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SIMCE de Educación Física 2010: 

primeros resultados y primeros interrogantes

 

Estudiante de Máster en Innovación, Evaluación y Calidad en Educación Física UAM

Profesora de Educación Física UCSH Santiago

Departamento de Educación Física, Deporte y Motricidad Humana

Cynthia Tamara Medina González

tamaras1@hotmail.com

(Chile)

 

 

 

 

Resumen

          Durante los años 2010 y 2011, se llevó a cabo en Chile el SIMCE (sistema de medición y calidad de la educación) de educación física, una adaptación de la batería de pruebas EUROFIT, para diagnosticar la condición física de los alumnos y alumnas al final de la educación general básica 8º año, lo que equivale a 2º de la ESO en España. El proceso no ha sido sencillo, lo cierto es que se hace necesario indagar y encontrar evidencia científica que respalde este sistema de evaluación. Ya con los primeros resultados intentaremos analizar la pertinencia de esta batería en el sistema escolar chileno, y analizar si la prueba evalúa lo que dice evaluar, por un lado al ser una medición de calidad de la educación, luego de la revisión bibliográfica hemos concluido que el instrumento solo evalúa la condición física de los alumnos chilenos, no está evaluando la calidad de la educación física, escolar, principalmente por que el planteamiento curricular es holístico y esta prueba reduccionista, solo limitando a evaluar solo un eje de la educación física recogida en el currículo.

          Palabras clave: Simce educación física. Condición física. Salud. Eurofit.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 15, Nº 166, Marzo de 2012. http://www.efdeportes.com/

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Introducción

    En el presente artículo se pretende realizar una mirada crítica al SIMCE de Educación Física implantado en Chile, analizar por una parte las relaciones existentes entre la condición física y la salud, y la batería de pruebas EUROFIT, de las cuáles emana el SIMCE chileno, también realizar un análisis de las cifras de sobrepeso y obesidad y su relación con enfermedades, se realizará también una revisión de los resultados del SIMCE 2010 intentando dar explicaciones a ellos desde la perspectiva docente.

    Se intenta recopilar antecedentes de diversos tipos a fin de que el lector que no conoce el contexto chileno, sea capaz de construir una idea de la evaluación a la cuál son sometidos los alumnos y alumnas de nuestro país, y pueda además ser capaz de generar sus propias opiniones y experiencias respecto de la evaluación de la educación física en el mundo.

    Se realizará también una revisión de los principales autores y sus conceptos respecto a los test físicos y los problemas que presentan en su relación con la salud, entendiendo la salud como un concepto tridimensional, y no el mero aspecto físico o la ausencia de enfermedad.

    Todos los aspectos serán abordados desde un punto de vista crítico, pero también de forma constructiva, proponiendo en algunos casos soluciones y alternativas a los problemas detectados en el análisis del SIMCE de educación física en Chile, sus posibles beneficios y sus limitaciones, pero también ser capaces de descubrir las proyecciones para la educación física que pueden tener estas evaluaciones, como lo son el aumento de las horas de educación física en el sistema escolar chileno y una creciente preocupación por la asignatura, entregando por fin, el lugar que merece dentro de las sociedades modernas.

Evolución del concepto de condición física relacionado con la salud

    Desde los inicios de la historia de la educación física, la salud ha sido una necesidad humana a cubrir por la disciplina, primero fue la gimnasia, luego con matices diferentes las sociedades modernas han visto como las enfermedades cardiacas se han incrementado a pasos agigantados, es precisamente por esto que nace una corriente la cuál apoyada en evidencia científica y médica reconoce en el ejercicio y la actividad física importantes elementos de promoción y prevención en temas de salud (Devís y Peiró, 1997).

    Es así como el enfoque sobre la salud se convierte en un elemento innovador en el currículo de educación física el cuál poseerá un fuerte impacto en el posterior desarrollo de la asignatura (Kirk, 1990).

    La cultura del movimiento de la condición física, debe sus orígenes a los anglosajones, el concepto de “physical fitness” y de la preparación militar que se llevaba a cabo como entrenamiento de las fuerzas militares para las guerras mundiales. Antes, durante y después de la segunda guerra mundial la A.A.H.P.E.H.R. creó e implementó programas de capacitación física (Cureton, 1981).

    Los americanos comienzan a notar las diferencias existentes entre sus jóvenes y los jóvenes europeos motivo por el cuál los políticos de ese entonces al pensar que sus jóvenes no eran lo suficientemente activos empezaron a instaurar diversas formas de medir y entrenar la condición física. Esta necesidad de medir y cuantificar la educación física ha primado en la historia de nuestra disciplina, y eso se ha visto reflejado en los métodos de evaluación de la educación física hasta nuestros días pero en menor medida (Devís, 1997).

