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El dopaje en el deporte: reseña histórica

 

*Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte

Diplomado en Educación Física

Entrenador Nacional de Atletismo

**Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte

Diplomado en Educación Física

Técnico Superior en Animación de Actividades Físicas y Deportivas

***Diplomado en Educación Física

Técnico Superior en Animación de Actividades Físicas y Deportivas

Rafael Burgueño Menjíbar*

David López Blanco**

Alejandro García Sánchez***

rafaburguenomengibar@gmail.com

(España)

 

 

 

 

Resumen

          El presente trabajo realiza un repaso histórico al concepto de dopaje, siempre de moda en el deporte de más alta competición. Se sabe que el dopaje es tan antiguo como la propia actividad física que busca el rendimiento deportivo: el ejercicio físico. Desde las más antiguas sociedades implicadas en el deporte se han buscado las formas de mejorar el rendimiento de forma artificial. Hoy en día, el dopaje constituye un hecho conocido y son los distintos organismos oficiales, desde las distintas federaciones deportivas hasta los Comités Olímpicos y pasando como no, por la Agencia Mundial Antidopaje.

          Palabras clave: Dopaje. Deporte. Historia.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires - Año 17 - Nº 168 - Mayo de 2012. http://www.efdeportes.com/

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1.     Introducción

    Las preguntas que emanan de nuestro consciente son diversas. ¿Qué es el dopaje? ¿Es producto del deporte moderno o proviene de la idea del “agón” de los griegos? ¿Qué conduce al deportista a recurrir a estos métodos prohibidos? ¿Qué connotaciones ha adquirido para la sociedad y para la comunidad deportiva?

    Actualmente se conoce que el dopaje es tan antiguo como la propia actividad físico-deportiva, o en Occidente tan antiguos como los propios Juegos Griegos en sus diferentes ciudades-estado.

    No obstante, el dopaje es un tema en auge convirtiéndose en un tema de plena actualidad, en el deporte español de la mano del Caso Contador, la Operación Puerto, la Operación Griall o la Operación Galgo son algunos de los ejemplos más recientes que salpican a modalidades deportivas como el ciclismo o el atletismo, cuya imagen de éstas, del deporte de élite y del deporte en general se ven deterioradas, su credibilidad y daño irreparables.

    Motivo por el cual, hasta hace unos pocos años sólo en las esferas más estrictas y en parcelas muy delimitadas se prestaba una relativa atención a la problemática de lo que aún se conocía como “doping”.

    Pero ante la extensión e incidencia progresiva de esta lacra del deporte, el interés por su casuística, su identidad, sus consecuencias y sus alternativas ha sobrepasado ese contorno, expandiéndose hacia los diversos estamentos de la sociedad; y ahora cuando en el ámbito deportivo se buscan garantías, se exigen derechos e incluso se aceptan obligaciones para el dopaje y su control. (Rodríguez – Bueno, 1991)

    A todos estos interrogantes, trata este trabajo de dar respuesta y solución.

2.     Concepto de dopaje

    Juan Antonio Samaranch, hace ya más de dos décadas, expresaba acerca del dopaje que “más o menos todos sabemos que se trata de tomar alguna sustancia prohibida. Pero nos hace falta una mayor concreción. De hecho, necesitamos una definición universal” (Rodríguez – Bueno, 1991).

2.1.     Significado del vocablo “dopaje”

    El vocablo dopaje es una traducción del anglicismo “doping”, que apareció por primera vez en 1889 en la jerga norteamericana (Demole, 1889; citado por Ramos – Gordillo, 2000).

    A continuación, fue recogido por un diccionario británico haciendo alusión a una “mezcla de opio y narcóticos administrada a caballos” (Rodríguez – Bueno, 1991; Ramos – Gordillo, 2000), mientras que para los jinetes de carreras de cabellos quería decir: “estimulación ilícita de los caballos durante la carrera” (Demole, 1889; citado por Ramos – Gordillo, 2000).

    A partir de 1933, es cuando la palabra doping se aceptó a nivel internacional, siempre dentro del ámbito coloquial, incluyéndose en diccionarios especializados tales como el Beckmanns Sportlexicon (Rodríguez – Bueno, 1991).

    Posteriormente la Real Academia de la Lengua Española (RAE), aceptó la voz anglicana de la palabra dopaje, refiriéndose a “el empleo de determinados fármacos para conseguir, mientras duran sus efectos, un mejor rendimiento físico” (Moliner, 1988; Rodríguez – Bueno, 1991; Ramos – Gordillo, 2000).

    Es a partir del anteproyecto de la Ley del Deporte de 1990, cuando el presidente de la RAE, Pedro Laín, cuando informa en 1989, de la traducción de la expresión “doping” al castellano aceptándose como válido dopaje, dopar y dopado (Ramos – Gordillo, 2000). De acuerdo con esto, la RAE, define el dopaje como “acción y efecto de dopar o doparse”, por consiguiente, se define dopar como “administración de fármacos o sustancias estimulantes para potenciar artificialmente el rendimiento” (Diccionario de la RAE, 1992; citado por Ramos – Gordillo, 2000).

2.2.     Etimología de “dopaje”

    Con relación a la etimología de la palabra “doping”, se presentan una serie de teorías e hipótesis recogidas por diversos autores:

    Una primera teoría, asocia el origen de la palabra con la voz inglesa “dope”, la cual en su origen significaba “pasta, líquido espeso o grasa utilizada como lubricante o alimento” (Rodríguez – Bueno, 1991 y Lagardera – Otero, 1999).

    Una segunda teoría postula que deriva del dialecto africano kafir, el cual fue transmitido al idioma Bóers, según el cual atribuía a la palabra “drop” el significado de “licor fuerte típico, tomado como estimulante durante los cultos o ceremonias religiosas de la población Kafa”. (Puffer, 1986; Rodríguez – Bueno, 1991 y Lagardera – Otero, 1999).

    Una tercera teoría, corresponde a la Enciclopedia Británica, que asigna el génisis de la palabra doping a la neerlandesa “doop”, traduciéndose como “mezcla o mixtura” (Rodríguez – Bueno, 1991 y Lagardera – Otero, 1999).

    Una cuarta teoría, alude la asignación de la expresión “doping” a una “misteriosa preparación empleada en la suela de los zapatos con el fin de facilitar su desplazamiento sobre la nieve”. (Rodríguez – Bueno, 1991)

    La teoría más actual, trata de vincular el término “doping” con la DOPA (3,4-dihidroxifenilalamina), que es un aminoácido monoaminocarboxílico, resultado de la oxidación de la tirosina en reacción enzimática por la tirosinasa (Rodríguez – Bueno, 1991).

2.3.     Definición de dopaje

    A mediados del siglo XX, se procedió en buscar una definición de dopaje lo más reconocida posible por todos los estamentos implicados pero que aún no ha acabado de cerrarse.

    De este modo, empezaron a celebrarse reuniones y congresos de carácter científico que existían en relación a la Medicina del Deporte, cuyo objetivo fue proponer una definición que pudiera ser aceptaba prácticamente por toda la comunidad implicada, dando lugar a que todos los organismos relacionados con el deporte elaboraran diversas definiciones que mantuvieran su validez de modo circunstancial.

2.3.1. Propuestas de definición del dopaje

    Una de las primeras propuestas que surgió fue en las Jornadas Médicas de Información en 1949 por el fisiólogo francés y presidente por aquel entonces de la Federación Internacional de Medicina Deportiva (FIMS) Paul André Chailley – Bert, entendiéndose el dopaje como “todo uso de sustancias o de prácticas estimulantes que exageran momentáneamente el rendimiento de un individuo” (Chailley – Bert, P.A., 1949; citado por Rodríguez – Bueno, 199 y Ramos – Gordillo, 2000).

    En el siguiente Congreso de Medicina Deportiva, celebrado en Italia en 1959 el profesor Giuseppe De La Cava expuso como definición “la toma de cualquier sustancia química que no forme parte de un tratamiento continuo y que es absorbida antes o después de la competición, con el fin de aumentar artificialmente el rendimiento específico” (De La Cava, 1961, citado por Rodríguez – Bueno, 199 y Ramos – Gordillo, 2000).

    Cuatro más tarde, e 1963 se celebró en Uriage – les – Bains, Francia, el Primer Coloquio Europeo de Medicina Deportiva, en el que se propuso la siguiente definición de dopaje: “Se considera dopaje la utilización de sustancias y de medios que, destinados a incrementar artificialmente el rendimiento ante una competición, pudieran perjudicar la integridad física y psíquica del deportista” (Consejo de Europa, 1963; citado por Rodríguez – Bueno, 1991 y Ramos – Gordillo, 2000).

    En Francia y en relación a la Ley 65.412, del 1 de Junio de 1965, que se corresponde justo con la publicación de la Ley Francesa contra el Dopaje, tras la publicación de la Ley Belga, se define el dopaje del siguiente modo, “es considerado como doping el hecho de administrar a sabiendas antes o en el curso de una competición deportiva sustancias destinadas a aumentar artificialmente y pasajeramente las posibilidades físicas de un deportista y susceptibles de perjudicar su salud” (Ley 65.412, del 1 de Junio de 1965 de Francia, citado por Ramos – Gordillo, 2000)

    En el mismo año, 1965, la Liga de Ciclistas Belgas, publicó un comunicado acerca del problema del dopaje, definiéndolo como “el empleo de sustancias o de cualquier otro medio destinado a aumentar artificialmente el rendimiento físico durante una competencia, en perjuicio de la ética deportiva y de la integridad física o psíquica del corredor”. (Dirix, 1967; citado por Ramos – Gordillo, 2000)

    En 1968, durante la celebración del Primer Congreso Internacional del Derecho del Deporte coincidiendo con las sesiones de Medicina Deportiva, fue Miguel Antonio Rivera Cortés quien propuso una definición desde una perspectiva jurídica, afirmando que “existe dopaje cuando un individuo normal ingiere por sí mismo o por inducción de otra persona, algún producto o sustancia química que altere, modifique o restrinja directamente, o por sus efectos secundarios, la calidad de la participación de ese individuo en una competición deportiva, independientemente de la vía por la que tal sustancia o producto se le haya administrado, así como también la cantidad, contenido o preparación del producto, sin que se puede aducir como excluyente por lesión o enfermedad ya que bajo tales circunstancias, debe excluírsele de toda competencia deportiva” (Rivera – Cortés, 1969; citado por Rodríguez – Bueno, 1991 y Ramos – Gordillo, 2000).

    Uno después, el Dr. René Guillet propuso que se considerase como dopaje, “aquellas sustancias que apareciesen en una lista oficial de agentes dopantes, cualquiera que sean las razones médicas o no, voluntarias o involuntarias, de su absorción y que hayan sido o no prescritas por un médico” (Guillet y Genéty, 1978, citado por Ramos – Gordillo, 2000).

