidireccionalidad del deporte olímpico en función del sexo, donde la participación de la mujer era nula debido a una doble concepción por parte de Coubertain; por un lado, su razón ideológica y espiritual de mantener la tradición misógina impuesta en los festivales de Olimpia, y por otro lado, el estereotipo sociocultural asignado a la maternidad por los medios de la época.

    Por tanto, el deporte es la piedra angular y ejerce un modelo dominante como medio de educación para los atletas varones.

2.3.     El Olimpismo Moderno y el Movimiento Olímpico

    Coubertin gozaba de una capacidad que le permitía conectar con la élite social y le capacitaba para influir de manera decisiva en la política; de manera que hace gala de esa potestad de arrastrar con su idea del Olimpismo a través de ese poder fáctico, dando forma a las primeras ediciones de los Juegos Olímpicos Modernos en 1896.

    Pero ni las pirámides de Egipto se construyeron en un día, ni la fundación de los Juegos Olímpicos Modernos tampoco; con ello quiero hacer hincapié en el laborioso proceso globalizado e interpersonal que dio lugar ha dicho acontecimiento y del cual Coubertin en 1896 lo reconoce afirmando:

    Reivindico para mí la paternidad y quiero agradecer aquí, una vez más, su esfuerzo a todos aquellos que me han ayudado a llevarla a cabo; a los que conmigo creen que el atletismo saldrá engrandecido y más noble, y que la juventud internacional encontrará el amor y la paz y el respeto a la vida. (Citado por Martínez, 2005, p. 266)

    Todo este entramado de instituciones, organismos y personas configura un sistema asociativo denominado el Movimiento Olímpico, que se perfila según la Carta Olímpica como “la acción concertada, organizada, universal y permanente, ejercida bajo la autoridad suprema del Comité Olímpico Internacional, sobre todas las personas y entidades inspiradas por los valores del Olimpismo” (p. 10).

    Este Movimiento debe velar por el cumplimiento y la codificación de los principios fundamentales del Olimpismo a través de la Carta Olímpica

    La Carta Olímpica considera el Olimpismo como:

    Una filosofía de la vida, que exalta y combina en un conjunto armónico las cualidades del cuerpo, la voluntad y el espíritu. Al asociar el deporte con la cultura y la formación, el Olimpismo se propone crear un estilo de vida basado en la alegría del esfuerzo, el valor educativo del buen ejemplo y el respeto por los principios éticos fundamentales universales. (p. 10)

    Por tanto, se confiere al deporte un valor educativo capaz de transformar el rumbo del hombre y de la sociedad, donde el deporte olímpico puede contribuir a un mundo más pacífico y fraternal, capaz de educar en valores a las nuevas generaciones, generando un espíritu olímpico universal e inmutable.

2.4.     Coexistencia disciplinar: Gimnasia, Educación Física y Deporte

    La Educación Física que se desarrolla durante el nacimiento del Olimpismo Moderno y la configuración del Movimiento Olímpico atiende a unas circunstancias muy variopintas.

    Por un lado, el modelo dominante de la actividad física decimonónica está instaurado a través de los sistemas gimnásticos, cuyos máximos exponentes son Per Henrik Ling y Hjalmar Ling en Suecia, Guts Muths y Ludwing Jahn en Alemania, y Francisco de Amorós en Francia.

    La gimnasia tiene una vertiente higiénico-militarista, y la Educación Física también se encuentra asociada al término gimnástico, pero dentro del terreno educativo. En base a estas circunstancias, surge en Inglaterra una propuesta innovadora y alternativa, a través del deporte, difundida por Thomas Arnold.

    Coubertin pretende un cambio radical en la Educación Física de su país, en base a los conocimientos y experiencias adquiridas en Inglaterra. Propone la construcción de espacios verdes y al aire libre en su país, y establece la competición deportiva como alternativa a los sistemas gimnásticos dominantes, ya que los considera poco motivantes y recreativos (Solar, 2003).

