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Los cambios de dirección en fútbol. Análisis 

y métodos de evaluación del rendimiento

 

Doctorando en Ciencias del Deporte, Universidad de Granada

Licenciado en Ciencias del Deporte

Máster en Investigación en Actividad Física y Deportiva

Máster en Prevención y Recuperación de Lesiones en Fútbol

Preparador Físico “La Academia” Málaga CF

Óscar Caro Muñoz

oscar.caro10@gmail.com

(España)

 

 

 

 

Resumen

          Como consecuencia de la incorporación de diversas disciplinas científicas en el deporte rey, el análisis del juego en fútbol, está permitiendo conocer en profundidad cada acción, cada jugada y cada esfuerzo que el futbolista realiza. Las acciones de alta intensidad son aquellas que aparecen en situaciones determinantes para el devenir de los resultados, y los cambios de dirección en situaciones de velocidad máxima son considerados como una de las acciones de mayor importancia, tanto por su influencia en las situaciones ofensivas y defensivas del juego, como por la elevada frecuencia de aparición. Por este motivo y desde la perspectiva del entrenamiento deportivo, es necesario conocer en profundidad las características y los factores asociados a estas acciones, permitiendo ese conocimiento previo, una mejor adaptación de las situaciones de entrenamiento y de la preparación específica del futbolista a las exigencias propias de la competición. Tras una revisión específica de la bibliografía existente que ha abordado el estudio de estas acciones de cambio de dirección, se presenta en este trabajo un marco conceptual que analiza en profundidad estas acciones y los métodos de evaluación del rendimiento en las mismas y que permitirá alcanzar una mayor adaptación de los procesos de entrenamiento específico del futbolista.

          Palabras clave: Fuerza Reactivo-explosiva, Cambios de Dirección, Fútbol, Análisis Condicional, Entrenamiento.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 17, Nº 167, Abril de 2012. http://www.efdeportes.com/

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1.     Introducción

    Cuando un futbolista realiza el apoyo de uno de sus pies, con el fin de cambiar la orientación de su cuerpo y de continuar la acción hacia otra dirección, se produce un complejo proceso muscular que posibilita realizar esta acción en el menor tiempo posible. En el momento del apoyo se produce una rápida extensión de la musculatura extensora de la rodilla asociada con la flexión de la cadera, la rodilla y el tobillo. Aparece de esta forma un ciclo de contracción muscular, iniciado por una rápida contracción excéntrica, donde se acumula energía con la que se realiza una posterior contracción concéntrica de gran potencia. La fuerza generada con este ciclo de contracciones es conocida como fuerza reactiva y permite reducir al máximo el tiempo de contacto con el suelo y realizar los cambios de dirección en el menor tiempo posible alcanzando un gran rendimiento en estas acciones de alta intensidad que aparecen durante la competición.

    Little y Williams2 categorizan a los cambios de dirección como acciones de alta intensidad, en las cuales se recorre el 11% del total de la distancia recorrida por un futbolista durante el partido. Sin embargo, y como consecuencia de que estas acciones ocurren en momentos cruciales y en zonas del terreno de juego determinantes para la consecución de los goles, poseen una alta importancia, pues determinan el devenir del resultado de los partidos y de las competiciones.

    Dentro de la categorización de acciones de alta intensidad se incluyen a las acciones de aceleración, de máxima velocidad lineal y de agilidad, definida como “la habilidad de cambiar de dirección en el menor tiempo posible y a máxima velocidad”.

    Las distancias máximas que un futbolista realiza durante estas acciones en un partido no superan los 105 metros, siendo 17 metros las distancias medias recorridas en cada acción1. Esto determina que tanto la capacidad de aceleración como de velocidad máxima lineal sea necesaria para el futbolista, pero las características propias del juego origina que en estas acciones de alta intensidad rara vez se produzcan carreras lineales, ya que la presencia de diversos estímulos propios del juego determinan cambios de dirección constantes. Diversos estudios precedentes que serán analizados en este trabajo afirman que un jugador puede llegar a realizar 50 giros de media por partido. Estos conocimientos, relacionados con el análisis de las demandas del juego en fútbol, obligan al futbolista a poseer las condiciones físicas, técnicas y cognitivas necesarias para alcanzar el mayor rendimiento posible en la ejecución de estas acciones.

    Como consecuencia de la importancia de estas acciones que el jugador lleva a cabo durante el partido y que determina el devenir de los resultados, es fundamental que los técnicos responsables del entrenamiento y de la preparación de los futbolistas conozcan a la perfección los detalles técnicos y condicionales que determinan el rendimiento de estas acciones. Por ello, consideramos de gran interés realizar una revisión conceptual y teórica que aborde como objeto de estudio a estos cambios de dirección, motivo por el cual se desarrolla el presente trabajo.