    Entre todas las definiciones, destacar finalmente la del profesor R. San Marín Casamada, quien define al dopaje como “la utilización de toda clase de medios o agentes destinados a aumentar el rendimiento del atleta o deportista en la competición, pudiendo llegar o no, a causar perjuicios ya sean físicos, psíquicos o incluso a la ética deportiva”. (San Martín Casamda, 1974; citado por Ramos – Gordillo, 2000). Del mismo modo plantea una segunda definición, entendiéndose al dopaje como “todo medio químico o medicamento utilizado para aumentar de manera anormal y peligrosa las posibilidades físicas del organismo”.

2.3.2. Propuestas de definición de dopaje por Organismos Oficiales

    Dentro de las definiciones dadas por organismos internacionales, cabe destacar las realizadas por el COI y por el Consejo de Europa, a pesar de ello, el primero solo tiene competencia durante los Juegos Olímpicos (JJ.OO.) y el segundo no tiene carácter obligatorio.

    Esto provoca que las federaciones deportivas y los gobiernos establezcan sus propias normativas y leyes referentes al dopaje, aunque, estrechamente vinculadas con las definiciones del COI o del Consejo de Europa.

    La primera definición con carácter extensivo y reconocido de forma oficial durante 20 años, se elaboró en la primera reunión del grupo de estudio del Consejo de Europa en 1963, estableciéndose como dopaje:

    “La administración a una persona sana, o la utilización por ella misma y por cualquier medio, de una sustancia extraña al organismo o de unas sustancias fisiológicas utilizadas en cantidades o por vías anormales el único fin de aumentar artificialmente y de forma ilegal el rendimiento de esta persona al participar en una competición. También puede considerarse como práctica del dopaje determinados procedimientos psicológicos destinados a potenciar la forma física de un deportista” (Comité Europa, 1963, citado por Rodríguez – Bueno, 1991; y Lagardera – Otero, 1999 y Ramos – Gordillo, 2000).

    La Comisión Antidopaje, definió al dopaje como “todo procedimiento artificial de modificación del comportamiento en competición” (De Cant, 1973; citado por Rodríguez – Bueno, 1991 y Ramos – Gordillo, 2000).

    Otro organismo, fue el Consejo de Europa, a través de todos sus ministros de deporte de los países miembros, en donde se define dopaje en el deporte “consiste en emplear, infringiendo los reglamentos de las organizaciones deportivas competentes, sustancias o categorías que están prohibidas” (Carta Europea contra el Dopaje en el Deporte, 1984; citado por Rodríguez – Bueno, 1991 y Ramos – Gordillo, 2000).

    El Convenio contra el Dopaje del Consejo de Europa, elaboró una definición de dopaje aceptada por los diversos Estados miembros, de este modo “el dopaje en el deporte es la administración a los deportistas, o el uso por ellos mismos, de clases farmacológicas de agentes dopantes o de métodos de dopaje, prohibidos por las organizaciones deportivas internacionales competentes, y que como tales figuran en las listas aprobadas por el Grupo de Seguimiento del Convenio” (Consejo de Europa, 1989, citado por citado por Rodríguez – Bueno, 1991, Lo y Ramos – Gordillo, 2000).

    La Comisión Nacional Antidopaje, órgano dependiente del Consejo Superior de Deportes (CSD), define al dopaje como “consumo, por deportistas o animales deportivos de sustancias dopantes, o el uso de métodos de dopaje, con el fin de modificar artificialmente su rendimiento en una competición (CSD, 1992, citado por Lagardera – Otero, 1999 y Ramos – Gordillo, 2000).

3.     Origen y evolución del dopaje

    El dopaje aparece en el deporte justo en los albores del mismo (Rodríguez – Bueno, 1991; Lagardera – Otero, 1999 y Ramos – Gordillo, 2000), cuando el trabajo y la actividad físico – deportiva se unían en la caza como único ejercicio utilitario, siendo el hechicero de la tribu quien componía pócimas, filtros y brebajes cuyas sensaciones estimulantes y defatigantes facilitaban la captura de presas. (Rodríguez – Bueno, 1991)

    Estas preparaciones misteriosas, generalmente compuestas a base de plantas, se empleaban incluso a requerimiento imperioso de los propios luchadores, cuando en las luchas tribales se intentaba probar la supremacía de uno de los individuos o de la propia tribu (Rodríguez – Bueno, 1991).

    De acuerdo con Rodríguez – Bueno (1991), “las pinturas de guerra, tan utilizadas en las culturas primitivas, constituían la representación externa del empleo de sustancias con las que los guerreros trataban de incrementar su resistencia física y disminuir sus sensaciones de hambre, sed y fatiga.”

3.1.     Origen mitológico y legendario del dopaje

    En la mitología griega, la exaltación de la fuerza ocupa un lugar destacado (Rodríguez – Bueno, 1991), en donde un héroe, un semidiós destaca por su fuerza física, característica que generalmente se acompaña de valor y arrojo. Un ejemplo ilustrativo es Herakles o Hércules, descrito como “la personificación por excelencia de la fuerza física en una época en la que el vigor muscular era, en general, la cualidad más estimada y notable del hombre” (Rodríguez – Bueno, 1991), siendo muy populares los relatos legendarios de los doce trabajos.

    Por otro lado, en la mitología nórdica se describe cómo los “legendarios guerreros berserkers conseguían aumentar hasta doce veces su fuerza combativa utilizando el hongo Amanita muscaria”, según Rodríguez – Bueno (1991) que contiene el alcaloide cuaternario, muscarina. Este hongo provocaba cierta embriaguez delirante, con estimulación parasimpática, acompañados de alteraciones nerviosas, accesos de cólera y alucinaciones, cuyos efectos se prolongan durante un día, posteriormente sufrían una fuerte sensación de cansancio y debilidad (Rodríguez – Bueno, 1991).

3.2.     Origen del dopaje en la cultura china

    El interés por ciertas plantas cuyos efectos estimulantes, defatigantes y fortalecedores influyen en el rendimiento físico y cognitivo fue consustancial a la cultura china (Rodríguez – Bueno, 1991).

    Font Quer (citado por Rodríguez – Bueno, 1991) asegura que los conocimientos chinos acerca de las propiedades de las efedras se comentan a más de 5000 años. Estas efedras son arbustos pertenecientes al género ephedra, que contienen diversas efedrinas, siendo alcaloides con efectos estimuladores adrenérgicos.

    Una pintura del año 3000 a.C., muestra a un emperador masticando una ramita de la hierba “Ma Huang”, que significa droga amarilla, semejante a la efedra (Lagardera – Otero, 1999 y Rodríguez – Bueno, 1991). El cuadro es alegórico y significa que un emperador, que se debe por entero al Estado, debe mantenerse constantemente despierto y vigilante, sin cansarse ni rendirse nunca. El principio activo de la planta le proporcionará la fuerza necesaria para cumplir su cometido.

    En el año 2737 a.C., el emperador chino Shen Nung describió el efecto estimulante de varias plantas (Rodríguez – Bueno, 1991). Este hecho no resulta casual si se considera el conocido empleo que la milenaria medicina china hace de la raíz del ginseng.

3.3.     Origen del dopaje en las culturas precolombinas

    Existen numerosas referencias bibliográficas que describen el empleo de multitud de plantas de efecto estimulante en las civilizaciones de Mesoamérica y Sudamérica (Rodríguez – Bueno, 1991 y Montoya, 1995). Siguiendo con Montoya (1995), “en muchas regiones la coca se convirtió en el estimulante por excelencia”, aunque con el paso del tiempo se han empleado otras sustancias con similares efectos.

3.3.1. Empleo de la coca en el continente americano

    En la época precolombina los nativos de los Andes, especialmente de lo que hoy es Perú y Bolivia, ya poseían conocimientos del árbol de la coca (Rodríguez – Bueno, 1991). Las hojas de la planta, que los indígenas usaban aproximadamente un milenio, contienen varios alcaloides entre los que se encuentra la cocaína, que es el verdadero principio activo de la planta.

    Los indios del altiplano conocían desde tiempos inmemoriales sus propiedades, y concretamente sus efectos estimulantes, anorexígenos y defatigantes, imputables a la cocaína que se extrae de las hojas desecadas.

    El empleo de la coca llegó a desempeñar un importante papel en diversos tabúes y ritos religiosos (Montoya, 1995). Los incas le atribuyeron naturaleza divina, por tanto la usaban en ceremonias y sacrificios, rito que aún sigue vigente en algunos campesinos peruanos.

    Según Rodríguez – Bueno (1991), los indígenas, en un rito ancestral, consumían las hojas de coca masticándolas sistemáticamente con ayuda de ceniza alcalina obtenida tras calcinar las conchas de caracoles machacados. Como consecuencia de los efectos estimulantes y anorexígenas, esta práctica les producía impresión de bienestar y euforia facilitándoles el trabajo extenuante.

    Son varios cronistas españoles de la época, entre ellos Gutiérrez de Santa Clara (citado por Rodríguez – Bueno, 1991; Lagardera – Otero, 1999) quien narra los sorprendentes resultados obtenidos por los indios cuando habían mascado hojas de coca, realizando recorridos de cientos de kilómetros en muy pocos días, cuyos efectos solían permanecer durante tres cuartos de hora. De tal modo, que estos recorridos recibieron el nombre de “cocada”, es decir, la distancia que se realizaba entre masticada y masticada de coca.

    No obstante, “la cocainomanía llegó a ser un peligro” (Rodríguez – Bueno, 1991) debido a su popularización entre la población indígena que la coca se convirtió en moneda de trueque. De esto, se aprovecharon muchos aventureros europeos que explotaron a los indios en las minas de plata pagándoles su trabajo con coca en vez de con dinero.

    Motivo por el cual los intereses económicos aconsejaban suministrarla a los indios para que pudieran soportar cargas muy altas de trabajo sin tener que aumentar la ingesta alimentaria escasa que consumían.

3.3.2. Uso de otras plantas en el continente americano

    Además de la coca, en el continente americano se utilizaron otros productos estimulantes como:

  • La hierba que te hacía correr” (Rodríguez – Bueno, 1991) utilizada por los indígenas de los altiplanos de Ecuador para preparar infusiones estimulantes; correspondiéndose, quizás, con la hierba mate.

  • La mescalina o peyote utilizado por los tarahumaras, una tribu de aztecas del norte de México. Era empleado por las tropas auxiliares de Hernán Cortés para aliviar la fatiga y aplacar la sensación de hambre y sed en las escaladas y marchas. (Rodríguez – Bueno, 1991 y Lagardera – Otero, 1999)

  • El yagé, utilizado por los brujos indios de la cuenca superior del Amazonas debido a sus propiedades narcóticas. Lo que les producía una estimulación psíquica resultado de su ingestión, transmitiéndoles indirectamente sobre los guerreros de la tribu. (Rodríguez – Bueno, 1991)

  • La psilocibina extraída de un hongo, utilizada por los aztecas y mazatecas durante sus ritos religiosos y sagrados pro su poder alucinógeno. (Rodríguez – Bueno, 1991).