    La diferencia principal entre la Educación Física y los planteamientos pedagógicos de Coubertin a través del deporte quedan reflejadas en la máxima “Mens férvida in corpore lacertoso” que aparecía impresa en la primera página del Bulletin du Bureau International de Pédagogie Sportive.

    Coubertin quería reflejar de alguna forma mediante este lema los valores y las capacidades que aporta la competición en el deporte al individuo y a la sociedad (Krüger, 2011).

    Pero la sociedad francesa y los profesionales de la Educación Física son reacios y se oponen a la introducción del deporte inglés en Francia, ya que no se considera como un medio educativo; estos detractores confían a las organizaciones federativas el diseño y desarrollo del deporte escolar.

    Respecto a la concepción del deporte en la Educación Física de ese momento, George Hebert (1875-1957) dice:

    El deporte tal como es concebido y practicado actualmente al que se le puede calificar de exagerado, de desviado o de extraviado, según las formas de sus manifestaciones, es algo a rechazar, de forma tajante, en la educación de la juventud. No es ya un medio de perfeccionamiento físico o viril, es un fin en sí mismo, una forma de actividad que no tiene nada en común con la sana educación. (Solar, 2003. p. 163)

    En Alemania, también existe un antagonismo exacerbado entre el deporte y la educación física y la gimnasia; la contrariedad era tal, que los atletas germanos que participaron en los Juegos Olímpicos de 1896 mostraron una clara antipatía por las pruebas en las que primaban las habilidades deportivas sobre las habilidades gimnásticas específicas.

    Pero la vertiginosa popularización del movimiento deportivo, por parte del barón de Coubertin a través de los estratos sociales de clase alta por el continente europeo, produce que el deporte se desarrolle en los centros educativos y se plasme como el soporte de la ideología olímpica; donde el deporte en la Educación Física juega un papel fundamental en la formación integral del individuo, atendiendo al aspecto “físico, moral y social” (Solar, 2003, p. 45).

3.     Interrogantes y reflexiones

    Los Juegos Olímpicos modernos no eran considerados para Coubertin como una mera práctica físico-deportiva competitiva, sino como una festividad al igual que en la antigua Grecia, pero sin rendir culto a ninguna divinidad.

    Otro de los elementos que han surcado los siglos desde la Edad Antigua hasta nuestros tiempos, son las instalaciones relacionadas con los Juegos Olímpicos; así, es interesante las aportaciones científicas que nos ofrece Durántez (2003) en su obra, en las cuales nos informa sobre el descubrimiento de gimnasios, palestras y otros espacios, durante diferentes excavaciones en la ciudad de Atenas. Pero, el máximo exponente, a nivel arquitectónico, que hoy en día produce una gran expectación e interés tiene lugar en los estadios; al respecto, Durántez (2003) hace referencia al antiguo estadio de Olimpia como “la pieza agonal fundamental” (p. 5).

    No podemos permanecer impasibles ante el espacio cronológico que abarca desde la supresión de los juegos grecorromanos por Teodosio en el año 393 hasta la restauración de los Juegos Olímpicos modernos de Atenas en 1896. Durante todo ese período cabe cuestionarse como la difusión y los intentos de recuperación de los antiguos festivales panhelénicos han sido tan escasos y han tenido tan poca relevancia; sin embargo, en poco más de un siglo después de la reinstauración de los Juegos Olímpicos por Coubertin, se han convertido en un acto universal, en continuo desarrollo.

    Ante este devenir de acontecimientos, cabe posicionarse ante varios interrogantes ¿permanecerán ocultos nuevos datos que nos lleven a nuevos descubrimientos relacionados con el Olimpismo? ¿Habrán forzado y obligado a algunos personajes de la Historia a destruir registros y evidencias olímpicas? En estos casos, podríamos hablar por un lado de represión o persecución olímpica, pero por otro lado, habría que loar y reconocer el hecho de aquellos seres humanos que han devuelto a la Historia el Olimpismo; Diem (1966) califica a Coubertin como “primera figura del deporte contemporáneo” (citado por Rodríguez, 2003, p. 203).