2.     La importancia de los cambios de dirección en fútbol: el concepto

    El análisis de las demandas del juego está permitiendo conocer numerosos aspectos que se obviaban hace unos años. Estos nuevos conocimientos, permiten poder adaptar las tareas de entrenamiento y las cualidades a trabajar durante el mismo, con el fin de hacer del entrenamiento un trabajo más específico a la realidad de la competición.

    “La fuerza unida a la velocidad” es la cualidad fundamental en el fútbol actual. Esta fuerza explosiva definida por López Chicharro y Fernández Vaquero (1) como “la capacidad de un musculo o un grupo muscular de acelerar una determinada masa hasta alcanzar la velocidad máxima en un tiempo muy breve”, aparece en numerosas acciones del juego durante la competición. Saltos, arrancadas y frenadas, golpeos, fintas, cargas cuerpo a cuerpo y acciones de velocidad con cambios de dirección para dirigirse al móvil, ocupar posiciones o sobrepasar al oponente. Estas últimas acciones, los cambios de dirección en fútbol, se encuentran dentro del porcentaje de 14% que Dufour (2) determina para las acciones de alta intensidad durante el partido. Como el propio autor afirma, a pesar de su reducido porcentaje en el total de acciones que aparecen en el partido de alta competición, son las que van a determinar el resultado del mismo, las que se producen en las zonas y el momento más determinantes.

    Para la ejecución de estas acciones, el futbolista debe ejercer una fuerza que movilice su propio cuerpo, y que además lo haga a la mayor velocidad posible. Por lo tanto estamos ante una acción de carácter físico, pero determinada por la táctica y el momento de juego, pues como se desarrollará en este apartado, la complejidad de las acciones con cambios de dirección es tal que incluyen aspectos físicos, técnicos, tácticos, perceptivos y cognitivos, los cuales, combinados y realizados con el mejor rendimiento posible, deben permitir alcanzar el éxito al realizar estas acciones.

    Como consecuencia de esta conocida importancia y determinación en el desarrollo del partido, las acciones con cambio de dirección, que requiere de altos niveles de fuerza explosiva, están siendo analizadas en la investigación científica cada día con mayor empeño y profundidad. Si bien el estudio de estas acciones empieza ya hace unas décadas, gracias a los trabajos de Chelladurai (3), de forma progresiva, y conforme aumenta el conocimiento, se van perfeccionando los trabajos de investigación, analizándose un mayor número de variables determinantes en el rendimiento de las mismas.

    En la literatura científica, los cambios de dirección son analizados bajo el termino agility, Estos cambios de dirección son analizados por la mayoría de los autores como acciones determinadas predominantemente por los aspectos físicos del jugador, relacionándose con la fuerza del tren inferior y con la velocidad (4,5). Sin embargo, en estas acciones intervienen gran cantidad de factores que determinan el rendimiento de las mismas. Por este motivo en la literatura científica donde se analizan los cambios de dirección de una forma integral, éstos son analizados bajo el termino agility. Este concepto engloba un mayor número de aspectos, ya que el rendimiento en los cambios de dirección, realizados por los deportistas durante los partidos de competición, está determinado por un conjunto de variables interrelacionadas entre sí. De esta forma, Young, Montgomery y James (6) establecen que en los cambios de dirección existen dos componentes fundamentales; los cambios de dirección en velocidad y la percepción de los estímulos y la decisión tomada.

    Otros autores han afirmado que otro factor de vital importancia en la diferencia de rendimiento durante las acciones de cambio de dirección, es la técnica con la que estos se llevan a cabo (7,8). Como se puede apreciar con una primera aproximación al concepto de agility, son varios los factores que van a determinar el rendimiento de los cambios de dirección, determinados en la gran mayoría de los casos por diversos estímulos que aparecen en el juego, y que demuestra la importancia del factor congnitivo-decisional en estas acciones (3).