    A finales de la década de los 60, el malestar social se hace sentir, los años posteriores de la década del 70 se ven caracterizados por generar un interés hacia el individuo, sus derechos y la salud. Según Eisenman y Barnett (1979) existieron condiciones propicias para provocar el vuelco de la condición física relacionada con la salud.

    Esta corriente fue abalada por las investigaciones imperantes que señalaban los beneficios en la salud de la práctica sistemática y regular de actividad física y también por el descontento profesional de la aplicación de los test, los cuáles, bajo la opinión de los expertos no tienen en cuenta las diferencias biológicas del ser humano al utilizar tablas estandarizadas y rígidas. A raíz de lo mencionado y sustentado en diversos estudios es que se produce un reajuste de las cualidades físicas relacionadas con la salud (Devís, 1997).

    Por una parte los factores de la condición física relacionada con el rendimiento, dependen principalmente de los factores genéticos, los componentes de la condición física relacionada con la salud, estarán por su parte influenciados por las práctica de actividad física, asociándose estos, con un bajo riesgo de desarrollar tempranamente, enfermedades derivadas del sedentarismo (Bouchard, 1994)

    A diferencia de Pate y Bouchard, el grupo de investigación encabezado por Martínez de Haro. V. consideran la velocidad como una de las capacidades físicas que ejercen acciones positivas en la salud psíquica y social, ya que la velocidad estaría midiendo un factor fisiológico fundamental como lo es la velocidad perceptivo-motora, además de los importantes funciones atribuibles a la velocidad como lo la prevención de accidentes y la función social para aquellos jóvenes que practican deportes colectivos en donde la velocidad será un factor determinante en la inclusión positiva del alumno o alumna al deporte. (Martínez de Haro, V.et al., 2010) por lo tanto para ellos las capacidades físicas básicas a considerar en evaluaciones de salud, serán la fuerza la resistencia, la velocidad y la flexibilidad.

    La condición física y la salud según Devís y Peiró (1997) es una relación problemática y que despierta muchas controversias, principalmente la relación existente entre condición física y salud se verá mediatizada por la visión hegemónica de las habilidades deportivas y el rendimiento físico, cuestiones que no necesariamente van a estar ligadas a la salud de las personas, de hecho la educación física con un enfoque en la salud está relacionada mayormente con una actividad moderada, continua y frecuente.

    Existe además evidencia científica que informa que los mayores beneficios saludables del ejercicio se obtendrán al pasar de niveles de sedentarismo a la práctica de actividad física moderada o condición física moderada y los beneficios disminuirán al pasar de niveles moderados de condición física a niveles de condición o actividad física (Sallis y McKenzie, 1991)

El caso de Chile y sus alarmantes cifras

    En Sudamérica, se observa una tendencia similar a lo que ocurre a nivel mundial, aun cuando las cifras varían de un país a otro, se encuentra a Chile como aquel país que presenta la mayor prevalencia de obesidad y sobrepeso (OMS 2011)

    Investigaciones de Amigo (2003) entregaban claras proyecciones del sostenido incremento en el exceso de peso de la población chilena en distintos grupos de edad, el autor define la problemática como una verdadera epidemia, la cuál presenta posibilidades de involucrar a las generaciones más jóvenes, enfrentando en los siguientes años una endemia de exceso de peso en la niñez.

    Es un grave problema si señalamos que, de acuerdo a los resultados de estudios longitudinales, se ha demostrado que los niños que son obesos a la edad de 6 años tienen un 25% de probabilidad de ser obesos cuando adultos y en aquellos que son obesos a los 12 años, la probabilidad aumenta al 75% (Hodgson, 2003).

    En Chile, la obesidad y el exceso de peso presenta una prevalencia alta y creciente desde los primeros años de vida, según la encuesta nacional de salud 2010, la población en Chile sobre 15 años, tiene una prevalencia de obesidad de 25,1%, respecto a datos generales de la población los hombres alcanzan una prevalencia de obesidad de un 19,2%, mientras que las mujeres les superan con un 30,7%. Respecto a los índices de obesidad de la población menor de 6 años, la encuesta nacional de salud indica que la obesidad en el 2010 afecta al 9.9% de los menores de 6 años, 5% más respecto al 2009. El 22.4% de los niños presentan sobrepeso, lo que indica que uno de cada 3 niños tiene un peso sobre el rango normal.