  • La cafeína, utilizada por los indios en Colombia por sus poderes estimulantes. (Rodríguez – Bueno, 1991)

  • Al mismo tiempo, se consumían otros productos como nenúfares, con fines narcóticos, el balché con fines alucinógenos, pero el brebaje preferido por mayas y olmecas era una sustancia fruto del triturado de sapos con efectos psicotrópicos. (Rodríguez – Bueno, 1991).

3.4.     Origen del dopaje en el continente africano

    En África también existen referencias de prácticas basadas en las mismas raíces que las del dopaje en el deporte, muchas de las cuales se han prolongado a través de generaciones llegando a nuestros días (Rodríguez – Bueno, 1991).

    En los países árabes africanos, crece un arbusto “catha adulis” de cuyas hojas se extrae la catina con efectos estimuladores adrenérgicos (Rodríguez – Bueno, 1991); utilizados por sus efectos centrales estimulantes por que se produce sobre el sueño, la fatiga y el hambre, constituyendo el “khat” en los países con tradición islámica.

    Otros pueblos africanos han usado la mandrágora, también llamada la hierba de los magos o uva del moro (Rodríguez – Bueno, 1991) que contiene una mezcla de principios alcaloídicos con efectos narcóticos, afrodisíacos y tóxicos.

    En África occidental, hay indicios del empleo desde la antigüedad de diversos tipos de cola, con efectos estimulantes y dinamóforos, motivo por el cual se utilizaba durante las marchas y carreras de competición.

3.5.     Origen del dopaje en la cultura grecorromana

    Tal y como se ha mencionado anteriormente, el dopaje aparece en el deporte justo en los albores del mismo (Rodríguez – Bueno, 1991; Lagardera – Otero, 1999 y Ramos – Gordillo, 2000), siendo necesario remontarse hasta los antiguos Juegos Griegos para reconocer su existencia allá por el año 776 a.C. (Ramos – Gordillo, 2000).

3.5.1. El dopaje en la Grecia Clásica

    Es necesario precisar que durante los primeros juegos griegos, “desde su inicio y a lo largo de los siglos VIII, VII e incluso VI a.C., lo que realmente existe es la toma de brebajes, pócimas o alimentos para mejorar la forma o aumentar el rendimiento, más que el dopaje propiamente dicho” (Durández, 1977; citado por Ramos – Gordillo, 2000).

    Las primeras referencias datan del s. VI a.C., Milón de Crotone (citado por Rodríguez – Bueno, 1991 y Ramos – Gordillo, 2000) narra cómo los atletas poseían estrategias proteicas mediante el consumo de grandes cantidades de carne en relación con la especialidad deportiva que practicaban para beneficiarse de sus características. De este modo, en la “cultura griega más primitiva la sangre ocupaba el lugar principal” (Ramos – Gordillo, 2000), de igual manera que la carne de cabra era comida por los saltadores, la de toro era comida por los lanzadores y los boxeadores, mientras que la carne grasa era comida por los luchadores de categorías de máximo peso (Rodríguez – Bueno, 1991; Lagardera – Otero, 1999 y Ramos – Gordillo, 2000).

    En el s. V a.C., Hipócrates señala que los corredores de fondo se aplicaban cataplasmas de hongos desecados y calientes o de equisetos presentando propiedades astringentes y hemostáticas (Dumas, 1973; citado por Ramos – Gordillo, 2000). Paralelamente, ingerían antes de la carrera diversos cocimientos de plantas con la pretensión de evitar la congestión del brazo y evitar su endurecimiento y dolor (Rodríguez – Bueno, 1991; Lagardera – Otero, 1999 y Ramos – Gordillo, 2000), “incluso llegaban a la extirpación del bazo cuando éste, inflamado y dolorido, representaba un obstáculo para la rapidez de carrera” (Rodríguez – Bueno, 1991).

    Más tarde, en el s. III a.C., Filóstrato Galo, confirmaban que la mayor preocupación de los corredores de la época era el endurecimiento del bazo y su disminución en el rendimiento (Rodríguez – Bueno, 1991 y Ramos – Gordillo, 2000). Así, estos autores griegos describen los diversos medios estimulantes empleados interior y exteriormente por los atletas para mejorar su rendimiento de la forma que sea (De Mondenard y Chevalier, 1981; citado por Ramos – Gordillo, 2000; y Rodríguez – Bueno, 1991).

    Plinio el Joven (siglo I d.C.) proporciona datos al relacionar como los corredores de fondo eran capaces de prevenir el endurecimiento, congestión y dolor del bazo ingiriendo cocimientos de plantas, destacando la cola de caballo (Equisetum Arvense L.) antes de la prueba cuya finalidad era contraer el bazo durante las carreras de larga duración (Rodríguez – Bueno, 1991 y Ramos – Gordillo, 2000)

    Finalmente, aunque no hay constancia de sanciones por dopaje, sí existe conocimiento de su control, realizándose por los sacerdotes en la entrada de los estadios tratando de detectar la ingesta de alcohol y drogas en los jóvenes para actuar en consecuencia (Rodríguez – Bueno, 1991).

3.5.2. Dopaje en la Antigua Roma

    El dopaje no sólo era conocido en la Grecia clásica, sino que era igualmente conocido en la Antigua Roma (Rodríguez – Bueno, 1991 y Ramos – Gordillo, 2000).

    El ideal de deporte conocido como “agón” se convirtió en un deporte “ludus”, donde el “dopaje era el signo externo de la lucha por la vida que, de hecho, representaba el deporte competición en estas culturas” (Rodríguez – Bueno, 1991). En palabras de Wadler y Hainline (1989, citado por Ramos – Gordillo, 2000) “sólo valía ganar, ser superior, en resumidas cuentas: ser el vencedor”.

    Este ideal de deporte se traducía en los deportistas romanos en la intención de mejorar, no sólo por medio del uso de las termas o de la gimnasia, sino también tomando drogas tonificantes, en ocasiones nocivas y, en otras, tratando de suministrarlas a sus rivales para reducir su rendimiento (Rodríguez – Bueno, 1991 y Ramos – Gordillo, 2000).

    De acuerdo con Rodríguez – Bueno (1991) y Ramos – Gordillo (2000), los romanos, en la época anterior a Jesucristo, drogaban a los caballos que competían en las carreras de cuadrigas con la finalidad de aumentar su velocidad y resistencia. Estos brebajes se componían principalmente de hidromiel fermentada, una solución acuosa de miel, aprovechando los efectos estimulantes del alcohol etílico que se producían al cabo de unos días. (Rodríguez – Bueno, 1991 y Ramos – Gordillo, 2000)

    “El objetivo final era obtener los efectos de las sustancias estimulantes, ya que esta mezcla de hidromiel, en último extremo provocaba esta situación de estimulación, y por tanto, era capaz de engendrar violencia, como efecto de la estimulación, siendo la misma en momentos tan exagerada que a la cuadriga del emperador Calígula se lo conocía como El Equipo Escarlata, debido al color rojo que la sangre derramada sobre los caballos como consecuencia de esa agresividad” (Ramos – Gordillo, 2000)

    En los combates de gladiadores, se tiene constancia como el emperador Cómodo realizaba prácticas dopantes sobre sus oponentes con el objeto de alzarse con la victoria. (Rodríguez – Bueno, 1991 y Ramos – Gordillo, 2000)

    Esta situación de consumo de drogas y sustancias alterantes comportamiento humano con fines de rendimiento se convirtió en algo absolutamente normal en el deporte romano (Ramos – Gordillo, 2000).

    No obstante, había autoridades encargadas del control del dopaje, como puede ser el Emperador Tiberio, castigando con el destierro los casos de dopaje descubiertos (Rodríguez – Bueno, 1991 y Ramos – Gordillo, 2000). Con el transcurrir del tiempo, el dopaje adquirió gran relevancia en el Imperio, hasta el punto que aquel que se demostrase que realizaba o practicaba hábitos dopantes sería castigado con la crucifixión (Rodríguez – Bueno, 1991 y Ramos – Gordillo, 2000).

4.     Dopaje en el deporte moderno

    En la historia del deporte y del dopaje se produce un espacio muerto con respecto a uso o conocimiento de la utilización de cualquier toma de sustancias para mejorar el rendimiento entre las culturas clásicas hasta la entrada de lo que se denominado el nacimiento del deporte moderno de competición y resurge la figura del vencedor (Rodríguez – Bueno, 1991, Lagardera – Otero, 1999 y Ramos – Gordillo, 2000)

    De acuerdo con Rodríguez – Bueno (1991) y Ramos – Gordillo (2000), la farmacología empieza a sustituir a los brebajes y pócimas de la era clásica por sustancias farmacológicas, entrando de lleno en el uso de las drogas de laboratorios o de síntesis “ya que el descubrimiento de las aminas estimulantes marca el comienzo del dopaje con productos farmacológicos, que originariamente es involuntario y decretado por autoridades militares” (Ramos – Gordillo, 2000)

    A partir de este momento, la posibilidad de conseguir cualquier tipo de drogas para este fin es bastante asequible, como consecuencia se origina no solo su uso sino su abuso (Gifford, 2010). Por ello, se inició un largo camino hacia todo lo que pueda significar la mejora del rendimiento por medio del uso de drogas (Escohotado, 1996; citado por Ramos – Gordillo, 2000)

    El primer caso dopaje conocido en el deporte moderno, se dio entre nadadores que atravesaban el canal de Ámsterdam, según Pini en 1865, cuya información fue transcrita por Prokop en 1970 (citado por Rodríguez – Bueno, 1991, Lagardera – Otero, 1999; Ramos – Gordillo, 2000 y Gifford, 2010).

    En la misma línea, y en 1879, ocurren sucesos similares en otras modalidades deportivas tales como el ciclismo, en las antiguas etapas de los “Seis Días” que se realizaban de modo individual, donde el descanso no existía y se utilizaban todos los recursos que estuvieran a su disposición para poder resistir este tipo de esfuerzo (Prokop, 1970 citado por Rodríguez – Bueno, 1991, Lagardera – Otero, 1999; Ramos – Gordillo, 2000 y Gifford, 2010).

    En estas carreras ciclistas, las sustancias preferidas dependían del país de origen, de este modo, los franceses utilizaban mezclas de productos con presencia en ellas de cafeína, los belgas empleaban terrones de azúcar empapados en éter, otros usaban alcohol, y si se precisaba más selectivo se administraba la trinitina (Rodríguez – Bueno, 1991), “todo era bueno, si el resultado era el deseado”.