    Como se puede comprobar con estas en reflexiones iniciales, una correcta definición del concepto agilidad, el cual engloba de forma directa a los cambios de dirección, debe incluir las variables físicas, relacionados fundamentalmente con la fuerza del tren inferior y con la condición física general, los procesos cognitivos que determinan el tratamiento del estimulo que originan esos cambios de dirección y la técnica en la ejecución, determinada fundamentalmente por aspectos biomecánicos. Sheppard y Young (9), aportan una de las definiciones más completas y aceptadas por la comunidad científica para poder definir la agility, estableciendo que “es un rápido movimiento corporal con cambio de velocidad o de dirección en respuesta a un estimulo”. Analizando esta breve definición se demuestra que engloba los componentes cognitivos relacionados con el estímulo percibido (10, 3, 6), así como los factores de rendimiento físico que determinan la aceleración, desaceleración y los cambios de dirección para evadir a oponentes o para acercarse al móvil. Sin embargo esta aceptada definición de agilidad no depende exclusivamente del cambio de la dirección de la carrera propiamente dicho, como si había ocurrido con anterioridad en las aportadas por Baechle (11) y Chelladurai (3), sino que las simples aceleraciones y deceleraciones determinadas por el juego, y que se llevan a cabo en línea recta, es considerado por Sheppard y Young (9) como acciones donde la agilidad es el aspecto fundamental para conseguir el rendimiento. Por este motivo, definiciones de las acciones donde aparecen cambios de dirección más recientes y más específicas al fútbol, se consideran de mayor repercusión para trabajos específicos de deportes colectivos, como es el fútbol. En relación a esto, Barnes et al. (12), definen agilidad como “la habilidad de cambiar de dirección en el menor tiempo posible y a máxima velocidad”. En esta definición si existe un necesario cambio de la dirección durante la carrera, y además la velocidad como factor determinante es entendido como intrínseco al cambio de dirección. Por estos aspectos se puede considerar la definición de Barnes et al. (12) como las más adecuada y aceptada para los deportes de equipo, y para trabajos que tengan el propósito que aquí se presenta, pues se adapta en mayor medida al planteamiento del mismo.

    Consideramos necesario por tanto, realizar un inciso y aclarar que en el presente estudio, el objetivo fundamental de análisis son los cambios de dirección entendidos como una modificación del recorrido, determinado por un estimulo específico del juego, y su influencia en ellos de los factores argumentados anteriormente. A pesar de esto, la interrelación de todos estos factores en el concepto de cambios de dirección, permite que aceptemos como valido el esquema modificado aportado por Young et al (6), donde se recogieron los componentes fundamentales de la agilidad, cuyo precursor fue Chelladurai (3).

Figura 1. Componentes universales de la agilidad. Modificado por Young et al. (2002)

3.     La influencia de la fuerza muscular

    Analizando la figura 1 se aprecian dos grandes bloques de contenidos, agrupándose por separado los aspectos cognitivos y los puramente físicos y técnicos. En este segundo bloque la fuerza muscular del tren inferior adquiere una alta importancia, considerándose la fuerza reactiva, concéntrica y la potencia muscular como aspectos esenciales para alcanzar el rendimiento en las acciones con cambios de dirección. Son varios los estudios que se han llevado a cabo donde se pone de manifiesto, exponiendo la relación entre ambas cualidades a través de estudios experimentales con muestras heterogéneas. Así Young et al (6), analizaron a sujetos provenientes de deportes de equipo, y concluyeron en su trabajo que existe una relación significativa entre la fuerza reactiva del tren inferior cuantificada con drop jump y la eficacia en los tiempos de recorridos de 8 metros con cambios de dirección. Este trabajo demuestra la necesidad de realizar una diferenciación entre las modalidades de fuerza de la musculatura del tren inferior a la hora de correlacionarla con los cambios de dirección a máxima velocidad, pues otra de las conclusiones del trabajo de Young et al (6), es que no existe relación entre los regímenes de contracción concéntrica y la velocidad en los recorridos de 8 metros establecidos.

    Trabajos posteriores han permitido confirmar la validez de estos trabajos iniciales, que a pesar de sus recientes publicaciones, han sido los que han aportado los pilares del conocimiento para poder seguir estudiando estas acciones de vital importancia en la gran mayoría de los deportes de equipo. Barnes et al (12), analizaron en jugadoras de voleibol, la relación entre la fuerza y el rendimiento en recorridos de 5 metros con cambios de dirección de 180º. La fuerza del tren inferior fue medida a través de los test de salto drop jump y contramovimiento del profesor Carmelo Bosco (13), demostrándose una alta relación entre los valores de este último test y los tiempos de los recorridos con cambios de dirección.

    La fisiología también aporta ciertos conocimientos que permiten justificar la relación existente entre la fuerza explosiva o reactiva del tren inferior, que es la que aparecen en los test empleados en los estudios anteriormente comentados, con los cambios de dirección en velocidad máxima. Un simple análisis de algunas de las acciones de máxima intensidad que se realizan durante un partido nos permiten confirmar la exigencia muscular del fútbol, encontrándonos situaciones donde los diferentes regímenes de contracción muscular, deben ser coordinados de forma involuntaria para alcanzar el objetivo pretendido, constituyendo un elemento esencial, y por tanto, un objeto de análisis de vital importancia para conocer mejor este deporte y poder realizar trabajos de preparación más adecuados.