    Por su parte, Coubertin hace eco del espíritu olímpico y los hándicaps que ha tenido que superar a lo largo de la Historia, y lo concreta como “una gran maquinaria silenciosa cuyas ruedas no rechinan y cuyo movimiento no cesa nunca a pesar de los puñados de arena que algunos lanzan contra ella con tanta perseverancia como falta de éxito para tratar de impedir su funcionamiento.” (Citado por Durántez, 2004, p. 2)

    Tal es el poder del fenómeno del Olimpismo, que si una olimpiada no pudiera festejarse por causas de fuerza mayor, no existirían los torneos y competiciones, pero no dejaría de establecerse tal periodo temporal (Solar, 2003).

    Los procesos emergentes del Olimpismo Moderno estuvieron en crisis; pero gracias a una planificación y coordinación sistematizada entre los diferentes agentes sociales y profesionales, consiguieron sacar adelante los proyectos en pro de una sociedad más justa, pacífica y activa.

    El Olimpismo del siglo XXI sigue siendo fiel a los principios inmutables que le vieron nacer, basado en los principios éticos fundamentales universales, comprometido con el mantenimiento de la dignidad humana. Según Durántez (2005) “el código ético del olimpismo a través de la vía del deporte, tiende a mejorar la raza humana y a conseguir el canon ideal del hombre equilibrado y perfecto” (p. 22).

    Esta idea ya se desarrolló en la antigua Grecia, y actualmente sigue siendo una constante. Estos principios formativos que tienen su referente normativo en la Carta Olímpica, en ocasiones se desvirtúan en función del uso que realiza la sociedad actual de los mismos.

    Así, el deporte olímpico está ligado al alto rendimiento y a sus peligrosas circunstancias (mercantilismo, dopaje, violencia, sobreentrenamiento,…). Son muchos los perjuicios que atentan y acechan sobre el Olimpismo y el Movimiento Olímpico, ya que nos encontramos inmersos en una sociedad de consumo desmedido e imperante, que ponen de manifiesto una serie de valores amorales, y alteran el funcionamiento de los principios olímpicos.

    Según Martínez (2005) el deporte olímpico de nuestros tiempos es selectivo y se encuentra dirigido al deportista de élite, donde priman los resultados obtenidos; de dicha conclusión, podemos deducir que el acceso al deporte olímpico requiere de unas condiciones psicofísicas óptimas propias del entrenamiento y de una selección de deportistas en función de unos objetivos deportivos enfocados al alto rendimiento.

    En contra que se corrompan los valores olímpicos, ya Coubertin (1927) se proclamaba al respecto advirtiendo: “No hemos trabajado mis amigos y yo, para que hagáis de los Juegos Olímpicos un objeto de museo, ni de cine, ni para qué intereses mercantiles o electoralistas puedan adueñarse de ellos” (citado por Durántez, 2001, p. 14).

    Indiscutiblemente el Olimpismo es un contenido con un carácter ecléctico, que es innegable. Pero el área de Educación Física ofrece un escenario ideal para el desarrollo de los valores y principios que promueve el Olimpismo, y el desarrollo integral del ser humano; así, lo puso de manifiesto Coubertin (1922) cuando dice que “la Educación atlética ejerce por lo menos idéntica acción sobre la moral que sobre lo físico […] y si por un lado desarrolla los músculos, también forma el carácter y la voluntad; en una palabra: produce hombres.” (Citado por Fernández, 2008, p. 5)

    La pedagogía coubertiniana se desliga en la sociedad actual debido a dos factores decisivos; por un lado, Coubertin abogaba por un lado, hacia una cultura del esfuerzo, mientras que actualmente nos encontramos atrapados en una sociedad con un alto índice de sedentarismo; por otro lado, el barón apostaba por el individualismo, sin embargo hoy en dia priman más los principios cooperativos (deportes alternativos, deportes de equipo, deportes coeducativos,…).

Referencias bibliográficas

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  • Fernández, J.P. (2008). El Movimiento Olímpico y las nuevas tecnologías en el área de Educación Física y Deporte a través del modelo didáctico de la webquest. Revista Internacional de Medicina y Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, 8 (pp. 1-14).

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