    Tal y como se puede apreciar es finales del siglo XIX, cuando comienzan a escribirse los casos individuales de dopaje, llegando incluso a sucederse los primeros casos trágicos. Así, en 1879 estalla un caso de dopaje en atletismo y siete años después en ciclismo (1886), siendo el primer caso conocido de “Muerte por Dopaje”, durante la disputa de la clásica Burdeos – París de 600 kilómetros de recorrido, cuyas causas parecen residir en un cóctel de estupefacientes (Backett, 1988, citado por Rodríguez – Bueno, 1991; Ramos – Gordillo, 2000). Su director de equipo, el norteamericano Choppy Warbuton, y el resto del equipo británico fueron acusados y suspendidos por la Asociación Internacional de Ciclismo (Ramos – Gordillo, 2000)

    A principios del siglo XX, tiene origen lo denominado dopaje empírico, basado en el empleo de píldoras prescritas como tónicos en medicina, siendo la base de las mismas la estricnina, cafeína, ácido brómico y derivados incluso del arsénico (Rodríguez – Bueno, 1991 y Ramos – Gordillo, 2000).

    “Estos productos se tomaban en pequeñas dosis en formato de sales, licores de Fowler y Pearson” (Rodríguez – Bueno, 1991). No obstante, los ciclistas las utilizaban en dosis elevadas, los boxeadores se tomaban las pastillas de estricnina junto con bebidas alcohólicas y otros estimulantes como la cocaína, mientras que los futbolistas belgas efectuaban la misma práctica que los boxeadores añadiendo durante el descanso del partido una oxigenoterapia, es decir, la administración de oxigeno (Voy, 1991; citado por Ramos – Gordillo, 2000).

    Con la evolución de la farmacología y la medicina deportiva, se entra en una etapa denominada dopaje sintomatológico, caracterizado por la administración de de tónicos cardiacos que ralentizaban el corazón. De modo paralelo, se inicia el empleo de determinados medicamentos como la insulina, las anfetaminas, las extractos de tiroides, la trinitrina combinándolos con los tónicos cardiacos (Rodríguez – Bueno, 1991 y Ramos – Gordillo, 2000)

    A partir de 1960, se introdujo en el ámbito del deporte los esteroides anabolizantes, evolucionando este campo a lo denominado como dopaje hormonal, con fines de incrementar la fuerza. (Rodríguez – Bueno, 1991 y Ramos – Gordillo, 2000)

    Rápidamente, “esta práctica se generaliza en la mayoría de las modalidades deportivas, para afirmarse inmediatamente como el medicamento de base de numerosos deportistas” (Ramos – Gordillo, 2000).

    De acuerdo con Noret (1981; citado por Ramos – Gordillo, 2000) el dopaje etiológico consiste en ensamblar medios y medicamentos susceptibles de mejorar los factores limitantes del rendimientos muscular, haciendo imprescindible la colaboración en el trabajo entre profesionales de distintas áreas de distintas áreas como el médico y el nutricionista deportivos junto con el entrenador.

    De este modo, los principales medios etiológicos utilizados son terapias hormonales, las transfusiones y la estimulación muscular por electrodos (Ramos – Gordillo, 2000). A partir de la década de los 80, se introducen nuevas hormonas tales como las peptídicas o la cortisona ya que las mismas presentan un efecto dinamógeno o energético muy importante. (Rodríguez – Bueno, 1991 y Ramos – Gordillo, 2000)

4.1.     El dopaje en los Juegos Olímpicos modernos

    En 1986, tras 1500 años de olvido, Pierre de Fredy, barón de Coubertin, restauró los JJ.OO. (Rodríguez – Bueno, 1991). El dopaje no tardó en aparecer en estas competiciones.

    Así, fue justo en los JJ.OO. de Saint Louis, 1904, cuando existe la primera referencia de dopaje en estas competiciones. El atleta fue Thomas Hicks, un británico afincado en Estados Unidos (EEUU) en la prueba de maratón resultando ganador de la misma; su entrenador le inyectó en dos ocasiones 1 miligramo de sulfato de estricnina para recuperarlo de dos desfallecimientos unido a la administración de coñac, método que complementó las otras que realizó durante la carrera. (Rodríguez – Bueno, 1991 y Ramos – Gordillo, 2000)

    En palabras del propio Barón de Coubertin, “se truca una forma física cuando se dopa al atleta como a un caballo” (citado por Rodríguez – Bueno, 1991 y Ramos – Gordillo, 2000)

    Esta situación, condujo al COI a redactar las primeras normas sobre sustancias prohibidas en competición (Ayuso, 1995; citado por Ramos – Gordillo, 2000).

    En la cuarta edición de los JJ.OO. en Londres 1908, el atleta italiano Dorando Pietri, protagonizó un episodio de dopaje por estricnina, quien de modo anormal alternó las primeras posiciones con tres drásticos desfallecimientos, todo ello durante la realización de la prueba de maratón, que por primera vez se realizó sobre los 42,195 km, motivo por el cual fue descalificado. Del mismo modo, el canadiense Tom Longboat estuvo bajo rumores de dopaje tras su abandono en esta misma prueba. (Rodríguez – Bueno, 1991 y Ramos – Gordillo, 2000)

    Estos dos casos llevaron al barón de Coubertin a publicar la famosa frase de “lo importante no es ganar, sino participar” (citado por Ramos – Gordillo, 2000).

    Los expertos consideran que el dopaje en la era moderna se originó en los JJ.OO. de Los Ángeles, 1932, edición donde acudieron 1331 deportistas de 38 países. La literatura afirma que los nadadores del equipo japonés conocían y dominaban las prácticas de dopaje (Rodríguez – Bueno, 1991 y Ramos – Gordillo, 2000) Esto se afirmó al hallarse en los vestuarios de estos nadadores, absolutos dominadores de las pruebas de piscina, unas plantas en cuya composición química intervenía la TNT, correspondiente a la trinitrina o la nitroglicerina (Loras, 1949; citado por Ramos – Gordillo, 2000).

    En los siguientes JJ.OO., Berlín en 1936, se conoce que se continúan con las técnicas de mejora de rendimiento del equipo de natación japonés al ser conocedores y utilizadores del uso de la oxigenoterapia (Ramos – Gordillo, 2000).

    Por otro lado, el alemán, Harbig consiguió el triunfo en la prueba de 400 metros por el empleo de anfetaminas durante la misma (Fucs, 1977; citado por Rodríguez – Bueno, 1991 y Ramos – Gordillo, 2000)

    Esto motivó a que el COI en las sesiones de 1937 y de 1938, condenara las prácticas y métodos de dopaje, aunque sin tener previsto una planificación, ni seguimiento ni control sistemático que pudieron detectar las mismas prácticas dopantes. (Ramos – Gordillo, 2000)

    Después de la II Guerra Mundial, los JJ.OO. se reanudaron en Londres (1946) en donde el maratoniano belga, Etienne Gailly entra primero en el estadio de Wembley con una técnica de carrera muy alterada y aturdido por la fatiga, cuando fue sobrepasado en los últimos 300 metros por el argentino Delfo Cabrera y el británico Thomas Richards. El atleta belga intenta justificarse afirmando que su estado era consecuencia de la ingesta de unos reconstituyentes que habían alterado a su sistema nervioso; sin embargo, los médicos no conocieron el dicho reconstituyente y fue acusado de dopaje. (Noret, 1981, citado por Ramos – Gordillo, 2000)

    En 1960, durante los JJ.OO. de Roma, aconteció la muerte del ciclista danés Kurt Enemar Knud Jensen, durante el primer día de competición en un recorrido de 100 km de la contrarreloj por equipos, tras haber pasado media carrera sintiéndose de pronto indispuesto y ser trasladado a un hospital donde, posteriormente, falleció consecuencia de un colapso irreversible (Rodríguez – Bueno, 1991 y Ramos – Gordillo, 2000)

    La necropsia, reveló que la muerte de este ciclista fue consecuencia de la excesiva dosis de anfetaminas y vasodilatadores, las cuales fueron suministradas por el entrenador de equipo ciclista danés, lo que produjo que varios de sus compañeros de selección fuesen hospitalizados aunque sin riesgo para su vida (Voy, 1988; citado por Rodríguez – Bueno, 1991 y Ramos – Gordillo, 2000)

    Esta muerte fue la señal precursora que colocó a las responsabilidades deportivas en la imperiosa necesidad de establecer unos controles de dopaje, puesto que sería el único modo de detener la cantidad de prácticas abusivas contra la integridad del deportista que estaban sucediendo con el objetivo de obtener una medalla (Rodríguez – Bueno, 1991 y Ramos – Gordillo, 2000)

    Por ello, el COI en 1961 crea la Comisión Médica precursora de la Comisión Actual Antidopaje (De Mensaje Olímpico, 1994; citado por Ramos – Gordillo, 2000).

    En los JJ.OO. de Tokio (1964), se realizó una inversión muy significativa unos 1.800.000 millones de dólares ($) para la ejecución de controles antidopajes. De este modo, se modo extraoficial la UCI realiza controles antidopaje, los cuales fueron boicoteados por los deportistas. A pesar de ello, los doctores P. Dumas, A. Dirix y del doctor Shirai tomaron muestras a unos 100 ciclistas, de los cuales 13 mostraban trazas de inyecciones intramusculares e intravenosas recientes, e incluso se habló de la existencia de un caso de presencia de anfetaminas, pero el vació legal en el campo del dopaje propició que estos casos de dopaje no fuesen castigados (Dirix, 1965; Puffer, 1986; citado por Ramos – Gordillo, 2000)

    En 1968, tienen lugar los JJ.OO. de Invierno, celebrados en Grenoble, donde realmente se instaura de forma oficial los controles antidopaje y de sexo, Ramos – Gordillo, 2000. De hecho, se realizan 86 controles no apareciendo ningún caso de dopaje.

    Ese mismo año, en los JJ.OO. de Verano, México 1968, fue el inicio de la realización de los controles antidopaje en los Juegos de Verano, prohibiéndose el uso de estimulantes, al ser incluidos en la primera lista de sustancias prohibidas, que había sido aprobada en la LXVI Sesión del COI (1967). A pesar de esto, el primer positivo por dopaje corrió a cargo del pentatleta Hans Gunnar Liljenwall, del equipo sueco, por unas tasas de alcohol de 0,81 g/L. de alcohol, retirándosele por ello la medalla de bronce conseguido (COI, 1996; citado por Ramos – Gordillo, 2000)

    Cuatro años más tarde, en los JJ.OO. de Múnich, donde participaron 7000 deportistas de 122 países. Destacar la realización de 2079 controles antidopaje detectándose sólo 7 casos de dopaje (Silvester, 1973; citado por Ramos – Gordillo, 2000). De modo paralelo, resaltar que durante la realización de los propios Juegos se editó un manual de dopaje.