    Son precisamente los cambios de dirección en carreras de máxima velocidad, una de las acciones donde aparecen, en apenas milésimas de segundo, los dos regímenes de contracción muscular más importantes en deportes colectivos, el excéntrico y el concéntrico (1). En estas acciones, además del componente perceptivo ante estímulos específicos del juego, de vital importancia para el rendimiento de la acción según Chelladurai (3), la fuerza reactiva de los extensores de rodilla, determinan en gran medida el éxito en la misma. Esta variante de la fuerza tiene su fundamento fisiológico en la capacidad muscular de acelerar una determinada masa hasta alcanzar una velocidad máxima en un tiempo muy breve, realizándose una primera fase de contracción excéntrica y una posterior contracción concéntrica, aprovechando la energía acumulada en el musculo tras la fase negativa de la acción (1). Tan solo con analizar, desde el punto de vista biomecánico, el movimiento corporal que se produce en el cambio de dirección, y el que se realiza en los saltos en contramovimiento o en drop jump, se puede apreciar como las contracciones muscular, las flexiones articulares, y la coordinación muscular exigida, son casi idénticas aunque la acción se realice en condiciones totalmente diferentes. Una vez más, la interdisciplinariedad científica y la incorporación de diversas disciplinas en el estudio del deporte, permite realizar una profunda reflexión que justifica los resultados de estudios donde se manifiesta que existe una relación significativa entre los niveles de fuerza explosivo-reactiva del tren inferior y la eficacia en los desplazamientos cortos, realizados a máxima velocidad y donde, al menos, se produce un cambio de dirección.

    Estos conocimientos determinan además la necesidad de emplear test que midan de forma exclusiva estos regímenes de fuerza del tren inferior, siendo los más adecuados aquellos donde los saltos empleados requieran una contracción excéntrica y una rápida contracción concéntrica de los extensores de rodilla (14, 6), propias de test de saltos como el contramovimiento, test de multisaltos o el drop jump desde diferentes alturas. La similitud de la acciones musculares que se produce en estos saltos y las que se originan en las acciones de cambio de dirección a velocidades máximas, permiten por tanto adaptar los métodos de valoración, y por tanto los trabajos de entrenamientos encaminados a mejorar ambas cualidades, donde el régimen excéntrico muscular determina la acción, actuando como estabilizador y control del movimiento durante los cambios de dirección de diferente angulación.

3.1.     La velocidad en relación a la fuerza: ¿Determinante del rendimiento?

    Si bien la influencia de la fuerza explosiva del tren inferior en la eficacia de las acciones con cambio de dirección ha quedado demostrada con numerosos estudios científicos, en otros casos, la correlación demostrada es algo más reducida y aparece con tanta claridad (15). Por este motivo, y con el fin de encontrar que factores son predictores de la realización eficaz de cambios de dirección en carreras cortas, autores como Jones, Bampouras & Marrin (16) o Sheppard & Young (9) realizan estudios, de marcado carácter teórico, para poder aportar una información más fiable y aplicable al trabajo práctico en el entrenamiento deportivo. Uno de estos factores, el cual ha sido analizado en estudios como los de Blazevich (17); Johnson (18); Luchtenbern (19); Sheppard (20), es la influencia de la velocidad propia del deportista en los cambios de dirección. En estos trabajos se trata de analizar si la influencia de la velocidad lineal es un determinante significativo cuando se realizan cambios de dirección más eficaces que el oponente. De esta forma, se pone de manifiesto que al analizar las acciones con cambio de dirección, se deben estudiar los distintos factores que en ellas intervienen, siendo la fuerza, la velocidad y los mecanismos perceptivos los factores de mayor importancia. No obstante se ha puesto de manifiesto en numerosas ocasiones que la velocidad no puede ser entendida como una cualidad propia, sino como un objetivo conseguido a través de las demás, y que además la fuerza muscular determina en gran medida la velocidad que un deportista puede alcanzar. Por este motivo diversos autores han afirmado la necesidad de hablar de fuerza y de velocidad de forma paralela, y de distinguir qué tipo de contracciones intervienen en las carreras de velocidad lineales y cuales intervienen en los cambios de dirección (21,22). De esta forma, y basándonos en los resultados de los distintos estudios analizados, el régimen muscular excéntrico, y la fuerza reactiva-explosiva, son los aspectos fisiológicos más importantes a considerar en los cambios de dirección. (9). En base a estas afirmaciones, justificadas por trabajos científicos de diversa índole, al analizar las variables físicas que inciden en el rendimiento de las acciones de velocidad con cambio de dirección, el objetivo fundamental ha sido relacionar las cualidades de fuerza del tren inferior con estos cambios de dirección.

