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Implicancias y consecuencias de las actuales maneras de 

transmitir y analizar fútbol por TV: la judicialización televisiva

 

Doctor en Comunicación Social por la UNR (Universidad Nacional de Rosario).

Becario de CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones

Científico Tecnológicas) entre 2007 y 2012

Compilador del libro De pies a cabeza. Ensayos de fútbol

(de próxima aparición en Interzona, Buenos Aires, 2012)

Juan Manuel Sodo

juansodo@gmail.com

(Argentina)

 

 

 

 

Resumen

          La historia del periodismo deportivo, la de su proceso de desarrollo en la captación de segmentos de audiencia, es la historia de una serie de pasajes en el tiempo, en lo que al relato del evento noticioso futbolístico se refiere. Del partido propiamente dicho y sus incidencias, de lo de adentro, a todo lo que lo rodea, a sus “afueras”: los hinchas y sus prácticas folklóricas, la presencia de mujeres y niños como nota de color en las canchas, los fallos polémicos de los árbitros, el seguimiento de la intimidad de los directores técnicos, las peleas y chimentos de vestuario, las internas en los grupos de hinchas organizados en asociaciones ilícitas, etcétera. En el marco de una reflexión sobre distintas implicancias y consencuencias de las maneras de transmitir y analizar fútbol por televisión, nos detendremos en esta oportunidad en lo que llamamos judicialización televisiva. Y al respecto nos preguntamos: ¿en qué medida contribuyen en la generación de climas de violencia las transmisiones televisivas en directo y el repaso repetitivo de compactos y resúmenes que, amparados por el desarrollo tecnológico, capaz de detenerse a verificar al milímetro y desde decenas de cámaras lo que el árbitro tiene que resolver en tiempo real, al estar todo el tiempo remarcando los fallos arbitrales, están poniendo en duda su imparcialidad?

          Palabras clave: Televisión. Árbitros. Violencia. Fútbol.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires - Año 17 - Nº 169 - Junio de 2012. http://www.efdeportes.com/

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1.     Introducción

    En Argentina, al tratar el problema de las prácticas violentas en torno del espectáculo futbolístico (y el de las muertes de hinchas resultantes de ello), los medios de comunicación suelen caer en reduccionismos. Éstos obedecen, por un lado, a sus gramáticas de producción (Verón, 1987); por otro, a las representaciones e imaginarios que, del universo ritual del fútbol nacional y de sus actores, el sentido común futbolero, con la prensa como principal estandarte, históricamente ha construido (ver Szlifman, 2012). El detenimiento pormenorizado en este doble reduccionismo, plasmado en otro lugar (ver Sodo, 2012), excede el propósito del presente artículo. Por lo pronto, lo que aquí ha de importarnos señalar, es que dicho tratamiento deja por fuera un complejo cuadro de situación a partir del que explicar el fenómeno violento. Un cuadro mucho más complejo que atribuir todas las culpas a los “inadaptados” barrabravas.

    Nos referimos a una cartografía de factores que se deben tener en cuenta a la hora de pensar el asunto de una manera integral, y proponer intervenciones posibles sobre ello, a implementarse desde políticas de seguridad en organismos públicos, coherentes y sostenidas a largo plazo. Propuestas que, justamente, quien suscribe, junto a colegas estudiosos del tema en universidades nacionales y agencias de investigación, ha elaborado y presentado en un documento que se ha hecho llegar a medios de comunicación y a instituciones competentes. El cuadro, que puede consultarse en profundidad [1], incluye:

  • factores históricos

  • factores políticos

  • organizacionales

  • arbitrales

  • factores vinculados a los paradigmas de seguridad hegemónicos que subyacen a los operativos en los estadios

  • factores relativos a los mismos futbolistas

  • factores simbólicos, es decir, ligados a los sentidos que sobre determinadas prácticas construyen los distintos grupos de hinchas.

    Asimismo, el cuadro también involucra el “factor-hincha común”, referido a cómo éstos, a través de una serie de comportamientos, voluntaria o involuntariamente, directa o indirectamente, suelen generar condiciones para el acontecer de prácticas violentas, y para legitimarlas como válidas.

    Finalmente, habría además un factor mediático. Desglosarlo brevemente dará el pie para meternos de lleno en el propósito de este trabajo: reflexionar sobre una de las implicancias y consecuencias de las actuales en las maneras de transmitir y analizar partidos de fútbol por televisión: lo que llamaremos, la judicialización televisiva.