    Entre los casos positivos destacar al nadador estadounidense, Rick Demont de 16 años, el cual fue el ganador de la final de 400 metros libres con un espectacular sprint, no obstante, en el posterior control antidopaje dio positivo por efedrina, motivo por el cual el COI consideró oportuno la retirada de la medalla de oro y la prohibición en la participación en la prueba de 1500m, a pesar de que dicha sustancia era tomada por prescripción médica pero no estaba informada a la Comisión Médica del COI ( Sidney & Lefcoe, 1977; citado por Ramos – Gordillo, 2000).

    En segundo caso importante, esta vez para el deporte español, fue el positivo de Jaime Huélamo por coramina, sustancia que estaba incluida en la lista de sustancias prohibidas del COI pero en la de la UCI, por lo que tuvo que devolver su medalla de bronce de fondo en carretera. Otro ciclista neerlandés, Ard Van der Hoeck, integrante del equipo de los 1000 km contrarreloj también dio positivo por la misma sustancia, coramina, y fue descalificado. (García, 1996; citado por Ramos – Gordillo, 2000).

    Del conjunto de positivos, la sustancia más detectada fue la efedrina con un total de 4 sobre 7, 2 en coramina y 1 caso por anfetaminas (Gracía - Marco, L., Rey- López, J.P. y Casajús Mallén, J.A., 2009)

    Durante el ciclo olímpico, Munich’72 y Monreal’76 se pone de moda como método de dopaje, las transfusiones sanguíneas, más exactamente las autotransfusiones (Ramos – Gordillo, 2000). Así, la sospecha recae sobre el finlandés Lasse Viren, ganador de las pruebas de 5000 y 10000 metros lisos en los JJ.OO. de Munich y Montreal a través del artículo de Eric Lahmy publicado en el periódico L’Equipe Magazine (Lahmy, 1980, citado por Ramos – Gordillo, 2000).

    Esto propicia que la Federación Española de Atletismo incluyese los controles antidopaje en 1975. (Rodríguez – Bueno, 1991).

    En los JJ.OO. de Montreal, 1976, se disparan el número de casos positivos detectados, donde la mayoría corresponden a la halterofilia 8 casos de 11 encontrados en 2061controles antidopaje (Gracía - Marco, L., Rey- López, J.P. y Casajús Mallén, J.A., 2009)

    En estos Juegos, aparecen por primera vez listas oficiales de drogas no prohibidas, añadiéndose también a la lista sustancias prohibidas antes de la misma, los esteroides anabolizantes (Ramos – Gordillo, 2000).

    De esta forma, ocho casos de dopaje corresponden a anabolizantes, siete practicantes de halterofilia y uno de atletismo. Otra sustancia detectada fue la fencamfamina en halterofilia, la anfetamina en tiro y la fenilpropanolamina en vela. (Ramos – Gordillo, 2000).

    Durante la celebración de los JJ.OO. de Moscú (1980), se realizaron 2200 controles, entre los cuales no aparece ningún positivo (Ramos – Gordillo, 2000 y Gracía - Marco, L., Rey- López, J.P., Casajús Mallén, J.A., 2009) Esta situación llevó al príncipe Alexandre de Merode a declarar en todos los periódicos el 4 de agosto de 1980: “Los JJ.OO. de Moscú figurarán entre los más limpios de la historia del olimpismo por lo que hace al uso de estimulantes” (citado por Ramos – Gordillo, 2000).

    No obstante, se piensa que la no-obtención de ningún positivo por dopaje, radicó en el empleo de determinadas sustancias hormonales tales como la testosterona o la cortisona y sus derivados que en ese momento era imposible de ser controladas y, por tanto, detectadas porque no existían aún medios adecuados (Noret, 1988; citado por Ramos – Gordillo, 2000).

    De acuerdo con el doctor Manfred Donicke, responsable de la realización de los controles antidopaje en estos Juegos, manifestó “El 25% de las medallas olímpicas han utilizado testosterona” (citado por Ramos – Gordillo, 2000). Consecuencia de en los 546 estudios realizados sobre testosterona en orina, 91 deportistas masculinos y 43 femeninos habrían tenido que ser sancionados si en esos JJ.OO. de Moscú se hubiese incluido la testosterona como sustancia prohibida.

    En los siguientes Juegos Olímpicos, Los Ángeles 1984, participaron 7055 deportistas de 140 nacionalidades diferentes. En lo referente al tema de que nos abarca, el dopaje, se encontraron un gran número de de contrales antidopaje positivos, disminuyendo el número respecto a los JJ.OO. anteriores, aunque en primer lugar se encuentran los deportistas de halterofilia, aunque aumentan significativamente los casos de dopaje en el atletismo.

    En estos JJ.OO., se acordó que la lista de sustancias prohibidas fuese única para todos los deportes, estando formada por los estimulantes psicomotrices, aminas simpaticomiméticas, diversos estimulantes actuantes sobre el Sistema Nervioso Central, analgésicos narcóticos y esteroides anabolizantes (Catlin, 1987; citado por Ramos – Gordillo, 2000). Asimismo, se aprobó que los caballos también pasasen los controles antidopaje en el mismo laboratorio que los deportistas, propugnándose la cromatografía de gases en combinación con la espectrometría de masas como el método básico más fiable en laboratorios de control de dopaje (Ramos – Gordillo, 2000).

    De acuerdo con De Rose y Chernilo (1985, citado por Ramos – Gordillo, 2000), se realizan por primera vez análisis cuantitativos de las sustancias, ya que hasta ese momento (1984) se realizaban análisis cualitativos de los productos prohibidos. Este incremento del material nuevo de laboratorio se debió para poder investigar el dopaje con hormonas tales como la testosterona. (Gracía - Marco, L., Rey- López, J.P., Casajús Mallén, J.A., 2009)

    Al mismo tiempo, se decidió realizar un sondeo sobre el empleo de la ACTH entre los deportistas seleccionados para el control del dopaje, sin que hubiese sanciones por la aparición de un posible caso de positivo (Gracía - Marco, L., Rey- López, J.P., Casajús Mallén, J.A., 2009).

    Por modalidades deportivas se corresponden: 5 de halterofilia, 4 de atletismo, 2 de voleibol y 1 de lucha.

    Entre los casos de dopaje más trascendentales, se encontraron el caso del atleta Marti Vaino plata en los 10000 metros y el luchador de grecorromana, el sueco Thomas Johansson, plata en su prueba, ambos por la hormona anabolizante metenolona.

    En la siguiente tabla se presentan los casos de dopaje de los JJ.OO.’84:

    En los Juegos Olímpicos de Seúl (1988), participaron 160 países representados a través de más de 9500 deportistas, donde la característica más importante es la apertura al profesionalismo (Ramos – Gordillo, 2000).

    En estos Juegos se amplió la lista de sustancias prohibidas, añadiéndose los betabloqueantes, los diuréticos, el dopaje sanguíneo y las manipulaciones farmacológicas, químicas o físicas.

    Se detectaron 10 casos de dopaje, de acuerdo a la modalidad deportiva, 5 casos corresponden a la halterofilia, siendo el deporte con más positivos detectados; 3 al pentatlón, 1 corresponde al judo y otro caso al atletismo.

    El caso de dopaje más famoso en estos JJ.OO., fue el positivo del atleta canadiense Ben Johnson, el hombre más rápido de la tierra en ese momento, cuyo objetivo en esta competición era batir su propia plusmarca mundial de 100m (9,70 segundos) y ser coronado como el rey de la velocidad en la prueba de los 100 metros lisos.

    El positivo detectado se debió a un esteroide anabolizante, exactamente el estanozolol. Esto fue suficiente para desposeerlo de la medalla de oro y del récord mundial alcanzado, siendo su médico personal, el Dr. Astaphan, quien se hizo cargo del tratamiento con los esteroides inyectados entre 1984 y 1986, tres veces por semana (Rodríguez – Bueno, 1991 y Ramos – Gordillo, 2000).

    A partir de este momento, la lucha contra el dopaje alcanza un momento importante en su desarrollo, por un lado, en 1990 la lista de sustancias prohibidas se añaden las hormonas peptídicas y sustancias análogas, entre ellas la hormona del crecimiento, la eritropoyetina, los corticosteroides. Por otro lado, en 1991, cuando la subcomisión antidopaje refuerza la labor de la comisión médica, para evitar el fraude en los periodos de entrenamiento del deportista (Ramos Gordillo, 2000).

    En los Juegos Olímpicos de Barcelona (1992) participaron más de 9000 deportistas vistiendo los colores de 170 países. De todos los controles antidopaje realizados sólo se detectaron 5 casos de positivos, en donde el atletismo con 4 positivos fue el más castigado y el restante corresponde al voleibol.

    Un paso más en la lucha antidopaje se da en 1994, donde los representantes del COI, las Federaciones Olímpicas Internacionales, los Comités Olímpicos Nacionales (CON) y las asociaciones continentales de los CON y de los deportistas, decidieron aunar sus fuerzas en la lucha contra el dopaje. De esta forma, el COI publica y actualiza regularmente una lista de sustancias y métodos prohibidos. (Gordillo – Ramos, 2000)

    Esto se ve reflejado en los JJ.OO. de invierno de 1994 en Lillehamer, donde se efectuaron análisis de sangre realizados bajo la responsabilidad exclusiva de la Federación Internacional de Esquí Nórdico (COI, 1996, citado por Gordillo – Ramos, 2000)

    En los Juegos Olímpicos de Atlanta (1996) se emplea un nuevo material de mayor sofisticación a nivel de laboratorio de control del dopaje, siendo capaz de ampliar en el tiempo la detección de sustancias dopantes con el estreno de los nuevos espectómetros de alta resolución. (Gordillo – Ramos, 2000)

    Se detectan un total de 11 positivos, originándose situaciones atípicas que hacen que se consideren positivos pero que se castiguen sólo a dos. Así se encuentra el caso de la cubana Estela Rodríguez Villanueva, plata en judo en la categoría de más de 71 kilos, aunque al final no se le dio cauce al positivo, siendo únicamente amonestada por la Comisión Médica del COI, tras haber oído a todas las partes implicadas no se consideró el caso como dopaje, como consecuencia de la detección de la sustancia prohibida, furosemida, era un compuesto de un diurético (El País, 1996; citado por Gordillo – Ramos, 2000)

    De modo similar, le ocurre al nadador ruso Andrei Korneev, medallista de bronce en los 200 metros braza, a su compatriota Zafar Guleiev medallista de bronce en lucha grecorromana de 48 kg y a la ciclista lituana Rita Razmaite quien acabó decimotercera en velocidad sobre pista (Correli y Gains, 1996, citado por Gordillo – Ramos, 2000). A todos se les detectó la sustancia prohibida bromantán, que es un estimulante.

