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Ramos Mejía y el papel del caudillo financiero
en la sociedad en Argentina

   
Sociólogo, Universidad de Buenos Aires
(Argentina)
 
 
Roberto Di Giano
robaied@hotmail.com

 

 

 

 

 
    Mientras en Europa se imponía el mito de la grandeza argentina, la de un país rico, próspero, el testarudo Ramos Mejía con sus antenas americanistas, vislumbraba que aquellas formas de proceder que ponían en evidencia la dominación que ejercía un grupo de actores privilegiados sobre los que conformaban circunstanciales mayorías, con el andar se volverían pura rutina. Asimismo, la poca transparencia de los procedimientos alimentaría todo tipo de corrupción, desde el fraude electoral a las mentiras sistemáticas y desvergonzadas.
 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 17, Nº 167, Abril de 2012. http://www.efdeportes.com/

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    El notable pensador José María Ramos Mejía que asumió en varios de sus numerosos escritos el papel actual del sociólogo, analizando el contexto social de su época detectó en los laberintos del rico y complejo pasado argentino la importancia que había asumido un tipo de caudillo: el financiero.

    En su libro Los simuladores del talento (1904)1, Ramos Mejía aclara que no lo caracteriza de esa manera por su competencia en finanzas (...) sino por el uso que de éstas hacía con fines de estabilidad y de tolerancia por parte de sus gobernados.

    A partir de un análisis innovador expresaba que tal actor social se mantenía apegado a una manera de hacer política que le permitía calmar angustias colectivas al poder concederle ciertos privilegios a una porción de la población que encontraba en dicha práctica un paliativo a la pobreza Asimismo, le servía para estimular su ego y montar una imagen de prestigio con el objetivo de obtener una adhesión incondicional.

    Al coincidir Ramos con quienes postulaban que la pobreza era belicosa, sus ideas pasarían a formar parte de un sentido común idealizado ya que no siempre en situaciones de indigencia las capas inferiores de la sociedad abrazan un credo insurgente, ni siquiera ello ha sido habitual en la historia, Con ese pesado telón de fondo que se mantendría vigente hasta nuestros días llega a la conclusión que de ese concepto surge lógicamente el propósito del caudillo financiero (…) trocar las armas por el papel moneda, el puñal por el descuento fácil y generoso.

    En concreto, el caudillo financiero aportaba un nuevo estilo para manejarse en la arena política: del uso de la violencia, a veces brutal, se pasaría a utilizar la astucia lisa y llana.

    De tal forma que se cristalizaba un vínculo social entre personas con recursos económicos y políticos muy desiguales que fomentaban una continua dependencia y también la fragmentación de los sectores más débiles que encontraban dificultades para expresar deseos colectivos y muchas más para romper el círculo vicioso conformado por caudillos y gobiernos electores (Es que fueron siempre las autoridades las que se las ingeniaron para construir los resultados electorales en la Argentina).

    Estas maneras de gobernar que acarreaban, en mayor o menor medida según las circunstancias históricas, abuso de poder, distorsionaron el funcionamiento de la vida política local.

    Mientras en Europa se imponía el mito de la grandeza argentina, la de un país rico, próspero, el testarudo Ramos Mejía con sus antenas americanistas, vislumbraba que aquellas formas de proceder que ponían en evidencia la dominación que ejercía un grupo de actores privilegiados sobre los que conformaban circunstanciales mayorías, con el andar se volverían pura rutina. Asimismo, la poca transparencia de los procedimientos alimentaría todo tipo de corrupción, desde el fraude electoral a las mentiras sistemáticas y desvergonzadas.

    Ramos, acostumbrado a ligar la investigación científica con la crítica moral utilizando un lenguaje que contenía expresiones fuertes, a las cuales solía adherirle una fina ironía, pensaba al respecto lo siguiente cuando el siglo veinte recién empezaba a florecer: sin el ariete de la corrupción, que según los tiempos y naturales evoluciones ha ido cambiando de procedimientos, nunca hubiera sido tan eficaz su gestión proficua.

    Nuestro improvisado sociólogo y médico alienista, también advierte que la expansión de la individualidad en aquellos difíciles tiempos que le toca transitar adquiría cada vez mayores espacios. Asumiendo con valentía el papel de aguafiestas va todavía un poco más allá cuando comunica a los potenciales lectores del libro que sirve de guía a este trabajo, que el individualismo toma formas delirantes.

    Para confirmar su diagnóstico toma como referente a Friedrich Nietzsche (1844-1900), uno de los apóstoles de la poderosa aspiración hacia el perfeccionamiento del sujeto. Un sujeto que al superarse acabaría poniéndole fin a las prescripciones a la que fue sometida su voluntad para de tal manera poder jugar, arriesgarse y crear sin ningún tipo de barreras.

    En principio, admite con un cierto nivel de alborozo los cambios positivos que se estaban logrando gracias a la resonancia del pensamiento del escritor alemán en Hispanoamérica. De allí que subraye el progreso que trajo aparejado esta fuerte corriente de vida generada por una voz prestigiada en el campo intelectual y que proponía el abandono de todos los fundamentos, ese mar de certezas que contenían a las personas y no la dejaban desplegarse libremente.

    A juicio de Ramos Mejía, dicho viaje empujaba a superar las actitudes de los tuberculosos de la voluntad que se entregaban pasivamente a su abulia servil. Así, por ejemplo, los poseídos y los demoníacos que antes abundaban ya no eran tan frecuentes en virtud de divulgación de la propuesta nietzscheana que invitaba a plantar la semilla de una nueva salud como producto del espíritu libre.

    Ahora bien, cuando este sagaz analista de diversas problemáticas nacionales se introduce más en el tema, se muestra un poco vacilante con respecto de la figura del filósofo europeo, ya que el autor de Así habló Zaratustra terminaría extraviado, transitando en la última etapa de su vida las callejas de la locura. Es allí donde confiesa que le dan vértigo las cimas, y se muestra cauteloso frente a todo tipo de desenfreno que pueda derivar en la autodestrucción.

    Entonces, prefiere oler la ropa sucia del progreso y enfocarse a retratar la personalidad del Vientre de presa, uno de los géneros más curiosos de la expansión individual, bien propia de la fauna financiera argentina.

    Esta fauna de vientre todo superficie digestiva, aduce quien iluminó con sus saberes médicos y sociológicos los análisis culturales de nuestro país: Se insinúa por todas partes donde hay reparto, obesidad de presupuesto, propuesta o botín de cualquier especie. Según las épocas y las circunstancias económicas o las modas financieras, los Vientres de presa son especialistas en todo: en el acaparamiento de la tierra, en el monopolio de las licitaciones, en la enseñanza, o en la compra de buques y armamentos (…) En la gestión de la tierra pública poseen la fecunda invención del nombre que les permite distribuir en varios bocados una misma lonja de tierra, abarcando provincias enteras.

Nota
1. Aquí se trabaja sobre Los simuladores del talento, Editorial Tor, Buenos Aires, 1955.

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