    Estudios longitudinales de la prevalencia de obesidad en preescolares chilenos sugieren que la edad del rebote adiposo ha ocurrido tempranamente, lo cual podría contribuir a un factor de riesgo de obesidad en los niños chilenos (Kain, Lera, y Rojas, 2007)

    Por otra parte de acuerdo a estudios y encuestas nacionales generados por los organismos pertinentes, se ha podido demostrar que Chile no es la excepción en cuanto a índices de inactividad física, muy por el contrario, podemos afirmar que la inactividad física es uno de los factores de riesgo cardiovascular con mayor prevalencia en Chile (Minsal 2004; Chiledeportes, 2007)

    A pesar de los esfuerzos e inversiones del gobierno a través del Ministerio de Salud y sus diversos programas creados para cambiar esta tendencia, Henríquez (2009) nos indica en su estudio que: en la última década la prevalencia de la inactividad física se ha mantenido en la población, las encuestas nacionales además indican que entre 8 y 9 de cada 10 santiaguinos no practican actividad física con la regularidad que la OMS sugiere, es decir 3 veces por semana al menos. El estudio de Henríquez demuestra que “una reducción de un 20% de la prevalencia de la inactividad física en Santiago haría descender un 4,4% de la mortalidad por enfermedades contagiosas no transmisibles y un 1 % de la mortalidad total”

    Una sucinta muestra de los estudios realizados en Chile, es lo descrito anteriormente, realmente las cifras son alarmantes y el problema al parecer está en aumento; si sumamos a la mala alimentación, el sobrepeso y la inactividad física obtendremos un coeficiente de riesgo importante para la población chilena, motivos de sobra es que tiene entonces el gobierno actual, para llevar a cabo la medición de condición física SIMCE, la cuál describiremos más adelante.

Los test físicos y la salud

    En relación a lo que atañe directamente a este trabajo, la evaluación de la condición física y la salud, a través de test, encontramos en Devís y Peiró (1997) ciertas críticas o paradojas a la utilización de ellos.

    Una de ellas es la nula utilización de indicadores directos de salud, como lo puede ser la presión sanguínea o lípidos en la sangre.

    En segundo lugar podemos decir que: por una parte se enfatiza en la actitud saludable y por otro lado se somete a los alumnos y alumnas a test que podrían transgredir esta conducta saludable, como lo son las repeticiones máximas de ejercicios en un determinado tiempo.

    En tercer lugar, se intenta por una parte promover la práctica y la participación en actividades físicas saludables, pero al momento de evaluar se hace cuantitativamente.

    En cuarto lugar los autores señalan que no existe evidencia científica para correlacionar los resultados obtenidos por los jóvenes en los test con su condición física o salud en la vida adulta.

    No existe tampoco una correlación entre los resultados obtenidos y los beneficios saludables con los que dice estar relacionado. Y finalmente no se demuestra que los resultados obtenidos en los test con la mejora en el estado de salud de los niños y jóvenes (Seefeldt y Vogel, 1989)

    Si bien es cierto, nos parece una iniciativa importante la del gobierno de Chile, de tomar estos test de forma censal, a los alumnos y alumnas de los centros educacionales chilenos, creemos que hacen falta ciertos componentes cualitativos para respaldar esta prueba, asunto que discutiremos más adelante, si debemos precisar que las paradojas descritas que poseen los test, están de una forma u otra poniendo en tela de juicio la actual aplicación de la evaluación a realizar en Chile (SIMCE) que describiremos más adelante.

    Fox y Biddle (1986) también describieron un problema importante con los test , y es que existe una gran influencia del factor genético en los logros alcanzados en el test, los factores motivacionales de los alumnos y alumnas a la hora de rendir el test y la habilidad específica que puede ser desarrollada al repetir y entrenar estas pruebas.

    Es así que uno de los mayores problemas que puede ocasionar la instauración definitiva del SIMCE de educación física en Chile, es que, los alumnos sean entrenados para el test y la clase se reduzca a solo entrenar la condición física para alcanzar niveles óptimos en el test, ya que, socialmente el SIMCE tiene un peso bastante alto dentro del sistema educativo y ningún centro escolar va a estar dispuesto a estar calificado bajo este supuesto “estándar” de calidad de la educación física”

    Otro factor importante que describen los autores es que la utilización de los test físicos esta inmerso en un modelo individualista, competitivo y mecanicista de la salud, el cuál no toma en cuenta las diferencias económicas, sociales y culturales de los sujetos que son sometidos a estos test (Ineson y Sim, 1989)

    De hecho al observar los resultados del SIMCE de educación física 2010, observamos que existe una amplia diferencia entre los alumnos pertenecientes al grupo socioeconómico alto, con respecto al bajo, en lo que condición física e índice de masa corporal se refiere, causas atribuibles a nuestro juicio a la gran diferencia y segregación social existente entre las clases sociales en nuestro país.