    Los dos rusos, fueron obligados a devolver sus medallas de bronce por la sustancia detectada, pero su recurso al Tribunal de Arbitraje Deportivo decidió levantar la sanción a ambos y aplicarle el beneficio de la duda. (El País, 1996; citado por Gordillo – Ramos, 2000).

    Otros tres deportistas rusos dieron positivos en la realización del control antidopaje. Dos de los cuales se les detectó bromantán, a la nadadora Nina Zhivanevskaja y a la atleta Marina Tradenkova; mientras que la atleta Natalia Shekodanowa dio positivo por estanozolol. Los responsables del equipo nacional ruso aseguran que el bromatán no está incluido en la lista de sustancias prohibidas y que no posee efectos dopantes (Skolnick, 1996; citado por Gordillo – Ramos, 200)

    Los otros casos de dopaje, son la atleta búlgara Iva Pradcheva por metandienona y la atleta irlandesa María McMahons por robitosín (Gordillo – Ramos, 2000).

    Un hecho relevante fue el equipo de trabajo de lituanos integrado por Rita Razmaite, Boris Vassiliev y Vitali Shioussarenko, que son acusados y penalizador por distribución de sustancias prohibidas (Correlli y Gains, 1996; citado por Gordillo – Ramos, 2000).

    En los siguientes Juegos Olímpicos, Sidney 2000, participaron 10.651 deportistas representando a 199 países diferentes. En esta ocasión se realizaron 2359 controles, de los cuales dieron positivo 11 casos.

    Fue en Sidney 2000, donde por primera vez se realizaron controles de de sangre a los deportistas, a raíz de una decisión tomado en Agosto del 2000 por el COI. El objetivo era analizar la sangre y orina para detectar la eritropoyetina recombinante humana (EPO) que según los expertos puede mejorar el rendimiento de los deportistas entre un 10% y un 15%

    Estos controles sanguíneos se introdujeron en los JJ.OO. de Sidney, porque hasta ese año no existía un test fácil y fiable para diferenciar entre la EPO producida naturalmente en el cuerpo y la EPO sintética (rHuEPO). Investigadores franceses del Laboratorio Nacional Antidoping presentaron un test de orina que permitía diferenciarlas. Al mismo tiempo, investigadores del Instituto Australiano del deporte encontraron un test sanguíneo que identificaba marcadores de un reciente uso de rHuEPO. De este modo, el COI se aseguró que estas dos medidas convencerían a los tribunales ya que la mayoría de los deportistas que dan positivo emprenden acciones legales.

    Sin embargo, se ha señalado el hecho de que sólo se realizasen 400 controles antidopaje para EPO. En el mejor de los casos sólo a 1 de cada 20 deportistas, se le realizaron análisis de EPO, que es sólo una de las drogas ilegales usadas en el deporte.

    En palabras de Birchard (2000) “los australianos apostaron por unos Juegos Olímpicos limpios. Pero no hay garantías: La idea de tener unos juegos enteramente limpios es una utopía fantástica”.

    A continuación se presentan, los 11 casos de positivos detectados en los JJ.OO. de Sidney 2000:

    En los siguientes Juegos Olímpicos, Grecia 2004, participaron 11099 deportistas de 201 países, en donde se realizaron 3667 controles antidopaje, detectándose 26 casos de positivos (Gracia - Marco L, Rey - López, J.P.; Casajús - Malléna, J.A., 2009).

    De entre los 26 casos detectados, 20 positivos corresponden a anabólicos, 3 casos por estimulantes, dos positivos por diuréticos y un positivo por beta - 2 - agonista.

    Los casos de dopaje más importantes y trascendentales tanto a nivel del medallero como de repercusión social y deportiva se citan a continuación:

  • El halterófilo griego Leonidas Sampanis fue el primero en perder su medalla de bronce en la competición de 62 kg, que fue a parar al cuarto clasificado el venezolano Israel José Rubio.

  • La atleta rusa Irina Korzhanenko perdió su medalla de oro en lanzamiento de peso, con la cubana Yumileidi Cumbá Jay como nueva campeona olímpica, la alemana Nadine Kleinertrecibiendo la plata y la rusa Svetlana Krivelyova el bronce.

  • Al húngaro Róbert Fazekas le fue retirada su medalla de oro en lanzamiento de disco, dándole el oro a Virgilijus Alekna de Lituania, la plata a Zoltan Kovago de Hungría y el bronce a Aleksander Tammert de Estonia.

  • Adrian Annus, también de Hungría, fue desposeído de su medalla de oro en lanzamiento de martillo, dando el título olímpico a Koji Murofushi de Japón, la plata a Iván Tsikhan de Bielorrusia y el bronce a Esref Apak de Turquía.

  • La ciclista colombiana María Luisa Calle fue descalificada por dopaje y su medalla de bronce en puntuación fue entregada a la estadounidense Erin Mirabella, pero en octubre de2005 esta decisión fue revertida y recuperó su medalla.

  • El jinete irlandés Cian O'Connor perdió su medalla de oro en salto individual debido al dopaje de su caballo, Waterford Crystal, pasando el título a Rodrigo Pessoa de Brasil, la plata a Chris Kappler de Estados Unidos y el bronce a Marco Kutscher de Alemania. (El País, 20 de octubre de 2008)

    En los últimos Juegos Olímpicos celebrados hasta la fecha, Pekín 2008, acudieron 11.128 deportistas de 204 países diferentes, realizándose 4770 controles antidopaje detectándose únicamente 9 casos de dopaje (Gracia - Marco L, Rey - López, J.P.; Casajús - Malléna, J.A., 2009).

    A continuación se muestran todos los casos de dopaje detectados en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008:

5.     Causas de la existencia del dopaje

    La aparición y extensión del dopaje se debe en gran parte a factores externos a la misma esencia del deporte, como abuso de fármacos que se da en la actualidad y la presión que ejerce la sociedad sobre el deportista, al que se exige una superación continua de su rendimiento deportivo. (Rodríguez – Bueno, 1992).

5.1.     El dopaje como fenómeno del abuso de fármacos en la sociedad

    No se puede separar el dopaje en el deporte del problema que hoy día representa el abuso de medicamentos en la sociedad. Sobre él se ha dado la voz de alarma, y autoridades y organizaciones sanitarias mundiales han expresado su profunda inquietud ante el enorme incremento del uso de toda suerte de productor farmacéuticos (Rodríguez – Bueno, 1992). Por tanto, es inevitable que el deporte, como actividad que se integra en nuestra sociedad, no escape a este problema y quede inmerso en la actual cultura del medicamento.

    Esto desemboca en que el medicamento no sólo se utiliza para combatir la enfermedad, sino también como ayuda en estados fisiológicos límites. Así, se recurre de modo habitual al fármaco para eliminar sensaciones de cansancio o de dolor, para permanecer en vigilia o, al contrario, para conciliar el sueño, para contrarrestar la ansiedad o para disminuir el apetito.

    Los enormes avances científicos en el campo de la salud han permitido eliminar sufrimientos innecesarios, limitar los riesgos, prevenir enfermedades, prolongar los años de vida y aumentar la calidad de vida (Rodríguez – Bueno, 1992). Tal vez, por ello está tan difundido el erróneo convencimiento de que cualquier dificultad física o psíquica puede resolverse con la ayuda de la farmacología, motivo por el cual no es extraño que el deporte recurra a ella buscando soluciones a unos problemas muy concretos (Rodríguez – Bueno, 1992).

    De hecho, el deportista, recurre al fármaco para mejorar sus marcas, obtener mayores rendimientos, conseguir efectos estimulantes o sedantes, aumentar o disminuir su peso, incrementar su fuerza y su masa muscular, aumentar su capacidad cardíaca y su concentración mental, luchar contra la tensión nerviosa y la fatiga psicofísica (Rodríguez – Bueno, 1992).

    En definitiva, el deportista utiliza el dopaje para obtener el triunfo o para conseguirlo con menor esfuerzo.

5.2.     El dopaje como fenómeno a determinadas presiones ejercidas sobre el deportista

    El deporte ocupa un lugar destacado en nuestras modernas sociedades, como resultado de varias razones; por un lado, la generalización y aumento del tiempo libre de los ciudadanos, alcanzado a través de las reivindicaciones laborales, han permitido un desarrollo paralelo de las actividades destinadas a llenar ese ocio, entre las que figura el deporte. Por otro lado, ha contribuido a la promoción del deporte la aceptación general de la máxima “mens sana in corpore sano”. (Rodríguez – Bueno, 1992).

    No obstante, el deporte ha sido rebasado en varios aspectos (Rodríguez – Bueno, 1992), así por ejemplo, en los últimos años se ha denunciado reiteradamente que, ante la creciente demando de espectáculos deportivos, los patrocinadores y los organizadores que esperan beneficios económicos, aprovechan los requerimientos de los potenciales espectadores y presionan al deportista a quien se le exige entrenarse más y más intensamente.

    Es decir, se le insta a competir cada vez con mayor frecuencia, sin apenas días de descanso, en competiciones que a veces son demasiado largas o se desarrollan en cambiantes o desfavorables condiciones atmosféricas.

    De modo paralelo, el deportista, ante la expectativa de posibles beneficios, siente la apremiante necesidad de superarse en cada competición y de vencer en las pruebas, y como lograrlo mediante el empleo de medios naturales es muy difícil, recurre al dopaje para que resulte más fácil (Rodríguez – Bueno, 1992).

    Por otra parte, sobre el deportista de alto rendimiento se ejerce cada vez mayor presión de diferente índole, política, económica o social y de diferente magnitud en función del país al que pertenecen o el deporte que practican. (Rodríguez – Bueno, 1992). Es más, muchas promesas deportivas, como consecuencia del alto grado de especialización de su deporte, están convencidos que sólo tendrán la oportunidad de representar a su país si, junto con otros medios permitido, utilizan también algún modo de doparse.

    Por último, existen deportistas no profesionales, que se dejan seducir por las promesas de determinados productos pueden ayudarle a practicar un deporte y obtener resultados deportivos que buscan afanosamente por motivos de prestigio personal o social (Rodríguez – Bueno, 1992).

6.     Motivos de represión del dopaje

    Cada uno de nosotros aspira a destacar entre los demás en la ocupación que desempeña, de este modo, el ejemplo más característico de actividad en la que continua e inevitablemente se compara a cada deportista con sus restantes compañeros, y se le exige además una constante superación para llegar a ser el mejor, sobrepasando al que hasta ese momento lo haya sido e incluso aquel que mañana lo será (Rodríguez – Bueno, 1992).

    Estas aspiraciones y exigencias que en teoría son legitimas, dejan de serlo cuando se quiere cumplir por medios peligrosos, violentos y ajenos a la ética, medios entre los cuales se encuentra el dopaje, por este motivo su práctica está prohibida. (Rodríguez – Bueno, 1992).