4.     La importancia de otros factores en la eficacia de los cambios de dirección; la antropometría y la técnica en la ejecución

    Además de esta red de factores considerados como esenciales para la realización eficaz de cambios de dirección en acciones de velocidad, como son la fuerza y la velocidad asociadas a mecanismos perceptivos del procesamiento de estímulos externos, existen otros aspectos, que si bien han sido analizados en menor medida en estudios de carácter científico, deben tener cabida en cualquier revisión donde se trate de reflexionar sobre las acciones de cambios de dirección en carrera. De esta forma, y como Sheppard y Young (9) han afirmado, las variables antropométricas del deportista y la técnica con la que se realice el cambio de dirección, han de ser tenidos en cuenta para analizar la eficacia de dichas acciones.

    Desde el punto de vista antropométrico, la masa corporal de los deportistas, y concretamente el exceso de masa grasa y el mayor peso de los mismos, es teóricamente un factor que va a originar unos niveles de eficacia de los cambios de dirección más reducidos, pues los niveles de fuerza a emplear para movilizar dicha masa debe ser mayor (23). Sin embargo existen numerosos estudios donde se han analizado a deportistas con masa corporal elevada como son los jugadores de rugby, donde no se encuentra una relación significativa entre ambas variables (24,25,26,27). A pesar de ello, como es evidente por la propia justificación física-mecánica aportada por Enoka (23), la influencia de una mayor masa grasa, debe determinar la eficacia de los cambios de dirección. En un estudio más longevo (28) se demostró cierta relación entre estas variables, y aunque si bien no fueron correlaciones significativas, se pone de manifiesto la necesidad de tener en consideración este factor biomecánico cuando se trate de analizar las acciones de velocidad con cambio de dirección.

    Otra de las variables antropométricas de gran influencia en la eficaz ejecución de los cambios de dirección, es la altura del deportista, que va a determinar la posición del centro de gravedad en relación a la base, a la superficie. Cronin, McNair y Marshall (29) sugieren que la altura del sujeto, y por tanto, su centro de gravedad, tiene una influencia en los cambios de dirección propios de algunos deportes. Empleando una vez más la física para dar explicación a estas teorías a considerar cuando se analicen los cambios de dirección en los deportes colectivos, cuando un deportista tiene su centro de gravedad más bajo puede aplicar una fuerza horizontal más rápidamente que un deportista de mayor altura, que requiere de más tiempo para bajar su centro de gravedad y preparase para el cambio de dirección y la modificación de la dirección de su carrera. (9)

    Estos factores menos analizados por la investigación científica, repercuten de forma directa en la eficacia de los cambios de dirección, ya que, fundamentalmente van a determinar la técnica empleada por el deportista para realizar dicha modificación direccional de su carrera de máxima velocidad.

    Sin dejar al margen la importancia del centro de gravedad para la correcta ejecución de los cambios de dirección en carrera, Bompa (7) y Sayer (8), ponen de manifiesto la importancia de poseer una técnica de carrera óptima para realizar cambios de dirección con elevados niveles de éxito. En general, un centro de gravedad bajo es esencial para optimizar la aceleración y la desaceleración propia de los cambios de dirección en condiciones de estabilidad postural. Francis (30) y Sayer (8) hacen referencia a que los deportistas sprinters altos, y por tanto con elevados centros de gravedad, deben realizar importantes ajustes corporales para poder ser eficaces en las acciones. Por este motivo, en deportes con frecuentes cambios de dirección, como es el fútbol, aquellos deportistas que corran con un centro de gravedad más bajo alcanzarán unos niveles de éxito mayor, pues la desaceleración previa requiere de estas características del centro de gravedad para que se realice en situaciones de estabilidad, fundamental para que se realice una posterior aceleración en situaciones óptimas.