    Si bien es cierto que la salud se encuentra presente en el currículo chileno, es necesario especificar los lineamientos, por una parte el currículum promueve la salud y calidad de vida como medio, para lograr autonomía en cuanto a organización de la actividad física personal se refiere; y además, el lograr una adherencia al ejercicio físico por el resto de la vida a través de la toma de conciencia los alumnos y alumnas de la importancia que posee esta práctica sobre la salud de la personas.

    Nos encontramos por otra parte con esta evaluación, que como hemos dicho nos parece útil y pertinente, (la idea sobre el instrumento) que tiene una concepción bastante reduccionista de la educación física, por el tratamiento holístico que se sugiere en los planes y programas otorgados por el Mineduc para la asignatura. Parece que no existe una coherencia directa entre la evaluación aplicada y los lineamientos curriculares de la educación física chilena.

    Pensamos que esta evaluación solo estará evaluando o midiendo (con algunas dudas) la salud física de los individuos, pero entonces nos preguntamos ¿que pasa con la salud social y psicológica de nuestros alumnos y alumnas? ¿No será que el instrumento se queda un poco corto, si a salud nos estamos refiriendo? ¿O es que por el mero hecho de tener una buena condición física podremos afirmar que nuestros alumnos y alumnas son sanos? ¿Es posible medir a todos con el mismo metro y recoger resultados con una tabla estandarizada? Estas interrogantes a nuestro juicio, entre otras, las que intentaremos defender en base a diversos autores que nos entregarán orientaciones importantes respecto del concepto de salud desde una visión socio- crítica y holística.

    El cubo de la salud, por ejemplo es un instrumento gráfico sobre la definición de salud de la OMS la cuál posee una visión tridimensional de la salud, al definir la salud desde el punto de vista físico, social y psicológico. A diferencia de los test estandarizados que de una u otra forma estarán solo midiendo o evaluando la salud física, o los componentes físicos de la salud, sin tomar en cuenta factores sociales y psicológicos que entregarían una visión mucho más amplia si a calidad de vida nos estamos refiriendo; como es el caso del SIMCE, que pretende evaluar la condición física y el impacto de ella en la calidad de vida de los alumnos y alumnas chilenos.

El cubo de la salud. Martínez de Haro y Cols. (2009)

Antecedentes de la batería EUROFIT y su relación con el SIMCE

    En Europa alrededor del año 1977, se reconoce la necesidad de evaluar la condición física de las personas y generar normas para los niños y jóvenes europeos en edad escolar, se instaura entonces el debate de expertos a nivel mundial con el fin de crear una batería de pruebas aplicable a todos los países de Europa. La primera batería EUROFIT, es modificada en 1986 y es publicada de forma definitiva en 1988 (Cuadrado, G.; Morante J.; Redondo, J.; Zarzuela, 2005)

    El sistema chileno, recoge esta batería y la adecua para su población a través de la medición piloto SIMCE en 2010 y posteriormente en 2011 (Mineduc, 2010)

    De acuerdo al MINEDUC la prueba EUROFIT “es una evaluación de los diferentes componentes de la Condición Física, que destaca por su validez científica y por la gran variedad de estudios que hacen posible el análisis de los datos. Esta evaluación surge de investigaciones coordinadas de los Institutos de Investigación en Deporte de los 22 países del Consejo Europeo (Comité para el Desarrollo del Deporte del Consejo de Europa, 1995), y se encuentra validada y estandarizada por éste. Su objetivo es la evaluación de la Condición Física de los escolares europeos, recomendándose su aplicación entre los 6 y 18 años” (Mineduc, 2010)

    Dicha evaluación fue considerada como la más pertinente para realizar la primera evaluación nacional de Educación Física en el país, aunque a juicio personal sabemos que solo es una medición de la condición física, cabe señalar que los objetivos de la Educación Física son bastante más amplios que la mera obtención de una condición física.

    Uno de los componentes que se han discutido en base a estas pruebas o test es su funcionalidad, dado que la prueba a la que es sometido el sujeto, muchas veces son ejercicios que solo los realizamos en un contexto de repetición o de una rutina y no forman parte de nuestro diario vivir. Por ejemplo, la prueba de abdominales, si bien es cierto que utilizamos los músculos abdominales al pararnos de la cama o desde la posición de sentados, la prueba en si (repeticiones en un determinado tiempo) no es algo que realicemos a diario, mas que nada son rutinas de la clase de educación física o del entrenamiento.

    Martínez de Haro, V. (2010) Cuestionan la funcionalidad o la pertinencia de algunas pruebas incluidas en las baterías más utilizadas en el mundo, los autores señalan que todas las baterías evalúan siguiendo criterios de rendimiento.

    Respecto al ejemplo de los abdominales que señalábamos anteriormente los autores cuestionan la utilidad diaria, y la funcionalidad de lo que mide la prueba en la vida diaria, ellos afirman que se debe medir la fuerza estática más que la concéntrica, ya que ella es la verdadera responsable de la postura.