    Hay muchos deportistas de alto nivel que están en contra del dopaje y consideran las competiciones como pruebas en las que todos los participantes deberían beneficiarse de las mismas oportunidades. (Rodríguez – Bueno, 1992).

    De este modo, tras los JJ.OO. de Seúl’88, un conjunto de catorce deportistas tales como la portuguesa Rosa Mota, el ucranio Sergey Bubka o el estadounidense Edwin Moses afirmaron en una declaración (Rodríguez – Bueno, 1992) “Cuando cualquier persona colabore o incite a un atleta a utilizar sustancias dopantes, se le debe considerar también responsable del hecho, y se le ha de someter a las correspondientes sanciones disciplinarias. Nosotros estamos dispuestos a colaborar, en el futuro, en campañas contra el dopaje, con el fin de contribuir a suprimir totalmente el uso de sustancias prohibidas en nuestro deporte”.

    Actualmente, y tras la Operación Galgo, el mayor caso de dopaje en el deporte español vinculado con el atletismo, un conjunto de atletas de la importancia de Jesús España, Chema Martínez y Jesús Ángel García Bragado, (MARCA, 29/03/11) “tolerancia 0 con los tramposos”.

    En conclusión, el deportista quiere y desea un deporte limpio y sano, en consonancia con sus ideales y con su dignidad (Rodríguez – Bueno, 1992). De esta forma, el deportista que no se dopa, entrena con constancia y con la ilusión de alcanzar un alto rendimiento, el que se ayuda con programas de descanso y nutrición adecuados, exigiendo la existencia del control del dopaje (Rodríguez – Bueno, 1992).

6.1.     Motivos de índole ética

    De acuerdo con los atletas españoles España, J., Martínez, Ch. y García – Bragado, J.A. en sus declaraciones en el periódico Marca (2011), “el dopaje es una pieza que no encaja en la estructura del deporte, siendo su práctica contraria a la ética y a la lealtad deportiva, destruyendo consigo los beneficios que tradicionalmente se han buscado en el deporte.”

    Si uno de las finalidades del deporte es el desarrollo integral del deportista en la libertad y en la dignidad, cuando aparece en escena el dopaje se anula este propósito, porque se práctica envilece al deportista, le convierte en un objeto y una máquina al que se le utiliza y manipula para amortizar en breve plazo obteniéndose el máximo rendimiento de él.

    Por otro lado, el dopaje es deshonesto porque contradice la esencia del deporte, que según Cuyás (citado por Rodríguez – Bueno, 1992), no es otra que conseguir una mejor salud física, mental y social. Al mismo tiempo, disminuye el carácter lúdico del deporte y la pureza de la actuación deportiva, ya que el deportista al doparse, subordina todos sus objetivos al de conseguir el éxito en una competición e invierte así el orden ético de sus valores.

    Finalmente, el dopaje como fruto de tratar de mejorar artificialmente las cualidades deportivas contradice el principio esencial del deporte de competición justa y equitativa ya que introduce la mentira, el engaño y destruyendo al confianza de los deportistas ante la comunidad deportiva y la sociedad (Rodríguez – Bueno, 1992).

    En palabras de González – Ruano (citado por Rodríguez – Bueno, 1992), “el deporte con dopaje no es deporte, sino un fraude para todos”.

6.2.     Motivos de índole sanitaria

    Los motivos de naturaleza sanitaria residen en conservar la integridad del deportista, ya que la consecuencia de este fenómeno puede forzar al organismo del deportista más allá de sus posibilidades físicas naturales para conseguir un rendimiento superior al que proporciona el entrenamiento es, cuando menos, peligroso (Rodríguez – Bueno, 1992). De este modo el dopaje es potencialmente peligro para la salud del deportista porque:

  • Expone el organismo al riesgo de llegar a sobrepasar fatalmente sus límites fisiológicos.

  • Trastorna la coordinación normal de las funciones fisiológicas y psicológicas.

  • Conduce al uso prolongado de algunos medicamentos, incluso en dosis superiores a las normales, para “beneficiarse” de su eficacia.

  • Ocasiona progresiva dependencia y habituación al uso de algunos productos dopantes, cuyas dosis van aumentándose para mantener efectos que a veces son ilusorios.

  • Induce a cierto abandono del entrenamiento metódico, pro la falsa sensación de seguridad que produce.

  • Incita a emplear, intentando eludir la detección de los controles de dopaje, nuevas sustancias cuya toxicidad a largo plazo no siempre se conoce.

  • Causa un deterioro físico tal vez irreversible

  • El abuso de ciertos medicamentos conlleva riesgos a corto, medio y largo plazo, algunos tan importantes como la reducción de la esperanza de vida y su calidad.

7.     Aspectos legales del dopaje

    “La práctica del dopaje es una conducta fundamentalmente antijurídica ya que atenta directamente contra la ética del deporte” (Ramos – Gordillo, 2000). De acuerdo con Álvarez – Santullano (1993; citado por Ramos – Gordillo, 2000) “la vulneración de este principio supone, sin lugar a dudas, un desmoronamiento del propio ideal deportivo, cuya consecuencia final puede ser que la práctica del dopaje, como conducta eminentemente antijurídica, debe ser prevenida, reprimida o corregida y, en la medida de la posible, erradicada”.

    Sin lugar a dudas, la erradicación del dopaje constituye una meta ante la necesidad de preservar, defender y proteger la ética del deporte y la salud del deportista. Así la síntesis de esta idea la recoge la regla 29 de la Carta Olímpica:

    La lucha contra el dopaje, propiamente dicha comienza en los años 60, íntimamente relacionado con los sucesos trágicos acontecidos en los JJ.OO. de Roma 1960 tras la muerte del ciclista danés Kurt Enemar Knud Jensen durante el desarrollo de su prueba de 100 km. Esto provocó que el COI, las Federaciones Deportivas Internacionales y el Consejo de Europa entre otros organismos se pusiesen a trabajar para aplicar acciones muy definidas y concretas contra el dopaje, no solo ya dentro del campo de la definición, sino dentro del campo de la persuasión por medio del control (Rodríguez – Bueno, 1992).

    De este modo, es de relevancia capital nombrar las acciones del Consejo de Europa, que aunque no posea competencia en materia deportiva adquirió posiciones con vistas a la lucha contra el dopaje y así entró en la definición que dio en el año 1963 en la reunión celebrada en Estrasburgo por el Comité de Educación Extraescolar del citado consejo, la cual fue reconocida de forma oficial durante 20 años diciendo que “doping es la administración a una persona sana, o la utilización por ella misma y por cualquier medio, de una sustancia extraña al organismo o de unas sustancias fisiológicas utilizadas en cantidades o por vías anormales, con el único fin de aumentar artificialmente y de forma ilegal el rendimiento de esta persona al participar en una competición” (Comité de Educación Extraescolar del Consejo de Europa, 1963).

    La definición final resultó de la síntesis de las diferentes definiciones que presentaron de forma individual, las nueve naciones que participaron en la reunión: Austria, Bélgica, Dinamarca, Italia, Países Bajos, Suiza, Turquía, Gran Bretaña y España. (Ramos – Gordillo, 2000).

    Esta importante labor del Consejo de Europa sobre el tema del dopaje, culminó el 16 de movimiento de 1989 con el Convenio contra el Dopaje, en el curso de cuya sesión de aprobación fue firmado por 15 Estados, entre los que se encontraba España. El Convenio parte de la consideración de que los poderes públicos y las organizaciones deportivas tienen responsabilidades complementarias en la lucha contra el dopaje y, en particular, en la garantía del buen desarrollo de las manifestaciones deportivas, así como en la protección de la salud de quienes toman parte de ellas. Su objetivo es la reducción, y en un plazo determinado, la eliminación del dopaje en el deporte (Consejo de Europa, 1989; citado por Ramos – Gordillo, 2000).

    El mandato a los Estados miembros es la coordinación de las políticas y actuaciones de sus servicios gubernamentales y otros organismos públicos afectados por la lucha contra el dopaje en el deporte, adoptando, según los casos, disposiciones administrativas, reglamentarias o medidas para reducir la disponibilidad, así como la utilización en el deporte de agentes dopantes y métodos prohibidos, y en particular, de esteroides anabolizantes. (Ramos – Gordillo, 2000).

    De acuerdo con Rodríguez – Cano (1992), la legislación europea dentro de este marco internacional de Lucha contra el Dopaje, las leyes o reglamentos nacionales de control del dopaje que existían en esta época eran los siguientes:

    En la década de los setenta, los diversos países europeos establecieron laboratorios de análisis de control de dopaje, siendo los pioneros los laboratorios de Francia, Reino Unido, Italia y España en 1969. La Carta Europea Contra el Dopaje en el deporte, se convierte en el elemento aglutinante de las normativas de control surgidas al materializar las acciones previstas en la lucha contra el dopaje (Rodríguez – Bueno, 1992 y Ramos – Gordillo, 2000)

    Tras la elaboración de la Carta de Europa contra el Dopaje en el Deporte, que está integrada por una Recomendación y por una memoria explicativa que acompaña a la anterior resolución, adoptada por el Comité de Ministros del Consejo de Europa (25 de septiembre de 1984), diferentes estados miembros presentan al grupo de expertos en materia de dopaje contribuciones documentales a la lucha antidoping, desde dos ámbitos, por un lado, las revisiones históricas y por otro los proyectos para un futuro a inmediato (Consejo de Europa, 1984; citado por Ramos – Gordillo, 2000).

    Dentro de los Estados que deciden participar activamente en el trabajo de revisar toda la documentación se encuentra Canadá mediante la publicación de “El uso de las drogas y el control antidoping en el deporte” (diciembre de 1985 y septiembre de 1986), y también en el planteamiento de proyectos de futuro, presentando “La necesidad de una campaña extendida contra el uso de drogas en el deporte. La posición canadiense” (septiembre de 1986).

    Otros países, fueron Francia, que con la vigencia de la Ley francesa 65 – 412 de 1 de junio de 1985, participa con “El doping en el deporte” en septiembre de 1986. Austria, en donde la Federación del Deporte emitió una comunicación para distribuir en las reuniones del Consejo de Europa de los Ministros Europeos responsables y presenta la “Reglamentación unificada contra el doping en el deporte en Austria”, entrando en vigor el 1 de enero de 1986.

    En Portugal, por parte de la Dirección General de Deportes, presentó en 1985 en el Consejo de Europa una “Regulación para la prevención del doping en Portugal”. Hasta llegar a la Ley portuguesa de Bases del Sistema Deportivo de 1990, desarrollada por el Decreto – Ley de 23 de marzo de 1990 (Ministerio de Educación de Portugal, 1991; citato por Ramos – Gordillo, 2000).

