Lecturas: Educación Física y Deportes
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Significado y alegría en el deporte en América Latina1
Joseph L. Arbena (EE.UU.)
jose@CLEMSON.EDU
Clemson University


María Laura San Martín

A través de América Latina – definida como todo lo que hay en el Continente Americano al sur de Estados Unidos – no hay duda que el más popular participante y espectador de deportes se queda en el fútbol (football, soccer, futebol), aunque el baseball, el cricket, el basquetball, el rugby, el voleyball, el boxeo, las pruebas atléticas, las carreras de caballos, las carreras de autos y otros apasionan a un significativo número de devotos en diferentes partes de esta área geográfica2 . Lo que no queda claro son las razones de por que ciertos deportes en los últimos tres siglos pasaron a ser tan populares en algunos lugares y el significado que dichos deportes tienen actualmente en sus diferentes dominios.

En conjunto, el estudio analítico de la historia de los deportes en América Latina ha sido insuficiente para autorizarnos a responder estas preguntas con absoluta certeza3 . Afortunadamente, los últimos años trajeron nuevos escritos y perspectivas al campo4 . Como vía de introducción para algunas interpretaciones comparativas de los procesos de difusión de los deportes modernos en América Latina5 y el significado envolvente de dichos deportes en sus respectivos contextos, aclaro aquí algunos de los más provocativos de los recientes escritos y las implicaciones de sus ideas para este crecido campo.


I

Acá hay una pequeña razón para dudar que el fútbol fue introducido en la región del Río de la Plata por una mezcla de comerciantes ingleses, ingenieros, maestros y marineros6 , luego esparcido, primero, entre las elites locales y, casi al mismo tiempo, entre las clases trabajadoras, a menudo entre la juventud que pateaba pelotas de trapo en los potreros, áridos espacios en ciudades emergentes como Buenos Aires y Montevideo7 . Específicamente en Argentina, desde 1880 hasta 1910, el fútbol más manifiesto era dominado por los Colegios Ingleses y sus graduados, mientras los locales, cuya calidad fue expandida por una siempre creciente ola de inmigrantes, se empeñaron en encontrar suficientes espacios abiertos (potreros) para imitar el juego de los señores ingleses, si no sus valores y significados. Por 1912 y 1913 aproximadamente, los sectores populares generaron suficientes jugadores habilidosos ("cracks") y equipos para provocar una reacción crítica entre los sectores de elite y una reorganización de las instituciones de fútbol en la capital8 .

Contra este trasfondo, yendo más allá de la narrativa histórica, el sociólogo Eduardo Archetti – un argentino residente por mucho tiempo en Noruega – utiliza análisis textuales, entrevistas personales y la observación de las conductas de los fanáticos para trazar interpretaciones de las interconexiones entre el fútbol, por un lado, y las identidades nacionales, de género y generacionales, por el otro. Primero, define al fútbol argentino como un "discurso masculino" que reafirma las diferencias "padre/hijo y macho/homosexual", tal vez más entre los participantes "periféricos" (léase espectadores) que entre los "centrales" (léase futbolistas). Este énfasis en la identidad masculina, reforzado por violencia e ilegalidad a lo largo de la sociedad, especialmente la del régimen militar entre 1976 y 1983, contribuyó a esta persistencia en la violencia9 de los fanáticos. En segundo lugar, la masculinidad argentina con base en el fútbol pone en relieve la autonomía, la fantasía, la fuerza, el poder, la autoridad y la madurez – aunque no necesariamente el trabajo, la disciplina y la perseverancia – los que se convirtieron, a su vez, en las bases para demarcar un "estilo nacional" del fútbol que es parte de la búsqueda de la identidad nacional. El mismo Archetti, sin embargo, duda de si semejantes conexiones históricas puedan estar firmemente establecidas, puesto que tanto fútbol es llevado a cabo por jugadores particulares y/o entrenadores y, de esta manera, es asunto de interpretaciones conflictivas, si bien admite que el acriollamiento del polo y el fútbol entre 1880 y 1930, y la implícita oposición a las características británicas, fomentaron la construcción de una imagen masculina argentina, si no precisamente una única identidad nacional.10