    Siguiendo con el análisis de las pruebas que componen la batería EUROFIT, los autores consideran inadecuadas las pruebas de peso y talla, por ser una condición fisiológica la cuál se adapta al entrenamiento, los autores señalan que “el cuerpo varía durante toda la vida”, para nosotros parece ser que la prueba de peso y talla, IMC, será la forma más fácil (de coste y aplicación) para poder determinar la población de riesgo, poner en marcha acciones inmediatas y generar un plan de acción.

    Luego veremos que en los resultados obtenidos en el SIMCE 2010 se correlacionan la condición física de los jóvenes y el IMC. Siendo los alumnos con sobre peso u obesidad los que generan menores repeticiones o resultados óptimos en las pruebas, claramente si las baterías se encuentran orientadas al rendimiento esto es una cosa que no debiera sorprendernos.

    Otra prueba que cuestiona el grupo de investigación mencionado, es la del salto de longitud horizontal con pies juntos, se cuestiona su funcionalidad ya que en la vida diaria no realizamos este movimiento y también que puede ser una actividad riesgosa para la salud de las personas, por el impacto que produce sobre las articulaciones. Personalmente he observado en los diversos artículos en la prensa que al realizar esta prueba no utilizan siquiera una superficie blanda, como podría ser arena o una colchoneta, es más, en el protocolo de aplicación de la prueba, no se señala la importancia de disminuir el impacto por medio de diversos materiales como podría ser la utilización de colchonetas.

Antecedentes del sistema de evaluación

    En Chile, a inicios de la década de los ’80 se origina el sistema de evaluación SIMCE, que viene aplicándose anualmente y en forma ininterrumpida desde 1988, considerado como el sistema más antiguo de Latinoamérica. Las pruebas SIMCE son censales: se toman a todos los alumnos y alumnas de 4° Básico cada año, y año por medio a 8° Básico o 2° Medio.

    El Ministerio de Educación (MINEDUC) considera los resultados SIMCE, en general, como la principal herramienta de información del sistema educativo sobre los aprendizajes logrados por los estudiantes en los diferentes ciclos de enseñanza. Es decir, el SIMCE, Sistema de Medición de la Calidad de la Educación, evalúa las asignaturas del currículo escolar chileno, tales como Lenguaje y Comunicación; Educación Matemática; y Comprensión del Medio Natural y Social. Los resultados obtenidos en cada una de estas asignaturas, complementan el análisis que realiza cada centro educativo, a partir de sus propias evaluaciones.

    El SIMCE sitúa los logros de alumnos y alumnas en un contexto de ranking nacional de la educación, los resultados son publicados y conocidos por toda la población, siendo el lugar que el centro ocupa en dicho ranking un indicador de peso a la hora de decidir el centro escolar para los alumnos y alumnas del país.

    El SIMCE se aplica en todo el país básicamente a través de pruebas estandarizadas en cada asignatura; es aplicado en diferentes contextos escolares y sociales, vale decir distintos niveles socioeconómicos; sistemas de administración educativa; como situación geográfica.

    Una vez recogidos los datos, se analizan, se comparan y se establecen ciertos puntos de cohorte para los puntajes clasificando a los centros educativos en diferentes categorías según sus resultados.

    Es así como su propósito principal es contribuir al mejoramiento de la calidad y equidad de la educación, informando sobre el desempeño de los estudiantes en diferentes áreas del currículo nacional, y relacionándolos con el contexto escolar y social en el que ellos aprenden (Mineduc, 2010)

    Durante el Gobierno de Ricardo Lagos Escobar se promulga la nueva ley del deporte nº 19.712; con fecha 22 de enero de 2001, en la cuál se propone que el Ministerio de Educación establezca un sistema de medición de la calidad de la educación física para ser aplicada al término de la educación primaria o básica (art. 5º Ley 19.172), sistema que comienza a ser aplicado en el año 2010 bajo el gobierno de Sebastián Piñera Echenique.

    El SIMCE de educación física fue aplicado por primera vez como plan piloto el año 2010, la muestra fue de 13.585 estudiantes de Educación General Básica (EGB) correspondientes al último año de este ciclo, 8° Básico, distribuidos en 335 centros educativos a nivel nacional (Mineduc, 2010)

    En el año 2011 la muestra crece casi al doble siendo de alrededor de 29.000 alumnos distribuidos en 667 centros del país los que rindieron la prueba. La muestra es representativa del país e incluye a todas las regiones (Diario la Nación 2011)

    El objetivo de esta evaluación es “diagnosticar la Condición Física de los estudiantes, y el impacto de esta condición en su calidad de vida” (Mineduc, 2010)

    Creemos que este objetivo es un poco ambicioso tomando en cuenta que sin un elemento más que los test físicos y antropométricos, difícilmente podremos hacernos una idea acabada, respecto de la “calidad de vida” de los alumnos.