    En los Países Nórdicos se presenta la “Recomendación para llevar a cabo el control del doping de los atletas nórdicos en competiciones y entrenamientos dentro de los países nórdicos”. (Ramos – Gordillo, 2000). Por ejemplo, en Dinamarca se publica “La seguridad jurídica del atleta”.

    De los países citados, merece especial atención la normativa francesa y portuguesa.

    De este modo, para la Ley Portuguesa, “la práctica deportiva se desenvuelve a la observación de los principios de la ética deportiva y con respeto por la integridad moral y física de los intervinientes. Siendo función del estado adoptar las medidas tendentes a prevenir y castigar las manifestaciones antideportivas, entre las que se encuentra el dopaje, al que no se duda de calificar como una forma de discriminación social. En este modelo, son las federaciones, quienes adoptan y dan publicidad a las listas de sustancias o métodos prohibidos” (Ministerio de Educación de Portugal, 1991; citado por Ramos – Gordillo, 2000).

    En el modelo de Francia, “la responsabilidad de la determinación de las listas de sustancias y métodos prohibidos, recae conjuntamente sobre los ministerios encargados del Deporte y la Salud. Existe además la Comisión Nacional de Lucha contra el Dopaje, que tiene un gran peso administrativo, siendo además la que propone todas las medidas, dentro de las que se incluyen las sanciones”. (Ramos – Gordillo, 2000).

    Con respecto al marco legal del dopaje en España, actualmente Ley Orgánica 7/2006, de 21 de noviembre, de protección de la salud y de lucha contra el dopaje en el deporte o Ley Antidopaje que rige en materia de dopaje en deporte en España, aunque en marzo de este año, 2011, se aprobó un proyecto de reforma de esta ley para adecuarla a los cambios introducidos en 2009 al Código Mundial Antidopaje por la Agencia Mundial Antidopaje.

    Esta Ley Antidopaje en España tiene unos objetivos claros que se citan a continuación:

  1. Asegurar el juego limpio en la competición

  2. Preservar la salud pública e individual en el deporte

  3. Adoptar medidas efectivas contra el dopaje

    Para el cumplimiento de estos objetivos, se ha desarrollado la Ley Antidopaje en los siguientes Reales Decretos y Resoluciones posteriores:

  • Real Decreto 811/2007, de 22 de Junio, por el que se determina la estructura, composición, funciones y régimen de funcionamiento de la comisión de control y seguimiento de la salud y el dopaje

  • Real Decreto 63/2008, de 25 de Enero, por el que se regula el Procedimiento para la imposición y revisión de sanciones disciplinarias en materia de dopaje

  • Real Decreto 185/2008, de 8 de febrero, por el que se aprueba el Estatuto de la Agencia Estatal Antidopaje

  • Resolución de 19 de Diciembre de 2008, de la Presidencia del Consejo Superior de Deportes, por la que se aprueba la lista de sustancias y métodos prohibidos en el deporte para el año 2009

  • Real Decreto 641/2009, de 17 de abril por el que se regulan los procesos de control de dopaje y los laboratorios de análisis autorizados, y por el que se establecen medidas complementarias de prevención del dopaje y de protección de la salud en el deporte

  • Resolución de 30 de Abril de 2009, de la Presidencia del Consejo Superior de Deportes, por la que se aprueba el formulario de localización de los deportistas

8.     Listas de sustancias dopantes y métodos prohibidos

    Dentro de las listas de sustancias dopantes que han existido a lo largo del tiempo, hay que decir que éstas han sido muchas, en razón siempre de la inclusión de nuevos productos, ya que estas listas se revisan de modo periódico, con el fin de ser actualizadas que respondan de manera adecuada a la realidad deportiva y farmacológica de cada momento. Esto hace que a partir de mediados de los años 60 hacia el final de los mismos, que es cuando definitivamente comienza la lucha contra el dopaje, se publican por parte de distintos organismos diversas listas que coinciden en lo fundamental entre sí (Beckett, 1988, citado por Ramos – Gordillo, 2000).

    De este modo, en la Celebración de la Conferencia Internacional sobre el Dopaje de los deportistas que fue convocada por el Comité de Educación Extraescolar del Consejo de Europa, se elaboró la lista pionera que salió a la luz y que estaba compuesta fundamentalmente por (C.E.E., 1966, citado por Ramos – Gordillo, 2000):

  • Narcóticos: morfina, heroína, etc.

  • Medicamentos del grupo de las anfetaminas y sus derivados.

  • Estricnina.

  • Trinitroglicerina.

  • Éter dietílico.

  • Fenilmetilmorfolina.

  • Dialcohilamidas del ácido crotonialcohilaminobutírico.

    A esta lista del Comité de Educación Extraescolar del Consejo de Europa, se une la lista promulgada por el COI, que en el mismo año, 1966, y en la celebración de la LXV Sesión del COI en Teherán, elaboró de modo orientativo estando compuesta por (COI, 1966; citado por Ramos – Gordillo, 2000):

  • Alcohol.

  • Anfetaminas y efedrinas.

  • Cocaína.

  • Vasodilatadores.

  • Opiáceos (opio, morfina, heroína), peptidina y metadona.

  • Cannabis (hashish).

  • Esteroides anabolizantes, excepto por indicación médica.

    Se puede considerar que la primera lista de sustancias prohibidas, fue la que se aprobó en la LXVI Sesión del Comité Olímpico Internacional y aunque no era toda lo exhaustiva que se requería, entró en vigor en la celebración de los JJ.OO. de Invierno de Grenoble de 1968, convirtiéndose en los primeros JJ.OO. en ser controlados, comprendiendo los siguientes productos (COI, 1967; citado por Ramos – Gordillo, 2000):

  • Aminas simpaticomiméticas, efedrina y sustancias derivadas.

  • Estimulantes del Sistema Nervioso Central y analépticos.

  • Analgésicos narcóticos, imipramina y sustancias derivadas.

  • Tranquilizantes mayores.

    No obstante, para los JJ.OO. de México, se consideraron sustancias prohibidas las integrantes de los tres primeros grupos anteriores.

    En la lista que se elaboró para los Juegos Olímpicos de Múnich’72, la Comisión Médica del COI estableció una lista abierta de sustancias, agrupadas por sus efectos farmacológicos, y que de algún modo fue el embrión de todas las listas que se harían a posteriori, inclusive de la que está en vigor (Donike y cols., 1974; citado por Ramos – Gordillo, 2000).

    En los JJ.OO. de Montreal (1976) se añade a la Lista de Sustancias prohibidas los esteroides anabolizantes, realizándose controles por primera vez sobre ellos, siendo además el grupo que más positivos originó. Es también en este Olimpiada cuando por primera vez aparece una lista oficial de drogas no prohibidas. (Dugal, 1977; citado por Ramos – Gordillo, 2000).

    Durante la celebración de los JJ.OO. de Los Ángeles’84, la Comisión Médica del COI amplió la lista de sustancias prohibidas, e introdujo por primera vez un matiz diferenciador fundamental en los controles antidopaje, que fue exactamente la cuantificación de las sustancias (Catlin y cols, 1987; citado por Ramos – Gordillo, 2000).

    En los siguientes JJ.OO. celebrados en Seúl’88, se añaden a la lista de sustancias prohibidas nuevas clases como los betabloqueantes y los diuréticos, también se añaden igualmente dentro de los métodos dopantes, el dopaje sanguíneo y las manipulaciones farmacológicas, químicas y físicas (COI, 1989; citado por Ramos y Gordillo, 2000).

    En 1990, se celebra en Belgrado una reunión, aumentándose la lista de sustancias dopantes por la presencia de las hormonas peptídicas y análogas, al igual que se añade a las sustancias parcialmente restringidas la marihuana (COI, 1990; citado por Ramos – Gordillo, 2000).

    A partir de este momento, el Deporte Español es regulado con la Ley 10/ 1990, de 15 de octubre, en cuyo artículo 56.1 asigna al Consejo Superior de Deportes (CSD) la competencia jurídica de elaboración de las listas de sustancias y grupos farmacológicos prohibidos y de determinar los métodos no reglamentarios destinados a aumentar artificialmente las capacidades físicas de los deportistas o a modificar los resultados de las competiciones; y todo ello de conformidad con lo dispuesto en los convenios internacionales suscritos por España y teniendo en cuenta otros instrumentos de este ámbito. (Ramos – Gordillo, 2000).

    Además, de acuerdo a la Resolución de 25 de enero de 1996, del CSD, este Organismo determinó en el anexo de dicha Resolución, la lista y grupos farmacológicos prohibidos y los métodos no reglamentarios de dopaje de aplicación en las competiciones deportivas de ámbito estatal, o fuera de ellas a los deportistas con licencia para participar en dichas competiciones. (Ramos – Gordillo, 2000).

    Esta resolución del 25 de enero del 1996, se ve modificada con la Resolución de 21 de marzo de 2000 mediante la cual surge la necesidad de modificar dicha lista con el objetivo de adecuarla a las circunstancias y conocimientos del momento.

    Finalmente, en España la lista de sustancias prohibidas y métodos dopantes queda regulada a través de la Resolución de 19 de Diciembre de 2008, de la Presidencia del Consejo Superior de Deportes,

    A continuación se presentan las sustancias y métodos prohibidos por la Agencia Mundial Antidopaje (AMA)

Sustancias prohibidas

Tomado de Gracia - Marco L, Rey - López, J.P.; Casajús - Malléna, J.A. (2009)

Referencias

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  • Benítez, A. (2010, 10 de diciembre) Jesús España: Era un secreto a voces. Marca

  • El País, Los positivos en los Juegos, El País, Consultado el 26 de abril de 2011. En http://www.madrimasd.org/cienciaysociedad/ateneo/dossier/doping/pais_dopaje/dosiers/capitulo_1_3.htm

  • Gracia - Marco L, Rey - López, J.P.; Casajús - Malléna, J.A. (2009). El dopaje en los Juegos Olímpicos de Verano (1968 – 2008), Apunts, 162, 66 – 73.

  • Gifford, C. (2010). Dopaje y deporte. Madrid: Morata.

  • Goggaki, K. (1998). The Olympic Games in childrens' literature: "Asterix aux Jeux Olympiques", Exercise & Society Journal of Sport Science, 19, 88-96 9.

  • Lagardera – Otero, L. (1999). Diccionario Paidotribo de la Actividad Física y el Deporte. Barcelona: Paidotribo.

  • Montoya, G. (1995). Pre-Columbian games: games and sports of pre-Columbian origin, Olympic Review, 25: (6), 29-32.

  • Ramos – Gordillo, A. S. (2000). Dopaje y deporte. Antecedentes y evolución. Zaragoza: Servicio de Publicaciones de la Universidad de las Palmas de Gran Canaria.

  • Rodríguez – Bueno, C. (1991). Dopaje. Madrid: McGraw – Hill – Interamericana.

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