2.     Factor mediático

    Está dado por la historia del periodismo deportivo, por su proceso de desarrollo en la captación de segmentos de audiencia, a su vez en el marco de las variaciones en la economía política del sistema de medios y sus tecnologías, y sus lenguajes. Hablamos de un pasaje en el tiempo, en lo que al relato del evento noticioso futbolístico se refiere. Del partido propiamente dicho y sus incidencias, de lo de adentro, a todo lo que lo rodea, a sus “afueras”: los hinchas y sus prácticas aguantadoras, la presencia de mujeres y niños como nota de color en las canchas, la actuación de los árbitros, el seguimiento de la intimidad de los directores técnicos, las peleas y chimentos de vestuario, las internas de los hinchas organizados en asociaciones ilícitas… Esa serie de pasajes, en lo que hace a la relación fútbol-televisión a lo largo de la historia, por ejemplo, tiene sus hitos marcados. Algunos, de las décadas más recientes: Fútbol de Primera (ver Alabarces, 1996), Fútbol por dos, El Aguante (ver Salerno, 2005), Minuto a Minuto, Paso a Paso, El show del fútbol, por nombrar algunos. Nombramiento que es sinónimo de innovaciones narrativo-tecnológicas como el telebeam, el ping-pong, la previa, las jugadas polémicas, etcétera.

    Este extenso devenir ha redundado en que, por ejemplo:

  • Se abunde en afirmaciones irresponsables, siempre proclives a los giros bélicos, la cizaña, la polémica y a las retóricas dramáticas para mantener, más con los criterios del show que con los del relato, la tensión en épocas de sobreabundancia informativa y canales especializados de 24hs de transmisión.

  • Se ponga excesivo énfasis en las jugadas polémicas. Acaso no por casualidad, desde hace un tiempo, cada panel de periodistas cuenta con un ex árbitro entre sus columnistas.

  • Hayan surgido Programas como El Aguante, que ha contribuido en la gestación a la vez que en la puesta en escena de una nueva manera de ser hincha, auto-referencial, más pendiente de la performance de la hinchada que del equipo, desde mediados de los años noventa (junto a otra serie de factores extra-mediáticos, los estrictamente deportivos por ejemplo, en el sentido de que el déficit estructural de los clubes imposibilita la identificación del hincha con un estilo o un héroe deportivo duraderos). Vale agregar, al respecto, que el aguante ha sido promovido por el mismo proceso de captación infinita de públicos, en el sentido del siguiente razonamiento: campeón del campeonato sale uno solo, pero campeón de hinchadas puede ser cualquiera que aliente. (Para ahondar detalladamente en toda esta historia y sus implicancias, ver Sodo, op cit.).

    Varias preguntas podrían desprenderse de este recorrido. Unas: ¿cómo la televisación del fútbol y sus alrededores fue modificando las maneras de verlo, creando una nueva subjetividad espectatorial? (Ver Mira, 2010) ¿Y maneras de jugarlo? ¿Y unas novedosas modalidades de ser hincha, de comportarse en el estadio? ¿Y modificaciones en los comportamientos de los propios jugadores, a sabiendas de la omnipresencia de cámaras y de las valoraciones de las nuevas subjetividades-hincha? Y otras: ¿qué cambios y qué continuidades se observan con el traspaso del monopolio televisivo del fútbol de Torneos y Competencias al programa estatal Fútbol para Todos? ¿Se puede hablar de diferencias narrativas, con el pasaje de lo privado a lo público, de marcados modos “estatales” y modos “de mercado”?

    Más zonas de interrogación. En este caso, una constituida por una inquietud contra-fáctica; así como Verón y Sigal [1986 (2003)] se preguntan si la Juventud Peronista hubiera podido esquivar “la trampa” de haber recepcionado el discurso de Perón en una sociedad ya no mediática sino mediatizada, nosotros hacemos el siguiente razonamiento: en tanto cultura preeminentemente audio-visual, la cultura del aguante tal vez sea impensable sin la televisión, siendo que el aguante se prueba siendo visto y escuchado, mostrando, exhibiendo todo lo que se alienta, la cantidad de personas que se son, el número y el tamaño de las banderas. Desde esa perspectiva, ¿cómo demostrar el aguante en épocas en que la mediatización del fútbol estaba hegemonizada por la prensa-papel o por la radio? ¿Hubiera sido posible la cultura del aguante sin la televisión?