Basándose en Archetti, el recientemente acuñado Físico, Doctor en antropología y etnografía, Jeffrey Tobin clasifica al fútbol como uno de los tres elementos de juego en la reproducción y réplica de la masculinidad argentina, especialmente la porteña: 1) El asado (parrillada argentina o cocida afuera) es una actividad dominantemente masculina que subordina a la hembra, a pesar de que es atada a imágenes de afeminación de la carne en base a textuales acoplamientos a animales. 2) El fútbol del mismo modo es de dominación masculina, también está ligado a significados sexuales, así como los términos de sodomía y afeminamiento frecuentemente se atribuyen a los contrarios. Como con el asado, la penetración anal puede preceder a la penetración vaginal, dándole sentido al juego y afeminación a la víctima. 3) El tango es frecuentemente delineado como una dominación masculina, pero la historia, la literatura, las personalidades y varias prácticas en la danza sugieren un contexto homosocial. Esté de acuerdo con Tobin ó no, sus análisis relacionan el deporte con otras actividades sociales en un encuadre histórico y a su vez lo unen a una variedad de expresiones políticas tales como la definición de la nacionalidad argentina y el uso difundido por el régimen militar a fines de los 1970' de técnicas de tortura que implicaban penetración anal, aún cuando las víctimas fueran mujeres.11


II

En Cuba hacia los años 1890' la principal cuestión en la mente de todas las personas era la "Siempre Leal" futura relación de la isla con la Madre España. Durante todo el siglo XIX, la creciente identidad nacional entre los cubanos y el intensificado descontento con las reglas de España condujeron a ejercer una gran presión, con frecuencia violenta, para lograr importantes cambios, incluso la independencia. Luego de mediados de siglo, un importante elemento en la definición de la identidad cubana y en la expresión de rechazo a las cosas de España fue el baseball.

El ingreso del baseball en Cuba fue atribuido a varias causas superpuestas, incluidos los estudiantes cubanos que estudiaban en Estados Unidos y llevaron el juego a su país como parte del legado educativo y los marineros estadounidenses que llegaban con gran frecuencia a los puertos cubanos y pasaban su tiempo libre golpeando pelotas y corriendo bases cerca de sus barcos atracados. El historiador Lou Pérez concluye que, como los cubanos que a fines del 1800 pasaron del lineamiento colonial hacia la independencia, encontraron en el baseball, mientras rechazaban las corridas de toros, "el orden moral a partir del cual se derivaría su visión de nación", "un instrumento de nacionalidad no menos de un ideal de independencia nacional". El baseball fue un camino para el progreso y la modernidad bloqueados por España. El baseball integró a los cubanos y los distinguió de España, pasando a ser parte del proceso que los uniría más a la cultura de Estados Unidos.12 El estudioso literario Roberto González Echevarría alcanza una conclusión similar, pero en adición une el baseball a la popularidad naciente entre los evolucionados nacionalistas cubanos de la isla inspirados en el danzón (baile nacional cubano) y los franceses inspirados en la literatura modernista.13


III

La difusión del juego nacional de América, como el fútbol y otros deportes modernos, a menudo recorrieron diferentes caminos hacia diferentes lugares, y las consecuencias fueron, con frecuencia, también diferentes. El baseball aparentemente llegó a distintas partes de México a través de dos caminos: hacia el norte directamente desde los Estados Unidos, llevado por los ingenieros, los mineros, los comerciantes y la población local en ambas márgenes del Río Grande; hacia la península de Yucatán, principalmente desde Cuba, intensificado por grandes inversiones estadounidenses en la importación de henequén a fines de los años 1800', para pasar a ser, para muchos, "El Rey de los Deportes".14