    Para medir los componentes de la condición física en 2010, se consideraron cinco pruebas de la Batería EUROFIT: medición de peso y estatura, para estimar el Índice de Masa Corporal (IMC); flexión de tronco adelante, para medir flexibilidad; salto a pies juntos, para medir la fuerza muscular; prueba de abdominales cortos, para medir resistencia muscular, y finalmente, el test de Navette, para medir la capacidad aeróbica de los estudiantes. En el 2011 se agregan tres pruebas más: perímetro de cintura (que permite medir la acumulación de grasa) test de Cafra, que permite diagnosticar riesgos cardiovasculares en los alumnos y eximirlos del test navette (si es que este fuera necesario por ser un riesgo) y flexo extensión de brazos (Diario La Nación, 2011)

    Uno de los factores que nos llaman profundamente la atención es que hemos tenido que buscar datos respecto del SIMCE de educación física, en periódicos, sobre todo en lo que respecta a la información de los cambios entre la evaluación 2010 y la 2011, esto atribuido principalmente a que en la página oficial del MINEDUC no encontramos más que el informe de resultados 2010.

Resultados de la aplicación SIMCE 2010 de Educación Física

  1. Los resultados generales del IMC en los estudiantes evaluados indican que 58,4% se encuentra en la categoría normal y 40,2% presentan sobrepeso u obesidad.

  2. El 9,2 % de los estudiantes de 8° Básico que rindió las pruebas, posee una condición física satisfactoria, mientras que 90,8 % de estos estudiantes no alcanza el punto de corte establecido para tener una condición física con esta característica.

  3. La principal tendencia observada, tanto en hombres como en mujeres, es el desarrollo de una condición física satisfactoria en el grupo socioeconómico alto, lo que se observa en una mayor proporción de estudiantes con IMC normal y en mejores resultados en las pruebas aplicadas, en comparación con los demás grupos socioeconómicos.

  4. En hombres y mujeres que asisten a establecimientos Particulares Pagados, hay mejor condición física. Además, en estos establecimientos existe una mayor proporción de estudiantes con IMC normal, respecto de los establecimientos Municipales y Particulares Subvencionados (Mineduc, 2010)

Distribución de estudiantes según IMC (Mineduc, 2010) N=13.585

 

    Finalmente vemos que la riqueza de los datos es abundante, como en cualquier relación estadística, ahora bien, el significado de esos datos es lo que específicamente tendremos que intentar interpretar.

    Los resultados SIMCE no sorprendieron a muchos docentes de educación física, ya que hemos estado constantemente y a través de los años solicitando más hora de educación física en los centros escolares; sabemos que con 1 clase de 2 horas semanales no variará de forma significativa la condición física, por lo demás no es nuestro único contenido a lo largo del año, y no se puede tampoco atribuir los problemas sobre peso y obesidad tan solo a la falta de actividad física, sino más bien a los graves problemas alimenticios observados en el país, y lo solos que estamos como asignatura intentando afrontar este problema, cuando en realidad es un problema de la sociedad en plenitud y no solo de nuestra asignatura.

    Ya anticipaba Cañoles (2011) en su análisis crítico del SIMCE que la batería de test podría parecer interesante siempre y cuando el objetivo fuese conocer el estado actual de los alumnos, pero que cualquier comparación, como se ha hecho hasta ahora con estos resultado, puede llegar a ser perjudicial para la adherencia al ejercicio en aquellos centros en los cuáles los resultados fuesen insatisfactorios con el riesgo de estigmatizar a la población que obtiene resultados desfavorables, además correríamos el riesgo de enfocar la clase de educación física a la obtención y mejora de resultados, hecho que descontextualizaría el sentido lúdico y formativo de la educación física y entregaría hegemonía a un contenido que más que acercar a los alumnos y alumnas a la práctica de actividad física regular, terminara agobiando a los alumnos, alejándoles del objetivo que es la adherencia a la actividad física.

Discusión

    La discusión se centra básicamente en los objetivos del SIMCE de educación física y a nuestro parecer en el instrumento utilizado, (o al menos; a algunas pruebas de toda la batería) que nos parecen inadecuadas y poco funcionales. Por otra parte como hemos mencionado anteriormente, nos parece bastante innovadora la idea de tomar estas pruebas, sobre todo tener un dato sobre el IMC, a modo censal, aunque eso ya lo hace por su parte la JUNAEB. Pero si vamos a valorar y evaluar la educación física, es que existen más contenidos que la condición física, y existen diversos factores que podrán influir en el desarrollo de una “buena enseñanza” y un buen aprendizaje de esta disciplina en edades escolares.