    Si bien es cierto que la similitud entre la técnica de carrera adecuada en los atletas velocistas y las acciones de velocidad de deportistas de deportes de equipo, existen ciertas diferencias determinadas por las propias características de las acciones. Como apunta Francis (30) en los velocistas de carreras de atletismo, el campo visual del atleta se mantiene bajo tan solo en los momentos de aceleración, pero posteriormente su estimulo visual está completamente determinado por las características propias de la modalidad. Esto no ocurre en los deportistas de los deportes de equipo, donde la visualización de diversos estímulos es continua, y determina la técnica y los controles posturales del movimiento a realizar. Además de esto, los velocistas de pruebas de atletismo tienen una distancia previamente delimitada, que puede ser menor o mayor según la modalidad, la cual permite poder adoptar una estrategia determinada, y por tanto adaptar la técnica de carrera a las necesidades de la prueba (9). Sin embargo un deportista de deportes colectivos no puede planear una estrategia previa, pues no hay unas características establecidas de antemano, además de realizarse las acciones a la mayor velocidad posible y en un corto periodo de tiempo, incluyéndose en las mismas una demanda cognitiva relevante para el éxito de la acción (9).

    Estos esbozos e ideas son interesantes para reflexionar sobre la importancia de la técnica de ejecución en los cambios de dirección, aunque si bien no existen estudios científicos sobre una comparación entre la técnica de carrera a máxima velocidad (sprint) en línea recta, propia de los atletas velocistas, y la técnica de carrera de deportistas que realizan sprint con cambios de dirección, como son los deportistas de los deportes colectivos. Aún así se debe considerar la técnica y los aspectos antropométricos como influyentes en el rendimiento en los cambios de dirección, y por la tanto deben ser tenidos en cuenta para el análisis y el entrenamiento de las acciones que impliquen dichos cambios.

    Basándonos en las revisiones realizadas, en los estudios precedentes y en la información recopilada por los autores que han abordado el tema objeto de estudio, pretendemos continuar con esta línea de trabajo, de forma que se puedan confirmar los resultados y las conclusiones surgidas de estos estudios previos. Aplicando en nuestra metodología los aspectos empleados por otros autores y respetando los conceptos teóricos más importantes sobre el tema objeto de estudio, pretendemos analizar la relación que existe entre la fuerza reactiva de la musculatura extensora de rodilla y la eficacia en los cambios de dirección, de forma que se demuestre la influencia de la fuerza del tren inferior en los cambios de dirección, planteándonos reflexiones encaminadas a mejorar los métodos de entrenamiento basados en conclusiones científicas.

    Analizando los estudios precedentes, consideramos que la relación entre los valores de fuerza reactiva del tren inferior, medidos a través de los test de salto drop jump y contramovimiento, será estadísticamente significativa con los tiempos de los recorridos con cambios de dirección, siendo más eficaces, y por tanto inferiores, los tiempos de recorridos con cambios de dirección, los de aquellos sujetos que tengan valores de fuerza superiores del tren inferior, siendo esta la hipótesis científica que planteamos.

5.     La valoración de los cambios de dirección: test específicos

    La valoración de las cualidades físicas debe ser objetivo fundamental en cualquier proceso de entrenamiento deportivo. Además, en cualquier trabajo de investigación científica donde se trate de establecer correlaciones entre distintas variables, se deben emplear test específicos y correctamente estandarizados, validados, y refutados en estudios precedentes, con el fin de registrar medidas fiables con las cuales se puedan establecer conclusiones significativas para el conocimiento científico. En relación a los cambios de dirección, denominados como agility en la terminología científica, existen autores de referencia en el aporte de test específicos y en el análisis de los mismos, los cuales se han empleado en la mayoría de los trabajos de investigación que han abordado el análisis de los cambios de dirección en acciones de velocidad. Ellis et al., en Gore (31) indica “que los movimientos básicos de la mayoría de los deportes de equipo requieren que el jugador realice cambios en la dirección de su cuerpo en combinación con rápidos movimientos…La habilidad del jugador de usar estos movimientos en el juego actual dependerá entre otros factores de un proceso visual adecuado, del tiempo de reacción, así como de la capacidad de percepción y de anticipación que el deportista posea. Sin embargo todos estos factores combinados son denominados en relación a los deportes de equipo como agility, y por ello la propuesta de los test para valorarla es simplemente medir la habilidad de realizar un rápido cambio de la dirección y de la posición del cuerpo en relación al plano horizontal.”

    Los estudios recientemente publicados aportan conocimientos relativos a los test más empleados para valorar la eficacia de los deportistas al realizar carreras de velocidad con cambios de dirección. En estudios como el recientemente publicado por Vescovi y McGuigan (32) se realizan modificaciones del Illinois Test, el cual es el gran referente en el empleo de test para medir la eficacia en los cambios de dirección. No obstante en este trabajo los cambios de dirección son de 180º únicamente, y no ocurre lo mismo en el caso del Test “L Run”, empleado por Gabbet et al. (5) en su estudio. Este test, como su propio nombre indica, valora la eficacia de los cambios de dirección de 90º y de 180º, pues el recorrido es de ida y vuelta, y se realiza en forma de L. En el mismo trabajo se emplea el 505 Test, que también valora los giros de 180º pero, en este caso, aparece un componente cognitivo de análisis de estímulos externos (5).