    Por último, unas preguntas mediante las que llegamos al núcleo de este escrito: ¿en qué medida contribuyen en la generación de climas de violencia las transmisiones televisivas en directo y el repaso repetitivo de compactos y resúmenes que, amparados por el desarrollo tecnológico, capaz de detenerse una y mil veces a verificar al milímetro y desde decenas de cámaras lo que el árbitro tiene que resolver en tiempo real, al estar todo el tiempo remarcando los fallos arbitrales están poniendo en duda su imparcialidad, avivando la chispa que tiende a encender una ambiente ya de por sí caldeado?

3.     El problema de la judicialización televisiva

    En un fútbol empobrecido, el nivel del juego baja y la competencia se torna cada vez más pareja. Diferente de campeonatos como el de las principales ligas europeas, donde se coronan generalmente los mismos (Barcelona o Real Madrid en España, Inter o Milan en Italia, Manchester en Inglaterra…), y diferente de lo que fueron décadas como la de los noventa, claramente hegemonizada por Boca y River, en el campeonato argentino, como suele decirse, hoy cualquiera le gana a cualquiera. Sea de la A o de la B. En esas condiciones de paridad, lo que termina resultando determinante son los detalles mínimos. En ocasiones el aprovechamiento de una distracción o pelota parada. En ocasiones, el fallo de un árbitro.

    Entonces, esto último se vuelve decisivo. Y por lo tanto digno del show mediático. De la repetición desde distintos ángulos. De la sección jugadas polémicas, de la auditoría del programa de Alejandro Fantino, etcétera. Se contribuye, así, a crear una manera judicial de ver fútbol. ¿Fue o no fue? Lo cual es, en cierto modo, inconducente, porque a diferencia de otros deportes, como el hockey o el tenis, en el fútbol no hay agiornamiento entre estructura tecnológica y estructura reglamentaria.

    La cuestión de la disposición minuciosa de las cámaras, en pretensión de visión panóptica total y, de la mano con ello, en pretensión de garante, juez, prueba y última palabra ante jugadas polémicas, es abordada por Alabarces (op. cit.) en su trabajo sobre el programa Fútbol de Primera; y también por Valle (2009) en un ensayo en el que cuestiona los criterios de verificación mediática a los que se ha sometido a sí mismo el propio fútbol, siendo muy usual, en este sentido, escuchar a un árbitro o a un futbolista, cuando al finalizar el partido se los consulta por una determinada jugada (“¿fue penal?” “¿lo tocaste?”), responderle al cronista de turno: “no sé, dejame que vea esta noche la imagen por la tele y te digo”. Incluso más: a veces es el director técnico, por ejemplo, quien se lo pregunta al periodista que hace campo de juego ni bien transcurrida la jugada polémica, a sabiendas de que éste tiene línea directa con los periodistas de la cabina, que cuentan con monitores para ver la repetición al instante.

    Sobre todo esto, caben algunas consideraciones desde la sociosemiótica. Según Carlón (2004), y siempre hablando de la TV, habría dos regímenes representacionales –la ficción y la no ficción- y dos dispositivos de transmisión –el vivo y el grabado-, y sus combinaciones posibles. La transmisión de un partido de fútbol correspondería, así, a la no ficción en vivo, la cual, a su vez, puede subdividirse en pre-visualizada y no pre-visualizada, siendo lo propio del fútbol la primera. Y más: para Carlón, la transmisión de eventos gobernados por reglas de la práctica deportiva encuentran su legitimidad social en el hecho de que su resolución se supone imprevisible aún para los propios protagonistas, sean estos actores, organizadores o transmitidores del evento.

    Para el autor, y ahora veremos por qué hacemos hincapié en todo esto, el estatuto del sujeto espectador de la no ficción televisiva en directo es el testigo mediático. A esta idea la introduce junto con la de hiperdispositivo y efecto blow up a partir del análisis de dos hechos en los que la intervención de alguna posición espectatorial modificó el curso de los acontecimientos: la pelea en la que Tyson fue descalificado por morder una oreja de Hollyfield sin que ni el árbitro ni los relatores en el momento lo advirtieran, cosa que recién hicieron, a la par del público en el estadio y del público televidente, cuando las repeticiones lo pusieron en evidencia; la pelea Tyson-Hollyfield, decíamos, y el Juicio por el asesinato de María Soledad Morales que, transmitido en directo, culminó con la desafectación del Tribunal, cuando algunos televidentes advirtieron un gesto sospechoso de su Presidente (una guiñada de ojo) y comenzaron a llamar a los canales para denunciarlo.