A lo largo de la extensa frontera entre México y Estados Unidos – un límite que el novelista mejicano Carlos Fuentes15 etiquetó de 'ilusorio, de cristal, frontera de espejismos' – el baseball siguió un camino algo diferente y eventualmente adquirió distintos significados. El antropólogo Alan Klein, quien previamente analizó el paradóxico lugar del baseball en la República Dominicana,16 encontró en las ciudades vecinas de Laredo, Texas (E.E.U.U.) y Nuevo Laredo, Tamaulipas (México) una expresión de tres distintos niveles o clases de nacionalismo que fueron productos a través del tiempo de un proceso que incluyó al baseball. La centralización de dicho deporte en esa región fue excepcionalmente demostrada en la década entre 1985 y 1994 cuando un arreglo especial permitió a estas dos ciudades compartir el equipo profesional de baseball (Los Tecolotes/The Owls – Los Búhos) que tenían sus estadios locales en ambas márgenes del Río Grande/Río Bravo del Norte mientras jugaban la Liga Mejicana. La consecuencia fue: 1) autonacionalismo, ese nacionalismo tradicional en el cual los mejicanos y los norteamericanos se identifican con sus respectivos países; 2) binacionalismo, por el cual las personas a cada lado de la frontera comparten experiencias y sentimientos que derivan de la identificación con ambas naciones; y 3) transnacionalismo, un sentido creciente de identidad común, distinguible de cualquiera de las dos, de la nación americana o de la mejicana. "Las tres formas de nacionalismo existen como relaciones estructurales, conductas y sentimientos (de identidad) y todas ellas poseen analogías en el reino del baseball en la frontera" aunque "se lo debe ver como más o menos presente en diferentes épocas, en diferentes maneras".17


IV

Al menos desde que C.L.R. James publicó su monumental Beyond a Boundary (Más allá del límite)(1963), hemos estado susceptibles (junto con la Iglesia y las escuelas) al papel del cricket jugado en la culturización de las colonias caribeñas británicas de negros y gente de color, en el desarrollo del orgullo racial y la identidad nacional entre dichos asuntos coloniales, y en la conducción hacia la independencia y la subsecuente construcción nacional.18 A través de los años, otros han agregado a ésto un énfasis en la centralización del cricket como un recurso de resistencia cultural y política.19

Más recientemente, Richard D. E. Burton asomó dudas a cerca del significado de la experiencia del cricket entre los negros de la India Occidental. Por un lado, yendo más lejos que Tobin, González Echevarría o James, observa al cricket como parte de un abarcador "complejo de juego" ó "cultura de juego" que incluye música, danza, comida, bebidas, cultos, puntos de discusión, luchas, cricket y demás; en otras palabras, todas actividades no utilitarias, o todo lo que no es trabajo, estableciendo un rango desde lo religioso, pasando por lo festivo, hasta lo lúdico.

En segundo lugar, Burton cuestiona las implicaciones a largo plazo de estas actividades jugadas o deportivas como formas significativas de resistencia a las culturas dominantes. Utilizando como bosquejo el trabajo de Michel de Certeau, distingue entre la resistencia externa y la oposición interna, concluyendo que las culturas afro-francesas que él examina son mucho más culturas de oposición que de resistencia, confiando "ciegamente en materiales abastecidos por la cultura dominante" oponiéndo el orden dominante al orden propio y usualmente bajo sus propios términos. El punto clave no es que los grupos subordinados estén combatiendo a los grupos hegemónicos o dominantes, sino que lo están haciendo utilizando las instituciones, las estructuras, e incluso a veces los valores, de dichos grupos elevados. Ellos deben batir al amo con sus propias reglas, pero aún están jugando el juego del amo.20

Si esto es cierto y puede ser ampliamente aplicado, entonces las victorias de India Occidental sobre los equipos británicos en los lanzamientos de cricket, o la humillación cubana a los equipos estadounidenses dentro del diamante de baseball, o la eliminación argentina de Inglaterra de la Copa Mundial de Fútbol, con ó sin la ayuda de la mano de Dios, entretanto son una fuente de satisfacción de corto plazo, ni reflexionan ni contribuyen demasiado a lograr cambios reales en el poder de las relaciones internacionales. Tampoco el hecho de que los atletas negros y latinos como Michel Jordan ó Sammy Sosa ganen millones de dólares mientras son alentados por millones de fans en los Estados Unidos, ó que un afro-brasilero como Pelé ó un argentino mestizo (cabecita negra) como Diego Maradona se transformen en los héroes nacionales mejor pagos, refleja ningún cambio sustantivo en la distribución del poder y la riqueza entre blancos y no blancos en sus respectivos deportes, en sus respectivos países. Por allí continúa una tendencia, incluso en Estados Unidos, de que negros y latinos sigan jugando dentro de la estructura de poder de los blancos, para denigrar las contribuciones de los negros al fútbol brasilero, y para obstruir el esfuerzo de los jugadores de construir un juego socialmente más equitativo a tono con las necesidades de los jugadores.21