    La discusión a nuestro parecer se centra en si es o no, el SIMCE descrito anteriormente, un instrumento válido para evaluar la educación física chilena. Claramente a la luz de los supuestos teóricos no. Sería quizá más sencillo llamarle medición de la condición física de la población escolar nacional chilena de 8º curso.

    También está centrada en los referentes y resultados de esta evaluación, es posible que comparemos el rendimiento físico de nuestros alumnos y alumnas partiendo del hecho que son personas absolutamente diferentes; no estamos valorando quizá los progresos individuales de los alumnos en cuanto a condición física se refiere, además cuál es el rango o el baremo, para decir que la condición física es “aceptable” o saludable. Por que el Mineduc no ha entregado a los especialistas las tablas, y tampoco creemos estar respetando el principio de individualización.

    En el año 2010; el ex ministro de educación, el Sr. Joaquín Lavín, en declaraciones al diario la tercera dijo: “la idea es que se cumpla estándares de Estados Unidos y Europa, datos que servirán de referencia, así por ejemplo; sin un adolescente de 13 años realiza el denominado “salto a pies juntos” debería avanzar 1,6 metros en promedio, tal como sucede en EE.UU. o Europa” (Diario la tercera, 2010)

    Nos parece una aberración, el intentar comparar los resultados de los alumnos chilenos, cuando realmente existen diferencias contextuales importantes. Esta declaración (podría citar muchas del mismo tipo) nos hace ver que efectivamente la evaluación no está en manos de especialistas y el más alto encargado de la Educación en Chile, no tiene claro cuáles son los lineamientos del currículo chileno de educación física.

Conclusiones

  1. Al realizar la revisión bibliográfica logramos concluir que los especialistas de la educación física, como somos los docentes, no tenemos acceso a la información directa del SIMCE de educación física, más allá del protocolo, y de unos objetivos, no encontramos en las páginas del MINEDUC, los supuestos teóricos sobre los cuáles nace el SIMCE de educación física.

    • Más allá de encontrar opiniones vertidas en los medios de comunicación, lo que debería llegar a los docentes, son las evidencias científicas del porqué se selecciona esta batería, por ejemplo, o investigaciones que respalden la inversión gubernamental que supone el SIMCE de educación física. Los docentes de educación física si pretendemos ser evaluados por este sistema debiéramos conocerlo en plenitud, desde sus supuestos teóricos hasta sus proyecciones. Pensamos que una vez más se subestima la capacidad de los docentes de evaluar la condición física de nuestros alumnos, un hecho paradójico; si consideramos que los especialistas somos nosotros.

  2. Nuevamente estas pruebas vienen a confirmar la brecha social y la desigualdad existente en nuestro país, es así como los menores índices de obesidad y sobrepeso, por una parte, y los mayores índices en el test de condición física encontrados en los colegios del nivel socioeconómico alto, hecho atribuible a nuestro juicio a varios motivos, uno de ellos es que los centros escolares de este nivel tienen más de 2 horas de educación física semanales, a diferencia de los otros centros, en segundo lugar podemos atribuir estos resultados a la orientación que poseen estos centros, vinculando su currículo al modelo británico en el cuál el 50% es otorgado a condición física y el otro 50% restante a deportes. Un tercer hecho que respalda estos resultados es que en el nivel socioeconómico alto el acceso a alimentación saludable es mayor por factores de costo y por factores culturales (existe una mayor conocimiento) Un último punto se puede atribuir a la infraestructura de los centros pagado de Chile, la cuál dista muchísimo de la infraestructura de los colegios públicos. Podríamos además encontrar factores como la mayor seguridad que poseen estos sectores por lo que aún los adolescentes pueden salir a las calles a jugar y realizar actividad física recreativa, o la gran cantidad de clubes deportivos existentes que ofrecen a esta población diferentes posibilidades de actividad física y deporte, claro está a un precio muy elevado que solo ellos pueden costear.

  3. Las dos horas de educación física obligatorias del currículo chileno son insuficientes para lograr cambios significativos en la condición física de los alumnos, se requiere por otra parte un proyecto de centro destinado a educar a los alumnos y sus familias en cuanto a alimentación saludable se refiere, y programas destinados a aumentar la práctica de actividad física fuera del horario escolar.

  4. Las pruebas seleccionadas parecen no ser las más adecuadas para evaluar la condición física, como hemos descrito anteriormente existen pruebas que ponen en riesgo la salud de los alumnos y alumnas.