    Estas angulaciones de los cambios de dirección durante la carrera son algunos de los aspectos de mayor importancia tanto en el análisis de la competición de los deportes de equipo, como en los test empleados para medir el rendimiento en los cambios de dirección en los distintos estudios experimentales que abordan la temática presentada. Así, en el trabajo de Gabbet et al. (5), se establecen importantes conclusiones sobre qué tipo de test se deben emplear para valorar la eficacia en los cambios de dirección de los sujetos analizados. Realizan adaptaciones de los test de agilidad de Illinois, el 505 test y del test en carrera de “L”, donde aparecen fundamentalmente cambios de dirección con angulaciones de 90º y 180º. Estos ángulos de giro durante la carrera son empleados por la mayoría de los autores que han tratado de analizar correlaciones existentes entre diferentes variables físicas y los cambios de dirección. Barnes et al. (12), analizando una muestra de jugadoras de voleibol emplearon también los cambios de dirección de 180º, mientras que Little y Williams (4), emplearon en el estudio de la relación de la velocidad con los cambios de dirección en futbolistas, angulaciones algo inferiores, de 100º cada 5 metros de carrera máxima. No obstante uno de los grandes representantes del estudio de los cambios de dirección, de la agility (6), empleó en una de las investigaciones más prestigiosas de las que han abordado el estudio de los cambios de dirección y de la influencia de la fuerza muscular en los mismos, angulaciones de 60º, 40º y 20º, lo cual difiere de la mayoría de los estudios empleados. Si analizamos la propia competición se puede comprobar cómo son los cambios de dirección de mayor intensidad, siendo estos superiores a los 90º en la mayoría de los casos.

    Gabbet et al. (5) critican en su trabajo la ausencia de la incorporación en los test empleados en los diferentes estudios de los aspectos perceptivos y cognitivos. El único proceso cognitivo y de reacción ante estímulos externos, son las señales de salida de los recorridos a realizar, lo que difiere mucho de la realidad de la competición. Como el propio Young et al. (6) afirma en su modelo de la agilidad, los factores perceptivos-cognitivos son esenciales para la determinación del rendimiento de los cambios de dirección, y por lo tanto debe ser tenido en cuenta para evaluar a los mismos durante la investigación científica. Por este motivo, las herramientas de nuevas tecnologías, como el smartspeed, están incorporando este aspecto perceptivo en los test estandarizados para valorar la eficacia en los cambios de dirección de las muestras analizadas. De esta forma se sigue progresando hacía la especificidad de los estudios de investigación y de los métodos de entrenamiento, de forma que se consigan nuevos conocimientos y se aumenten los saberes del deporte, objetivo fundamental de todo trabajo científico.

    No obstante, y si bien se pueden considerar a estos test anteriores como test estandarizados y específicos en la valoración de los cambios de dirección en acciones velocidad, se pueden adaptar a los requerimientos propios del estudio o del deporte en el que se enmarque la investigación. Si se cuentan con las herramientas de medición adecuadas, que nos permitan delimitar las distancias, así como medir los tiempos empleados en los recorridos, se pueden diseñar test que no se encuentren delimitándose distancias, angulaciones y variantes que se consideren interesantes para el investigador según qué se quiera evaluar y en qué contexto se enmarque el estudio.

5.1.     Desarrollo de los test

a.     El Illinois Agility Test

    El test de Illinois (33, 34) fue considerado como el test estandarte en la valoración de la agilidad, de los cambios de dirección, hasta la aparición del 505 Test, el cual demostró ser un test más valido para la medición de la agility. El Tests de Illinois tiene un recorrido total de 20 metros de sprint en línea recta y aproximadamente otros 20 en acciones de cambios de dirección constantes. Dicho test queda representado en la figura 2, donde se puede apreciar cómo se han de realizar numerosos cambios de dirección del cuerpo durante la carrera, concretamente ocho, los cuales suponen una variación de unos 75º en seis ocasiones y de 180º en dos tramos del mismo.

Figura 2. Illinois Agility Test (32)

b.     505 Agility Test

    El test de agilidad 505 consiste en recorrer a máxima velocidad 15 metros, de forma que se producirá una contabilización del tiempo 5 metros antes del giro de 180º. Este giro se realiza tras recorrer los últimos 5 metros del recorrido total, y normalmente se deben realizar más de un intento, para que las piernas de giro sean distintas en cada caso, y el sentido del mismo sea diferente. En la figura 3 aparece el test explicado de forma gráfica.