V

La predominancia del cricket en el Caribe Anglosajón ha sido desafiada en las recientes décadas por la expansión del basquetball, agilizada por la tecnología satelital y hecho mucho más atractivo por la gran visibilidad en el juego norteamericano de jugadores de al menos algo de ascendencia africana. Intrigados por los aspectos de este fenómeno, el economista Jay y el sociólogo Joan Mandle no sólo escribieron extensamente sobre el tema sino que análogamente trabajaron con los basquetbolistas de las islas. Jay, un calificado árbitro de básquet, condujo talleres y seminarios en respuesta al reconocimiento local sobre la escasez de oficiales competentes e imparciales cuyas decisiones serían aceptadas por los jugadores y los fanáticos.

Lo que los escritos de Mandle revelan significativamente es que el básquet "no es simplemente una extensión del juego americano", es también una "creación de la cultura caribeña", ya que los basquetbolistas modifican el contexto del rendimiento, el estilo del juego y el encuadre organizativo para responsabilizarse por sus propias necesidades. Especialmente entre los pobres y los de bajos recursos –las raíces de la marihuana- este deporte relativamente barato y accesible provee un punto de reunión de entretenimiento y sociabilidad, así como también de "realización, pertenencia, expresión creativa y reconocimiento". En un nivel teórico, la propuesta de Mandle que, sin demostrar ni una coerción enérgica desde la cima ni una resistencia significativa desde el fondo, el básquet representa un recurso de "espacio abierto" que ofrece a los basquetbolistas caribeños, de status generalmente inferior, una oportunidad relativamente rara de practicar un tipo de democracia mediante el control de las decisiones que afectan a sus vidas y a sus comunidades. Desafortunadamente, las organizaciones populares establecidas para promocionar el juego frecuentemente fracasan por una variedad de obstáculos económicos y culturales.22


VI

A pesar de la singularidad del proceso de difusión, adaptación e interpretación cultural en cada uno de estos deportes en estos escenarios específicos, históricos y geográficos, en último término forman parte de un esquema mayor. No sólo dejan constancia de las variaciones contemporáneas esparcidas a largo plazo, deportes occidentales extendidos desde la esfera del Atlántico Norte, sino que también, a su vez, ilustran variados aspectos de la vinculación opuesta del regreso de los deportes locales hacia la comunidad internacional.

El argentino, como cualquier fútbol latinoamericano, está manipulado en parte por la FIFA y por los acaudalados clubes europeos; el baseball cubano todavía no puede despojarse de la influencia y de la admiración hacia las Ligas profesionales de Estados Unidos; la fortuna del baseball a lo largo del Río Grande depende en parte de las decisiones tomadas en la Ciudad de México y en el Norte; los fanáticos del cricket de la India Occidental miran menos frecuentemente a Brian Lara debido a la atracción que produce el UK (Reino Unido); aún el básquet de "Grass Roots" en el Caribe está perfilado por la televisión internacional, los recursos de equipamiento y los sueños de mayor intervención en los más altos niveles de maestría.23

Una consecuencia desafortunada de dicha globalización, que ha sido discutida, fue la reducción en la calidad y el cambio en el carácter de los deportes en estos clubes pobres y países indigentes, que exportan talentos atléticos por encima de la línea, ambos desde los países más chicos hacia los países más grandes dentro de América Latina, y desde América primariamente hacia Europa en el caso del fútbol ó hacia Norteamérica en el caso del baseball, donde el capital está más allá de los que a la mayoría de las economías latinoamericanas les puede corresponder.24

Una consecuencia adicional supuesta ha sido la estandarización de los deportes, especialmente del fútbol, manejada por lo económico por encima de las consideraciones atléticas, conduciendo un juego deslucido y falto de imaginación. Como el historiador y ensayista uruguayo Eduardo Galeano concluye: "Estos son tiempos de uniformidad obligatoria, en el fútbol y en todo lo demás. Nunca el mundo ha sido tan desigual en brindar oportunidades y tan parejo en los hábitos que impone: en este mundo de fin de siglo, el que no muere de hambre muere de aburrimiento".25

Cuadro: María Laura San Martín (Arg.), Los mejores tiempos. 130 x 160, 1998.


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revista digital · Año 4 · Nº 17 | Buenos Aires, diciembre 1999