  5. Es necesario complementar esta batería de pruebas con información referente a la adherencia a la actividad física y los conocimientos que poseen los alumnos, si realmente queremos tener una evaluación de la educación física. Por otra parte encontramos bastante justo que se haga una evaluación de las instalaciones existentes en el centro escolar y si es que estas favorecen el desarrollo de la clase de educación física que está siendo evaluada.

  6. Con respecto a los estudios revisados, encontramos una cita que refleja bastante nuestro posicionamiento respecto a la evaluación SIMCE y sus planteamientos generales.

    “La actividad física es una conducta y la condición física, un estado; y lo que está en nuestras manos es promover conductas activas con el fin de modificar ese estado o nivel de condición física” (Martínez-Vizcaíno, 2008)

    También debemos considerar que la condición física entre otros factores está determinada por condicionantes genéticos, (a pesar de que esta afirmación es motivo de discusión entre los autores especializados), al no poder modificar los factores genéticos de las personas nuestra labor como docentes debe centrarse en modificar las conductas sociales e individuales hacia la práctica de actividad física. Si la actividad física moderada no logra influir en la salud física (condición física) si lo hará sobre la salud social y psicológica, es decir en factores tales como la autoestima, el rendimiento académico y la integración social.

    Creemos que los esfuerzos del Gobierno de Chile en este sentido deben reorientarse ya que a nuestro juicio se esta valorando solo los aspectos visibles y el rendimiento físico de los alumnos, es necesario desarrollar instrumentos más holísticos.

    Si bien es cierto, nuestro posicionamiento respecto a la prueba no es de completa aceptación, debemos reconocer que a raíz de los resultados arrojados por la medición de 2010 se establecieron ciertas medidas concretas, las cuáles benefician de una forma u otra a la educación en general; claro está que no son medidas que vayan a solucionar el problema central, pero si puede constituirse en un acercamiento importante. Las medidas establecidas son:

  • Entrega de un instructivo para llevar a cabo las clases de educación física en base a la metodología utilizada por el Instituto de Tecnología de los alimentos de la Universidad de Chile, (INTA). Organismo que lleva años investigando sobre la pandemia de la obesidad, centrándose en alimentación saludable y actividad física.

  • Se ha solicitado a los colegios que se autoevalúen con las mismas pruebas del SIMCE y que se comparen con los resultados nacionales, en concreto respecto de esta medida, no creemos que sea serio y responsable que los colegios se autoevalúen o midan con una prueba que no conocen en su totalidad.

  • La incorporación en las bases curriculares de 1º a 4º básico de un eje sobre salud, con el fin de que en la asignatura de comprensión del medio social y natural, se refuercen los contenidos específicos de hábitos de alimentación saludable. Creemos que este es un gran avance, en la comprensión del fenómeno como global y no solo un “problema” de la educación física.

  • Capacitación de los profesores generalistas de educación básica (que imparten clases en algunos establecimientos en educación primaria) en el correcto desarrollo de la clase de educación física; creemos que esta medida es superficial, ya que a nuestro juicio la medida de fondo sería obligar la inclusión del especialista de educación física desde 1º año de educación primaria. De todas formas es un paso hacia aquellos establecimientos que aún no incorporan esta modalidad.

  • Finalmente en 2012 modificar el menú escolar; en los centros públicos el gobierno entrega alimentación gratuita a un porcentaje importante de alumnos de acuerdo al IVE, índice de vulnerabilidad, que se determina por diversos factores. Creemos que es un gran paso, implementar menús saludables, la traba que vemos es que el presupuesto aumentaría ya que la comida saludable, suele ser de más alto costo, sugerimos que se incorpore un nutricionista para evaluar realmente cuáles son los alumnos que necesitan esta alimentación y poder optimizar los recursos. Hemos sido testigos como estos recursos muchas veces no son asignados a aquellos que más lo necesitan y por otra parte los alumnos obesos deberían poder recibir un menú bajo en calorías.

  • Otra de las medidas que está en discusión actualmente es el aumento de horas y sesiones destinadas a la clase de educación física, se envió un proyecto de Ley al senado para modificar de 2 a 4 horas de educación física y deporte como obligatorias en el sistema educativo chileno, creemos que la aprobación de dicha ley beneficiaría enormemente a nuestra sociedad y ayudaría a solucionar en parte el problema del sedentarismo, pero tampoco nos engañemos; ya que no por el mero hecho de aumentar las horas, se acabará con el problema central, creemos que la orientación y la creación de proyectos curriculares de centro en donde se implique a la familia sería la mejor opción para contribuir a solucionar el problema del sedentarismo y la obesidad. De todas formas el aumentar las horas de educación física impone un gran desafío para el cuerpo docente especialista el cuál estamos dispuestos a afrontar.

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EFDeportes.com, Revista Digital · Año 15 · N° 166 | Buenos Aires, Marzo de 2012
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