    Escribe Carlón que casos como los referidos “pertenecen a una subclase específica entre las transmisiones televisivas […], aquella en la que los acontecimientos se ven radicalmente modificados en su curso por la intervención de un hiperdispositivo” (op. cit. 77), aclarando que por hiperdispositivo entiende a “la articulación de dispositivos que permite generar un efecto de feedback: por ejemplo, la intervención de un llamado telefónico en la radio o en la televisión, también la pantalla gigante del estadio (ídem)” [2]

    Tras estas consideraciones es que entonces podemos preguntarnos: ¿cuál es la fatalidad del fútbol, en relación con la generación de ambientes de violencia y las transmisiones?

    Y arriesgar que en el caso del fútbol la fatalidad radicaría en que, así se visualice un error o advierta algo desapercibido (un penal que no fue, un gol en off side, la agresión solapada de un jugador a otro), sea al instante o sea más tarde, por reglamento nada puede alterar el curso de los acontecimientos. Lo que redunda en un señalamiento improductivo e impotente, cuando no morboso, que no hace sino exacerbar por acumulación los ánimos y la sensación de injusticia.

    En otras palabras, o mejor dicho en las palabras de Caparrós, “la tele nos condiciona la forma de mirar el fútbol: lo vuelve, entre otras cosas, mucho más judicial” (2005: 155), pero a su vez, y en concordancia con lo que venimos planteando al respecto, “el fútbol televisivo judicial provoca todo el tiempo la sensación de injusticia –porque no hay adaptación de las estructuras jurídicas reales a esa judicialización televisiva” (op cit: 156). De ahí, nuevamente, la pregunta por la generación de climas de violencia.

Notas

  1. Se lo puede consultar directamente en alguno de los numerosos medios digitales que lo han levantado: http://www.tucumanhoy.com/VerNotaCompleta.py?IDNOTA=47298

  2. ¿Quién enuncia aquí?, se pregunta el semiólogo. ¿Quién es el que enuncia cuando hay efecto blow up, es decir, constancia de que el dispositivo captó algo no previsto o no visualizado en el momento? Pues ningún otro que el dispositivo mismo. Al respecto, sostiene Carlón que la modalidad enunciativa específica de la toma directa es una especie de enunciación automática y no-pre-visualizada. Dicho nuevamente: es como si el que enunciara fuese el dispositivo mismo en un grado cero, o en toda su desnudez.

Referencias bibliográficas

  • ALABARCES, Pablo (1996) “Polifonía y neutralidad en Fútbol de Primera: la utopía industrial” en ALABARCES, P. y RODRÍGUEZ María Graciela (1996) Cuestión de pelotas. Fútbol, deporte, sociedad, cultura, Buenos Aires: Atuel.

  • CAPARROS, Martín (2005) Boquita, Buenos Aires: Sudamericana.

  • CARLÓN, Mario (2004) Sobre lo televisivo; dispositivos, discursos y sujetos, Buenos Aires: La Crujía.

  • MIRA, Rubén (2010) “Gol” en SODO, Juan Manuel y VALLE, Agustín (Comps.) De pies a cabeza. Ensayos de fútbol, Buenos Aires: Ensayos en Libro.

  • SALERNO, Daniel (2005) “Apología, estigma y represión; los hinchas televisados del fútbol” en ALABARCES, P. y otros., Hinchadas, Buenos Aires: Prometeo.

  • SODO, Juan Manuel (2012) “Prácticas de sociabilidad en un grupo de hinchas del fútbol argentino y sus vinculaciones con la producción de ambientes de violencia en torno del espectáculo futbolístico”, Tesis doctoral, Doctorado en Comunicación Social, Facultad de Ciencias Políticas y RR.II, Universidad Nacional de Rosario. S/E

  • SZLIFMAN, Javier (2012) “La fiesta que no fue. Un análisis sobre los medios de comunicación y la violencia en el fútbol argentino” en EFDeportes.com, Revista Digital. Año 15, Nº 150, Buenos Aires. http://www.efdeportes.com/efd150/medios-de-comunicacion-y-violencia-en-el-futbol-argentino.htm

  • · VALLE, Agustín (2009) “Kuproviesa no lo tocó” en Solo las cosas; ensayos sobre subjetividad mediática y naturaleza urbana, Buenos Aires: Ensayos en libro.

  • · VERÓN, Eliseo (1987) La semiosis social; fragmentos de una teoría de la discursividad, Buenos Aires: Gedisa.

  • VERÓN, Eliseo y SIGAL, Silvia (1986, 2003) Perón o Muerte; los fundamentos discursivos del fenómeno peronista, Buenos Aires: Eudeba.

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