Figura 3. L 505 Agility Test (21)

c.     L Run Test

    El test L consiste en realizar un recorrido total de 20 metros en los cuales aparecen 3 cambios de dirección de diferente angulación. En primer lugar el ejecutor debe realizar un giro hacia la izquierda de 45º tras recorrer 5 metros, para realizar un cambio de dirección completo, girando 180º. Tras este cambio intenso se recorren otros 5 metros, girándose 90º hacia la derecha y realizando los últimos 5 metros a máxima velocidad. De esta forma, es un test que engloba una gama amplia de cambios de dirección, propios de los deportes colectivos. En la figura 4 se puede apreciar el recorrido del test, justificándose de esta forma el nombre con el que se le conoce.

Figura 4. L Run Test (5)

d.     Reactive Agility Test for Netball

    Los deportes de raqueta poseen unas características propias que deben ser tenidas en cuenta a la hora de proponer test específicos. Si bien este trabajo se enmarca en el análisis de los cambios de dirección en los deportes colectivos, dado el elevado número de cambios de dirección que aparecen en deportes como el tenis, debe ser tenido en cuenta para analizar acciones de cambio de dirección en el deporte. Por este motivo, Farrow, Young y Bruce (sin publicar) plantean el test que aparece en la figura 5. En dicho test aparece un cambio de dirección de 180º realizado en carrera lateral, para posteriormente realizar una carrera con arrancada intensa y atender a un estimulo visual que determine hacia qué zona debe encaminarse la dirección de la carera. Con este test se trata de simular la realidad de un partido de tenis, respetando las dimensiones de la pista e incluyendo el estimulo visual al que atender, como si de una pelota se tratase. La medición de los tiempos en llegar a las distintas zonas delimitadas será determinante para poder evaluar la eficacia del deportista en los cambios de dirección.

Figura 5. Test de agilidad reactiva para deportes de raqueta

    Este último test relacionado con los deportes de raqueta pone de manifiesto el empleo de nuevos sistemas informáticos relacionados con emisión de estímulos que determinarán el desarrollo del test. Las nuevas tecnologías, los software informáticos más desarrollados y las herramientas de registro, permitirán seguir mejorando los test a emplear para valorar los cambios de dirección, la agilidad reactiva, como la denominan muchos autores, de forma que se pueda seguir valorando al deportista para adaptar las peculiaridades del mismo a la realidad de la competición.

6.     Conclusiones

    Como se puede comprobar con esta información aportada tras una revisión exhaustiva del objeto de estudio, son muchos los factores y variables determinantes para su desarrollo, y deben ser tenidos en cuento a la hora de su análisis y su posterior puesta en práctica durante el entrenamiento y la competición.

    En base a los argumentos expuestos en este trabajo se puede concluir que es necesario dar prioridad en el entrenamiento a factores como la fuerza, la velocidad y la ejecución técnica, pues se consideran determinantes en el rendimiento de los cambios de dirección. Por este motivo deben ser elementos fundamentales del entrenamiento integral del futbolista, pues el elevado número de acciones de esta índole que se llevan a cabo durante un partido nos obliga a considerarlas como acciones de elevada importancia en el devenir de los resultados.

    De los estudios específicos anteriormente analizados se desprenden numerosos test y pruebas específicas para la valoración del rendimiento en los cambios de dirección. La evaluación de esta habilidad en nuestros jugadores podrá indicarnos una posible necesidad de mejorar en alguno de los factores determinantes del rendimiento, orientando el proceso de entrenamiento.

    Por todo ello, podemos afirmar que posemos un marco conceptual y una serie de estudios precedentes que posibilitan seguir avanzando en el análisis de los cambios de dirección como acción específica en el fútbol. Se presente por lo tanto la necesidad de abordar estudios específicos con participantes de distinto rango de edad y nivel competitivo que permitan seguir justificando la importancia de la fuerza, la técnica y la velocidad en el rendimiento de estas acciones, y que a su vez aporte nuevos conocimientos de gran utilidad para los técnicos que día a día se enfrentan al entrenamiento del jugador, promoviendo a través de trabajos como el aquí presentado la apertura de nuevas líneas de investigación que aumenten el conocimiento del fútbol en particular y de las ciencias del deporte en general.

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EFDeportes.com, Revista Digital · Año 17 · N° 167 | Buenos Aires, Abril de 2012
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